Ricardo Contreras Soto (Antropólogo)
(CV)
Universidad de Guanajuato
Facultad de Ciencias Administrativas
Área de investigación
El proceso de socialización sexual (y afectiva en su caso) entre los géneros en
la historia cultural en Celaya, se va entretejer de formas distintas, violenta
en caso de guerra, las mujeres en la revolución mexicana son motines, son
preseas de batalla, se interrumpe el orden moral, para imponerse momentáneamente
el orden del más fuerte, ante la muerte el placer salvaje de los soldados, en el
saqueo brutal de los ejércitos, hubo casos en que murieron familias completas al
no ceder que se llevarán a sus hijas o a su esposa.
“Pues de la revolución mi abuela dice que le toco esconderse en un pozo, porque los soldados se robaban a las mujeres”. (Entrevista 113) (María López Sánchez, 62 Años, Femenino, Primaria, Ama de Casa, Celaya).
Reinstalada la paz, había una modalidad un tanto violenta parcialmente, era más rural y de ciertas clases subalternas, donde había poca socialización entre las personas, y mucha carga ideológica religiosa sobre el sexo y los cuerpos. El robo de la novia. A propósito mi bisabuela Andrea me platicaba que le enseñaron en cierta forma velada, lo siguiente: “el hombre que la robara, a ese hombre debía de servir”. En su caso nunca conoció o platico anteriormente con el hombre que la robó (el abuelo Trinidad), lo conoció hasta que se la llevó, así era el riesgo, la aventura y la usanza en el campo de aquellos tiempos. Con ello afirmamos, que el noviazgo no siempre existió, tiene que ver con procesos de urbanización social, secularización de las prácticas culturales en la estructura del tiempo libre (trabajo asalariado) y dentro de los procesos de reconocimiento al margen de acción del género femenino. El robo de “la novia” como una relación de fuerza, no había negociación, no había objeción con la pareja, solo resignación o rechazo determinante por parte de la familia de la mujer, implicaba cierta distancia o migración en el suceso por parte de “la nueva pareja”.
Hubo también modalidades mediadas por parte de la iglesia, para hacerlo más civilizado, donde se depositaba a la mujer en un templo o en casa de una pariente del novio (mujer respetable de preferencia), y se “posesionaba” a la mujer hasta el día de la boda. Mostrando así la disposición de hacerlo por los “causes correctos” esa unión.
En la transición de la vida rural a la vida urbana, ya habíamos señalado los espacios de encuentro entre género: en los espacios de socialización religiosa, en la vida festiva en las fiestas del pueblo y ciertas actividades donde las mujeres participaban: mercado, plaza, etcétera. Poco a poco se tolera una relación afectiva no sexual (genital) prematrimonial, en ciertas clases donde el pudor es un elemento simbólico importante en la distinción de clase, posteriormente se hace más común.
“Pos nomás eso, porque mi papa no nos dejaba andar libres, nomás por allá nos llevaban a misa y a la casa a encerrarnos que más pos si por eso había mas educación, ahora tu regañas a un muchacho te dicen unas groserías, si tu me mirabas ay viene doña fulana, a aventar aquello y irte, si estabas con tu novia igual, no podías estar con tu novio, nada, nada de eso, tenias que respetar aquello y ora le gracias mucho ya no hay respeto así que eso es todo”. (Entrevista 15) (Carmen Santana Macías, 78 años, campesina, Celaya).
El matrimonio es el vínculo autorizado de una relación monogámica sexual de pareja, el noviazgo es el vínculo afectivo para establecer esta relación. La frontera de una y de otra estaba bien definida.
“Si era mas sencilla, mas educada había mucha educación, los novios no se nunca se tomaban de la mano, los ricos, la novia siempre estaba adentro de su casa y él de tras de la ventana, los novios afuera de la calle de pie y así platicaban, las ventanas tenían rejas así, que no se besaban, ni se abrazaban, como ahora. En los ranchos era distinto, andaba uno escondiéndose por que la gente era muy delicada, los papás, las mamás de las muchachas y del novio, andaban a las puras carreritas casi se comunicaban más con cartas que con palabras, porque no se podía, era muy delicada la gente, había mucha educación, si”. (Entrevista 70) (Hilario González García, 80 años)
Si bien el noviazgo permitía cierto conocimiento de las personas, y se podía probar (y aprobar socialmente) a la posible pareja, también no era permitido tener muchos novios a las mujeres, y solo uno en cierto lapso de tiempo (lo que duraba la relación).
“No pos era mucho respetable, para, para que tu trataras una muchacha que fuera nomás tuya, pos era que tu la ibas a respetar mucho, hasta que la pidieras era tuya, le podías agarrar una mano menos no y de aquí allá mira, ya ahora ya se tratan de fregarte ya casi nomás bueno eso es todo muchachos”. (Entrevista 15) (Carmen Santana Macías, 78 años, campesina, Celaya).
Las restricciones en las relaciones se han modificado, lo corporal ya no actúan solo en las insinuaciones y coqueteos, lo corporal tolerado se da entre el beso, el abrazo y ciertas caricias, mientras lo sexual aún no está del todo aceptado en esta relación.
“Pos bonitas, bonitas costumbres, y las costumbres eran bonitas, porque horita que ya de 12 o 14 años ya andan con el novio salen pa un lado, salen pal otro y antes no, en antes ni dejaban los papás de la muchacha platicar con uno, como ahora que fueran novios, nos mandaban decir con una amiga o le mandaba uno una carta a la muchacha, y se comunicaba uno con pura carta era muy bonito y horita ya no”. (Entrevista 62). (J. Guadalupe Torres Aranda, hombre, 76 años, originario de Celaya).
Los espacios públicos son para ciertas clases el lugar donde puede seleccionar, posibilidades de relaciones afectivas y de noviazgo. La tendencia es que se pueda tener relaciones sexuales en el noviazgo, aunque la figura de la relación se modifica.
“En Celaya en mi tiempo, pos el jardín y la Alameda, pos eran lo más atractivo y donde las muchachas uno de joven, era ver las muchachas, eran los lugares más atractivos para uno de joven”. (Entrevista 50) (Francisco Morales 78 años, sastre, primaria).
Las clases populares en los tiempos libres buscan esa posibilidad de relación en ciertos espacios públicos: el jardín, la alameda, la calzada, las fiestas del pueblo.
“La alameda porque aprovechaban a que salieran las trabajadoras domesticas para poder cortejarlas, era llamado “gatear”. (Entrevista 49) (José de Jesús Ávila Martínez, 57 años, maestro universitario).
“A mi el jardín, la alameda y la calzada y se le echaba un ojo al músico y pues ya, iba a conquistar al chamaco que le gustaba”. (Entrevista 58) (Socorro García Montalvo, 65 años, tercero de primaria, empleada domestica).
Los ritos de cortejo son interesantes: ¿Cómo saber si una persona le gustaba a otra, sin poderlo manifestar expresamente por la gazmoñería?, por medio de signos kinesológicos (corporales), faciales, proxemicos, paralingüísticos y otro tipo de indicadores con objetos, elementos semióticos en la pragmática de afecto de esta cultura: El flujo de los sentidos de los solteros en la circulación (unos para un lado y otros en sentido contrario), señalando cierta disponibilidad, el romper el huevo de confeti (cierto acto violento que irrumpe un estado de cosas) como una señal de intencionalidad de agrado. El proceso de circulación se restringe para los que están apartados en la relación de noviazgo, ya no puede circular como soltera o soltero. El cortejo a una novia o novio de otro, era motivo de violencia a la pareja o al pretendiente.
“Cuando se hacía el carnaval en el jardín y los muchachos íbamos para conocernos, las mujeres caminábamos para un lado y los hombres para otro, ellos nos veían y si les gustábamos nos quebraban un huevo de confeti, ya después nos conocíamos mas y nos hacíamos novios, pero un día yo me enojé con mi novio que había conocido ahí y fui al carnaval pero cuando el me vio, me quebró un huevo con aceite para que me fuera a mi casa y ya no anduviera ahí viendo a los muchachos. Aunque ya después de muchos años de novios nos casamos”. (Entrevista 48) (Guadalupe Rodríguez Patiño 81 años, mujer, comerciante).
Loa indicadores de agrado al regalar flores, hacer señitas, requería la retroalimentación comunicacional aceptar las flores, contestar el guiño, las palabras requerían terreno seguro, el rechazo afectivo podía ser costoso, por ejemplo, que otra persona más fácilmente lo desprecie, en el peor de los casos por medio del estigma entre el grupo de amigos o amigas. La palabra sancionada, limitada contenía el amor que sentía por la persona, cuando era permitido, la asfixia contenida se manifestaba en melosidad.
“Bueno, eh, una de las costumbres que puedo yo decir que añoro aquí, entre las costumbres de Celaya, era que, había un jueves que se le llamaba jueves social; el comercio se cerraba a las 2 de la tarde y la agente podría ir al cine y salir a dar la vuelta a la alameda, al jardín; y una cosa muy interesante y bonita, es, que la gente que daba vueltas en el jardín, las muchachas daban vuelta en un sentido y los hombres al otro lado, en otro sentido; y ahí se caracterizaba un detalle chusco, es que, cuando alguno de los muchachos se gustaba, entre hombre y mujer, este, se hacían señitas, se reglaba una flor y pus era la forma de conquistarla. Otro detalle también, es que la gente de campo que venía a Celaya los jueves y domingos, daban la vuelta en la alameda, igual, como lo hacían en el jardín, unos en un sentido y las muchachas en otro sentido, el… también otro detalle es que esos días, de jueves y domingo, este, la… había música, la… era la banda de música, que era dirigida en aquel tiempo por el profesor Isaías Barrón, y pues era una tradición muy bonita, que, ya… sigue la banda, pero ya, como que se ha perdido el cariño, el amor a esos gustos”. (Entrevista 65) (Marco Antonio Vera Cardona, 64 años, Secundaria, gerente de ventas, gerente de compras, dibujante y contratista, originario de: Celaya).
Para las clases sociales altas, los espacios de socialización se hicieron exclusivos en la posibilidad de acceso en el consumo y en la selección de la vestimenta. La clase alta y la aspirante a alta, no era numerosa, por eso se recurrían a la exogamia de clase con los foráneos.
“Pues había un café donde los jueves y los domingos eran social y pues iban todas las muchachas de la sociedad muy bonitas, y catrinas por supuesto y entonces era un como te dijera iban al café, y venían muchos muchachos de fuera y pues era muy bonito”. (Entrevista 14) (Maria Guadalupe Hernández García, 62 años, femenino, sexto de primaria, ama de casa, originario de un ranchito cerca de Celaya).
El proceso de circulación en el mercado simbólico afectivo entre las clases altas era restringido. Aún cuando los pretendientes a ser clase alta, también circulaban en esos espacios, donde se calificaba con ciertos criterios a las personas que visitaban esos lugares, con ello señalo que no solo requería de la aprobación de la persona interesada.
“Lo que mas me gustaba era ir los domingos al jardín a dar la vuelta, ir a las tardeadas al Susana que era una fuente de sodas o ir al cine, y pues a esos lugares porque no había otros lugares para salir. ¿Qué lugares le llamaron más la atención y porque? Pues el jardín jueves y domingos, porque era la única distracción que teníamos”. (Entrevista 22) (Ma. Eugenia Martínez Segura, 61 años, Femenino, Preparatoria, comerciante, Guanajuato, Gto.).
Los lugares de socialización y cortejo han cambiado, efectivamente las discotecas y recientemente el antro son para estos tiempos.
ENT: ¿Cómo era su familia y sus amigos?
Sra. Pilar: pss que unidos tranquilos
ENT: no les gustaba hacer les gustaba ir Alameda
Sra. Pilar: ándale a la alameda al jardín a caminar ya vez que caminaban dando vueltas y vueltas unos pa allá y otros pa acá.
ENT: ¿era cuando conocían a sus parejas no?
Sra. Pilar: ¡ándale! y luego los muchachos alrededor este… viendo a las muchachas a ver cuál te gustaba.
ENT: ¿usted fue una de esas muchachas?
Sra. Pilar: ¡no! A mí no me gustaba ir a… me invitaban, bueno ya estaba mas grande, ya estaba adolescente, a mi no me gustaba, les decía que no le veía chiste de dar vueltas así y vueltas al jardín.
ENT: ¿y sus amigos se acuerda?
Sra. Pilar: si iban amigas a dar vueltas al jardín.
ENT: ¿cree que ahora, no sé, los jóvenes era son como eran antes? ¿Qué cree que sean diferentes?
Sra. Pilar: que son diferentes ya no son así como antes, que se ponían a dar vueltas andaban las muchachas ahí.
ENT: ahora ya que es el antro y todo eso.
Sra. Pilar: ¡ándale! que vámonos a los antros ya.
(Entrevista 68) (María del Pilar Vargas, 60 años, femenino, primaria, comerciante).
Predomina las formas de las clases altas como cultura ritual en esos espacios, la circulación de personas en ese mercado simbólico del afecto esta mediado por códigos de clase: la ropa, con quien se junta, si tiene dinero, ¿a donde ha ido?, ¿dónde estudia?, si es guapo. En el caso de las mujeres, si esta “buena” y/o “bonita” le permite posibilidades de tener movilidad social. El cuerpo sigue siendo el objeto de atracción en los hombres, la mujer que tiene un bonito cuerpo tiene un capital simbólico en el campo del antro. El desden es un recurso utilizado en ese mercado simbólico, la cotización de las personas tienen que ver con sus apellidos de clase, la emulación de comportamientos es una estrategia de mimetismo entra aspirantes de clase y las clases altas, los productos residuales son para los jugadores con poco capital simbólico y económico. El noviazgo se da en este entramado.
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