Sira Delia Varona Vega (CV)
sira@suss.co.cu
El pensamiento cubano de la segunda mitad del siglo XIX maduró en condiciones
externas e internas complejas que determinaron la lógica de su configuración: en
lo nacional, la redefinición de la tendencia independentista en diálogo crítico
con el reformismo y el anexionismo después del Pacto de Zanjón en 1878. En lo
internacional, el florecimiento de las corrientes filosóficas, intérpretes de
los cambios en las estructuras económicas y políticas del sistema capitalista en
su tránsito a la fase imperialista, asimismo, las corrientes que valoraron los
adelantos en las ciencias en su fase teórica.
Por otra parte, en los marcos de las interpretaciones del comienzo de la
cristalización de la política expansionista estadounidense sobre la América
Latina que tuvo en la Doctrina Monroe su momento más culminante matizó el
espíritu de la Isla durante la segunda mitad del siglo XIX.
En los marcos de las citadas condiciones, consolidó el pensamiento cubano de la
segunda mitad del XIX, heredero y continuador del legado de la intelectualidad
nacional de la primera mitad del propio siglo, la cual conformó las bases
filosófico - políticas de la identidad cubana.
Son muchos los exponentes de la citada etapa, pero son dos los autores que más
sobresalen y sintetizan la época que les tocó vivir y pensar: José Martí; 1853 –
1895 y Enrique José Varona, 1849 – 1933.
En correspondencia con las condiciones que les tocó vivir, uno y otro centraron su atención en los siguientes problemas: el estudio crítico de las variantes filosóficas europeas de su tiempo que analizaban las repercusiones epistemológicas de los adelantos de las ciencias, la nueva dimensión de la filosofía como ciencia con la consolidación de su etapa teórica; caracterizaron los cambios estructurales económico – políticos y de la política colonial capitalista con su transición a la fase imperialista; valoraron las potencialidades del continente para la erradicación de la dependencia; definieron, en el espíritu de los pensadores de la primera mitad del siglo, la esencia de la república democrática, independiente y ajustada a las urgencias emergentes del lugar de la Isla en el capitalismo internacional; ensancharon la visión endógena de latinoamericanidad y antiimperialismo, en sus obras cristalizó la concepción cubana de revolución y de los modelos educativo y democrático.
Fueron José Martí y Enrique José Varona las figuras que condensaron la lógica histórica de los finales del siglo XIX y primer tercio del XX, y quienes sistematizaron la estrategia y la táctica para alcanzar la dignificación humana cuando comenzaban a desgastarse los ideales de la modernidad burguesa por la acción de la regularidad histórica capitalista.
Para Carlos Rafael Rodríguez; “Enrique José Varona fue, no hay que decirlo, un cubano a quien a diferencia de sus disminuidores aviesos, le dolió Cuba. Pero jamás a pesar de ello, esa angustia latente lo arrancó de su postura reflexiva. A diferencia de Martí a quien Cuba, le enciende la palabra y le desvía la pluma por caminos de ebullición espiritual incontenible (..)”
Diferentes en temperamentos, según las referenciadas palabras, pero convergentes en los ideales republicano – democráticos, fieles seguidores del espíritu de los ilustrados cubanos de la primera mitad del XIX, autodidactas en el estudio de las tendencias filosóficas de su tiempo y la conformación de sus puntos de vistas filosóficos y políticos. .
Varona, en los marcos conceptuales socialdarvinistas conformó cierta forma histórica de materialismo científico - naturalista , dentro de cuyos marcos, incorporó lo social a la valoración de los procesos: epistemológicos y sociológicos que lo ocuparon desde la década de los ochenta del siglo XIX. .
En los artículos Varona y el modelo educativo cubano y Varona y el modelo democrático burgués nacional, la autora enfatiza en la valoración del lugar que ocupa lo social en las valoraciones del autor referidas a las particularidades de la teoría del conocimiento, la historia de la cristalización de las ciencias en su fase teórica y en la definición de las formas y principales métodos del conocimiento.
El presente, al definir las convergencias existentes entre las concepciones políticas de Martí y Varona, centrará la atención en las apreciaciones que hizo el pensador de los factores materiales para explicar las urgencias y perspectivas de desarrollo de América Latina en los marcos de la transición capitalista a su fase imperialista.
La visión política del pensador se apoyó en la concepción de hombre que desarrolló en sus obras. Para el intelectual, lo humano, forma superior de la animalidad era irreductible a ella porque poseía una organización biológica mucho más compleja que lo definía como su estadio más evolutivo y, principalmente, definía su esencia no en lo biológico sino en el sistema de relaciones sociales dentro de las cuales existía y desarrollaba. Todo conglomerado de individuos que ocupaba un territorio determinado presuponía la multiplicación constante de cierto sistema de cooperación entre sus miembros.
Según sus palabras; “(..) Desde el momento en que suponemos un grupo humano ocupando conjuntamente un lugar determinado del globo, implicamos que las unidades que le componen cooperan por lo menos para mantenerse, para subsistir como tal grupo (..)″
La presencia de lo social, como trasfondo, en las consideraciones del intelectual sobre las particularidades de la teoría del conocimiento a la luz de los nuevos datos de las ciencias de la segunda mitad del XIX y las interpretaciones filosóficas que las mismas suscitaron, asimismo, la tesis de que la filosofía, saber especial ocupado del pensamiento; evidencian que Varona logró trascender las concepciones socialdarvinistas, aunque su obra se le presente al investigador atrapada en sus términos conceptuales y metodológicos.
En su artículo ″El imperialismo a la luz de la sociología″, 1905, situó en los fundamentos de sus análisis de la nueva fase del capitalismo el concepto biologicista de sociedad; ″En el crecimiento de un grupo humano, no vemos leyes distintas a las que presiden el crecimiento de un organismo individual, lo que cambió es la esfera de acción más amplia, y los resultados infinitamente superiores (…)″
Sin embargo, más allá de que el autor encuadró el fenómeno para su estudio en los principios metodológicos socialdarvinistas, sus valoraciones los transgreden ininterrumpidamente y la caracterización que legó al pensamiento cubano se fundamentan en algunas de las particularidades económicas que convierten al imperialismo en un estadio nuevo dentro del proceso de desarrollo capitalista.
En el artículo que se cita, preciso las siguientes ideas de enorme significado para el pensamiento de la segunda mitad del XIX: denominó la exportación de capitales, la sustitución del trasiego de mercancía por el de los capitales de una región a otra, el rasgo esencialmente distintivo de la nueva fase del capitalismo, el estudio crítico del sistema contradictorio imperialista y del predominio hegemónico inglés de la segunda mitad del siglo XIX, se acercó a la política expansionista estadounidense; en él subrayó la necesidad de construir la base económica para la independencia económica total de las naciones no industrializadas.
Pese a la envoltura metodológica socialdarvinista, dentro de cuyos marcos, se presenta sus apreciaciones sobre el nuevo fenómeno social que centraba la atención de la investigación de la segunda mitad del XIX; el citado artículo muestra que lo social participa continuamente en las valoraciones filosóficas que hizo Varona y que tiene su punto culminante en los estudios críticos sociales, en los cuales, los factores materiales son los fundamentos de las valoraciones varonianas sobre el desarrollo histórico.
Es interesante, su reconocimiento de que la aceleración del ritmo del desarrollo de la sociedad por la acción de las leyes del capital, cimienta que la sociedad se convierta en el objeto obligatorio de estudio. Cuando explicita la necesidad de la sociología expresó que la misma se debía estudiar; ″ (…) A la luz de una ciencia que hoy ocupa el primer plano de las preocupaciones de los hombres de saber, y que va extendiendo cada vez más su radio de acción, despertando el interés aún de los más alejados de esta disciplina (…)″
Por lo tanto, fue Varona un pensador que si bien su obra, metodológicamente, se afilia al socialdarvinismo; las conceptualizaciones contenidas en sus estudios epistemológicos y sociales, si se analizan con la objetividad debida y trascendiendo su presentación, trascienden los marcos de la concepción filosófica socialdarvinista. Su autodidactismo académico le permitió legar estudios muy acertados acerca de las especificidades del capital internacional desde la década de los setenta del siglo XIX y las oportunidades emancipadoras del liberalismo y el humanismo burgués para las regiones no industrializadas del sistema en los marcos de los cambios que acontecen en su base.
José Martí no se incorporó al esquema positivista continental que primó en Latinoamérica hasta la década del veinte del siglo XX, sino, que desde su concepción naturalista, que partía del hombre americano con sus tradiciones, problemáticas históricas, perspectivas reales de emancipación y dignificación por sus propios esfuerzos; construyó su programa reinvindicador humano que antepuso a la propuesta positivista continental.
Latinoamérica, según Martí, terminada la independencia, se debatía en la definición del modelo más adecuado a sus condiciones socioculturales: el colonial hispánico o el angloamericano; “ (..) por nuestra América imperan dos modos, igualmente dañinas, una de las cuales es presentar como la casa de las maravillas y la flor del mundo a estos Estados Unidos, que no lo son para quien sabe ver, y otra propalar la justicia y conveniencia de la preponderancia del espíritu español en los países hispanoamericanos, que en eso mismo están probando precisamente que no han dejado aún de ser colonias )..”
La formación de gobiernos autónomos ajustados a la realidad continental, capacitados para dirigir la creación de la infraestructura material de su democratización, con políticas fiscales serias y encaminadas a la utilización de los recursos en la multiplicación del bienestar social; fue una de las problemáticas que acercaron los programas humanistas de José Martí y Enrique José Varona.
Para ambos las experiencias organizativas del estado en Europa y los Estados Unidos eran modelos políticos que adecuarían a las condiciones de la región. Fundar gobiernos propios y conocedores de las características de los naturales de la Isla y fieles defensores de sus intereses sería el objetivo fundamental de América Latina; " (..) Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano (..)"
Se diferencian los pensadores respecto a sus propuestas organizativas del Estado. Varona, inspirado en la experiencia estadounidense que estimó más conveniente con las condiciones específicas de organizar la república en condiciones de dependencia del capital estadounidense, designó la representatividad democrática, complementada con el estímulo planificado de la incorporación de sus miembros a la gestión y dirección de la actividad educacional; como la forma más convenida a las exigencias que el proceso de capitalización independiente le imponía; asimismo, para después de creadas las condiciones materiales de la emancipación, transitar hacia la república democrática y participativa.
Las vivencias martianas en los EE. UU determinaron su percepción de la democracia estadouniense, parcializada y excluyente de las mayorías que forjaban la riqueza social Es importante significar que en Marti su proyecto humanista maduró en la significación de los problemas nacionales por resolver, la definición del peligro estadounidense para la democratización regional y en sus reiteradas críticas al formalismo del sistema democrático norteamericano que no incorporaba a todos los miembros de la sociedad a su administración; (..) Cree el obrero tener derecho a cierta seguridad para el porvenir, a cierta holgura y limpieza para su casa, a alimentar sin ansiedad a los hijos que engendra, a una parte más equitativa de los productos del trabajo de que es factor indispensable, alguna hora de sol en que ayudar a su mujer a sembrar un rosal en el patio de la casa, a algún rincón para vivir que no sea un lugurio fétido donde, en las ciudades de Nueva York, no se puede entrar (..) Y cada vez que en alguna forma esto pedían en Chicago los obreros, combinábanse los capitalistas, castigabánlos negándoles el trabajo que para ellos es la carne, el fuego y la luz; echabánles encima la policía (..)”
Martí, por su parte, fue defensor de que, terminada la contienda anticolonialista en la nación, se constituyera la república democrático - participativa, apoyada en el consenso público ilustrado ciudadano y la plena inserción de todos sus miembros en la administración pública.
Para ambos, la república que Martí definió, sintetizando el ideal republicano – democrático burgués cubano en maduración con el nombre de Con todos y para el bien de todos podría consolidarse sólo cuando fueran reformadas las estructuras económico – políticas que salvaguardan la independencia de los países no industrializados del capital internacional.
En función de crear las condiciones de la nueva sociedad, sería necesario: reformar la agricultura, fundar la industria nacional diversificada y competitiva, democratizar las estructuras de gobierno hasta los momentos coloniales y la reforma educacional. Todas estas transformaciones facilitarían la formación de la cultura técnica y democrática de las sociedades recién liberadas del sistema colonial.
Martí definió;“ (..) asegurar a Cuba, un porvenir político y económico tan cuerdo que calmase todas las impaciencias, tan amoroso que borrase todas las injurias, tan útil que no amenazase de próxima muerte nuestros únicos productores de riqueza (..)”
Varona y Martí profundizaron y enriquecieron, a partir de sus proyectos reformadores de las sociedades dependientes, el ideal republicano – democrático de los pensadores de la primera mitad del siglo XIX ya legitimado por la Constitución de Guáimaro.
La concreción de los programas de reformas que configuraron para la Isla, junto a los estudios críticos que legaron ambos pensadores sobre las nuevas características de la modernidad burguesa en los finales del siglo XIX, los convirtió en las dos figuras más importantes de su época, con estimable impronta para las generaciones de pensadores que les sucedieron en la historia de las ideas de la nación cubana.
Para ambos la autosuficiencia económica de las naciones latinoamericanas y la consolidación de la autogestión de sus gobiernos, componían las dos condiciones de la forja de sociedades capacitadas para el reencuentro de la humanidad con los valores humanos de la modernidad burguesa, que la dinámica del orden social universal destruía continuamente.
Martí y Varona situaron los valores de la modernidad burguesa nacional: igualdad, libertad, armonía, racionalidad, cientificidad en función de la creación de la base material objetiva de la república democrática y de sus valoraciones sobre problemas tan importantes como: la explicación varoniana de la esencia y lugar histórico de la conquista y colonización capitalista, la diferenciación martiana de Latinoamérica y Norteamericana por su historia, costumbres y niveles de desarrollo, la caracterización que ambos legaron de la nueva fase imperialista del capitalismo, el análisis martiano sobre la agotabilidad histórica del reformismo y el anexionismo después de legitimado el ideal republicano – democrático burgués cubano en Guáimaro y convertido en objetivo de la primera contienda anticolonialista.
También fundamentaron las demostraciones varonianas sobre el encargo social del sufragio universal, que para el autor constituía el primer acto jurídico y principal criterio de la responsabilidad y el compromiso ciudadano con los programas económico – sociales de los gobiernos. Asimismo, los citados valores aparecen como base metodológica en los enjuiciamientos varoniano – martiano del proceso emancipador continental, culminado en 1825.
Como fue definido, en las nuevas condiciones de los finales del siglo XIX y primer tercio del XX, en las obras de Martí y Varona se formuló el concepto ilustrado endógeno de República Con Todos y Para el Bien de Todos y se precisó su contenido. En los escritos de los citados pensadores predomina la idea de la fundación de la república, apoyada en el esfuerzo mancomunado de sus integrantes y el trabajo creador social: a ella se incorporarían los españoles honestos, asentados en la Isla y dueños del capital nacional y la riqueza producida se situarían en mano de todos los integrantes de la sociedad que participaban en su forja con su trabajo creador.
En la fundamentación de la sociedad equitativa, libre y capacitada para superar cualquier forma de enajenación Martí desarrolló su concepción de la refundación de la Iglesia Católica a través de su reencuentro con el humanismo cristiano. Por su parte Varona, desde su ateismo científico – naturalista se opuso a cualquier forma discriminatoria humana.
En uno y en el otro la valoración de los factores, que obstaculizarían el proceso democratizador continental y, por consiguiente, la consolidación de sus potencialidades para multiplicar su capacidad de autogobernación – condición imprescindible de la liberación humana - estaban en las nuevas tendencias del capital internacional y su impronta en América Latina: la concentración monopolista de la producción y el expansionismo imperialista.
Sus programas reformadores de la estructura económico – política dependiente de la región, maduraron en la búsqueda de alternativas al expansionismo hegemónico del capital internacional monopolizado y en la configuración n de modelos sociales que humanizaran a los hombres en las nuevas condiciones históricas porque lo convertían en protagonista del propio proceso reformador social.
Ambos pensadores, definieron la democratización de América Latina en los marcos de los conflictos interimperialistas de su tiempo y de las estrategias de dominio colonial de las naciones no industrializadas en los finales del siglo XIX y primer tercio del XX.
Para Varona, Inglaterra era el mayor peligro del proceso, por su poderoso imperio colonial, el buen diseño de su política de dominio colonial y su propensión a invertir sus capitales en las regiones no industrializadas cuyos capitales nacionales estaban orgánicamente unidos a los internacionales y eran incapaces de competir con la avalancha económica de las naciones desarrolladas.
Varona, para contrarrestar los efectos de las influencias crecientes de Inglaterra sobre el continente proponía la alianza coyuntural con los Estados Unidos de América, a quien consideraba el imperio más joven del sistema que desposeía su política colonial definida. Las naciones evitarían el desmedido tutelaje estadounidense sobre sí consolidando sus gobiernos nacionales y logrando su autonomía económica.
José Martí, al analizar los factores que obstaculizarían su propuesta humanista, no aceptó supeditar los intereses de la nación y el continente a las políticas colonizantes de los países, que lideraban el capitalismo. Para Martí la unidad económica - política de Latinoamérica era la condición básica para salvaguardar la independencia de las jóvenes repúblicas frente al capitalismo internacional monopolizado y necesitado de fuentes de abasto de materias primas.
A diferencia de Varona, cuando puntualizó el peligro estadounidense, apuntó¸ "(..) otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demostrando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña (..)
En Varona predominó la idea de que la formación y continuo fortalecimiento del sector económico endógeno, dentro de la economía nacional penetrada por el capital estadounidense, junto a la correcta autogestión administrativa gubernamental, apoyada en una política fiscal acertada, actuarían como muros de contención de las posibles injerencias del capital norteamericano en los gobiernos.
Marti no admitió construir su modelo de sociedad participativa bajo el hegemonismo norteamericano en Cuba. En su opinión, las sociedades latinoamericanas con su autosuficiencia económica y poseedoras de estructuras económico – políticas que propiciaran su unidad estarían preparadas para abrirse a la inversión del capital extranjero exigiendo el debido respeto de su soberanía. 44
Es decir, si Varona encontró la superación de las trabas políticas, que impedían la autodeterminación de los pueblos continentales y la realización libre internacional de sus gobiernos en los compromisos comerciales con Estados Unidos, fundamentados en la autonomía económica creciente; Marti se opuso a cualquier forma de adhesión a los países imperialista y definió que sólo el afianzamiento de la independencia económica y la unidad continental eran las premisas esenciales de la democratización de América Latina.
La unidad nacional, definida por los pensadores ilustrados cubanos de la primera mitad del siglo XIX como la base de su ideal republicano - democrático, no lograda por los protagonistas de la primera contienda anticolonialista de la nación, 1868 – 1878; fue el contenido esencial de los proyectos sociales martiano y varoniano en los finales del siglo XIX y primer tercio del XX.
En Martí, la unidad actuó como premisa esencial para asegurar la descolonización de la nación en la segunda etapa de la campaña emancipadora anticolonialista. La concepción del intelectual sobre el tema referido, están contenidas en las bases del Partido Revolucionario Cubano (1892).
Según la visión de Varona, la unidad política era la premisa indispensable para la ejecución de su programa reformador social, que el intelectual dirigió a la liquidación de las bases materiales de la dependencia de la nación del capital desarrollado internacional .y, por consiguiente, para la forja de los fundamentos objetivos y subjetivos de la república democrático – burguesa.
En las obras de Varona y Martí no se define qué modelo organizativo de la democracia consideraban más ajustado a las condiciones concretas de la Isla, después de consolidada la República Con Todos y Para el Bien de Todos.
La visión martiano – varoniana de modelo democrático unipartidista está contextualizada en la obra de uno y otro autor a dos momentos específicos de la democratización de la modernidad burguesa universal y materialización del ideal republicano – democrático endógeno: en Martí para lograr aglutinar a todos los factores alrededor de la emancipación anticolonialista, en Varona en virtud de cohesionar la sociedad durante el período provisional económico – político en la preparación de las condiciones objetivas y subjetivas de la República Con Todos y Para el Bien de Todos.
Por otra parte, el ideal que los pensadores de la primera mitad del XIX asentaron de sociedad equitativa, dentro de cuyos marcos, los ciudadanos con capacidades físicas diferentes se reconocerían socialmente por su aporte al bienestar colectivo a través del trabajo honrado y creador; junto a la definición de la unidad política como el factor primordial de la gestación republicana en la Isla están en las concepciones martiano – varoniana de equilibrio y cooperativismo de clases.
La idea de cooperativismo y equilibrio de clases, el primero explicito en la obra de Varona y el segundo, implícito en Martí; nació de las particularidades de la demanda principal antepuesta a los dos pensadores: la lucha anticolonialista y la forja de la república democrática que demandaba del esfuerzo mancomunado ciudadano.
La república democrático burguesa independiente, diseñada por los pensadores de la primera mitad del siglo XIX¸ Martí y Varona la asentaron en la conciliación de los intereses de todos los componentes de la sociedad, aglutinados en un mismo objetivo sentar sus bases materiales y subjetivas y salvaguardarla frente al injerencismo del capital internacional.
En la lógica valorativa dentro de la cual se asume al objeto delimitado, se define que las obras de Varona y Martí no reconocen el desdoblamiento objetivo de las sociedades no industrializadas en multivariados sectores y clases sociales y su consiguiente antagonismo de sus intereses sociales. Por el contrario, en sus obras, implícitamente, está la idea de que la deformación económica y la urgencia de su emancipación anticolonialista para asegurar las condiciones de liquidación de la dependencia del capital internacional allega a todos los miembros de la sociedad en función de realizar el objetivo fundamental: independizarse y forjar su república libre y democrática.
LaS obras de Varona y Martí, lejos de contradecirse una con otra, se complementan entre sí y maduran el ideal republicano – democrático nacional en la segunda mitad del XIX cuando los nuevos procesos económicos en la modernidad burguesa, atestiguaban que la misma se desarrollaba en una nueva lógica y dinámica interna.
Fueron los citados pensadores, quienes dentro de la pléyade de exponentes de la cultura cubana del período, con mayor sistematicidad, cientificidad y concreción expresaron las nuevas tendencias y cambios de la modernidad burguesa universal y enriquecieron el ideal republicano – democrático de la nación.
El pensamiento crítico ilustrado que desarrollaron Martí y Varona en los finales del siglo XIX y primer tercio del XX, legaron importantes ideas a la historia de las ideas de la nación. Entre las más importantes se citan las siguientes: la asimilaión crítica varoniana de las nuevas tendencias filosóficas: inductivismo, deductivismo, voluntarismo de Schopenhauer, filosofía de la vida de Nietszche que durante la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a sostener a los nuevos procesos de la modernidad burguesa, formulación del concepto de República Con Todos y Para el Bien de Todos, subyacente en el pensamiento cubano de la primera mitad del siglo XIX, enriquecieron el modelo educativo endógeno, dirigido a forjar la cultura técnica y democrática de la ciudadanía.
Asimismo, Varona y Martí explicaron que la causa histórica fundamental del desarrollo asimétrico, contradictorio y desproporcionado de la modernidad burguesa universal, estaba en la conquista y colonización capitalista, que propició la universalización de las relaciones deL capital¸ valoraron el lugar histórico del movimiento anticolonialista y revolucionario latinoamericano, culminado en 1825 y el referente histórico más inmediato de sus proyectos sociales para la democratización de la modernidad burguesa
Por otra parte, explicaron los rasgos de la incipiente fase imperialista del capitalismo; caracterizaron con objetividad el sistema de contradicciones entre los países imperialistas por el afianzamiento de sus hegemonismos en América Latina, en el caso especifico de Martí definieron el peligro estadounidense sobre Cuba y América Latina.
En los marcos de sus obras se definieron las limitaciones de la modernidad burguesa para lograr su democratización Durante las dos primeras décadas de República Dependiente, caracterizó el inicio de la agotabilidad histórica de la modernidad burguesa por el accionar objetivo de las relaciones capitalistas.
El esquema ilustrado endógeno de los finales del siglo XIX y primer tercio del XX tiene en las obras de Martí y Varona, por la multivsariedad de los temas que valoraron y la profundidad y autonomía de sus análisis; a los más prolíferos continuadores de los pensadores de la primera mitad del siglo XIX. La profundidad del antiimperialismo martiano, la genialidad de su pensamiento, el activismo ideológico -político comprometido que desplegó Martí en la preparación de la segunda etapa de la contienda independentista nacional, convirtieron a Martí en la figura insigne que condenso el pensamiento crítico cubano del período delimitado.
La determinación del lugar de la obra de Varona en la historia de las ideas, exige que los investigadores de su pensamiento, definan sus aportes dentro del ideal republicano – democrático burgués nacional: en lo epistemológico, la crítica a los corrientes irracionalistas que irrumpieron en América Latina, la definición de la agotabilidad de la modernidad burguesa cubana por las nuevas tendencias del capital y los rasgos principales de la degradación de la modernidad burguesa universal.
En lo político y social: la designación de la universidad como institución forjadora de hombres capacitados para propagar la cultura técnica y democrática dentro de la ciudadanía, la definición del academicismo extramuro, como nueva forma organizativa universitaria que garantizaría el acercamiento de la institución de altos estudios a la población y la trascendencia de los efectos del exclusivismo universitario. De estimable valor es la elección que hizo Varona de la comunidad, como el espacio político más inmediato para el ejercicio democrático ciudadano.
El ideal de Varona, insertado en el pensamiento de José Martí, figura que, por la profundidad y radicalidad de su pensamiento y de su activismo político, agrupa las tendencias interpretativas del ideal republicano - democrático burgués cubano y aunque su pensamiento no fue el contenido fundamental de la tendencia más radical, protagonizada por los estudiantes, durante la revolución del treinta, sino, que prevaleció el martiano¸ si reapareció en la década de los cuarenta del siglo XX incorporado al pensamiento nacionalista burgués, que entonces lideró la conciencia cívica ciudadana en condiciones de la flexibilización de la política colonial estadounidense en la Isla, debido a factores nacionales e internacionales. Entre los primeros la repercusión de la revolución de los años treinta con su poder movilizativo y en lo internacional la lucha antifascista que emprendió la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial
A MODO DE CONCLUSIÓN
El pensamiento democrático burgués cubano de la segunda mitad del XIX que desarrolló en el enjuiciamiento continuo de la experiencia revolucionaria anticolonialista de 1868 – 1878, la valoración de los cambios estructurales del sistema capitalista que lo condujeron a la transición a su fase imperialista y la justipreciación de la cristalización de la Ciencia en su fase teórica; constituye el esquema de pensamiento que ajustó el ideal de republica democrático – burguesa, independiente, laica, equitativa y asentada en el capital nacional continuamente multiplicado y el creciente protagonismo ciudadano a las nuevas condiciones sociohistóricas que matizaron los acontecimientos económico – políticos, ideológicos y socioculturales de la Isla, durante la década del noventa del XIX y las dos primeras décadas del XX.
El estudio crítico de la ilustración europea de los siglos XVII y XVIII a la luz de las corrientes filosóficas que sintetizaron en la teoría los cambios en la Ciencia y la aceleración extrema de los ritmos de desarrollo social con la cristalización del capitalismo, la búsqueda de la alternatividad emancipadora latinoamericana desde el fortalecimiento de la unidad nacional - continental y la valoración de las bases doctrinales del expansionismo estadounidense en el hemisferio; constituye su contenido esencial. El independentismo, el antiimperialismo creciente y el latinoamericanismo con los matices pertinentes, emergentes de las particularidades propias de los sistemas filosóficos, desde cuyos marcos cada uno de los representantes de la etapa se apropiaron creadoramente el universo.
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