Juana Margarita García Pérez
Everardo Luis Ramos Alvarez
Yudenia Mojena Martínez
Roberto Andino Tamayo
Elidiosnel Rosabal Gómez
everardora@ult.edu.cu
Resumen
La “animación sociocultural” se asume como un proceso complejo inserto en el desarrollo cultural de las comunidades, asociaciones, instituciones, sectores y grupos dirigidos a lograr la real participación de la sociedad en la cultura. En este proceso, la animación descubre las formas prácticas de facilitar la incorporación al desarrollo cultural, no sólo la memoria histórica, las tradiciones, costumbres, sino también, las nuevas propuestas de alternativas para la conservación, defensa y desarrollo del patrimonio cultural, la identidad y la cultura. Proceso en el cual el individuo como parte de la comunidad y a través de su participación autogestiona su propio desarrollo cultural. La “animación sociocultural” vista de esta manera constituye una alternativa para la realización de proyectos de “animación sociocultural”. Lo cual es el objeto de análisis de este artículo.
La cultura permite al hombre asimilar y transformar los valores que hereda y crea en su interactuar con el entorno y proyectar conscientemente el futuro. Así éste, como ser social, juega un papel activo y protagónico que le permite desarrollar la creatividad en un proyecto de vida no solo individual, sino colectivo. Actualmente tiene gran importancia en la satisfacción de las necesidades espirituales y como elemento de influencia directa en la producción de medios materiales de vida para la sociedad.
En 1976, en Panamá, en la Reunión de Expertos para aconsejar al Director General
de la UNESCO sobre los puntos del Orden del día de la Conferencia
Intergubernamental sobre Políticas Culturales de América Latina y el Caribe, se
puntualizó el papel de la cultura; enfatizando que esta no debe seguir siendo
tratada como superestructura, desligada de las condiciones materiales y de las
estructuras sociales de cada país, sino que debe ser considerada como la
expresión más viva de estas condiciones.
En la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales, que se efectuó en México en 1982, se reconoció “la cultura como fundamento de la vitalidad de toda sociedad y como un instrumento necesario para su conservación y renovación, así como parte integrante del desarrollo económico y social” (Carnaza: 2002; 30).
De ese modo, se entiende el importante papel que juega la cultura con respecto al desarrollo, pues este solo puede prosperar, ser satisfactorio y sostenible, cuando está arraigado en la cultura y tradición de cada pueblo o comunidad y por ende tiene en cuenta los estilos de vida, sistema de valores, tradiciones, creencias, conocimientos y aptitudes de la comunidad que a su vez exige la participación activa de los individuos como beneficiarios de este proceso.
Desde hace varias décadas se asocian ambas categorías conformando el binomio Cultura y Desarrollo, lo que se explicita a través de la noción del desarrollo cultural, al tiempo que se apunta hacia un crecimiento humano de modo integral con reflejo en la calidad del sistema social.
Lo que equivale reconocer que debe tener por objeto y sujeto al hombre en sí mismo, es decir, armonizarle con un espacio que enriquezca su existencia, reconocer su heterogeneidad, diversidad y originalidad para que surjan soluciones reales a los problemas que los afectan y se sientan parte de una comunidad que resulte solidaria, además de un trabajo que le confiera dignidad y libertad.
En 1961 en el discurso Palabras a los Intelectuales, el Comandante en Jefe Fidel Castro dejó definido el propósito de la Revolución Cubana de desarrollar la cultura, al respecto afirmó: “Nosotros hemos sido agentes de esta revolución, de la revolución económico social que está teniendo lugar en Cuba… a su vez esa revolución económico social tiene que producir inevitablemente también una revolución cultural en nuestro país” (Colectivo de Autores: 1986; 23).
El desarrollo cultural visto así, “se asume tomando como antecedente la tradición histórica cultural de la nación y una concepción de cultura que responde en este contexto, a su capacidad constructiva y dinámica como agente de cambio y factor de desarrollo” (Casanovas y Carcassés: 2004; 127), asumiendo al hombre como centro de cualquier proyecto social, donde en los primeros años de la Revolución cubana jugaron un importante papel La Campaña de Alfabetización y la creación de Instituciones Culturales para materializar las políticas en esta dirección, a fin de humanizar el desarrollo, siempre al servicio del hombre.
En 1970, en la Conferencia Intergubernamental sobre los aspectos Institucionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales, efectuada en Venecia, al cuestionar el carácter económico del desarrollo, se aprecia una tendencia humanizadora, evidenciando una mirada hacia la cultura, acción que trascendía la consideración puramente material para nutrirse del ámbito espiritual.
Esto sin dudas implicaba nuevos análisis sobre el enfoque economicista. “La reorientación concentrada en el ser humano no solo produjo variaciones a nivel conceptual, sino también especificaciones que explicaran de qué desarrollo se trataba” (Goncalves: 1997; 22).
Se ofrecía a todas las personas (al menos en teoría) mayores oportunidades, una vida más prologada, saludable, con educación y acceso a todos los recursos necesarios, a los derechos humanos y respeto a sí mismo. La categoría Desarrollo Cultural adquiere mayor importancia en el marco de esta conferencia.
Los debates de la UNESCO en lo concerniente al desarrollo y la cultura provocaron que en 1975 en la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales, efectuada en África, surgiera el término dimensión cultural del desarrollo, provocando que en 1978 haya una aproximación de desarrollo cultural amplia, que sitúa su importante relación con todas las tareas económicas y sociales.
En la década de 1980 se asume la dimensión cultural del desarrollo; se propone relacionar los fines culturales presentes en los diferentes proyectos con interés económico y social, esto sin dudas privilegió la calidad de vida, permitiendo establecer una relación más estrecha entre las instituciones, los actores sociales y todos los miembros de la comunidad.
“Esta dimensión cultural del desarrollo estimula la acción colectiva de los diversos grupos sociales en la comunidad en las diferentes esferas de la vida, considera la cultura como parte integral, como instrumento y objetivo esencial de una adecuada concepción de desarrollo” (Casanovas y Carcassés: 2004; 124), teniendo en cuenta el bienestar material y espiritual de todos como una poderosa fuerza interna de la sociedad.
Luego de estos análisis, se comprende que la cultura en su relación con el desarrollo ha ido evolucionando, inicialmente se representaba como “una dimensión dentro del desarrollo integral, luego como el factor más importante, para ser después reconocida como función motriz en el proceso modernizador” (Goncalves: 1997; 40). De este modo comienza una visión compartida por muchos sobre la cultura y adquiere un nuevo significado, al considerarla elemento clave que puede hacer fracasar u obtener éxito en la acción desarrollista.
Teniendo en cuenta los aspectos anteriores el Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988 – 1997) asume entre sus principales acciones la realización de una metodología que incluya los factores culturales en los proyectos de desarrollo, partiendo de un enfoque práctico que haga posible medir el rechazo o la aceptación ante la introducción de estos proyectos en las comunidades en que se desee lograr el cambio.
En la década de 1990 se manifiestan condiciones poco favorables para materializar el papel de la cultura en los procesos de desarrollo, consecuencia de la caída de la economía que sufrieron los países pobres o en vías de desarrollo. No obstante, se aprecian intentos por llamar la atención hacia el desarrollo cultural, el cual asume la aceptación del carácter global y abarcador de la cultura.
Lógicamente, esto exige el replanteamiento y alcance de la política cultural, asegurar recursos para crear las condiciones que favorezcan la plena realización del ser humano, a fin de que cada cual pueda desarrollar sus potencialidades, si se tiene en cuenta que “la esencia del desarrollo humano es la realización cultural y social de las personas” (Carnaza: 1999; 37).
La categoría Desarrollo Cultural se fue imbricando en el discurso teórico, en la medida que los resultados catastróficos en el contexto social y cultural por los criterios de los enfoques referidos, cedían terreno ante los de esta tendencia. Hernández Rodríguez la define como: “un proceso a través del cual un estado, o cualquier ámbito territorial, incluyendo el municipio, la comunidad y en una escala más reducida, el barrio, incrementa la participación de la población en la vida cultural y promueve la creatividad de todos los ciudadanos” (Hernández: 2004; 14).
Se entiende que el desarrollo cultural no es una acción que realizan los individuos de forma aislada, sino que reviste características de proceso, en el que deben actuar todos los factores implicados que tengan influencia en las decisiones, y donde la participación como elemento esencial hace posible que las personas se involucren de forma activa y creadora en la vida cultural de la comunidad, lo que emerge como derecho y a la vez deber de todos los individuos.
Víctor Aragonte resume en cuatro elementos los indicadores que conforman el concepto, reconociendo que “devienen en regla para hablar de desarrollo cultural: - la cultura vista como factor de desarrollo personal, social y económico; - como garantía para la creatividad; - como espacio de participación y solidaridad y; como definidora de la identidad de los pueblos” (Aragonte: 1992; 9).
En los análisis realizados por los autores anteriores se aprecia una percepción positiva al considerar que el desarrollo trasciende lo meramente económico, sin soslayar la concepción marxista que atribuye al desarrollo de las fuerzas productivas el carácter objetivo del desarrollo social. Conciben esta variable partiendo de las realidades y aspiraciones de los pueblos en los que ha de tener lugar el proceso de desarrollo y tratan la cultura presente no solo en la política económica sino de la sociedad en su conjunto, tienen una visión integradora del asunto.
Se manifiesta una significación de la cultura en un sentido abarcador, que resulta el objetivo mismo del desarrollo, sustentado en un proyecto de futuro que permite desarrollar todas las capacidades y potencialidades, asumido como la realización más humana del hombre.
En 1992 el programa de la UNESCO visiona: “El Desarrollo Cultural como proceso dinámico significa enriquecer la cultura, fortalecer las formas de expresión cultural, y poner la cultura a disposición de todos, promoviendo una amplia participación y creatividad mediante los recursos idóneos en un espíritu de respeto mutuo y tolerancia” (Goncalves: 1997; 44).
Se infiere en esta afirmación la democratización de la cultura como vía para enaltecer al hombre, la igualdad de oportunidades a través de la participación, toma elementos claves como la diversidad y creatividad encaminados a la transformación sociocultural de la comunidad.
Los diferentes autores representan el significado que para ellos tiene el desarrollo cultural, asociándolo con el adelanto de la vida cultural de una comunidad, supeditado a la realización de sus valores culturales y vinculados a las condiciones generales del desarrollo económico y social, reflejo de cómo ha ido evolucionando hasta ser concebida en su relación con otros sectores, tomando como elementos claves las tradiciones, costumbres, necesidades, aspiraciones de los individuos y grupos en la comunidad.
”El desarrollo cultural es una condición del desarrollo integral, una parte o elemento consustancial del desarrollo”, señala Martínez Tena, que como proceso expresa la capacidad de:
• Estimular el crecimiento de las posibilidades propias de la cultura.
• Conservar, divulgar y conocer el patrimonio cultural.
• Propiciar la dialéctica entre lo universal y local de la cultura.
• Supone una valoración más alta del simple crecimiento cuantitativo de la producción artística cultural para contribuir al verdadero avance en términos de participación activa en los públicos en el proceso de la construcción cultural (Martínez: 2000; 10).
Vislumbra el nivel de desarrollo y posibilidades que llega a alcanzar un individuo en las diversas esferas de la cultura, proporcionando las herramientas necesarias para modificar su entorno de forma consciente y haciendo que adquiera significado como medio de transformación de la realidad y de sí mismo.
Por su parte Macías Reyes sostiene que:
“El desarrollo cultural es inconcebible al margen de la cultura viva y cotidiana de los pueblos; es inherente a cada acto que realiza el ser humano, sea en sus formas de comportamiento, tradiciones, usos, costumbres, sea en su forma específica de organizarse; en su contribución al desarrollo tecnológico; en sus estilos de vida y en su historia, el hombre, hacedor de cultura, es un producto cultural por excelencia de la cultura que él mismo ha creado” (2007; 3).
Se valora de forma amplia y profunda la concepción globalizadora de la cultura, así como su influencia en el desarrollo, se aprecia una proyección al desarrollo integral del individuo y de este en función de la comunidad, de la preservación y enriquecimiento de su patrimonio cultural, a través de la necesaria interacción y la participación activa y creadora de todos los factores implicados en el proceso de cambio, dirigidos a mejorar la calidad de vida y el logro del autodesarrollo individual y colectivo que se nutre y enriquece a partir de la igualdad de oportunidades, respeto mutuo y aceptación de la diversidad cultural.
Es importante el significado que se le da al hombre como centro de la actividad cultural en su sentido más amplio, y la representación clara y objetiva de la cultura se tiene; considerando la misma como un derecho del ser humano, visualizando el desarrollo con énfasis en el factor social.
Se tiene en cuenta la comunidad como impulsora del desarrollo social, desde una dimensión muy amplia. Y la importancia de la participación popular que tiene por finalidad integrar a la gente para mejorar el orden sociocultural a través de la autogestión.
Como se aprecia la categoría Desarrollo Cultural ha estado asociada, en su acepción más elevada, con diferentes enfoques, que transitan desde el economicismo, hasta la tendencia actual de la sustentabilidad, aclarando que cuando se habla de la cultura como factor de desarrollo, no se está ante un enfoque nuevo, lo novedoso es que en los debates internacionales su perfil es más propio y amplio porque el panorama cultural del mundo ha cambiado significativamente, moviéndose desde una visión pasiva de la cultura, hasta una más activa que la sitúa como protagonista y factor de cambio.
Teniendo en cuenta el análisis hecho hasta este momento, se asume que un proceso de desarrollo cultural tiene en cuenta entre otros, los siguientes elementos:
• Se ajusta a las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de cada comunidad.
• Considera el concepto amplio de cultura.
• Potencia la identidad cultural sobre la base del reconocimiento de la unidad y pluralidad culturales.
• Se concibe como proceso desde, para, con y por todos, atendiendo al papel tan importante que la comunidad desempeña, como eje protagónico, en todo proceso de desarrollo cultural.
• Asume al hombre como sujeto y objeto del desarrollo cultural, bajo el principio de equidad y el fomento de la participación y la creatividad.
• Presta especial atención a la formación y capacitación de los recursos humanos involucrados en el cumplimiento de sus fines.
• Descansa en un sistema de evaluación que permite valorar los procesos, resultados e impactos de la acción cultural.
• Dispone de una estrategia para la administración y obtención de los recursos materiales y financieros que demanden sus objetivos.
• Se basa en un proyecto de futuro ajustado a las capacidades, posibilidades y potencialidades existentes.
• Contribuye a satisfacer las necesidades de la población y a la calidad de vida.
Animación Sociocultural
Hay que señalar que no existe un solo modelo para materializar la voluntad de las comunidades encaminadas al crecimiento de su desarrollo cultural, cabe preguntarse entonces ¿Qué alternativas podemos utilizar para materializar proyectos de desarrollo cultural en las comunidades?
Para responder esta interrogante se recurre al concepto de Cultura enunciado en 1871 por el antropólogo británico Edward B. Tylor “es ese complejo total que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad“(Taylor: 2005; 64).
El conocimiento heredado socialmente y enriquecido por las acciones de los sujetos sociales revela las esencias de comportamientos y habilidades para transformar sus realidades. La mayoría de los estudios referentes a ella como sistema, han coincidido en clasificarla en dos formas en las cuales se manifiesta: cultura material y cultura espiritual. Se destaca que el hombre se define como un ser social en el proceso de desarrollo, que produce cultura para satisfacer necesidades, factor de imprescindible importancia para la realización plena del ser humano. En este aspecto es inevitable la coincidencia entre la cultura y la animación sociocultural, se concibe esta última como una alternativa participativa para materializar Proyectos de Desarrollo Cultural, que tienen entre sus principios fundamentales asumir la categoría cultura de una manera amplia y precisa.
Profundizar en el tema de la animación sociocultural conduce a una compleja y abarcadora tarea, sus antecedentes se remontan a finales del pasado siglo dentro del desarrollo de una metodología denominada Educación Popular, desarrollada en los países europeos a fines del siglo XlX y que se presentó como una de las formas socializadas de la cultura.
Su surgimiento obedece a la necesidad de jerarquizar la función social de la cultura en el contexto del desarrollo económico. Se ubica en la segunda mitad del Siglo XX, a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial que favoreció las grandes potencias económicas y militares, lo que impuso un modelo de desarrollo limitado al crecimiento económico y material.
En los años de 1945 y comienzos de la década de 1960, se produce en Francia un cambio conceptual entre las expresiones Educación Popular y Animación Sociocultural, encontrando esta última sus espacios de realización en las nuevas instituciones creadas, de tipo educacional, social, cultural, entre otras.
A partir de este momento se convertiría en un proceso mucho más neutral, y llega a otros sectores como las clases medias y la pequeña burguesía. Desde sus inicios se afirmó como alternativa de la cultura para las masas. Preocupada por desarrollarse como práctica cultural original, tuvo tendencia en sus primeros momentos a rechazar los estudios científicos que podían contribuir a clarificar su problemática, su campo y sus procedimientos concretos.
En los últimos dieciocho años se han realizado numerosos estudios relacionados tanto con la pedagogía de la animación como con los animadores, su formación, aspiraciones; los participantes en las actividades que se desarrollan en su campo, con las instituciones, entre otros.
Se destacan autores como: el francés Pierre Besnard, las colombianas Ursula Mena Lozano y Ana Rosa Herrera Campillo , los españoles Toni Puig Picart, David Montesinos, Rafael Lamata y José María Quintana, así como el argentino Ezequiel Ander Egg. En Cuba se realizan numerosos estudios en diferentes Universidades del país con impacto en el trabajo comunitario.
Los autores del proyecto UNICORNIO de la Universidad de Oriente consideran que:
“La animación sociocultural es un proceso complejo, inscrito en el desarrollo cultural de las comunidades, asociaciones institucionales, sectores, grupos, dirigidos al logro de la real participación de la sociedad en la cultura. En este proceso, la animación sociocultural descubre las formas prácticas de facilitar la incorporación del desarrollo cultural, no sólo la memoria histórica, las tradiciones, costumbres, sino también, las nuevas propuestas de alternativas para la conservación, defensa y desarrollo del patrimonio cultural, la identidad cultural y la cultura" (Macías: 2007;105).
Se confiere gran significación al papel de los grupos en la democratización de la cultura, en tanto dirige su atención a individuos reunidos en distintas agrupaciones, considerando siempre el contenido de las actividades que desarrollan, destacando el importante papel de las organizaciones de masas.
Al considerar estos elementos se resumen brevemente las razones por las cuales la animación sociocultural debe centrar su atención en los grupos o comunidades:
En estos se encierran las fuerzas impulsoras del desarrollo o de aquellos obstáculos para su desenvolvimiento.
Se visualizan las tendencias del desarrollo de la comunidad y la sociedad en términos de necesidades culturales.
Se socializan las fórmulas propuestas para el cambio cultural.
Se reconocen los líderes de los movimientos culturales (Colectivo de autores: 1996; 58).
La UNESCO define la “animación sociocultural” como “un conjunto de prácticas participativas que tienen como finalidad estimular la iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica en que están integradas” (Ander-Egg: 1987; 46).
Esta busca destacar un proceso de dinamización que ofrezca a cada individuo la posibilidad de ser agente activo de su propio desarrollo cultural, a través de la participación, como elemento vital para el logro de esa transformación. Se dirige a la toma de conciencia de los sectores populares, que una vez practicada por ellos, debe considerarla mediante la generación de políticas culturales.
El francés, Pierre Besnard en su obra La Animación Sociocultural, afirma que:
“...en relación con las exigencias creadas por los cambios permanentes de la sociedad moderna, la animación aparecerá como un fenómeno esencial, tan pronto compensador como regulador, catalizador, reductor de la obsolescencia cultural, renovando aquí los comportamientos, las actitudes, permitiendo la adaptación y la autonomía; la animación es la respuesta social que el sistema introduce para ciertas necesidades específicas que plantea su evolución” (Besnard: 1999; 20).
De esto se entiende a la Animación Sociocultural como un fenómeno esencial, aunque quedan interrogantes en cuanto a si es un arte, técnica, tecnología, disciplina o práctica social, es vista además como un conjunto de prácticas, actividades y relaciones. La Animación Sociocultural es una respuesta social que el sistema introduce, una alternativa surgida del Estado y no de los grupos sociales que conforman las masas, y que requieren de sentir y apropiarse concientemente de su Cultura.
En su obra "La animación comunitaria" José María Quintana señala que la animación sociocultural “es dinamización, activación, impulsión de actividades humanas efectuadas por los grupos, es decir, dinamizar y poner en movimiento las instituciones, actores sociales y todos los comunitarios y promover una nueva dinámica que contribuya a abandonar la soñolencia de las estructuras y de las personas" (Quintana: 1986; 53).
La Animación Sociocultural (ASC) es flexible, sujeta a cambios, que evoluciona y se enriquece constantemente, en dependencia de las condiciones y potencialidades de cada comunidad. Hay que destacar la importancia de la participación, si se tiene en cuenta que participar es tomar parte activa de algo; en este caso las actividades de animación.
En el libro ¿Qué es la animación sociocultural? Ezequiel Ander-Egg, expresa que la ASC es:
“Una tecnología social, que basada en una tecnología participativa, tiene la finalidad de actuar en diferentes ámbitos de la calidad de la vida, promoviendo, alentando y canalizando la participación de la gente en su propio desarrollo sociocultural, se encuentra en el nivel de las prácticas sociales y tiende a transformar y convertir al público espectador en participante actor” (1987; 43).
La “animación sociocultural” es vista como un modelo de intervención, que parte de un aspecto importante que es la cultura, para posteriormente abordar lo que conformaría su proceso de intervención sobre una realidad determinada. De este modo facilita la participación activa de todos los miembros de la comunidad en la producción y reproducción de su propia cultura.
Se representa al hombre en su actuación consciente, viva, que permite desarrollar una inteligencia social y creativa, desarrollar las potencialidades y capacidades para resolver los problemas que le son comunes. La participación es vista como un proceso dialéctico utilitario y formativo de requisitos imprescindibles cuando de animación sociocultural se trata.
Es factible comprender lo expuesto por el Colectivo de Autores del Proyecto Unicornio “la animación sociocultural es un mecanismo de la cultura, por la capacidad que tiene para movilizar con sentido protagónico a grandes colectividades y a individuos para hacer de la cultura su objeto de transformación” (Macías: 2007; 107), tributando al desarrollo de la cultura y de la comunidad porque trabaja para lograr el cambio cultural en las actitudes, maneras de pensar, de relacionarse, de crear.
En estos aspectos está implícita no solo la aspiración, sino también el alcance de la animación sociocultural, que abarca diferentes ámbitos: social, económico y cultural a la que están sujetos por varias razones, dentro de las cuales se destaca el hecho de que el desarrollo comunitario al que aspiran los procesos de animación sociocultural, valora con fuerza la participación del hombre: creador y defensor por excelencia de los valores culturales.
La “animación sociocultural” es vista como un modelo de intervención, que parte de un aspecto importante que es la cultura, para posteriormente abordar lo que conformaría su proceso de intervención sobre una realidad determinada.
Macías Reyes, a partir de la experiencia del Proyecto ENTRESCULTURAS aplicado en una comunidad de la ciudad de Las Tunas expresa:
“La animación sociocultural se asume como un proceso complejo presente en el desarrollo cultural de las comunidades, instituciones, sectores y grupos dirigidos a lograr la real participación de los actores sociales en la cultura. En este proceso, la animación sociocultural descubre las formas prácticas de facilitar la incorporación al desarrollo cultural, no sólo la memoria histórica, las tradiciones, costumbres, sino también las nuevas propuestas de alternativas para la conservación, defensa y desarrollo del patrimonio cultural, la identidad, el sentimiento de pertenencia y la cultura” (2007; 120).
La “animación sociocultural” tiene en cuenta a la comunidad en una dimensión global e integral, acciona como alternativa de la cultura viva en el trabajo de las comunidades, como un proyecto de intervención para motivar, estimular a los comunitarios y que éstos a su vez, sean capaces de iniciar y autogestionar su desarrollo.
Induce la importancia de los procesos de participación en los colectivos y comunidades, que estimule, que implique y responsabilice a los ciudadanos, que lleve a la pluralidad cultural y social, teniendo en cuenta el propio proyecto de cada comunidad y despertar la capacidad de análisis, organización, creación y expresión.
En tanto su “intencionalidad es objetivar la subjetividad, impulsa y arranca de las motivaciones, las emociones, la creatividad” (Macías: 2007; 107), aspectos indispensables que llevan a los humanos a la creación cultural. Se quiere con esto significar que solo es posible, a partir de estímulos internos del hombre que sueña, se ilusiona, se apasiona, lucha, sigue adelante y crea.
Al enunciarlo como proceso complejo, obedece a su especificidad como campo del saber, donde dialécticamente interactúan la Memoria Histórica, el Patrimonio Cultural, la Cultura Popular y la Identidad, integradas por diversas variables, aspectos que para la realización de proyectos y el logro de la transformación sociocultural de la comunidad representan un reto, que pueden significar alternativas por la vasta experiencia en el accionar comunitario.
Aquí la participación se asume como un acto consciente por parte del sujeto social con necesidad sociocultural, además voluntario para acceder a mejores niveles de intervención en relación con la cultura.
Por tanto, “actúa en el complejo ámbito de la cultura, estimula y organiza a los actores sociales hacia proyectos que hacen posible el desarrollo cultural de la comunidad” (Casanovas y Carcassés: 2004; 116) donde la cultura es valorada desde su condición de relación humana social hacia la naturaleza, visualizándose de esta dos líneas fundamentales: relación hombre-naturaleza y relación hombre-hombre y donde también se le asume como un complejo conjunto de elementos que conserva y sintetiza la experiencia cultural acumulada en su devenir histórico, que se transmite de generación en generación.
Por ello siempre, al tratar la “animación sociocultural” se debe tener en cuenta la comunidad, en tanto busca cambiar su realidad, elemento que no debe olvidarse, porque si no se da el cambio social de esa realidad, no hay animación sociocultural. También hay que tener en cuenta a la participación, pues sin la consciente participación de los actores sociales, no hay transformación posible.
En estos aspectos se considera valiosa la acción cultural como fundamento de la animación sociocultural, teniendo en cuenta que es una acción abierta a todos, que tiene como fin desarrollar el concepto y la práctica de la cultura como participación que responda a las necesidades, aspiraciones, intereses e iniciativas propias de los grupos y las comunidades. Lo que implica que se movilicen y se involucren en el proceso de transformación y mejoramiento del entorno y de su calidad de vida, de forma consciente y comprometida.
En Cuba a partir del triunfo revolucionario de 1959, el escenario en el que se inscribe la animación sociocultural es totalmente diferente, en los primeros años de la revolución no existía una sistematización al respecto, debido a las urgentes necesidades sociales que era necesario satisfacer, que demandaban más de la práctica inmediata.
No obstante se trabajó para potenciar la participación de los ciudadanos en el hecho cultural, que éstos sean no sólo espectadores sino actores y verdaderos protagonistas de la transformación sociocultural, de la conservación y protección de su Patrimonio, de las gestiones en lo referente al mejoramiento de los estilos de vida de la comunidad.
Por tanto la dinámica de este movimiento ha estado dirigida a propiciar verdaderos procesos culturales en cuyo centro se ha encontrado y se encuentra el hombre como portador y consumidor de los valores culturales.
Es a finales de la década de los ochenta que la animación sociocultural irrumpe en el escenario cultural cubano como metodología de participación y proceso dirigido a potenciar la creación de formas superiores de convivencia en los terrenos social y cultural.
En este entorno comienza a tener acogida en variadas experiencias de trabajo comunitario, llevadas a cabo mediante proyectos socioculturales que ya poseen en su historial valiosos resultados. Dichas experiencias han puesto de manifiesto en el proceso de su desarrollo, peculiaridades, características, categorías que están recogidas en esta metodología participativa.
Los elementos anteriores llevan a destacar entre los objetivos de la “animación sociocultural”: la democracia cultural, la toma de conciencia de los individuos en interacción comunitaria; el asumir responsabilidades en el desarrollo autónomo, la creación de espacios culturales, la mejora de la calidad de vida, despertar la sensibilidad y participación solidaria, así como la lucha contra cualquier tipo de marginación.
“Se nos ofrece como un poderoso recurso de evolución social, implicando responsablemente en la misma el esfuerzo de todos los ciudadanos, y las bases que posibilitan que la realidad de semejante proyecto está en el desarrollo comunitario” (Macías: 2007; 104).
La validez de su análisis es palpable, deja implícito su carácter dinámico y analiza cómo a través de ella se entiende y materializa creativamente la democratización de la cultura y la participación activa y creadora en la misma, haciendo posible que las personas identifiquen y descubran sus posibilidades y potencialidades y las lleven a su realidad como constructor y consumidor de su propia cultura, que a su vez lo dirige hacia el desarrollo sociocultural.
Esto deriva que la comprensión y actitud de las personas ante estos fenómenos inspiran movimientos y cambios sociales y culturales, a la vez que interpretan la realidad de diferentes formas y en correspondencia con ello asumen comportamientos frente a ella, encaminados a su valoración y transformación, a partir de concepciones y prácticas culturales de los sujetos del proceso de cambio.
Los criterios del Colectivo de Autores del Proyecto Unicornio, significan que:
“La animación sociocultural puede ser valorada desde diferentes puntos de vista y formas según la arista desde la cual se enfoque su estudio. Confirmando la expresión anterior, se atiende dos de sus características: Como proceso; encaminado a organizar y promover las acciones de las personas para gestar proyectos de desarrollo endógeno desde la cultura y para el desarrollo social, como una metodología participativa dirigida a estimular la intervención de grupos en la interpretación y solución de problemas de carácter sociocultural de las comunidades” (Macías: 2007; 108).
Ello favorece el desarrollo de la comunidad a la vez que preserva, crea y trasmite su cultura buscando la satisfacción espiritual de todos sus miembros, de ahí que potenciar la “animación sociocultural” mediante proyectos, que impliquen a todos los factores y miembros de la comunidad, permitirá desarrollar el sentido de identidad comunitaria, generando procesos de participación y sentimientos de pertenencia a una comunidad.
Este aspecto refleja la carga social que asume la “animación sociocultural” como proceso participativo que desde sus inicios aspiró a la transformación de los individuos en agentes activos del medio en que se desenvuelven y a que estos a su vez establecieran una relación y un comprometimiento estrecho con el desarrollo social y cultural de su comunidad, desarrollando la iniciativa, la creatividad y el dinamismo, lo que posibilita un enfrentamiento a la realidad a partir de sus propios medios y ejecutar acciones para mejorar la calidad de vida, mejoramiento que según análisis de Macías Reyes se traduce en:
• La animación sociocultural se asume como un proceso mediante el cual la comunidad se convierte en protagonista de su propio desarrollo, moviliza las formas de hacer y pensar a las personas mediante la participación y el compromiso.
• Transformación de la comunidad producto de una mayor participación activa, consciente y creativa de cada individuo.
• Desarrollo personal del propio individuo que implica un crecimiento espiritual como resultado de su relación comprometida con el entorno material y social.
• La participación es en definitiva una vía de formación del propio sujeto que le lleva a un constante compromiso con su medio. Su realidad física, una realidad viva y vivida por el sujeto, es un indicador básico que nos muestra la transformación de la comunidad.
• Desde esta posición comprometida de los individuos es desde donde surge la animación sociocultural y este es su principal objetivo de movilizar a la población, implicar en su entorno, lo que significa que las personas conozcan sus problemas, los jerarquicen y se hagan responsables de ellos, buscando alternativas para resolverlos ( 2007; 111).
Atendiendo a estos aspectos se considera necesario expresar las características de la animación sociocultural:
1. La animación sociocultural es un proceso de participación que se apoya en los conocimientos y métodos de las Ciencias Sociales y Humanísticas.
2. Las prácticas y acciones llevan implícitas los elementos para que la comunidad misma encuentre las respuestas a sus necesidades culturales.
3. Las prácticas y las acciones de la animación sociocultural exigen de los animadores el estar animados.
4. Las acciones socioculturales son concebidas, ejecutadas y evaluadas con los protagonistas del cambio cultural.
5. Las acciones y prácticas socioculturales exigen el respeto a las ideas, opiniones y valores de los individuos y grupos.
6. Las acciones y prácticas socioculturales se llevan a cabo en grupos, para grupos y con grupos.
7. Las acciones y prácticas socioculturales materializan las ideas plasmadas en las políticas culturales.
8. La animación sociocultural facilita y potencia procesos de transformación comunitaria.
9. La animación sociocultural, como proceso participativo, trabaja desde el universo complejo y diverso de la cultura, vista en su acepción más amplia.
10. La animación sociocultural es un conjunto de prácticas y acciones culturales.
11. El ámbito en que se desarrolla es amplio y diverso, tomando en consideración:
• Contenido de las prácticas y acciones culturales: animación artística, de salud, medioambiental, deportiva.
• Lugar geográfico donde éstas se desarrollan: animación rural, urbana, costera, periférica.
• Grupo etáreo al cual va dirigida: animación infantil, juvenil, de la tercera edad.
• Toma como punto de partida: el Patrimonio Cultural, como expresión de los bienes y valores culturales, tanto materiales como espirituales creados por la sociedad en su devenir histórico.
Los resultados de investigaciones realizadas hacen que a esta se le de un gran significado pues ofrece la oportunidad y los espacios para que las personas se reúnan en grupos y puedan iniciar un proceso conjunto de transformaciones necesarias frente a los retos que impone la vida en colectividad y puedan así resolver necesidades insatisfechas.
De ahí que se considera que la animación sociocultural es muy útil, no solo por la riqueza de su contenido teórico, sino por el valor de sus experiencias en el desarrollo de proyectos socioculturales.
Tanto el desarrollo cultural como la “animación sociocultural”, son condición imprescindible para caracterizar todo acto humano, en sus formas de comportamiento, organización y niveles de vida, con un enfoque integrador del mismo, donde influyen todos los factores de la comunidad, para la solución de sus propios problemas, a través de alternativas novedosas y relevantes.
Se asume además el criterio de que evidentemente la “animación sociocultural” contribuye a reafirmar los sentimientos de identidad cultural, a desarrollar los valores culturales, y a lograr una real y activa participación de los comunitarios en el conocimiento de su cultura.
Bibliografía
• Ander, Egg Ezequiel: ¿Qué es la animación Sociocultural? Ed. Humanitas, Argentina, 1987.
• ………………………….. La Práctica de la Animación Socio-Cultural. Ed. Humanitas, Argentina, 1987.
• ………………………….. Metodología y Práctica del Desarrollo de la Comunidad.1 ¿Qué es el desarrollo de la Comunidad? Ed. Lumen/Humanitas, Buenos Aires, Argentina, 1998.
• ………….:……………. Metodología y Práctica del Desarrollo de la Comunidad 2. Ed. Lumen/Humanitas, Buenos Aires, Argentina, 2000.
• …………………………. Repensando la Investigación-Acción Participativa. Comentarios, Críticas y Sugerencias, Ed. El Ateneo, México, 1990.
• …………………………. Metodología y práctica del desarrollo de la comunidad. Editorial “El Ateneo” S.A. de C.V. México, 1980.
• ………………………….Introducción a la técnica de la investigación social. Ed. Humanitas, Argentina, 1974.
• …………………………. Métodos y técnicas de investigación social. Ed. Humanitas, Argentina, 2000.
• Aguilar, María José: Cómo Animar un Grupo. Ed. El Ateneo, México, 1991.
• Alonso, Aurelio: “Cultura y Desarrollo”. Temas # 15. La habana 1998
• Aragonte, Víctor: La cultura y el desarrollo cultural como instrumento de transformación social. En Cultura y corporaciones Locales. I Jornada de Cultura y Corporaciones Locales, La Coruña, 14 al 16 de octubre de 1992.
• Arias, Herrera Héctor: Estudio de las Comunidades. En: Comunicación y Comunidad. Portal Moreno Raiza y Recio Silva Milena. Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.
• ………………………… La comunidad y su estudio. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1995.
• Basail Rodríguez Alain: Sociedad cubana hoy: Ensayos de sociología joven. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.2006
• Basail Rodríguez y Dávalos Roberto: La cultura en el desarrollo. En materiales de Antropología. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2003.
• Barnet Miguel: La razón del otro ¿para qué sirve la Antropología? En Revista Catauro. Fundación Fernando Ortiz. La Habana, año 3, número 5.2002
• Besnard, Pierre: El Animador Sociocultural. Funciones, Formación, Profesión, Ed. Grup Dissabte, España, 1986.
• …………………… La Animación Sociocultural. Ed. Paidós, España, 1999.
• Castro Ruz, Fidel: El pueblo cubano proclama ante el mundo que Cuba es territorio libre de analfabetismo. En Pensamiento y política cultural cubanos, Antología, t II, Editorial Pueblo y Educación, 1986.
• …………………….. Discurso aniversario 35 de la Unión de Jóvenes Comunistas. La Habana, Periódico Granma, 4, 6 y 8 de abril de 1995.
• ............................... Palabras a los intelectuales. En Pensamiento y política cultural cubanos, Antología, t II, Editorial Pueblo y Educación, 1986.
• Casanovas Pérez – Maló, Alina y Carcassés Legrá, Ana Iris: Acciones dinamizadoras de la participación de los cubanos en la cultura. En Cultura Cubana S: XX. T II. Editorial Félix Varela. 2004.
• Carnaza Valdés Julio: Cultura y Desarrollo, incitaciones para el debate. En Revista Temas # 18 – 19, 1999.
• CIE – APC. Proyecto de Programa de Trabajo Comunitario Integrado (Fragmentos Seleccionados). En Selección de Lecturas Sobre Trabajo Comunitario. La Habana, Capítulo Cuba – AELAC, 1999.
• Claxton Mervym: Cultura y desarrollo. Noviembre de 1994.UNESCO.
• Colectivo de Autores: Metodología de Animación Sociocultural desde el Proyecto Unicornio. Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 1996.
|