Gliceria Zabala Quiñones *
Margarita de la C. Moncada Santos **
Yolennis Cañete Rojas ***
Universidad de Oriente. Santiago de Cuba
Correo: glicezq@gmail.com
Resumen
El artículo es derivado de tesis de Maestría en Desarrollo Cultural Comunitario, resulta del Proyecto de Investigación del Centro de Estudios Sociales y Caribeños (CESCA), insertada en la variable: vulnerabilidad social ante la dinámica del proceso salud enfermedad. El artículo aborda la vejez como problema social desde el análisis cultural al relacionar la interacción social y los significados asignados en la representación social. El objetivo es explicar el valor metodológico de la teoría de la representación social para el estudio de la vejez desde un análisis cultural. Los resultados obtenidos permiten considerar que en la representación social de la vejez construida por los adultos mayores influye la interacción social de estos en las instituciones comunitarias, de ahí el Círculo de Abuelos en el que se efectúa el estudio facilita la interacción social de las personas mayores en la comunidad y potencia la significación asignada a la misma para su salud.
Palabras claves: representación social de la vejez- adulto mayor- interacción social
ABSTRACT: SOCIAL REPRESENTATION, OLD AGE, SOCIAL INTERACTION, ELDERLY.
ABSTRACT
The article is derived from a Master's thesis in Community Cultural Development, resulting from the Research Project of the Center for Social and Caribbean Studies (CESCA), inserted in the variable: social vulnerability to the dynamics of the health-disease process. The article addresses old age as a social problem from the cultural analysis to privilege social interaction that allows to delve into the meanings assigned in the social representation. The objective is to explain the methodological value of the theory of social representation for the study of old age from a cultural analysis. The results obtained allow us to consider that in the social representation of old age built by the elderly influences the social interaction of these in the community institutions, hence the Circle of Grandparents in which the study is conducted facilitates the social interaction of the elderly in the community and enhances the significance assigned to it for their health.
Keywords: social representation of old age- senior citizen- social interaction
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Gliceria Zabala Quiñones, Margarita de la C. Moncada Santos y Yolennis Cañete Rojas (2019): “Representación social de la vejez en adultos mayores desde el análisis cultural”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (octubre 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/10/representacion-social-vejez.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1910representacion-social-vejez
INTRODUCCION
Cada vez cobran mayor importancia las investigaciones sociales desde un enfoque cultural, asumiendo el reto de interpretar lo que piensan las personas sobre los problemas de su cotidianidad, es decir, la estructuración de las significaciones, cómo estas se expresan y cobran sentido mediante procesos simbólicos desde la subjetividad de actores sociales.
Igualmente, el análisis de las concepciones acerca de la vejez evidencia que esta categoría no puede analizarse al margen de la sociedad y la cultura, en la que se estructuran interpretaciones discursivas de sentido común y se formulan modos de entendimiento de la vejez como problema social. En este sentido, Moscovici expresa que: “En sus inicios el campo de estudio de las representaciones sociales se interesa por las relaciones entre los conocimientos científicos y el pensamiento social” (Moscovici, 1961/1979, 1984).
Luego Jodelet, en 1984, distingue tres grandes áreas o tendencias de investigación:
Un área de difusión o vulgarización del saber científico en el campo social o educativo, otra dirigida al estudio de las cuestiones clásicas de la Psicología Social, como la cognición social, el conflicto y la negociación, las relacionales interpersonales (destacando que ésta área contribuyó decisivamente a dar por sentada la intervención de los procesos de interacción social y los modelos culturales en la constitución de las representaciones así como el papel de éstas en el comportamiento) y la última centrada en los objetos socialmente valorados, focos de conflictos a los cuales los grupos definen sus particularidades. En aquel momento la evalúa como un área aún poca estructurada, (Perera, 2005).
La autora referida anteriormente refiere que Wagner (2000) por su parte, sistematiza y enriquece el campo de estudio de las representaciones, y destaca tres grandes campos de investigación: la ciencia, el saber académico popularizado; la imaginación cultural y los acontecimientos o eventos sociales específicos. Demuestra la concepción de la historia y la cultura por ambas posturas, como aspectos de incuestionable valor en la determinación de la subjetividad.
También Perera (2005), propone un conjunto de áreas temáticas de investigación en representaciones sociales, en lo adelante (RP): Ciencia Popularizada, Salud-Enfermedad, seguidas por el Desarrollo Humano, el Campo Educativo, temas sociopolíticos, la cuestión comunitaria, la Internet y las Ciber-representaciones. En esta propuesta la temática de la vejez queda situada en el Desarrollo Humano; por lo que, sin dudas, está incluido dentro de las áreas temáticas de la representación social que son reconocidas y asumidas por las ciencias sociales.
El estudio de las representaciones sociales –como perspectiva teórica— facilita el acercamiento a la comprensión común de una realidad vivenciada a nivel individual y colectivo; esta trasciende la dimensión cultural a través de la organización de los significados atribuidos a determinado objeto. Esta hipótesis es introducida por vez primera el pasado siglo, siendo el francés Serge Moscovici su principal exponente, con su obra La Paychanalyse Son image out son Publique, publicada en 1961. En su tesis declara abiertamente la pretensión por redefinir los problemas y conceptos de la psicología social.
En la construcción conceptual de representación social, Moscovici plantea una primera definición que fue variando gradualmente, como muestra –según sus propias palabras— de que esta no es una definición concluyente, dotándole un carácter abierto, pues presentar una definición precisa reduciría su alcance teórico-conceptual. Es válido señalar que la mirada de sus críticos ha permanecido centrada hacia esta disposición a la ambigüedad.
Obviamente se inicia por la definición inicial de Moscovici donde plantea que:
La representación social es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. Es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación […]. Son sistemas de valores, nociones y prácticas que proporciona a los individuos los medios para orientarse en el contexto social y material, para dominarlo. Es una organización de imágenes y de lenguaje. Toda representación social está compuesta de figuras y expresiones socializadas. Es una organización de imágenes y lenguajes porque recorta y simboliza actos y situaciones que son o se convierte en comunes. Implica un reentramado de las estructuras, un remodelado de los elementos, una verdadera reconstrucción de lo dado en el contexto de los valores, las nociones y las reglas, que en lo sucesivo, se solidariza. Una representación social, habla, muestra, comunica, produce determinados comportamientos […] (Moscovici 1961/1979, p. 47).
En la referida definición, Moscovici tiene en cuenta en primer orden elemento cognitivo, asociado al comportamiento y la comunicación, a través de los cuales los hombres perciben la realidad con el intercambio en la vida cotidiana en integración grupal.
La representación social es una organización de imágenes y de lenguaje, figuras y expresiones socializadas, símbolos comunes. Se entiende que Moscovici también agrega estos elementos como expresiones subjetivas compartidas en acción social. Implica una reconstrucción de donde irrumpen los valores y las reglas que modelan la conducta.
En 1963, Moscovici ofrece de manera más sintetizada que: “una representación social se define como la elaboración de un objeto social por una comunidad” (Citado por M. Perera, 2005, p. 47).
En 1998 expone su última definición: “[…] un conjunto o colección estructurado de descripciones y explicaciones, más o menos conectadas unas con otras […]” (p. 48).
La pluralidad conceptual en torno a la representación social expresa por sí misma su complejidad. Esta es reconocida por el propio Moscovici, cuando enfatiza que: “[…] si bien es fácil captar la realidad de las representaciones sociales, es difícil captar el concepto […]”.
Por tanto, el enfoque epistemológico de la teoría de las representaciones sociales difiere de los modelos de análisis tradicionales de la vejez, que persiguen la comprensión y modificación de comportamientos de los individuos frente a los objetos. De manera que las representaciones sociales admiten la interacción entre el objeto y el sujeto, privilegiando la comprensión del elemento social por encima del individual.
Siendo así, Marková (1996) se refiere a:
[…] una epistemología interaccional, en el sentido que las representaciones sociales suponen que existe una interacción entre los fenómenos sociales y quienes los constituyen, empleando la analogía de los campos electromagnéticos, que requieren la comprensión de lo que sucede entre dos cargas (el campo) y no del comportamiento de cada carga por separado (Citado por Moreno, 2016, p. 46)
A partir de una visión holística en el análisis de los problemas de la realidad social se considera que la cultura da cuenta del comportamiento humano; esta ofrece respuestas desde la perspectiva sociocultural a los problemas de la comunidad –como espacio de interacción social— donde emergen las representaciones sociales sobre la vejez como objeto.
Justamente el sistema de salud cubano concibe esta concepción en el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor. A través de sus subprogramas, este tiene entre sus objetivos generales y específicos la mejora de la salud de los mayores de 60 años, y estimular la participación comunitaria en la identificación y solución a los problemas de salud de este grupo poblacional.1
Por lo que, C. Herzlich (1969), define la Representación Social como: “Un proceso de construcción de lo real. El acento puesto sobre la noción de representación tiende a reintroducir el estudio de los modos de conocimiento y de los procesos simbólicos, en su relación con la conducta” (Citado por Perera, 2005). Por consiguiente, resulta evidente que la vejez percibida por individuos y grupos de culturas diferentes influye en la manera de asumirla, como también las acciones asistenciales, preventivas, educativas a través de las instituciones que son modeladas por la cultura. En esta dirección, se tiene en cuenta que la cultura es transmitida de una generación a otra por medio del lenguaje, símbolos, creencias, hábitos, tradiciones, costumbres y estilos de vida, que ratifican identidades y facilitan su cohesión y subsistencia.
Una advertencia sobre el argumento expuesto radica en el análisis de los estudios desarrollados desde la perspectiva cultural, que evidencia la correspondencia entre la teoría de las representaciones sociales y la necesidad del tratamiento de la vejez a partir de este enfoque, no obstante, y sin aspirar a sistematizar los numerosos estudios culturales –situados en Europa, Estados Unidos y América Latina, como centros de orientación geográfica importantes— en este trabajo se identifican algunas interpretaciones epistémicas en los estudios británicos y latinoamericanos, para lograr una articulación teórica con las representaciones sociales de la vejez desde la mirada cubana . Estas indagaciones tienen su origen en tres corrientes intelectuales con posturas críticas hacia las investigaciones culturales: la Escuela de Frankfurt (1923), la Escuela de Birmingham (década de los 60) y el Postmodernismo.
En la primera escuela prevalece la diversidad de enfoques, destacándose los estudios que abordan la audiencia y la opinión; estos comprenden críticas sobre las funciones sociales e ideológicas de la cultura y la comunicación masiva en el proceso de industrialización de la cultura, garantes en la reproducción de la sociedad capitalista.
Los estudios de la escuela británica irrumpen como una proximidad a la cultura desde configuraciones multidisciplinarias. Destacan los realizados por Raymond Williams que, junto a otros no menos significativos, ponderan los objetos y prácticas como productos culturales que expresaban las formas de vida de la sociedad; estos ubican a la cultura en el marco de una teoría de la producción y reproducción social.
En este contexto, la relación cultura-poder encuentra un enfrentamiento crítico que establece la distinción entre culturas; se erige para proponer una definición de cultura que abarca los significados y los valores que emergen entre grupos y clases sociales distintas, así como las tradiciones y prácticas mediante las cuales se expresan estos significados. En definitiva, al apreciar ambas corrientes se puede abreviar la tendencia a la segregación del análisis cultural, pero guarda relación con todo el sistema social y cultural.
La corriente postmoderna2 surge como un discurso en los campos de la producción cultural, particularmente en la Arquitectura. Desde sus postulados se crea un ambiente crítico que penetra casi todas las disciplinas artísticas y académicas, donde la concepción sobre la cultura se adapta a una realidad más dinámica, con énfasis en el conflicto y la inestabilidad frente a la integración y la coherencia.
DESARROLLO
En el desarrollo de este trabajo, resulta acertado entender dialécticamente la forma en que los adultos mayores se representan la vejez, en correspondencia con la fuente de construcción de dicha representaciones. Esta comprensión se relaciona con las creencias compartidas, valores, normas y conocimientos; también comprende los elementos identitarios, la memoria colectiva y las prácticas sociales, en relación con los tipos de comunicación social y los espacios de interacción social donde emergen imágenes, simbologías y conocimientos que inciden a nivel individual y grupal.
Del mismo modo, la forma en que los saberes e imágenes se inscriben en torno al objeto y la integración del conocimiento precedente con el objeto representado, incorporándose nuevos conocimientos en un sistema de categorías afines. Estos elementos constituyen la fuente originada de los mecanismos de formación y funcionamiento de la representación: la objetivación y el anclaje.
Moscovici (1961) plantea que: “[…] La objetivación es la operación por la cual se ordenan de manera particular los conocimientos relativos al objeto de la representación social” (Citado por Viveros, 1993, p. 123).
El proceso de objetivación posee tres etapas:
1ª. Selección y descontextualización de los elementos del discurso teórico inicial. En la misma, el individuo selecciona la información en función de criterios culturales y normativos.
2ª. Conformación del “núcleo figurativo” que reproduce de manera visible la estructura y el concepto de la representación.
3ª. A través del modelo figurativo se “naturalizan” los elementos que conforman dicho modelo.
En el proceso de objetivación de la representación social de la vejez se evidencia la dimensión cultural de esta teoría; específicamente, en la primera etapa es donde el individuo selecciona la información en correspondencia con los criterios culturales y normativos en torno a lo que para él representa la vejez. En la segunda construye el esquema figurativo, donde se define el núcleo central de su representación; y en la tercera, este esquema figurativo deja de ser una elaboración abstracta para convertirse en una expresión directa e inmediata.
Por otro lado, el análisis del proceso de anclaje permite comprender el funcionamiento de la representación social de la vejez. Este proceso se transforma en el enraizamiento social de dicha representación, donde la intervención de lo social se traduce en el significado y la utilidad que les son atribuidos.
Respecto a otro aspecto del anclaje Jodelet (1984), apunta que: “[…] Sin embargo el anclaje conlleva otro aspecto menos analizado pero igualmente importante: el de la integración cognitiva del objeto representado en el sistema de pensamiento preexistente, con las transformaciones que se derivan en ambos sentidos” (Citado por Viveros, 1993, pp. 124-125).
Es decir, se trata de la inserción orgánica del discernimiento adquirido culturalmente en un conocimiento ya establecido, donde se establece una dialéctica entre el anclaje y la objetivación articulando tres funciones básicas de la representación: la interpretación de la realidad; orientación de los comportamientos y relaciones sociales y la función cognitiva de integración. De los procesos de objetivación y anclaje se establece que: lo social transforma un objeto en representación, y a su vez, la representación transforma lo social.
Por eso, las autoras de este trabajo apuntan a la conceptualización de cultura para desarrollar este trabajo, asumen el enfoque del antropólogo contemporáneo Clifford Geertz, ya que tiene en cuenta la universalidad de sus presupuestos para su interpretación. Sin sobrevalorar su aporte, esta es descrita como un proceso, red, malla o entramado de significados objetivos y subjetivos, por medio de la comunicación.
En este orden, Geertz define la Cultura como:
El concepto de cultura que propugno… es esencialmente un concepto semiótico.
Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que el mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones” (Geertz, 1987. Citado por Austin, 2000, p. 12).
Más adelante, Geertz aclara que:
“[…] la cultura se comprende mejor no como complejos de esquemas concretos de conducta –costumbres, usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos— como ha ocurrido en general hasta ahora, sino como una serie de mecanismos de control —planes, recetas, fórmulas, reglas, instrucciones (lo que los ingenieros de computación llaman “programas”– que gobiernan la conducta”.
En esta conceptualización la cultura es asumida como una red o trama de sentidos, dotada de significados para los problemas de la realidad en un grupo social determinado. En consecuencia, este concepto posibilita una aproximación hacia el entendimiento de los significados que poseen los adultos mayores sobre la vejez, desde sus vivencias en el Círculo de Abuelos “Casa Natal Antonio Maceo Grajales” y en otras instituciones de la comunidad donde está enmarcado.
En este particular, se relaciona la Representación Social de la Vejez (RSV), con los espacios de interacción de los mismos, conformado por el contexto cultural,3 que incluye el medio familiar y el comunitario, entendido en este sentido por las instituciones de la comunidad. En este orden descrito para la identificación de algunas interpretaciones epistémicas de los estudios culturales, se destaca este quehacer en Latinoamérica, y se concluye con el contexto cubano.
En el continente americano ha cobrado fuerza una profunda polémica respecto a los enfoques de la cultura, al considerar la posibilidad de articulación para los órdenes simbólico y material; sin reducir la valía de los significados, donde no sea obviado el orden estructural en que estos se expresan. El análisis sociocultural se dirige, fundamentalmente, hacia las causas de las afectaciones de las estructuras sociales objetivas y los procesos simbólicos, donde convergen los distintos actores sociales que interactúan con el contexto cultural, en la misma medida que lo transforman.
Los estudios culturales en Latinoamérica se ubican desde la antropología, la crítica literaria en relación con saberes incorporados de la dimensión política y la estética, articulándose un modelo teórico (la heterogeneidad), para dar cuenta del universo heteróclito de los discursos culturales latinoamericanos (Cornejo). 4 Estos se apoyan en la interdisciplinariedad (historia, antropología, cultural, sociología, psicología, lingüística) para explorar diversas formas expresivas de subculturas regionales, o la relación entre la institución literaria y el poder, que considera a la cultura como un campo de lucha.
Araújo (2009) indica que el campo de los estudios culturales latinoamericanos ha estado segmentado en dos polos de la cultura: el antropológico-sociológico-comunicacional y el artístico-literario donde ambos se intercambian para compartir el escenario en tensión cíclica de la crítica cultural. Consideramos entonces que en esta dirección se destacan las principales producciones teóricas de los estudios de la cultura, ubicándose de modo coherente con la teoría de las representaciones sociales.
El examen de la hibridación se convierte en la piedra angular del análisis cultural de Néstor García Canclini; también es relevante la reconversión de las producciones simbólicas al insertarse en el mercado, que valora las consecuencias de la política neoliberal y de la globalización cultural para los países latinoamericanos como generadoras de desigualdades cada vez más crecientes entre las clases sociales. En cambio, afirma la existencia de la sociología de la cultura como una de las ramas más dinámicas de las ciencias sociales en América Latina, devenido por el alto número y calidad de trabajos publicados en los últimos años.
Martín Barbero J. (1987) aborda la problemática de la dominación y la manipulación, en términos de hegemonía cultural, trabajada desde un enfoque transdisciplinar— destaca la relación establecida entre medios de comunicación y cultura; la influencia ejercida por los medios comunicacionales sobre las representaciones e imaginarios desde la construcción social en el contexto de la región. Además, aborda en la concepción de las mediaciones culturales y cómo estas determinan el consumo de productos culturales transmitidos a través de los medios de comunicación.
Estas premisas se convierten en problemáticas cardinales para los estudios culturales en una región cada vez más amenazada por el exterminio cultural, impuesto por la globalización,5 que pretende suplantar una cultura global al servicio del capital.
En la literatura consultada para el desarrollo de este trabajo se constata un creciente interés dentro del contexto de América Latina por la teoría de la RS. Los primeros acercamientos tuvieron lugar a partir de los años ´80, coincidentes con las temáticas tratadas en el resto del mundo. Sin embargo, las dos primeras décadas del siglo XXI han estado marcadas por privilegiar su tratamiento a través de numerosas investigaciones realizadas en países como Chile, Uruguay, Argentina, México, Brasil, Colombia y Venezuela, en correspondencia con estudios que tienen por objeto de RS la soledad, instituciones de salud, el envejecimiento, la salud/enfermedad y la medicación, en relación con el Adulto Mayor.6
Por eso, la vejez se aborda como objeto de representación social en diferentes grupos de edades – en interconexión con las diferentes temáticas relacionadas anteriormente, y otras como: la familia, los cuidadores de ancianos, la violencia, la política social, el impacto de la religión en las personas mayores en condiciones de pobreza, el género, el tiempo libre, la jubilación, la práctica de ejercicios físicos, la participación social, por citar las que mayormente prevalecen dentro de la amplia producción científica sobre el tema en el continente latinoamericano, y se destacan las investigaciones de Sánchez Carballo, A. (2013) (México), Lladó Olivera, M.(2010) (Uruguay), Vanessa Castro, M y Janet Brizuela, S. (2010) (Argentina) y Mikaela Pivani, R. (2015) (Uruguay
Estas temáticas se han abordado desde una visión multidisciplinaria, lideradas por la Psicología, pero no menos tratadas por la Cultura Física y el Deporte (Prado, (2008), de Argentina); la Enfermería (Pinheiro, (2005) de Brasil); la Sociología y el Trabajo Social (Pugliese (2013), de Uruguay). Se evidencia la multiplicidad de análisis teóricos en su abordaje; sin embargo, la perspectiva metodológica que mayormente se pondera es la cualitativa, elemento que obedece al interés por el enfoque procesual –más que estructural— de la teoría de las representaciones sociales en la región.
La diversidad de contextos socioculturales caracteriza los trabajos de representación social de la vejez (RSV), entendiéndose fundamentalmente los de carácter institucional, comunitario, urbano y rural. Esta variedad se corresponde con un problema común, no solo para la región, sino para otras regiones del orbe como España en Europa: el “envejecimiento demográfico”, como resultado de los avances de humanidad. Numerosos resultados investigativos han sido socializados en formatos tan disímiles como artículos científicos en revistas, presentaciones en eventos, como en tesis de licenciatura, maestrías y doctorados. Entre otros, sobresalen Nieto Murillo, E., Cerezo Correa, M.P y Cifuentes Aguirre, O.L (Colombia, 2006), junto a Rangel Esquivel, J. M (México, 2011).
En Cuba se han considerado los estudios de esta teoría desde mediados de los años ´90 del siglo XX, iniciados en La Universidad de La Habana desde la Psicología Social. Las problemáticas sociales que caracterizaron el contexto histórico social (marcado por el Período Especial en tiempo de Paz) han sido su objeto de representación; mientras que los problemas sociales de emergencia y el rol relevante de nuevos actores sociales, el negro desde la racialidad, la violencia, en el proceso salud-enfermedad, y otros de génesis sociocultural han sido sus principales objetos de estudio. Posteriormente comienza suscitando interés en la Sociología, La Cultura Física y el Deporte, en la Enfermería, relacionados con la RSV donde se hace notable una incipiente presencia de los mismos.
Según el criterio de Martín y Perera:
[…] los estudios de representaciones en Cuba se han caracterizado por un creciente y amplio uso del término, no siempre acompañado de una clara noción del objeto de investigación y sus correspondientes anclajes teóricos, derivando hacia la débil postura crítica y desarrolladora. (Martín y Perera, 2004. Citado por Yero, 2014, p. 46)
No obstante, se puede afirmar que en el contexto cubano –con el paso del tiempo— se han incrementado el número de investigaciones sobre RS como perspectiva de análisis de la cultura. Esta circunstancia ha permitido una superación gradual de la debilidad en la postura crítica y desarrolladora, como juicio valorativo de las autoras referidas.
De la extensa revisión bibliográfica realizada para la presente investigación se observa que los estudios de RS llevados a cabo de la Universidad de La Habana –en su amplia mayoría— son realizados desde la Psicología; a diferencia de los MINSAP, (2012, p. 12); Benítez, (2016), desarrollados en la Universidad de Oriente, con una mayor presencia en la Sociología, tanto en tesis de diploma, maestrías y doctorados; la Universidad de las Villas también cuenta con aportaciones en este sentido.
De los estudios realizados en las ediciones de programas doctorales y de maestría del Centro de Estudios Sociales y Caribeños (CESCA) de la Universidad de Oriente. Varios han tenido presente las representaciones sociales como teoría viable para el análisis cultural en el tratamiento de diferentes problemas sociales; nos referiremos en lo adelante a los siguientes:
Desde una perspectiva histórica, los estudios sobre la vejez han estado dirigidos por el enfoque asistencialista y las perspectivas gerontológica y clínico–epidemiológicas. Estos han centrado su interés por el conocimiento de los problemas de salud de mayor incidencia en las personas de la tercera edad, con el establecimiento de indicadores para su evaluación funcional y la asistencia social, sin dejar de mencionar el enfoque preventivo de la atención médica.
Si bien se desarrollan numerosas investigaciones en torno al tema de la vejez desde las diferentes ciencias, este ha exigido de nuevos estudios que profundicen en el conocimiento científico sobre el impacto social de la problemática, con el diseño de estrategias coherentes encaminadas a la toma de decisiones desde las políticas sociales. Estos estudios exigen de nuevos enfoques enfatizando en la perspectiva cultural, que permite revelar su articulación con el pensamiento de las personas mayores sobre sí mismas como actores sociales dentro de una cultura y desde sus propias vivencias, en interacción social en el ámbito familiar y comunitario.
Por tanto, a pesar de la existencia de particularidades en esta etapa de la vida, inherentes a todas las sociedades, la significación socialmente asignada a la vejez está relacionada con el contexto cultural comunitario. Al respecto Azansa apunta que: “La perspectiva sociológica del estudio de representaciones sociales las considera como instituidas en la sociedad y como referencias a los actores sociales (mecanismos interpretativos de las estructuras sociales)” (Azansa, 2006. Citado por Yero, 2014, p. 36).
La cultura occidental generalmente regulariza el modo de categorizar las diferentes etapas del desarrollo; sin embargo, no se envejece igual bajo los contextos socioculturales urbano y rural, como no se puede afirmar que se envejece de manera similar en una comunidad bajo condiciones de marginalidad, que en una provista de una infraestructura que satisfaga las necesidades de sus habitantes.
Tanto las condiciones económicas, sociales, políticas, culturales, ambientales y las relaciones jurídicas, como la trama de significados y simbolismos de una comunidad en todo su complejo dinamismo, se expresan relacionados en la construcción de la representación social de la vejez de los adultos mayores.
La investigadora Yero Perea, M. ( 2004), expresa en su tesis que la representación social se distingue de otros conceptos afines en que esta es una construcción devenida de las interacciones sociales, donde intervienen aspectos psicológicos y sociales que se estructuran en el espacio social, en relación con las percepciones individuales y las concepciones desarrolladas en la sociedad. A su vez, está compuesta por dos ámbitos fuertemente relacionados: el figurativo y el simbólico, por lo cual se imputa a toda figura un sentido y a todo sentido una figura. Con este criterio coinciden las autoras de esta investigación.
También, Guerrero propone que las representaciones sociales se nutren de varias fuentes:
Las consideraciones antes expuestas se reflejan en las representaciones sociales sobre la vejez que poseen los adultos mayores, de interés en esta investigación, como resultado de los conocimientos de sentido común que han acompañado a los mismos a lo largo de sus vidas. También se identifican con las representaciones emergentes de lo aprendido a través de los medios de comunicación acerca de esta etapa de la vida; y por otro lado, de las experiencias según los roles desempeñados en etapas anteriores. De manera general se aprecia cómo el factor social transforma el conocimiento en representación y esta, a su vez, modifica lo social.7
La representación social de la vejez se relaciona dialécticamente con la interacción social, en tanto la segunda transforma las representaciones que los adultos mayores poseen sobre la vejez. Precisamente la interacción social de las instituciones imprime el carácter social a las representaciones.
En igual sentido, se identifica la RSV en relación con la interacción social desde la perspectiva cultural, al tomar en cuenta que el comportamiento humano es resultado de las relaciones que establecen los individuos entre sí dentro de un grupo social; y evidentemente, dichas relaciones varían en dependencia de la cultura como un proceso histórico social.
Según Azansa: “son las representaciones sociales un mecanismo para la interpretación del contexto de los sujetos en interacción con otros” (Citado por Yero, 2014, p. 35). Al respecto, Weisz (2017) afirma:
Desde las perspectivas contemporáneas se entiende que toda RS es relacional; es decir, supone siempre la existencia de otras categorías, por lo que el sentido no se produce de forma aislada e individual, sino que se construye en relación con otros sujetos y con otras categorías (Jodelet, 1986; Arbic, 2001; Martinic, 2006).
En tanto la teoría de las RS se convierte en una categoría relacional con el concepto de interacción social para el estudio sociológico de la vejez. También refiere que el estudio de las representaciones sociales –desde la óptica de la Sociología— puede apoyarse en elementos teóricos de la Psicología Social, que enriquezcan la teoría sociológica y contribuya a una mejor comprensión del comportamiento social. Por lo que la ciencia sociológica abre un espacio conceptual y metodológico en la compresión del proceso de construcción de la RSV, en la interacción social de la vejez y de los adultos mayores objeto de estudio; desde una perspectiva transdisciplinaria. Por consiguiente, las representaciones sociales sobre la vejez son construidas en el marco de las acciones sociales compartidas por las personas mayores en su cotidianidad.8
En tal sentido, Ibáñez plantea que: ”Las representaciones sociales contribuyen a construir el objeto del cual son una representación, por lo que este objeto es, en parte, realmente tal como aparece a través de sus representación social” (Ibáñez, 1990. Citado por Lima, 2012, p. 62).
Por otra parte, Lima (2012), destaca la importancia de la inserción social o la ubicación de las personas en la estructura social, al ejercer influencia sobre el tipo de experiencia personal que se establece con relación al objeto de la representación.
Atendiendo a lo que se plantea, se destaca la propuesta de Moliner (1996), que define las cinco condiciones bajo las cuales un objeto puede significar una representación:
También desde la perspectiva de Gastron (2000), la vejez cumple con las condiciones referidas como objeto de representación, donde plantea que:
Por consiguiente, a través del estudio de la RSV en el Círculo de Abuelos escogido para esta investigación los requisitos relacionados por los autores Moliner (1996), y Gastron (2000), evidencian la interrelación dialéctica de las RS al analizar la interacción de los ancianos con el contexto sociocultural.
Las autoras de este trabajo tienen el criterio de que nos enfrentamos a un grupo social heterogéneo, si se tiene en cuenta las diferencias de género, color de la piel, grupo de edades, nivel escolar y ocupación, la familia antes de llegar a la tercera edad, así como el ambiente en que viven cada uno de los que integran la institución; todo ello guarda relación con el contexto que caracteriza las etapas atravesadas a lo largo de sus vidas, conformando así su propia identidad.
Los adultos mayores estudiados conforman un grupo social constituido alrededor de la vejez como un objeto en el propio Círculo de Abuelos, en el que las representaciones son construidas a partir de significaciones asignadas al objeto, y que están condicionadas por el contexto sociocultural comunitario donde han transcurrido sus vidas.
La vejez origina un interjuego estructural, si se toma en cuenta en cuenta que para los adultos mayores la vejez está relacionada con su propia identidad; al tratarse de la RS de la etapa que están viviendo los conduce a una mayor emotividad. Al mismo tiempo, se relaciona con la dinámica de la vejez como objeto de representación, donde las personas mayores conforman el propio grupo representado dentro del Círculo de Abuelos.
Asimismo, la construcción de la RSV de las personas mayores identificadas posibilita una mayor aproximación desde el conocimiento científico a los pensamientos, emociones, sentimientos, significados, expectativas y necesidades de un grupo vulnerable. Este proceso se particulariza desde su propia comunidad, y de este modo se recomiendan acciones a las instituciones que intervienen en su atención.
Lógicamente, no se trata de un grupo ortodoxo, porque para pertenecer al Círculo de Abuelos como institución no se requieren de principios rígidos algunos; por el contrario, la voluntariedad por parte de los miembros es el factor más importante, que respeta sus propias decisiones y, sobre todo, las condiciones de salud individuales para el desarrollo de todas las actividades que se realicen.
Las personas configuran y refinan la capacidad de pensamiento mediante la interacción social conduciendo su forma específica: la socialización (Ritzer, 1993). Asimismo, los adultos mayores han configurado y refinado los pensamientos que entronizan lo significados de la vejez en plena interacción social; es decir, estos significados son derivados de dicha interacción en general y de la socialización en particular, y no de sus pensamientos.
Por lo que, a través de la interacción social establecida desde etapas anteriores de sus vidas, los adultos mayores le ha asignado significado a la vejez, y como resultado de este proceso construyen su RS en torno a ella. En consonancia con la exigencia de la atención como una etapa de la vida del hombre (sin olvidar que este se convierte en un problema social), la perspectiva de análisis cultural contempla las representaciones sociales como una propuesta flexible, y a la vez coherente para su estudio.
NOTAS FINALES
Las representaciones sociales son construcciones culturales y normativas de carácter histórico social. Desde la que a partir de la interacción social irrumpen elementos compartidos en la vida cotidiana como los conocimientos, sentimientos, valores, identidades, creencias, significados, imágenes simbólicas y formas de interpretación.
El estudio de las representaciones sociales –como perspectiva teórica— facilita el acercamiento a la comprensión común de una realidad vivenciada a nivel individual y colectiva, trasciende la dimensión cultural a través de la organización de los significados atribuidos a determinado objeto.
A través de la interacción social establecida desde etapas anteriores de sus vidas, los adultos mayores le han asignado significado a la vejez, y como resultado de este proceso construyen su RS.
El análisis cultural privilegia la interacción social y la representación social de la vejez como categorías teóricas metodológicas relacionales.
La perspectiva de análisis cultural, tiene valor metodológico para el estudio de la vejez pues contempla las representaciones sociales como una propuesta flexible, y a la vez coherente para su estudio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS