Rafaela Macías Reyes (CV)
rafaela@ult.edu.cu
Roxana Peña Frómeta
Resumen
Nació el 16 de Julio de 1881, en la Ciudad de La Habana. Su obra etnográfica cubre una zona vasta y heterogénea de la cultura cubana. En todas sus obras se muestra un investigador original y documentado. Se caracteriza por la capacidad asociativa y el método comparativo. En su producción influyen desde los grandes pensadores grecolatinos hasta los sociólogos contemporáneos: Durkheim, Malinowski, Herkovitz, Benedict. Nunca faltó en él la imaginación sociológica. Ortiz se acerca al funcionalismo y al estructuralismo sin asumir categóricamente ninguna de estas dos metódicas. Intentó definir la cubanidad como la única base integradora de la que habrá de surgir el sentimiento de identidad de la nación cubana. Toda su obra científica es portadora de un mensaje social. Su capacidad de trabajo, su inteligencia, recursos económicos, influencia política, se pusieron por completo y desinteresadamente al servicio de la ciencia y de su país. Se puede considerar un maestro de las ciencias sociales de nuestro continente. Marcó huellas para la etnografía, la sociología, la antropología y la historia de América. Muchos de sus trabajos sin concluir sirvieron para futuros estudios, de sedimento necesario para más profundas indagaciones.
Palabras más utilizadas
Intelectual, científico, transculturación, marginados, ciencias sociales, antropólogo, cultura cubana, contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar.
Summary
He/she was born the 16 of Julio 1881, in the City of Havana. Their work ethnographic covers a vast and heterogeneous area of the Cuban culture. In all their works an original and documented investigator is shown. It is characterized by the associative capacity and the comparative method. In their production they influence from the big thinkers grecolatinos until the contemporary sociologists: Durkheim, Malinowski, Herkovitz, Benedict. It never lacked in him the sociological imagination. Ortiz comes closer to the functionalisms and the structuralisms without assuming methodical none of two o'clock categorically. He/she tried to define the cubanidad like the only integrative base of which the feeling of identity of the Cuban nation will arise. All its scientific work is of a social message. Their work capacity, their intelligence, economic resources, politics influences, they put on completely and unselfishly to the service of the science and of its country. He/she was devoted to the study of their own country. You can consider a teacher of the social sciences of our continent. It marked prints for the ethnography, the sociology, the anthropology and the history of America. Many of their works without concluding were good for future studies, of necessary silt for deeper inquiries.
More used words
Intellectual, scientific, transculturación, excluded, social sciences,
anthropologist, Cuban culture, I dispute Cuban of the tobacco and the sugar.
INTRODUCCIÓN
“En los primeros decenios del siglo XX el pensamiento antropológico ya había demostrado la significación básica del trabajo de campo y el papel decisivo de la convivencia temporal con las sociedades humanas que pretendía conocer. Se debatían los alcances y limitaciones teóricas del evolucionismo y el difusionismo, como iniciales corrientes del quehacer antropológico, y se reconocía el sentido relativo de cada cultura respecto de otra, independientemente de su grado de desarrollo. El funcionalismo abría una nueva alternativa para profundizar en el estudio concreto de los diversos componentes de la cultura y sus portadores. Sin embargo, la interpretación de los contactos interculturales y sus transformaciones esenciales trataban de ser explicados mediante conceptos insuficientes para revelar toda la riqueza y complejidad de estos cambios.
La propuesta introducida por Ortiz en 1940 con el neologismo transculturación no significó solo un cambio de prefijo para matizar el conocimiento sobre procesos culturales y sus cambios; sino que derivó de una profunda reflexión basada en múltiples investigaciones durante más de tres décadas sobre la problemática etnosocial cubana y sus nexos internacionales.” (http://www.afrocuba.org/Antol2/Avat1.htm)
La descomunal obra de Fernando Ortiz (1881-1969), quien ha sido considerado el más brillante científico social cubano de la primera mitad del siglo pasado, ha servido de referente insuperable para la inmensa mayoría de las investigaciones que han hurgado en el acercamiento a los factores histórico-culturales de la nación cubana actual. El proceso de maduración intectual, reflejado ampliamente en su obra y acción, lo condujo a estudiar los más diversos temas hasta desentrañar los factores humanos de la cubanidad y sus variadas características culturales, así como aplicar esos conocimientos a la práctica cotidiana, en tanto promotor de acciones individuales y colectivas capaces de influir favorablemente en el desarrollo de la cultura nacional.
Resulta un compromiso escribir acerca de un intectual de la talla de Fernando Ortiz, no obstante se afronta el reto, de ahí que el objetivo del presente trabajo sea ofrecer en apretada síntesis una panorámica de la labor titánica de la indagación exhaustiva y paciente en las raíces de la nación cubana que ha contribuido al fortalecimiento de la identidad, oportuno homenaje al magisterio y accionar del sabio cubano Fernando Ortiz.
MATERIALES Y MÉTODOS
Análisis y crítica de las fuentes, análisis-síntesis, análisis de contenido en sus dimensiones cuantitativa y cualitativa, triangulación de datos y teorías. Se utilizó el Sistema computarizado de Contenidos Actuales (Current Content), las técnicas documentales, microfichas, revistas especializadas. Se consultaron sitios de información especializada.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Hitos del quehacer de Don Fernando Ortiz
Miguel Barnet destaca:
Fernando Ortiz, sin que me quepa duda, fue el más útil de los cubanos en la cultura y la ciencia del siglo XX. Continuador de una tradición cuyo paradigma en el siglo XIX fue Domingo del Monte, a quien dicho sea de paso, José Martí calificó como el más útil de los cubanos en ese llamado siglo de oro de nuestra cultura, sístole y diástole de nuestra vida social, Don Fernando encarnó la tradición de una corriente de hombres que no solamente se dedicaron a su labor creadora sino a fines de servicio público, que contribuyeron a perfilar el destino de Cuba.
Cubano por excelencia y por vocación, Fernando Ortiz Fernández nace el 16 de julio de 1881 en la ciudad de la Habana, de madre cubana, doña Josefa Fernández y González del Real y de padre español, don Rosendo Ortiz y Zorrilla, al cual se le atribuyen ideas liberales y cierta filiación con la masonería.
Con poco más de un año el pequeño Fernando embarcó con su madre en el vapor San Vicente con destino a Menoría, una de las Islas Baleares, en donde desembarcó el 8 de septiembre de 1882. Aprendió a hablar el español y el menorquín-dialecto del catalán- cuya enfática entonación le acompañaría toda su vida.
La huella de esta isla mediterránea es ratificada por el propio Ortiz:
El ritmo pausado de aquella vida medieval (…) me enseñó la sobriedad de ambiciones, constancia labriega, costumbres con deberes y lealtades recíprocas, amén de inconformidad y reformismo. (…) Las supervivencias mahometanas, judaicas y protestantes en aquella católica isla me hicieron comprender cuán fecundos son los abrazos de la cultura, aún siendo forzados.
El contacto con aquellos abrazos de cultura le estimuló el afán de indagar sobre los procesos que generaban tales encuentros y contribuyeron a que germinara el núcleo central de su quehacer investigativo.
Dña. Josefa fue la principal y más importante maestra de Fernando. Le enseñó a leer y a escribir en español, pues en Mahón sólo se hablaba menorquín. Ella tenía una pequeña biblioteca y lo aficionó a la lectura. Quería que fuera un excelente alumno, porque creía firmemente en la “profecía” que le había hecho el joven científico Carlos de la Torre, quien viajó en el mismo vapor que ella y su pequeño Fernando.
Apenas con trece años publica un pequeño trabajo en el semanario. El Noticiero donde al parecer criticaba algunas costumbres sociales menorquinas, lo que dio motivos para que lo expulsaran del colegio. Continúo sus estudios de bachillerato en la capital de la isla: Mahon. Poco después publica un trabajo similar, el primero impreso con el título Principi y prostes.
En 1895 obtuvo el título de Bachiller en la Universidad de Barcelona. Vino a la Habana, en cuya Universidad matriculó la carrera de Derecho Penal. “Su estancia en la Habana entre 1895 y 1898 le permitió asistir a la epop0eya de la guerra de independencia y a formarse mejor como cubano” , expresa Barnet.
Por decisión paterna, continúa sus estudios en España: hace la Licenciatura en Barcelona y el Doctorado en Madrid, donde fue discípulo de quien calificara como “primer sociólogo de España”: Manuel Sales Farré, quien le enseñó a conocer la riqueza multicultural de España dando clases en los museos y lugares históricos en las cercanías de Madrid.
En la formación de Ortiz fue muy importante las enseñanzas de Sales Ferrer relacionada con el trabajo de campo, actividad desarrollada en instituciones penitenciarias y con los delincuentes, otra amistad que resultó significativa en la etapa de estudios fue la del joven médico y narrador Miguel de Carrión (1875-1829). Ambos se interesaban en estudiar temas considerados de “escándalo” en la sociedad cubana. Carrión al escribir acerca de Fernando Ortiz señaló: “¿Quién es Ortiz Fernández? Yo lo definiría: el único de nuestros hombres de ciencia dotado de facultad creadora”.
En 1901 presentó su tesis de doctorado en Derecho sobre un tema penal, muy influido por las entonces modernas teorías de Cesare Lombroso y Enrico Ferri, titulado “Base para un estudio sobre la llamada reparación civil”, la cual fue tan controvertida que dos profesores votaron por la nota de suspenso y los tres restantes le otorgaron sobresaliente.
En el Instituto Sociológico de Madrid leyó dos conferencias sobre las fiestas de San Juan que devinieron en un folleto el primero impreso en Cuba para agonografía española: estudio monográfico de las fiestas menorquinas, donde encontraremos características de algunos trabajos posteriores: análisis profundo fundamentado en el estudio bibliográfico de sus antecedentes y en la detallada observación directa, empleo de un tratamiento interdisciplinario con el uso de métodos históricos, sociológicos y etnológicos recreación de un fenómeno cultural concreto con la utilización del léxico popular y la vivida descripción del objeto. Ya en esta época comenzará su acercamiento a la temática afrocubana cuando comenta el libro La mala vida en Madrid, donde se hace referencia a los ñáñigos, lo que impulsó posteriores investigaciones en esa:
(…) complejísima maraña de supervivencias religiosas procedentes de diversas culturas lejanas y con ellas variadísimos linajes, lenguas, músicas, instrumentos, bailes, cantos, tradiciones, leyendas, artes, juegos y filosofías folklóricas: toda la inmensidad de las distintas culturas africanas que fueron traídas a Cuba, harto desconocidas para los mismos hombres de ciencia.
En 1902 y 1905 aceptó un cargo consular que lo llevaría nuevamente a Europa. Desempeña su labor en la Coruña, Génova, Marsella y Paris. Sus estancias breves en ciudades de un intenso movimiento intelectual acrecentó su nivel informativo y le abrió nuevas perspectivas a su producción científica, sobre todo en lo más reciente el positivismo criminológico en sus relaciones personales con Lombroso y Ferri, quienes se apreciaría su influencia en el libro publicado a su regreso a Cuba: Los negros brujos o con el título genérico Hampa afrocubana.
El núcleo primigenio de buena parte de su producción posterior, en fecha tan temprana, presenta ya importantes informaciones sobre datos demográficos, los lugares de procedencia africana, las características, la resistencia negra o la opresión servil, las rebeliones de esclavos, algunos aspectos de la vida del liberto, las ceremonias fúnebres, las fiestas públicas, los bailes y la música. Es incalculable el mérito de esta obra que por primera vez acometió la tarea de estudiar la presencia del negro en nuestra sociedad con un carácter científico.
Ortiz desempeña el cargo de fiscal de la Audiencia de La Habana, lo que le garantiza el desenvolvimiento económico necesario para investigar. Como miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, reinicia en 1910 la publicación de la Revista Bimestre Cubana, órgano que había dejado de publicarse en 1834 cuando el destierro de José Antonio Saco. Ortiz la dirigió hasta su desaparición en 1959. Prosigue su incansable labor de publicar en distintas revistas y periódicos, dictar conferencias y promover actividades culturales.
En 1911 Ortiz publica en París La reconquista de América: reflexiones sobre el panhispanismo donde ataca la doctrina expansionista de España con respecto a la cultura latino0americana. Allí también publica Entre cubanos Psicología tropical. Años más tarde, ante la ausencia de ediciones nacionales, que lastraba el desarrollo cultural, le hace tomar la decisión de convertirse él mismo en editor para facilitar a las jóvenes generaciones el conocimiento de las principales figuras de las letras cubanas, al respecto destacó: “En espera de que un editor ilustrado realice la magna obra de revivir esos cien libros muertos, en los cuales palpita desnuda el alma de la patria, nos proponemos cooperar con la pequeñez de nuestras energías a la obra de la reconstrucción”.
La aguda crisis económica de la década del 30 tronchó esta inapreciable tarea editorial. Ortiz perteneció a la Academia de Historia y en reconocimiento a su labor en esta disciplina fue elegido para presidir en 1942 el Primer Congreso Nacional de Historia.
En 1916 había publicado en La Habana su obra Los negros esclavos. Estudio sociológico y de derecho público que representa un extraordinario esfuerzo de interpretación sobre la condición de vida del negro esclavizado, sobre todo del esclavo rural. Abordará el desarrollo histórico de la esclavitud y la trata, el trabajo y el régimen de vida, las enfermedades y la muerte del esclavo rural, de la condición jurídica del esclavo y el emancipado, así como las insurrecciones negras en Cuba. A más de siete décadas de su publicación se mantiene la vigencia de esta obra por la amplia información que contiene.
En 1915 se involucró en la política afiliándose al Partido Liberal y se opuso a la reelección de Mario García Menocal. Ocupó asiento en dos ocasiones como miembro de la Cámara de Representantes y desempeñó una vicepresidencia. Su labor como parlamentario chocó con sus proyecciones democráticas. Su franco disentimiento con el ambiente corrompido de su época la llevaría a publicar en 1919 La crisis política cubana, sus causas y remedios que incluye un análisis profundo del penoso estado de la vida republicana y propone un programa de transformaciones avanzadas para la nación. La denuncia contra los males de la república mediatizada encontró en Ortiz un fervoroso censor.
Entre 1921 y 1922 comienza sus incursiones en el campo lexicográfico con una serie de artículos denominada “Un catauro de cubanismos” que alcanzó formato de libro en 1923 y fue redactado nuevamente como volumen orgánico que apareció póstumamente en 1974 con el título Nuevo catauro de cubanismos. En esta línea también editó en 1925 Glosario de afronegrismos.
Concede también una mayor dedicación a sus indagaciones sobre poblaciones indocubanas. En su artículo “Historia de la arqueología cubana” resume y analiza las teorías y descubrimientos que se produjeron en Cuba en este campo. Entre sus estudios paleoetnográficos más sugerentes se encuentran. Las cuatro culturas indias de Cuba (1943) y El huracán, su mitología y sus símbolos (1947) Ortiz fue miembro y varias veces presidente de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología. Presidió también la sociedad Folklore Cubano, el mayor esfuerzo institucionalizado a favor del estudio y divulgación de la cultura popular tradicional, cuyo órgano de difusión fue la revista Archivos Folklore del Cubano, sostenida casi en su totalidad con su peculio personal.
En 1926 publica su Proyecto de código criminal cubano inspirado en el positivismo criminológico italiano. En este año también funda la Institución Hispano Cubana de Cultura que contó con la visita, entre muchas otras importantes personalidades, de Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Ramón Menéndez Pidal. Su oposición al régimen machadista lo obligaron a abandonar temporalmente el país y desatender las instituciones a su cargo. Ya de regreso en 1935 publica la revista Ultra que resumía y reproducía lo que se considera de mayor relevancia en las publicaciones de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Cuando las fuerzas del fascismo amenazaban con borrar toda huella de libertad en la humanidad, Don Fernando crea en 1941 la Alianza Cubana por un Mundo Libre y cuando la agresión hitleriana a la Unión Soviética acepta presidir el Instituto Cultural Cubano-Soviético y dirigir su publicación Cuba y la URSS. En 1936 se constituye la Sociedad de Estudios Afrocubanos, presidida por Ortiz, que aunque se dirigía a estudiar particularmente los aspectos culturales de esta procedencia, proclamaba el reconocimiento de la integración de blancos y negros en la constitución de la nacionalidad cubana.
Su asistencia al Primer Congreso Interamericano de Demografía (México, 1943) le permitió materializar un viejo deseo: construir un organismo que se dedicara al estudio de la presencia africana en el continente, el Instituto Internacional de Estudios Afroamericanos, que contó con la colaboración de importantes antropólogos como Alfonso Caso, Renato Mendoza, Melvilla Herkovits y Jaques Roumain.
En 1940 aparece una de las obras más reimpresas y traducidas de Ortiz, el Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, prologado por el etnólogo funcionalista y protagonista de la primera ruptura epistemológica en el pensamiento antropológico Bronislaw Malinowski. La fluidez expresiva de su prosa lo acerca a las tendencias posmodernas de utilizar procedimientos literarios en el discurso científico. Con esta obra “sienta cátedra universal en las ciencias sociales. Revelador tanto en el contenido como en el estilo en que fue concebido este libro es pionero en América Latina de los estudios socioeconómicos. Metáfora elaborada con sapiencia y con profundidad…” como escribiera Barnet en su artículo Fernando Ortiz y su Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar.
La obra de Fernando Ortiz Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar constituye una magna síntesis del pensamiento precedente y germen del que sucederá, aplicado a la problemática económica, política y social concreta de Cuba a través del paralelismo azúcar-tabaco que marca el destino del país, así como su dependencia extranjera. Esta dualidad dinámica y contradictoria perfilará los rasgos distintivos de la cubanidad. El simbolismo del tabaco como autoctonía y del azúcar como exogenía apuntará hacía un proceso de movimiento, creación y recreación: la transculturación, término acuñado por Ortiz en esta obra y de importancia capital para la solvencia conceptual de la antropología como ciencia.
La transculturación aporte orticiano describe la sedimentación de diversas culturas, que en el transcurso de su asimilación, negación o modificación prefiguran un nuevo producto que cristalizaron características propias. Este término no solo ofrece la clave para la comprensión cabal y efectiva de la identidad cultural cubana, resultado de dicho proceso, sino que ofrece una herramienta teórica al desarrollo ulterior de la ciencia antropológica. El Contrapunteo evidencia claramente la plena, madurez de Fernando Ortiz.
En 1944 inicia su peculiar guerra contra el agresivo racismo de los nazis que dio lugar a un importante libro. El engaño de las razas (1946) donde desenmascara los prejuicios de la superestructura social cuyas causas reales son la base económica, la legitimación, de relaciones explotados-explotadores.
Como resultado de sus muchos años de investigaciones, Don Fernando se encontraba en condiciones de emprender el magno proyecto de redactar una trilogía sobre manifestaciones artísticas que tenían una posible relación originaria con las culturas africanas: La africana de la música folklórica de Cuba (1950), Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba (1951) y Los instrumentos de la música afrocubana (1951-1955). No se trataba de obras destinadas a la descripción de fenómenos artísticos, sino que lograba establecer en toda su dimensión el basamento social en que se fundamentan.
La Universidad de Las Villas le otorgó el título de Doctor Honoris Causa tal como lo había hecho anteriormente la norteamericana Universidad de Columbia publica la última obra original que entrega para su impresión: Historia de una pelea cubana contra los demonios.
Conmovido profundamente con el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 expresó: “De las más altas cumbres de Cuba bajó el cubano dios Huracán, con bufidos y vértigo de revolución, y una hueste nueva, intensa, con estampa de profeta (…) La estrella de Cuba centellea en otra alborada con sus fulgores de sangre. Parece que el sol en el oriente de su escudo está saliendo del todo y brillará entero” .
Aún cuando su salud se encontraba seriamente quebrantada, su apoyo al nuevo estado que implementaba muchos de sus viejos anhelos se hizo notar y en 1961 formó parte de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba. El 10 de abril de 1969, con 87 años, falleció este hombre cuya fecunda vida la “unió a su pueblo cubano y con sus libros levantó el puente del conocimiento que nos haría más ricos y profundos. Y sobre todo, más conscientes de nuestra identidad como nación. Pocos hombres en periodos tan largos de su vida se consagraron a un ideal de solidaridad humana como lo hizo Fernando Ortiz. Y pocos, mucho menos, con esa generosa conducta de comprensión y respeto hacia el pensamiento ajeno”
Ortiz marcó el rumbo para alcanzar eso que Miguel de Unamuno llamó verosimilitud mediante un profundo razonamiento filosófico y un método transcultural que le permitió incursionar con acierto innegable en tortuoso camino de la formación de la cultura cubana y su identidad nacional.
De Ortiz destacó Alejo Carpentier lo siguiente: “He aquí un hombre que no puede achacar al destino que le haya sido tacaño en premios de gloria, puesto que su nombre es admirado, reverenciado, en Europa y América, y Tiene ganado, desde hace muchos años, la lucha que todo gran espíritu libra contra la muerte y el olvido:”
La obra de Fernando Ortiz constituye un pilar y marca el camino de las ciencias sociales y del humanismo, permite la comprensión entre los hombres fortalece el sentimiento y el valor de la solidaridad.
CONSIDERACIÓN FINAL
La obra científica, social y cultural de Fernando Ortiz, con razón llamado el tercer descubridor de Cuba, trasciende por sus indagaciones en la fronda de la cultura de origen africano y por la vocación que manifestó por los procesos pretéritos, vinculados con los cimientos socioculturales que sostienen la nacionalidad cubana: Los estudios históricos y antropológicos en su obra figuran como propuesta original de cómo articular el conocimiento universal y las particularidades de la cultura cubana. Fernando Ortiz fue de los pensadores que más temas patrios cultivó durante el presente siglo y como tal, quedaron trazados caminos teóricos para la actual generación de investigadores sociales.
En este trabajo se ha recogido las diferentes etapas de su quehacer intelectual, así como el empeño fundacional que lo sitúa a la vanguardia de las instituciones más importantes de su época. Nuestro país se pertrechó de toda una superestructura para el descubrimiento esclarecedor de su génesis, para la comprensión de su lógica de desarrollo y para el fomento de genuinos valores nacionales gracias a su ingente tarea.
El infatigable Fernando Ortiz no solo fue pionero en el sondeo del entramado cultural que define al pueblo cubano, sino que fue artífice de toda una metodología discursiva y de investigación que aún resulta novedosa por la forma en que superó litaciones de sus contemporáneos, sin soslayar la objetividad analítica que las corrientes posmodernas pretenden abandonar. La transculturación descrita por Ortiz no solo es concepto de extraordinaria envergadura dentro de las investigaciones antropológicas, sino que implica un mo0do de entender la realidad, de describir en toda su dimensión el intercambio cultural. Este término aún en proceso de resemantización avalado por toda una obra de proporciones homéricas y amplio rigor científico consagran a Fernando Ortiz como parte indispensable del patrimonio cubano latinoamericano y universal.
BIBLIOGRAFÍA
• Carpentier, Alejo (1951). Ese gran don Fernando, diario El Nacional, Caracas, 3 de octubre.
• Colectivo de autores (2003). Antropología Social, selección de lecturas, Editorial Félix Varela, La Habana.
• Guanche, Jesús (2002). Transculturación y africanía, Ediciones Extramuros, La Habana.
• Ortiz, Fernando (1993). Etnia y sociedad. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.
• ---------------------. Más y más fe en la ciencia. Revista Bimestre Cubana. La Habana, enero-diciembre de 1955, vol. LXX.
• -------------------. Por la integración cubana de blancos y negros, Revista Bimestre cubana, La Habana. No. 3 mayo-junio 1913 vol. VIII.
• -------------------. Una pelea cubana contra los demonios, Universidad de las Villas de Santa Clara, q959. Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1975.
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