Yoan Samir Hernández Martínez*
Danay Morgado González**
Dariel Alba Bermúdez***
Universidad de Cienfuegos, Cuba
Correo: yshernandez@ucf.edu.cu
RESUMEN
José Martí durante la preparación de la Guerra Necesaria se refirió en numerosas ocasiones al Partido Liberal Autonomista y la posición que había asumido con respecto al futuro de Cuba desde que se fundó en 1878. Este Partido estaba integrado, fundamentalmente, por hacendados cubanos que habían perdido su fortuna durante la Guerra de los Diez Años y presentaba un proyecto dependiente de España que pedía la Autonomía. En el presente ensayo se exponen las concepciones fundamentales de este pensador cubano sobre dicha tendencia ideológica. Los artículos donde se refirió al tema mostraron un profundo conocimiento sobre los motivos de su surgimiento, su integración, su relación con el independentismo, entre otros. A través de ellos analizó a esta opción política y la colocó en su justo lugar como parte de la lucha ideológica que enfrentaba. En la concepción martiana el autonomismo no fue más que el partido de la equivocación permanente. En la actualidad, sus ideas han sido retomadas por la historiografía contemporánea en las investigaciones sobre la temática, muestra evidente de la importancia que reviste el estudio del pensamiento martiano para una mayor comprensión del autonomismo como proyecto político en el siglo XIX cubano.
PALABRAS CLAVES: José Martí, autonomismo, Cuba
ABSTRACT
José Martí during the preparation of the Necessary War referred on numerous occasions to the Autonomist Liberal Party and its position regarding the future of Cuba since it was founded in 1878. Cuban landowners who had lost their fortune during the Ten Years’ War and presented a project dependent on Spain that called for autonomy integrated this Party, fundamentally. In the present essay, the fundamental conceptions of this Cuban thinker on this ideological tendency are exposed. The articles where he referred to the subject showed a deep knowledge about the reasons for its emergence, its integration, its relationship with the independence movement, among others. Through them, he analyzed this political option and placed it in its proper place as part of the ideological struggle he faced. In the Marti´s conception, autonomy was no more than the party of permanent mistake. Currently, his ideas have been taken up by contemporary historiography in research on the subject, an evident proof of the importance of the study of Marti's thought for a greater understanding of autonomy as a political project in the 19th century in Cuba.
KEY WORDS: José Martí, Autonomy, Cuba
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Yoan Samir Hernández Martínez, Danay Morgado González y Dariel Alba Bermúdez (2019): “Independencia vs autonomismo: análisis martiano del partido liberal autonomista”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/06/independencia-autonomismo.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1906independencia-autonomismo
INTRODUCCION
Los treinta años que corren entre 1868 y 1898 marcan la época de germinación y exposición de los dos proyectos –el dependiente y el de liberación nacional- que se disputarían las mentes y los corazones de los cubanos durante todo este período, aspirando ambos a remodelar la sociedad cubana que consideraban en crisis. (Rodríguez, 1997-1998: 8)
José Martí fue el principal representante del proyecto de liberación nacional, el cual también ha sido definido como independiente o liberal radical y autonomistas como Rafael Montoro, Eliseo Giberga, José María Gálvez, entre otros, concibieron un proyecto dependiente y liberal conservador. Los principales representantes de ambos proyectos mostraron su inconformidad con los presupuestos del otro y con sus ideas para modernizar la sociedad cubana e incorporarla al mercado capitalista internacional.
José Martí mostró en numerosos artículos su oposición al autonomismo y sus propuestas para Cuba. En dichos artículos hizo un análisis del Partido Liberal Autonomista y su accionar, esgrimiendo ideas que pueden ser útiles a los actuales estudiosos de dicho partido. En este ensayo se exponen las concepciones fundamentales de este pensador cubano sobre dicha tendencia ideológica y, en algunas ocasiones, cómo sus ideas han sido retomadas por la historiografía en sus investigaciones sobre la temática.
1. EL PARTIDO LIBERAL AUTONOMISTA: BREVE CARACTERIZACION.
Después de la Guerra de los Diez Años resurgió el reformismo en Cuba y se retomó la idea de la autonomía como solución las contradicciones entre la colonia y su metrópoli española. El Partido Liberal Autonomista fue el principal defensor de esta concepción en este período, fundándose en agosto de 1878. La Junta Central de dicho partido estuvo conformada por una pléyade de talentosos intelectuales con información actualizada como: Rafael Montoro (1852-1933), Enrique José Varona (1849-1933), Miguel Figueroa (1851-1893), Raimundo Cabrera (1852-1923), Eliseo Giberga (1854-1916), José Antonio Cortina (1852-1884), Antonio Govín (1849-1914), Rafael Fernández de Castro (1854-1916), Nicolás Heredia (1852-1901), José María Gálvez (1834-1906), entre otros. Para ellos, las tribunas políticas, científicas, filosóficas y la prensa fueron un arma para orientar los cambios a través de la evolución gradual y pacífica; de las transacciones capaces de garantizar las libertades públicas y el orden en lo que sería, al decir de Montoro, “el nuevo régimen”. (Cordoví, 2003: 27-28)
Desde la declaración de su programa político mostraba un proyecto para Cuba con el objetivo de insertarla en el desarrollo capitalista a través del sector exportador de azúcar y acaso también del tabaco. La aspiración era asegurar el mercado para las tradicionales producciones cubanas y que estas promovieron la inserción del país en las relaciones internacionales de entonces. Este proyecto defendía los intereses de la burguesía, ya que para ellos el país se definía a partir de la minoría propietaria que representaban y cuyos intereses, sin embargo, exponían como comunes a todos los cubanos.
La inserción de Cuba en el mercado internacional, según este proyecto, se lograba a través de las relaciones comerciales con los Estados Unidos. En el terreno de la economía defendía el libre comercio con naciones extranjeras, especialmente con la norteamericana.
Además, planteaba la necesidad de que estas relaciones comerciales se sustentaran sobre la base de la reciprocidad arancelaria entre estas naciones y Cuba, “otorgando a todos los productos extranjeros en las aduanas y puertos de la Isla, las mismas franquicias y privilegios que aquéllos conceden a nuestras producciones en los suyos.”(Pichardo, 1986: 410) Estos lineamientos intentaban colocar a Cuba, a través de los Estados Unidos, en el mercado mundial capitalista; en el cual España no se encontraba insertada y, en este sentido, las relaciones económicas con la Metrópoli española presentaban notables limitaciones.
“Se trata de que el fin de Cuba es disfrutar de la modernidad emitida desde su polo superior y de más prometedor futuro –los Estados Unidos- mediante la conversión de la Isla en su abastecedora de azúcar. Asegurar aquel mercado y aquel abastecedor es el quid. Nada más… y nada menos. Ese sería el único futuro prometedor ofrecido al país: no ya el dominio colonial español –que, en verdad, los autonomistas no cuestionaron, aunque los sometieron a continuada crítica–, sino las bases de una nueva dominación, tan moderna y tan novedosa, que se basaba en el control de las fuentes productivas del país”. (Rodríguez, 1997-1998: 8)
Aunque defendían las relaciones comerciales con los Estados Unidos, el autonomismo protegía la pertenencia de Cuba a España, la cual ellos denominaban “unidad nacional”. Acorde a las definiciones de patriotismo ofrecidas por los líderes autonomistas, el deber de los cubanos para con su patria estaba en priorizar dentro de la legalidad las críticas a la deplorable situación, y las medidas tendentes a revertir ese estado de cosas. El hecho de que la ideología independentista enfrentara a la “tradición”, vista por el autonomismo en las relaciones estrechas con la metrópoli, y que se manifestara abiertamente en su propaganda a favor de solucionar en primera instancia los problemas económicos referidos, sino a la organización para la lucha armada, implicó que fuera tildada de antipatriótica, y en ocasiones de presentar una concepción estrecha de patria. (Cordoví, 2003: 50)
Los autonomistas, desde el punto de vista político, partían del reconocimiento de la legitimidad de la monarquía peninsular y de la nacionalidad española de los habitantes de la Isla. Como españoles insulares, estas figuras reclamaban el goce de las mismas garantías constitucionales de los españoles peninsulares -libertad de expresión, reunión, prensa, inviolabilidad del domicilio y el individuo, entre otros- y exigían, como único procedimiento posible para llegar a instrumentar con eficacia esos vínculos, la descentralización administrativa.
En este partido sobresalen, en la cuestión social, las referencias a la abolición de la esclavitud y al fomento de la inmigración blanca que supliría la deficiencia de fuerza de trabajo. El Partido Liberal Autonomista en el programa político presentado en agosto de 1878 abogaba por la abolición de la esclavitud con indemnización, como estipulaba el artículo 21 de la Ley de Vientres Libres. Según la investigadora María del Carmen Barcia (2000), este planteamiento de los miembros del Partido Liberal Autonomista tiene relación con su situación económica, los cuales se habían convertido en hacendados venidos a menos y se encontraban ante la:
“Disyuntiva de mecanizar sus fábricas de azúcar y ponerse a nivel del desarrollo tecnológico de la época, o conformarse con la esfera agrícola y convertirse en breve plazo en colonos de los ingenios mecanizados, por lo cual la indemnización les representaba la posibilidad de reunir algún capital que le permitiese abordar las necesarias transformaciones, los dueños de las grandes fábricas”. (Barcia, 2000: 238-239)
Un año después el partido decidió proclamar su demanda de la abolición inmediata de la esclavitud.
Además, el Partido Liberal Autonomista se refería a la necesidad de la inmigración blanca “exclusivamente”, prefiriéndola en familias que se asentaran en la Isla y trabajaran en su desarrollo; fomentando el colonato que no involucrase la compra permanente de fuerza de trabajo. Por este motivo, en su programa planteaba la necesidad de remover todas las trabas puestas a la inmigración peninsular y extranjera, siempre que esta fuera hecha por iniciativa propia. (Pichardo, 1986: 410) La referencia de este programa político a la emigración “exclusivamente” blanca demuestra que la nación propuesta por los autonomistas excluía a los esclavos y en gran medida, a la población de color y de origen asiático. Este intento de blanqueamiento de la Isla tenía precedentes que pueden encontrarse en los planteamientos de José Antonio Saco, quien complementaba este “blanqueamiento” con la educación moral e intelectual de los libertos.
El investigador Luis Miguel García Mora (2001) opina que el “el liberalismo autonomista era consciente de la dificultad que entrañaba formar un orden constitucional y democrático con el mantenimiento de la esclavitud y de ahí arranca su fervor abolicionista. Pero conseguida esta e integrado el liberto en el “orden blanco”, la lucha contra la discriminación racial era un problema que debía resolver la evolución de la sociedad” (García, 2001:728); motivo por el cual se preocupaban por la abolición de la esclavitud, aunque afectara sus intereses económicos.
El proyecto del autonomismo mostró una tendencia abiertamente -dependiente económicamente de los Estados Unidos y políticamente de España- y proclamó la evolución paulatina de la sociedad como la solución para la situación cubana, oponiéndose a la revolución y la lucha armada. A pesar de ello, se debe tener presente el criterio de María del Carmen Barcia (2012) cuando afirma:
“Los autonomistas no constituyeron la vanguardia patriótica cubana, pero tampoco representaron a los elementos más recalcitrantes y un número apreciable de ellos defendió, con diferentes matices la existencia de la nación (…) En medio de desaciertos, imprecisiones, y limitaciones ideológicas y políticas, existió en muchos autonomistas un fuerte sentimiento de cubanía, y eso no puede ser ignorado”. (Barcia, 2012: 50)
Tanto el autonomismo como el independentismo se enfrentaron en los últimos quince años del siglo XIX y defendieron sus proyectos de desarrollo para Cuba desde diferentes opciones. Si se quiere emitir una valoración más completa del fenómeno autonomista y de la respuesta que encontró en las filas del independentismo, se deben analizar los criterios de José Martí sobre esta tendencia política, como parte de la labor ideológica que desarrolló contra quienes fueron sus más dignos rivales en el campo de las ideas en medio de la causa revolucionaria: los autonomistas.
2. ANALISIS MARTIANO DEL PARTIDO LIBERAL AUTONOMISTA.
En este mismo tiempo histórico se desarrolló el proyecto de liberación nacional que tuvo como principal ideólogo a José Martí. Según la opinión del investigador Pedro Pablo Rodríguez (1997- 1998):
“Para ambos proyectos se trataba, sin dudas, de impulsar a Cuba por los nuevos derroteros de la modernidad capitalista, y probablemente en todos primaban las buenas intenciones y los buenos deseos de hacer avanzar a su país; solo que, para los creadores e impulsores del proyecto dependiente, el país se definía a partir de la minoría propietaria que representaban y cuyos intereses, sin embargo, exponían como comunes a todos los cubanos. El proyecto independiente era, sin dudas, viable para los intereses de las grandes mayorías y por consiguiente de la nación. Para el primero se trataba de abonar un desarrollo capitalista subordinado a las necesidades y características del exterior, sustancialmente de los Estados Unidos; para el segundo, el objetivo esencial era propiciar un capitalismo nacional, independiente y equilibrado socialmente”. (Rodríguez, 1997-1998: 8)
El proyecto martiano concibió a la independencia como la única manera de solucionar los problemas de Cuba y con este objetivo preparó la Guerra Necesaria. En el proceso organizativo de dicha revolución tuvo que enfrentarse en determinados momentos al autonomismo y a sus concepciones, para así defender su proyecto insurreccional. En los artículos, ensayos y discursos sobre este tema analizó las concepciones fundamentales del autonomismo, los motivos de su surgimiento, sus reclamos a España, las características de sus integrantes y la relación con el independentismo.
Martí estudió al Partido Liberal Autonomista con profundidad y según su concepción, “la autonomía no nació en Cuba como hija de la revolución, sino contra ella” (Martí, 1971:121-124). Esta explicación sobre los motivos por los cuales surge el autonomismo ha sido retomada por historiadores marxistas como Mildred de la Torre, mientras otros investigadores como Luis Miguel García Mora; Martha Bizcarrondo y Antonio Elorza (2001), entre otros, cuestionan la objetividad de este planteamiento martiano. Sobre esto ha expresado Mildred de la Torre (1997): “para él la Revolución no había engendrado el autonomismo: éste surgió para combatirla. Esta cuestión es la que lo distingue de pensadores contemporáneos que afirman lo contrario”. (Torre, 1997: 236)
José Martí se refirió en numerosas ocasiones a la actitud contrarrevolucionaria del Partido Liberal Autonomista; sin embargo, en el artículo La agitación autonomista lo describió como “única expresión lícita en el país del alma cubana” (Martí, 1971:121). Esto último no significaba que confiara en la viabilidad de su propuesta, la cual calificó de ineficaz e imprevisora, sino que reconocía su protesta ante la política española y lo entendía como la única expresión política legal del país ante el gobierno débil que lo empobrece y provoca.
En sus análisis tuvo en cuenta los principales reclamos del Partido Liberal Autonomista, los cuales estaban en su programa político.
“Ni dentro de la ley, ni dentro de su esperanza agonizante, ni dentro de su composición real, podría más el partido autonomista, ni insinúa más, que reconocer la ineficacia de impetrar de España, con la sumisión que convida al desdén, una suma de libertades incompatibles con el carácter, los hábitos y las necesidades de la política española”. (Martí, 1971:122)
El Partido Liberal Autonomista desarrolló su política, al decir de Martí segura y letárgica, demandando a España libertades como la de expresión, de reunión, la inviolabilidad del individuo y el domicilio; o sea, las mismas garantías constitucionales que tenían los españoles peninsulares. Asimismo, pidió la mayor descentralización posible y el gobierno del país por el país y para el país, a través de un gobierno autonómico. Para Martí, “la autonomía sería una palabra grata al cubano y al puertorriqueño, puesto que autonomía sólo quiere decir gobierno propio, si el autonomismo no hubiese descompuesto los elementos necesarios para el gobierno propio” (Martí,1997:87-88). Por tanto, la autonomía ya no era la solución que Cuba necesitaba.
Del mismo modo analizó la integración de dicho partido, demostrando la existencia de dos elementos opuestos: el grupo director y la masa popular. Martí encontró diferencias entre ambos grupos integrantes del autonomismo con respecto a la posición que asumían.
“Ya porque los elementos hostiles de que el partido está compuesto impiden la concurrencia eficaz de su grupo director, decidido por mayoría de opiniones a prolongar la paz inútil con esperas pomposas y entremeses revolucionarios, y el sentimiento del país, que ha sido la fuerza única viva del partido autonómico, y sólo se le allega sinceramente cuando lo ve en camino de romper la paz. (…) De esos dos elementos se compuso siempre el partido autonomista, cuya caquexia viene del empeño fantástico de aprovechar para la continuación del dominio español, las fuerzas que sólo se ponen al lado de sus mantenedores por la fe secreta en que ellos las conducirán a volcarlo. Con fuerzas revolucionarias, criadas en la guerra y mantenidas en la fe de ella por la inutilidad y el oprobio de la paz, sólo puede hacerse la política de la revolución”. (Martí, 1971:123)
La existencia o no de un número considerable de autonomistas ha sido un tema muy polémico entre los investigadores de esta temática. Teniendo en consideración lo expresado por Martí, el autonomismo tuvo un gran apoyo de sectores populares que se habían acercado al autonomismo con la esperanza de terminar con el orden colonial existente en Cuba. Entre estos elementos opuestos se infiere la existencia de una relación dialéctica, la cual se debía a la confianza de las masas en la directiva del partido y la necesidad que tenía esta última del apoyo de la primera.
Además, la investigadora Mildred de la Torre (1997), opina que José Martí comprendió el basamento clasista del movimiento autonomista (Torre,1997: 223-226). Los peligros de este basamento los denunció Martí (1971), cuando en El lenguaje reciente de ciertos autonomistas escribió:
“A la realidad estamos aquí, y hemos de estar allá todos, y no a la combinación ya extinta, con nombre de autonomismo, de las diversas fuerzas públicas que, a faltar vigilancia y acción, hubieran podido convertirse en Cuba en el funesto imperio de una oligarquía criolla, sin el poder siquiera de la inmoral riqueza con que en otro tiempo se empezó a fundar, y cuya existencia sólo se hubiera podido mantener por la liga encubierta con el poder español, o por la entrega del país a una civilización extraña, que niega a Cuba la capacidad probada para el gobierno libre, y declara necesitar de ella para fines sociales y estratégicos hostiles a la paz y albedrío del país. Ese era el peligro del autonomismo, y para salvar a los cubanos de él, autonomistas o no, hemos acá afuera, trabajado y vivido”. (Martí, 1971:183)
Martí captó en los principios del autonomismo la idea de la dependencia de Cuba hacia España o los Estados Unidos, y consideró que este era el principal problema del autonomismo por las consecuencias que podía acarrear para el país.
José Martí razonaba sobre el autonomismo comparándolo con el independentismo y buscó las relaciones existentes entre ambas tendencias ideológicas. Esta forma de analizar el autonomismo ha sido retomada recientemente por historiadores como Oscar Loyola (1897-1898); Pedro Pablo Rodríguez (1997-1998); Alexis Sebazco (2000) y Yoel Cordoví (2003).
Una de estas relaciones fue el estudio del autonomismo como freno de la revolución:
“De represa ha venido sirviendo el partido autonomista a la revolución, y la revolución se saldrá de madre en cuanto las fuerzas de las aguas rompan la represa. Cada cual sabrá si sigue con el torrente, o le da la cara, o se la pone de lado” (Martí, 1971:183).
El autonomismo para frenar la revolución desarrolló una campaña difamatoria contra esa tendencia ideológica y, además, se basó en las esperanzas que traían las promesas de reformas para Cuba. Además, algunas de esas reformas que el autonomismo se agenciaba como sus logros, fueron dados por el miedo que España le tenía a la revolución.
Aunque pueda parecer contradictorio, el autonomismo también sirvió como estímulo a la revolución. Sobre esto Martí expresó:
“Y nosotros somos acá los autores conscientes de esas reformas vacías, cuya aplicación, que nuestra actividad revolucionaria precipita de intento, quita las últimas esperanzas infundadas, los últimos obstáculos de la revolución. El gobierno español, pues, está sacando las castañas a los revolucionarios. Vengan las reformas nulas, como las elecciones; desacredítense, como la ley de elecciones; limpien el camino a la revolución”. (Martí, 1971:154)
Los fracasos del autonomismo mostraron que mediante la legalidad y la paz España no cambiaría la situación de Cuba, y esto fortaleció la idea de que la revolución era la única opción viable. José Martí, en numerosos discursos y escritos, exhortó a los autonomistas a transitar hacia el independentismo y unirse a la revolución:
“Los autonomistas, con su derecho pleno de cubanos, pueden, cambiando totalmente de espíritu y de métodos, entrar en la obra que perdura cuando la suya se viene abajo, en la obra que se mantuvo abierta para recibir a los mismos que la perseguían y reprobaban, en la obra nueva y radical de la independencia”. (Martí, 1997: 87)
Para Martí este tránsito tenía que ser de espíritu y de método y no un cambio ideológico buscando ganancias dentro de las filas del independentismo. Su objetivo al acercarse al autonomismo fue alertar al pueblo cubano de sus verdaderas concepciones e intenciones.
A MODO DE CONCLUSIONES
La historiadora María del Carmen Barcia ha aseverado que para realizar un análisis consecuente de los partidos políticos no basta con referirse a la integración clasista de sus directivas. Es necesario tener en cuenta los programas que expresaban sus idearios, así como analizar sus bases de sustentación y la relación dialéctica masa-dirección en las distintas coyunturas. También deben considerarse sus proyecciones y maniobras a lo largo de toda la etapa que nos ocupa. Si se tienen en cuenta los análisis de José Martí sobre el Partido Liberal Autonomista se percibe su acercamiento a las diferentes aristas metodológicas enunciadas por esta investigadora.
Los artículos donde “El Apóstol” se refirió al tema mostraron un profundo conocimiento sobre los motivos de su surgimiento, su integración, su relación con el independentismo, entre otros. A través de ellos analizó a esta opción política y la colocó en su justo lugar como parte de la lucha ideológica que enfrentaba, en pos de materializar el proyecto revolucionario que definiría el destino de Cuba. En la concepción martiana el autonomismo no fue más que el partido de la equivocación permanente.
En la actualidad, sus ideas han sido retomadas por la historiografía contemporánea en las investigaciones sobre la temática, muestra evidente de la importancia que reviste el estudio del pensamiento martiano para una mayor comprensión del autonomismo como proyecto político en el siglo XIX cubano.
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