Contribuciones a las Ciencias Sociales
Diciembre 2008

 

EL LACTANTE Y SU MADRE: PSICOANÁLISIS Y TEORÍA DEL APEGO
 


Maximiliano Korstanje
maxikorstanje@hotmail.com

 

El lactante, su madre y el psicoanalista consideramos es uno de los libros más interesantes sobre los cuales se ha basado las observaciones de S. Lebovici con respecto al intercambio simbólico entre madre y lactante en la edad temprana. El libro puede ser analizado utilizando el sistema por capítulos.

El primero, versa sobre la relación entre sicopatología y la génesis de los análisis objetales en el psicoanálisis clásico. Para el autor, los primeros momentos del vínculo se transforman en un momento crítico para toda la vida adulta; así “al hablar de transacción en los primeros momentos de la relación objetal, los psicoanalistas admitían implícitamente que la teoría de la dependencia inicial se debía asociar a una teoría de la espiral transaccional en que la madre y el bebé se influyen recíprocamente. A nuestro cargo quedará comprender de que manera esas transacciones, en el haciéndose interactivo, se organizan en el tiempo y el espacio para dar lugar a las particularidades estructurales del funcionamiento psíquico de los niños y los adultos” (Lebovici, 1988:24).



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Korstanje, M.: El lactante y su madre: psicoanálisis y teoría del apego, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, diciembre 2008, www.eumed.net/rev/cccss/02/mk3.htm


En este sentido, el autor explica y describe lo que a nuestro juicio ha sido una de las mejores explicaciones sobre la teoría del apego tal y como fue pensada por John Bowlby; en efecto, Levobici no sólo conoce a la perfección los detalles históricos por los cuales Bowlby (y cierto grupo de psicoanalistas) se desprende de la teoría freudiana para formar una clase de nuevo paradigma conductual que más tarde no tardaría en llamarse la tesis de la base segura; sino que además menciona con exactitud meticulosa las diferentes causas que llevaron a Bolwby a distanciarse del psicoanálisis.

El aporte de Bowlby, en cierta forma, crítica directamente la posición de los psicoanalistas que hasta entonces sostenían (y siguen haciéndolo) el papel de la economía biológico-pulsional dentro de las estructuras Intra psíquicas como generadores de conducta humana. Si bien, las bases iniciales de la teoría del apego son formuladas extrayendo algunas líneas de pensamiento de la etología de Lorenz y Tineberger, lo cierto es que Bolwby pronto se nutre de otras escuelas como por ejemplo, la sistémica.

En este caso puntual, Levobici, critica a Bowlby haber estado demasiado preocupado por lo que observaba y no por la causalidad que esa observación representaba. De hecho, en uno de sus párrafos el autor escribe “finalmente, lo que impresiona en las revisiones meta psicológicas propuestas, así como en la negativa de tomar en cuenta los hechos etológicos y las observaciones de la evolución del niño, es la ausencia de una lectura de Freud que tenga en consideración el punto de vista energético y económico. Quedan olvidados los afectos, las investiduras y las contra investiduras” (ibid: 85).

No obstante, por lo demás, Lebovici desarrolla en las secciones siguientes (por medio de las descripciones en los diferentes experimentos que fueron llevados en niños y lactantes), como las diferentes reacciones de los lactantes con respecto al vínculo materno repercute en sus sentidos, ya sean olfato, audición, visión, y gusto entre otros. En otras palabras, cada acto del lactante se encuentra no sólo condicionado por un ambiente específico en donde éste se desarrolla sino también por la interacción con la que cree su madre. El nivel de erudición de Levobici en cuanto a los diferentes experimentos llevados cabo en la materia, dentro y fuera de Francia, impresiona.

En uno de sus pasajes, el autor sostiene “en pie de igualdad con las demás características de la vida psicológica, los afectos del bebé demuestran experimentar un desarrollo y una maduración. Evolucionan hacia la diferenciación, hacia la aparición de sentimientos cada vez más matizados y sutiles. Al comienzo, en verdad, parece que el bebé no conociera más que los afectos de alto contraste, fluctuantes entre dos polos: el placer y la resolución de las tensiones uno de ellos, y la tensón y la aflicción el otro. Para entonces, la expresión afectiva culminante está representada por los llantos y los gritos”. (ibid: 185)

En la última parte de su trabajo, Lebovici se esmera por describir desde una perspectiva psicoanalítica como un método de contribución a la observación (quizás uno de los puntos que más se le cuestionan al psicoanálisis como disciplina) de la madre y el niño. En este sentido, el autor escribe “la clínica de la interacción es, por consiguiente, una evaluación de lo que se organiza en las transacciones, del camino que lleva de la acción al pensamiento, de lo convivido, lo coafectivo a lo copensado.” (ibid: 235)

El punto central en discusión es la eterna discrepancia entre las interacciones fantasmáticas propias del psicoanálisis, momento en donde madre e hijo ponen en juego diferentes mecanismos vinculados a la fantasía y a las interacciones. Siguiendo lo expuesto, entonces, en sus conclusiones el autor es más que claro cuando afirma “hemos invocado con frecuencia el postulado freudiano de la unión del recién nacido y los cuidados maternos. Este libro permitió esclarecerlo, sugiriendo que se le añadan dos proposiciones: a) los cuidados maternos incluyen la vida fantasmática de la madre; b) el niñito, al investir a su madre, contribuye a darle su estatuto”(ibid: 357). Es decir, que Levobici intenta crear un puente entre dos conceptos epistemológicamente disociados hasta ese entonces: la dependencia y la imaginación.

En este sentido, los hijos pueden tomar varias tipologías: a) hijo fantasmático en el deseo de maternidad, que es cuando el hijo forma parte funcional del aparato psíquico materno y se constituye en vocero del super-yo; b) El hijo imaginario, obedece a la segunda tipología expresando la unión entre el progenitor y la madre por medio de la represión secundaria post-edípica. En tercer lugar, c) el hijo identificado primariamente con su madre, es propiamente el hijo en sus interacciones fantasmáticas, es decir sin una propia imagen de sí; d) hijo de la realidad, es el tipo más común cuando exhibe sus pretensiones por encima de las de su madre. El ejemplo más claro es la brecha entre el hijo nacido y el idealizado durante el embarazo. Por último, e) el hijo inserto en el sistema familiar, es cuando el niño genera por sí el equilibrio o desequilibrio dentro del seno o unidad familiar.

En resumidas cuentas, hemos intentado reseñar lo más fielmente posible los alcances y limitaciones ya sean teóricos como metodológicos del libro de referencia. Creemos por lo pronto, Levobici intenta crear un puente entre la teoría del apego y el psicoanálisis aun cuando finalmente éste se derrumba, también consideramos como uno de los intentos más dignos de tal hazaña. En forma anecdótica, la unión entre ambas teorías no tiene en cuenta que:

• Mientras la teoría psicoanalítica analiza el mito de la curación como una capacidad simbólica internalizada y construida por el paciente, la teoría del apego está más vinculada a explicar la causa generadora que a revertirla. Esto desde cierto punto de vista, las hace casi incompatibles.

• No existen todavía estudios claros al respecto de la influencia que la propia teoría del apego pueda representar en adultos, como así tampoco el psicoanálisis es claro con respecto a la disposición putativa de sus figuras. Es decir, es difícil poder comprobar como ciertos mecanismos teóricamente hereditarios como el principio de muerte (thanatos) influye en el placer sádico.

• El punto de partida que ambas teorías comparten es la interacción entre el niño y sus cuidadores; pero mientras una lo hace por medio de la economía libidinal la otra lo hace por medio de técnicas experimentales.

• Mientras uno representa los ideales de la metodología heurística, el otro hace lo propio con la deductiva.

Estos cuatro puntos, son importantes, y en parte explican los motivos por los cuales como aun hablando de lo mismo, ni la teoría del apego ni el psicoanálisis han podido crear puntos comunes aplicables en ambos campos de acción; ora en la clínica, ora en los laboratorios o guarderías. En futuras observaciones, quedará pendiente seguramente la cuestión del placer como forma de relación materna.

Referencia

Levobici, Serge. (1988). El Lactante, su madre y el psicoanalista: las interacciones precoces. Buenos Aires, Amorrortu Editores.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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