Ruben Dario Cardenas Espinosa
(CV)
rdcardenas@gmail.com
En Libro “CRISIS Y RECONSTRUCCIÓN DE LA FILOSOFÍA” escrito por MARIO BUNGE. Se presenta la evolución y resultados actuales de las principales áreas científicas (cosmología, sociología, psicología, ética y derecho) que ante el avance tecnológico y científico del mundo moderno han ocasionado un estancamiento de la filosofía, hoy día no se proponen nuevas ideas filosóficas correctas, ni sistemas filosóficos ocasionando una crisis en la Filosofía Actual.
Por eso, para darnos a la tarea de Reconstruir la Filosofía como una necesidad
del mundo Moderno, es necesario responder al siguiente cuestionamiento cuya
respuesta brindaré mis puntos de vista con base a mi experiencia, conocimientos
y referencias dadas a lo largo del libro así:
¿Cómo plantear las buenas preguntas que permitan reconstruir la filosofía bajo la influencia de la ciencia y las tecnologías modernas?
Considero importante iniciar mi planteamiento con las características de las palabras, puesto que éstas tienen un significante (la palabra), un significado (raíz, origen contextual, por ejemplo filosofía proviene del griego filos (amor) y sofía (sabiduría)) y un referente (pensamiento que conduce al significante, es decir el qué).
La filosofía ha tenido diversos significados distintos a referentes distintos en los conceptos modernos de ciencia y tecnología, que filosóficamente tienen un significado contextual que denotan temporalidad, que comparten características de la ciencia medieval como la matematización, la observación controlada y la tradición y que son excluyentes al ser patrones de medida del desarrollo humano y social.
Según el planteamiento de Bunge, la Filosofía está estancada en primer lugar porque los Filósofos modernos se dedican a enseñar, comentar o adornar ideas de otros académicos, ya que, éstos no proponen nuevas ideas filosóficas correctas, ni sistemas filosóficos, olvidando que la filosofía se ha constituido en el Saber de Saberes, ha sido la Partera de las Ciencias, es y será el Faro de acción.
“Frente a ésta actitud y realidad generadas por el avance acelerado de la ciencia y tecnología durante el último siglo, el hombre moderno puede elegir adoptar cuatro actitudes: La avestruz pasiva que sufre el cambio. El bombero reactivo que se ocupa en combatir el fuego, una vez éste se ha declarado. El asegurador pre-activo que se prepara para los cambios previsibles pues sabe que la reparación sale más cara que la prevención. El conspirador pro-activo que trata de provocar los cambios deseados.
Convendría decir aquí que estos conceptos de preactividad y proactividad, como definición del contenido de la prospectiva deben atribuirse a Hasan Ozbekhan (En el curso de una cena en Madrid declaró que la traducción del concepto prospectiva al inglés existía con los adjetivos preactivo y proactivo).
Conclusión práctica para los decisores: A partir de ahora, cuando establezcan un plan de actuación, habrán tres columnas, una para la reactividad, otra para la preactividad y finalmente, otra para la proactividad. Ninguna de ellas debería quedar ni demasiado llena o ni demasiado vacía. Naturalmente, en un contexto de
Crisis, la reactividad prevalece sobre el resto y en un contexto de crecimiento, es preciso anticipar los cambios y provocarlos, fundamentalmente, por medio de la innovación” (GODET, M. 2000).
Por lo tanto, considero que para superar la crisis de la filosofía, es necesario reconstruirla a partir de la innovación, en un contexto de crecimiento, a partir de un plan de acción que contemple reactividad, preactividad y proactividad.
De igual forma, al dejarnos absorber por el embrujo de la modernidad, nos hemos olvidado de las limitaciones que impone la formalización de los problemas, lo cual tiene el peligro de cortar las alas de la intuición, la imaginación y la pasión, en otras palabras, el amor y el deseo de filosofar.
Al dejarnos conquistar por la evolución de la tecnología, la riqueza, el crecimiento económico de los países desarrollados, la industrialización y el progreso provocados por la modernidad, se ha generado una crisis en la filosofía, así como en los diversos campos de la ciencia y la tecnología, cuyas causas planteadas por Bunge se han profundizado gracias al fenómeno de la globalización, al concepto estado nación, a la influencia de los fundamentalismos, al modelo anglosajón que busca la homogenización y al concepto de desarrollo sostenible. En otras palabras, la crisis de la modernidad se ha generado por la transformación de los conceptos de mercado (acceso de bienes y servicios), nación (como identidad cultural) y estado (normas).
La crisis de la modernidad conlleva a su vez crisis de la filosofía, y éstas han sido enmarcadas en las cuatro concepciones que plantea Bunge: Biológica (Salud), Cultural (Educación), Política (Participación) y Económica (Crecimiento), lo cual desde mi punto de vista ha influenciado el pensamiento filosófico Neoestructural y Neoliberal .
La profesionalización excesiva no es ajena a la Filosofía, en las disciplinas existe poco o nada de vocación filosófica, ya que, por buscar alcanzar un título profesional, se ha creado la cultura del Titulismo con el peligro de perder la autenticidad de generar nuevo conocimiento, y en lugar de plantearse las buenas preguntas y desconfiar de las ideas recibidas, para generar nuevo conocimiento, se copia y muchas veces se ajustan las ideas de otros, perdiéndose la autenticidad, la crítica, la profundidad y la utilidad de la filosofía, los cuales constituyen los insumos necesarios para reconstruirla, dejándose a un lado el replanteamiento de los viejos problemas.
A menudo nos olvidamos de interrogarnos sobre si las preguntas que nos formulamos están bien planteadas y ante el facilismo que brindan las TIC’s (Tecnologías de Información y Comunicación), nos con formamos con la búsqueda ilusoria y rápida de internet y el correo electrónico, cuyas respuestas, muchas veces sin fuentes de verificación, provienen de preguntas falsas y mal formuladas. Ahora bien, es claro suponer que no habrá buenas respuestas allá donde previamente no establezcamos las preguntas correctas.
Nuestro problema entonces es el siguiente: ¿Cómo plantear las buenas preguntas que permitan reconstruir la filosofía bajo la influencia de la ciencia y las tecnologías modernas?
Comparto la siguiente respuesta planteada en el Cuaderno Nº5, Pagina 17 de “LA CAJA DE HERRAMIENTAS DE LA PROSPECTIVA ESTRATÉGICA”.
La luz crea también la sombra. Si los focos de la actualidad son tan potentes y se enfocan solamente sobre ciertos problemas, no podremos evitar que escondamos otros problemas, con frecuencia más graves, entre las sombras de forma que no los podamos ver. Las ideas y estereotipos que recibimos y están de moda son los que dominan la actualidad. Deberían ser contemplados con desconfianza pues estas ideas son, con frecuencia, una fuente inagotable de errores de análisis y de previsión. Maurice Allais figura entre los aliados objetivos de este combate. El denuncia también "la tiranía de las ideas dominantes". La información se encuentra amordazada por el conformismo del consenso que empuja a que cada uno se reconozca en la opinión dominante y rechace el punto de vista minoritario.
En consecuencia, en nuestra sociedad es muy probable que aquel que opine con acierto y justicia tenga muy pocas oportunidades para ser entendido, o inclusive de filosofar por vocación.
Evidentemente, esta observación no da ningún crédito suplementario a las predicciones que sean extravagantes, pero pone en evidencia a un buen número de conjeturas e ideas recibidas. En este sentido, considero que es bueno e indispensable para la filosofía cuestionar la comodidad que guardan nuestros espíritus y despertar las conciencias que están dormidas soñando con falsas certidumbres.
En el pasado, pudimos tener varias veces razón cuando cuestionábamos las ideas dominantes de la época. Esta "reingeniería" mental nos condujo sobre todo a presentir la superabundancia energética, a denunciar el espejismo tecnológico y las técnicas de dirección copiadas mimética y mecanicistamente traídas desde Japón.
Tampoco la estrategia se escapa del conformismo. ¿Cuántas opciones de inversión, de implantación se han justificado en base al mito del tamaño crítico que una empresa debe alcanzar para poder luchar a escala mundial?
Todos sabemos que en cualquier sector siempre existen empresas que siendo de tamaño pequeño también conocen unos buenos rendimientos. Obviamente, para toda empresa la buena pregunta sería plantearse lo siguiente: ¿Cómo ser rentable contando con el tamaño y la dimensión que dicha empresa tiene?.
La respuesta a esta última pregunta pasa, a menudo, por un decrecimiento del tamaño de la empresa, aunque sea de manera provisional. A las empresas, les pasa lo que a los árboles... ¡Que una vez podados echan los brotes mejor!, así mismo le pasa a la filosofía.
Al dejarse contaminar de la idea de cibersociedad que plantean algunos científicos bajo la concepción de que todo progreso biológico y social tiene un precio, con la hipótesis “humanismo más tecnología son iguales a progreso social (H+T=PS)”. Con la Revolución de la Informática se ha corrido el peligro de que las nuevas generaciones prefieran ver una película que leer un libro, perdiéndose así el poder de la imaginación, en donde el computador y sus aplicaciones en tiempo real, como el correo electrónico, reemplazan la imaginación y los limitan en la producción de nuevas ideas. Considero importante aclarar que esto es desde el punto de vista negativo, puesto que hay que reconocer que la ciencia y tecnología moderna, bien utilizadas pueden repotencializar todas las posibilidades de la razón, y reconstruir la Filosofía. Entre intuición y razón no debería existir oposición sino, por el contrario, complementariedad. Los modelos son invenciones del espíritu para representar un mundo que no se dejará encerrar en la jaula de las ecuaciones.
La complejidad de los problemas y la necesidad de plantearlos colectivamente imponen el recurso a métodos que sean tan rigurosos y participativos como sea posible, al objeto de que las soluciones sean reconocidas y aceptadas por todos.
Para que sea una “indisciplina” intelectual fecunda y creíble, la filosofía necesita rigor.
El debate de las ideas sobre el cambio, el papel de los hombres y de las organizaciones, la utilidad de los métodos, resulta obstruido por un apreciable número de cuestiones recurrentes que resurgen a la superficie cualquiera que sean los argumentos que se avancen.
De cada uno de nosotros y de nuestra voluntad de reconstruir la filosofía a partir de nuestras capacidades y disciplinas, podremos realizar los aportes necesarios y desarrollar las capacidades de aprender a formular las preguntas correctas que brinden respuestas claras, al menos desde nuestro espíritu y necesarias para acabar de una vez por todas con la crisis de la Filosofía Académica moderna.
CONCLUSIONES:
La filosofía ha tenido diversos significados distintos a referentes distintos en los conceptos modernos de ciencia y tecnología, que filosóficamente tienen un significado contextual que denotan temporalidad, que comparten características de la ciencia medieval como la matematización, la observación controlada y la tradición y que son excluyentes al ser patrones de medida del desarrollo humano y social.
Considero que para superar la crisis de la filosofía, es necesario reconstruirla a partir de la innovación, en un contexto de crecimiento, a partir de un plan de acción que contemple reactividad, preactividad y proactividad.
La crisis de la modernidad se ha generado por la transformación de los conceptos de mercado (acceso de bienes y servicios), nación (como identidad cultural) y estado (normas).
La profesionalización excesiva no es ajena a la Filosofía, en las disciplinas existe poco o nada de vocación filosófica por buscar alcanzar un título profesional, se ha creado la cultura del Titulismo con el peligro de perder la autenticidad de generar nuevo conocimiento, y en lugar de plantearse las buenas preguntas y desconfiar de las ideas recibidas, para generar nuevo conocimiento, se copia y muchas veces se ajustan las ideas de otros, perdiéndose la autenticidad, la crítica, la profundidad y la utilidad de la filosofía, los cuales constituyen los insumos necesarios para reconstruirla, dejándose a un lado el replanteamiento de los viejos problemas.
En nuestra sociedad es muy probable que aquel que opine con acierto y justicia tenga muy pocas oportunidades para ser entendido, o inclusive de filosofar por vocación.
A las empresas, les pasa lo que a los árboles... ¡Que una vez podados echan los brotes mejor!, así mismo le pasa a la filosofía.
Hay que reconocer que la ciencia y tecnología moderna, bien utilizadas pueden repotencializar todas las posibilidades de la razón, y reconstruir la Filosofía.
De cada uno de nosotros y de nuestra voluntad de reconstruir la filosofía a partir de nuestras capacidades y disciplinas, podremos realizar los aportes necesarios y desarrollar las capacidades de aprender a formular las preguntas correctas que brinden respuestas claras, al menos desde nuestro espíritu y necesarias para acabar de una vez por todas con la crisis de la Filosofía Académica moderna.
BIBLIOGRAFÍA
• GODET, M. (2000) LA CAJA DE HERRAMIENTAS DE LA PROSPECTIVA ESTRATÉGICA. Cuaderno Nº5, Pagina 14, Cuarta Edición.
• Bachelard, G. (1997); La Formación del Espíritu Científico”, Ed. Siglo XXI, México.
• Bunge, M. (1995); La Ciencia, su Método y su Filosofía; Ed. Grupo Patria Cultural, México.
• Bunge, M. (2002); Crisis y Reconstrucción de la Filosofía; Ed. Gedisa, Barcelona, España.
• Massé Narváez. C. (2008); “Nuevos presupuestos en las ciencias”; Revista de Antropología Experimental, No. 8, Universidad de Jaén, España, pp. 75-90.
• Olivé, L. (2000); El Bien, el Mal y la Razón; Ed. Paidos-UNAM, México.
• Pérez Ransanz, A. R. (1999); Kuhn y el Cambio Científico; Fondo de Cultura Económica, México.
• Pérez Tamayo, R. (2003); ¿Existe el Método Científico?; 3ª. Edición, Fondo de Cultura Económica, México.
• Popper, K. R. (1967); Conjeturas y Refutaciones; Ed. Paidos, Barcelona, España.
• Stewart, I. (1997); Does God Play Dice?: The New Mathematics of Chaos; 2nd. Edition, Harmondsworth, Penguin Books, New York.
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