Yamilka Leonor Guerra Rodríguez*
Esmeralda Juana Bauzá López**
Universidad de Granma, Cuba
Correo: yguerrar@udg.co.cu
RESUMEN
La historia social de Manzanillo en las primeras décadas de vida republicana, aporta elementos históricos novedosos a partir de un enfoque de la microhistoria, explorado desde la cotidianidad y constituye una vía para el conocimiento de este proceso.
Algunos de los estudios realizados de la historia social registran la mirada hacia regiones específicas poco abordadas en la historiografía cubana, los que revisten gran significación en tanto revelan el surgimiento de las peculiaridades de cada sociedad y a su vez, donde germina la historia local, a la que se debe conceder mayor connotación y sistematización para lograr un estudio totalizador de la Historia de Cuba, lo que le permitirá comprender con mayor profundidad lo que acontece en el territorio nacional.
Palabras Claves: historia social de Manzanillo, la cotidianidad manzanillera, enfoques de la historia social en la historiografía cubana, primeras décadas de vida republicana en Manzanillo, estudios de la vida cotidiana en la sociedad manzanillera.
Abstract: The Social history of Manzanillo, in the first decades of the republican life, contributes with the new historical elements beginning with an approach of the microhistory, explored from daily life and constitutes a way for the knowledge of this process.
Some studies done about social history encompass a view toward specific regions under little analysis in the Cuban historiography, which offer a great significance due to the fact that they reveal the upsurge of the peculiarities of any society where local history germinates, and to which more connotation and systematization are done in order to achieve a totalizing study of the History of Cuba. This permits to know more deeply what takes place in the national territory.
Key words: Manzanillo's social history, Manzanillera everyday life, approaches to social history in Cuban historiography, first decades of republican life in Manzanillo, studies of daily life in Manzanillera society.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Yamilka Leonor Guerra Rodríguez y Esmeralda Juana Bauzá López (2020): “Una mirada a la historia social de Manzanillo en las primeras décadas de vida republicana, desde la perspectiva de la cotidianidad”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (abril 2020). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2020/04/historia-local-manzanillo.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe2004historia-local-manzanillo
INTRODUCCIÓN
La historia social nos permite estudiar la familia, la localidad, la vida cotidiana, la cultura, las mentalidades, y otros temas específicos de la historia, así como la vida de determinados individuos. En fin, la historia como totalidad del devenir de la acción del hombre.
La historia social como corriente historiográfica promueve el estudio de distintos objetos y sujetos históricos, el que deviene elemento articulador de las diversas esferas de la vida pasada, presente y futura en tanto valoriza los sujetos sociales y analiza las relaciones en su pluridimensionalidad, utilizando sus propios criterios de análisis temporal. (Palomo, 2001:25).
Los estudios de la vida cotidiana de regiones específicas han sido poco estudiados en la historiografía cubana, es de donde surgen las peculiaridades de cada sociedad y a su vez, germina la historia local, a la que debería concedérsele mayor importancia para lograr un análisis totalizador de la Historia de Cuba, visto desde el ámbito local para comprender con mayor facilidad la historia del país.
La vida cotidiana es el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares los que, a su vez, crean la posibilidad de la reproducción social. Comprende el espacio y el tiempo en que se manifiestan de forma inmediata y directa las relaciones que los sujetos establecen entre sí y con la naturaleza en función de sus necesidades, configurándose así sus condiciones concretas de existencia. (Frías, 2003:40)
Mediante el estudio de la vida cotidiana se conoce la historia del hombre común, ese hombre que interactúa con sus semejantes, y con su quehacer diario va haciendo su propia historia, la de su ciudad y país, así como la de la época histórica que le tocó vivir.
La vida de la generalidad de las personas transcurre en múltiples actividades que son más o menos afines a todo ser humano: comer, vestir, estudiar, trabajar, disfrutar del tiempo libre, formar una familia, entre otros. Precisamente al desarrollar las diversas actividades, el hombre va conformando una historia personal, de la que a veces ni él mismo tiene conciencia. (Palomo, 2001:53)
El acontecer diario es lo que condiciona las esferas de la vida cotidiana, y lo que se estampa y se muestra mediante las costumbres y tradiciones de una sociedad, o sea, con la repetición de las diligencias habituales que permiten formar una sociedad peculiar que no se parezca a otro período histórico ya vivido, aunque subsistan rasgos identitarios y tradiciones que cohabiten en la misma.
DESARROLLO
En los primeros 20 años del siglo XX, las actividades cotidianas del hombre manzanillero determinaron su vida diaria a través de sus rutinas, sus hábitos, que se vieron materializados en costumbres, festividades populares y religiosastales como: procesiones, bautizos, matrimonios, profesiones u oficios, manera de vestirse, transporte, tiempo libre; estos componentes determinaron el desarrollo de la localidad y de la sociedad.
La vida cotidiana de finales del siglo XIX experimentó ciertas transformaciones al comenzar el XX, aunque algunos comportamientos continuaron con determinados matices. Las costumbres heredadas de la época colonial se mantuvieron, pero mezcladas por el carácter y el ritmo de la nueva época. En las nuevas circunstancias históricas la sociedad manzanillera comenzó a vivir bajo otros valores y este hecho se manifestó en el uso de los espacios comunitarios.
Las procesiones religiosas se realizaban en el Parque Céspedes y sus alrededores, las cuales continuaron formando parte de las tradiciones de la sociedadmanzanillera. Una de las celebraciones más importantes era la dedicada a la Patrona de la Ciudad, dígase, la Purísima Concepción, cuyo nombre llevaba y lleva la Iglesia Católica, situada en la calle Maceo entre Martí y Merchán. Se realizaban bailes de máscaras, misas, procesiones de la imagen por los alrededores del parque y arterias cercanas; estas se efectuaban en la víspera y el día señalado: 8 de diciembre de cada año.
De cierto modo, se fueron imbricando las nuevas costumbres con las antiguas. A inicios del siglo XX se comenzó a utilizar el parque para otras actividades tales como: desfiles patrióticos y festivales o simplemente pasear. Los paseos dominicales en el parque se convirtieron en una costumbre arraigada en los manzanilleros ya que por su amplitud fue propicio para ello, además, en su centro contaba con la fuente y la estatua del Dios Neptuno, luego se cambiaría por la actual Glorieta, inaugurada el 24 de junio de 1924.
Los paseos se realizaban, por un lado, las mujeres y por el otro los hombres. Era frecuente encontrar a las señoritas solteras acompañadas con sus madres, hermanas o tías. En cierta medida esto favorecía el encuentro con algún pretendiente que se interesara por ella, a través de clandestinas miradas o el vaivén del abanico demostraba su interés.
El recorrido tenía sus normas, el espacio tenía dos áreas en forma de círculo; una en el interior y otra exterior; la parte interior era para las altas capas de la sociedad mientras en la otra, paseaban los segmentos pobres. Un rasgo común consistía en que el paseo se realizaba, por un lado, para los hombres y por el contrario lo hacían las damas, de manera que, al hacer el recorrido las miradas se cruzaran entre ellos.
Desde el siglo XIX otro motivo por el cual visitaban el Parque los pobladores era para escuchar la Retreta1 . En lo que a Manzanillo se refiere, este concepto se acomodó de manera magnífica; pues primero surgió la “Charanga de los bomberos” hacia el año 1864, la cual deleitaba a los que acudían para disfrutar la música interpretada los jueves.
La Banda Municipal de Manzanillo desde su creación constituyó una institución cultural respetada por el pueblo. Contó con directores que supieron dirigir la misma de manera excelente, entre ellos: Jacinto Minielli (italiano), Juan Llánes, Rafael Inciarte y otros. Siempre ofrecieron un espectáculo digno de ser escuchadoyadmirado.
La acción de la Iglesia influye en la formación de la conciencia social, por la supremacía alcanzada en la vida política y social de siglos anteriores. Con la entrada de un nuevo siglo comienza a perder su poder influyente, pero no se debe minimizar que las visitas dominicales a Misa continuaban siendo una costumbre arraigada en los manzanilleros. Concurrían allí las familias completas, las cuales vestían sus mejores atuendos.
La celebración se realizaba en la mañana, efectuadas por el párroco Francisco Pérez Acevedo. De manera especial se celebraban las fiestas solemnes, de acuerdo al catecismo de la Iglesia Católica como Corpus Christi, Miércoles de Cenizas, Cuaresma, Semana Santa, Día de Reyes, Navidad, Pentecostés y otras.
Los bautizos realizados en Manzanillo conformaron parte de las tradiciones religiosas seguidas por años, respetaban el ritual realizado según el Misal Católico, el cura bendecía el agua para con ella cumplir con el Rito establecido, siempre realizado por ablución2 ; que es la forma en la que el sacerdote derrama el agua bendita sobre la cabeza del bautizado, el ministro realizaba el ritual en latín de espalda al pueblo y de frente al Altar Mayor.
Constituyó una tradición que los niños debían bautizarse recién nacidos, o sea, con pocos días de nacidos o con algunos meses, para de esta forma alejar los demonios que circundaban y las enfermedades contagiosas. En ocasiones, se esperaba el momento del bautizo para hacer oficial el nombre que se le daría al recién nacido, de acuerdo a los cánones de la época. Los nombres de los niños y las niñas estuvieron influenciados por: el nombre de sus progenitores, el santoral católico, o la procedencia de sus familiares.
El matrimonio, unión entre el hombre y la mujer de común acuerdo se realizaba de diferentes formas, se llevaban a cabo ante un juez o notario, pero lo más común era la celebración en la Iglesia Católica. Se efectuaban de acuerdo al Rito establecido por el Misal Católico. Los contrayentes varias semanas antes de la fecha escogida se presentaban ante el párroco para una entrevista, en la misma se realizaban varias preguntas que versaban acerca de la formación católica de ellos y de su familia, luego eran escogidos o no por el cura para celebrar las nupcias.
Si los contrayentes tenían algún lazo de consanguinidad se debía pedir la autorización del Arzobispo que radicaba en Santiago de Cuba, luego se anunciaban tres moniciones por si la comunidad tenía algún impedimento fuese expresado y no se consumara la boda.
Existían varias formas de matrimonio de acuerdo al Catecismo Católico: “in facie ecclesia”, cuando las personas que deciden contraer casamiento están de frente a la Iglesia, o sea, presentes ante el párroco y la comunidad; “in articulo mortis”, cuando las persona está en su lecho de muerte y decide juntar sus vidas antes de morir para tener todos los santos sacramentos.
Por regla general, las mujeres eran más jóvenes que los hombres y la edad de ellas oscilaban entre 15 y 28 años, mientras que los hombres por su parte están entre 20 y 50 años; existían algunos casos, sobre todo las personas adineradas que tenían fincas en las afueras de la Ciudad, desarrollaban la celebración en este lugar, acto seguido la fiesta.
En esta época en Manzanillo existía una gran cantidad de emigrantes que en su mayoría llegaban de España, se casaban con cubanas, en el menor de los casos, entre ellos; pero en el caso de los inmigrantes del Monte Líbano, Turquía, por lo general se casaban entre ellos, aun siendo familias, tenían en algunos casos segundo y tercer grado de consanguinidad, por norma general desarrollaban la profesión de vendedores ambulantes ambos.
Las vestimentas usadas para la ocasión, en el caso de la novia se engalanaban de blanco con largos vestidos de abundantes vuelos, adornados con encajes, bordados y cintas, de mangas amplias o estrechas hasta los codos. Disímiles formas tenían los escotes, pero nunca amplios ni pronunciados; un fino velo de tul cubría su cara. Los zapatos de tacón de charol o piel blanco con adornos en la parte delantera. Los atuendos masculinos eran trajes de dril blanco incluyendo otros tejidos y colores, zapatos blancos, negros o de dos tonos que estuvieron de moda por esta época.
Lavida de las familias estuvo condicionada por las costumbres de la época y el medio en que se desarrollaban. Las señoras ricas se rodeaban de un número inverosímil de criados; las pobres cada día con más necesidades, pero con una prole numerosa, en ambos casos existía un cabeza de familia, hombre, sobre el que pesaba la parte económica y la responsabilidad moral, el cual tenía una esposa obediente, que acataba las decisiones del marido, el hermano, o el hijo mayor a falta del cónyuge. Existía la creencia arraigada de que las mujeres no debían salir a la calle a trabajar, ni a estudiar luego de la enseñanza primaria. El hombre que lo permitía era deshonrado.
En el período que se estudia la vestimenta fue singular, en correspondencia con los cánones de la moda, y de acuerdo al poder adquisitivo de cada cual; los ricos, con mayores posibilidades; los pobres todo lo contrario, a veces en sus cuerpos solo llevaban escasos pedazos de telas que solo le servían para cubrirse. El abanico y la bata seguían vigentes en la mujer, costumbre heredada de la colonia.
Las mujeres se ponían siempre vestido largo sobre todo a inicios de siglo, con abundantes lazos, vuelos, encajes, puntas bordadas, telas brocadas, las mangas hasta los codos, anchas en su generalidad, en las terminaciones llevaban encajes o puntas bordadas; cintos de tela en la altura de la cintura, abotonados en la parte delantera o por detrás, con botones forrados de telas de acuerdo al color del vestido, estos también pueden abrocharse en forma de lazos.
Las sayas anchas y largas, algunas pegadas al cuerpo, almidonadas, 3 con pasacintas o vuelos. Debajo de las ropas usaban camisón, corset4 , cubrecorset, sayuela, refajo y viso 5.Con profusión de tela, de encajes, de tira bordada, de cintas, de vuelos. Las telas estiladas en verano: holán, batista, holán clarín y linón; en invierno: terciopelo, sarga. Los zapatos, por su parte, de charol, de tacón ancho o cuadrado, puntifinos, con adornos como: hebillas cuadradas o redondas, lazos, botones, trabillas, chapas metálicas y otros.
Los peinados se llevaban con el pelo recogido, moños en la nuca, trenzas largas o recogidas en la nuca, o el pelo suelto. En 1915, comenzó a usarse el pelo corto hasta la nuca, con flequillos de pelo cayendo en la frente. El sombrero, atuendo bastante recurrente, podía ser de ala ancha o pequeña adornado con flores artificiales, plumas, lazos, velos, cintas de diversos colores. Estos se sujetaban a los moños con alfileres largos. Se estilaba, además, llevar cintas anchas en el cabello.
Cerca de 1915, la moda comienza a variar: vestidos y sayas comienzan a usarse más cortos, ejemplo las maxifaldas a la altura de las rodillas.Los hombres, por su parte, vestían con trajes de distintos colores, de dril vestían los de mayor poder adquisitivo, la típica guayabera, de mangas largas o cortas, el sombrero de paja toquilla, fabricado en Jipijapa, Ecuador; fue precisamente Cuba, la primera importadora de éstos; los zapatos de diferentes colores: negros, blancos, avellanados, de dos tonos. Los zapatos podían variar en su forma se utilizaban corte bajo o altos, en forma de botas.
Las proyecciones cinematográficas formaron parte de igual manera, del universo cotidiano del manzanillero de todas las clases sociales. Se convirtió desde el primer momento en un acontecimiento. Todos los pobladores deseaban ver aquellas imágenes animadas que nunca sospecharon que existieran, desde el lejano año de 1908 y para ser exactos el 6 de diciembre, comenzó en la localidad la explotación del cine instalado en los primeros tiempos en el Teatro Manzanillo. Luego en sincronía con el teatro principal de la urbe comenzaron sus funciones el Teatro Popular, así como en los salones Fausto y Cuba.
El salón Fausto que prestaba sus servicios desde el 1ro de octubre de 1915, propiedad del Sr. Antonio Muñiz (rico comerciante), ubicado en la calle Plácido esquina a Loynaz y el salón Cuba, institución presente en las calles Otero Pimentel y Batería, contaba con el gusto popular, manifestándose a través de los comentarios que aparecían en las publicaciones periódicas de la etapa, haciendo hincapié en la infraestructura, mobiliario y calidad de los filmes proyectados en sus lienzos, atribuyéndole, a su vez, adjetivos como coquetones, simpáticos y lujosos, que dejaba garantizada la afluencia numerosa de público a dichas instituciones.(Peña, 2012:14).
Este fenómeno revitalizador de la cultura manzanillera propició un elemento de modernidad en la sociedad a tono con el resto del país. Las pantallas se inundaron de figuras que cobraron popularidad por sus frecuentes apariciones, actores como Boris Karloff, Rodolfo Valentino y Harold Lloyd se volvieron íconos a imitar por la sociedad.
Los precios eran de acuerdo al lugar, al menos en el Teatro Manzanillo por su forma específica. Entrada general 0.75 centavos (en la platea); Palco sin entrada: 2 pesos (al costado); luneta y entrada: 1 peso (platea fija); delantero a galería: 0.40 centavos; galería: 0.30 centavos; paraíso: 0.20 centavos. Estos últimos más baratos por ser en la parte superior. Se hace obligado hacer una salvedad sobre los precios, pues variaban de acuerdo con la función que se realizara y el contenido de la misma. Entre las más costosas estaban las funciones de ópera.
El cine comenzó a tomar fuerza tanto así que se convirtió en una forma de esparcimiento y adquisición de cultura para los manzanilleros y una distracción provechosa para su tiempo libre. El comercio de esta época fue dinámico y profuso; las ferreterías y almacenes de víveres eran de las más importantes, sobre todo en el centro de la localidad, pero en los barrios la realidad era otra, se visitaba las fondas y de esta manera se almorzaba o comía y los víveres necesarios se adquirían en las bodegas.
Una visita obligada, del diario vivir de un manzanillero en este tiempo era las bodegas del barrio o de la cuadra, en la mayoría de los casos propiedad del gallego con sus peculiares alpargatas, como se le conocía a los españoles fuera de la provincia española que fuese, casi todos llegados a Cuba con el sueño de ser ricos, algunos lo consiguieron, pero otros no pasaron de ser propietarios de tienduchas de barrio.
En dichos establecimientos se podía encontrar todo lo que en el hogar se necesitaba, desde los víveres hasta la más mínima fruslería; las bodegas estaban usualmente en la primera pieza de la casa donde residía el propietario, las trastiendas se convertían en almacenes y casa; estaban conformadas de la siguiente forma: un mostrador de madera a lo largo del establecimiento, se podía encontrar aguardiente puro de caña con el color del agua potable y sabor de fuego, ginebra, cogñac y vinos de diferentes precios y marcas.
La clientela de la bodega era muy variada, llegaban los chiquillos haciendo los mandados a sus madres, en muchos casos con solo 1 ó 2 quilos para comprar lo necesario y la mayoría de las veces para pedir “fiao” 6 sus compras; en ocasiones llegaban con botellas vacías o cartuchos para cambiarlos por las mercancías que necesitaban, casi siempre semidesnudos y barrigones, el entra y sale era constante de blancos y negros, peninsulares, chinos, se induce entonces que, las bodegas eran lugares habituales de los parroquianos.
El transportedesde tiempos remotos ha constituido para el hombre una necesidad, por ello con la evolución del propio hombre también lo ha hecho los tipos de transporte utilizados. En Manzanillo, en la etapa estudiada existieron diferentes formas y tipos de transporte y de carga: los coches de paseo tirados por caballos, resolvían en cierta medida el problema del pasaje urbano; uno de los cocheros que primero hizo su aparición fue Don Agustín Cabrera, calificado como ciudadano ejemplar, hombre trabajador que desafiaba el agua o el sol del intenso verano.
En el libro inédito de Modesto Tirado Avilés, Efemérides de Manzanillo, el autor hace referencia al hecho sin precedentes que constituyó la llegada del primer automóvil que rodó por las calles de Manzanillo, lo cual significó un cambio contundente de la vida cotidiana del manzanillero de esa época. Hasta ese momento solo se utilizaban los coches tirados por caballos, de ahí que la llegada del auto constituyó un acontecimiento de primera plana para los periódicos y para el pueblo en general.
En el mes de enero de 1904, en el vapor “Reina de los Ángeles”, de la Empresa Menéndez que hacia viajes semanales de Batabanó a Manzanillo, con pasajeros y carga de La Habana, se recibió el primer automóvil que vimos dando tumbos por los muchos y grandes baches de las calles de nuestra Ciudad, que no estaban pavimentadas todavía. Era domingo y un público numeroso se dirigió hacia los muelles, para presenciar la salida del curioso artefacto que caminaba sin caballos y había sido adquirido en La Habana, de segunda mano, por Salustiano González, laborioso comerciante, muñidor y librero, fundador de “La Bola Azul”, donde compraron los primeros textos los manzanilleros. Fueron a recibir el auto, su dueño, el Dr. Sebastián Fuentes y Juan Roblejo Reyes, los mismos desde el puerto salieron como pasajeros, recorriendo distintas calles, ante la curiosidad de los vecinos que se asomaban a las puertas de sus casas, para admirar el prodigio de aquella máquina, precursora de los fotingos7 , que se multiplicaron luego como plaga.
Este hecho significó un cambio contundente en la vida cotidiana del manzanillero de esa época. Hasta ese momento solo se utilizaban los coches tirados por caballos, por ello, la llegada del auto constituyó un acontecimiento de primera plana para los periódicos y para el pueblo en general.
El puerto fue para los primeros años del siglo la vía de transporte primordial de Manzanillo, por allí entraban y salían las mercancías y también las personas, era de gran relevancia la Naviera Menéndez de La Habana, la cual con su flota de barcos realizaba viajes por todo el Sur de la Isla. Salía desde Batabanó hacía escalas en diferentes ciudades como: Cienfuegos y Manzanillo, a su regreso realizaba el mismo trayecto, con camarotes de primera clase. Hasta la llegada del ferrocarril en 1908, como indicios de modernidad se incorpora otra forma de transporte para la ciudad.
Entre tradición y modernidad, Manzanillo se inserta en la Historia de Cuba como una urbe de fuerte vocación intelectual y cultural, con una versatilidad que reafirma la necesidad de no desechar arista alguna del fenómeno que se trate, ya sea social, económico, y político.
Como resultado de la conformación de una identidad cultural, la historia, es un rico documento para comprender que cada ciudad tiene personalidad propia. Fue Manzanillo, una localidad de sólida formación cultural, de un incuestionable orgullo en quienes la habitaron y habitan.
Una sociedad en desarrollo exige la vigencia cotidiana de la memoria histórica, porque sin memoria histórica no hay continuidad. Radica en estos elementos la importancia de conocer la historia del pasado y comprender los procesos del presente, se hace vital el conocimiento de la historia local en las clases de Historia de Cuba por ser la historia, portadora de ideología, instrumento ideal para formar convicciones sólidas en los estudiantes.
La historia local permite dar respuestas a las múltiples interrogantes que se presentan en torno a la realidad sociocultural donde el alumno se desarrolla, lo cual es resultado del intercambio vivencial de este, con su medio lo que contribuirá a hacer más significativa y propia la Historia de Cuba, al reconocerse, no sólo como registradores de su tránsito por la vida social, sino como protagonistas y constructores cotidianos de la historia.
La propuesta que presenta esta investigación enriquece la historia local, que no deja de ser interesante para la cultura, se aprecia en la práctica de la enseñanza que esta sugerencia no siempre encuentra eco, debido a la limitación del tiempo destinado en la programación oficial a dichos contenidos, que se reduce a pocas horas clase al finalizar cada una de las unidades temáticas y en ocasiones se obvia.
La historia local, influye notablemente en la vida social, contribuye al desarrollo del intelecto y a la consolidación de valores representativos de la sociedad; se ocupa del acontecer político, económico, social y cultural por lo que da la posibilidad del acercamiento a la comunidad.
Al aproximarse al estudio de sus raíces y sustentos sociales e históricos, se encuentra en el pasado, mediato e inmediato de su localidad, la explicación y demostración de fenómenos de diversa índole que, aunque proyectados en la actualidad, tienen sus orígenes en períodos anteriores; cuestión que genera la asunción de la enseñanza de la historia local como una práctica que conduce a la formación del pensamiento histórico, que permita que una explicación convincente del presente y el futuro de su localidad, región y nación.
CONCLUSIONES
La sociedad manzanillera, durante esta etapa, se caracterizó por un crecimiento poblacional progresivo aparejado a un resurgir económico y cultural considerable. Las condiciones del desarrollo industrial posibilitaron la conformación de un proletariado que imprimió un paso importante en el devenir del proceso revolucionario cubano en los primeros años de la República Neocolonial.
La cotidianidad del manzanillero comenzó a verse marcada en el inicio del siglo XX, por las nuevas relaciones de dependencia establecida por la clase dominante en cuanto a lo económico, político y cultural con respecto a Estados Unidos. El surgimiento, en ella, de nuevos ideales artísticos, tecnológicos, urbanísticos, y culturales propició una etapa de esplendor en todos los ámbitos de la sociedad y encontrar la anhelada modernidad.
La sistematización del estudio de lo cotidiano en la vida del manzanillero en las dos primeras décadas del siglo XX puede contribuir a la construcción de una historia más integral y humana de la mirada del hombre de esa sociedad. Brinda significativos aportes a la historia social de Manzanillo ya que ha permitido comprender la vida cotidiana como un proceso integrador de la historia y la cultura a partir de las potencialidades que brinda para el enriquecimiento de la enseñanza de la historia local.
BIBLIOGRAFÍA
Documentos del Archivo Municipal de Manzanillo. Cuba
Archivo de la Iglesia Parroquial “La Purísima Concepción de Manzanillo”.Cuba.