Para entender los movimientos reformistas que nacieron a lo largo del siglo XV y
XVI hay que comprender, en primer lugar, las circunstancias sociopolíticas de
esa época así como el estado en que se encontraba la iglesia católica.
Nos movemos en una época en la que el Renacimiento estaba en su máximo apogeo.
La sociedad medieval, así como su pensamiento estaba empezando a extinguirse en
toda Europa, si no lo había hecho ya. De esta manera, la sociedad teocéntrica
que propugnaba el medievalismo había sido sustituida por el antropocentrismo
humanista. El pensamiento social y científico ya no giraba en torno a un Dios
Todopoderoso exclusivamente, sino que el ser humano, como ente, había irrumpido
con fuerza en ese pensamiento. Había un nuevo orden. Junto a ello, las ideas y
pensamientos comenzaron a correr por toda Europa gracias a un nuevo invento
surgido el año 1440: la imprenta, creada por Johannes Gutenberg. Este ingenio
facilitó que las copias de los textos se hicieran mucho más deprisa, así como
una menor dependencia de los centros copísticos eclesiásticos. A parte de todo
ello, en el continente, un nuevo grupo social estaba surgiendo: la burguesía. Se
trata de una nueva clase social compuesta, entre otros por comerciantes
enriquecidos. Estos eran partidarios de realizar cambios sociales, y el
humanismo era su mejor refugio. Además, en Alemania, la pequeña nobleza ansiaba
mayor independencia y libertad ante el emperador y ante la alta nobleza, y es
que este grupo estaba empobrecido y la única posibilidad de mejorar su situación
era que se produjesen cambios drásticos en la organización sociopolítica
alemana.
Joaquín Pérez García-Valdecasas
jmariohv@yahoo.es
La iglesia católica, por su parte, no se encontraba tampoco en su mejor momento, ya que la separación entre los humanistas y la Iglesia era cada vez más patente, sobre todo en Italia. El papado, funcionaba como un estado más dentro entre los numerosos que conformaban Europa, se convirtió en una corte y el papa poseía funciones semejantes a cualquier rey, con una concepción del poder más temporal que espiritual. Además, la corte papal estaba más preocupada por cuestiones relacionadas con la política o con el arte que con los problemas religiosos que tenía por delante. Estos problemas estaban relacionados con cuestiones tale como la corrupción eclesiástica, los conflictos entre papado e iglesias nacionales o la formación del clero. Efectivamente, tanto la simonía, consistente en la compraventa de cargos eclesiásticos, como el nicolaísmo –el mantenimiento de relaciones sexuales por parte de los clérigos- estaban a la orden del día. Junto a todo ello, hay que tener en cuenta que el bajo clero apenas tenía formación, mientras que el alto clero vivía una vida de costumbres poco adecuadas que se podían relacionar incluso con la que llevaban los señores feudales. La última de las causas que llevan a la reforma protestante fue la venta de indulgencias. Los perdones y las dispensas eran vendidos por la Iglesia y utilizadas como medio de financiación de las obras que el papado estaba llevando a cabo.
Ante esta situación comienzan a surgir diferentes movimientos que alzan la voz contra estas circunstancias y que supondrán una escisión de la rama católica.
Los Husitas.
Se puede considerar más bien como un antecedente a la Reforma más que como un movimiento reforºmístico. Fue llevado a cabo por Jan Hus (1372-1415) y sus seguidores principalmente desde Praga. Su ideología se puede resumir en los “Artículos de Praga”, que entre otras cosas, reclamaban la libertad a la hora de predicar, la pobreza de los cargos eclesiásticos, la devolución de las tierras de la Iglesia a sus dueños laicos y la no distinción de clase a la hora de perdonar los pecados. Criticaban también la venta de indulgencias. Los husitas se dividieron en dos ramas principalmente, los taboritas –más radicales- y los utraquistas –más moderados- mientras que Jan Hus fue condenado por el Concilio de Constanza a morir quemado en la hoguera el 6 de julio de 1415. Este movimiento dio lugar a las llamadas guerras husitas en Bohemia entre 1419 y 1436, fecha en la que los campesinos taboritas fueron derrotados y en que Bohemia fue devuelta a las creencias católicas.
El luteranismo.
Fundado por el me austino Martín Lutero (1438-1546), fue el movimiento reformista que más trascendencia y relevancia ha tenido. Será el reflejo de las ideas humanistas y antropocéntricas propias del momento en que vivió. El pilar básico que sustenta al luteranismo es que Dios no juzga a las personas por las obras buenas o malas que realicen, sino por su fe, que es el principal motivo de salvación para un cristiano. Es por tanto la justificación por la fe la base de su ideología y por lo tanto la veneración de la virgen o de los santos, así como de las imágenes carecía de sentido. La postura de Lutero se vio afirmada por las 95 tesis que El 31 de octubre de 1517 colgó en las puertas del castillo de Wittenberg y en las que muestra pus principales peticiones. Parte principal de sus críticas contra la Iglesia Católica se fundamentaba en la venta de indulgencias por parte del papado, ya que sólo Dios puede perdonar. Esto le servirá como base a Lutero para rechazar el poder papal como primado religioso y pone en duda la inefabilidad papal. Otra de los argumentos fue la interpretación de la Biblia como única fuente de revelación, por lo tanto cada cristiano es libre para interpretarla o para leerla. De este modo Lutero traduce la Biblia al Alemán en un momento en que sólo podía ser copiada y leída en Latín. Al ser la Biblia la única fuente para el cristiano, los sacramentos perderán su función. Las intenciones de Lutero estaban lejos de fundar o formar una nueva religión, sino que más bien lo que pretendía era comenzar una reforma intensa que llevar al cristianismo a un retorno hacia sus principios fundacionales. Una vuelta a los orígenes de la iglesia primitiva fundad por Jesucristo. Lutero pronto recibió el apoyo de los príncipes alemanes que veían en su ideología un elemento de respaldo para romper con el emperador (fiel defensor de la fe católica) y arrebatar las tierras de la Iglesia. Ante tales circunstancias, el emperador Carlos V llamó a Lutero ante la dieta imperial en 1521 en Worms para pedirle que se retractase de sus opiniones, algo que el emperador y la dieta fue incapaz de conseguir, lo que daría origen a una guerra de carácter religioso en Alemania. Esta guerra concluyó con la Paz de Augsburgo en 1555, en la que se acuerda la libertad de culto en Alemania, en la que los súbditos abrazarán la fe de su príncipe, pudiendo cambiar de residencia si no estaban de acuerdo con ella.
El Calvinismo.
Desarrollado por Juan Calvino (1509-1564) y que tiene en su obra Institución de la Religión Cristiana su principal fuente. La principal característica del calvinismo es la teoría de la predestinación y la teoría teocéntrica de la supremacía de Dios. Así pues, el destino de los hombres estaba marcado por Dios, por lo que el hombre no tenía libertad de actuación. Se trata de llevar hasta las últimas consecuencias las influencias de las ideas luteranas. La predestinación podía eludir una serie de circunstancias para poder alcanzar la salvación eterna; había que buscar las señales la Gracia Divina para saber si se era elegido. De esta manera el trabajo se convirtió en una fuente de salvación. El trabajo ya no es un castigo divino, sino un medio de beneficio. Las ideas calvinistas se llevaron a cabo en Ginebra, donde se instauró una auténtica teocracia de carácter casi dictatorial y puritano desde 1541 hasta 1461. El calvinismo tuvo gran desarrollo por diversos países europeos como Francia, los Países Bajos o algunas zonas de Alemania.
El Anglicanismo.
Originado durante el reinado de Enrique VIII en Gran Bretaña. En un principio este rey se erige como defensor de la fe católica ante la intromisión de las ideas luteranas en Inglaterra. Para entender el cambio en las ideas de Enrique VIII hay que tener en cuenta que cuando llegó al poder se encontró con una hacienda que se encontraba prácticamente vacía, una iglesia poderosa y con gran poder de influencia así como numerosas relaciones de dependencia. Se trataba de comenzar a hacer una reforma desde arriba, por así decirlo. Para comenzar esa reforma necesitaba un detonante que diese pie a los cambios. Ese no fue otro que la negativa del Papa Clemente VII a concederle la anulación matrimonial con Catalina de Aragón. Comienza desde entonces una progresiva separación del poder de Roma. Desde el parlamento comienzan a dictarse normas en contra de la acumulación de riquezas o la sumisión del clero al estado. Unos de los principales teóricos fue Thommas Crammer, que fue nombrado arzobispo de Canterbury y que declara nulo el matrimonio del rey. Este hecho provocó que Enrique VIII fuera excomulgado por el Papa. En 1534 el parlamento británico firma el acta de supremacía, que daba al monarca el gobierno sobre la Iglesia, potestad para luchar contra la herejía y por lo tanto para excomulgar. Poco más adelante se adoptará la obligatoriedad de los súbditos de profesar la fe. El encargo de fundamentar y organizar el nuevo modelo eclesiástico serán las funciones que el rey encargue tanto a Crammer como a Cromwell. Entre las medidas que se llevarán a cabo están la expropiación de las posesiones de la Iglesia. Se culmina así el conjunto de reformas que Enrique VIII había planeado: la desvirtuación del poder papal, la expulsión de las autoridades eclesiásticas hostiles y la confisca de las tierras de la Iglesia, que son vendidas a la pequeña nobleza consiguiendo así su apoyo. Entre las reformas de tipo moral que se llevan a cabo se redactan en los “diez artículos”. En ellos se reorientan los sacramentos, se le concede importancia a las obras de caridad, que ayudan a la salvación. Como elemento de separación del luteranismo se permitirá el culto a los santos y se exigirá el celibato de los sacerdotes. Además se intentará evitar la penetración de la reforma luterana persiguiendo el culto protestante.
Huldrych Zwinglio.
Doctor en teología, Zwinglio (1484-1531) es el máximo representante de la reforma en Suiza. Es partidario de un retorno la primitivismo cristiano. La Iglesia debe alejarse de los caminos que había dado lugar a la actual configuración eclesiástica. Basa su pensamiento en la lectura e interpretación del Nuevo Testamento, al que hace referencia constantemente, así como también al Antiguo Testamento. Entre sus principales teorías teológicas podemos destacar el cambio en la concepción de los sacramentos, interpretados por Zwinglio más como un juramento que como una acción santa. Concederá importancia al sacramento de la Eucaristía (pese a que negaba las transubstanciación), lo que supondrá una ruptura definitiva con los postulados reformistas de Lutero, mientras que en cierta manera coincidirá con Calvino en la voluntad divina más que en la justificación por la fe. Negará también el poder papal, igual que Lutero, a quien admirará por enfrentarse al papado, ya que las iglesias nacionales debían tener cierta independencia de Roma. Por último, otro de los postulados de Zwinglio será la crítica a la veneración de santos y a las reliquias o la ya nombrada venta de indulgencias. Sus ideas tuvieron calado desigual dentro de Suiza, lo que llevó a una guerra interior en el país que acabó con la ejecución del reformador, aunque no a la extinción de sus ideas.
La contrarreforma Católica.
La Iglesia no era ajena a todos estos movimientos que estaban surgiendo a su alrededor, todo lo contrario. Intentó frenar como le fue posible los intentos de reforma, a los que consideró como herejías. La Contrarreforma es también una toma de conciencia de la necesidad de hacer cambios que volvieran a impulsar la fe en Europa. Podemos distinguir dos vías de actuación católica frente a los cambios reformistas: una vía pacífica o intelectual, y otra activa o de acción. La primera vía tiene dos elementos principales, la creación de nuevas órdenes religiosas que combatieran intelectualmente la Reforma, como es el caso de los Capuchinos, los Teatinos, Paulistas, Ursulinas, San Felipe Neri o los Jesuitas. Son estos últimos, la Compañía de Jesús, la principal orden que se enfrente a la Reforma. Fundada por san Ignacio de Loyola, propone la enseñanza, las misiones y el voto de obediencia al Papa como principales argumentos. Pero es sobre todo en el Concilio de Trento donde se organizará la Contrarreforma. Se desarrolla desde 1545 hasta 1563, y es precisamente su larga duración lo que provocó que no se atajaran a tiempo muchos de los movimientos reformistas que se estaban llevando a cabo. En este concilio se debatieron las posturas a tomar así como las posibles soluciones ante los problemas surgidos. Inmediatamente surgieron dos tendencias, una conciliadora con la Reforma que acercara posturas y mantuviera unida al catolicismo y otra postura más conservadora que proponía el mantenimiento actual de la Iglesia y posturas de intransigencia hacia la Reforma Protestante, que fue la postura que finalmente se impuso. Los acuerdos a los que llega el Concilio, son entre otros, el mantenimiento de los siete sacramentos, así como la importancia de los mismos, la exclusividad en cuanto a interpretación de los textos sagrados que tienen las autoridades religiosas, la prohibición de la lectura de la Biblia en lengua vulgar y la importancia del papel del Papa así como si inefabilidad. Se resaltan, además, la importancia de las buenas obras para la salvación, el celibato, la obligación de residencia y evangelización, los registros parroquiales o los seminarios de formación. La otra vía que se lleva a cabo para frenar a la Reforma Protestante, la que hemos llamado vía de acción o violenta, está relacionada con dos aspectos fundamentales: la inquisición y la política de la monarquía de los Austrias. La primera de ellas, la Inquisición se organizará como un elemento para perseguir y castigar a la herejía, así como defensora de la fe católica y del concilio de Trento. Y en segundo lugar el alzamiento de la monarquía de los Austrias, principalmente con el emperador Carlos V y posteriormente con su hijo Felipe II como defensores de la fe cristiana y del poder papal.
BIBLIOGRAFÍA
- Atkinson, James. Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid: Alianza Editorial, 1980.
- Corvisier, A. Historia moderna. Labor. 1991.
- Jones, Martin. La contrarreforma: Religión y sociedad en la Europa moderna. Ediciones Akal.
- Jedin, Hubert . Historia del Concilio de Trento. Universidad de Navarra. 1981
- Oberman, H. Lutero. Madrid, 1991.
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