Alvis García Gómez*
Universidad de Guantánamo, Cuba
Correo: alvis@cug.co.cu
Resumen: El presente ensayo enlaza una y otra obra de dos grandes pensadores, Félix Varela y José Martí, aunque son mundos independientes confluyen en trayectoria, acondicionamiento y propósito hacia la formación de valores humanistas y de conducta cívica.
Palabras clave: vidas, valores,conducta, cultura.
Abstract: The present trial links an and other work of two big thinkers, Félix Varela and José Marti, although are independent worlds flow together in trajectory, conditioning and purpose towards the formation of valuing humanist and cívica conduct.
Keywords: lives , value, conducta, cultivates
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Alvis García Gómez (2019): “Algunas consideraciones sobre la vida de Félix Varela y José Martí”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/06/vida-varela-marti.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1906vida-varela-marti
En el trabajo se plasman aspectos del ser y el quehacer de Félix Varela y Morales, tales como rasgos de su vida y trayectoria filosófica, docente y política, para poder profundizar en la génesis condicionamiento de sus cartas a Elpidio y, sin embargo, en el caso de José Martí solo se interese en la Edad de Oro y, específicamente, en “Tres héroes “y “Bebé y el señor Don Pomposo”
En el caso particular, se lee a Martí primero con mirada valeriana y después se vuelve a Varela con la iluminación martiana. No se puede seguir afirmando que, por ser la última y referirse, en apariencia, a cuestiones puramente religiosas, Cartas a Elpidio es obra menor, ni decir de La Edad de Oro solamente que es el primer y capital producto de la serie literaria infanto-juvenil cubana.
El objetivo del ensayo es destacar que la obra de los dos pensadores están enlazadas poseen gran significación las corrientes que por ellos fluyen, sus ideas son manifestación de lo más telúrico, propio e inseparable del cuerpo de la cultura cubana.
Habría que convenir en que cada una de estas obras, si bien son mundos independientes, tienen una relación tan genética, que confluyen así en trayectoria, como en acondicionamiento y propósito.
Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales, nace el 20 de noviembre de 1788, en la calle Obispo, entre Villegas y la calle Aguacate, en la ciudad de La Habana. Su madre, María Josefa Morales, el que era de origen castellano como su esposo, el teniente Francisco Varela.
A los trece años muere su padre, y su abuelo regresa a La Habana para propiciarle que curse sus estudios secundarios. Es en esta etapa que decide seguir los pasos de su maestro O´ Reilly, en lugar de la tradicional carrera militar que lleva en la sangre por partida doble. Ingresa en el Real y Conciliar Colegio de San Carlos y San Ambrosio, como aspirante al sacerdocio diocesano y realiza, simultáneamente, estudios en la Rea y Pontificia Universidad de San Jerónimo.
A petición suya, en 1806, apenas tiene 18 años, el obispo de La Habana , José Díaz de Espada y Fernández Landa, que tan determinante influencia ejercería como en su vida, lo autoriza a recibir las órdenes menores como sacerdote. En 1807, un año más después, sin que exista todavía nombramiento oficial, el propio Espada lo designa preceptor de latín.
Ocupó la cátedra de Filosofía, La cual incluía Lógica, Moral, Metafísica y Física, disciplinado, renuncia a su sueño parroquial y deviene, como esperaba su preceptor Espada, el profesor más brillante de San Carlos.
En 1821, publicó la obra: Instituciones de filosofía ecléctica.
En 1812, publica: Elenco, sobre las doctrinas de Lógica, Metafísica y moral.
En 1816, publica: Lecciones de filosofía.
En 1817, publica: comentarios como, los elementos de la lengua castellana.
Es precisamente, en las obras anteriormente citadas donde aparece toda la fundamentación teórica de su dinámica gestión pedagógica que por su certeza y efectividad mantiene absoluta vigencia y que bastaría, por sí sola, para deberle gratitud eterna.
Es precisamente, la coherencia, la organicidad del pensamiento total de Varela, lo que le permite definir el qué y el cómo ensenar y, en consecuencia, definir el tipo de receptor de ese qué y ese cómo. Este receptor es el realizador potencial del para qué de su enseñanza: formar hombres capaces de pensar por sí mismos para los cuales el bien social sea la razón cierta de felicidad personal, que sólo es feliz la patria independiente.
Varela afirmó:
“Decimos que un hombre tiene talento, cuando observamos que comprende con facilidad, y combina prontamente sus ideas con exactitud. Esto se asegura que es don de la naturaleza, lo que no puede negarse, pero igualmente cierto es la observación y, un estudio metódico pueden aumentarlas luces naturales, y suplir de algún modo su escasez” (…)1
Varela sabía y propugnaba que la educación , si se orienta correctamente, si parte del principio de saber cómo es el individuo que aprende y se le exige participación activa en la adquisición de ese conocimiento, puede crear las condiciones para el surgimiento de sus capacidades y desarrollarlas al máximo de sus posibilidades. Resume la esencia de toda su obra encaminada en este sentido: “la práctica de pensar bien es la que forma los grandes pensadores” (2)
Por lo que afirma que “es la práctica, el ejercicio de reflexionar y no de cualquier forma, sino bien , lo que hace a los verdaderos, a los grandes pensadores, estirpe a la que él pertenece y la que pertenecerán más de uno de sus múltiples alumnos” (3)
Fue Varela el primero que nos ensenóhacerlo de esa manera, les resultó imposible aceptar una existencia ciudadana sujeta al despotismo o a la tiranía, al dominio de la metrópoli española.
Al analizar las Cartas a Elpidio se basa en lo axiológico, se refleja un valor que no solo se orienta, sino que conduce, transforma, lleva de la mano la perfección. Su legado, además de ser filosófico, pedagógico y ético, es también basamento de la sociedad y la cultura cubanas, y su actividad creadora comienza a orientarse hacia el independentismo.
Varela escribe Cartas a Elpidio pensando en la juventud como única dispuesta a entender, asumir y querer la libertad de Cuba más que a su propia vida, pues reconoce a la juventud, como alguien que de verdad merece la pena.
Estas cartas aumentó el universo de sus lectores reales, mantenían toda su vigencia en un país donde la corrupción, el descuido de los deberes patrios, y el concepto de libertad, se habían entronizado en las esferas del poder queriéndose implantar la tiranía.
No hay que olvidar que este Varela de Cartas a Elpidio es el hombre que con sólo 32 años, al asumir la cátedra de Derecho Público la define como “la cátedra de la libertad, de los derechos del hombre”. La obra es fundamental se inscribe en el decursar del pensamiento cubano con caracteres originales. Su proyección dentro nuestra cultura sólo es comparable a la impronta de su propio autor. Al escribirla, Varela integra en el ejercicio de ese pensamiento y esa acción, la lógica, el conocimiento y la ética, lo que constituye un ascenso en el espiral de su trayectoria educativa y formadora, constituye un arma de lucha.
A continuación se analizan algunas consideraciones de José Martí
¿Para quién se escribe la Edad de Oro?
Esta publicación mensual de recreo e instrucción fue dedicada a los niños de América, y en el prólogo a los niños que lean La Edad de Oro.
José Martí escribió:
Para eso publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía, y se vive hoy, en América, y las demás tierras, y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro , y las máquinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica, para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra, y que quiere decir cada color, para que el niño conozca los libros famosos donde se cuentan las batallas y las religiones de los pueblos antiguos”…(4)
Martí concibió su obra para niños como una publicación periódica de declarada intención educativa, en la cual la formación de valores humanistas, de una conducta cívica alcanza el nivel de proyecto cultural, en el más exacto y profundo sentido de su expresión, sabía que el panorama de la enseñanza en Cuba y en América en los tiempos de La Edad, no distaba mucho del que había sido blanco de las críticas de Varela, el mismo que con tanto acierto definiera desde sus años de profesor.
Así como no vaciló en conversar con el adulto en los primeros números de la revista, es también en “Tres Héroes “donde comienza entrar en materia al dialogar con el interlocutor infantil:” el niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres y debe ser un hombre honrado” (5)
Delimita Martí, dos niveles de pensamiento cualitativamente distintos. La aclaración “desde que puede pensar” elimina al otro: al espontáneo, natural, consustancial a la especie, para insinuarnos que ese no es el que le interesa. El propio concepto “niños” lo presupone. Es el otro grado de pensamiento, el que expresa, un escalón más alto y elaborado de conciencia, el que reclama su interés, aunque no específica, el momento de su aparición.
Es redundarte afirmar que estamos en presencia del pensar bien de Varela, el mismo pensar que caracteriza a los grandes pensadores , pensadores que comienzan a formarse desde que según Martí, el niño puede pensar y debe pensar en todo lo que ve, es decir, como también proponía Varela “ elegir bien sin adherirse con pertinencia a nadie”
Por otro lado cuando Varela expresa que “solo es verdaderamente libre quien no puede ser esclavo” se coloca por la profundidad y trascendencia de la afirmación, en un plano de elaboración conceptual no superado hasta la aparición del pensamiento martiano.
En el caso de Martí se presenta una espiralidad que parte del juicio vareliano de manera un tanto tangencial para elevarse sobre él de manera directa. Para Martí “la libertad es el derecho que todo hombre tiene de ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.
Asimismo, el niño desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez…, en este caso existe una biunívoca relación entre ser honrado y pensar y decir lo que se piensa, basada en el derecho que da la libertad.
La obra de Varela propende a la conformación de un sistema de este signo valorativo y de valores, así como Cartas a Elpidio es quizás el más coherente, también en este sentido La Edad de Oro lo es. Escapa al objetivo de estas reflexiones abarcar en toda su extensión La Edad, no hay un solo relato, cuento , poema de esta obra que no se caracterice por esta impronta desde el mismo primer número con el cual empieza la revista hasta el último, desde “ Tres Héroes ”hasta la galería” de las máquinas”. Y hablando de cuentos, ningún ejemplo mejor que el de “Bebé y el señor Don Pomposo”, uno de los textos de La Edad de Oro que más parece alejarse de “Tres héroes” por su carácter ficcional y su sencillez.
Catas a Elpidio y la Edad de Oro, se manifiestan como modelos semióticos del acontecer cubano en dos de los momentos más trascendentales de la historia y del pensamiento y su basamento cultural. El primero como diseñador de la base sustentadora de la independencia,
de un comportamiento en libertad del individuo y la sociedad, y el segundo, como programa de acción efectiva para que esa base, sobre la cual se levanta deje de ser una proyección y se concrete y realice. En ambas subyace el mismo principio de ensenar a pensar bien, condición necesaria aunque no suficiente, del hacer feliz, ciudadano, la suficiencia o completamiento seria precisamente el logro del propósito: desarrollar un individuo que, tanto en lo particular como en lo ciudadano, tenga en la patria la idea del bien mayor para sí y para todos.
Por eso en cualquier momento, del acontecer ciudadano podemos acudir a las fuentes de saber, de sentimiento y valores que Cartas a Elpidio y La Edad de Oro significan
Referencias bibliográficas
(1)Varela, Félix. Lecciones de filosofía p. 58- 60. En No hay patria sin virtud (1997). La Habana: Unió, p.21-22
(2) Varela, Félix .En: No hay patria sin virtud (1997). La Habana: Unión, p.23
(3) Varela, Félix. En .No hay patria sin virtud (1997). La Habana: Unión, p.23
(4) Martí Pérez, José (1975) Obras Completas Tomo 1.La Habana: Ciencias Sociales, p.17.
En: No hay patria sin virtud (1997). La Habana: Unión, p.64
(5) Martí Pérez, José (1975) Obras Completas Tomo 1.La Habana: Ciencias Sociales p.1209.En: No hay patria sin virtud (1997). La Habana: Unión, p.70