Jorge Vidal Gamayo *
UNIVERSIDAD DE GUANTÁNAMO SEDE RAÚL GÓMEZ GARCÍA CUBA
Correo: gamayo1661@ucp.gu.rimed.cu
RESUMEN:
El presente trabajo representa parte de la historia de nuestro terruño guantanamero, en el que se atesora, a partir de un artículo su realidad, conservación y a la vez brinda un conocimiento y recordatorio de las luchas de independencia, parte de la vida y obra del más bravo y temerario de los patriotas guantanameros en la guerra de independencia contra el colonialismo español el Coronel José Policarpo Pineda Rustan.
Los materiales didácticos constituyen una alternativa metodológica para la orientación y preparación de los docentes para desarrollar de manera efectiva el proceso de enseñanza aprendizaje de la historia local. A partir de la introducción de los materiales didácticos en el proceso docente educativo se ha logrado un mayor impacto y efectividad en el conocimiento de la historia local por parte de los estudiantes.
Palabras clave
Historia, patriota, material didáctico, independencia.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Jorge Vidal Gamayo (2019): “Poilcarpo Pineda Rustan el más bravo de los coroneles guantanameros”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (septiembre 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/09/poilcarpo-pineda-rustan.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1909poilcarpo-pineda-rustan
Introducción: -
La educación Patriótica Militar e Internacionalista es la actividad orientada y dirigida por el Partido Comunista de Cuba que se lleva a cabo con el propósito de educar a cada ciudadano en el amor a la patria, sus tradiciones, su cultura, en el respeto a sus héroes y mártires y en el sentimiento de la dignidad nacional. El trabajo de educación patriótica, como componente del trabajo político ideológico que se realiza en las instituciones educacionales, es dirigido por maestros y profesores de las diferentes educaciones del MINED, organizados por subsistemas lo que contribuye al desarrollo de: Sentimientos patriótico, revolucionarios, de identidad nacional y local. Amor y respeto a los símbolos patrios, atributos nacionales, a los héroes y mártires nacionales y de la localidad. Preservación de las tradiciones patrióticas y combativas, así como el patrimonio cultural y local. Amor a la patria socialista con la defensa de sus logros y el desarrollo del orgullo y la identidad nacional. Rechazo al capitalismo con su modo de vida consumista y depredador de la humanidad. Oponencia a todas las manifestaciones de anexionismo e injerencismo. Cuidado y conservación de la naturaleza y el medio ambiente. Cumplimiento de las normas de orden social y la legalidad socialista y el enfrentamiento a las indisciplina y a las conductas antisociales. Preparación física, psicológica y combativa como base para garantizar la convicción plena de la victoria sobre el enemigo Amor al trabajo, sentimientos de solidaridad humana e internacionalismo.
˝ Es sumamente interesante para la patria infundir a sus hijos, con la leche, un amor entusiasta por ella, no habiendo modo más propio de conseguir tan precioso fin, como el de familiarizar a los niños con ciertos recuerdos de la historia peculiar de su pueblo nativo”
José de la Luz y Caballero
El desarrollo de la historia local se concibió como un proceso complejo que se realiza en cualquier actividad socioeducativa lo cual permite al estudiante un aprendizaje desarrollador desde una perspectiva asociada a la asimilación y construcción del conocimiento en los diferentes niveles de desempeño y desarrollo, es decir desde lo reproductivo, lo productivo, desarrollo y lo investigativo lo que es parte de la dirección didáctica utilizando materiales didácticos sobre la historia local en el proceso enseñanza aprendizaje
En el tratamiento que se le da al proceso enseñanza aprendizaje de la historia Local se propone la utilización de materiales didácticos donde asumimos según Cebrián (Citado en Cabero, 2001:290)
“Todos los objetos, equipos y aparatos tecnológicos, espacios y lugares de interés cultural, programas o itinerarios medioambientales, materiales educativos que, en unos casos utilizan diferentes formas de representación simbólica, y en otros, son referentes directos de la realidad. Estando siempre sujetos al análisis de los contextos y principios didácticos o introducidos en un programa de enseñanza, favorecen la reconstrucción del conocimiento y de los significados culturales del currículum”.
En el Departamento de Enseñanza Militar de la Universidad de Guantánamo nos dimos a la tarea de resolver los problemas que afrontamos al determinar la insuficiencias en la Base Material de Estudio para darle tratamiento a la historia local de nuestra provincia de Guantánamo en el proceso de enseñanza aprendizaje para lo cual determinamos la siguiente situación problémica:
1.-Los docentes no cuentan con una base material de estudio sólida que les permita elevar su nivel de preparación científico-metodológica para darle salida al estudio de la historia local.
2.-Insuficientes materiales didácticos para el aprendizaje de la historia local.
Para darle solución a la anterior situación problémica nos planteamos el siguiente problema científico:
¿Cuáles materiales didácticos elaborar para el desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje de la Historia Local como forma del Trabajo de Educación Patriótica Militar e Internacionalista?
Para el mismo adoptamos como objeto de estudio: El proceso de enseñanza - aprendizaje de la Historia Local.
Con el presente trabajo se ofrecen materiales didácticos para la enseñanza aprendizaje de la historia local dentro de los contenidos de la disciplina Preparación para la defensa de manera que se hace más atractivo y real el estudio de los contenidos según las exigencias a alcanzar en el modelo del profesional.
Se aporta un material didáctico para la enseñanza aprendizaje de la historia local en forma de un artículo sobre la vida y obra de el más bravo de los coroneles guantanameros de nuestras guerras de independencia Coronel José Policarpo Pineda Rustan al cual se puede acceder desde cualquier parte de la geografía de nuestra provincia o del País teniendo en cuenta la situación económica del país en especial la situación del transporte y el combustible con un ahorro considerable de recursos.
Además proporciona al Departamento de Enseñanza Militar y a los docentes en general un material didáctico para desarrollar el proceso de enseñanza aprendizaje de la historia local así como se ofrecen actividades que al operar con los materiales didácticos permiten potenciar el trabajo con los contenidos de las asignaturas de la disciplina teniendo en consideración las exigencias del modelo del profesional de las carreras de nuestra universidad contribuyendo a la educación en valores, en especial el patriotismo y la responsabilidad.
¿Cómo podemos ser revolucionarios sin conocer esas realidades, que nos permite conocer al enemigo y saber cómo actuó siempre a lo largo de la historia y qué es lo que quiere hacer ahora?
De modo que estudiar la historia y estudiarla a fondo es quizás el instrumento más extraordinario de que dispongamos para transmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos. (1)
Fidel Castro Ruz
DESARROLLO
El Coronel José Policarpo Pineda Rustan nació en 1839 en el Corojo, Municipio Manuel Tames, Guantánamo, donde su padre Nicolás Pineda, poseía una pequeña parcela de tierra y se dedicaba al cultivo de frutos menores y su madre era la india artesana Carlota Rustan.
Algunos investigadores afirman que su madre se apellidaba Rustan, mientras que otros aseguran que se trataba de un seudónimo empleado por Pineda. También un sobrino suyo atestiguó que su verdadero apellido era Ascencio.
Numerosas balas llevaban su nombre, aunque poco le importaba. La gloria lo acariciaba con honorables medallas de plomo impactadas en su cuerpo, pequeños vestigios de una vida sacrificada. Nunca se escondió del peligro, lo enfrentaba cada día en la manigua. Muchos lo retaron, pero escasos vivieron para contarlo. Eran tiempos difíciles, en los que la insolencia se pagaba al filo del machete.
En sus puños albergaba toda la fama del temerario, virtud que lo identificó como uno de los coroneles más bravos de la independencia. Las historias contadas sobre él no exageran, no presumen. Policarpo Pineda Rustán era un valiente. De esos hombres que ejercían atracción magnética sobre la tropa. Un halo de singular energía rodeaba su figura hasta el campo de batalla, y allí se hacia inexpugnable. Lo sabía el enemigo, también los insurrectos. Personificaba al coraje, sin duda, era el amo y señor de la osadía.
El indio cubano amaba y ansiaba la libertad. Rustán era un arahuaco casi puro, un cacique vestido de mambí. De pelo crespo y rostro de cobre. De espalda ancha y cuerpo atlético. Un hombre muy fuerte de carácter y celoso de su dignidad.
Vivía en una época de sometimiento, de opresión racial, de castigos crueles para negros, mulatos e indios. Muchos hombres se odiaban por el color de la piel. Las filas del Ejército Libertador no eran la excepción, había abundantes contradicciones. Existía un miedo general y una incomunicación alimentada por siglos de intolerancia, de esclavitud, de xenofobia y colonialismo español. Pero sobre eso se alzaban las hazañas de Pineda por los montes de Oriente y lograba así la admiración de sus compañeros.
La futura República auguraba un sueño para muchas personas. Se luchaba y se moría por una Cuba libre de odios y prejuicios raciales. Una nación igualitaria sin ningún tipo de marginación. Esta idea alentaba a la gran mayoría de los combatientes, por eso Rustán estaba deseoso de conocer en persona al Presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes. Admiraba profundamente al hombre que liberó a sus esclavos mientras proclamaba la soberanía de la Isla.
El Coronel Enrique Collazo, quien lo conoció personalmente, lo describió, como un indio casi puro, con el pelo encrespado, pero suave. Con un rostro atezado, espalda ancha y cargada, con un cuerpo largo y piernas cortas, con poca carne, pero abundantes nervios y tendones. Poseía gran fortaleza y agilidad, una mirada viva y una gran sonrisa.
En 1859 a los 20 años trabaja de peón en un tren de carreta. En 1860, debido a un altercado que tuvo con ciertos voluntarios españoles, por estos faltarle el respeto a su novia y él agredirlos físicamente, comenzó su odio hacia la Metrópoli, odio que aumentaría al ver la opresión a la que eran sometido los cubanos. En 1863 (otros dicen que fue en 1865) el Teniente Gobernador de la Villa, hace que le propinen 25 azotes por haber agredido a su patrón en defensa de su honor. Luego, un domingo en la antigua Plaza de armas (hoy Parque José Martí), se encontraba el Gobernador con sus más cercanos colaboradores; cuando un jinete se acercó y le propinó 25 chuchazos y exclamó: “Ya estamos en paz. Soy Policarpo”, luego montó en su caballo y desapareció. La viril respuesta de Policarpo fue considerada como un crimen, ese fue su único crimen, defender su honor y enfrentarse a la máxima autoridad de aquellos tiempos.
Tuvo que refugiarse en el complejo montañoso de Sagua-Yateras-Baracoa, fue perseguido vorazmente hasta 1866, donde fue apresado y conducido a Guantánamo, para responder por los cargos de los que se le acusaba. Lo acompañaban una pareja de voluntarios, los que se descuidaron en su vigilancia y Policarpo se abalanzó hacia el abismo de los montes de Baracoa que los rodeaba, gritando: “¡Ahí van los mangos!”. Los guardias al ver la altura, lo consideraron muerto, sin embargo, Policarpo, herido y mallugado logró sobrevivir; a este abismo, le llaman “El salto del indio”, en su honor. Años después, él mismo le relataría a Enrique Collazo: “Pensé que era mejor morir que ser preso: el barranco al lamo me daba la muerte o la libertad. Me tiré de cabeza, no morí y fui libre y ahora me la están pagando los españoles”.
. Desde 1865 se vio obligado a llevar una vida errante y clandestina debido al episodio narrado anteriormente. Enterado de que había estallado la insurrección independentista, incrementó su pequeña partida, con la que asaltó la hacienda de Puerto Escondido, en noviembre de 1868, y tomó el caserío de Baitiquirí, el 6 de diciembre de 1868. Estuvo operando en las sierras de Imias y El Purial, y sus alrededores. El 5 de junio de 1869 acudió en ayuda de los expedicionarios de la goleta Grapeshot, quienes habían sido sorprendidos por los españoles después de desembarcar el 31 de mayo al este de Baitiquirí.
En Enero de 1869, Rustán y su guerrilla desarmaron a una pareja de voluntarios, desde ese momento y durante siete meses la Sierra de Imías y las alturas de San Antonio del Sur, se convirtieron en su centro de operaciones
Organizó el levantamiento armado del partido de Jojo, próximo a la sierra de Imias, el 25 de junio de 1869, donde logró incorporar a más de 80 campesinos. Dos días después sostuvo un encuentro desfavorable con una columna española en Las Cuchillas, en la zona de Veguitas, y se vio obligado a replegarse hacia las montañas. Después de realizar algunas acciones contra propiedades de españoles, atacar un campamento en Bayate y combatir en Mayarí Arriba, a mediados de agosto de 1869, ingresó oficialmente en El, incorporándose a la División Cuba, en Majaguabo, San Luís, bajo las órdenes del My Gral. Donato Mármol, quien le reconoció el grado de Capitán y lo nombró jefe de un batallón con la misión de operar, de forma independiente, en las zonas de El Ramón, Jarahueca y Guantánamo.
El 27 de agosto de 1869 tomó el campamento español de El Ramón y dos días después fue herido de gravedad en la acción del cafetal La Sidonia, lo que lo obligó a mantenerse convaleciente durante todo septiembre y primera quincena de octubre. El día 20 de este mes atacó el ingenio Flor de Bano; el 23 asaltó una finca fortificada en El Vinculo, y al siguiente día destrozó con su machete al jefe de las escuadras de guerrilleros de Guantánamo, Cmdte Francisco Pérez, en la sabana de Vuelta Corta. En diciembre de 1869 era Tte Cor. El 29 de enero de 1870 atacó a una columna en La Curia. De febrero a junio de 1870 se subordinó directamente al jefe EM de la División, Gral. Brig José María Aurrecoechea. El 16 de marzo de 1870, atacó el ingenio Santa Rita y a continuación asaltó el caserío de Las Chivas. Intervino en el combate de Mijaíl, el 21 de marzo de 1870. El 21 de junio de 1870 sostuvo un encuentro en Majaguabo. En julio de 1870, después de quedar reorganizada la división por el nuevo jefe, My Gral. Máximo Gómez, fue designado jefe de una unidad independiente de infantería. Tuvo participación destacada en el combate de Ti Arriba (23. 10.1870). Dos días después copó y derrotó a un batallón español en Tempú. En el combate de Mayan (16.11.1870) recibió heridas de bala en las dos piernas, por lo que quedó lisiado. A partir de ese momento había que amarrarlo al caballo para que pudiera combatir. El 24 de febrero de 1871 libró el combate de Kentucky y al día siguiente el de Ti Arriba. El 1 de marzo de 1871 atacó el ingenio San Emilio, al este del valle de El Guaso. En los meses de junio, julio y agosto de 1871 realizó diversas acciones en las zonas de El Ramón, Ti Arriba, Sabana Abajo y Filipinas, en apoyo a la invasión a Guantánamo, bajo el mando de Gómez. En esa campaña fue herido en el combate de La Caoba, en agosto. El 16 de enero de 1872 penetró con una pequeña fuerza en la ciudad de Guantánamo, donde hizo algunos prisioneros, quemó varias casas y se retiró después de haber ocupado abundantes pertrechos. Transcurridos ocho días atacó al poblado de San Anselmo de los Tiguabos; y en febrero y marzo del mismo año operó en los cafetales de Yateras. En esa etapa se encontraba prácticamente paralítico. No obstante, en mayo atacó a una columna enemiga en Soledad de Mayarí.
Transcurrían los primeros días de junio de 1872 cuando el Padre de la Patria, acompañado de Máximo Gómez, visitaba el campamento del Indio. Esa tarde, aquel que burlaba constantemente a la muerte, formó a sus aguerridas fuerzas. Impecable resultó la ceremonia de recibimiento y el jefe mambí le mostró al Generalísimo el más bravo de sus oficiales: “General, aquí le presento al Capitán más valiente de mi Regimiento, Guillermo Moncada, bueno entre los buenos”.
Posteriormente enseñó una gran sonrisa a Céspedes. Ambos patriotas se estrecharon la mano. Poco importaba que el indomable coronel estuviese toda la recepción sostenido por los brazos de sus ayudantes. Ni siquiera la invalidez podía cuestionar su grandeza. Las graves heridas de combate habían recaído sobre sus piernas, las cuales quedaron casi inútiles. Ese era el precio a pagar por una vida arriesgada, mas no interesaba esa incapacidad porque nadie, absolutamente nadie, podía venir a darle lecciones de coraje...
A fines de Junio de 1872 cayó accidentalmente, junto a su caballo, por un precipicio en Mangos de Polilla, Mayarí Abajo, el fuerte golpe ocasionó la muerte en horas de la noche del propio día. Policarpo es considerado una de las grandes figuras anticolonialistas de Guantánamo, su coraje y fortaleza, lo identificaron como el más bravo de los coroneles guantanameros.
Aquí narraremos algunas anécdotas que dan fe del valor inigualable de este patriota guantanamero:
Policarpo Pineda vs Francisco Pérez
Mientras maduraba la guerra, Rustán rechazaba toda tregua con el enemigo. Se empeñaba en demostrar a la tropa que sólo el acero vindicaba la justicia contra el agresor. La ruda manigua alimentó su odio a quienes oprimían a su patria. Se volvió reacio, imperativo y temido. Peleaba como los hombres subyugados, como un cimarrón contra el rancheador, como un león arrinconado, como los valientes en busca de su libertad. Si era él uno de los más bravos combatientes del Ejército Libertador, los españoles tenían también su propio campeón: Francisco Pérez Olivares, jefe de las Escuadras de Santa Catalina del Guaso, quien disfrutaba gran fama de bravucón. Desde joven se convirtió en un rico terrateniente esclavista, poseedor de grandes propiedades en el Oriente del país. La sangre le atraía y mucho antes del Grito de la Demajagua, gozaba de una reputación de hombre cruel. Tenía experiencia como jefe de cuadrillas de rancheadores y por esa fecha comandaba un nutrido grupo de voluntarios.
Durante varias semanas Francisco Pérez siguió el rastro del Indio. Sabía que alcanzaría la gloria si eliminaba al mambí. Buscaba un encuentro con él y conoció por informantes el lugar donde se encontraba. Aproximadamente a las 2:00 de la tarde del 24 de octubre de ese mismo año, se enfrentaron ambas facciones.
En medio del combate y por casualidad, ambos rivales se encontraron frente a frente. Era un duelo esperado, una contienda personal, una colisión de ideas antagónicas: por un lado un blanco criollo españolizado, baluarte de la esclavitud, y por otro, un indio sublevado en nombre de las ideas de libertad e igualdad.
El machete de Policarpo Pineda arremetía con fortaleza contra el sable español. La acción se volvió tan apasionante que todos los presentes dejaron de pelear entre sí para observar el desenlace del desafío. “Te voy a matar y después te voy a cortar tus c.... ”, gritaba Francisco Pérez. a lo cual respondía Pineda: “Francisco Pérez, tu momento final se acerca”.
Segundos después, el bravo mambí abría de un tajo al integrista, quien caía totalmente desplomado en el suelo. Este hecho impactó al sector más reaccionario de Guantánamo. Muchos juraron vengar al “ilustre Francisco Pérez”, pero la realidad resultó bien distinta porque pocos regresaban cuando se enfrentaban a Rustán y sus tropas.
Policarpo Pineda y los Maceo
Durante la Guerra Necesaria, el Titán de Bronce le confesó a su jefe de Estado Mayor, José Miró Argenter, que los hombres más bravos de la Guerra Grande fueron sus hermanos José y Miguel y el guantanamero Policarpo Pineda. Según la tradición, un día llegó cierta noticia al campamento de Rustán. Los comentarios versaban sobre la osadía de los hermanos Maceo, pues gran parte de los insurrectos orientales los creían los más temerarios del Ejército Libertador. No conforme con esto, el Indio salió de los montes de Guantánamo y se empeñó en buscar a sus competidores. Al llegar al lugar donde estos se encontraban, se paró delante de toda la tropa y gritó: “A ver ¿dónde están esos guapos de quienes se dicen que cogen a los españoles por el pescuezo?” . “¡Aquí estamos nosotros!, respondieron tres de los Maceo: Rafael, Miguel y José.
Testarudo y colérico como de costumbre, retó a los hermanos a irse solos “a cazar a soldados españoles por el cocote” , para demostrar cuál de ellos era el más valiente. Los cuatro bravos se apostaron en un camino muy concurrido a la espera de los “panchos” . Luego de varias horas de vigilancia tuvieron la suerte de toparse con una de las aguerridas escuadras de Santa Catalina de Guantánamo. Todos se lanzaron machete en mano, y ante el asombro de los peninsulares, tomaron la iniciativa de la acción e hicieron huir a gran parte de los uniformados, no sin antes tomar varios prisioneros y capturar el convoy protegido por los españoles. Al terminar la competencia, los cuatro valientes regresaron al campamento heridos y chorreando sangre. Acordaron un empate.
Trágico final para un valiente
A partir de 1870 las acciones se volvieron muy osadas. Continuaba aniquilando al enemigo en cualquier rincón de la comarca. En el combate de Tampú abatió prácticamente solo a gran parte del Estado Mayor español. En esa ocasión su machete condenaba a muerte al teniente coronel Crespo, al capitán Venancio Castillo y al teniente Portuondo.
Durante el combate de Mayán, la dureza de Policarpo Pineda salió nuevamente a relucir. Sus fuertes piernas fueron acribilladas a balazos. La sangre no paraba de correr, había muchos proyectiles incrustados en sus músculos. Estaba herido de gravedad. Nunca más volvería a caminar, sin embargo, continuaba peleando con gran fiereza. Ordenaba a sus ayudantes que lo amarrasen a su caballo para servir a la Patria.
Muchas veces se le habló de su incapacidad física, no obstante siempre encontraba argumentos para seguir luchando. Incluso, se indignaba cuando le mencionaban el tema. Para él su invalidez no era excusa para ausentarse de la batalla, persistía en ser el primero en atacar al enemigo. Carlos Manuel de Céspedes escribiría: “Rustán está como Sanguily, enteramente lisiado, no puede andar sin dos muletas y por lo tanto no pelea más que a caballo”.
Céspedes y Gómez trataron de convencer al mambí sobre la gravedad de su estado. El Padre de la Patria quería enviar al temerario combatiente a los Estados Unidos para curarle sus heridas en un hospital privado, pero el fiero mambí replicó con un contundente no: “Si no sirvo para matar, sirvo para que me maten” . Con estas palabras se disipaban las esperanzas de Céspedes. La testarudez de Policarpo Pineda vencía a la elocuencia del Presidente.
Con la visita de ambos patriotas, el indio concientizó su situación. Poco le importaban los días difíciles por delante. La longevidad nunca le preocupó. El Presidente de la República y del General más importante de la gesta libertadora lo trataban como un igual. Soñaba con un futuro para Cuba donde los hijos de esclavos y los hijos de propietarios de esclavos serían capaces de sentarse juntos en la misma mesa sin distinciones.
Su mirada comprendía la magnitud del momento. De triunfar la revolución del 68, tal como pretendía Céspedes, no se hablaría más del blanco, del indio o del negro, diferencias que solo encerraban desprecios y odios, sino de una nueva identidad, de una nación equitativa y justa. Policarpo Pineda vio la tierra prometida, incluso antes de caer junto a su caballo por un precipicio, en 1872. Se iba de este mundo a sabiendas de que en la patria futura prevalecería una sola raza: la humana.
Conclusiones
Consideramos que con el trabajo desarrollado hay un impacto relacionado con la educación patriótica y el estudio de la historia local donde podremos mantener vivas las tradiciones de lucha de nuestro aguerrido pueblo.
Además, el mismo reviste importancia no solo en nuestra provincia guantanamera, sino que se puede acercar a los estudiantes y trabajadores de toda nuestra geografía nacional, a la rica historia de nuestros insignes patriotas cubanos. Policarpo es considerado una de las grandes figuras anticolonialistas, su coraje y fortaleza, lo identificaron como el más bravo de los coroneles guantanameros.
Bibliografía:
- Los libros Coronel Policarpo Pineda Rustán: Su participación en la Guerra de los Diez Años, de José Sánchez Guerra (1990); y Tras el rastro del silencio, de Emilio Herrera Villa (inédito, en fase de publicación).
- El Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba (Editorial Verde Olivo, 2003).
-José Policarpo Pineda Rustán: Archivo Histórico Provincial de Guantánamo.
-Sánchez Guerra, J. (1990). Rustán. Guantánamo.
-Luís de Jesús Morlote Ruíz: La mujer Guantanamera del 95. Compendio.
-Guantánamo: Apuntes para una cronología histórica / Santiago de Cuba: Ed. Oriente, 1985. 65p.
-José Sánchez y Walfrido Campos: Los ecos de la Damajagua en el alto Oriente cubano. Ed. El mar y la montaña, 2000. Guantánamo.
-Sección de investigación Histórica del Comité provincial del Partido. Reseña Histórica de Guantánamo. Ed. Oriente , Guantánamo. 1985.