Sira Delia Varona Vega
Sira@suss.co.cu
Yaima Rodríguez González
yaimarg@suss.co.cu
La historia de las naciones es la ininterrumpida transformación de las
condiciones materiales de existencia de los pueblos, plasmada en el sistema de
hechos transcendentales que marcan las distintas etapas de su desarrollo, el
conjunto de tradiciones, costumbres, la arquitectura y el folklor, que entre
otros elementos, sintetizan la circunstancialidad de la actividad
sociohistórica. de sus habitantes.
El decursar de las ideas, la conformación de los valores identitarios de cada
nación, la constante búsqueda de las vías sociales más idóneas que propicien la
liberación del hombre de las diversas ataduras económicas, políticas, sociales e
ideológicas que, en el caso cubano, emergen de la colonización capitalista, son
otros de los elementos importantes de la historia de la nación cubana.
En el caso concreto de Cuba, la actividad sociohistórica de sus habitantes se ha
desplegado en los marcos de la búsqueda de soluciones a la contradicción
emancipación – dominio colonial capitalista en sus diversas formas históricas,
que define esencialmente su identidad cultural.
El presente trabajo valora la concepción humanista elaborada por los pensadores
cubanos del siglo XIX, quienes a partir de la caracterización objetiva del
sistema colonial español, encontraron en la emancipación política, la vía más
idónea para conformar la nueva sociedad: independiente, democrática y organizada
de tal manera que estuviera en capacidad para garantizar el desarrollo de
ciudadanos libres, cultos, dispuestos a salvaguardar y desarrollar las
condiciones materiales para la lena independencia de la nación.
El artículo explica las particularidades del siglo XIX a través de la obra de
uno de sus representantes más sistemático Enrique José Varona (1849 – 1933) que
buscó las alternativas sociales para potenciar las oportunidades que la
colectividad pudiera crear y así garantizar la libertad de los hombres.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
El tema del hombre como sujeto que se libera ininterrumpidamente cuando transforma su entorno, aglutina y dictamina la lógica del pensamiento cubano. Sus pensadores más prominentes, desde las bases teórico – filosóficas conformadas a partir del estudio sistemático de las ciencias, el análisis crítico de la filosofía de la época y del lugar de la nación en el sistema de relaciones capitalistas, formaron y enriquecieron el ideal humanista nacional, que definió las causas objetivas de la enajenación social y definió , ajustado a los cambios estructurales de las formas de dominación, las formas históricas para su eliminación.
Muchos son los investigadores que estudian los fundamentos y contenido del ideal humanista nacional y definen a la ilustración nacional y a la cultura universal filosófica como sus principales antecedentes teóricos.
El pensamiento de la primera mitad del siglo XIX que fundó las primeras ideas en Cuba, con su carácter antiescolástico y sus afanes de autonomía teórica, a partir de la crítica de la filosofía de la época, el espiritualismo de Cousín, uno de sus referentes principales y el análisis creador del lugar de la Isla en el sistema de países capitalistas conformó los cimientos del ideal humanista nacional, defensor de la constitución de la sociedad independiente, equitativa, laica, ecuménica y solidaria; erigida en la unidad político - social, la pequeña propiedad, la multiplicación del capital nacional, el trabajo honrado y forjador de las riquezas sociales, la educación de los ciudadanos en las ciencias, la democracia y la moral cristiana, de gobiernos justos, austeros y congruentes con las demandas de la sociedad.
Este ideal, legitimado por la Constitución de Guáimaro (1869) que declaró a todos los hombres libres, con plena igualdad de derechos y deberes frente a la nación insurgente, independientemente de las diferencias de razas y de géneros y con plenas libertades cívicas y religiosas, estuvo presente en los pensadores de la segunda mitad del XIX, verdaderos analistas de las nuevas condiciones de capitalismo en su transición a la fase imperialista.
En el proceso de génesis y maduración del humanismo endógeno, sobresale la obra de uno de los intelectuales más prominentes de Cuba: Enrique José Varona (1849 – 1933)1 estudioso crítico - autodidacto de la cultura filosófica y científica de su tiempo y analista de las posibilidades de la nación para su continua democratización.
El presente trabajo tiene como objetivo explicar los rasgos fundamentales del humanismo de Enrique José Varona y sus aportes en la visión nacional sobre la esencia humana y la liquidación de las causas que originan su enajenación en países que son partes del histórico sistema colonial capitalista.
DESARROLLO
Varona asume la naturaleza humana insertada en los enjuiciamientos que hizo de las tendencias filosóficas que valoraban los adelantos de las ciencias sobre el hombre, las corrientes emergentes – intérpretes del proceso de transición capitalista a su fase imperialista y los problemas sociales de los países latinoamericanos después de la independencia, los cuales analizó en los marcos del rediseño de la política colonial capitalista.
En sus conferencias sobre psicología de los ochenta del XIX, el pensador definió la vida como la ininterrumpida designación de órganos específicos escogidos para cumplir funciones cada vez más especializadas; el hombre es el organismo superior de la especie animal, que posee las estructuras y tejidos mejor determinadas y aptas para desempeñar funciones especificáis.
El hombre, su producto superior, emerge por sus características específicas, entre las cuales sobresale la naturaleza distintiva del reflejo psíquico consciente¸el cual definió como el producto de la interacción del sujeto y el objeto, poseedor de un sistema nervioso desarrollado, cuyas estructuras bien diferenciadas entre sí por sus funciones lo difieren del resto del mundo animal.
El reflejo psíquico consciente es selectivo porque los niveles de aprehensión del sujeto dependen de la especialización de las estructuras funcionalmente determinadas del sistema nervioso humano y de los continuos impactos que ejercen sobre él la actividad consciente que profundiza y acomplejiza su contenido.
Esta forma histórica en sus diversas formas constituye un proceso creador y reconstructor del objeto por el sujeto desde los rezagos informativos de este último, pues la huella producida por la acción del objeto sobre el órgano especializado humano es ampliada y profundizada por las impresiones que están en lo preconsciente y lo subconsciente, es decir, por aquellas que, después de arribar a la consciencia, regresan a su estado inicial de sensoriedad; por las que sin llegar a lo consciente perduran en el sujeto y, por último, también la enriquecen y diversifica el reflejo orgánico producido por la actividad física muscular que permite el funcionamiento del órgano especial.
De tal manera, su contenido es la experiencia histórica, que sintetiza las impresiones causadas por la acción de los objetos sobre los órganos especiales que la producen y la información del subconsciente y el preconsciente; ″(..) Nosotros vemos sólo el resultado de un gran trabajo anterior; y si aspiramos a penetrar todo lo posible en el mecanismo de la sensación, es necesario que nos prenotemos de este hecho importantísimo (..)″
En las reflexiones de Varona acerca de la naturaleza humana, contextualmente en sus análisis sobre las particularidades de la sensoriedad humana, lo biológico aparece como su condición y componente indispensable ya que la posesión del sistema nervioso con estructuras orgánicas definidas, especializadas y aptas para cumplir funciones muy determinadas fundamenta sus diferencias cualitativas como forma superior dentro de la naturaleza viva.
El autor no antepuso lo biológico a lo social, no le otorgó esencia propia y mucho menos lo convirtió en el criterio fundamental del desarrollo humano. En sus Conferencias sobre psicología de la década de los ochenta del siglo XIX, en los límites de su justipreciación; el mismo es el marco natural de todos los procesos mentales desde el reflejo psíquico consciente hasta el proceso de aprehensión teórico – práctica del objeto por el sujeto.
El proceso cognitivo humano es la objetivización teórica de los fenómenos de la naturaleza con los cuales interactúa el hombre y que aprehende a través de las conceptualizaciones teóricas. Los conceptos científicos son abstracciones de la realidad objetiva y son comprensibles en la propia actividad humana, en cuyos marcos se despliega la esencia humana¸ ″(..) materia (..), inercia, resistencia; movimiento, es decir, cambio de lugar en el espacio, velocidad; y todo esto, resistencia, espacio, tiempo ¿ qué son sino las relaciones más generales, las que están en el fondo de toda conjunción de un sujeto con el objeto”
Todo concepto abstracto concentra y expresa al objeto delimitado y el sistema de relaciones humanas establecidas entre los sujetos cuando lo transforman teórico – prácticamente. Es así como se conforman los ideales sociales, que expresan las mutuas y complejas interacciones que se efectúan entre los integrantes de las colectividades durante los variados acercamientos del hombre a la realidad objetiva.
Si el aparato histórico -conceptual reúne la transformación ininterrumpida del objeto por el sujeto en el devenir de la humanidad, los ideales expresan las relaciones establecidas entre los hombres en todos los procesos sociales y en cuyos límites lo sensorio constituye uno de sus componentes fundamentales.
En su búsqueda de las formas sociales liberadoras y propugnadoras de la actividad creadora humana, el pensador se acercó al análisis de la esencia de la enajenación religiosa. La religión es una forma histórica de liberación sobrehumana de los individuos de las fuerzas inexplicables que lo rodean y lo dominan¸ es, además, el traslado de la a naturaleza humana a lo extraterrenal.
Por último, la idealidad religiosa para el hombre es cierta normatividad social impuesta a las creyentes, la cual regula la conducta de los hombres en su entorno social inmediato.
La enajenación religiosa se institucionaliza, o sea, se concentra en organizaciones que aglutinan a los creyentes y regulan su conducta socia, duplicando la exclusión política, pues al igual que el poder político se impone a las colectividades y les obliga a supeditarse a los intereses de sectores minoritarios, el eclesiástico con su ascendencia creciente social y sus concilios con el estado limita la libertad individual de los hombres.
Al respecto el autor puntualizó; ″(..) Uno y otro poder centuplican así su fuerza y su trabajo, sobre los sentimientos de los que les están subordinados (..) El poder sacerdotal, legisla también, regula las ceremonias y las creencias, distribuyen penas y recompensas, y no sólo ideales, sino corporales (..)″
Íntimamente ligado con la designación de las fuerzas que pudieran subordinar al hombre, el intelectual conceptualizó la libertad como la capacidad humana no sólo de conocer las leyes de los procesos objetivos, sino además la creciente aptitud de los individuos de ajustar continuamente su actividad social a las cambiantes condiciones objetivas. El hombre conoce y perfecciona continuamente su interacción con el universo; ″(..) el hombre no es libre, pero se hace libre. Empieza por obedecer, acaba por escoger; pero no escoge por capricho, escoge determinándose (..)
Las sociedades subsisten por su predisposición a la conservación, que es uno de los momentos más importantes de la adaptación de los conglomerados humanos a las circunstancias cambiantes del entorno.
Es así que a base de su perfeccionamiento reside en el respeto y salvaguarda de la pequeña propiedad de los individuos y la creación de las condiciones ideales que pudieran favorecer la acción espontáneas de las leyes económicas de las sociedades sustentadas en la producción mercantil y convertirlas en uno de los mecanismos importantes de la sociedad que pudiera garantizar el bienestar de todos sus miembros.
Para Varona el bienestar individual es una de las condiciones del mejoramiento de la totalidad, la elevación del nivel de vida de cada miembro de la colectividad sustenta el perfeccionamiento social; ″(..) los pueblos dotados de una personalidad ó de un individualismo muy marcados, como el anglosajón, son los que en sus costumbres y su derecho han consignado primero y con más amplitud la facultad de libre locomoción (..)″
En la búsqueda de vías para liquidar las trabas sociales que limitan la libertad de los hombres y causan las diferentes formas de su enajenación¸ Varona sitúa a la reforma educacional como el proceso más importante y catalizador de la preparación de los miembros de la sociedad para su participación consciente en su gestión y administración en virtud de los intereses de las mayorías.
La emancipación política de la nación cubana exigía de una reforma educacional, planificada y en sistema con los cambios políticos, económicos que demandaba la Isla para construirse como nación independiente y competitiva en el mercado internacional¸ ″ (..) Hoy la empresa es mucho más ardua, porque necesitamos acomodar el ideal de la educación al estado social, pero de modo que constituya un progreso, para que las nuevas generaciones sean los obreros de s propio perfeccionamiento (..)″
La dignificación moral de los individuos sería posible en la medida que que las sociedades crearan las condiciones materiales, políticas, socioculturales indispensables para que sus miembros organizaran su actividad ajustados a las demandas sociales imperantes, pero potenciando continuamente sus capacidades creadoras en función del bienestar de todos los miembros. Ser moralmente aceptable, para el autor, significaba, buscar el bienestar individual, contribuyendo al social¸ “El hombre no se moraliza con mandatos: suavícese el medio natural y social en que se desenvuelve y se suavizaran sus costumbres, y su inteligencia será el reflejo de sus sentimientos más humanos″
Varona desarrolló la visión nacional acerca de la naturaleza humana no teóricamente, aunque sus estudios científicos sobre las particularidades del sujeto del conocimiento y la sensoriedad humana, contenidos en sus Conferencias Filosóficas de la década de los ochenta del siglo XIX son muy importantes sino en virtud de la búsqueda de las vías alternativas para la emancipación política y el debilitamiento del influjo del gran capital sobre las economías dependientes.
En tal contexto, el intelectual asumió la emancipación continental en la historia del capitalismo universal. Según sus opiniones, la democratización burguesa que tuvo en las grandes revoluciones burguesas europeas un importante momento de consolidación, no había terminado.
Los países dependientes y no industrializados, cuya deformación económica y la naturaleza abierta de sus economías era producto de la conquista y colonización capitalista, no habían construido la verdadera democracia.
Según sus palabras¸ ”(..) Vivimos ciertamente una época de transición; y sería difícil bosquejar en todas sus partes la concepción cabal del universo y el hombre que pueda presentarse como el resultado definitivo de la labor mental de nuestro tiempo (..)”
La visión varoniana del hombre como ente que continuamente regula su conducta a través de la multiplicación constante de sus conocimientos y su correspondiente utilización en la transformación continua de la realidad¸ constituye la base teórica de sus reflexiones acerca del protagonismo ciudadano en la gestión y administración de la colectividad.
La anterior idea profundizó en la obra del intelectual en las valoraciones contextuales que realizó durante las tres primeras décadas de Primera República Dependiente, cuando se interesó por la organización democrática de la Isla en condiciones del fortalecimiento del injerencismo norteamericano en Cuba, amparado en la legitimización que obtuvo con la imposición de la enmienda a la Constitución de 1902, el Tratado de Reciprocidad Comercial y el Tratado Permanente.
En las condiciones que ya se reverenciaron, el intelectual subrayó la importancia del entorno inmediato social en cuyos marcos desarrolla su protagonismo para la educación de las amplias mayorías en la democracia. El ciudadano no puede decidir el destino de la sociedad si tiene limitaciones para gestionar y administrar con acierto en su comunidad.
Según sus palabras; “ (..) acepté desde luego el dar a todos los vecinos (..) voz y voto en la formación de las Juntas (..). Y lo acepté porque entendía que era necesario ir preparando a nuestro pueblo para el gobierno propio, irlo acostumbrando a entender por sí mismo en sus propios asuntos y vigilar sus propios intereses; y no parecía que ninguna función se prestaba más a ese ensayo utilísimo que la de proteger la escuela y dotarla de profesores, que mereciesen la confianza de los padres y de los niños puestos en sus manos (..)”
La idea anterior fue el sustento teórico de sus posiciones políticas durante la gestación republicana, incomprensible para los investigadores del siglo XX. El intelectual frente a la disyuntiva de restringir o no el derecho al voto, asumió la primera para evitar que los sectores con mayor ascendencia económica manipularan el sufragio para satisfacer los intereses de los sectores minoritarios, pero que poseen una considerable ascendencia de la sociedad. .
Según las valoraciones del intelectual en las sociedades dependientes que él designó para protagonizar la democratización de la modernidad burguesa a partir de su capitalización independiente, se necesitaba encontrar instituciones capacitadas para organizar la formación cívica ciudadana. En el caso particular de Cuba, Varona lo encontró en la universidad: formadora de los intelectuales y profesionales de las naciones emergentes, forjadora de la infraestructura tecnológica productiva y espacio idóneo para la incorporación de la juventud, fuerza decisiva de la sociedad a la continua democratización.
Según su definición;“ (..) Su más alta incumbencia consiste en formar hombres cada vez más aptos de realizar la plena vida humana y más capaces de asegurar a su país condiciones favorables al desarrollo armónico y continuado de sus elementos de bienestar, cultura y moralidad superior (..)”.
El protagonismo de las universidades no podía ser académica; sino que en las condiciones de fomento de las condiciones objetivas para la liberación humana debía supeditar su actividad científica a la tarea fundamental social la socialización de la cultura científica aplicada a través del activismo creciente de su claustro de profesores y de los estudiantes.
Si el Estado centralizado, con la colaboración del capital nacional, diseñaba y ponía en práctica la estrategia económica para independizarse del gran capital internacional, la universidad mediante la potenciación del protagonismo de sus claustro y de sus estudiantes preparaba el potencial técnico del país y coadyuvaba a la propagación de la cultura como el instrumento importante de la formación cívica de sus habitantes.
Su proyecto reformador universitario, lo ajustó a las tareas productivas principales de las sociedades emergentes: la formación de la reserva profesional y científica, la forja de la fuerza de trabajo calificada, y la creación de la infraestructura tecnológica endémica, las cuales condicionarían los necesarios cambios en la estructura del capital nacional, y por consiguiente, la conversión de sus economías en productoras, exportadoras, y competitivas con el capitalismo industrializado, lo que sería el cimiento de la liberación humana en los países no industrializados y el reencuentro con los ideales de la modernidad burguesa.
Y Varona quien fuera no sólo el teórico de la propuesta de reforma educacional de principios de siglo, sino su defensor y organizador más activo, desde su cargo de secretaria de Instrucción pública del gobierno interventor; organizó la Universidad de la siguiente forma; “He introducido cuatro nuevas Escuelas: la de pedagogía, la de ingenieros civiles y electricistas, la de cirugía dental y la de derecho público y [he ] dejado el camino abierto para agregar la de agronomía y la de medicina veterinaria, así como las demás que puedan lógicamente agruparse en torno de los centros que establece cada facultad (... )”
Es decir, en los marcos de la organización democrática de la Isla, en condiciones de la puesta en práctica de los mecanismos injerencistas estadounidenses, el intelectual cubano desarrolló la visión nacional humanista, que desde el fomento de sus primeras ideas en la primera mitad del siglo XIX¸ ha estado orgánicamente ligado a los problemas emancipadores políticos que la nación enfrentaba y buscaba las más disímiles vías para su solución.
A MODO DE CONCLUSIONES
• La visión nacional humanista, cuyas bases fueron elaboradas durante el siglo XIX sintetiza el nivel de desarrollo de las ciencias en el citado siglo, la valoración de sus justipreciaciones desde diferentes posiciones filosóficas, la valoración crítica de las corrientes filosóficas de la época¸y condensa los ideales emancipadores políticos de los períodos más notables del profundo siglo XIX cubano.
• Varona no se limito a reconocer tácitamente la posibilidad de forjar la personalidad libre y protagonista de los procesos sociales¸sino que durante el primer tercio del siglo XIX profundizó en cómo organizar la democracia en la Isla para sentar las condiciones materiales, políticas y socioculturales que, contextualmente en las naciones dependientes, posibilitarían la realización del protagonismo cívico consciente de la mayoría de los miembros de la sociedad, sobre todo, de aquellos que con su trabajo creador y libre forjaban la nación independiente y democrática.
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7---------------------------------:Conferencias Filosóficas.(primera serie).Lógca.Editorial, Habana. Editor – Miguel de Villa – Librería. Calle del Obispo, número 60, 1880,
8---------------------------------: ″Conferencias Filosóficas (primera parte). Lógica.Editorial, Habana, Editor – Miguel del Valle – Librería. Calle Obispo número 60, 1880.
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10---------------------------:: “Discurso de ingreso en la Academia de Artes y Letras”, 11 de enero de 1905, en Por la Patria, en la colonia, y la República, compilación y prólogo de Emilio Roig Leuschering, Municipio de la Habana, oficina del historiador de la ciudad, 1940
11-Vitier, Medardo. “Las ideas en Cuba. La filosofía en Cuba”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2002
12-Zea, Leopoldo: “Pensamiento positivista latinoamericano. Compilación. Prólogo y Cosmología”
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