Ana Pilar Gutiérrez Gutiérrez
jmariohv@yahoo.es
El análisis del discurso, y dentro de él del diálogo, ha interesado cada vez más
a la lingüística en particular y a la semiología en general, estudiándose
también desde un punto de vista contextual por la pragmática lingüística. Sirvan
de ejemplo los ensayos de la escuela de Birminghan sobre el análisis del
discurso, la pragmática dialógica de la escuela de Ginebra o la lingüística
interaccional de C. Kerbrat-Orecchioni. Se pretenden, desde estos ensayos y los
por ellos originados, un estudio total del hecho del habla, para lo que habrá
que atender a un estudio en el que los elementos fónicos, prosódicos,
morfosintácticas y léxicos se integren con los pragmáticos, habida cuenta de que
la situación comunicativa, determinada por la intencionalidad y el contexto no
lingüístico, será un componente fundamental en este sentido.
Puede ser oral o escrito.
• Es muy expresivo puesto que intervienen los gestos, la entonación y la actitud.
• Es espontáneo y se utilizan frases cortas y simples.
• Suele tener errores y frases sin terminar.
• Un buen diálogo debe:
• Respetar al que habla.
• Hablar en tono adecuado.
• No hablar todos a la vez.
• Saber escuchar antes de responder.
• Pensar en lo que dicen los demás.
• Admitir las opiniones de los demás.
Características del diálogo escrito.
. Se utiliza mucho en el cuento y la novela para dar vivacidad y autenticidad al relato.
• Es la forma de escribir el teatro.
• Es mucho menos expresivo y espontáneo que el oral.
• Tiene menos errores que el oral porque da tiempo a pensar y corregir
• Formas.
• Estilo directo. El autor reproduce exactamente las palabras de los personajes que hablan.
- ¿Qué te parece la fotografía? - preguntó Sara.
Javier contestó:
- No está mal, pero los colores han salido algo oscuros.
• Estilo indirecto. El autor reproduce la conversación entre dos personajes, pero no textualmente.
Sara le preguntó a Javier qué le parecía la fotografía. Él contestó que no estaba mal, pero que los colores habían salido algo oscuros.
• Ortografía.
• Hay que usar correctamente los signos de puntuación.
• Siempre que habla un personaje se escribe en otra línea y con un guión delante.
• El narrador debe aclarar al lector siempre qué personaje habla, pero sólo si es necesario.
El diálogo, entendido como intercambio de mensajes entre varias personas ( al menos dos ), según M.Carmen Bobes Naves, El diálogo, puede ser analizado desde tres perspectivas:
Desde el punto de vista pragmático.
Desde el punto de vista lingüístico.
Desde el punto de vista literario.
Pragmáticamente, es un proceso semiótico en el que los signos verbales entran en concurrencia con signos de otro tipo, es decir, con los códigos kinésicos, proxémicos y paralingüísticos, que intervienen de forma activa en el diálogo.
Puesto que es un intercambio de varios sujetos, es una actividad que requiere una dimensión social que se regula mediante normas, como todas las actividades sociales organizadas por turnos. El uso social del diálogo está regulado por las leyes pragmáticas en forma de normas aceptadas por la cortesía e impuestas por la naturaleza del diálogo.
Para que se dé un diálogo es necesaria la concurrencia de varios sujetos, la fragmentación del discurso, la existencia de un tema común y de una unidad de fin, la alternancia de las intervenciones en unos turnos más o menos flexibles y la igualdad de los interlocutores para intervenir.
En el diálogo, la cortesía exige hablar por turnos, escuchar por turnos y tener en cuenta lo dicho para contestar de acuerdo con el contexto. Los sujetos son activos como hablantes y como oyentes. En su turno de oyente, el sujeto ha de mostrar mediante signos kinésicos y proxémicos que está escuchando y demostrar en sus turnos de hablante que ha oído y entendido las intervenciones de los demás.
Lingüísticamente, es un discurso caracterizado por una estructura retórica que se organiza complejamente en una cadena de enunciados ajustados a esquemas binarios, alternantes, del tipo pregunta/respuesta, propuesta/aceptación…
Suelen darse expresiones de tipo fático que reclaman la atención del oyente ( fíjate, escucha…), el interés del discurso ( esto es importante…), o la valoración del que habla. Los sujetos disponen de muchos recursos de énfasis, de tipo paralingüístico ( elevar el tono, cambiar la entonación… ), de tipo kinésico ( un gesto brusco…), de tipo proxémico ( tomar del brazo, acercarse…).
El principio de cooperación de Grice ( véase art. La Pragmática de la Cortesía, publicado en esta misma revista, el mes de abril ) en el diálogo se inicia con la voluntad por parte de los hablantes de buscar la unidad de modo que, aparte de que deben aceptar las presuposiciones comunes, las condiciones previas y el marco de referencias válido para todos, deben seguir las normas necesarias para garantizar la unidad textual.
Se actualiza también un conjunto de actitudes de éste en relación con el contenido de los mensajes que se intercambian, actiutudes que se consideran manifestaciones de la modalidad. Podemos establecer dos tipos de modalidad: epistémica, referida a nociones que guardan relación con la posibilidad o la evidencia, y deóntica, que intuye actitudes que tienen que ver con la voluntad o lo afectivo.
Literariamente, el diálogo remite a un marco social, histórico y cultural en el que son válidos unos determinados presupuestos. El texto literario recoge también signos no verbales que se dan en el diálogo, a través de la palabra del narrador o del sujeto lírico o en el discurso dramático mediante las acotaciones.
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GALINDO Cáceres, Luis Jesús (2004c) “Introducción a la Comunicología. Un esquema del programa de trabajo en su primera fase”.
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