Este artículo busca analizar la cultura de masa como un instrumento de
manipulación y dominación. Desde el sigo XVIIII con el adviento del cine y otros
medios de comunicación, ha sido establecido una alianza invisible entre el
sistema de dominación y la cultura de masa. El cine fue el primer vehículo de
comunicación de masa a presentar una gran especificidad, reunió sonido e imagen,
objetivando un lenguaje y estética universal. La masa entra en contacto con el
mundo de la imagen construida, una realidad delimitada, que es determinada para
el consumo
Palabras-claves: cultura de masa, cine y sociedad.
Lucicleide de Souza Barcelar
Universidad Autónoma de Barcelona
prettyalegria@hotmail.com
Xavier Miro i Fuentes
Universitat Oberta de Catalunya
txaviermiro@gmail.com
Resumen:
La cultura masificada se desarrolló en el corazón de la sociedad capitalista burguesa, al final del siglo XVIIII, y como oposición a la cultura elitista. Amparada por el suporte tecnológico, trajo elementos de dominación, actualizando valores y consecuentemente adaptando al ser humano a su entorno socio-económico.
De acuerdo con Lima (1958:55), la oposición a las modalidades culturales destacadas en periodos históricos pasados, la cultura masificada supone capas y más capas de heterogeneidad.
En este sentido, la masificación se torna posible gracias a los nuevos vehículos de comunicación dotados de un mayor poder de alcance: televisión, revistas, periódicos o cinema… son adoptados para el consumo de todas las clases.
La búsqueda incesante por la universalidad, la mayor aceptación posible de los más diversos públicos, son las premisas de la cultura de masa. La heterogeneidad de los diversos segmentos de la sociedad es influenciada por la padronización de la cultura de masa. Por lo tanto, Benjamin (1980: 192) comenta que la masa es la matriz de la cual emana en el momento actual, toda una actitud nueva con relación á obra de arte, con lo que la cuantidad se convirtió en cualidad.
El sustrato de la masificación de la cultura esta directamente vinculado a la diversión, y sirve de medio para la distracción o entretenimiento. Conforme Marcondes 1985, los medios de comunicación sirven en la medida que absorben las aspiraciones y deseos de grandes contingentes humanos y los devuelve de forma mistificada como puros signos abstractos y vacíos, al envés de proporcionar una verdadera sensación de satisfacción, recrea nuevos deseos.
La recepción de la cultura de masa se da colectivamente a través de la reproductibilidad técnica (Marcuse), “la masa” inmersa por el modismo y los difamaciones de la sociedad de consumo, proyectan valores pre-determinados a las normas de conducta.
2. La masificación de la cultura
Para comprender como se forma la cultura de masa y sus desdoblamientos, partiremos del supuesto que la masificación de la cultura esta asociada a la sociedad consumista, atendiendo a las expectativas capitalistas.
Verificamos que una sociedad de régimen capitalista se desarrolla en la contabilidad racional (como ya postulaba Max Weber), y esta relación es racionalmente efectuada y la acción es racionalmente calculada en términos de capital.
“Racionalización contable, desarrollo tecnológico, reorganización jurídica y política administrativa harmonizada y mano de obra obligada a vender su fuerza de trabajo, estés son los factores de arrancada del triunfo de la economía de mercado” (Lima, 1978: 37).
En la lógica capitalista, la incesante búsqueda del lucro determinará las reglas del mercado. Según Karl Marx el dominio del capital transforma todo en mercancía.
Bajo estos supuestos aparece la manifestación de la cultura de masa, que a través de los aparatos técnicos fue posible un alcance masivo, tanto en población como estratos sociales.
Esta situación dentro de una sociedad capitalista de consumo, forzosamente se orientará a atender los intereses de la clase dominante.
En estas reposará la manifestación de la cultura, encontrando la forma más oportuna de actualizar valores y ejercer el control social, extrayendo el mayor lucro posible de todo ello.
3. El cine y sus implicaciones
El cine nació alrededor del siglo XIX (patentado el 13 de febrero de 1894), con los hermanos Lumière. El invento permitía la exhibición y visionado una superposición de fotografías en formato de bobina y fabricadas en celuloide, y proyectadas a través de una linterna eléctrica.
Tras diversas presentaciones en sociedades científicas, se procedió a su explotación en la primera sesión exhibida para un público comercial, como primer espectáculo de pago el 28 de diciembre de 1895 en París, en el Salon Indien del Grand Café, en el Boulevard des Capucines,
Con ello, pasaran a exhibir y grabar en las calles, plazas y las escenas domésticas del día-a-día, y la imagen en la pantalla era en negro y blanco y no reproducía ningún tipo de sonido.
El 5 de abril de 1896 Georges Miliés realizó y estrenó su primera película con el invento de los hermanos Lumiére. Meliés, proveniente del mundo de la magia y los teatros, asoció el ‘cinema’ al concepto de entretenimiento con un gran éxito de público. Fue tal que por siempre jamás quedó asociando el cine como espectáculo de masas.
Menezes (1958: 131) nos dice que los imitadores de Miliés fueron incontables, y que como consecuencia a tal éxito no hubo nuevas mejoras del cinematógrafo durante los siguientes diez años, e influenciando toda una generación que encontró en el sensacionalismo, la forma definitiva de cautivar al público.
El cine pasó en las primeras décadas, dificultades para se firmar como arte independiente del teatro. Esto fue debido a que después de las primeras películas costumbristas o de situaciones cotidianas, se procedió a adaptar al cinema las grandes obras de teatro. Esta decisión continuó el éxito cosechado, pero también significo que el cine quedaba subordinado al teatro.
Ariano Suassuna hace una analogía entre el cinema y el teatro, descarta la posibilidad de dependencia de un arte respecto al otro.
“El teatro tiene estrecho parentesco con el cinema mas, al mismo tiempo, los dos poseen características propias y diferencias acentuadas. El parentesco principal consiste en el hecho de ambos requieren de espectadores pasivos asistiendo a espectáculo visual por un lado, y de acción desempeñada por personajes por otro” (Suassuna, 1979: 297).
Puntualizando, diremos que el teatro prevalece la acción narrada a través de las hablas y actos de los personajes, valorizando la cuestión verbal y literaria, mientras el cine es más visual y plástico, lo que permite una multiplicidad de acciones.
Vale destacar, que el cine fue el primer vehículo de comunicación de masas a presentar una gran especificidad, reuniendo sonido e imagen, e objetivando un lenguaje y estética universal. La masa entra de este modo en contacto con el mundo de la imagen construida, una realidad delimitada, que es predeterminada para el consumo.
Al pasar del tiempo, el cine pasa a servir de instrumento moral y podemos citar diversos nombres de la vanguardia cinematográfica que invirtió para liberarlo del juego de las otras artes: el americano David W. Griffith, marcó en la historia del cinema con la innovación de mover la cámara, hacer ángulos y planos, y escribió películas con fondo de moral, entre los que citamos “El nacimiento de una nación”.
A partir de 1920 despunta la edad del oro, marcada por las obras de Sjostram “A carroça Fantasma”, Fritz Lang con el “Vampiro”, o “El Acorazado Potekin” de Eistein. En 1931 es lanzado “Luces de la ciudad” Charlie Chaplin, alargando de esta forma la Edad de Oro.
Con la revolución sonora, y con el fin de la década de los años 20, se inicia un periodo marcada por la mejora técnica del sonido en los filmes. Algunos cineastas tuvieron dificultades para introducir la nueva técnica sonido al no saber diferenciar las habilidades expresivas de las habilidades verbales de la narrativa de la propia historia, dejando de recaer el 100% de la película sobre el entorno visual.
“Puedo decir que detesto los sonidos. Ellos han venido estropear el arte más antigua del mundo, el arte pantomima. Ellos aniquilan la gran belleza del cinema actual, destruyendo la corriente que conduce los actores para la popularidad y los amigos del cinema para los llamamientos de la belleza. La belleza plástica es lo que más importa en el escenario: el cine es el arte pictórico” (Menezes, 1958: 137).
Como decíamos, esto ocasionó que algunos cineastas pararon su actividad debido a que no se identificaban con las nuevas condiciones del cine. Podemos destacar Charles Chaplin, que resistió décadas a introducir el habla a sus películas y personajes.
Sin embargo, el público se dio por satisfecho con el nuevo invento, considerando que la sonoridad aproximaba más la película a la vida real.
Del silencio al cine hablado, hasta nuestros días actuales la producción cinematográfica despertó gran aceptación del público: persuadiendo, siendo influenciado y influenciando a la sociedad. El cine merece toda nuestra atención para comprendemos su repercusión a nivel, social, cultural e ideológico:
“Queriendo o no, las películas cambian mas que cualquier otra fuerza aislada, las opiniones, el gusto, el lenguaje, la vestimenta, la conducta y hasta mismo la apariencia física del publico” (Lima, 1978: 322).
Estadísticamente no tenemos ningún dato que corrobore el enunciado, pero, a través de varios estudios y pesquisas de grandes autores, podemos constatar la importancia del cine en la sociedad de cultura de masa. Lo que sin duda estamos de acuerdo es con la afirmación a continuación:
“La recepción a través de la distracción, que se observa crecientemente en todos los dominios del arte y constituye el síntoma de transformaciones profundas en las estructuras perceptivas, tiene en el cine su escenario privilegiado” (Benjamin, 1980:194).
La masa emerge en el universo fílmico donde la realidad imaginaria se torna una referencia. Podemos ejemplificar a través de las grandes producciones cinematográficas, a aquellos artistas principales que disponiendo de unas vidas aturdidas que, a través de la adoración del público, creen ser estos los personajes que interpretan.
Un ejemplo trágico fue el de Johnny Weissmüller, nadador olímpico y actor del personaje de “Tarzán de la Selva”, que tras el éxito de sus películas quedó años después hospitalizado en un psiquiátrico por desordenes mentales mientras gritaba el famoso grito que lo lanzó a la fama.
Otro ejemplo de la ‘divinidad’ de los actores lo ratifica la película “Titanic” de James Cameron. Esta tuvo un público global, con lo que todo el mundo se quedó perplejo frente a la historia y sus efectos visuales.
A su vez las espectadores adolescentes se rindieron a los encantos del héroe de la película interpretado por Leonardo di Caprio, derivando en una moda estética para hombres de dicha generación, una red de consumo de productos y marcas asociadas (en las que incluso los protagonistas han visto lanzadas sus carreras), con ventas de revistas, periódicos, fotografías, impresos, videos, cd de la banda sonora… todo un mundo de ‘marketing’ relacionado a la película.
4. A modo de conclusión
El cine fomenta gustos y forma de ser y de vivir de la gente, Morin (1977) comenta que la cultura de masa es producto de una dialéctica producción-consumo, en el centro de una dialéctica global, que es la sociedad en su totalidad. Por lo tanto, vemos el cine como mediador de esta dialéctica en el seno de la sociedad.
Conforme vemos, la masificación del cine funciona como una “red” para el consumismo, despertando necesidades en la masa que busca en la adquisición suprimir los deseos y realizaciones abstractas. Por lo tanto entendemos que es un medio de dominación y manipulación de las elites sobre la masa.
Es admirable que la gente en pleno siglo XXI se deje seducir por el cine como forma de vivir. En este siglo de historia han cambiado costumbres, hábitos, modas, tendencias, gustos, creencias… no es una especulación. Es una realidad.
¿Cual es el futuro del cine? ¿Hay alguna manera de condicionar o controlar todos estos valores externos a nuestra sociedad?
Sin duda, parece ser una cuestión que seguro merece una reflexión.
Bibliografía
Adorrno, T. (1980). Teoria dialética da música e a regressão da audição. Os pensadores. Ed: Abril: SP.
Benjamin, W. (1980). A obra de arte na época de suas técnicas de reprodução. Os pensadores. Abril cultural: SP.
Freitag, B. (1988). A teoría crítica ontem e hoje. Brasiliense: RJ.
Heller, A. (1986). A estética de George Lucáks. Ano I, nº 2, Ed. Novos Rumos: SP.
Horckheimer, M. (1990). Teoria Crítica. Trad. Hilde Cohn. Perspectiva: SP.
Lebel, J.P. (1980). Cinema e ideologia. Ed Mandacaru: SP.
Lima, L.C. (1978). Teoria da Cultura de Massa. Editora Paz e Terra: RJ.
Marcondes, C. (1985). A linguagem da sedução. A conquista das consciências pela fantasia. Ed. Perspectiva: RJ.
Marcuse, H. (1997). Cultura e Sociedade. Vol. 1. Tradução: Wolfgang Leo Maar et alii. Paz e Terra: RJ.
Menezes, J.R. (1958). Os caminhos do cinema. Ed. Agir: RJ.
Morin, E. (1977). Cultura de massas no século XX: O espírito do tempo. Ed. Forense Universitária: Rio de Janeiro.
Pimentel, M.(1994). Terral dos sonhos: O cearense na música popular brasileira. Ed. Sec. Da Cultura e desportos do Estado do Ceará, Multigraf: Fortaleza.
Suassuna, A. (1979). Inciação à estética. Editora Universitária: Recife.
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