Yesica Fernández Malo (*)
yesicafernandezmalo@gmail.com
Todos los años, decenas de miles de profesionales y académicos altamente
especializados abandonan el mundo de los países pobres del sur para buscar en
los países ricos del norte lo que ellos consideran una mejor calidad de vida. La
mayoría de estos profesionales -médicos, ingenieros, conferencistas,
investigadores, ejecutivos de alto nivel-, así como estudiantes, se sienten
seducidos por mejores oportunidades profesionales, salarios más altos y
condiciones de vida más atractivas. Un título universitario constituye el mejor
pasaporte para escapar de un entorno político inestable.
Las migraciones internacionales responden principalmente a la búsqueda de mejores oportunidades. Es así como Europa, un continente tradicionalmente de población emigrante, es hoy un foco de inmigración para flujos de todo el mundo. En Asia, países de reciente industrialización como Taiwán, Singapur, Corea del Sur, Malasia y Tailandia, se posicionan como nuevos receptores de inmigrantes. Asimismo, a partir de los años sesenta, Estados Unidos se consolida como un país de recepción de flujos migratorios latinoamericanos, asiáticos y caribeños. En la década pasada, los migrantes aportaron cerca del 90% del crecimiento de la población de Europa. En ocho países de este continente, ellos constituyen más del 5% de la fuerza laboral. A su vez, las remesas de los inmigrantes se convirtieron en la segunda fuente de ingresos para los países en desarrollo, después de la inversión extranjera directa.
Desde la perspectiva del desarrollo humano, los movimientos migratorios voluntarios son indicativos del grado de libertad de que gozan las personas. Quien decide migrar ejerce su capacidad de elección, aunque en ocasiones lo hace sobre la base de opciones limitadas y frecuentemente desiguales. En la migración está presente un fenómeno de desigualdad: la distribución regional de las posibilidades de desarrollo implica la presencia de zonas que ofrecen mejores condiciones de vida que las que se tienen en el lugar de origen. Es importante identificar la base de las opciones sobre las que se decide migrar. En particular, debe conocerse hasta qué punto la migración está asociada a la atracción ejercida por la existencia de mayores oportunidades en el lugar de destino, o se origina como reacción a las escasas opciones disponibles en el lugar de origen. Para la nueva economía de la migración laboral, la migración internacional es vista más como una estrategia familiar que una decisión individual. Así, a través del desplazamiento internacional se espera superar y sobrellevar las numerosas fallas del mercado nacional y del gobierno.
A nivel microeconómico, se considera la decisión racional de migrar, según las condiciones que afectan el bienestar social y económico, como salarios, seguridad social y costos de transporte. Se supone que con base en el análisis costo-beneficio, el individuo toma la decisión de migrar: a mayor diferencial salarial y menores costos de transporte, ceteris paribus, más atractivas serán las condiciones para emigrar. Esto se sustenta con la teoría del capital humano, viendo la migración como una decisión de inversión.
La inversión en capital humano pretende mejorar la productividad del trabajo de los individuos en la toma de decisiones racionales acerca del valor esperado de sus ingresos a lo largo de la vida. En términos generales, la educación incrementa los ingresos futuros y es aquí donde existe una asociación entre ingresos/educación. Según el supuesto teórico, el precio de la educación se ve como el costo marginal de educarse (el costo de un año adicional). Cuando cambia el costo marginal, el individuo elegirá educarse el número de años que iguale el costo marginal con el beneficio marginal. Por esa razón, la curva del beneficio marginal de educarse refleja exactamente los años que se estudiará para distintos niveles de costo marginal. A costos marginales menores se deseará estudiar más años. Un individuo u hogar que enfrenta la decisión de invertir en más educación deberá considerar cuáles son las posibilidades de empleo en el mercado doméstico y en el exterior, así como cuáles son los rendimientos que obtendría por dicha educación en ambos lugares. No solamente los años de escolaridad importan, sino también la calidad y los contenidos de dicha educación, aclarando que no siempre se cumplen estos supuestos, ya que en la vida real se encuentran personas que, a pesar de tener una alta escolaridad, no consiguen emplearse, quedando prácticamente excluidas del mercado laboral.
Inicialmente podría afirmarse que este incremento de los flujos migratorios responde a los diferentes procesos de empobrecimiento de los países en vía de desarrollo. De los 191 millones de emigrantes en el 2005, una tercera parte había migrado de sur a norte, es decir desde países en vía de desarrollo hacia países desarrollados. Lo interesante de este flujo es su dinamismo y continuidad durante las últimas décadas. Las migraciones sur-norte no sólo han sido continuas, sino además crecientes, así, “entre 1990 y 2005 el número de emigrantes residentes en los países desarrollados creció cerca de 33 millones”. Asimismo, el flujo migratorio entre países en vía de desarrollo, o sea sur-sur, se dio “de países de menores hacia países de mayores niveles de ingresos”. La búsqueda de mejores niveles de vida es sin duda, una de las razones más importantes que explican el incremento de los flujos migratorios en las últimas décadas.
En lo que se refiere al efecto de los migrantes de alta capacitación, se ha demostrado que el 25% de las empresas en Sillicon Valley (California) tienen al menos un emigrante como socio fundador. Esto explica porque las políticas de inmigración están cambiando para atraer personas capaces de trabajar en ocupaciones donde la demanda supera la oferta local o donde se requieren altos niveles de capacitación. Países como Australia y Canadá tienen desde hace tiempo sistemas de inmigración donde los candidatos reciben puntos dependiendo de sus conocimientos y habilidades.
En el caso de Colombia, la dinámica migratoria ha sido constante desde la última mitad de la década de los años noventa; se puede afirmar que un total de 1.9 millones de personas emigraron entre 1996 y 2005, debido no tanto a la crisis económica y al escalonamiento del conflicto armado, sino a la informalidad o precariedad en el empleo, llegó a alcanzar el 60%; por esto no es extraño considerar que emigrar hacia países como Estados Unidos y España, representó una respuesta viable a la coyuntura colombiana. Es importante mencionar que la emigración se desaceleró a partir de 2002, cuando mejoraron las condiciones económicas y de seguridad; sin embargo el egreso neto de la población continua en niveles superiores a 100 mil personas por año.
Según el Censo de Población de 2005, más de 3,3 millones de colombianos residen en el exterior, es decir un poco más del 8% de la población total residente en el país. De forma similar, ese censo permite establecer los principales destinos de la emigración de colombianos. Se observa que, Estados Unidos es el principal receptor de colombianos: el 35.3% de los emigrantes reside actualmente en este país; le sigue España con 23.4%, y en tercer lugar, Venezuela con 18.5%. En conjunto, estos tres países dan cuenta de tres cuartas partes de los colombianos en el exterior. Cabe resaltar el gran subregistro de colombianos en los censos extranjeros, particularmente en Estados Unidos y España.
Cuando se observan las características de los emigrantes los resultados coinciden en señalar que es precisamente la población con más años de educación la que tiende a emigrar. Un estudio realizado en Medellín demostró que los habitantes de esta ciudad que emigran tienen niveles de escolaridad altos, el 39.1% cuenta con titulo universitario y el 23.9% con postgrado, y se encuentran en plena edad productiva, entre los 20 y 40 años. A la vez se debe tener en cuenta --como se vio más atrás-- que según el DANE la participación de la ocupación informal llegó a ser de más del 60%, entonces se podría afirmar que no es que la mayoría de los emigrantes colombianos hayan estado escapando de una situación de pobreza o exclusión, sino de una situación de informalidad en el mercado laboral.
En Colombia se estima que los ingresos recibidos por concepto de remesas equivalen al 3.3% del PIB. Los países de los cuales recibimos más ingresos por este concepto son Estados Unidos que representa el 49.2% y España el 35.6%. En general las remesas se destinan principalmente a financiar el gasto corriente de los hogares, seguido por los gastos de educación y salud, lo cual tiene un impacto, tanto directo como indirecto, sobre las variables sociales y económicas. La encuesta AMCO (Área Metropolitana Centro Occidente) identifica que alrededor del 85% del valor de las remesas recibidas en Colombia son para financiar el gasto cotidiano y que cerca del 75% del consumo básico de los hogares depende de esa fuente de ingresos.
En los países en desarrollo es evidente la incapacidad para conservar su propio personal académico, así como para atraer extranjeros de alta calificación, que se dediquen a la investigación científica, puesto que los gobiernos, las empresas y las instituciones de educación superior destinan muy pocos recursos a este fin, obligando a que personas con educación postgradual terciaria se dediquen sólo a la docencia o incrementen la fuga de cerebros. Esto se debe no sólo a un entorno político que no da la importancia suficiente al desarrollo científico, sino también a la falta de oportunidades laborales y de remuneración proporcional a la calificación, entre otras. Comprobándose hipótesis de que la oferta de la educación superior no corresponde a la demanda laboral que proviene del sector productivo.
En términos de desarrollo humano y bienestar social, el costo económico de las migraciones es incalculable. Los gobiernos como la sociedad destinan recursos escasos a subsidiar la educación y la formación especializada de sus trabajadores, quienes posteriormente abandonan el país, llevándose consigo las potenciales ganancias sociales y económicas. En lo anterior puede presentarse reciprocidad, puesto que en la mayoría de los casos de los estudiantes que abandonan su país de origen para especializarse, lo hacen porque han conseguido una beca; en este caso es el país de destino el que sufraga la inversión en capital humano, aunque este país también corre el riesgo de perder si dicho estudiante extranjero retorna a su país de origen. Aquí se presenta un proceso de elección de parte de los individuos acerca de qué habilidades adquirir, cómo y dónde. La teoría económica destaca el intercambio entre la renuncia a obtener ingresos hoy para estudiar, y la obtención de mayores ingresos futuros, lo que no siempre funciona de manera tal lineal. Es por esto que se parte del concepto de capital humano, el que reúne un conjunto de habilidades y capacidades adquiridas dentro y fuera de la experiencia laboral. No solamente se toman en cuenta los estudios, sino el entrenamiento específico y el aprendizaje en el puesto de trabajo; también existe inversión y retornos de la experiencia.
Una investigación realizada por el profesor Jaime Tenjo y financiada por Colciencias en lo relativo al nivel de ingreso en relación al mercado laboral, demuestra que cuando el jefe del hogar es inmigrante disminuye la probabilidad de pobreza de su familia; por ejemplo muestran que la mayoría de inmigrantes tienen tasas de desempleo menores. Esto lleva a la conclusión que los inmigrantes son un grupo especial de personas que posiblemente tienen características no claramente identificadas que los hacen menos vulnerables a la pobreza.
La pérdida de capital humano asociada con la emigración no ha alcanzado niveles muy significativos, y seguramente se verá atenuada por la recuperación económica. Como plantean algunos investigadores, cualquier intento por frenar una supuesta fuga masiva de cerebros, a través de un impuesto a las remesas u otro mecanismo similar, no tendría justificación y podría llegar a ser contraproducente. Entre otras cosas, la emigración aumenta los retornos a la educación (en al menos un punto porcentual) e incrementa, por esta vía, la demanda por educación.
Como se dice en ciertos medios, oponerse a la emigración de mano de obra calificada es contrario al interés de la sociedad, especialmente dada la dificultad estructural de muchas economías latinoamericanas para generar empleos de calidad. La adaptación al mercado de trabajo en el exterior es larga y costosa. El sistema educativo debería entonces –como recalcan algunos investigadores--, no sólo intensificar la enseñanza del inglés, sino también enfatizar la movilidad del capital humano. Las universidades, en especial, deberían ocuparse de educar posibles emigrantes, al menos mientras sigamos siendo más exitosos en producir capital humano que en emplearlo.
* Coordinadora, Observatorio sobre Desarrollo Humano en Colombia, Universidad Autónoma de Colombia; estudiante de noveno semestre de Relaciones Económicas Internacionales de la Universidad Autónoma de Colombia; diplomados en Estado y Economía y en Política Social, del Centro de Estudios y Escuela para el Desarrollo . auxobdehum@fuac.edu.co, yesicafernandezmalo@gmail.com
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