Inmaculada Concepción Pérez Parra
Juan Manuel García Barea
jmgarciabarea@gmail.com
Principales palabras: necrópolis, locus sepulchri, postmortem, incineración,
cremación, columbario e inhumación.
La organización del espacio de las necrópolis
Durante la etapa romana los espacios urbanos fueron organizados según las necesidades que requería la población. Es decir, las áreas de habitabilidad ocupaban la mayor parte del núcleo urbano y dentro de ellas podemos diferenciar las zonas dedicadas a la vida política –el foro-, las áreas dedicadas a la economía y la industria –como los mercados-, las zonas destinadas a la religiosidad y las que estaban desarrolladas para la vida social, generalmente las construcciones lúdicas como los teatros, anfiteatros o las termas, entre otras.
Las necrópolis ocupaban un espacio concreto dentro del concepto de ciudad romana que se situaba en los alrededores del núcleo urbano. Pero si acentuamos nuestro análisis espacial dentro de las propias necrópolis hallamos unas áreas diferenciadas: las zonas dedicadas a los enterramientos o locus sepulchri y de otras dedicadas a los rituales postmortem.
Estas subdivisiones se realizaron mediante ejes de construcción que generalmente consistían en muros realizados con sillares, mampostería o incluso restos cerámicos alineados, los cuales dotaban al espacio de la necrópolis de una planificación elaborada que diferenciara, entre otras elementos, las zonas de enterramientos para personas con un mayor poder económico y social, las áreas de monumentos funerarios, los espacios para los enterramientos infantiles e incluso las áreas destinadas a fallecidos romanos o “aculturizados” frente a aquéllos que mantienen ritos culturales prerromanos.
Descripción de los principales rituales de enterramiento.
Los principales tipos de rituales durante la etapa romana suelen ser de dos tipos: incineración o cremación e inhumación.
El rito de la incineración
La incineración es un ritual que mantuvo desde la etapa fenicia hasta la romana debido al bajo coste que requiere, al escaso espacio que ocupa en una necrópolis y a su rapidez de ejecución.
Se pueden dividir en cremaciones primarias y secundarias según el lugar donde se realice la incineración; las primarias son aquellas incineraciones donde el cuerpo del fallecido se cremaba justo en el lugar donde iban a ser depositadas las cenizas mientras que las secundarias consisten en cremaciones que se realizan en un lugar determinado de la necrópolis para luego depositar las cenizas en otros espacio habilitado para ello, como podían ser columbarios o cualquier otro monumento funerario.
Las incineraciones se pueden considerar como ritos en los cuales no es necesaria una preparación del espacio para recibir los restos cremados del fallecido, sin embargo, tanto en la etapa romana podemos observar cómo se podía preparar el terreno mediante una fosa y colocar encima algún elemento de señalización de los restos, como cuberitas de mampuestos, ánforas o cualquier otro material.
En los casos de familias que tienen un estatus social destacado debido a la riqueza económica, patrimonial y política se podían ejecutar monumentos funerarios que trasladaban esa preponderancia a la necrópolis. Es el caso de los monumentos de columbarios romanos o panteones familiares, construcciones que servían como depósito de las cenizas del fallecido. Por supuesto, a mayor rango social de la familia del fallecido mayor será la calidad de los materiales utilizados en estas construcciones e incluso sus dimensiones.
En este último caso son muy características la aparición de urnas cinerarias depositadas en los nichos de los columbarios. Estas urnas pueden estar realizadas en varios materiales, desde la cerámica, el plomo o el vidrio y dentro de las mismas se depositan las cenizas e incluso pueden aparecer restos de ajuares.
Los enterramientos del tipo incineración o cremación son difíciles de datar salvo que en el momento de la excavación de los restos aparezcan elementos que nos indiquen algún espacio cronológico concreto, caso de cerámica en forma de tapadera -como en el caso de ánforas-, ungüentarios, ajuares o monedas.
Los enterramientos en forma de inhumaciones
Otras de las formas más comunes de rituales durante la etapa romana consiste en las inhumaciones, es decir, en colocar el cuerpo del fallecido sobre un espacio físico que en algunos casos está preparado para ese uso. Las inhumaciones difieren de la incineración o cremación en muchos aspectos; por supuesto en que el cuerpo no es cremado o incinerado pero además suelen ser más costosas que el rito anterior, ocupan más espacio en la necrópolis y requieren un ordenamiento más complejo del espacio funerario.
La diversidad de este tipo de enterramiento es muy variada aunque las más comunes que se pueden hallar en una excavación arqueológica son las que se denominan de fosa simple, es decir, inhumaciones que no requieren un trabajo previo muy complejo sino que en el propio terreno se realiza una fosa de cierta profundidad para colocar al cuerpo difunto y después cubrirlo.
La diferencia de este tipo de enterramiento estriba en la cubierta que podemos encontrarnos, pues existen inhumaciones que no tienen una cubierta preparada y sólo lleva la tierra que se ha extraído de la excavación de la fosa, otras que pueden tener una cubierta de tegulae, otro tipo con cobertura de opus, una mixta de conglomerado formado por opus y tegulae e incluso por restos de ánforas, entre otras. La diversidad de uso de tipos de cubiertas está relacionada con las materias primas que podamos hallar cerca de la zona de la necrópolis, la capacidad económica del fallecido e incluso las condiciones culturales de la población.
Por otro lado, una variante de este tipo de rito de enterramiento por inhumación se realiza mediante la colocación del cuerpo del fallecido dentro de una producción cerámica, generalmente un ánfora, para después ser cubierta por cualquier material o simplemente por tierra. Esta forma de enterramiento se da sobre todo en los fallecidos que pertenecen a la población infantil debido al tamaño del cuerpo.
BIBLIOGRAFÍA:
- BLÁZQUEZ J.M.: (1996): España romana. Ed. Cátedra. Madrid.
- GRIMAL P. (1991): Las ciudades romanas. Ed. Oikós Tau. Barcelona.
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