Ángel Christian Luna Alfaro
lunachrys@hotmail.com
Antes de empezar
El presente escrito, tiene la intención de trazar una reflexión, sobre los hechos históricos que han obligado a la reformulación de los planteamientos y esencias de las filosofías políticas contemporáneas , entendiendo a las mismas como resultado del fin de la segunda guerra mundial, centrándome en aspectos netamente teóricos.
Dicho sea de paso, centraré el ensayo, en las encrucijadas que han heredado los enfoques multiculturalistas, el ejercicio de la filosofía política. Desde luego, lo que aquí se presenta, no es más que reflexiones preliminares, a una temática escabrosa, compleja y de difícil acceso. Pese al reto, procuré acotar la discusión, a los retos y no a los posibles resultados, que acogió como preocupaciones actuales la (s) filosofía (s) política (s).
El final de la segunda guerra mundial (1945), resulta ser un hecho histórico que dispara múltiples reflexiones y acciones, en torno a lo que se había considerado como intocable y perenne: las estructuras religiosas, los sistemas de gobierno y los quehaceres científicos.
Las nuevas reflexiones partieron esencialmente, en interrogar los metarelatos, o sea las ideas o pensamientos, en los ámbitos científicos, políticos, religiosos, entre otros, que se habían convertido en leyes, normas y dogmas, mismas que se aceptaban con naturalidad, como si hubiesen estado desde antes de la aparición de la humanidad.
La filosofía política, hasta antes de estos tiempos, se había pensado alrededor de las necesidades y reflexiones al respecto del ejercicio del poder de la Europa occidental. Desde luego que la misma, ha resultado ser un quehacer predominantemente europeo, donde el resto de la humanidad, así como sus requerimientos, han quedado fuera. Esta demás mencionar, que todos aquellos que denominamos en la actualidad, minorías sociales, etnias, tribus urbanas, mujeres, niños/as, grupos lésbico/gays, religiones no cristianas, entre otras, han sido histórica y culturalmente excluidos en los discursos oficiales y hegemónicos de la filosofía política.
Durante la segunda mitad del siglo XX, se pudo visualizar, como parte del paisaje social, una serie de manifestaciones de sectores de las comunidades, que regularmente no se concebían como existentes, o al menos, carentes de presencia en el ámbito de lo público.
Por otra parte, y como resultado de las crisis económicas y de los errores de los gobiernos en el mundo occidental, algunas y algunos cientistas sociales, voltearon a ver cómo se han gobernado, regido y ordenado las comunidades, considerando que, pese a la aparente pobreza, rezago y subdesarrollo de las mismas, han logrado subsistir y mantenerse vigentes.
A mi juicio, tanto las observaciones a las comunidades ya citadas, como resultado de diversas crisis mundiales, provocó el surgimiento de un tipo de filosofía política, que anexó un enfoque multicultural, que ha intentado hacerle frente a los nuevos retos del ejercicio del poder, anexando los discursos, pensamientos y posturas de las y los otros, o sea, la filosofía política, se antropologizó, se hizo diversa, relativamente incluyente y como resultado de esto, se metió en más problemas, que virtudes o soluciones para necesidades inmediatas.
El multiculturalismo
Para los fines del presente ensayo, contemplo insertar la presente reflexión, en el marco de los estudios denominados como culturales, los mismos resultan ser el esfuerzo de proponer una interpretación de las transformaciones en la producción (y difusión) histórico social de los discursos (Valenzuela, 2003). A su vez y como derivado de los estudios de la cultura, se han planteado diversos conceptos que han servido como categorizaciones que auxilian el análisis de nuevas realidades sociales. El multiculturalismo, resulta ser una de ellas.
Las características que definen los ejes conceptuales del multiculturalismo presentan un fuerte cuestionamiento a la pretendida condición de homogeneidad y superioridad de las culturas dominantes (Valenzuela, 2003: 15). En este sentido, se busca un replantaemiento profundo de la condición de las minorías en la sociedad y en las culturas nacionales (Valenzuela, 2003: 16). Las perspectivas multiculturalistas cuestionan la lógica desde la cual se conforman los metarrelatos dominantes tales como el eurocentrismo, el racismo o el sexismo. (Valenzuela, 2003: 16)
Por ende, podemos concebir a las sociedades como campos de disputa por las representaciones y los significados, siendo el multiculturalismo una expresión crítica radical de las relaciones de poder, asumiendo que la historia cultural misma es un historia del poder y que el análisis de las identidades requiere comprender la construcción social de las diferencias (McLoren- sin referencia-, citado en Valenzuela, 2003: 16). Esto se sugiere con la finalidad de aspirar a sociedades cada vez más plurales, justas y equitativas, pero ¿cómo incluirles a todos y todas?
La discusión
La encrucijada en la que se han metido las y los multiculturalistas, a mi juicio, puede ser una empresa, extremadamente compleja y difícil de concluir sin lastimar los intereses de diversas comunidades y/ o culturas.
La filosofía política que adoptó esta línea, se enfrenta a un problema que no se reduce a los conflictos y necesidades de las elites, si no de un mayor número de población, que a partir de notar las fisuras de los nuevos sistemas que le dan orden al mundo, se han atrevido a movilizarse, visualizarse y exigir las demandas que durante muchos siglos les habían negado.
Pero ¿estamos preparados para lidiar con todos y todas? Y sobre todo, incluirlos/as en un solo discurso. Nos enfrentamos a problemas, que los mismos griegos nos quedaron a deber: el conocimiento o dicho antropológicamente: cómo conocer al otro/a. Quizás el camino no sea crear varios discursos, pero ¿Estará de acuerdo un quehacer eminentemente occidental como la filosofía política, en aceptar a la diversidad discursiva?
Una de las formas de intentar resolver la problemática, ha sido la diversificación del pensamiento y la forma de hacer la política, aceptando, como señalé líneas atrás, la existencia de más de una filosofía política, desparramando (si se me permite la expresión) el campo del saber y el discurso oficial, por varios que busquen dar respuesta a las nuevas problemáticas que asolan a las ahora llamadas sociedades complejas. Pero, las nuevas posturas, ¿no acabaran siendo la norma y no la excepción? , ¿La filosofía política, ha llegado tarde a la discusión? ¿Los problemas y necesidades culturales actuales le han superado? ¿Será acaso, que de la misma filosofía política, no se tienen las herramientas para resolver el acertijo?
A los griegos, como padres directos del quehacer filosófico político, no les podemos reclamar, que no hayan pensado en los problemas que ahora tenemos, desde luego que su visión y alcance, resultó trascendente para su tiempo y aun para muchas cosas de nuestro presente, pero considero que aun así, varios hechos sociales contemporáneos, superarían sus posibilidades de “conocimiento”. ¿A caso nosotros si podemos?, ¿Estamos obligados a revisar y analizar las otras formas de conocer y hacer la política?, ¿Es la filosofía el camino y/o herramienta para resolver los obstáculos de ahora?
Estas resultan ser unas interrogantes que me surgen ante un primer acercamiento, al respecto, no sugiero una conclusión, al contrario, invito a la crítica, la propuesta y la construcción de nuevos senderos del saber y filosofía política.
Bibliografía
Valenzuela Arce, J. M. (coordinador). (2003). Los estudios culturales en México.
México: FCE.
|