Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


LA POLÍTICA CULTURAL CUBANA PARA CONTRARRESTAR LOS EFECTOS DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

Autores e infomación del artículo

Norcaby Pérez Gómez*

Danaysi Santana González**

Diosmery Morales García***

Universidad de Cienfuegos, Cuba

Correo: nperezg@ucf.edu.cu


RESUMEN
La política cultural del país desde el triunfo de la Revolución Cubana ha estado encaminada a contrarrestar los efectos nocivos de la globalización neoliberal teniendo como premisa fundamental que ser cultos es el único modo de no ser manipulados. La aplicación de la política cultural en cualquier escenario, debe hacerse en coherencia con el concepto básico de preservar como principio inalienable nuestra identidad, la de crear un sujeto crítico ante su realidad social, un ciudadano con valores como la solidaridad, la conciencia crítica y el amor al patrimonio cultural. 
PALABRAS CLAVES: Política cultural-globalización neoliberal-Revolución Cubana.
ABSTRACT
The cultural politics of the country from the victory of the Cuban Revolution has been guided to counteract the noxious effects of the neoliberal globalization having as fundamental premise that to be learned is the only way of not being manipulated. The cultural politics's application in any scenario, it should be made in coherence with the basic concept of preserving like inalienable principle our identity, the one of creating a critical fellow in the face of their social reality, a citizen with values as the solidarity, the critical conscience and the love to the cultural patrimony.   
KEY WORDS: Political cultural-globalization Cuban neoliberal-revolution.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Norcaby Pérez Gómez, Danaysi Santana González y Diosmery Morales García (2019): “La política cultural cubana para contrarrestar los efectos de la globalización neoliberal”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/06/globalizacion-neoliberal.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1906globalizacion-neoliberal


INTRODUCCIÓN
Desde el triunfo de la Revolución Cubana la política cultural del país ha estado encaminada a contrarrestar los efectos nocivos de las seudo culturas como fenómeno mundial, sintetizando las ideas martianas que de manera abierta, plural, antidogmática y enemigas de todos los sectarismos expresan las bases conceptuales y prácticas de la política cultural cubana.
La idea de que sin cultura no hay libertad posible, de que ser cultos es el único modo de no ser manipulados, ha sido siempre premisa fundamental para la política cultural cubana, sobre todo en las circunstancias actuales donde urge enfrentar la globalización manipulada y los intentos de imponer modelos de consumo cultural.
La cultura, históricamente ha sido elemento esencial en el hombre, en los pueblos, existiendo una correlación muy estrecha entre esta y la sociedad, “no hay hombre sin cultura y esta no existe sin el hombre, y tal afán por descubrir lo lleva al extremo de intentar encontrar el sentido de su creación”. (Hart A. 2016).
Es acumulación, tradición, herencia y un proceso de producción de significados en el contexto de las relaciones humanas, que desde el conjunto de valores materiales y espirituales creados a lo largo de la historia tiene un condicionamiento socioclasista que le sirve de sustrato.
Puede entenderse la cultura como “el conjunto de realizaciones humanas que han trascendido a nuestros tiempos y que permite al hombre contemporáneo conservar, reproducir y crear nuevos valores para la transformación de su medio social y natural. Es toda realización pretérita y presente, tangible y espiritual creada por la humanidad”. (Álvarez y Landaburo, 2004:4).
No se puede analizar la cultura sin considerarse la existencia de los centros de poder, desde los cuales se genera la cultura de la dominación como continuidad del proceso histórico del desarrollo capitalista.
La cultura que se trata de imponer por Occidente busca, entre otras cuestiones, que la afirmación del ser del individuo sea la imitación. Por eso es necesario la búsqueda y defensa de las raíces, la reconstrucción de lo propio, la interpretación del fenómeno de la identidad cultural como proceso ininterrumpido en el que se da la profunda interrelación entre lo universal y lo particular, que se legitima a través de la historia y sirve de referente a las diversas generaciones como escudo frente a lo que es ajeno realmente.
En las condiciones actuales, mantener la coherencia de la política cultural cubana resulta una tarea prioritaria frente a los intentos del imperialismo de imponer mensajes seudoculturales asociados a la exaltación del consumismo, a la desvalorización de la cultura nacional y a su intrínseca proyección universal.

DESARROLLO
En la actualidad el despliegue de la ideología neoliberal penetra todas las esferas de la cultura, siendo el neoliberalismo una visión de la vida, de la sociedad y la política, es una concepción cultural que atrapa el sentido común de la época y requiere de un tipo específico de conducta práctica de todos los entes que con él tienen que ver. “La cultura tiende cada vez más a transnacionalizarse, que lejos de enriquecer a los pueblos con aportes culturales, llega a producirse en determinados centros mundiales de poder y se irradia por todo el planeta mostrando una imagen simplificada de supuestos valores que incitan a un modo de vida superfluo y que golpea a la espiritualidad y a la tradición”. (Fabelo y Corzo, 1989: 23)
La globalización neoliberal obstaculiza cualquier proceso social, porque en la esencia de su expresión y de su materialización está presente la tendencia a generalizar lo individual, lo específico. Esto se traduce en el tratar de imponer por todas las vías y medios posibles una monocultura al estilo occidental que borre la memoria histórica, la identidad cultural de los pueblos, destruyendo sus raíces, tradiciones, idiosincrasia, valores, es decir, sus formas sui géneris de percibir y transformar la sociedad en que viven esos pueblos, esa manera distintiva de cada sociedad de hacer, de expresarse, de sentir y de pensar.
Díaz- Canel, en la Clausura del VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) expresó que “no podemos desconocer hoy que el principal instrumento de dominación con que cuenta el imperialismo es cultural e informativo. Ha logrado que en todo el mundo prevalezcan de manera aplastante los patrones de su industria del entretenimiento y de la maquinaria mediática a su servicio. La humanidad sufre en el presente la ofensiva de una operación de colonización cultural a gran escala. Se trata de imponer el frívolo e injusto modelo del llamado sueño americano, denunciado tempranamente por nuestro José Martí”.
Una de las formas en que se expresa la dominación en términos culturales desde el norte industrializado es a través de concepciones de ideales únicos para la evaluación de la realidad política, así como la estandarización de los procesos políticos mundiales y la organización de la vida política de las naciones y regiones del mundo.
Es característico de la globalización neoliberal de la cultura la apología falsa de lo universal, de la abolición de la memoria histórica de los pueblos, la manipulación de las conciencias. Es la suplantación de los valores autóctonos por otros y es acompañada por una visión escéptica y nihilista respecto a la historia y el futuro de la humanidad. La mayoría de los mensajes artísticos y propagandísticos construidos desde la perspectiva de una cultura homogenizada, llegan a través de los medios de comunicación globalizados.
La globalización neoliberal ha generado un impacto negativo en la cultura y la identidad cultural de los pueblos al imponer fuertes limitaciones de recursos para la producción y conservación cultural sobre todo en los países subdesarrollados, produce además polarización y desigualdad social en el consumo cultural y una fuerte mercantilización, en un sentido muy liberal, de la producción cultural, estableciendo de los medios de comunicación masiva que imponen los valores culturales y de consumo del llamado primer mundo.
Desde el 1ro de enero de 1959 la política cultural del país ha estado encaminada a contrarrestar los efectos nocivos de las seudo-cultura como fenómeno mundial, es con Fidel donde reaparece el concepto de Martí cuando expresara que la cultura es lo primero que había que salvar, entendiendo la cultura como un término que “va más allá de las artes y las letras y que encarna una herencia espiritual y también material”. (Pogolotti, 2007:7)
En Cuba, desde el triunfo de la Revolución en 1959, comienza a crearse las primeras instituciones de lo que sería la base de la nueva política cultural cubana, definida por Fidel como “la actitud del Gobierno Revolucionario ante los problemas del arte y la literatura” (Castro, 1961:3). A partir de ese momento se comienzan a expresar con toda claridad los principios que constituirían las premisas iniciales más generales, las ideas rectoras principales de la Política Cultural de la Revolución, que se iría conformando y enriqueciendo en el transcurso del proceso revolucionario, en la que ha sido siempre una premisa la necesidad de salvar la cultura para salvar así la soberanía y la independencia del país.
La política cultural cubana ha estado regida por los siguientes principios (Álvarez y Landaburo, 2004:11):

  • La defensa y el desarrollo de la identidad nacional y la vocación universal y profundamente latinoamericana y caribeña de la cultura nacional.
  • La conservación y difusión del patrimonio cultural.
  • El reconocimiento de la diversidad cultural.
  • El fomento y estímulo a la creación artística y literaria.
  • El respeto y apoyo al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción de los procesos socioculturales.

Diferentes son las acciones que se han creado para producir transformaciones radicales en todos los niveles de la enseñanza en Cuba, así como en la capacidad de influir en la formación de valores con el objetivo de elevar la cultura general del pueblo cubano.
La campaña de alfabetización constituyó un amplio proceso de socialización de la enseñanza para promoción de la cultura, fue la gran victoria espiritual de la Revolución que dio pie a una democratización a los espacios de creación, difusión y consumo de la cultura, y la creación de instituciones, resultando el ICAIC el botón de muestra más significativo.
El diseño y aplicación de la política cultural de la Revolución Cubana arranca con Palabra a los Intelectuales, nombre dado al discurso pronunciado por Fidel Castro, donde aseveraba: “[…] dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada” […]. Este discurso tendrá un papel importante en la conformación de lo que sería luego nuestra política cultural.
En agosto de 1961 tiene lugar el primer Congreso de Escritores y Artistas, gestor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; un congreso que define la unidad de principios que permitió y aún permite a los mejores exponentes del arte y la literatura, la creación de obras artísticas al servicio de una nueva sociedad en la cual el hombre alcanzará su plena dimensión humana. En este marco quedó expresado directamente, la decisión y la tarea propia del gobierno, de formular y ejecutar una política cultural con la participación de los creadores y que responda a los intereses del pueblo como protagonista principal.
En 1971 el Primer Congreso de Educación y Cultura ratificó la permanente decisión de lucha por la extensión y profundización de una cultura de masas, y por hacer del arte un arma de la Revolución Cubana. Por otra parte los congresos de las organizaciones de masas y políticas del país, han adoptado entre sus resoluciones, las referentes a la educación y cultura del pueblo cubano. En su declaración final se sugería a los intelectuales las temáticas más convenientes para el arte durante ese momento histórico de la Revolución. Se recomendaba el tratamiento de tópicos relacionados con la literatura infantil y el proceso revolucionario en su lucha contra el subdesarrollo, y la necesidad de mantener la unidad ideológica de nuestro pueblo.
La creación del Ministerio de Cultura en 1976, constituyó un paso de avance significativo; en tanto, los derroteros de la política cultural comenzaron a ser menos “políticos” y más “culturales”.
En el período del 1980-1986, los resultados de la aplicación de la política cultural se manifestaron en la esfera del libro y la literatura, se produjo un crecimiento de la capacidad industrial de impresión al entrar en funcionamiento de un nuevo combinado poligráfico, se celebraron las ferias internacionales del libro con amplia participación nacional y extranjera, la creación musical fue en ascenso, al igual que el cine, las artes plásticas y el teatro.
En marzo de 1989 se iniciaron cambios estructurales en el Ministerio de Cultura, que implicaron profundas transformaciones en la concepción de la gestión de los procesos culturales, en la década de 1990 se evidenció además el papel de vanguardia del sector en la generación de la crítica profunda en el espacio público.
La entrada del período especial modificó en gran medida a la aplicación de los cambios que se habían propuesto en el sistema de cultura. En medio de situaciones económicas tan difíciles, los territorios y las instituciones nacionales se vieron afectados materialmente, las instituciones materiales se deterioraron, el presupuesto dedicado al sistema de instituciones se redujo considerablemente y la necesidad de asumir tres formas de funcionamiento en el sector: el sistema presupuestario, el financiamiento mixto y el autofinanciamiento; favoreció un nivel de independencia y sobrevivencia en las instituciones nacionales.
En medio de estas condiciones adversas para la cultura, comienzan a desarrollarse los procesos para el diseño de los programas de desarrollo cultural, primero de forma experimental en algunos territorios e instituciones, luego de manera general en todo el país. Este proceso culminó con la aprobación, en 1995, del Programa Nacional de Cultura y Desarrollo, donde se plasma una síntesis de la historia cultural de la nación cubana, los principios fundamentales de la política cultural cubana.
En el año 2000 Fidel Castro, al frente del grupo de trabajo de la Batalla de Ideas, aprueba la creación de las nuevas Escuelas de Instructores de Arte, que tuvieron sus antecedentes en 1961 cuando se inauguró por primera vez una escuela nacional de este tipo, ubicada en la Habana en un lugar conocido como el Comodoro y que significó la formación de una generación de instructores de arte encargados de desarrollar la cultura artística del pueblo.
En esos momentos en Cuba se emprende el proceso de implementación práctica de una política cultural audaz y novedosa encaminada a revolucionar el campo de los hábitos y gustos culturales, de la educación y de toda la vida de nuestro pueblo con el fin de hacer un pueblo culto y preparado para desarrollar de manera consciente sus tareas históricas y especialmente para la defensa de la soberanía a tono con la sentencia martiana que señala que ser cultos es el único modo de ser libres.
La Primera Conferencia Nacional del PCC en el objetivo 58 expresa: “Consolidar la política cultural de la Revolución, definida por Fidel desde 1961 en sus Palabras a los intelectuales, caracterizada por la democratización al acceso a la cultura, la defensa de la identidad y del patrimonio con la participación activa de los intelectuales, artistas e instituciones culturales, en un clima de unidad y libertad”. (Documentos del PCC, 2012:14)
Resulta imprescindible referir la relación política-arte, toda vez que las concepciones políticas y artísticas presuponen comprenderla dentro de la conciencia política y la conciencia estética, las cuales al estar contenidas en la conciencia social constituyen elementos existentes de manera integral y con relativa independencia. Cada una de ellas es objeto de estudio de todo un sistema de disciplinas, cuyo rigor teórico y científico se sustenta en la práctica.
La política, al ser expresión objetivada de la conciencia política, trata, entre otras cuestiones, de hacer realidad las metas, programas políticos de las clases sociales, a través de la actividad de las instituciones y organizaciones políticas. La política entonces se forma por el papel que desempeña la conciencia política en la medida en que son reflejados los intereses económicos cardinales de las clases hecho conciencia. Ello indica que una misma base económica puede engendrar doctrinas, ideas y acciones políticas relativamente diferentes.
La conciencia política y la política ejercen en el desarrollo económico de la sociedad un efecto directo e indirecto a través de otras formas de conciencia social, de ahí, que no exista una independencia absoluta de la conciencia estética, del arte en relación a la política, por lo cual se producen influencias mutuas.
En cuanto al arte, se precisa referir que la actitud estética del hombre con respecto a la realidad penetra todos los tipos de actividad humana y toda la diversidad de las relaciones humanas, el hombre también crea con arreglo las leyes de lo bello. El principio estético ocupa un lugar propio en la literatura, el teatro, la plástica, la música, entre otras. El arte tiene la misión de formar la práctica estética del hombre respecto a la sociedad, la misión de formar la práctica estética de la realidad mediante imágenes artísticas.
El arte ocupa un lugar destacado para todos, es parte de la experiencia pública, porque a través de él se manifiesta la cultura de manera general y tradiciones culturales de cada nación.
El arte es un fenómeno complejo y multiforme, “puede adelantar una idea que el conocimiento social no ha formulado aún; o socializar lo que parece ser muy difícil, no por simplificarlo, sino por abordarlo de otro modo en el que las sensibilidades y las emociones participan mucho más. El pensamiento que ejercita la libertad y la crítica puede contribuir a que se planteen bien los problemas prácticos, se busquen y movilicen las fuerzas que sí tenemos y aumente la capacidad del pueblo para hacer efectivos sus conocimientos y cualidades, y para dirigir los procesos sociales”. (Martínez, 2011:6)
En la historia del arte se observa cómo el proceso de creación responde de manera directa o indirecta a las situaciones económicas, sociales y políticas. El arte enfoca la realidad de acuerdo a las circunstancias históricas en que vive, lo que hace que la expresión del arte varíe. El verdadero arte se identifica con el pueblo en la medida en que refleje sus necesidades e intereses. Carlos Rafael Rodríguez expresaba que:
“El pueblo asciende al arte, pero los creadores no descienden al pueblo. El pueblo asciende al arte y no va a los creadores, los creadores ascienden al pueblo haciéndose copartícipes de las necesidades populares”. (Rodríguez, 1987:4)
Toda obra de arte se aprecia desde los ángulos de su valor artístico, de su veracidad y de su contenido ideológico. Buscar la verdad implica descubrirla, hacerla patente. El arte centra su atención en el hombre y en sus relaciones con los demás hombres, este va unido a la política en tanto valora y expresa una actitud respecto a la realidad en general y a la realidad social en particular. Lo político se expresa en el arte por el papel que cumple y la naturaleza de clase, los ideales a defender, toda vez que el arte es un elemento de un determinado sistema social, que aporta ideas políticas de las clases sociales.
La política hoy en día requiere del arte en el sentido identitario, ideológico y ello es así cuando se trata de imponer a escala mundial la globalización neoliberal que al impactar las esferas de la vida social, penetra en la cultura de los pueblos, buscando entre otras cuestiones que la afirmación del ser, del individuo, sea la imitación, lo que crea una situación de extravío humano que pone de relieve el despliegue de procesos de enajenación de la identidades.
El arte tiene importancia cognoscitiva, educativa, política ideológica y depende de las necesidades prácticas de la época. El artista tiene una responsabilidad ante su pueblo, su nación.
La evolución de diferentes corrientes artísticas, ha permitido que el hombre utilice el arte para satisfacer sus necesidades estéticas de conocimiento, manifieste su ideología, su subjetividad y su visión de la realidad. El objeto del arte permite al hombre objetivar el vínculo existente entre su personalidad, la estructura de la época y el medio social al que pertenece que de alguna manera lo condiciona, pero al que puede llegar a modificar. (Stokoe, 1990 y Terigi, 1998)  
Al arte como un medio específico de conocimiento, permite conocer, analizar e interpretar producciones estéticamente comunicables mediante los diferentes lenguajes simbólicos ya sean: corporales, sonoros, visuales, dramáticos o literarios.
Sólo el socialismo reconoce al arte y a la literatura sus reales valores, reivindica su papel social y da al artista libertad y estabilidad laboral y material que aseguren la vida decorosa a que tiene derecho. El socialismo crea las condiciones que hacen factible la auténtica libertad de creación.
La política cultural es una de las conquistas principales de la Revolución cubana, y su aplicación está reservada al Estado y a su red de instituciones, contando con la participación de los intelectuales revolucionarios. Le corresponde al Estado tomar las decisiones sobre qué se presenta, promueve, aparece en los medios y cómo se comercializa a través de los circuitos institucionales. La aplicación de la política cultural en cualquier escenario, estatal o no estatal, debe hacerse en coherencia con el concepto básico de preservar como principio inalienable nuestra identidad porque la política de la Revolución Cubana siempre ha sido la de democratizar la cultura, la de crear un sujeto crítico ante su realidad social, un ciudadano con valores como la solidaridad, la conciencia crítica y el amor al patrimonio cultural.  
Actualmente Cuba trabaja para mantener el proyecto social de un ciudadano culto y libre, de ahí la necesidad de promover alternativas novedosas, sugestivas, que aprovechen las nuevas tecnologías para combinar temas ligeros con temas serios, en aras de desarrollar un entretenimiento inteligente.
Si retomamos las palabras del Comandante Fidel cuando expresó que la cultura es el mejor antídoto contra el consumismo se puede entender por qué la estrategia política tiene que ser supraministerial, sistémica, para poder captar la complejidad de la realidad, y con un fundamento ético en pos de la equidad y el bienestar social.

CONCLUSIONES

  • La política cultural del país desde el triunfo de la Revolución Cubana ha estado encaminada a contrarrestar los efectos nocivos de la globalización neoliberal teniendo como premisa fundamental que ser cultos es el único modo de no ser manipulados.
  • La aplicación de la política cultural en cualquier escenario, debe hacerse en coherencia con el concepto básico de preservar como principio inalienable nuestra identidad, la de crear un sujeto crítico ante su realidad social, un ciudadano con valores como la solidaridad, la conciencia crítica y el amor al patrimonio cultural. 

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Cuba (UNEAC). Publicado en Cubadebate.

*Universidad de Cienfuegos. Cuba. nperezg@ucf.edu.cu 1 Código ORCID: 0000-0001-6085-1649
** Universidad de Cienfuegos. Cuba. dsantana@ucf.edu.cu 2 Código ORCID: 0000-0002-9190-8107
*** Universidad de Cienfuegos. Cuba. dmorales@ucf.edu.cu 3 Código ORCID: 0000-0002-4029-7449

Recibido: 13/02/2019 Aceptado: 03/06/2019 Publicado: Junio de 2019


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