El origen de la teoría del apego se remonta a los trabajos etológicos de Lorenz
con patos silvestres. Según la observación de este autor, se notaba en los patos
cierto apego entre la madre y sus crías minutos después de los nacimientos;
dicho lazo duraría gran parte de la vida biológica del animal (Bowlby, 1986;
1989). Con estas observaciones en mente, John Bowlby intentó crear un corpus que
verificara experimentalmente los supuestos libidinales entre madre e hijo
propios de la literatura psicoanalítica. En la actualidad el apego puede ser
definido como “toda conducta por la cual un individuo mantiene o busca
proximidad con otra persona considerada como más fuerte. Se caracteriza también
por la tendencia a utilizar al cuidador principal como una base segura, desde la
cual explorar los entornos desconocidos, y hacia la cual retornar como refugio
en momentos de alarma” (Vemengo, 2005: 1).
Según R. Emanuel el origen de la angustia es la potencial separación entre el
sujeto y el objeto-amado cuyo inició empezó como bien lo ha señalado Bowlby en
los comportamientos de apego entre el niño y su cuidador; “el sistema de
comportamiento de apego es una organización neurobiológica que existe en el
individuo, la cual supervisa y evalúa las situaciones y sucesos con el fin de
mantener la sensación interna de base-segura y de confianza, buscando la
proximidad o contacto con un individuo concreto que le ofrece cuidados, al que
se denomina la figura a la que se tiene apego” (Emanuel, 2001: 20).
Maximiliano Korstanje
maxikorstanje@hotmail.com
Una de las primeras investigaciones que hacen referencia a la relación entre el apego materno y la conducta del infante, las condujo M. Ainsworth en laboratorios externos en Estados Unidos y África. Según los resultados del estudio, cada vez que el niño se despegaba de la madre por un lapso de tiempo y luego se volvía a reunir con ella experimentaba una serie de comportamientos y sentimientos que fueron clasificados como seguro, ansioso evitativo y ansioso resistente (Ainsworth, 1974) (Vemengo, 2005) (Bowlby, 1989) (Casullo, 2004).
Años antes, en 1972, Anderson había demostrado según un estudio que durante el segundo o tercer año de vida un niño raramente se aleja de su madre más de sesenta metros antes de retornar. Si la pierde de vista, olvida la exploración ya que su deseo es volver con ella. Si el niño es pequeño atraerá la atención “haciendo berrinches” pero si es un niño de más edad emprenderá una búsqueda hasta dar con ella nuevamente (Anderson, 1972). En base a esta observación Bowlby intuye que “podemos entonces dar por sentado que la conducta que lo aleja de su madre hacia el vasto mundo- que se denomina correctamente conducta exploratoria- es incompatible con la conducta de apego y tiene menor prioridad. Así, sólo cuando la conducta de apego está relativamente inactiva, tiene lugar la exploración … a medida que un individuo se hace mayor, su vida continúa estando organizada del mismo modo, aunque sus excursiones se vuelven continuamente más prolongadas en el tiempo y en el espacio …Durante la adolescencia pueden durar semanas o meses, y es probable que se busquen nuevas figuras de apego … todos nosotros, desde la cuna hasta la tumba, somos muy felices cuando la vida está organizada como una serie de excursiones, largas o cortas, desde la base segura proporcionada por nuestra figura de apego.” (Bowlby, 1989:78).
Posteriormente, M. Main, en 1985, se ocupó de realizar ciertos estudios donde se observaban ciertas correlaciones teóricas tomando como base las entrevistas con algunos padres y madres sobre sus experiencias propias y la relación con sus hijos. La autora encuentra tres formas de apegos combinadas a) seguro-autónomo, b) inseguro-desatendido, c) inseguro-preocupado (Main, 2001). Los puntos expuestos, van a ser tomados por Bowlby para la construcción de su teoría sobre la base segura según por la cual, cuando el niño se separaba de su madre existían reacciones que se podían diferenciar por procesos mutuamente excluyentes pero integrados: 1) etapa de protesta, 2) etapa de desesperación, 3) etapa de desapego total y resignación. Para Bowlby, estas vivencias poseen una incidencia directa sobre la formación de la personalidad temprana y acompaña las conductas durante toda la vida adulta. Ello se logra por medio de la conformación de un sistema conductual que controla la percepción y la forma de explorar el ambiente. Básicamente, en la niñez la seguridad será garantizada por el cuidador y la respuesta que éste de a los requerimientos del niño; más tarde durante su desarrollo surgirán otras actividades que también le darán seguridad como la competencia y/o habilidades sean intelectuales o atléticas. Por último, en la adultez la lista se extiende a muchos otros factores que inciden sobre la percepción de seguridad del sujeto tales como alianzas, status, riqueza, salud, etc. En este sentido, aún la teoría del apego aplicada al estudio científico en materia de seguridad sigue siendo campo fértil para la exploración en los próximos años (Waters y Cummings, 2000:5-10).
La dinámica evolutiva de la teoría del apego y la base segura, ha sentado las bases para observaciones clínicas de gran importancia en la psicología como así también demuestra un gran potencial con respecto a la capacidad de exploración y a la confianza que conserva el sujeto adulto fuera de su hogar. No obstante, dicha teoría posee dos puntos que ameritan ser analizados críticamente. En primera instancia, no existe un estudio longitudinal que tome toda la vida biológica de un sujeto para explicar la influencia del apego materno en la vida adulta. Los estudios disponibles han sido realizados en lactantes menores a 6 años y retomados en adultos (Waters et al, 2002) (Korstanje, 2008).
En segundo lugar, dicha limitación sugiere que los datos obtenidos no se refieren a una relación causa efecto en el lazo materno, sino como éste último ha sido simbólicamente construido por el sujeto en su adultez. En parte, nada puede asegurar que los problemas clínicos ulteriores sean el inevitable resultado de un trauma originado en la niñez. Si bien, Bowlby pensó la teoría del apego desde una perspectiva psicoanalítica clínica, en la actualidad la teoría se encuentra bajo dos frentes (corriente de psicología clínica vs psicología de la personalidad o social) que no han dirimido sus diferencias, creando dos formas de interpretar el mismo fenómeno. En este sentido, los especialistas clínicos que han tratado a la teoría del apego se han demorado en comprender a Bowlby quien no sólo veía en éste una forma evolutiva sino también simbólicamente mediada por la experiencia subjetiva (Stern, 2000:41-43) (Waters et al, 2002) (Korstanje, 2008).
Tercero, una comparación entre diferentes sociedades confirmó que los tipos de apego varían sustancialmente entre cada una de ellas. En los últimos años, si bien muchos investigadores de todas partes del mundo han aplicado estas escalas en sus sociedades, los resultados fueron totalmente contrarios a aquellos que habían alcanzado tanto Ainsworth como Bowlby. Por ejemplo en Israel la mayoría arrojó un apego inseguro ambivalente; en Japón los resultados fueron similares con una evidente ausencia del apego evitativo. En Alemania, es precisamente el apego evitativo aquel que se distingue por sobre las otras tipologías. (Delgado-Oliva, 2004:77).
En consecuencia, es importante a la presente investigación construir un modelo teórico basado en la metáfora que el útero, el canal de parte y la relación materna puedan guardar con el hogar, el viaje y el destino. R. Spitz llama la atención acerca de la necesidad de estudiar la relación entre niño y cuidador como el origen de toda actividad social, en donde se pasa de un lazo biológico a una transformación de vínculo social. Este hecho ha sido desestimado por gran parte de la literatura sociológica con excepción de G. Simmel (Spitz, 1969: 22). Asimismo, la teoría del apego y la base segura aplicada a fenómenos de consideraciones sociales como la formación de la personalidad y la capacidad de exploración aún continúa siendo un aspecto poco explorado (Waters y Cumming, 2000) (Waters et al, 2002) (Korstanje, 2008).
Dentro de la psicología, ha sido la psicología ambientan una de las ramas que se han dedicado a estudiar la relación que surge de la interacción del hombre con su espacio y la influencia de éste sobre su personalidad y conducta. Un trabajo etnográfico en adultos mayores ha revelado que los conceptos clásicos de seguridad, miedo al delito y victimización deben ser examinados nuevamente y superados. Las cuestiones que hacen a la seguridad y el apego al territorio versan a la presencia o ausencia de “un entramado familiar” y de redes sociales que permitan la contención. Si bien, las entrevistas revelan que ciertos “temores” están ligados al espacio se caracterizan por ser obstáculos contra la movilidad (calles rotas, veredas angostas y colectivos), los entrevistados (mayores de 75 años) se ven más consternados por la enfermedad y la falta de asistencia (vulnerabilidad) que por el delito en sí-mismo (Varela, 2005:166-167). Ello ejemplifica la importancia que los vínculos tienen en el proceso de identidad y apego al territorio. Particularmente, la teoría del apego no sólo se constituye como un punto de unión entre la posición psicoanalítica clásica sobre el vínculo entre madre e hijo, sino que además demuestra experimentalmente, aunque con ciertas limitaciones, la persistencia de ese lazo a lo largo de la vida del sujeto.
Referencias.
Ainsworth M. D. (1974). The Development Of Infant-Mother Attachment. Review of Child Development. Chicago Press, University of Chicago.
Anderson J.W. (1972). Attachment Behaviour out of Doors. Cambridge University Press, Cambridge.
Bowlby, J. (1986). Vínculos Afectivos: formación, desarrollo y pérdida. Editorial Morata, Madrid
Bowlby, J. (1989). Una Base Segura: aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Buenos Aires, Paidos.
Casullo, M. M. (2005). “Vínculo de Apego Romántico en adultos, escala de auto evaluación”. Psico-diagnosticar, num. 14: 53-73.
Delgado-Oliva, A. (2004). “Estado Actual de La Teoría del Apego”. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4:55-69.
Korstanje, M. (2008). “Turismo y Crítica a la teoría de la Base segura en Bowlby”. Revista Electrónica de Psicología Iztacala. Vol. XI (2). Universidad Nacional Autónoma de México. Disponible en www.iztacala.unam.mx/carreras/psicología/psiclin.
Main, M. (2001). “Las Categorías Organizadas del Apego en el infante, en el niño y en el adulto: atención flexible versus inflexible bajo estrés relacionado con el apego”. Traducción en español y re-publicación de Revista de Psicoanálisis, Apertura Psicoanalítica. Número 8.
Spitz, R. (1996). El Primer año de vida del niño. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Stern, D. (2000). El Mundo Interpersonal del Infante: una perspectiva desde el psicoanálisis y la psicología Evolutiva. Editorial Paidos, Buenos Aires.
Vemengo, P. (2005). “Apego”. Revista Psicoanálisis Hoy, num. 4:1-4
Varela, C. (2005) “¿Qué Significa estar seguro?. De delitos, miedos e inseguridades entre los adultos mayores”. Cuadernos de Antropología Social, N 22: 153-171. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Waters, E. et al. (2002). “Bowlby´s Secure Base Theory and the Social/ Personality Psychology of Attachment Style: work in progress”. Attachment and Human Development, vol. 4: 230-242.
Waters, E. y Cummings, E. (2000). “A secure Base From which to explore close relationships”. Child Development, Special Millennium Issue.
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