Eva Maria Rodriguez Cobos
jmariohv@yahoo.es
Una constante en nuestra sociedad es,
desafortunadamente, escuchar en los medios de comunicación que se ha
producido un accidente de tráfico o que un vehículo ha atropellado a
un peatón, y, por lo general, los desgraciados protagonistas de
dichos accidentes suelen ser jóvenes. De hecho, la DGT es consciente de que la
gran asignatura pendiente es disminuir la siniestralidad juvenil en nuestras
carreteras.
Los accidentes de tráfico son la primera causa de mortalidad en España para el
grupo de entre 15 y 29 años. Los jóvenes de 15 a 24 representan el 12,7 por
ciento de la población española y el 11,8 del censo de conductores, a pesar de
lo cual suponen el 22 por ciento de los fallecidos y el 26,5 de los heridos
graves, según el último informe del Observatorio Nacional de Seguridad Vial.
Dentro de este grupo, son los jóvenes de 18 a 20 años los que presentan la mayor
tasa de mortalidad: 271 muertos por millón de habitantes.
Todos nos acordamos de noticias tales como:
“Han muerto 106 personas esta Semana Santa”
“El caso que hoy damos a conocer es el del conductor del camión que mató a dos jóvenes de 21 años en Cantabria al invadir el carril contrario y que ha sido condenado únicamente a 500 euros de multa”
“Cada vez más espectáculos bochornosos, como el del vecino de Vigo que ha perdido 113 puntos, la licencia y sigue circulando impunemente”
El autor de un atropello múltiple en Oviedo pasará, gracias a los beneficios que le concede la ley, 7 años en prisión de los 39 a los que fue condenado.
De hecho, podríamos seguir recordando noticias de accidentes de tráfico hasta cansarnos de ver lo absurdo de dichas muertes. Se hace cada vez más patente la necesidad de educar a la sociedad en educación vial, y, como no podría ser de otra forma, dicha educación debe comenzar en la escuela.
Los docentes estamos cada vez más acostumbrados a ver como algunos de nuestros alumnos sufren accidentes de moto, a verlos circular por la calle a toda velocidad y sin el casco o a llevar el MP4 puesto cuando van circulando. Es, sin duda, una cuestión de educación vial, pero también de educación moral y cívica, de educación para la salud y de educación del consumidor. Es evidente, que cuando un conductor no respeta las señales de tráfico está poniendo en peligro a otros conductores y a peatones, no tienen una conciencia cívica y de respeto hacia otros ciudadanos que van con precaución y que no merecen que pongan sus vidas en peligro. También, cuando uno incumple las normas de circulación, está poniendo en peligro su propia salud y no son conscientes de la posibilidad de padecer un accidente grave que les postre en una cama para el resto de sus vidas. Por último, aunque no menos importante, están esos casos de padres que compran motos o coches a sus hijos como recompensa a unas buenas notas, simplemente a unos aprobados o, a veces, para ver si así en la siguiente evaluación no suspenden ninguna asignatura. Todo ello, sin asegurarse primero de que sus hijos serán conductores responsables y que no constituirán un peligro para ellos mismos y para los demás.
Por otra parte, he sido testigo, como docente, de adolescentes que chantajean a sus padres para que les compren una moto. El chantaje no es otro que cambiar aprobados por moto. Sin embargo, la opinión de los docentes suele ser que los padres no deben ceder a ese chantaje ya que es obligación de los adolescentes estudiar, como es obligación de sus padres trabajar. Estudiar es su trabajo y deben hacerlo pensando en la superación personal y en su futuro académico y laboral y no en voy a hacer lo justito para que me compren una moto. Es razonable pensar, que dicha mentalidad es típica de adolescentes inmaduros y egoístas y que, como tales, no serán conductores responsables. El conductor debe ser una persona madura, cualificada sobradamente, responsable y con conciencia, de lo contrario estamos creando verdugos y víctimas de carretera.
Es cierto, que en los últimos años se han intentado establecer medidas de choque contra los accidentes de tráfico, tales como el “carnet por puntos”. Pero es indudable que, tras las medidas adoptadas por la Dirección General de Tráfico para la disminución de los accidentes en carretera, los muertos se siguen contando por centenares. ¿Algo falla, no?
Sin duda, tres de esos fallos son:
1.Una insuficiente educación en valores, que la introducción de los temas transversales en el currículo intenta paliar desde el ámbito escolar.
2.El mal estado de las carreteras, que es responsabilidad de las autoridades políticas correspondientes. De hecho, fomento reconoce que las carreteras españolas están en mal estado y que es necesario un plan de renovación de autovías y carreteras principales.
3.Un código penal que no asusta a nadie, que es responsabilidad del gobierno. Ciertos hechos relacionados con la conducción en España que son de carácter delictivo, tales como ir a 200 km por hora por la carretera, sobrepasar con creces el nivel de alcohol permitido, darse a la fuga después de atropellar a alguien…, deberían penalizarse severamente y cumplirse las condenas íntegramente.
Así pues, podemos sacar tres conclusiones:
Debido a todo esto, el servidor: plataformaponlefreno@antena3tv en su plataforma ciudadana “Ponle freno” está animando a los ciudadanos a que denuncien el mal estado de las carreteras, los puntos negros o cualquier otro inconveniente. En su página web se publicó un decálogo con diez recomendaciones cuando se sale de viaje:
10 CONSEJOS ÚTILES A LA HORA DE VIAJAR
1 Revisa el estado de tu vehículo antes de salir de viaje.
2 ¡Ponte el cinturón, delante y detrás!
3 El casco es la vida.
4 Los niños, siempre bien abrochados en su silla.
5 Peatón, transita y cruza siempre por los lugares seguros.
6 La velocidad, la justa.
7 Ni un sorbo de alcohol.
8 Evita utilizar el móvil aunque tengas instalado el sistema de manos libres.
9 El navegador se programa con el vehículo parado.
10 Descansa e hidrátate.
No obstante, y aunque la mayoría de los ciudadanos, docentes entre ellos, estén de acuerdo en penalizar severamente actos delictivos al volante y en el hecho de que las condenas se cumplan íntegramente, los docentes tenemos como lema que “es mejor prevenir que curar”, y supongo que mucha gente estará de acuerdo. Para ello, desde el colegio, hay que fomentar una mayor educación en valores, que desde la Educación Vial se concreta en los siguientes objetivos:
Adoptar conductas, actitudes y hábitos de seguridad vial.
Observar distintos hábitos de seguridad vial y realizar trabajos de seguimiento ante dichos hábitos, trazando posibles vías de actuación mediante la elaboración de propuestas, con sentido crítico y responsable.
Conocer distintas señales de tráfico y saber andar correctamente por las vías más comunes de su entorno: calles, plazas, carreteras…
Saber comportarse cuando van en un vehículo público (típico en excursiones escolares)
Conocer los medios de transporte.
Estudiar su entorno más cercano para ver el número de accidentes de tráfico, sus causas y sus posibles futuras vías de prevención.
Estos objetivos constituyen una nueva forma de trabajar en el aula, ya que favorecen actividades de concienciación en grupo: actividades de fomento de la cooperación, el respeto o la tolerancia, de toma de conciencia y de desarrollo del espíritu crítico.
Sin embargo, el trabajo que debemos realizar para que nuestros jóvenes se conviertan en ciudadanos responsables, justos y autónomos no acaba en el aula o en el recinto escolar. Es importantísimo, que cuando llegan a casa, su entorno más cercano, el familiar, apoye y fomente este tipo de educación, por ejemplo cuando salen con ellos a pasear. Y por último, que la sociedad en general, nosotros los adultos, el referente más directo de los jóvenes, demos ejemplo cuando conducimos y llevamos menores: no saltarse un semáforo en rojo, no exceder los límites de velocidad, no consumir bebidas alcohólicas, no hablar por el móvil… Pero también cuando como peatones caminamos por alguna vía pública y pasamos un paso de cebra cuando el semáforo está en rojo para nosotros o no respetamos jardines y zonas verdes que no se pueden pisar. Estos y muchos otros son ejemplos negativos que les trasmite a nuestros jóvenes mensajes no sólo erróneos sino también peligrosos para su salud física y la de los demás.
Motivos sobrados para conducir, pues, con prudencia:
Volver sanos y salvos a casa después de un viaje.
No cargar en nuestra conciencia con la muerte de otra persona.
Que nuestra familia no se convierta en una familia rota por el dolor al perder a un ser querido en un accidente de tráfico.
Los temas transversales, la educación vial entre ellos, pretenden formar al alumno desde un punto de vista social, trabajando los valores que deben imperar en cualquier sociedad. Sin embargo, cuando la educación en la escuela termina empieza la educación en el entorno familiar y social. Colaboremos, pues, para hacer de nuestros jóvenes, la sociedad del futuro, una sociedad más justa y responsable.
BIBLIOGRAFÍA
M.E.C.: Transversales. Temas transversales y desarrollo curricular, publicado por el Ministerio de Educación y Ciencia, 1993.
BUSQUETS, Mª. D. Y OTROS (1993). Los temas transversales. Claves de la formación intergral. Santillana. Madrid.
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