Resumen: Los empresarios industriales pronto empezarán a preocuparse más allá de
la producción y van a adoptar estrategias patronales de domesticación de los
trabajadores, mediante la elaboración de una serie de políticas sociales fuera
de la fábrica que tienen como misión la reproducción de la fuerza de trabajo que
se desarrollarán frente a las resistencias de la clase obrera.
Palabras clave: disciplina, reproducción, moralización, equipamientos,
necesidades, fuerza de trabajo.
Ignacio Casado Galván (CV)
dphicg@yahoo.es
En efecto, en la disciplina, como modo de observación del trabajo del obrero, exterior al desarrollo del trabajo, la resistencia del obrero sigue siendo posible y además ésta resulta insuficiente para la producción. La empresa capitalista necesita más: un poder continuo, con efecto productivo máximo, con un coste mínimo y ejerciéndose sobre masas importantes de hombres. Para ello se intentan sistematizar las experiencias del control patronal sobre la vida del obrero fuera de la fábrica mediante la creación de una serie de instituciones como viviendas obreras o la enseñanza patronal “que generalmente se atribuyen, a falta de algo mejor a una ideología paternalista, pero que reenvían a una voluntad de disciplinar la fábrica disciplinando su exterior, a una voluntad de reducir toda resistencia obrera mediante una doble estrategia de modelamiento en el taller y en la casa y mediante una estrategia de moralización social.
“Si para el patrón el no-trabajo debía ser reproducción, para el obrero era vida. Esa diferencia, ese desfase: he aquí lo que preocupaba al patrón. Le preocupaba –individualmente- por cuanto de la vida del trabajador podían derivarse problemas de grave y perjudicial incidencia para el trabajo; le preocupaba también –colectivamente ahora- por cuanto de la vida de los trabajadores podían derivarse consecuencias de peligrosa incidencia sobre el orden social” .
Para el patrón era de vital trascendencia controlar al trabajador también fuera de la fábrica, es decir, necesitaba controlar el uso de su salario, (para gestionar su reproducción y la de su familia y conjurar su autoorganización) ya que el trabajador podía hacer uso de él como medio de vida y no como medio de reproducción . Sin embargo esa extensión de poder desde la fábrica hasta la vida le estaba vedada por la misma relación social que instauraba (el régimen liberal), prohibición que estaba obligado a transgredir constantemente, ya que tenía que controlar el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo desde el exterior mediante la moralización del obrero .
De esa necesidad de moralizar al obrero (es decir de asegurar la reproducción capitalista de la fuerza de trabajo) es de donde nacen las políticas sociales. Ese carácter vergonzante las obligaba a “adornarse de los más humanitarios oropeles” presentándose como la solución de las “necesidades sociales”, según una concepción funcionalista que perdura hasta la actualidad y que presupone un sujeto inconsciente subyacente a la necesidad social y que la determinaría en forma secreta:
“el reformador y su varita mágica han transformado al obrero y a su condición históricamente constituida- ...¡en consumidor! Los equipamientos no serían otra cosa, entonces que funciones de “necesidades” sentidas y demandadas por un sujeto que vive para el capital. Mejor dicho que no vive, que se reproduce, que reproduce al capital. A partir de ese instante abandonamos las turbias y ricas aguas del desfase entre vida y reproducción, y entramos en una ensenada tersa y límpida. En esas nuevas aguas, todo el problema del reformador burgués se limita a interpretar fielmente las necesidades sociales y a poner a punto las instituciones adecuadas para satisfacerlas. El estado oráculo de los tiempos modernos sería el encargado de hacerlo” .
Por tanto es necesario replantear las necesidades sociales, éstas desde el punto de vista de Marx solo pueden ser individuales y subjetivas: “la identificación entre interés general y necesidad social es completamente ajena a la concepción de Marx considerada en su conjunto” . La génesis histórica de las necesidades sociales no puede interpretarse como una secuencia lineal, sino como un bucle de interacciones múltiples y de múltiples sentidos.
“La condición obrera y las necesidades que de ella surgen de un lado, y las estrategias burguesas de reproducción de la fuerza de trabajo de otro, y se enfrentan en el terreno de la definición misma de las necesidades sociales. [...] convierten a las necesidades sociales en el producto cambiante de la tensión que las enfrenta: ni simple trasunto de la condición obrera ni producto simple de las políticas sociales, aquellas necesidades emergen, más bien, como lo que está en juego” .
Las políticas de gestión de la reproducción de la fuerza de trabajo, las políticas sociales, encuentran su fundamento en las contradicciones de las sociedades capitalistas y evolucionan históricamente con los conflictos de clase. Se reformulan constantemente en torno a dos registros cambiantes. Uno los reformadores burgueses y el Estado que reformulan las “necesidades obreras” según sus propias necesidades de reproducción de la fuerza de trabajo, lo que explica la indiferencia o el rechazo con que los obreros recibieron sus reformas .
Pero en segundo lugar también algunas de esas invenciones pasan a formar parte de la subjetividad obrera y de sus reivindicaciones: “a partir de un determinado momento, el movimiento obrero parece haberse apropiado –y parece haber reivindicado la satisfacción- de algunas de esas “necesidades” definidas, para los trabajadores, por los reformadores burgueses y el Estado [que] acotan así el espacio mismo de la reivindicación obrera” . De esa manera son algunas organizaciones de vocación obrera los agentes de las reformulación de las necesidades obreras en los términos definidos por las políticas sociales burguesas .
Esas estrategias se ensayan históricamente en el problema del pauperismo, el pobre se convierte en el objeto central de las políticas sociales, ya que para la burguesía el obrero era, ante todo, un pobre, real o virtual . Se transforma el concepto tradicional de pobreza y con él su modelo de gestión, se abandonará el concepto de asistencia y se sustituirá por el de la previsión: nadie debe ser ayudado si no se ayuda a sí mismo, con el tránsito entre ambos que supone la filantropía.
“De un lado, pues, la asistencia no hacía otra cosa que reproducir incesantemente los problemas que trataba de gestionar. De otro, sin embargo, los peligros económicos y sociales de una reproducción libre de la fuerza de trabajo y de una gestión privada de los medios de vida, impelían –incluso a la burguesía más ferozmente liberal- a intervenir sin tregua en el problema del pauperismo. Se plantea entonces una solución de compromiso: intervenir selectivamente. Lo cual equivalía a diferenciar a los “buenos” y a los “malos” pobres” .
El carácter de estrategia patronal para la gestión de la reproducción de la fuerza de trabajo se explicita claramente ya que el trabajo es el punto central de todas esas políticas sociales, convertido en instrumento de prueba para la clasificación de los pobres e, incluso, como terapia para corregir el crimen de la pobreza.
Esa concepción maltusiana fue aplicada en Gran Bretaña por medio de las workhouses imponiendo a los pobres el trabajo obligatorio. Pero en aquellos otros países en los que una tradición de signo católico vedaba tales procedimientos se recurrió a la clasificación de los pobres siempre con el mismo criterio de clasificación: la relación con el trabajo.
La filantropía es el concepto que permitió esta injerencia en las vidas de los individuos (ese programa de moralización, de ortopedia, de creación de buenos y disciplinados trabajadores) sin derribar todo el edificio liberal ya que diseñaba un espacio preciso de intervención: “estratégicamente localizado en el bucle que conduce del individuo al Estado y de éste a aquel” .
Será sustituida ya en el siglo XX por el estado de los equipamientos, el welfare state, con sus intervenciones masivas en el terreno de las subsistencias, la vivienda obrera, la asistencia educativa y sanitaria... que refleja una estrategia burguesa de conjunto diferente , pero que en cierto modo ya estaba prefigurado en la propia evolución de la filantropía ; con el estado de .los equipamientos asistimos a una radical transformación de las relaciones entre poder y derecho: es un paso importante en la ampliación a derecho del poder social de la burguesía.
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