Loraine Socarrás Aguilar *
Centro Universitario Municipal Bartolomé Masó Márquez. Cuba
Correo: lsocarrasa@udg.co.cu
Resumen
El proceso educativo tiene como objetivo brindar orientación a la familia, a fin de conciliar actitudes, resolver conflictos y organizar un plan de acciones que le permita desempeñar su labor educativa para prevenir manifestaciones no habituales del comportamiento desde las primeras edades y aunque resulta bien complejo estudiar su mundo, tales necesidades deben ser resueltas ya por las instituciones educativas. Por estos motivos se realiza la investigación acerca de las insuficiencias que se presentan en la labor educativa de la familia para el tratamiento a las manifestaciones no habituales de comportamiento en las niñas y los niños de la infancia preescolar. El objetivo se concreta en la elaboración de talleres de preparación a la familia para el tratamiento a la timidez en las niñas y los niños de la infancia preescolar. El estudio de los referentes filosóficos, sociológicos, psicológicos y pedagógicos, permitió profundizar en los aportes de diversos autores constatando que el tema poco es abordado, por lo que la propuesta de talleres garantiza que las insuficiencias detectadas sean atenuadas y se eleve, el nivel de preparación de las familias por ende el máximo desarrollo de las niñas y los niños, objetivo fundamental de la educación de la primera infancia.
Palabras claves. Familia, orientación, orientación educativa, orientación familiar, manifestaciones no habituales.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Loraine Socarrás Aguilar y Senia Benítez Santos (2019): “La orientación familiar para el tratamiento a manifestaciones no habituales del comportamiento en la infancia preescolar”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (mayo 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/05/orientacion-familiar-comportamiento.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1905orientacion-familiar-comportamiento
Introducción
En el actual contexto educativo, es necesario profundizar en el conocimiento de la situación social del desarrollo de los educandos para el logro de una mejor atención a sus necesidades y estructurar el proceso de formación de la personalidad. Conocer las características del desarrollo personal resulta indispensable para dar cumplimiento a uno de los principios básicos de la ciencia pedagógica: la atención a las diferencias, objetivo en el que también confluye la ciencia psicológica. Cada niño, en cada contexto y bajo determinadas situaciones, refleja la realidad vivenciada y construye su forma peculiar de responder a los requerimientos del medio.
Esta verdad, devenida del postulado que enarbolan pedagogos y psicólogos en diferentes espacios de comunicación profesional, no ha alcanzado aún a la práctica educativa en toda su complejidad y es uno de los retos que enfrentan hoy los profesionales de la educación, quienes para dar una respuesta que acerque los postulados teóricos a la realidad escolar precisan de romper barreras en la concepción de todo el proceso educativo. Por ello, el profesional de la educación ha de realizar un diagnóstico de las características de sus educandos, sus avances y retrocesos, y de las condiciones en que estos se producen a lo que la Educación Preescolar no escapa.
Este nivel educativo revierte gran importancia porque contribuye al fortalecimiento y enriquecimiento de las niñas y los niños, desde las primeras edades, en las diferentes áreas del desarrollo, ya que el objetivo fundamental de esta es alcanzar el máximo desarrollo posible de cada niño y niña para que en el mañana sean buenos individuos con una personalidad óptima. Para que esto tenga efecto, la familia, tiene que jugar un papel importante en la preparación y educación de este. Es aquí que la familia como célula básica de la sociedad, armoniza sus funciones y enriquece sus posibilidades educativas.
Muchas investigaciones relacionadas con las manifestaciones no habituales del comportamiento de las niñas y los niños se han realizado, por ejemplo: en 1993, Martínez Mendoza, Franklin, en su propuesta de orientaciones educativas sobre algunas conductas del niño preescolar y en 1998 Dossiers de la AMEI, Madrid, incursionó en la valoración de la conducta de las niñas y los niños. En sus estudios aportan elementos a tener en cuenta por los diferentes factores educativos que intervienen en la educación de las niñas y los niños: familia, médico, agentes comunitarios, psicólogos y pedagogos, para brindar una atención especializada a las niñas y a los niños que presentan alteraciones de conducta o manifestaciones no habituales del comportamiento.
Además brindan acciones de cómo llegar a criterios ciertos en cuanto a la valoración de la conducta de las niñas y los niños, para lo cual se hace indispensable lograr algún acuerdo acerca de qué se considera como un niño “normal” y cuándo se puede considerar que tiene una alteración de la conducta. Plantean además cuestionamientos de si en la edad preescolar se puede afirmar que existen niños con alteraciones de la conducta cuando se está en presencia de una personalidad aún no formada, de ahí que se propone hacer alusión a manifestaciones del comportamiento.
La autora Maribel Bennett Núñez (2009) en Granma, propuso y dedicó sistema de actividades de preparación a la familia para desarrollar su labor educativa en la prevención de los trastornos emocionales en las niñas y los niños del Programa Educa tu Hijo en la zona de Los Caneyes del Consejo Popular "Caney". La autora se refiere a los trastornos emocionales por ser estos los más afectados en la muestra seleccionada, dejando fisuras en la atención a la formación de las manifestaciones en el comportamiento, si se tiene en cuenta que las niñas y los niños que asisten a esta institución pertenecen a familias de un bajo nivel cultural y sus manifestaciones a la hora de comportarse son regulares, cuya preparación es limitada en este sentido.
Por otra parte la Lic. Clarisbel Martínez Castillo (2010) del municipio Bartolomé Masó, creó un sistema de talleres dirigidos a la preparación de las familias en función de la formación de los alumnos con alteraciones en el comportamiento, dejando brecha abierta a investigaciones relacionadas con esta problemática. Otras autoras han incursionado en la problemática de la preparación de la familia aportando talleres, actividades, orientaciones, acciones entre otras soluciones alternativas que garanticen el perfeccionamiento de la labor educativa de la familia con las niñas y los niños desde sus primeros movimientos.
A pesar de las investigaciones realizadas, se ha podido constatar en la práctica pedagógica, a través de: observaciones a las manifestaciones de las niñas y de los niños en las diferentes actividades que estos presentan limitaciones para comunicarse y relacionarse con el resto del grupo, aislándose lo que a su vez limita el desarrollo de habilidades, hábitos y la adquisición de los conocimientos en las diferentes áreas. Se muestran inhibidos y tratan de refugiarse en figuras familiares, suelen ser inseguros, retraídos, rezagados, conformistas, de pocas palabras.
Al no comunicar sus dudas en el aprendizaje, no participan en las actividades, no solicitan ayuda de ningún tipo por lo que prefieren quedarse con dudas o ser evaluados de mal antes de preguntar o tener una participación activa en las diferentes actividades. Es decir, que la familia tiene que ir de la mano de la institución para garantizar el desarrollo pleno de sus hijas e hijos. Teniendo en cuenta la problemática detectada se persigue como objetivo en el presente artículo la elaboración y puesta en práctica de talleres de preparación a la familia para el tratamiento a la timidez en las niñas y los niños de la infancia preescolar que sean flexibles, integradores, participativos y desarrolladores y que a su vez permitan asegurar su autopreparación para dar tratamiento a manifestaciones no habituales del comportamiento humano en estas edades como es el caso de la timidez.
Desarrollo
En la década del 90 se implementa en Cuba el programa de “Educación para la Vida”, teniendo gran impacto en el medio social y constituyó el sustento de muchas acciones locales con las familias. Este programa fue unan iniciativa impulsada por la UNICEF a partir de la firma de la Convención de los Derechos del Niño lanzada en la Cumbre Mundial a favor de la Infancia. (ONU, 1991). En los momentos actuales el Gobierno cubano mantiene las líneas de trabajo de dicha cumbre, fortalece el papel de la familia a través de un sistema de acciones educativas desde la escuela y donde se inserta la comunidad y todos sus factores con el objetivo de apoyar a las familias para el desempeño de su función educativa y el desarrollo de cada uno de sus integrantes a partir de varias formas o vías de preparación como las charlas, las conversaciones, los talleres, les escuelas de orientación familiar y la actividad conjunta entre otras.
La familia y su funcionamiento han sido ampliamente estudiados desde diferentes ámbitos. Entre los autores que se han destacado en dichos estudios se encuentran Patricia Arés, 1990; Pedro Luis Castro, 1996; Mayda Álvarez, 1996 quienes concuerdan en que la familia constituye una institución formada por un grupo de personas unidas por lazos consanguíneos y/o afectivos, que conviven en un espacio común durante un tiempo significativo, donde se satisfacen necesidades materiales y espirituales, se establecen relaciones afectivas estables. Es el grupo donde se manifiestan importantes motivaciones psicológicas con el cual se identifica y se desarrolla un fuerte sentimiento de pertenencia se enfrentan y se tratan de resolver los problemas de la vida en convivencia.
Los autores de este artículo respetan el criterio de los antes citados, pero además consideran que la familia es el grupo social que unidos o no por lazos consanguíneos viven en un mismo hogar y asumen la responsabilidad de formar y preparar a las nuevas generaciones bajo los principios, leyes y regulaciones de la sociedad donde estos se desarrollan.
La diversidad en la clasificación de los tipos de familia que existe, el nivel de escolaridad y sus características atendiendo al contexto socioeconómico actual, son algunas de las causas que demuestran que no todas están preparadas para asumir con éxito su labor educativa en el hogar, por lo que debe orientarse adecuadamente para que esta se convierta en máxima potenciadora del desarrollo integral de las niñas y los niños y que logre la formación plena de sus hijos. Asimismo, la participación de los agentes socializadores como actores educativos conscientes y activos en la conducción de la orientación educativa debe demostrar pertinencia atendiendo al medio sociocultural, a las condiciones de vida, al alcance de la individualidad como resultado de la interrelación y la apropiación de las relaciones sociales y a la relación con el medio cultural en que la niña y el niño se insertan.
El autor asume para esta investigación las funciones de la familia históricamente asignadas al grupo familiar como institución social dadas por la autora Patricia Arés (2000), quien las reúne en tres grandes grupos. La función económica garantiza, en sentido general, la satisfacción de las necesidades materiales, individuales y colectivas, matizadas por el sentido de pertenencia de cada uno de los integrantes de la familia ante las tareas del hogar, con particular énfasis en la distribución de las tareas a desempeñar por el niño y la niña.
Estas actividades, cuando se realizan de manera consciente y voluntaria, propician un clima de satisfacción personal y colectiva que redunda en beneficio de la formación y la transformación positiva de cada uno de sus miembros. El estímulo sistemático para el desempeño de las tareas favorece extraordinariamente el nivel de responsabilidad compartida, con la consiguiente satisfacción de sentirse útil y necesario.
La función biosocial (reproductora o biológica), asegurada o bien dirigida, propicia la estabilidad conyugal de la pareja y con ello el establecimiento de patrones de conducta adecuados de fácil trasmisión a los hijos(as), a fin de sentar las bases para la seguridad emocional y la identificación de éstos con la familia.
La función educativa. En ella está presente el legado cultural generacional que, sin lugar a dudas, establece las bases educativas que comienzan desde el nacimiento y no finalizan hasta la muerte. Existen familias que se manifiestan indiferentes o desconocen qué hacer ante la presencia o aparición de comportamientos no habituales, especialmente cuando son producidas por la timidez, que dependen de sus conocimientos, modos de actuar y condiciones para afrontarlas.
La familia cubana aspira en su función educativa a que las niñas y los niños se preparen para el futuro; que estudien, que tengan una adecuada identificación con el sexo, así como la transmisión de valores y normas de conducta y comportamientos en estándares “normales”.
La familia necesita de orientación, pues esta se enfrenta a una infinidad de cambios, exigencias y conflictos que dejan huellas importantes en la personalidad humana, así lo confirmó García, A. (2000), quien además agrega que la orientación constituye una herramienta necesaria para lograr la atención a la diversidad infantil, por lo que se debe preparar en función de satisfacer las necesidades cognitivo-afectiva y transformar las conductas negativas en modos de actuar consciente en correspondencia de las exigencias de la sociedad.
El paradigma de los procesos de orientación, sus enfoques y técnicas terapéuticas o clínicas inicialmente fue difundida y empleado en el campo de la salud y posteriormente comenzaron a introducirse en el ámbito educacional, con el fin de influir en la formación de una personalidad sana, eficiente, madura, con un desarrollo de sus potencialidades que le permita enfrentar con éxitos las tareas propias de cada edad, para preparar al hombre para la vida.
La orientación cobra cada vez mayor importancia en la práctica cotidiana del desempeño de la educación, dada la gama de problemas sociales que afectan al hombre, a la mujer, a los niños, la acelerada dinámica de la vida social, las exigencias y el cúmulo de información que recibe el sujeto por los diferentes medios, donde no siempre poseen recursos, métodos y vías para rechazar o enfrentar los eventos del medio. La orientación desde las necesidades manifiestas por los sujetos y los grupos, en particular, la familia debe integrar los conocimientos, métodos y técnicas pedagógicas y psicológicas que les permitan alcanzar una visión amplia para interactuar en las diversas relaciones que se establecen.
La orientación en el sistema educacional, se destaca en los estudios de orientación vocacional de Torroella, G., Sansón, T. y White, M. (1946), que se dirigen por la Comisión de reforma para la educación por Bernal, R. y Torroella, G. (1949). Más tarde se oficializan desde la oficina de Psicometría y Orientación, especialmente por el departamento de Psicología, del Ministerio de Educación.
La necesidad de orientación se presenta a lo largo de toda la vida y resulta fundamental en la etapa de formación y desarrollo de la personalidad de las niñas y los niños de la primera infancia, especialmente en aquellos momentos en que se hace más difícil la toma de determinadas decisiones, sobre todo cuando no se cuenta con la suficiente información o se está debidamente preparado para ello.
En las concepciones teóricas de Collazo, B. (1992) sobre la orientación en la actividad pedagógica se enfatizaba.
La orientación equivale a la ayuda, no se trata de imponer, ni tomar decisiones espontáneas, sino planificadas que ayuden a enfrentar los problemas con responsabilidad en sus propias decisiones, es guiar conscientemente y desde sus potencialidades, las limitaciones, incluye objetivos individuales y sociales, ya que repercute en la preparación y desarrollo de los conocimientos, hábitos, habilidades y actitudes inherentes a la convivencia individual, grupal y social.
Al asumir la orientación como proceso de atención a la diversidad, se convierte en una herramienta básica, pues ésta por su naturaleza debe ser también preventiva, de ayuda, que permita promover el crecimiento y el desarrollo afectivo, cognitivo, motivacional y espiritual en cada sujeto y el aprendizaje desde lo grupal; por lo que debe ser un proceso sistemático que provoque intercambios, percepciones de ayuda mutua, se construyen alternativas a partir del autodiagnóstico y las posibilidades que posee cada sujeto y el grupo, dirigida a perfeccionar los modos de pensar, sentir y actuar en cada contexto de desarrollo.
En los estudios de orientación de Nelly, G. (1996) expresa:
La orientación puede definirse como la fase del proceso educativo que consiste en el cálculo de las capacidades, intereses y necesidades del individuo para aconsejarles acerca de sus problemas y asistirle en la formación de planes, aprovechar al máximo sus facultades y ayudarles a tomar decisiones que sirvan para promover su bienestar en la escuela y en la vida, individualizada y grupal. Esta, socializa saberes y modo de actuar para las niñas y los niños, como para los adultos que interactúan.
En este sentido, los autores reflexionan y consideran que la orientación en la actualidad se considera una disciplina profesional, que se utiliza como un proceso continuo, sistemático y permanente, capaz de transformar los conflictos y situaciones adversas desde el mismo proceso de participación y construcción de los conocimientos, que contribuyan al desarrollo de la personalidad, ya sea en un marco educacional, pedagógico, educativo, preventivo, entre otras. En los estudios sobre orientación educativa son varias las formas que se investigan: orientación de la sexualidad; profesional; comunitaria; educativa y familiar.
Sobre orientación educativa de Medrano, U. C. (2002) se concibió como:
El conjunto de conocimientos, metodologías y principios teóricos que fundamentan la planificación, diseño, aplicación y evaluación de la intervención psicopedagógica preventiva, comprensiva, sistémica y continuada que se dirige a las personas, las instituciones y el contexto comunitario, con el objetivo de facilitar y promover el desarrollo integral de los sujetos a lo largo de las distintas etapas evolutivas de su vida, con la implicación de los diferentes agentes educativos (familia) y sociales.
En la atención del sistema educativo se hace orientación a la familia, cada vez que se conoce la existencia de un conflicto, una dificultad o una necesidad. Se presupone que esa familia tiene potencialidades para solucionarlo, equivale dar una ayuda para que estimule esas posibilidades. La orientación, por tanto, debe ser estructurada con una concepción integradora que considere las necesidades de la familia en el proceso y las demandas de los contextos socializadores y la sociedad; además debe a partir del diagnóstico preciso de intereses, inquietudes y niveles de desarrollo alcanzado en las niñas y los niños.
Entre los tipos de orientación educativa se encuentra la orientación familiar que se dirige a la búsqueda de soluciones de los problemas, implica un trabajo conjunto que posibilita la reflexión y el análisis crítico en los contextos de actuación de las niñas y los niños, a la vez que se convierte en un espacio para brindar conocimientos, métodos y vías para enfrentar las contradicciones que le impone el medio, revelándose como un elemento significativo de la familia, de manera coherente y armónica, que contribuye al desarrollo integral de la personalidad de estos.
La orientación como instrumento y proceso para la familia permite la identificación permanente de las necesidades de los educandos a su vez, la búsqueda de información, capacitación permanente para enfrentar el proceso de ayuda. El trabajo de educación familiar consiste fundamentalmente en orientar, explicar y demostrar a cada padre, a cada familia, las actividades que puede realizar con su pequeño, con el propósito de aprovechar al máximo el período privilegiado que caracteriza esta etapa de la vida y desarrollar habilidades preparatorias básicas para su desarrollo integral y, por ende, su mejor preparación para el aprendizaje escolar.
En los estudios de orientación familiar de García, A. (2000) se enfatiza que:
La educación y la orientación también están íntimamente relacionadas: no hay límites precisos entre educación, orientación y terapia, pueden intercambiarse sin violentar el tipo de relación necesaria para una situación, conforme con las necesidades del desarrollo de las personas y los grupos, con las condiciones y la preparación con se cuente para realizarla.
Además se refiere a que tampoco deben confundirse ni separarse extremadamente, como aniquilándose o menospreciándose la orientación, la educación y la enseñanza se debían entender como sinónimos, pues sería como perder el objetivo específico de cada proceso, aunque se considere que la orientación y la enseñanza deben ser inseparables y que la orientación sea una parte de la educación, o sea, a un tipo de orientación: la preventiva.
La orientación familiar en la actualidad es una herramienta necesaria para la familia en la búsqueda de soluciones a los problemas, implica un trabajo conjunto que posibilita la reflexión y el análisis crítico en los contextos de actuación de las niñas y los niños, a la vez que se convierte en un espacio para brindar conocimientos, métodos y vías para enfrentar la labor educativa en el hogar y así lograr de manera coherente y armónica, el desarrollo integral de la personalidad.
Para desarrollar la orientación familiar se asumen los pasos organizativos y pedagógicos de Castro, P. L., Núñez, E. y Castillo, S. (2010) quien expresa que para lograrlo:
Primeramente se realiza una sensibilización de las familias ante la problemática educativa que interesa; se lleva a cabo una especie de divulgación comunitaria y cara a cara; se realiza un diagnóstico para conocer los problemas que presentan las familias en cuanto a la educación de sus hijos; se determina cuáles son sus necesidades básicas de aprendizaje; se deciden las orientaciones educativas que contribuirán a la solución de las necesidades sentidas.
Es necesario encontrar y destacar a un núcleo más activo de padres que promueva, poco a poco, la integración de los demás; se requiere la ejecución de las orientaciones educativas entre todos los familiares implicados, asegurar el carácter participativo; la evaluación participativa de la efectividad de ese sistema de orientaciones a los padres; la estimulación de los logros alcanzados con las familias, apoyados en la evaluación participativa y la divulgación de estos contenidos en un entorno más amplio.
La orientación es una herramienta necesaria por lo que se debe preparar a las familias en función de satisfacer las necesidades cognitivo-afectiva de las niñas y los niños. El reconocimiento de la familia como agente educativo de mayor influencia en la educación de la primera infancia, aparece estructurado en los programas educativos establecidos por vía institucional y no institucional, los que permiten dotar a las familias de un sistema de conocimientos y habilidades que les permita ejercer acertadamente su función educativa y participe en la educación de sus hijos, ya que es este contexto circunda su vida, sus triunfos y sus fracasos.
Para desarrollar la orientación familiar se asumen los pasos organizativos y pedagógicos de Castro, P. L., Núñez, E. y Castillo, S. (2010) quien expresa que para lograrlo:
primeramente se realiza una sensibilización de las familias ante la problemática educativa que interesa; se lleva a cabo una especie de divulgación comunitaria y cara a cara; se realiza un diagnóstico para conocer los problemas que presentan las familias en cuanto a la educación de sus hijos; se determina cuáles son sus necesidades básicas de aprendizaje; se deciden las orientaciones educativas que contribuirán a la solución de las necesidades sentidas.
Con este fin, el programa educativo de la Educación Preescolar ofrece un sistema de orientaciones educativas que contribuyen a lograr el máximo desarrollo posible de las niñas y los niños, desde su nacimiento hasta los seis años, concebidas de forma sistémica hacia la esfera intelectual, física, laboral, moral, afectiva-volitiva y estética. El desarrollo integral de los niños no se concibe fuera de un marco afectivo, pues la afectividad forma parte esencial del proceso de formación y desarrollo de estos en el hogar, lo que significa que su comportamiento se verá reflejado plenamente en sus actitudes, basadas en el grado de cariño y de atención brindada.
El afecto es muy importante, porque de esta forma se les ayuda a los niños a guiar su comportamiento, de una manera apropiada en todas las situaciones de la vida. La afectividad es considerada como una cualidad del ser psíquico del niño, caracterizada por la capacidad de experimentar íntimamente las realidades exteriores y convertirlas en experiencias internas, reflejadas en su conciencia, la cual constituye el verdadero motor impulsor del comportamiento, que origina la mayoría de las conductas y condiciona todas las demás.
En los estudios de Pérez Martín, L.M. y Bermúdez Morris, R. (2004) se considera que la esfera afectiva se manifiesta a través de los estados afectivos que expresan cómo los objetos y fenómenos de la realidad que el niño conoce, satisface o no sus necesidades, si le son agradables o no. Así, el niño es capaz de reflejar la relación positiva o negativa que guarda con el conocimiento, gracias a la esfera afectiva, que permite reflejar las relaciones que establece con la realidad de acuerdo con las necesidades de su personalidad.
Estos autores han descrito una serie de estados afectivos que pueden producirse en el niño y que las familias deben conocer para lograr el desarrollo de relaciones afectivas adecuadas durante su actividad y por tanto producir reacciones afectivas que favorezcan el desarrollo de estos, tales como: emociones, sentimientos, estados de ánimo y estados de tensión.
Existen familias que se manifiestan indiferentes o desconocen qué hacer ante la presencia o aparición de comportamientos no habituales, especialmente cuando son producidas por la falta de afectividad, que dependen de sus conocimientos, modos de actuar y condiciones para afrontarlas. Las manifestaciones de la carencia afectiva es uno de estos comportamientos que se les atribuye a aquellos niños que carecen de afecto y que manifiestan alteraciones emocionales, que de no ser atendidos pueden arraigarse y derivar alteraciones de conducta.
En la concepción teórica sobre el desarrollo histórico cultural de la psiquis humana de. Vigotsky, L.S. (1987), se reafirmaba que la educación y la enseñanza no pueden esperar a que se produzca el desarrollo psíquico de las niñas y los niños, sino que tienen que convertirse en impulsoras de ese desarrollo; por tanto, la educación y la enseñanza, conducen y guían el desarrollo.
En este sentido, se asumen los principios pedagógicos de la orientación familiar abordado por García Gutiérrez, A. (2000), los que sirven de instrumento lógico para explicarlo y organizarlo, guiando su función educativa y cooperando así con el tránsito hacia estadios superiores del desarrollo de la personalidad de sus hijos, que debe partir de su basamento teórico, de cuáles objetivos y contenidos (para qué, por qué, qué) y el segundo momento, referido a la metodología para realizarla y la preparación del orientador (cómo y con qué). Estos principios se fundamentan de la manera siguiente:
Toda forma o nivel de orientación debe contribuir al desarrollo del grupo familiar, beneficiando sus funciones, para enriquecer sus potencialidades educativas. Parte del reconocimiento de la familia como sistema socializador en la formación y desarrollo del ser humano, del carácter preponderante del grupo primario por su significación psicológica y social. Estos se sustentan en las reglas siguientes:
• Conocimiento del funcionamiento familiar y su influencia en la estimulación creativa, mediante su caracterización o diagnóstico,
• Cooperación y apoyo a la familia para el desempeño de su función educativa y el desarrollo de sus integrantes, mediante procesos de sensibilización, clarificación, movilización, confrontación, transformación,
• Revelar sus potencialidades para el desarrollo individual y grupal, basándose en lo positivo, en sus fortalezas y oportunidades
2) Integridad de la orientación.
Consiste en expresar la principal exigencia al proceso de orientación : su coherencia y objetividad , constituye una condición básica para el desarrollo de este proceso. Se entiende la integridad en su definición más general, abarcando la integración, la sistematicidad y lo sistémico, la coherencia.
Las características de las instituciones educacionales propician la posibilidad de ayudar a la familia a elevar su preparación para poder cumplir mejor su función educativa. Cuando el niño ingrese en las instituciones educacionales, entra en contacto con sus primeras experiencias educativas fuera del hogar, las que, junto con las recibidas en el seno de la familia, desempeñará un papel trascendental en su vida, pues irá conformando paulatinamente el desarrollo de su personalidad.
Entonces ambas instituciones, ¿Deben ser copia fiel una de otra? ¿Deben repetirse una en la otra? ¿Deben perder su propia especificidad? Por supuesto que no, en ese caso, una estaría invadiendo el terreno de la otra, lo cual también puede resultar nocivo y contraproducente, salvo aquellas situaciones excepcionales en que sea indispensable hacerlo.
Para los educadores, al orientar a la familia, deben conocer a plenitud todos los problemas que afectan a los alumnos; y por qué no a las familias como una vía eficiente para encauzar correctamente ese trabajo, históricamente la familia ha desempeñado un papel formativo fundamental, pues los propios padres educan a sus alumnos según sus patrones morales. Los estímulos que los niños reciben, los ejemplos que observan en el seno familiar son muy importantes en la formación de hábitos y actitudes y en su conducta fuera del hogar. Además, la condición de ser padre se logra a partir del propio aprendizaje que el sujeto tenga en su contacto con el medio familiar en el cual se desenvuelve.
Las particularidades educativas de la familia cubana, a partir del proceso revolucionario, son superiores a los del pasado (antes de 1959), y, en esto la escuela cubana ha tenido una gran tradición. Múltiples experiencias se han ensayado como variantes educativas con la familia en la sociedad cubana entre los que se destacan:
1980, el Pedagogo alemán Grossman plantea que se determina trastorno de conductas al daño o lesión polietológica de la capacidad conductual de un niño, lo cual está determinado por condiciones intrapersonales e interpersonales ocasionando desviaciones en el desarrollo de la personalidad.
1985 Pedagogo cubano Abreu, lo define como una desviación del desarrollo cuyo defecto primario y fundamental, está dado por alteraciones de la esfera emocional volitiva que traen aparejados defectos secundarios caracterizados por alteraciones de la actividad cognoscitiva.
El Dr. C Martínez Mendoza, F. (2004), define como comportamientos no habituales:
Los comportamientos no habituales son la expresión del desarrollo o de situaciones transitorias que se producen en los niños, que no pueden considerarse como una técnica o un procedimiento, por el contrario, son expresiones de los sentimientos o una actitud que solo se logra cuando la intervención sea oportuna y existan condiciones para su tratamiento.
Independientemente de que se acepte o no la existencia de alteraciones en estas edades, si se presentan determinadas manifestaciones conductuales que no suelen ser las más habituales o características de esa edad, y requieren de una orientación, manejo o tratamiento especial o particular, de aquellos comportamientos que provocan una significativa variación de lo habitual.
Si la familia no atiende correctamente la actividad cognitiva del niño en un ambiente de afecto, pueden surgir comportamientos no habituales con consecuencias negativas para su desarrollo, pues la actividad afectiva de la personalidad está inexorablemente ligada a la actividad cognoscitiva, de esta manera hay que prepararlas para que reconozcan las consecuencias de las manifestaciones emocionales provocadas por la carencia afectiva, destacando:
Los niños que manifiestan comportamientos no habituales presentan un débil control de sus emociones. Son miedosos, no muestran alegrías ante los logros o éxitos de los demás. Algunos suelen mantenerse tristes por las manifestaciones de la carencia afectiva que experimentan en su relación con los coetáneos, pero reflejan emociones placenteras de alegría, satisfacción ante la estimulación o reforzamiento positivo. Estos niños manifiestan reacciones agresivas, ira, que los lleva a reaccionar con débil control de los impulsos. Sus reacciones emocionales son inestables. Son poco expresivos en sus sentimientos. Demuestran rechazo o indiferencia hacia la actividad de juego y todo lo que se relacione con las actividades.
Las niñas y los niños que muestran timidez, son aquellos que mantienen una conducta pasiva de aislamiento y casi siempre pasan, ante la vista de los demás inadvertidos “no dan quehacer”.
Se caracterizan por tener grandes dificultades en el establecimiento de las relaciones interpersonales. Se muestran inhibidos y tratan de refugiarse en figuras familiares, suelen ser inseguros, retraídos, rezagados, conformistas, de pocas palabras, al no comunicar sus dudas en el aprendizaje, no participan en clases, no solicitan ayuda de ningún tipo por lo que prefieren quedarse con dudas o ser evaluados de mal antes de preguntar a tener una participación activa.
Múltiples causas pueden provocar la timidez en las niñas y los niños entre las que se encuentran:
Características.
Recomendaciones para su tratamiento.
CONCLUSIONES
El presente artículo ha permitido alcanzar resultados superiores en la preparación de la familia para lograr un mejor desempeño de su labor educativa, sobre todo, para la formación de una personalidad íntegra donde juega un papel importante la orientación como eje rector de esta.
En esencia toda acción de orientación sienta las pautas que debe alcanzar la familia en el tratamiento a las manifestaciones no habituales del comportamiento humano en edades tempranas, que sólo se logra en el propio proceso de orientación individual y colectiva a partir de la diversidad y la unidad, en los marcos sociales de la comunidad, en la práctica educativa.
Los autores consideran que es de suma importancia que la familia esté correctamente orientada para que pueda jugar un papel protagónico, participativo y consciente en la educación y formación de sus hijos. En este sentido desempeña un papel primordial la institución educativa y los factores gestores de la comunidad.
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