Contribuciones a las Ciencias Sociales
Octubre 2010

RAÍCES DE UN BATEY: MANATÍ

 

Yamailín Díaz Ayala
yamailinda@ult.edu.cu

 

INTRODUCCIÓN

La historia, está empedrada de momentos y materiales importantes en su decursar. De manera muy particular y en sus más diversas variantes se nos muestra en todo el Caribe. Cuba no es ajena a este particular, sino que su riqueza, la hace un orgulloso exponente en este sentido. A propósito se elabora la siguiente investigación con el tema “Raíces de un batey: Manatí”.

El desarrollo de la industria azucarera en la parte oriental del país, derivado de las inversiones de capital extranjero en la isla luego de concluida la guerra, con la intervención norteamericana, propició el auge de los bateyes erigidos alrededor de los centrales. Particular que aceleró el desarrollo económico del país, así como de pequeñas islas en todo el Caribe. Es de esta manera que la investigación en cuestión se proyecta como base para la conservación de la memoria histórica, basado en un orden lógico, se analiza primeramente cómo tuvo lugar la penetración de capital extranjero en la isla y los mecanismos aplicados para este propósito, por parte del gobierno de la República Neocolonial. Se expone el porqué se prefirió la región oriental para las inversiones norteamericanas, así como las consecuencias que trajo para esta parte del país la industrialización.

Asimismo otro aspecto interesante: es referido al comportamiento de la penetración de capital extranjero, específicamente en la industria azucarera en la zona perteneciente a la Manatí Sugar Company y como consecuencia, la construcción del batey. Afirmaciones que son corroboradas por documentos inéditos, textos oficiales y fuentes primarias.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Díaz Ayala, Y.: Raíces de un Batey: Manatí, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, octubre 2010, www.eumed.net/rev/cccss/10/ 


Este tema, específicamente en la localidad del municipio Manatí, -hoy provincia Las Tunas- no ha sido tratado con un interés historiográfico, por tanto resulta totalmente novedoso, de enorme connotación social y marcada importancia actual.

Sobre todo integra, desde un punto de vista bastante específico cualquier otra investigación, valoración o disertación desarrollada por otros investigadores.

En el caso de otros muchos bateyes de la región oriental, sí se han realizado investigaciones, orientadas desde diferentes ópticas, tomo como referente las investigación llevada a cabo por la Dra.: Diana María Cruz Hernández, la cual ha tratado el tema de la arquitectura doméstica de los bateyes azucareros en toda la región oriental de Cuba, entre 1900 y 1930, en su Tesis Doctoral en Ciencias sobre Arte.

Universidad de Oriente, 2003 y por tanto la investigación profunda de la historia local ha sido imprescindible para el fundamento del fenómeno en cuestión.

Fue fundamental la revisión de textos que proporcionan un acercamiento desde cualquier óptica al tema, por ejemplo Asalto a Cuba por la oligarquía financiera yanqui, de Oscar Pinos Santos, deja ver el espectro de las inversiones de capital extranjero en la isla, no solo en la industria azucarera sino en la minería, los ferrocarriles, las obras públicas entre otras. Además expone una visión panorámica de los métodos, formas y características de la familia Rionda, con relación a la fundación y administración de la fábrica del dulce en la Provincia de Oriente, también detalla cómo se fue sucediendo la apropiación de la mayor parte de la economía del país por parte de los Estados Unidos, en tan pocos años y las consecuencias que acarreó en la esfera económica.

En el caso del texto Oriente Contemporáneo, de un colectivo de autores, hace desaparecer cualquier incógnita relacionada con las inversiones en la industria azucarera en la primera mitad del siglo, sobre todo en la renovación y modernización, a través de la compra de piezas para un mejor funcionamiento y rendimiento de la industria. Por demás, puntualiza aspectos del funcionamiento interno de las máquinas, componentes todos importantes en la fabricación del grano.

Indispensable en cuanto al fenómeno constructivo del central “Manatí”, de manera más específica y minuciosa, revela el ejemplar Oriente, la suiza cubana, una compilación 1927 -1928. Cómo se construyó, por quienes, cual era su capacidad de producción, cantidad de tierras en caballerías pertenecientes al central, así como las cifras de los empleados tanto en zafra como en tiempo muerto.

De Enrique Cirules, Conversación con el último norteamericano, revela un testimonio ofrecido por William Stokes, residente en La Gloria, de un extraordinario valor etnológico para el estudio de los colonos, de las diferentes divisiones territoriales, donde radicaba la Cuban Land, así como de las formas de vida social y cultural de estos pequeños enclaves económicos.

Otro aspecto importante en la vida que transcurría en estos pequeños sitios comuneros, lo constituía la llegada de la inmigración que repobló casi toda la región oriental del país. De Rolando Álvarez Estévez el texto Azúcar e Inmigración 1900- 1940, constituye un estudio bastante completo acerca de este particular a principios de la época colonial, un análisis en el que expone las causas de la inmigración, sus áreas de asentamiento, las labores de los braceros. Es en definitiva, un aporte de importancia sobre el impacto de estas colonias de inmigrantes en el acontecer nacional del primer tercio del siglo XX.

1.1 Penetración del capital norteamericano

La profunda huella legada por la presencia estadounidense en la Isla de Cuba, se extiende a todas las esferas de la vida.

La intervención norteamericana, desde el punto de vista económico, tiene sus antecedentes en el momento en que concluye la ocupación de su área continental y disponen de abundante capital. El reparto colonial del mundo, a partir de los resultados de la guerra con España, satisfactorios para el país norteño, se encuentra en completa efervescencia. Evidentemente la nueva potencia norteamericana comienza a mirar fuera de sus fronteras adquiriendo tierras, fomentando centrales, construyendo ferrocarriles y obteniendo concesiones para servicios públicos.

Teniendo en este momento todas las condiciones internas creadas, para poder iniciar toda una cruzada ingerencista e inversionista en su área más cercana, Latinoamérica.

Hacia 1913 y 1914 aproximadamente, Inglaterra poseía un 3,7 % y Estados Unidos solo un 1,7% de inversiones en América Latina correspondientes a la industria azucarera, ya el último se proyectaba con mayor interés en la Isla. Esta tendencia a las inversiones norteamericanas en Cuba, era evidentemente una adaptación al patrón económico, lo cual trajo consigo que en este período una cuarta parte de las mismas, estuvieran destinadas a la rama azucarera, la cual representaba unos $ 215 millones aproximadamente .

Esta industria en el país, ofrecía beneficios a grandes escalas para aquel que invirtiera en ella, ya que se tenía alguna experiencia por todos los siglos en el desempeño del dulce, así como también cierto dominio tecnológico, sin contar la rentabilidad de la misma, debido a los bajos precios, lo barato de la mano de obra existente para entonces y por encima de todo esto, la magnífica fertilidad de la tierra.

En Cuba había decrecido en demasía la densidad poblacional después que concluyó la guerra, lo que deja sobre todo a la región oriental carente de brazos en edad y condiciones para el trabajo duro. Es así que el capitalismo utiliza la inmigración como recurso para crear las condiciones óptimas, con vistas a obtener mayores beneficios. La utilización de inmigrantes en el corte de la caña incrementaba las ganancias, sobre todo porque a estos se les podía reducir el pago, no siendo así en el caso de los nativos, que exigían una mejor remuneración debido al vacío demográfico existente, es decir, que esta situación resultó ser un arma a su favor. La concentración de inversiones capitalistas en la industria azucarera, la ofensiva del latifundio, los efectos nocivos del crack bancario de 1920 – 1921, las leyes anticubanas de reducción de la producción de azúcar en beneficio de los monopolios norteamericanos , así como otros mecanismos se descubren en estos momentos como las armas para lograr el casi total dominio de la industria, ideados por la oligarquía financiera en su inagotable interés por devorar, en esa creciente invasión, todo lo que proporcionara ganancias en su provecho.

Hacia 1915 la suma total de las inversiones norteamericanas ya eran superiores a las de otras potencias como Francia e Inglaterra. Siempre teniendo en cuenta que las de esta última, estaban destinadas a los ferrocarriles, negocio del que fueron pioneros y obtuvieron grandes ganancias, sobre todo porque el monopolio implantado por ellos, no dejó la más mínima posibilidad a la entrada de otro inversionista, fundamentalmente en la parte occidental.

Pero aún con esta supremacía de los Estados Unidos de Norteamérica, las inversiones resultaban reducidas en comparación con las cifras alcanzadas después de 1915 , como consecuencia de la enorme crisis que sobreviene al mundo luego de finalizada la Primera Guerra Mundial y el ritmo acelerado de las mismas fue tan fuerte, que Cuba llegó a ocupar hasta después del treinta, el primer lugar entre los países latinoamericanos receptores del capital de los Estados Unidos .

Todos estos acontecimientos provocaron que entrado el último quinquenio de la década del 1920, Estados Unidos tuviera en sus manos el dominio de las tres cuartas partes de la producción azucarera del país, de los servicios públicos; además poseía el control casi absoluto de la minería, la deuda externa y otros.

El fenómeno del azúcar, constituyó una parte significativa en este complejo y gradual proceso de desnacionalización que tuvo lugar en la estructura económica cubana, adecuada lógicamente a los intereses imperialistas.

Por lo que de manera definitiva, Cuba se convierte en el más exquisito lago de oro que hasta el momento ostentaban los estadounidenses, del que no le fue fácil desprenderse, hasta muchos años después en que les fue arrebatado.

1.2 Génesis y desarrollo de una comunidad azucarera: el caso Manatí

Todo esto está sucediendo en Cuba, en el momento en que un grupo de cubanos, españoles y americanos expertos y además capitalistas, deciden organizar la Manatí Sugar Company y construir un ingenio en la Bahía de Manatí “Sabana Lamar”, en la costa norte de Cuba, la cual ya existía.

Esta empresa se localizó específicamente en la parte más elevada de un sitio llamado finca de Minas Blancas, lugar cercano al otro punto de embarque: el puerto de Manatí. Así se trasladó el poblado conocido como Manatí viejo, para este espacio, por su cercanía al mar y por consiguiente, propiciadora de facilidades para el comercio. Precisamente por este motivo se reubica el caserío dejándose los bohíos atrás, para llevar a cabo la construcción de un nuevo Manatí con otra tipología arquitectónica.

Este Manatí viejo -como se le conoce actualmente- estaba constituido por un caserío cuyo verdadero nombre "San Miguel de Manatí", puede ser constatado en los fondos documentales de la parroquia San Miguel Arcángel del municipio. De hecho, el libro primero de bautismo comienza con el acta que documenta la fundación de la misma el 16 de septiembre de 1857 .

Sus habitantes se dedicaban, en gran parte, al cultivo, corte y comercialización del guano a través del embarcadero, de gran importancia en la región. Contaba con dos muelles particulares, uno de piedra y otro de madera, extrayéndose a través de estos tabaco, maderas, cueros, cobre, miel, cera, majagua, a cambio de frutos, víveres y efectos, desde La Habana, Nuevitas, Jíbara y algún otro puerto.

Este lugar fue reconstruido y repoblado al concluir la Guerra de los Diez Años, pues había sido fue devorado por la tea mambisa ante la imposibilidad de defenderlo frente al ejército español, el 22 de octubre de 1868 . Este sitio se encontraba un poco alejado del lugar donde se construía el central, si se toma como punto de referencia la bahía Sabana Lamar (Anexos Fig.2).

Ya trasladado el poblado, todas las condiciones están creadas para el pleno funcionamiento del central, por lo que frente a esta sociedad anónima, en condición de apoderado y desempeñándose como administrador general, es elegido en ciudad de La Habana el Sr. Salvador Rionda de la Torriente.

Marcha el año 1912 cuando obtienen la carta constitucional del estado de New York por unos $20, 000,000. Es de esta manera que el central Manatí comienza a tomar forma, adquiriendo tierras a todo lo largo y ancho de los territorios que pertenecen hoy a la provincia de Las Tunas. Las hipotecas y la compra - venta de terrenos extendieron sus posesiones hasta los límites con los territorios de Camaguey y Bayamo respectivamente.

Además realizó negocios con las más altas personalidades del país como es el caso del Sr. Luis Narciso Menocal y Fernández de Castro, propietario de la Cuban Land, compañía pionera en cuestiones de tierras -a principios del año 1899 arribaron desde Nueva York los primeros expedicionarios traídos por esta empresa-. La misma tuvo sus inicios muy cerca del territorio de la Manatí Sugar Company, en La Gloria, -hoy Nuevitas-. Allí llegaron a residir más de mil norteamericanos, en su mayoría colonos blancos y solo después que los centrales vecinos, entre ellos el de los Rionda, comenzaron a crecer, La Gloria City se hundía entre tanta caña sembrada .

Todavía se reconocen algunas de estas fincas, ahora caseríos o localidades que la Manatí Sugar Company fue adquiriendo, sobre todo para la construcción del ferrocarril y que hoy constituyen tránsito obligatorio para llegar al municipio.

Entre ellas sobresalen, Vista Hermosa, San Miguel, Meriño, Picanes y La Gallina, esta última propiedad del administrador del central, muy ocupado en la adquisición de tierras para la construcción del ferrocarril, el Sr. Marqués de San Miguel de Aguayo, Don Eduardo Diez de Ulzurrún y Alonso, ingeniero español radicado en la isla como empleado de esta compañía anónima.

Durante este primer decenio de existencia de la compañía en el territorio, su labor constructiva no solo estuvo dirigida a la manufactura de la fábrica o de pequeños establecimientos aislados, sino que también se dedicó a conformar un espacio en el cual se prestara todo tipo de servicios, para que los habitantes, trabajadores en casi todos los casos, no tuviesen necesidad de buscar nada fuera del batey y por consiguiente, de los límites del centro productivo. Definitivamente, la presencia norteamericana en Cuba, adquiere una forma novedosa a través de estos enclaves económicos, con el interés de propagar los preceptos de la economía y sociedad capitalista. Estas fabricaciones tuvieron su matriz en convenios establecidos con compañías vecinas, las cuales levantaron desde pequeños poblados, aún sin ningún tipo de derecho a indemnización o posibilidades de tenencia de propiedad una vez expirado el contrato, hasta obras de importancia como hospitales. Es el caso de aproximadamente una o dos caballerías de tierras que la Manatí Sugar Company cede a la compañía de los señores Querasl y Cía. (S en C), para la conformación de un poblado distribuido en solares, en las postrimerías de un vecindario llamado Dumañuecos. Esta compañía radicada en Puerto Padre, se encargaba de abastecer al batey de productos cárnicos, como parte de otro convenio establecido por un plazo de nueve años referido a un matadero, construido por La Querals y Cía. en el batey. La Manatí Sugar Company cede el terreno necesario para su establecimiento, por ello estaba en el derecho de convenir los productos y el precio de los mismos.

Los Sres. Querals y Cía. fueron quienes llevaron a cabo la construcción del hospital y el teatro, este último fue uno de los antecedentes del cine - teatro actual. En su historia, el edificio narra una serie de reconstrucciones, todas en diferentes lugares de la localidad; se erigió en 1913 por la compañía constructora de la fábrica por primera vez, en su segundo levantamiento la labor fue llevada a cabo por esta empresa vecina y su última versión, es la que existe actualmente. La obra construida en el 1915, por la Querals y Cía. como la mayor parte de las edificaciones referidas, estaba orientada sobre la base de las técnicas tradicionales en relación con la madera, fijado sobre un soporte de concreto.

En el caso del hospital el contrato fluyó con características parecidas a las ya mencionadas, pero a un mayor nivel de detalle, teniendo en cuenta que era la obra de concreto más amplia que se realizaba.

A propósito de la importación de madera, es necesario referir la labor de esta compañía vecina, la cual contribuyó en gran medida a que el puerto de Manatí tuviera todas las condiciones necesarias para el desarrollo de esta actividad, así como para la entrada de otros materiales utilizados en la construcción de este batey, provenientes todos de Estados Unidos de América. La Querals y Cía. tuvo a su cargo la edificación de todos los espacios posibles y obligatorios para tales menesteres: almacenes para la madera, oficinas y hasta un pequeño muelle autorizado por la administración correspondiente.

Al unísono, conveniaron por un plazo de diez años la circulación por todo el sistema de vías férreas y chuchos, propiedad de la Manatí Sugar Co, para el transporte de la madera (pinotea, pinzado y pino blanco) en bruto o cepillado.

El proyecto para la construcción de esta vía estrecha para la propietaria del central, fue aprobado por la comisión de ferrocarriles en su primera modificación que tenía un itinerario directo hasta el puerto.

Ya existía otra, pero no contaba con tanta extensión, es decir, más de 260 millas de líneas férreas pertenecientes a la compañía subsidiaria denominada Ferrocarriles de Las Tunas S. A.

Aproximadamente en el año 1913 se comienzan a estimar los por cientos para el levantamiento completo de este batey (anexo Fig. 5), este fue dividido en dos partes, la primera destinada a los trabajadores caracterizada por construcciones de madera, donde abundaban los barracones para los hombres solos y cuarterías. En la otra parte del batey se encontraban las viviendas de la administración que eran más confortables y espaciosas tanto en el exterior como en el interior, un ejemplo representativo de este particular lo constituye la vivienda de uno de los propietarios el Sr. Manuel Fernández Rionda.

De manera general, la villa además de un puerto de mar con aduana, edificado en julio de 1913 y poseedor de uno de los calados más profundos de todo el Caribe en aquellos momentos, contaba con oficinas para correos, servicios de teléfono a larga distancia, estación inalámbrica y de radio, hoteles, teatro, distrito y departamento comercial, también otro de sanidad. Sus calles pavimentadas, con un alcantarillado que en la actualidad es perfectamente visible, luz eléctrica, fábrica de hielo, mataderos y mercados.

Poseía además un hospital moderno para la época, con servicios para trabajadores y empleados, campos de golf, de tennis, clubes, salones de lectura, entre muchos otros espacios, para dar respuesta a las necesidades e intereses más diversos. De esta manera, despertaba ante nuestros ojos, uno de los centrales más grandes y ricos del mundo y una villa como pocas en esos momentos que demostraba sin reparos, las posibilidades económicas de sus propietarios. La empresa constituía una fuente de trabajo enorme, empleaba a unos ocho o diez mil hombres en tiempo de zafra y aproximadamente a la mitad, en tiempo muerto. También contaba con la propiedad y control de más de 9 mil caballerías de tierra, unos cuatrocientos colonos o plantadores encargados del cultivo y entrega de la caña al ingenio, obteniendo un tanto por ciento, como compensación o pago

Todo cuanto existía era propiedad de la familia Rionda. Estos ejercían el control mediante la posesión de la mayoría de la acciones de la empresa. Salvador Rionda de la Torriente, Manuel F. Rionda y Bernardo Braga Rionda eran los dirigentes activos, pero el segundo, fue la cabeza de todo cuanto se realizó.

De acuerdo con entrevistas realizadas en la localidad, debido a la falta de documentación que valide o brinde una visión definitiva en este sentido, al batey arribó un significativo número de emigrantes asiáticos, en la actualidad aún se reconoce un barrio en la parte suroeste del municipio como el barrio chino. El fomento de la inmigración canaria, forma parte de un proyecto llevado a cabo a nivel nacional. La vivienda para los inmigrantes ya no constituía problema alguno, era necesario estimular este éxodo y atender el logro de una correspondencia entre la mano de obra y la producción que aumentaba de manera vertiginosa, por parte de la dirección de la administración del central. Estas eran posibilidades con las que no contaban los haitianos, los cuales trabajaban en el corte de la caña de sol a sol por un salario mínimo y en condiciones de vida pésimas. Llegaban al país, trabajaban una o dos zafras y luego regresaban a su lugar de origen.

En el caso de los jamaicanos, con un poco más de cultura se adaptaban con facilidad y poco a poco se iban asentando cerca de estos núcleos poblacionales.

Ya en las postrimerías de la década del 30, la decadencia de este imperio azucarero en el país era evidente. La desaparición de una gran cantidad de ingenios azucareros durante todo este período, como resultado de la acción del capitalismo financiero sobre la economía cubana, lleva a un proceso sin paralelo de concentración industrial de la producción azucarera . Por otra parte la disminución de la explotación de esa mano de obra barata, propiciada por los inmigrantes, la cual respaldaba altas tasas de plusvalía para las compañías inversionistas norteamericanas, también influyó en esta decadencia progresiva. Fue este, un largo período, colmado para algunos de trabajo duro, miseria y explotación, para otros de ostentación y ganancias sin medida.

Pero en realidad la sola existencia de una historia tan rica como la que atesora el municipio, da la medida del verdadero significado de una época conocida a través de libros y anécdotas dispersas en el espacio y el tiempo. Precisamente es aquí donde se hace un alto, para conceder el valor que merece, esperando ganar en prudencia para que su divulgación, con nuestra ayuda se propague.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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