Nuria María Palanco López
José Mario Horcas Villarreal
jmariohv@yahoo.es
Muchos son los temas, personajes o tópicos de origen tradicional-folclórico que
han tenido repercusión en la literatura culta, a lo largo de sus distintas
épocas.
El término tópico es definido como entender: el tópico literario es —en esencia,
en cuanto contenido de un argumento retórico—susceptible de inversión, es decir,
se opone a un «antitópico» —a varios en ocasiones— de significado contrario y de
aparición menos frecuente. Desde el punto de vista lingüístico, seguimos
proponiendo
la consideración del tópico como una forma de tropo, es decir, como una
secuencia verbal («unidad tópica») identificable en el discurso como «desvío» y
que, basada en un tipo muy particular de similitud, funciona de manera análoga a
la metáfora.
En cuanto a los motivos líricos, la tradición oral, centrada en temas fascinantes, primarios y esenciales, de hondas resonancias psicológicas y estéticas, ha constituido un venero de símbolos para la poesía de todos los tiempos. El amor, la naturaleza y los sentimientos predominan en la poesía tradicional.
En la poesía popular hay también una serie de espacios o momentos repetidos ( símbolos como la fuente, lugar de encuentro entre amantes, las orillas de un río, la noche oscura ) así como de personajes recurrentes, además de los amantes o la “madre” como auxiliar u oponente.
Según Alín son la doncella, la niña virgo, la morena y nombres como Isabel, Catalina o Leonor.
En lo referente a la prosa, Chevalier ha documentado exhaustivamente una serie de personajes estereotipados en la literatura, constatando con frecuencia la distancia entre su tratamiento literario en las fuentes folclóricas o la literatura más culta que los recogió, y la realidad social de su momento.
La riqueza de tipos folclóricos es tal que no podemos sino mencionar algunos de ellos y notar su presencia y recurrencia en períodos posteriores.
Los más representativos son el aldeano cómico ( en su vertiente tanto de necio como de avispado o socarrón ), boticarios, jueces, escribanos, taberneros o pastores.
La riqueza de matices y notas en los estudios de Chevalier nos obliga a centrarnos en dos caracteres tópicos y muy habituales en la literatura clásica: el médico y la mujer casada.
El médico aparece en la literatura renacentista y barroca como personaje satírico. Probablemente fue Quevedo quien lo “explotó” con mayor agudeza, visto como matasanos o asesino, siendo incluso objeto de burla y se les achaca la tendencia a alargar la cura para ganar dinero.
En cuanto a la mujer casada, también, como caso del médico, predomina casi absolutamente una visión muy negativa de la vida conyugal, de la que siempre es víctima del marido y la refleja como guerrera matrimonial por los defectos de la esposa, que aparece como terca, porfiada, tonta o andariega. En algunos momentos, la mujer tiene una inteligencia superior al hombre, capaz , incluso, engañar al demonio o sabe más que el propio demonio.
Es frecuente, también verla bajo el temor del marido al adulterio de su cónyuge.
Otros tópicos frecuentes y que merecen citarse son los que siguen:
• Carpe diem ("aprovecha el día"). Se trata de un tópico que incita a vivir el momento. Procede de Horacio y lo podemos observar en poetas como, por ejemplo, Garcilaso de la Vega, especialmente en el Soneto XXIII, que en otra ocasión comentaremos.
• Collige, virgo, rosas ("coge, doncella, las rosas"). Es una derivación del tema anterior que parte de un verso de Ausonio, poeta latino: "Coge, virgen, la rosa" y que es también una incitación a gozar del día, pero aplicado a una mujer. Góngora es otro de los poetas de lo ha manejado en aquel célebre soneto que se inicia con el verso "Mientras por competir con tu cabello...".
• Ubi sunt? (¿dónde están?). Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre formula una serie de preguntas retóricas sobre el destino de caballeros, damas, galas, amores, músicas, bailes: todo desaparece. Este "ubi sunt" deviene en uno de los tópicos más célebres. Los versos a los que aludimos son:
"¿Qué se ficieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se ficieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?"
• Locus amoenus (lugar agradable). Deriva de Teócrito y de Virgilio y tuvo un gran desarrollo en nuestra poesía bucólica de la Edad de Oro. La descripción del paisaje tiene las mismas características: prados verdes, riachuelos cristalinos, pájaros cantando, árboles con deleitosa sombra. No importa la precisión geográfica, sólo que sea el marco ideal para el amor. Garcilaso y Jorge de Montemayor son buenos exponentes en el uso magistral de este tópico.
• Beatus ille (dichoso aquel). Recoge las palabras iniciales de un poema de Horacio y es Fray Luis de León quien le dio mayor fuerza en su "Oda a la vida retirada". Consiste en enumerar el ideal de felicidad basado en la ausencia de pasiones -vanidad, avaricia, cargos...- y en vivir de acuerdo con la propia conciencia, retirado.
Descriptio puellae (descripción de la mujer). Responde a una fórmula muy conocida de la poesía de la Edad de Oro. El rostro es el centro de esta belleza, se habla de su cabello -rubio-, de su tez, del color blanco, de sus frente, de sus cejas, de sus ojos, de su boca, de su cuello, de sus dientes... Petrarca lo dominó en sus poemas dedicados a Laura, así como Fernando de Herrera, Franciso de Terrazas y otros poetas de nuestro barroco.
• Vita flumen (la vida como río). Es la idea de entender la vida como un río que desemboca en el mar, que es la muerte. Las resonancias son manriqueñas y es un tópico muy hermoso que el propio Machado ha empleado alguna vez. Una variación es el "Homo viator" (hombre viajero) donde se entiende la vida como un camino que nunca ha de volver. Es El todo pasa y todo queda de Antonio Machado o la referencia de Berceo en la introducción a los Milagros de Nuestra Señora, en que compara al hombre con un romero o peregrino.
• Fortuna mutabile (la fortuna mudable). Se refiere a los avatares de la fortuna que, a veces, es favorable y otras no, tanto subes como bajas. Fue muy frecuente en el Renacimiento.
• Tempus irreparabile fugit (el tiempo pasa irremediablemente). Se trata de un tópico muy duro y dramático que nos advierte de que el tiempo es frágil. Quevedo lo recogió con absoluta maestría en muchos de sus sonetos.
• Muerte igualitaria. Es una variedad del tema anterior. La muerte nos iguala a todos. Lo poemos ver en la Danza general de la muerte, del S. XV.
• Nihil novum sub sole (nada nuevo bajo el sol). Tiene origen bíblico y alude a la repetición constante, a que en realidad todo es siempre lo mismo.
• La vida como sueño. Es el famoso tópico que recoge Calderón en su La vida es sueño en donde la vida puede entenderse como un sueño del cual despiertas con la muerte. Otra variante es entender la vida como un teatro en donde cada persona representa su papel, sería El gran teatro del mundo, por ejemplo, también de Calderón de la Barca.
Hay, en fin, otros muchos tópicos y recreaciones de los mismos temas que se dieron en el S. XVI y S. XVII, como los de la "amada enemiga", el "aurea mediocritas", el de "las cuatro estaciones" (que Vivaldi recoge en su célebre sinfonía)... pero con los que hoy hemos enumerado aquí creemos que se se puede tener una visión lo suficientemente correcta de qué es un tópico y de sus principales rasgos.
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