Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


EL RETORNO DE LOS MUROS Y LAS FRONTERAS DE LO COMÚN: LOS LÍMITES DE LA INDIFERENCIA Y LA DESIGUALDAD SOCIO-ESPACIAL EN LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

Autores e infomación del artículo

Marcos Mondardo*

Universidade Federal da Grande Dourados, Brasil

Correo: marcosmondardo@yahoo.com.br


Resumen
Este artículo analiza el retorno de los muros en el mundo contemporáneo de la globalización neoliberal. Actualmente, la literatura especializada señala la existencia de 71 muros en las fronteras de todo el mundo, lo que equivale a 40.000 kilómetros. Algunos son conocidos como muros de la vergüenza, construidos en las fronteras y cada vez más en los espacios urbanos. Consideramos que las fronteras de los Estados-nación excluyen, saquean y dividen lo común, los bienes comunes, que son comunales. Para combatir este cierre del mundo, sugerimos que las fronteras son espacios de luchas sociales de migrantes, refugiados, exiliados, indígenas, campesinos y quilombolas, entre otros.
Palabras clave: muros en las fronteras, globalización neoliberal, derechos humanos, refugiados, indígenas.

Abstract
This article analyzes the return of walls in the contemporary world of neoliberal globalization. Currently, specialized literature points to the existence of 71 walls in borders around the world, which is equivalent to 40,000 kilometers. Some are known as walls of shame, built in borders and increasingly in urban spaces. We consider that the borders of nation-states exclude, plunder and divide the common, the common goods, which is communal. To combat this closure of the world, we suggest that borders are spaces of social struggles of migrants, refugees, exiles, indigenous, peasants and quilombolas, among others.
Key words: walls in borders, neoliberal globalization, human rights, refugees, indigenous.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Marcos Mondardo (2020): “El retorno de los muros y las fronteras de lo común: los límites de la indiferencia y la desigualdad socio-espacial en la globalización neoliberal”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (marzo 2020). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2020/03/retorno-muros-fronteras.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe2003retorno-muros-fronteras


Introducción

En el mundo contemporáneo, las migraciones se han asociado a la lógica de los flujos, los muros y las fronteras. El “arte de vivir en la frontera”, generador de hibridaciones o “culturas híbridas”, trajo discusiones emblemáticas sobre la xenofobia, el multiculturalismo y las nuevas territorialidades.  Ya sea por la crisis de los refugiados en Europa y los conflictos en los países africanos, o por el muro entre los EE.UU. y México para detener y contener el flujo de migrantes latinoamericanos, incluso los muros que proliferan en el mundo de hoy, vemos la movilidad de los grupos vinculados a la securitización, el control, la contención y los flujos.
Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 se creía que Europa rompería sus límites en la coexistencia y coexistencia de innumerables nacionalidades en su espacio. Este nuevo espacio sería fundamental para el nacimiento de un cosmopolitismo europeo y el reconocimiento de los derechos de las minorías étnicas, raciales y nacionales de los sujetos y/o grupos en movilidad en todo el mundo. Sin embargo, a principios del siglo XXI, lo que se observa en relación con los flujos migratorios, nacionales e internacionales, es un retorno de los muros, o como lo observó el geógrafo francés Foucher (2009), una verdadera "obsesión por las fronteras". Pero 30 años después, los muros de las fronteras están cada vez más presentes en todo el planeta con temores relacionados con la globalización, soluciones de seguridad prometedoras y la reanudación de las identidades nacionales, exclusivistas y supuestamente cerradas.
Actualmente la literatura especializada señala la existencia de 71 muros en las fronteras de todo el mundo (Vallet, 2017), algunos llamados "muros de la vergüenza", y que se han convertido en dispositivos de una lógica política contemporánea de intento de resolución de conflictos. En los últimos 20 años ha habido un crecimiento de estas estructuras físicas y adheridas al suelo en el que no puede cruzar. Según la geógrafa canadiense Elisabeth Vallet (2017), sumado a la circunferencia terrestre de estos muros equivale a 40.000 kilómetros. El más conocido y famoso es el que separa a Estados Unidos de México y trata de contener a los migrantes latinoamericanos. Pero otros muros y barreras se construyen para contener los flujos de migrantes o refugiados entre países como Hungría y Serbia, Kenia y Somalia, Grecia-Turquía, Chipre, Ceuta/Melilla (España), India-Bangladesh, India-Pakistán, BotswanaZimbabue, Israel-Cisjordania, Israel-Líbano, entre otros.
En otras escalas se construyen muros para separar las comunidades pobres de las carreteras, las ciudades de las reservas indígenas, los barrios marginales, los parques de barrios marginales o incluso se construyen muros dentro de las cárceles para separar a las facciones criminales. El muro parece haberse convertido en el mundo contemporáneo en el dispositivo paradójico y de emergencia de la inseguridad para la resolución de conflictos.
Así, en tiempos y espacios de globalización, vemos la proliferación de muros, barreras fijas y móviles, dispositivos tecnológicos y control de la movilidad. Así pues, porque en estos tiempos de libre circulación generalizada de bienes y capitales, los muros se construyen para contener y controlar el movimiento de las personas? ¿Cuáles son las razones que llevan a la política de control y securización de las migraciones por la lógica de los muros? ¿Qué impacto ha tenido la construcción de estos muros en la construcción de la identidad del migrante en la frontera?
También vivimos hoy una verdadera proliferación de términos y nomenclaturas asociadas a la multiplicidad de fronteras, muros, barreras, límites, entre otros dispositivos para controlar la circulación de las personas. Desde la frontera internacional hasta las vallas y muros eléctricos de los condominios cerrados, vemos la heterogeneización de las fronteras que impusieron el nacimiento de términos para dar cuenta de los procesos de restricción de flujos migratorios y/o tránsito de personas alrededor del mundo. Esto implica una reformulación, a través del sesgo de las fronteras, de las categorías analíticas sobre migraciones y migrantes.

1. Fronteras y migración

Frontier se ha convertido en un laboratorio de estudios migratorios.  Desde los años 90, el discurso idílico del “fin de las fronteras” difundido por la globalización neoliberal ha difundido que la aceleración de las relaciones, la intensificación de la movilidad humana y la mayor difusión de la información, han creado un “mundo sin fronteras”. Esto se ha vuelto “aberto” y fluido a la circulación de bienes e intercambios culturales por medio de las nuevas tecnologías de transporte y especialmente de la comunicación, lo que eliminaría prolijamente las divisiones territoriales (Mondardo, 2018).
Sin embargo, el símbolo de esta falsa dilución de las fronteras es el muro. Lo que se comprueba a través de estas transformaciones promovidas en el mundo por la globalización neoliberal, es que se están creando o recreando nuevas fronteras, en una complejidad, nunca antes vista, por los nuevos elementos que se están incorporando y/o recombinando, lo que parece promover una mutación de la naturaleza de los límites y las fronteras. Entonces, ¿cuál es el papel de las fronteras y los límites de las migraciones en el mundo de los flujos y muros contemporáneos?
Estas preguntas parecen decirnos que la mutación de la naturaleza de los límites y las fronteras se produce en respuesta a las transformaciones políticas, económicas y culturales creadas en un mundo en permanente cambio en tiempos de globalización neoliberal. Frente a los procesos de "evolución"/difusión de estas nuevas tecnologías del transporte, la comunicación y la información, la frontera se ha convertido en una forma de comprensión (categoría de análisis) y experiencia del mundo (categoría de práctica), ya sea del "mundo cercano", lo local, al "mundo lejano", lo global.
Así, vemos un reciente y creciente despertar del interés por la frontera, ya sea como evidencia empírica, como camino epistémico (incluso con la posibilidad de construir un "nuevo episteme"), como metáfora analítica para entender un mundo en acelerado proceso de transformación, verificando su manifestación en diversas esferas escalares y múltiples dimensiones. En este proceso, las nociones están entrelazadas en la multiplicidad y la fragmentación, lo que a menudo dificulta la identificación de la medida en que los límites de una u otra perspectiva están yendo - y están surgiendo. Con nuevas miradas o con nuevas formas empíricas que se manifiestan, las fronteras ayudan a revelar y problematizar, principalmente a través de la matriz postcolonial, los cambios que experimentamos.
Estas mutaciones se producen por la aparición de nuevos epistemes (Mignolo, 2003) y/o métodos científicos que proponen el diálogo más intenso y, por tanto, transdisciplinario entre las áreas de conocimiento, entre otros conocimientos y ciencia (Morin, 2005). Algunas posiciones consideran los nuevos muros o vallas que se están construyendo y configuran la producción de nuevas fronteras y límites en las ciudades o entre países (Foucher, 2009; Haesbaert, 2006, 2014; Póvoa Neto, 2010). Algunos cambios están asociados con las nuevas formas en que los Estados nacionales activan sus fronteras para el libre comercio de bienes y controlan el acceso de las personas (Sousa Santos, 2005). Otros prefieren ver la frontera entre estados-nación como un "territorio" privilegiado de movilidad, hibridación/transculturación (Bhabha, 1998; Hall, 2003; Canclini, 1997). Es en este escenario donde la frontera sufre mutaciones en los tiempos y espacios de la globalización.
Uno de los principales discursos que se refieren al "fin de las fronteras" es el asociado al "fin de los Estados-nación" (Ohame, 1999). En esta retórica recurrente y, hasta cierto punto, hegemónica en el mundo actual, el Estado está siendo desestructurado por la supuesta pérdida de soberanía sobre el libre comercio con la desregulación del mercado, las privatizaciones y la "reducción" de las funciones estatales en el "nuevo" orden económico mundial. Con el neoliberalismo proliferan las llamadas economías regionales-globales, especialmente en las zonas fronterizas entre los países que se han convertido en las puertas de entrada (y salida) de los llamados productos globalizados. 
El Estado-nación es así "desterritorializado" por el discurso y el movimiento del "mundo sin fronteras", y "des-regionalizado" a través de la homogeneización promovida por el capital monopolístico y financiero global en las economías regionales-nacionales. Esto hace que el aparato estatal se "desterritorialice" a sí mismo como un sistema de regulación de un territorio, y tiene lugar la formación de una "sociedad global" (Ianni, 2006) o, más precisamente, de un "mercado global (regional)".
En el mundo contemporáneo de las fronteras, no se puede negar la aparición de un número creciente de desplazamientos migratorios basados en nuevos mapas de identidad nacidos, en parte, de desplazamientos situados entre los fenómenos de la globalización y la localización. En el campo de la geografía, las territorialidades producidas en situaciones de tránsito, o inspiradas en ellas, permiten la revisión o complejidad de los conceptos de territorio y territorialidad, en un mundo de movilidad, de la intensificación del movimiento en el que se construyen relaciones socio-espaciales híbridas a través de una creciente pluralidad de pertenencias y referencias territoriales.
Para designar diferentes aspectos de esta complejidad contemporánea (Morin, 2005), vistos por unos como confusión de pertenencias, por otros como "explosión de los sentidos", o incluso como aparición de multiplicidades, podríamos utilizar una serie de términos: mestizaje, transculturación, criolización, hibridación, antropofagia, cultura migratoria, tránsitos de identidad, entre otros. La proliferación de estos términos parece caracterizar el "fin" de la época en la que el prefijo dominante en la comprensión/problematización de las relaciones entre las culturas era "inter" y el "principio" de aquello en lo que prevalece la noción de "trans". No es de extrañar que haya vacilación y contestación en el uso de estos términos, porque todavía no está clara la realidad que tratan de designar: nuevas figuras de identidad emergentes y la reinvención de las territorialidades (Porto-Gonçalves, 2006), especialmente (pero no sólo), en la movilidad humana.
En un momento de crisis, transición o cambio, proliferan varios "post", "multi", "inter" y también "trans" para buscar respuestas en relación con las mutaciones, pero efectivamente en relación con la movilidad humana y la frontera, especialmente en relación con la geografía, que volvería a surgir a través del proceso de globalización con la "compresión espacio-temporal" (Harvey, 1999), o, por otra vía geográfica, con la "elongación espacio-temporal" (Giddens, 1991), o, aún así, con la "aceleración contemporánea" (Santos, 1997). Si la dimensión espacial se transforma con la globalización, como en la movilidad humana -con la intensificación del movimiento, del contacto entre culturas diferentes, de los intercambios (Bauman, 1999) y de los procesos de hibridación (Canclini, 1997)-, ¿se han producido nuevas territorialidades?
En esta dirección, queremos demostrar cómo estos procesos de "hibridación", "del arte de (sobre)vivir en la frontera", también están presentes en la movilidad humana contemporánea y en la producción de nuevas territorialidades. Así, desplegaremos "dos procesos interrelacionados" que son: la multiplicidad cultural en tránsito en el contexto del espacio liminal, transfronterizo e intersticial; y, a partir de esta multiplicidad, cómo se producen nuevas territorialidades que -si se configuran dentro de la transitoriedad de la identidad- como multi y transterritorialidades (Mondardo y Haesbaert, 2010), especialmente en los movimientos migratorios. Destacamos que estas proposiciones analíticas entienden el espacio como permanentemente "abierto", como posibilidad (Massey, 2004), y que se presentan en la actualidad en un terreno que es a la vez fértil y ambivalente por la complejidad que se presenta.

2. Muros de la vergüenza

El malestar (Freud, 1996) causado por los muros en el mundo ha ganado espacio en los medios de comunicación, no sólo como alternativa, sino también en los medios de comunicación hegemónicos y de masas, como en Brasil la serie multimedia "El mundo de los muros", publicada por la Folha de São Paulo, de junio a septiembre de 2017. Los siete informes pusieron de manifiesto la existencia de barreras en los cuatro continentes, entre Estados Unidos y México, Kenia y Somalia, Serbia y Hungría, Israel y Cisjordania, en Lima (Perú), que se han multiplicado en los últimos años y que tienen diversas causas, que van desde cuestiones geopolíticas, económicas y sociales.
Para la geógrafa Élisabeth Vallet, hay una crisis económica en el mundo que ha aumentado la desigualdad de ingresos entre países, lo que ha generado un "sentimiento de impotencia de la gente". Según el autor, la multiplicación de las fronteras en el mundo "es menos una cuestión de inseguridad en el sentido militar que de inseguridad social". "Actualmente, la justificación más frecuente de los muros es la inmigración, la segunda es el terrorismo y la tercera el contrabando" (Folha de São Paulo, 17/09/2017).
En Brasil, los flujos migratorios en las fronteras han destacado recientemente, especialmente con la entrada de haitianos a través del estado de Acre y bolivianos a través del estado de Mato Grosso do Sul. Pero otras fronteras, en su forma y contenido de muros urbanos, han sido y están siendo construidas por el país. En Cubatão, una ciudad del interior del estado de São Paulo, se construyó un muro, llamado "muro de la vergüenza", para aislar a las comunidades pobres de la carretera de los inmigrantes. A poco más de 50 km de São Paulo, un muro de 3 metros de altura se extiende durante un kilómetro por la Carretera de los Inmigrantes, que conecta la capital con la Baixada Santista. La barrera de hormigón, que incluso puede pasar desapercibida para las personas que usan la carretera a diario -y pagan peajes-, separa la carretera de una comunidad -la favela de Vila Esperança- con 25.000 personas. En la favela, el 12% de la población no tiene ingresos y todos vierten sus aguas residuales en el río que desemboca en las playas de São Paulo. El muro levantado en 2006 por la concesionaria de autopistas tiene como objetivo "mejorar las condiciones de seguridad pública" del lugar. El argumento utiliza como justificación que hubo siete robos en 2015, un robo y un latrocínio en 2016, según la policía de carreteras (Folha de São Paulo, 24/07/2017).
Para problematizar los impactos de la construcción de muros en las relaciones interpersonales y su interfaz con la frontera y el territorio, el psicoanalista Dunker (2015) ayuda a comprender el malestar y el sufrimiento establecido a través de la lógica de los muros en comunidades cerradas en Brasil. Para el autor, "el muro hace lugar a través de la frontera. Un lugar habitado por una demanda" (p. 65). "El muro es una estructura de defensa, una forma de determinar el espacio como territorio" (p. 59). Las condiciones que esta estructura defensiva plantea en los temas, transmitidas por el autor, son: indiferencia, infelicidad, no pertenencia, extrañeza. Añade que "el muro aparece como una figura de indiferencia, exclusión y segregación, conteniendo en sí mismo la forma indeterminada de negación de los tiempos de la demanda" (p. 65).
Estas condiciones pueden provocar en el sujeto la sensación de vacío y una falsa seguridad, en la lógica marcada "el lugar interior y el lugar exterior, en las zonas de pasajes y zonas de interdicción" (Dunker, 2015, p.55), produciendo una confusión de identidad, tanto para las personas que viven en comunidades cerradas, como para aquellas sometidas a las dinámicas entremezcladas.
En esta dirección, podemos reflexionar sobre la multiplicidad espacial de nuestro tiempo. Para Massey (2000, p. 177), vivimos "en una época en la que las cosas se aceleran y se extienden" con la "aceleración" del tiempo y la "difusión" en el espacio de los medios de información y los procesos de comunicación que afectan e influyen en nuestras experiencias individuales/colectivas:

La noción (idealizada) de una época en la que los lugares estaban (supuestamente) habitados por comunidades coherentes y homogéneas se opone a la actual fragmentación y ruptura.... La compresión del tiempo-espacio se refiere al movimiento y la comunicación a través del espacio, la extensión geográfica de las relaciones sociales y nuestra experiencia de todo esto (Massey, 2000, p. 178).

Se perfilan, por tanto, movimientos contradictorios y complementarios de homogeneización y fragmentación en el mundo contemporáneo (Santos, 2000), de relaciones que suponen la superación de las diferencias por la igualdad de gustos y consumos que, por el contrario, fortalecen y/o resaltan la diferencia; diferencia cultural y diferencia de proyectos, ingresos, condiciones de desarrollo humano, entre otros. Circunscriben con la globalización, los movimientos de "localización", los llamados "glocalismos" o "globalización particularizadora" (Robertson, 2003). Por "ubicación", en una primera aproximación, entendemos los movimientos individuales y/o colectivos que buscan valorar o incluso revalorizar sus lugares de pertenencia, afirmando los lugares con identidad social y/o territorial (Haesbaert, 1999). Son, por tanto, movimientos de territorialización o de re-territorialización a través de relaciones de apego y afectividad al territorio, frente al movimiento de homogeneización de las relaciones sociales más globalizadoras.
Entre las innumerables tramas de relaciones sociales producidas por la interacción entre estas dos líneas de fuerza, podemos destacar los movimientos migratorios y la formación de culturas híbridas, también estos procesos profundamente interrelacionados. Por lo tanto, una marca diferencial de los movimientos migratorios, de la transitividad de las personas a través de los estados, municipios, organizaciones, en definitiva, a través de los lugares y relaciones más variadas hoy en día son las tecnologías de transporte que hacen posible atravesar gran parte del planeta en cuestión de horas "masificando" los viajes (no de manera igualitaria para todos). Otra diferencia se origina en las tecnologías de comunicación/información que permiten a hombres, mujeres y niños transportarse, no físicamente, sino virtualmente, a través de las redes del ciberespacio (Lévy, 1999).
Es, por tanto, en este contexto que Canclini (1997, p. 17) considera que los procesos de hibridación han transformado la forma de entender la sociedad. Los procesos de hibridación han cambiado la forma en que vemos, hablamos y pensamos "sobre la identidad, la cultura, la diferencia, la desigualdad, la multiculturalidad y sobre los pares que organizan los conflictos en las ciencias sociales: tradición-modernidad, norte-sur, local-global" y también, podemos añadir, sobre los movimientos migratorios.
Así, desde las transformaciones y el mayor entrecruzamiento de bienes y, por extensión, de personas, culturas y relaciones en todo el mundo "dentro" y "fuera", se hacía necesario repensar las identidades y territorialidades de los procesos de hibridación que, según Canclini (1997, p. 19,[énfasis total del autor]) comprende por "procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían por separado, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas". Y, para el autor, "las llamadas estructuras discretas son el resultado de hibridaciones, por lo que no pueden ser consideradas fuentes puras", es decir, a través de procesos cotidianos, relaciones de contacto en diferentes grupos, clases y culturas, se reproducen el contraste y la alteridad. Estas relaciones producen multiterritorialidades (Haesbaert, 2004) y multiculturalidades (Sousa Santos, 2010) de tiempos y espacios contemporáneos, que coexisten, no armoniosamente, con desigualdades de grado y naturaleza, es decir, con desigualdades sociales (de clase, especialmente económicas), y diferentes formas/relaciones de apropiación de la naturaleza y significación de los lugares y relaciones por las que territorializan y/o reterritorializan los sujetos, grupos y/o clases sociales.
Con el concepto de cultura híbrida, Canclini (1997), permite construir una visión transdisciplinaria, entender los espacios fronterizos, preliminares, entre las divisiones del espacio cultural, en el que se yuxtaponen y cruzan, por tanto:

Así como la oposición abrupta entre lo tradicional y lo moderno no funciona, el culto, lo popular y lo masivo no es el lugar donde estamos acostumbrados a encontrarlos. Es necesario demoler esta división en tres pisos, esta concepción estratificada del mundo de la cultura y descubrir si su hibridación puede ser leída con las herramientas de las disciplinas que la estudian por separado: la historia del arte y la literatura que tratan del "culto"; el folklore y la antropología, dedicada a lo popular; las obras de comunicación, especializadas en la cultura masiva. Necesitamos ciencias sociales nómadas, capaces de circular por las escaleras que conectan estos pisos. En otras palabras, que rediseñen estos planes y comuniquen los niveles horizontalmente (Canclini, 1997, p. 19).

Son cambios que transforman al sujeto en un ser trans-localizado, un ser transterritorial (y de múltiples pertenencias), sentimientos y territorios que se construyen y/o cruzan en la vida cotidiana de los espacios fronterizos, la diversidad de grupos, las nuevas tribus de las ciudades como lo demuestra, por ejemplo, Maffesoli (1987). Ya no estamos seguros de dónde estamos hablando. Es a este sentimiento que Stuart Hall (2003) describe la "diáspora" y, en el límite, que Said (2003) señala como condición de exilio. La diáspora se relaciona originalmente con la dispersión de un pueblo en lugares distantes de su origen. Pero al mismo tiempo, la diáspora no se refiere necesariamente a las migraciones de larga distancia, de un país a otro, de un continente a otro. El movimiento puede ser "breve", de un municipio a otro, de un lugar a otro. Lo que define esta condición de "diáspora" son las diferentes relaciones culturales, sociales y políticas (de poder) entre el aquí y el allá, que dan al migrante una "vida al límite" (Haesbaert, 2011; 2014), o entre el lugar (Bhabha, 1998), producto y productor de hibridaciones a través de encuentros, confrontaciones, contrastes entre identidades, entre etnias, entre diferentes formas de vivir y hacer la vida cotidiana.
En este contexto, Edward Said explica que en lo que se refiere a las formas de vida que viven las personas en el exilio:

Para el exilio, los hábitos de vida, la expresión o la actividad en el nuevo entorno se producen inevitablemente en el contexto de la memoria de estas cosas en otro entorno. Así, ambos ambientes son vivos, reales, se dan juntos como en el contrapunto. Hay un placer específico en este tipo de aprehensión, especialmente si el exiliado es consciente de otras yuxtaposiciones de contrapunto que reducen el juicio ortodoxo y aumentan la simpatía por la comprensión (Said, 2003, p. 59).

Así, con la globalización muchos de nosotros parecemos "no sentirnos como en casa"; el mundo parece haberse vuelto extraño, los sujetos se convierten en extranjeros en sus "propios lugares" -lo que también nos parece una nueva forma de pertenencia-, haciendo que algunas personas se conviertan en sujetos multiterritoriales y trans-territoriales (ejemplarmente, el caso de los migrantes) a través de los procesos de encrucijada de culturas, de líneas de fuerzas que se superponen y se articulan en los procesos de hibridación y, por extensión, de la tensión que produce y se produce en la amalgama de territorios y culturas, en el cruce, creación, recreación e incluso "destrucción" de territorios, culturas y relaciones sociales (siempre como posibilidad).
Se puede observar que el mundo está cada vez más marcado por flujos continuos e intensos; por tránsitos acelerados, materiales e inmateriales, de información, de personas y de bienes. Por supuesto, esta movilidad no se produce sin conflictos y de forma ilimitada e igualitaria para todos los sujetos y sus relaciones. Si los turistas, los trabajadores calificados y los inversionistas pueden ser bien recibidos en el extranjero, no puede decirse lo mismo de los trabajadores y trabajadoras que, sin poder permanecer en sus lugares de pertenencia, tienen que emigrar a centros más desarrollados económica y tecnológicamente, dentro o fuera de sus países, en busca de oportunidades de trabajo, o simplemente, como ocurre en la mayoría de los casos, de supervivencia. Para estos sujetos o grupos, la condición de migrante significa, en la mayoría de los casos, "exclusiones" y precariedad material y simbólica; una vida cotidiana marcada por prejuicios, indiferencia, hostilidad -aunque, como mano de obra barata, sean indispensables para la producción. Por lo tanto, estos trabajadores viven en la cuerda floja entre la integración funcional y la re-territorialización, siempre parcial y relativa, a la sociedad "abarcadora" y la amenaza constante de expulsión, restricción y xenofobia.

3. Fronteras de lo común

¿Cuál es la relación entre lo común y los muros en las fronteras? Asumimos que las fronteras de los estados separan las comunes, que son comunales. La propiedad privada de la tierra que impuso el recinto -del latín limitatio, limas, de una frontera- niega la tierra común. La acción de delimitar y rodear una tierra intenta convertirla de tierra común (colectiva) en propiedad privada. El encierro de los bienes comunes es el proceso violento de dominación privada de la tierra, por parte del Estado y el capital, y que está implicado en movimientos de desposesión y desterritorialización.
En las últimas décadas, las perspectivas económicas neoliberales han producido y forjado discursos para justificar la destrucción, desposesión y desterritorialización de los bienes comunes y su subordinación a la lógica hegemónica de la propiedad privada, como "(...) la idea de que los bienes comunes están condenados a la autodestrucción ambiental y económica y, por lo tanto, deben ser regulados por el Estado o privatizados" (Mezzadra y Neilson, 2016, p. 335). La norma legal de la propiedad privada, en la cúspide del Estado-nación, se ha convertido o se ha reducido a escala mundial. El encierro de los bienes comunes implementó este nuevo modelo de desarrollo socio-espacial. La delimitación de un terreno se basa en varios modelos de desarrollo económico, así como en la identificación de varios conflictos contemporáneos desencadenados por viejos y nuevos recintos.
El concepto de común ha sido utilizado como contrapunto a la política de los muros y/o al cierre de las fronteras de la indiferencia y la desigualdad social y espacial en el mundo contemporáneo. La formación de apropiación del espacio por parte de los comunes tiene múltiples formas y en las fronteras se moviliza el concepto para establecer un enfoque necesario a la multiplicidad del espacio, sus procesos de heterogeneización y convivencia con las diferencias sociales.
A partir de los análisis de Karl Marx sobre los recintos de los bienes comunes, en el origen del estado y del capitalismo moderno, identificamos cómo se construyeron límites, cercos y fronteras para la separación, el saqueo y la indiferencia. En el mundo contemporáneo, desde los muros de las fronteras y las zonas urbanas, el debate de lo común ha adquirido una nueva relevancia en los debates teóricos y en las luchas sociales de los migrantes, los refugiados, los exiliados, los movimientos indígenas, los campesinos, los quilombolas, los llamados pueblos originarios, los pueblos originarios y las comunidades tradicionales, hasta las luchas por la información, lo digital, por la universalización de las redes de información y conocimiento en redes virtuales. La resistencia de estos movimientos incorpora lo común como forma de lucha por la tierra y el territorio y contra los muros y vallas de la indiferencia, la desigualdad y el saqueo socioespacial.
Todas estas luchas son ejemplos importantes de la defensa de los bienes comunes, o de la protección de los bienes comunes, en los múltiples esfuerzos para resistir la desestructuración del estado de bienestar, que están circunscritos dentro del derecho público y el espacio público.
Las luchas contemporáneas están ligadas a la vida. La vida común y humana y no humana, o cómo pensamos las diferentes humanidades. Común es de alguna manera la base de todo. Si pensamos en los circuitos de la economía contemporánea, varios de los negocios del capitalismo, en la lógica expandida de la acumulación, extraen su valor de lo común. Por eso la idea de lo común como bienes comunes implica aire, agua, bosques, plantas, animales, suelo, y al mismo tiempo lo común son también las luchas, y las luchas que están ligadas a la vida. Podemos observar en varios procesos de la vida diaria, cómo estas luchas son intrínsecas a la vida. Existir es una forma de resistir. Existir como forma específica de vida contra el despojo de las fronteras y la indiferencia de los muros. Lo común está intrínsecamente ligado a la naturaleza. Y las fronteras, los muros y las vallas separan, cortan y recortan los ecosistemas, las culturas, las formas de vida.
En estas luchas contemporáneas de migrantes, refugiados, indígenas, campesinos, quilombolas, políticas, o mejor dicho, cosmopolíticas, son necesarias. Las luchas son de mundos. Pueden ser una base para nuevas vidas, para nuestra supervivencia, son luchas en las que la naturaleza no se percibe como una cuestión externa, sino como relaciones sociocósmicas. Y en este sentido a todo un diálogo con seres con otros que están vivos, pero que se expresan de otra manera y que a veces tienen que tener alguna mediación.
Lo común también se expresa en estas luchas cosmopolíticas y como una alianza entre mundos que no están divididos. Superar el plano material de los muros en las fronteras es reconectar y reconstruir mundos a través de la cosmopolítica. Ver que la naturaleza está ligada a nuestra acción diaria, es decir, que somos parte de ella. Tomar esto en serio es un primer paso y aprender de aquellos que nunca se han desentendido de este pensamiento, esta práctica, es una de las posibles formas de mantener la vida. Es necesario en esta reconexión como espacio para superar el plano material de muros, fronteras, vallas, y "politizar la naturaleza, o el cosmos - pensar la dimensión cosmopolítica de la sociedad contra el Estado" (Viveiros de Castro, 2011, p. 352).
En esta cosmopolítica, para superar los muros, es necesario reconocer la perspectiva del Otro en el que estoy incluido. Ser visto es romper con la indiferencia y reconocer mi posición ante los ojos del Otro, verificar desde ese punto de vista cuál es mi perspectiva. Este diálogo, este tránsito entre territorios y territorialidades, implica un perspectivismo en la línea de Viveiros de Castro (2015).
¿Cómo traducir y analizar lo común en estas luchas en las zonas fronterizas? Las luchas contra los muros y/o el cierre de las fronteras están ligadas a los recursos - tierra, agua, aire, bosques -, a la producción, así como a la identidad, la memoria, la ascendencia, la cosmopolítica, entre otros. Las luchas por lo común restablecen el estatus de humanidad para aquellos colectivos, grupos y sujetos cuya humanidad fue arrebatada o capturada por la indiferencia de los muros y/o desterritorializada/ precaria por la ruptura de las relaciones sociales por los límites impuestos por las fronteras coloniales.  La lucha por lo común restablece los territorios originales y crea horizontes de sentidos emancipadores.
Estas luchas en las zonas fronterizas requieren la producción de nuevas o la expansión de "subjetividades territoriales" (Krenak, 2019), incorporando nuevas dimensiones y escalas geográficas de apoyo/articulación/alianza, al tiempo que se enriquecen los territorios de vida de los pueblos, comunidades, colectivos y sujetos desestabilizadores de los muros y fronteras que rodean a los bienes comunes, comunes y comunes, y que establecen o imponen lo público y lo privado. El concepto de bien común es una alternativa al desarrollo, y reposiciona el tema a través de otras perspectivas territoriales, sociales, jurídicas (pluralismo jurídico), económicas, climáticas, de civilización y de políticas públicas. Los bienes comunes y los bienes comunes nos permiten repensar la propiedad pública y privada legitimada por el Estado, que es el fundamento de la propiedad privada.
Las comunes implican pensar en esta relación de la naturaleza donde todos los elementos están activos (Latour, 2004), en la dinámica espacio temporal de las diferentes formas de vida en la Tierra, cuestionando los muros y rompiendo fronteras en su sentido legal, político y social.
En muchas luchas indígenas alrededor del mundo, el derecho consuetudinario cuestiona la superposición de fronteras, vallas, muros y dispositivos de despojo y separación colonial, a fin de establecer modos alternativos, normativos y legales, de organizar los espacios sociales de los pueblos y comunidades tradicionales. La relación del Estado con los bienes públicos y el derecho tradicional de los pueblos indígenas a ocupar sus tierras puede verse como una forma de rodear al pueblo común. Esta relación complica las luchas de los comunes por la autonomía y contra la soberanía tiránica y opresiva de las fronteras y muros del estado, el capital y el patriarcado.
La pregunta de qué es común, ya que pone de relieve los procesos de despojo y exclusión social, que forman espacios de lucha, simbólicos de las ciudadanías de los pueblos y comunidades vinculadas a la naturaleza, que interrogan y desafían las fronteras coloniales impuestas, ya sea en la forma de límites político-administrativos a los muros, barreras y cercos.
Las fronteras, como las discontinuidades espaciales, conectan, dividen e interrelacionan los límites relacionales. Las fronteras engendran formas de sociabilidad a través de políticas a múltiples escalas espaciales, desde los bienes comunes locales como la tierra, el agua, los bosques, hasta las escalas globales como la lucha contra el calentamiento global y la destrucción del planeta. Estas fronteras de lucha por lo común dependen de la dimensión del conflicto y de la tensión social, pero también están enraizadas en el proceso histórico de las trayectorias de fronteras, migrantes, refugiados, indígenas, quilombolas, entre otros.
Las fronteras pueden saquear lo común, imponiendo divisiones concretas en el espacio, mientras que al mismo tiempo, en nombre de las fronteras de la sociabilidad, se producen luchas por alternativas sistémicas con otras perspectivas de "desarrollo" como la buena vida, el decrecimiento, el ecofeminismo, los derechos de la naturaleza, los derechos de la madre tierra y la desglobalización (o, para otra globalización, como propone Milton Santos, 2008). La crisis del modelo de civilización hace que alternativas al desarrollo como el Vivir Bien, la lógica comunal y la autonomía territorial, la soberanía ambiental a través de la agroecología y las transiciones contra el neoextractivismo sean propuestas que surgen de los movimientos sociales, los pueblos indígenas y los campesinos:

El Buen Vivir y los derechos de la naturaleza prestan resonancia a otros desafíos del «modelo de civilización» del desarrollo global. Muchos movimientos apuntan a la crisis del modelo civilizatorio occidental como la causa base de las crisis actuales del clima, de la energía, de la pobreza y de los significados. Dicho énfasis es más fuerte entre los movimientos étnicos, pero también lo encontramos, por ejemplo, en redes campesinas para quienes lo único que podría sacarnos de las crisis climática y  alimentaria sería un cambio de sistema hacia la producción alimentaria  agroecológica (Escobar, 2018, p. 111).

Por eso, la lucha por el bien común y los bienes comunes implica, entre otras cosas, la eliminación y superación de las fronteras, empezando por la destrucción de la lógica territorial del cercado.
Para Mezzadra y Neilson (2016), reconocen que la frontera es un método de capital a través de la extensión de las cadenas de producción, el establecimiento de zonas y corredores económicos, y la invasión de territorios nacionales a escalas cada vez más pequeñas de materia para su acumulación. Los autores también destacan, y sobre todo, la "necesidad de asumir el uso capital de las fronteras como un punto esencial e inevitable de discordia":

Sugerir que las fronteras son esenciales para el funcionamento del capital supone identificar una línea estratégica de lucha, que llega mucho más allá de los límites territoriales y jurisdiccionales de los Estados-nación o de las regiones. Lo que está en juego no es solo una lucha contra la violencia represiva que infiltra los paisajes fronterizos y los regímenes de control fronterizo alrededor del mundo, aunque este constituya innegablemente um aspecto crucial de cualquier lucha de las fronteras. Uma vez que se enfatiza la dimensión productiva de las fronteras surge toda una serie de nuevos campos de disputa. Em la fabrica mundi del mundo contemporáneo, las fronteras son funcionales a la producción de espacio, a la fuerza de trabajo, a los mercados, a las jurisdicciones y a una variedade de otros objetos, en modalidades que convergen en la producción de subjetividad (Mezzadra y Neilson, 2016, p. 318).

En este sentido, "la frontera como método" significa centrarse en los aspectos conflictivos de los procesos productivos. Significa mostrar cómo las luchas fronterizas muestran las tensiones entre las territorialidades, los conflictos territoriales, que rodean la relación entre capital y trabajo, capital y tierra, y cómo se destacan en muchos países, contextos, a menudo lejos de las fronteras geográficas, pero que influyen o condicionan los límites político-administrativos o la soberanía del Estado-nación.
Las luchas fronterizas permiten inventar una nueva política de lo común e implican repensar la apropiación de los bienes comunes. Esta política debe ampliarse, repensando la condición de un mundo sin fronteras, abierto y fluido al capital, en un intento de transformar la frontera en una institución que garantice la justicia social, la redistribución de los territorios y la democratización del acceso a los bienes comunes.
La frontera como discontinuidad espacial tiene esta capacidad, el poder, de conectar y desconectar, y por lo tanto de articular espacios, zonas, redes, flujos, líneas. Al mismo tiempo, la contingencia y rigidez de la frontera permite que este conjunto de procesos, sujetos, grupos, colectivos, Estado, Mercado, en desarticulación. La frontera permite la condensación de una multiplicidad de discursos, derechos, poderes, actores. En este sentido, la articulación de procesos en la frontera construye un campo de práctica y discurso como política hegemónica y subordinada, de múltiples territorialidades involucradas, desde arriba y desde abajo.
Los nuevos muros fronterizos o la proliferación de las fronteras urbanas implican nuevos recintos y conciernen a los profundos procesos que el capital financiero e inmobiliario promueve en la reestructuración espacial -social y política- de países, ciudades y regiones, que revelan dinámicas de exclusión y saqueo de recursos, en un juego que rediseña o traza nuevos límites:

La delimitación de lo común siempre se encuentra en juego en los nuevos y, también, en los viejos cercamientos. Este proceso puede crear líneas materiales e inmateriales de demarcación que no existían anteriormente. También puede volver a trazar las fronteras existentes, como las que circunscriben los espacios públicos en las ciudades, transformándolos en nuevas fronteras de propiedad privada. Estos procesos de creación de fronteras urbanas están orientados a mantener a los sujetos indeseables fuera de ciertas áreas específicas, construidas como valiosas a través de esfuerzos e inversiones combinadas del capital financiero e inmobiliario. Entre estos  sujetos, los inmigrantes ocupan un lugar destacado. En sus experiencias, la acción de estos procesos de creación de fronteras se repite y se articula con la acción de otras fronteras. La proliferación y diseminación de los cercamientos en el mundo contemporáneo producen una gran cantidad de violencia, sufrimiento y dolor, intensificando tanto la desposesión como la explotación. Al mismo tiempo, al menos en términos conceptuales, estos cercamientos proveen un importante punto de vista sobre la frágil legitimidad de la propiedad privada como regla social. Esta legitimidad viene afirmada en cualquier acto de cercamiento, literal o de otro tipo. Las luchas contra los cercamientos y a favor de los comunes alrededor del mundo, muestran el otro lado de este momento conceptual de una manera absolutamente concreta y antagonista (Mezzadra y Neilson, 2016, p. 335).

Centrando la frontera en múltiples escalas geográficas, debemos verificar que la construcción de dinámicas interfronterizas ocurre a todas las escalas -local, regional, nacional, global- no necesariamente incrustada, y que invierte en procesos de articulación y creación de fronteras a través y entre ellas, en un juego relacional que alía transversalidad y asume diversas formas y perspectivas. Asumir la frontera como un espacio de globalización no es negarla como un escenario local de luchas emancipadoras. Debemos observar las intersecciones de las relaciones, tanto prioritarias como secundarias, en la política de escala que, por un lado, empodera a los grupos y, por otro, debilita a ciertos segmentos. Esta posición relacional entre las territorialidades hegemónicas y subalternas en múltiples escalas espaciales se basa en las políticas fronterizas.

Consideraciones finales

Como hemos demostrado, estamos observando luchas territoriales que pueden producir y alimentar una nueva imaginación geográfica y política, capaz de repensar y reconstruir fronteras y límites a través de procesos de integración regional y de difusión de lo común a escala global, reconectando a los pueblos con sus territorios de vida. Por eso, estas luchas no deben terminar en sí mismas, en espacios exclusivos de ciertos grupos sociales. Son luchas locales que también son globales en el sentido de que lo común defiende otra relación con la Tierra, donde la vida -en sus múltiples dimensiones- está por encima de los límites, los límites espacio-temporales del capitalismo neoliberal. Las luchas fronterizas incorporan una densidad porque aportan los contenidos históricos y existenciales de estos grupos, ya que son el soporte material de la cultura, la memoria, la ascendencia y el conocimiento acumulado a lo largo del tiempo.
Escobar (2018) destaca en las luchas indígenas la posibilidad de entender otros mundos y cómo los humanos se relacionan con los no humanos. Sin embargo, es necesario partir de la idea de que el territorio es una construcción sociohistórica. Reconociendo la existencia de otros mundos, es posible identificar el desarrollo de múltiples formas de gestión de los comunes, como las cooperativas, los colectivos de base comunitaria, que no son ni públicos ni privados, que parten de las propias organizaciones sociales, los movimientos de base, desde abajo, con y para la tierra. Esto posiciona la lucha de los comunes contra la lógica del encierro, el exclusivismo territorial e individual de la propiedad privada, ligado a las luchas contra las privatizaciones, los muros, las barreras y el cierre de las fronteras. Implica revisar la relación entre lo público y lo privado, en la búsqueda de la justicia y de un derecho social y colectivo, sobre el derecho de los horizontes emancipadores del pluralismo jurídico en el que la comunidad es parte de este proceso.
Los bienes comunes - incluidos la tierra, el agua y el aire, entre otros- no pueden existir independientemente de la compleja relación o seguir existiendo entre las personas y los animales, por ejemplo. La actividad humana y su producción y reproducción son inseparables de lo común y de la relación con los bienes comunes. La reconstrucción de las categorías de prácticas y conceptos de los bienes comunes y comunes es importante para repensar esta relación con los límites, de las fronteras concretas que dividen (y dicotomizan) la naturaleza y la sociedad, lo natural y lo social, lo material y lo inmaterial, lo humano y lo no humano.
Comprender este tránsito de lo común, asumiendo cómo los "recursos" pueden ser compartidos en formas creativas de cooperación, desde los pueblos y las comunidades, para revisar esta relación con las fronteras. Contra el ataque, desmantelamiento y pillaje de la perspectiva del desarrollo neoliberal, pensar en un derecho interfronterizo (o transfronterizo) en el que la territorialidad pueda verse por la movilidad de las especies biológicas que migran a las fronteras, la protección de la libre circulación de estos seres no humanos, por una perspectiva biocéntrica. Superar la perspectiva antropocéntrica y/o incorporar la visión biocéntrica es elaborar una categoría de la práctica como la territorialidad ancestral, siendo concebida por una visión de naturaleza expandida donde la cosmología, la espiritualidad y las diferentes humanidades reconectan esta relación con la tierra y la vida en el territorio. Estos territorios de por vida - sus límites y fronteras - generan vida.

Referencias bibliográficas

Bhabha, H. (1998). O local da cultura. Belo Horizonte: UFMG.
Caldeira, T. P. do R. (2000). Cidade de muros: crime, segregação e cidadania em São Paulo. São Paulo: Ed. 34, Edusp.
Canclini, N. G. (1997). Culturas híbridas: estratégias para entrar e sair da modernidade. São Paulo: Edusp.
Darley, M. (2008). Le contrôle migratoire aux frontières Schengen: pratiques et représentations des polices sur la ligne tchéco-autrichienne. Cultures & Conflits, 71, p. 13-29.
Dunker, C. I. L. (2015). Mal-estar, sofrimento e sintoma: uma psicopatologia do Brasil entre muros. São Paulo: Boitempo.
Escobar, A. (2018). Otro posible es posible: caminando hacia las transiciones desde Abya Ayala/Afro/Latino-América. Bogotá: Ediciones Desde Abajo.
Foucher, M. (2009). Obsessão por fronteiras. São Paulo: Radical Livros.
Freud, S. (1996). O mal-estar na civilização. In: _____. O futuro de uma ilusão, o Mal-Estar na civilização e outros trabalhos (1927-1931). Rio de Janeiro, Imago, pp. 67-148.
Giddens, A. (1991). As conseqüências da modernidade. São Paulo: Ed. da UNESP.
Haesbaert, R. (1999). Identidades territoriais. In: Rosendhal, Z. Corrêa, R. (Orgs.). Manifestações da cultura no espaço. Rio de Janeiro: EdUERJ, pp. 169-190.
Haesbaert, R. (2002). Fim dos territórios ou novas territorialidades? In: Lopes, L. P. da M.; Bastos, L. C.; (Orgs.). Identidades: recortes multi e interdisciplinares. Campinhas, SP: Mercado de Letras, pp. 29-52.
Haesbaert, R. (2004). O Mito da Desterritorialização: do “fim dos Territórios” à multiterritorialidade. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil.
Haesbaert, R. (2006). Muros, “campos” e reservas: os processos de reclusão e “exclusão” territorial. In: Silva, J. B. da; Lima, L. C. Elias, D. (Orgs.). Panorama da Geografia brasileira I. São Paulo: Annablume, pp. 23-48.
Haesbaert, R. (2011). Viviendo en el límite: los dilemas del hibridismo y de la multi/transterritorialidad. In: Zusmán, P. et al. (Org.) Geografias Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos.Fac. De Filosofía y Letras da UBA. Buenos Aires.
Haesbaert, R. (2014). Viver no limite: território e multi/transterritorialidade em tempos de in-segurança e contenção. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil.
Haesbaert, R. Mondardo, M. (2010). Transterritorialidade e antropofagia: territorialidades de trânsito numa perspectiva brasileiro-latino-americana. GEOgraphia, n. 24.
Hall, S. (2003). Da diáspora: identidades e mediações culturais. Belo Horizonte: UFMG.
Harvey, D. (1999). Condição pós-moderna: uma pesquisa sobre as origens da mudança cultural. São Paulo, Loyola.
Harvey, D. (2004). O novo imperialismo. São Paulo: Loyola.
Krenak, A. (2019). Ideias para adiar o fim do mundo. São Paulo: Companhia das Letras.
Latour, B. (2004). Políticas da natureza: como fazer ciência na democracia. Bauru, SP: Edusc.
Ianni, O. (2000). Enigmas da modernidade-mundo. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira.
Lévy, P. (1999). Cibercultura. São Paulo: Editora 34.
Maffesoli, M. (1987). O tempo das tribos: o declínio do individualismo nas sociedades de massa. Rio de Janeiro: Forense-Universitária.
Massey, D. B. (2004). Filosofia e política da espacialidade: algumas considerações. Niterói: UFF. GEOgraphia. Ano 6 – N. 12, pp.7-23.
Massey, D. B. (2000). Um sentido global de lugar. In: Arantes, Antonio A. (Org.). O espaço da diferença. SP: Papirus, pp. 176-185.
Massey, D. B. (2008). Pelo espaço: uma nova política da espacialidade. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil.
Mezzadra, S.; Neilson, B. (2016). La frontera como método: o la multiplicación del trabajo. Buenos Aires: Tinta Limón.
Mignolo, W. (2003). Histórias locais/projetos globais: colonialidade, saberes subalternos e pensamento liminar. Belo Horizonte: UFMG.
Mondardo, M. (2018). Territórios de trânsito: dos conflitos entre Guarani e Kaiowá, paraguaios e “gaúchos” à produção de multi/transterritorialidades na fronteira. Rio de Janeiro: Consequência.
Morin, E. (2005). O método 5: a humanidade da humanidade. 3 ed. Porto Alegre: Sulina.
Ohmae, K. (1999). O fim do Estado-nação. São Paulo: Publifolha.
Porto-Gonçalves, C. W. (2006). A Reinvenção dos Territórios: a experiência latino-americana e caribenha. CLACSO. Disponível en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/cece/Carlos%20Walter%20Porto-Goncalves.pdf. Consultado en 03/04/2010 a las 22:30.
Póvoa Neto, H. Barreiras físicas como dispositivos de política migratória na atualidade. In: Póvoa Neto, H.; Santos, M. de O.; Ferreira, A. P.; Vainer, C. (2010). (Org.). A experiência migrante: entre deslocamentos e reconstruções. Rio de Janeiro: Garamond, Faperj, p. 491-520.
Robertson, R. Glocalización: tiempo-espacio y homogeneidad heterogeneidad. In: Modedero, J. C. (2003). (coord.). Cansancio del Leviatán: problemas políticos de la mundialización. pp. 261-284.
Said, E. (2003). Reflexões sobre o exílio e outros ensaios. São Paulo: Companhia das Letras.
Santos Junior, L. L. (2009). Sociabilidade e identidades confinadas em condomínios na Barra da Tijuca. Tese de doutorado. Rio de Janeiro: IPPUR-UFRJ.
Sousa Santos, B. de S. Os processos da Globalização. In: Sousa Santos, B. de S. (2005). (Org.). A globalização e as ciências sociais.  3 ed. São Paulo: Cortez.
Sousa Santos, B. de S. Para além do pensamento abissal: das linhas globais a uma ecologia de saberes. In: Sousa Santos, B. de S.; Meneses, M. P. (2010). (Orgs.). Epistemologias do Sul. São Paulo: Cortez.
Santos, M. (2000).Por uma outra globalização - do pensamento único à consciência universal.São Pauto: Record.
Santos, M. (1997). Técnica, espaço, tempo: globalização e meio técnico-científico-informacional. 3 ed. Hucitec: São Paulo.
Sayad, A. (1998). A imigração ou os paradoxos da alteridade. São Paulo: EdUSP.
Viveiros de Castro, E. Pósfacio. In: Clastres, P. (2011) Arqueologia da violência. São Paulo: CosacNaify.
Viveiros de Castro, E. (2015). Metafisicas canibais. São Paulo: CosacNaify.
Wacquant, L. (2004). O que é gueto? Construindo um conceito sociológico. Revista de Sociologia e Política, Curitiba, 23, p. 155-164.
Yúdice, G. (2004). A conveniência da cultura: usos da cultura na era global. Belo Horizonte: UFMG.

Noticias de la prensa:
EUA construirão “muro virtual” contra imigrantes. Folha de São Paulo, São Paulo, 22 de setembro de 2006. Disponible en http://www1.folha.uol.com.br/fsp/mundo/ft2209200611.htm. Consultado en 16/06/2017 a las 12:34.
A 50 km de São Paulo, muro isola comunidade marcada pela pobreza. Folha de São Paulo, São Paulo, 24 de agosto de 2017. Disponible en http://www1.folha.uol.com.br/tv/mundo/2017/07/1903709-a-50-km-de-sao-paulo-muro-isola-comunidade-marcada-pela-pobreza.shtml. Consultado en 10/02/2018 a las 10:02.

Globalização gerou insegurança e, ao invés de derrubar, reforçou fronteiras. Folha de São Paulo, São Paulo, 17 setembro de 2017.  Disponible en http://www1.folha.uol.com.br/ilustrissima/2017/09/1918764-globalizacao-gerou-inseguranca-e-ao-inves-de-derrubar-reforcou-fronteiras.shtml. Consultado en 10/02/2018 a las 11:04.

Série da Folha sobre muros é finalista em prêmio da Cruz Vermelha. Folha de São Paulo, São Paulo, 12 outubro de 2017. Disponible en http://www1.folha.uol.com.br/mundo/2017/10/1926015-serie-da-folha-sobre-muros-e-finalista-em-premio-da-cruz-vermelha.shtml. Consultado en 10/02/2018 a las 11:30.


*Doctor en Geografía por la Universidad Federal Fluminense. Profesor del Programa de Posgrado en Geografía de la Universidad Federal de Grande Dourados.


Recibido: 25/11/2019 Aceptado: 17/03/2020 Publicado: Marzo de 2020


Nota Importante a Leer:
Los comentarios al artículo son responsabilidad exclusiva del remitente.
Si necesita algún tipo de información referente al articulo póngase en contacto con el email suministrado por el autor del articulo al principio del mismo.
Un comentario no es mas que un simple medio para comunicar su opinion a futuros lectores.
El autor del articulo no esta obligado a responder o leer comentarios referentes al articulo.
Al escribir un comentario, debe tener en cuenta que recibirá notificaciones cada vez que alguien escriba un nuevo comentario en este articulo.
Eumed.net se reserva el derecho de eliminar aquellos comentarios que tengan lenguaje inadecuado o agresivo.
Si usted considera que algún comentario de esta página es inadecuado o agresivo, por favor, escriba a lisette@eumed.net.

URL: https://www.eumed.net/rev/caribe/index.html
Sitio editado y mantenido por Servicios Académicos Intercontinentales S.L. B-93417426.
Dirección de contacto lisette@eumed.net