José Mario Horcas Villarreal
jmariohv@yahoo.es
Sea como fuere y se aborde desde la perspectiva que se aborde, un texto (término
acuñado del lat. Textus, tejido ) es la unidad superior de comunicación que
contiene y se apoya en tres características: coherencia, cohesión y adecuación.
El texto se denomina descriptivo cuando consiste en explicar cómo es alguien, un sentimiento, un animal o un objeto.
Mediante este tipo de texto pintamos con palabras, definimos las características de aquello que describimos.
Existen dos tipos de descripciones según intervenga o no la visión personal del que escribe el texto: científica (cuando nos informa con precisión de las características físicas de lo descrito y por lo tanto, es objetiva, al describir tal cual es aquello de lo que se habla en el texto .
Este tipo de descripción la que encontramos en enciclopedias y en ella no
interviene el parecer del que describe) y literaria (cuando lo descrito se
realiza de un modo muy personal, intervienen los sentimientos y pensamientos del
que realiza la descripción, es, por tanto, subjetiva).
¿Qué podemos describir?
Cuando se describe físicamente a un ser, el texto recibe el nombre de prosopografía.
Si lo que se describe es el carácter y los sentimientos de una persona, el texto recibe el nombre de etopeya.
La unión de la descripción física y de carácter / prosopografía y etopeya ) da lugar al retrato.
La descripción de una época ( siglo, mes, día, año... ) se denomina cronografía.
Cuando se describe un lugar real , éste recibe el nombre de topografía; mientras que si el lugar es imaginario se llama topotesia.
Para redactar un texto descriptivo debemos fijarnos en los siguientes aspectos:
• Elegir un punto de vista. El lugar desde donde se observa algo influye en la manera como lo describimos: no es lo mismo decir cómo es un coche si estamos en el asiento del conductor que si lo contemplamos desde un escaparate.
• Seleccionar los rasgos más importantes. La descripción puede ser minuciosa y exhaustiva ( con muchos detalles ), o superficial, en la que lo fundamental es resaltar el rasgo más significativo.
• Ordenar las características de la descripción. Podemos describir de arriba abajo, de izquierda a derecha, de dentro hacia fuera, de lo general a lo particular..
• Elegir los recursos lingüísticos adecuados. Los recursos lingüísticos más indicados para describir son los adjetivos especificativos y explicativos; las proposiciones subordinadas adjetivas y las estructuras comparativas y superlativas.
Estudiar la estructura de un texto consiste precisamente en entresacar sus partes y analizar la jerarquización que se produce entre ellas.
Estructura de los textos descriptivos:
Ya Cicerón, en su obra De Oratore , consideraba que el esquema estructural natural de los textos es el de introducción desarrollo y desenlace.
En la introducción se plantea el tema del que se van a ofrecer datos, en caso de la descripción, se indica qué vamos a describir. El desarrollo ofrece los datos que quieren ofrecerse para que los conozcamos y la conclusión supone el cierre del texto.
Esta estructura es la habitual, si bien existen muchos otros tipos.
Desde el punto de vista del contenido, apartado del comentario donde nos encontramos, podemos diferenciar los siguientes tipos de estructuras:
• Estructura analizante o deductiva: en la que la idea central del texto aparece expuesta al comienzo del mismo y, posteriormente, se desarrollan otras ideas relacionadas con ella.
• Estructura sintetizante o inductiva: se denomina así a aquel texto cuya idea principal se expone al final del mismo como consecuencia deducida de todo lo contado anteriormente.
• Estructura paralela: cuando el texto expone diversas ideas relacionadas entre sí pero no jerarquizadas.
• Estructura abierta y aditiva: los elementos se añaden unos a otros y se podría seguir añadiendo más, la idea principal no tiene una conclusión clara.
• Estructura cerrada: cuando lo que el autor plantea a través del texto muestra un cierre. Es la contraria a la anterior.
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