Palabras clave: minería, carbón, yacimientos, pozos, cielos abiertos,
siderurgia.
Ignacio Casado Galván (CV)
dphicg@yahoo.es
Resumen: La minería del carbón ha tenido una gran trascendencia en la
transformación social y económica de la provincia de León. Las cuencas
carboníferas de León son una serie de cuencas geológicamente independientes que
se distribuyen al sur de la Cordillera Cantábrica, que los separa de los
yacimientos asturianos de los que representan su continuación, en una franja
longitudinal discontinua. Salvo singulares excepciones, hasta la primera década
del siglo XX los propietarios de las explotaciones hulleras leonesas se
dedicaron solamente a explotar, con los sistemas más simples y económicos
posibles, los yacimientos más superficiales. Solo paulatinamente se fueron
usando pozos verticales en algunas cuencas y fue sobre todo después de la guerra
Civil cuando numerosas empresas se deciden a la reconversión de sus
explotaciones. Desde finales de los setenta la minería a cielo abierto se
generalizó como sistema de explotación del carbón en todas las cuencas.
Cuando nos referimos a la minería en la provincia de León lo asociamos a la minería subterránea del carbón, a pesar de que en la provincia se han explotado otros muchos minerales y metales, desde la antigüedad cuando la minería romana del oro, tuvo un gran desarrollo (las Médulas, Teleno...). Y es que aunque se han explotado (y se explotan) diveros minerales (wolfram, caliza, talco, cinabrio, espato fluor, cuarzo…) la importancia de la minería del carbón viene dada por la gran trascendencia que ha tenido en la transformación social de la provincia a causa de la gran demanda de este mineral producida por el proceso industrializador y su necesidad de energía abundante y barata. Directamente vinculado a la explotación del carbón tenemos que considerar la también importante, aunque menor, minería del hierro que con el antecedente de su uso protoindustrial de las ferrerías bercianas va a ser explotado con destino a la industria metalúrgica. La presencia de dos de los elementos más característico de la denominada revolución industrial en la provincia como son el carbón y el hierro y que su explotación no haya conducido a un mayor desarrollo industrial es uno de los factores que ha conducido a hablar de un modelo de "desarrollo" dependiente, es decir, esos recursos son explotados en función de los intereses del capital procedente de otras regiones, ya sean nacionales o extranjeras, lo que explica su propio subdesarrollo (González García, 1975).
Los yacimientos carboníferos
Las cuencas carboníferas de León son una serie de cuencas geológicamente independientes que se distribuyen al sur de la Cordillera Cantábrica, que los separa de los yacimientos asturianos de los que representan su continuación, en una franja longitudinal discontinua que continua en la provincia de Palencia, en las que se explotan hullas y antracitas y los tipos de carbón intermedios:
"El que los terrenos productivos estén fraccionados en numerosas cuencas aisladas y relativamente pequeñas, y por tanto de valor industrial desigual, y por otra parte se trate de una cuenca hullera o antracitera, son factores indispensables para explicar la entrada de cada una en el ciclo económico, la atracción de capitales y, en consecuencia, el volumen de producción que cada una alcanzó" (Cortizo Álvarez, 1977, 67).
Desde ese punto de vista podemos dividir estos yacimientos en varias cuencas :
- Cuenca de Villablino, principal cuenca hullera, aunque también presenta una relativamente importante cantidad de antracita, situada en el valle de Laciana forma una faja de 20 Km. de largo por 4 de ancho. Se han contabilizado hasta cuarenta capas de potencia variable (entre 0,5 y 2,3 metros), pero más numerosas las estrechas, con frecuentes pliegues o fallas que dificultan su explotación.
- Manchón de El Bierzo, extensa zona antracitera con enormes diferencias en el terreno y numerosos pliegues, estrechamientos y demás accidentes por lo que produce muchos menudos. Podemos subdividirla en:
- cuenca de Fabero-Sil: extremo occidental del manchón que constituye un criadero de antracita de gran calidad, con capas de gran horizontalidad salvo en los bordes que presentan una mayor dislocación
- el resto del manchón está fraccionado en numerosas subcuencas y presenta una irregularidad más acusada: Tremor de Arriba, Torre del Bierzo, Albares, Igueña.
- Cuenca de La Magdalena, prolongación oriental del manchón berciano llegando hasta Carrocera en su límite E. Contiene una decena de capas de hasta un metro de potencia de carbón limpio, compacto y excelente para coque. Su estrechez y escaso relieve obliga a su explotación por pozos.
- Cuenca de Ciñera-Matallana, zona hullera de unos 55 km2 y situada a 30 de León con dos zonas diferentes: la de Ciñera-Sta. Lucía de cinco capas de gran espesor (de hasta 80 y 90 m.) y la de Matallana con treinta capas aunque más estrechas
- Manchón de San Emiliano y Busdongo, situado al norte de la provincia de león en el límite con la de Oviedo ocupa una gran longitud (desde San Emiliano hasta el río Esla) con lo que la calidad del combustible varía mucho de unos puntos a otros. Los frecuentes levantamientos calizos que dividen y alteran el terreno han dificultado históricamente su explotación.
- Cuenca de Sabero, cuenca de pequeña extensión superficial (principalmente el valle del mismo nombre y también desde Boñar al río Esla) pero de gran concentración de capas que produce hullas semigrasas de llama corta, el tipo idóneo para fabricar coque.
- Manchón de Valderrueda, franja carbonífera aislada que comienza en Prado de la Guzpeña y se adentra en la provincia de Palencia, se divide en tres zonas cada una con características diferentes: Prado (de capas de hulla muy inclinadas, las más anchas mezcladas con pizarras), La Espina (de capas más estrechas de hullas magras y antracitas) y Besande (de capas muy plegadas y rotas e importante proporción de menudos).
Los carbones leoneses, como la generalidad de los españoles, presentan una elevada proporción de menudos, lo que provocó, junto a una explotación poco cuidadosa, la producción de unos combustibles sucios y de mala calidad, hasta que se comenzó a someter a estos carbones a una serie de operaciones previas a su venta: el clasificado según sus dimensiones y el lavado. Una última manipulación previa a la venta es la aglomeración a la que se ven sometidos los menudos, para crear briquetas y ovoides, que, así, a partir de la aparición de la demanda ferroviaria y de la industria metalúrgica no van a ser ya desperdiciados. “Esta última operación junto con la obtención de coque metalúrgico y de subproductos derivados de la destilación de la hulla, conforma lo que so conoce en minería como ramo de beneficio, por oposición al ramo de laboreo, donde se engloban el arranque y extracción de los minerales” (Sen, 1993, 27).
Yacimientos de hierro.
Se trata fundamentalmente de dos yacimientos próximos situados entre Ponferrada y Astorga. El mayor denominado Coto Wagner tiene una longitud de 22 kilómetros paralelo a la línea férrea Madrid- La Coruña en los términos municipales de Molinaseca, Albares y Rbanal del Camino y sus yacimientos se dirigen de noreste a sudeste, con una anchura total que oscila entre los 50 y los 500 metros. En la memoria anual de la MSP propietaria del yacimiento consta: “Se trata de una excelente materia prima apta para ser tratada en una instalación siderúrgica y en cantidad suficiente para atender un iumportante negocuio de exportación” (Vega Crespo, 2003, 52)
Durante mucho tiempo la minería leonesa se enfrentó a una inadecuada dirección de los trabajos y a una incorrecta aplicación de los sistemas de explotación: “Salvo singulares excepciones, hasta la primera década del siglo XX los propietarios de las explotaciones hulleras leonesas se dedicaron solamente a beneficiar, con los sistemas más simples y económicos posibles, los yacimientos situados sobre el nivel hidrostático, aprovechando los grandes desniveles que se presentan en algunas cuencas tanto para las labores de preparación y extracción como para el transporte interior, desagüe y ventilación de las minas” (Sen, 1993, 28).
Hecho determinado por los abundantes yacimientos explotables por encima del nivel de los valles y, sobre todo, por la ausencia de una demanda constante que desaconsejaba el empleo de capitales para desarrollar métodos más sofisticados. Además esas capas superiores fueron explotadas sin ninguna sistematización, con las únicas excepciones de algunas sociedades importantes de breve vida como la Palentino-Leonesa de Minas en la cuenca de Sabero, la Sociedad General del crédito Mobiliario Español primero en el manchón de Valderrueda o la La Ventajosa en Matallana y Otero de las Dueñas.
Este sistema de labores de montaña continuó siendo predominante incluso en el siglo XX, pero paulatinamente se fueron usando pozos verticales en algunas cuencas, ya en el XIX El Crédito Mobiliaria había realizado este tipo de pozos en Valderrueda (1864 o 65 dos pozos de 82 y 80 m. de profundidad por 4 de diámetro); entre 1907 y 1909 Hulleras de Sabero y anexas puso en funcionameiento el pozo La Herrera; la Hullera Vasco-Leonesa inició en 1928 el pozo Ibarra en su grupo de Ciñera que empezó a funcionar en 1931; en 1932 Diego Pérez Campanario, fundador de Antracitas de Fabero S.A. profundizó un pozo de 105 m. en sus concesiones.
Pero fue sobre todo después de la guerra Civil cuando numerosas empresas se deiden a la reconversión de sus explotaciones. En 1941 entra en funcionamiento un pozo vertical en la mina Carmen en Carrocera, propiedad de la Hullera La Magdalena, la MSP abrió un pozo en 1945 y otro en Villablino en 1949; Hulleras de Sabero comenzó un nuevp pozo en 1942 en Sotillos de Sabero pero tardó varios años en entyrar en funcionamiento; Antracitas de Fabero disponía en 1946 de un pozo de 150 m. y Minas del Bierzo estaba abriendo otro en 1947 pero con graves dificultades paera obtener cemento. En los años cincuenta se perforaron otros cinco pozos: Eugenio Grasset en Valderrueda, Sociedad Hullera Oeste de Sabero en Sabero, la MSP en Villablino, y la Hullera Vasco-Leonesa en Ciñera.
“A modo de resumen podemos apuntar que, pese a la creciente necesidad de realizar pozos verticales para el mejor aprovechamiento de los recursos situados a mayor profundidad, algo en lo que insistieron reiteradamente los responsables de la Jefatura Provincial de Minas, éste fue un sistema adoptado solamente, salvo contadas excepciones, por las ttres principales sociedades –Hulleras de Sabero, Minero-Siderúrgica de Ponferrada y Hullera Vasco-Leonesa, mientras que el resto continuaron desarrollando las labores de acceso y preparación por el método de labores de montaña” (Sen, 1993, 37).
Desde finales de los setenta la minería a cielo abierto se generalizó como sistema de explotación del carbón en todas las cuencas (Redondo Vega, 1988, 53 y ss.). Y sobre todo a partir de los años ochenta sobre todo en la antracita sector en el que las empresas han tendido cada vez más a explotar a ciel.o abierto para compensar los malos resultados de sus minas de interior, ya que en esta forma de explotación el carbón se extrae desde el exterior y de forma totalmente mecanizada por lo que la productividad es mucho mayor que en la minería subterránea (Vega Crespo, 2003, 232). Pero no tiene en cuenta los costes ambientales de una forma muy agresiva hacia el paisaje por lo que han contado en numerosas ocasiones con la oposición vecinal a la apertura de estas canteras.
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