Yalenys Cruz Batista
yalenyscb@ult.edu.cu
Como resultado de la política cultural asumida luego del Triunfo de la Revolución y tras la Campaña Nacional de Alfabetización, la obra transformadora realizada en Cuba, se fortaleció a partir de un sistema de instituciones, cuyo proceso de dirección estuvo en función de la crear condiciones para el desarrollo de la cultura y “favorecer el acceso de la población al arte, la literatura, la historia, las tradiciones locales” (Prieto; 2003).
El Tercer Congreso del Partido efectuado en 1986, generó un proceso de análisis crítico y una mayor exigencia en el control de los resultados del trabajo. En el caso del Ministerio de Cultura, provocó un profundo proceso de reflexión en el que Armando Hart Dávalos,5 enfatizó acerca de una nueva concepción del desarrollo institucional del mismo, que permitiera de manera sistemática, controlada y flexible, alcanzar los objetivos establecidos por cada una de las organizaciones de dicho sector.
En la reunión con Directores Nacionales y Jefes de Empresas del Ministerio,
celebrada en ese mismo año, se planteó la necesidad de elaborar la proyección de
su trabajo sobre fundamentos culturales, económicos, tecnológicos, de base
material; de hacer un Programa de Desarrollo Cultural por municipios y
provincias, de índole territorial y que del análisis integral de todos se
estableciera el del país. Se propone de esta forma, un cambio en el estilo de
trabajo y de dirección, que se diferenció de la noción de países como Estados
Unidos y Francia, donde la actividad cultural se organizaba con principios y
criterios empresariales.
Se concibió que el Programa Cultural permitiría integrar a todos los elementos del sistema de la cultura, es decir al conjunto de instituciones, logrando así una mejor intervención, participación y protagonismo de estas en su desarrollo; además de un mayor nivel de adecuación a las realidades, necesidades, características y potencialidades de cada localidad. Como expresó la autora María Isabel Landaburo en el texto Diseño y evaluación de programas de desarrollo sociocultural, este proceso partió de la premisa de que la cultura, no se planifica, “lo que se planifica es la gestión en función del trabajo cultural, las actividades y acciones culturales” (2004: 25). Es por ello que la planificación estratégica en este sector tiene sus especificidades, porque su labor está determinada por transformaciones eminentemente cualitativas.
En la experiencia cubana, la gestión por programas y proyectos de desarrollo ha tenido resultados positivos para el desarrollo cultural, tanto en los diferentes territorios como en las instituciones de carácter nacional. Desempeñan un decisivo papel en la defensa de la identidad local, en la formación de un público para las distintas manifestaciones del arte y en el enriquecimiento de la vida espiritual de la población. Con respecto a la definición acerca de qué se entiende por Programa de Desarrollo, la Dirección Nacional de Programas Culturales plantea
El Programa de desarrollo cultural es la expresión de los lineamientos de la política cultural en un nivel de concreción que, a partir de las características específicas de la situación cultural y del entorno socioeconómico y político - ideológico incluye un sistema de objetivos estratégicos, de indicadores de evaluación y el análisis de los recursos para su ejecución. (2001: 13)
Ello demuestra el carácter sistémico y humanista de este instrumento que propicia el perfeccionamiento de la misión de las instituciones y organizaciones culturales, para satisfacer los intereses y las necesidades de todos los actores sociales. En ese sentido, la proyección de la Dirección Provincial y Municipal de cultura así como la red de instituciones que dirigen, está encaminada a fomentar y estimular la creación artística - literaria, la conservación y preservación del patrimonio cultural, contribuir a una mayor participación de sectores y grupos sociales, además de asegurar la formación y superación del potencial humano para la labor cultural.
Para la Dra. Rafaela Macías Reyes “es un documento de los agentes del desarrollo cultural, que de manera didáctica les conduce a la superación de las contradicciones e insuficiencias del trabajo cultural, así como, a la reafirmación de los valores más autóctonos de la cultura local, nacional y universal” (2008:1). De modo que uno de los ejes fundamentales de este instrumento es la participación, es decir, que cada creador, artista, cuadro, especialista o trabajador; cada organismo u organización se sienta parte del proceso, que se involucre desde el nivel de consulta hasta la autogestión, para que esté comprometido en el mismo, pues será, en definitiva, elemento indispensable para elevar su calidad de vida.
Los Programas de Desarrollo Cultural se agrupan, según su carácter en:
Ramales: se encaminan a favorecer el desarrollo de las Artes Plásticas, las Artes Escénicas, la Música, el Libro y la Literatura, el Patrimonio, las Casas de Cultura, las Bibliotecas, las Investigaciones, la Informática, la Enseñanza Artística y otros.
Territoriales: Expresan la política cultural teniendo en cuenta las particularidades de cada institución. Así como en cada uno de los municipios.
Especiales: responden a intereses y prioridades de carácter social, económico y cultural (Colectivo de autores; 2001:11).
Los elementos que según Guillermo Bonfil Batalla no deben faltar en su estructura son:
1. Introducción.
2. Diagnóstico sociocultural. (Contexto o realidad en el que se va a desarrollar el programa)
3. Objetivos estratégicos o generales a alcanzar.
4. Entradas o recursos financieros, materiales y humanos con que se cuenta para su ejecución.
5. Sistema de Evaluación.
6. Anexos (Si se consideran necesarios)(www.centrodedocumentacion.es)(2006)
Estas etapas permiten la evaluación científica de la realidad de que se parte, para tener como base la correspondencia con la identidad, las tradiciones y expectativas culturales de la población, establecen un nivel de jerarquización de los problemas a resolver, en cuanto a las posibilidades de implementación y ejecución. Exigen la elaboración de proyectos que den respuesta a necesidades concretas y la articulación entre la investigación como medio de implementación del programa.
No obstante a estas ventajas es importante añadir que otro elemento principal al que no hace referencia, son las Áreas de Desarrollo o Áreas de Resultados Claves, esferas esenciales para la organización del quehacer durante el trienio, período en que se efectúa el programa. Ejemplo de ellas: Creación Artística y Literaria; Programación Cultural y Promoción, Desarrollo del Potencial Humano, Economía de la Cultura, Nuevas tecnologías. Estas áreas se derivan de la misión de la institución y permiten definir hacia donde se van a dirigir las acciones fundamentales para dar cumplimiento a esta. Constituyen fuentes significativas para valorar la influencia e impacto de la labor de las instituciones en el desarrollo del territorio.
De igual manera no son mencionados los criterios de medida, elementos que reflejan los resultados que se pretenden alcanzar con la ejecución del programa y que representan la conducción del trabajo de las instituciones culturales, cuyo perfeccionamiento al decir de la Dra. Rafaela Macías Reyes6, es un requerimiento de estos tiempos, para la vida cultural de las comunidades. Este proceso, poco tratado en la literatura, encierra el quehacer de las instituciones del Ministerio de Cultura, para contribuir a elevar la calidad de vida de los cubanos. El mismo tiene como guía el Programa de Desarrollo Cultural y su objetivo es producir efectos positivos en la vida personal, laboral y familiar a partir de opciones culturales que generen el fortalecimiento de las tradiciones y de las relaciones de intercambio entre los componentes de la sociedad.
El trabajo cultural está orientado al desarrollo y perfeccionamiento del modo y condiciones de vida de los miembros de una comunidad. Constituye una vía de solución a los problemas que más afectan a la población. Parte principalmente de los propios esfuerzos de los actores sociales. Premisa que identifica al modelo social cubano. En su desarrollo es muy importante la coordinación e integración de las actividades, esfuerzos y recursos de los diferentes organismos, organizaciones e instituciones implicados en su ejecución, lo que favorece el cumplimiento de los objetivos propuestos y por consiguiente, la participación activa de las personas en las acciones planificadas.
María Teresa Díaz Velázquez, autora del proyecto cultural “Crecer por Dentro”, de la provincia Guantánamo, refiere que “la principal misión del trabajo cultural, es propiciar el protagonismo de la población, encontrar en ella sus propios agentes de transformación, potenciar sus auténticos valores para contribuir a su enriquecimiento, estimulando su acción activa, productora, participativa e independiente”. (2002:23)
El éxito de tal pretensión reside en la labor que realizan los especialistas, instructores de arte, promotores culturales y otros actores sociales como los miembros de los Grupos de Trabajo Comunitario, a fin de lograr que la cultura de cada lugar se convierta en factor de avance, progreso y desarrollo. Las acciones culturales organizadas desde las instituciones culturales tienen como propósito, además de elevar el gusto estético de la población y prepararla para comprender, apreciar y disfrutar códigos artísticos novedosos, transmitirle mensajes que contribuyan a mejorar su comportamiento, fortalecer valores humanos, incrementar el sentido de pertenencia hacia la localidad.
Es preciso que trasciendan al ámbito social donde los individuos realizan sus prácticas culturales, dígase hogar, escuela, trabajo, de manera que fluya la interacción y retroalimentación entre las personas. Del Centro de Superación para la Cultura en Guantánamo, Marlen Zulima Pérez Veliel, destaca algunas debilidades que inciden en el trabajo cultural, como la insuficiente preparación del personal; el deficiente uso de indicadores para la evaluación de las acciones que se realizan, así como la falta de integración de los diferentes factores que intervienen en el proceso. Lo que trae consigo, demora o pérdida de la calidad en las tareas y desmotivación. Por lo que constituyen desafíos del trabajo cultural:
- Contribuir a que el arte y la cultura enriquezcan la calidad de vida de la población.
- Satisfacer las necesidades artísticas de la población, muy en especial por parte de niños y jóvenes.
- La participación de los trabajadores en su tiempo libre, en las actividades que promueven y desarrollan las instituciones culturales, ya sea como creadores activos o creadores de valores artísticos, contribuyendo al desarrollo de la personalidad y al gusto estético.
- Lograr que la mayor parte de obreros, jóvenes y estudiantes se incorporen a las diferentes formas de actividad artística como aficionados y que participen en las diversas formas de creación artística.
-Elevar la preparación del personal para hacer efectiva la labor cultural.
-Creatividad, entrega, dinamismo, eficiencia y eficacia de los promotores culturales.
-Proyectar una programación de calidad, de manera que satisfaga las necesidades crecientes de la población.
-Evaluar sistemáticamente las propuestas, de forma tal que contribuya a continuar perfeccionando la realización de actividades culturales.
-Incorporar nuevas dimensiones de la comunicación en la que se empleen, con más energía y habilidad, los nuevos medios nacidos de las tecnologías de la comunicación para una mayor difusión y visibilidad de los proyectos culturales, intentando una presencia más activa y contemporánea en los sistemas y redes de comunicación cultural. (http://www.gtmo.cult.cu/)(2008)
Con ese fin se requiere de un enfoque sistemático, para alcanzar los objetivos y tener en cuenta las motivaciones e intereses de los destinatarios. De manera que las instituciones culturales deben plantearse una calidad superior en el trabajo cultural, distinguiéndose por una mayor organización, una mejor programación cultural y un adecuado aprovechamiento del talento artístico, así como del potencial material del que se dispone en cada territorio. Una de las tareas más importantes, consiste en ampliar las posibilidades de participación del pueblo, tanto en su condición de creador como de público. La realización eficaz del trabajo cultural será posible también, a partir de la frecuente utilización de los medios de comunicación masiva, una mayor exigencia en la variedad de las opciones artísticas culturales y la ocupación del tiempo libre, que eduque y anime a la vez el gusto estético de las personas.
Alina Casanovas y Ana Iris Carcasés en el libro Cultura Cubana del siglo XX, conciben el trabajo cultural como:
Proceso consciente que pueden llevar a cabo los individuos, colectivos o poderes públicos en diversos escenarios socioculturales con el fin de influir en la creación y expresión cultural. Es el conjunto de prácticas a través de las cuales se materializa la política cultural del estado en un determinado país, por lo que se supone una actividad con un basamento teórico y un determinado nivel de organización dirigido a desarrollar la cultura (2004:116).
Desde esta perspectiva el trabajo cultural genera iniciativas transformadoras para el autodesarrollo individual y colectivo, sin embargo, no se alude a la labor de rescate, preservación y difusión del patrimonio cultural, otra de las intenciones del trabajo cultural para salvaguardar los documentos y bienes relacionados con la historia, la vida de los forjadores de la nacionalidad y la independencia, los objetos de interés artístico, los manuscritos, publicaciones de época. Hecho que no basta con la protección, resulta indispensable una amplia labor de investigación y educación para enriquecer el conocimiento del pueblo, acerca de los valores culturales de cada territorio.
En el desempeño del trabajo cultural es muy importante la creatividad para descubrir vías y métodos novedosos, ajustados a la evolución, recursos materiales y espirituales de cada localidad. Por lo que es cada vez más necesaria la superación académica de los encargados de llevar a cabo dicha labor, permitiendo hacer de lo práctico algo científico, fundamentado. De esta forma es posible eliminar de las instituciones la rutina y la ineficacia, con el objetivo de defender la cultura cubana. Por su parte la Máster en desarrollo Cultural Comunitario Anisley Oliva Vega, considera que el trabajo cultural es:
…todo el trabajo realizado por los artistas, los grupos de aficionados, las organizaciones en aras del logro del desarrollo cultural de la humanidad, que dicho trabajo extendido hasta todos los sectores de la población, hasta los barrios, contribuirá a rescatar las costumbres, valores y tradiciones de un pueblo y a hacer de sus habitantes mejores seres humanos (2008:29)
Actualmente una herencia rica y diversa de experiencias del trabajo cultural en todo el país lo constituye el sentido de pertenencia a partir de costumbres, rasgos de identidad local, tradiciones y apoyo a la formación integral de todo el pueblo. Esto contribuye al entendimiento cultural y permite que el trabajo desarrollado desde la base tenga como centro a toda la población, siendo este uno de los elementos formadores de la cultura cubana. El trabajo cultural exige no solo de la utilización de nuevas inventivas, sino también de una forma diferente de enfocar las problemáticas socioculturales y una postura abierta ante el cambio. Refiriéndose a la categoría la Lic. Keyla Zayas Pozo plantea que el trabajo cultural es: “…conocimiento, percepciones, actitudes, que van más allá de la práctica laboral, es el trabajo creador que se realiza en todas las esferas de la sociedad, es el trabajo que está dirigido al crecimiento espiritual y parte de las necesidades, sin imposiciones”(2007:24).
Por lo que se puede aseverar que parte importante de las actividades prácticas, a partir de las cuales las personas adquieren cultura y dirigen sus conductas es el trabajo cultural. Este no es más que el quehacer que se realiza con el objetivo de cambiar las formas de vida de los seres humanos. Esta labor está íntimamente relacionada con el desempeño de las instituciones culturales y con la conservación, rescate y promoción de la cultura y su empleo es necesario además, para fortalecer la identidad de todos los sectores poblacionales e intervenir atendiendo a sus intereses y expectativas.
En ello influye principalmente la programación, instrumento esencial del trabajo cultural que constituye un área de resultados clave del Programa de Desarrollo Cultural, cuyos componentes básicos según el Ministerio de Cultura son las interrelaciones entre el artista, el público y las condiciones de presentación. El cumplimiento de los objetivos se fundamenta en el balance de las opciones que se ofrecen, las cuales se expresan en la variedad entre las manifestaciones artísticas y de espacios en las instituciones para atraer la atención de los pobladores sobre su objeto social.
Además, es una prioridad de la programación, mantener una estrecha relación entre el contenido del trabajo cultural y su influencia social, la que debe ser periódicamente analizada para conocer la evolución del gusto y los criterios de la opinión pública. La programación de las actividades en una institución es un proceso cuidadoso que debe tener en cuenta varios factores: el propósito para el cual fue creada la entidad, sus objetivos en el trabajo cultural del municipio, la composición del público que asiste y la promoción de grupos de aficionados, de modo especial de los niños y jóvenes.
La atención al talento artístico profesional, intelectuales y en especial a los creadores locales, constituye una responsabilidad de primer orden para las direcciones de cultura. Por ello, se establecen vínculos que favorecen su activa participación en actividades sistemáticas y espacios fijos, donde se muestra su obra. De igual manera es priorizado el movimiento de artistas aficionados por medio de los talleres de creación y apreciación, estimulando la iniciativa y creatividad de sus miembros. Su incorporación a las diferentes actividades contribuye a ampliar las opciones que se ofrecen a la población. Lo cual influye en la estabilidad y superación de los aficionados, quienes se realizan artísticamente en cada una de sus presentaciones ante el público, y alcanzan mayores niveles de interpretación.
Como se indica en el texto Programa para el Perfeccionamiento del trabajo cultural (1987), la promoción es otro elemento substancial del trabajo cultural que no puede limitarse a la divulgación de las expresiones culturales y sus principales exponentes, así como de la programación que se brinda. Es preciso movilizar y hacer partícipe de una u otra forma a la población en el disfrute de la vida cultural. Los especialistas encargados de esta labor deben destacar el trabajo desarrollado por los creadores mediante planes que enaltezcan su trayectoria y sus logros, así como el criterio de especialistas sobre su obra.
“Las investigaciones son indispensables para la efectividad del trabajo cultural, pues abarcan temáticas históricas, sociológicas, socioculturales, artísticas y literarias, otras relacionadas a la base técnico material de las instituciones, la promoción del patrimonio cultural y las de opinión pública” (1987:34). Estas últimas muy necesarias para analizar la acogida del público de las actividades, sus gustos y preferencias en aras de mejorar la calidad de las tareas emprendida.
El análisis de estas ideas, posibilita que la autora asuma su criterio sobre los términos abordados:
Cultura es un término polémico y complejo, que incluye costumbres, hábitos, aptitudes adquiridos por el hombre como resultado de las relaciones establecidas en la sociedad, donde satisface sus necesidades de supervivencia y alcanza el desarrollo de su pensamiento y la formación de su personalidad. Es todo lo que el hombre crea y enriquece en su quehacer cotidiano. De esa manera el hombre se convierte en protagonista del desarrollo cultural de su entorno, siendo el centro de este proceso. Lo que le otorga la posibilidad de acceder a una existencia más plena y más valiosa, a partir del estímulo de sus capacidades, como herramientas esenciales en la solución de los problemas. El desarrollo cultural, expresa los cambios cualitativos a nivel social, condicionados por la participación activa de la población en el mejoramiento de su nivel de vida. Es el accionar de varios factores, unidos en función de crear espacios y condiciones para el progreso de las comunidades con la implicación de sus potencialidades y recursos.
El Programa de Desarrollo Cultural, es el principal instrumento de gestión de la política cultural cubana que orienta y organiza las operaciones a seguir por las instituciones culturales, para lograr la efectividad de su labor. Plantea un orden lógico de instrucciones que a partir del diagnóstico de la situación económica, social y cultural de cada territorio, permite trazar objetivos para satisfacer las necesidades culturares de la población y fomentar su activa participación en el desarrollo endógeno de sus localidades.
Con su conducción el trabajo de las instituciones culturales se concibe como un proceso sistemático, que contribuye no solo al vínculo entre los individuos y las diferentes manifestaciones del arte y la cultura general, en su doble condición de creador y espectador, sino también al enriquecimiento de su modo de ser, pensar y hacer, así como el fortalecimiento del sentido de pertenencia hacia el patrimonio cultural. Genera opciones culturales y recreativas para la utilización del tiempo libre, elevar la educación estética de los niños y jóvenes, amplía los conocimientos de la población sobre temas históricos, artísticos, sociales.
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