Luis Leyva Matos*
Lázaro Yunior Cervantes Ramírez**
Universidad de Las Tunas, Cuba
Email: luislm@ult.edu.cu
RESUMEN
La realidad latinoamericana en las circunstancias actuales demanda de la creatividad de los hombres y las mujeres para crear un sistema político económico y social participativo que permita la autorrealización personal de los seres humanos en un ambiente de cambio y transformaciones. Sin lugar a dudas, los pueblos han de juntarse para luchar contra el flagelo del capitalismo salvaje en su fase imperialista. Para abordar estos problemas se necesita de la originalidad para encontrar nuevas soluciones e identificar nuevos problemas que afectan la integración latinoamericana. Como principio indispensable en aras de lograr la justicia y equidad social en un contexto diverso y contradictorio las ideas martianas, fidelista y chavistas permiten una mirada auténtica al socialismo del siglo XXI, sin dejar de considerar los clásicos del marxismo como una premisa fundamental en la integración dialéctica del socialismo del futuro.
PALABRAS CLAVES:creatividad- socialismo- integración- latinoamericana- cultura
PERSPECTIVES OF LATIN AMERICAN SOCIALISM FROM A MARXIST VISION IN THE CURRENT INTERNATIONAL CONTEXT
ABSTRACT
The Latin American reality in the current circumstances demands the creativity of men and women to create a participatory political and social political system that allows the personal self-realization of human beings in an environment of change and transformation. Undoubtedly, people have to come together to fight against the scourge of savage capitalism in its imperialist phase. To address these problems, originality is needed to find new solutions and identify new problems that affect Latin American integration. As an indispensable principle in order to achieve justice and social equity in a diverse and contradictory context, the Marti, Fidel and Chavez ideas allow an authentic look at the socialism of the 21st century, while considering the classics of Marxism as a fundamental premise in the integration dialectic of the socialism of the future.
KEYWORDS: creativity- socialism-integration-latinamerican-culture
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Luis Leyva Matos y Lázaro Yunior Cervantes Ramírez (2019): “Perspectivas del socialismo latinoamericano desde una visión marxista en el contexto internacional actual”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (marzo 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/03/socialismo-latinoamericano.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1903socialismo-latinoamericano
1. IDEAS INICIALES
Desde la concepción panteísta de José Martí hay puntos de contacto con el marxismo en el pensar filosófico cuando expresa que “El principio de la contradicción es fundamental y necesario”… (Pérez, 1975: 65) por lo que las contradicciones que se dan en el contexto latinoamericano deben ser interpretadas de manera dialéctica para lograr la integración sobre la base del rescate de la identidad latinoamericana y el respeto a la diversidad de los pueblos subyugados por el colonialismo, neocolonialismo y la expansión del imperialismo como gigante aplastador de pueblos y culturas.
Desde el pensamiento martiano parte el análisis del socialismo del siglo XXI porque “Nuestra América” tiene una historia común, con memorias, raíces, tradiciones y patrones culturales que nos identifican y diferencian desde la integración latinoamericana. Sin lugar a dudas, esa América que defendió Martí debe alejarse de las soluciones neoliberales, de la drogadicción, el trafico de persona, las abismales desigualdades en un mudo donde las brecha entre ricos y pobres es cada vez más profunda y la discriminación de cualquier índole que está originada en la cultura de la violencia heredada desde el mismo encontronazo entre la cultura occidental y el nuevo mundo.
La idea del socialismo latinoamericano del siglo XXI parte de los fundamento epistémicos de los clásicos pero en un proceso de integración alejados de los dogmas soviéticos del stanilismo que si bien logró grandes avances científicos, técnicos en el orden económico, político y social de la URSS acometió un grupo de violaciones que afectaron la imagen del marxismo en general. Cada contexto tiene sus peculiaridades, sus errores y sus potencialidades para defender con autonomía las ideas socialistas.
Los diversos componentes y elementos culturales específicos de cada pueblo de nuestra vasta región tienen que ser observados por aquellos líderes sociales que se proponen junto a las grandes masas desposeídas realizar grandes transformaciones que no pueden más que ser socialistas si se quiere avanzar hacia un peldaño superior del desarrollo de la humanidad, todo lo demás, sería más de lo mismo disfrazado de humanismo, prosperidad, democracia, nuevos reinventos capitalistas para perpetuar su dominación sobre nuestros pueblos.
Y si hablamos de cultura ha de tenerse en cuenta las espiritualidades, las evoluciones e involuciones económicas, políticas y sociales, las asimetrías, pensar, repensar y reinventarse hacia cada vez mayor satisfacción de las necesidades siempre crecientes de los pueblos, con la convicción constante de que toda obra humana es perfectible.
2. EL SOCIALISMO LATINOAMERICANO DEL SIGLO XXI
La problemática del cambio social y del socialismo en América Latina no es nueva. La Revolución cubana representó un hito fundamental en este proceso; después, los intentos por hacer un socialismo a partir de la toma del poder, por una vía u otra, en el caso de Chile, Nicaragua, Granada, trazaron trayectorias, caminos múltiples.
En los años 90, la emergencia de movimientos y fuerzas sociales que han reconstituido, de hecho, la agenda del movimiento político de la izquierda en América Latina conoció un período nuevo; más recientemente, algunos de esos movimientos han logrado acceder al gobierno a través de procesos electorales.
El socialismo del siglo XXI americano es, más que un hecho político, un resultado cultural, un producto identitario que llegó para quedarse. Se ha aprendido en estos años de independencia ganada y sostenida junto a Fidel que lo primero que hay que salvar es la cultura. Porque solo desde una identidad propia (proceso sociocultural que nos identifica y nos distingue) la nación puede desarrollarse y sobrevivir en un mundo donde quieren imponernos un imperio económico y político, pero también cultural. Cultura desde un enfoque más amplio, integral y con esa visión es imprescindible la cultura política que los gobiernos progresistas, de izquierda en América Latina proyectan hacia las masas, a través de sus instituciones y medios de comunicación, de manera que sean capaces de educar a las grandes masas en las ideas de productores y no consumista, transformadores de la realidad social heredadas de años de explotación colonial y de capitalismo, de solidaridad, de la necesaria unidad entre los proyectos de desarrollo económico-social de los gobiernos y el pueblo en general; la imprescindible relación estrecha que tiene que existir entre todos los dirigentes en el socialismo y el pueblo en general en cada
La realidad latinoamericana enseña que hay que ser creadores, abordar los problemas con autenticidad y encontrar las formas más adecuadas a nuestras circunstancias y tradiciones históricas. Las ideas socialistas fueron asimiladas en Latinoamérica con originalidad desde sus inicios, y no podía ser de otro modo, dados los diferentes presupuestos socio-históricos y teóricos de partida.
El peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) advirtió que el socialismo en América no podía ser calco ni copia sino creación heroica. Julio Antonio Mella (1903-1929) llamó a no implantar copias serviles de revoluciones hechas en otros medios, y a actuar con pensamiento propio. Convencidos y abanderados de crear no de imitar. En las actuales condiciones la utilización y aprovechamiento de todas las vías posibles, incluyendo la legalidad y el Derecho constituyen estrategia necesaria para el cambio y la posibilidad de un mundo mejor.
Sin cultura no hay igualdad social posible, nos enseñó Martí, hoy más que nunca constituye poderosa espada y escudo para nuestras dolorosas repúblicas americanas, para la pelea clasista emancipadora de que nos habló Gramsci, significando la necesidad e importancia de la apropiación por las masas de la teoría y de la cultura política revolucionaria, de aprender a examinar la historia con la cultura siendo todo, de evitar que al marxismo lo descalifiquen por exótico y lograr que no lo sea.
Ello precisa del ejercicio del pensamiento creador, contrario a la rutina y al acomodamiento. Auspiciar el ambiente colectivo que incluye la confrontación de criterios y la eterna inconformidad traducida en el afán de perfeccionamiento continuo y la crítica desapasionada.
Los cambios operados a partir de los años finales de la década de los noventa del siglo XX han sido muy grandes en América Latina, y en eso Cuba ha desempeñado un papel muy importante; pero se debe considerar a la revolución en Venezuela, pues la misma marca un hito y un nuevo momento en el desarrollo hacia lo que José Martí señaló como la segunda y definitiva independencia de los pueblos de nuestra América, del Bravo a la Patagonia.
La imbricación actual de la lucha de clases con la lucha por el desarrollo y la independencia nacional, promueve uno de los cambios más trascendentales de la teoría y la práctica del socialismo. En el siglo XIX, fue concebido por Marx como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas y en consecuencia, su advenimiento se preveía en las sociedades de mayor desarrollo.
En las actuales condiciones históricas, el socialismo se ha convertido en premisa de ese desarrollo, y su surgimiento se produce y continuará produciéndose en las naciones históricamente más explotadas. Esta idea expresada por Fidel Castro en la década de los 60 constituye uno de los aportes más importantes a la teoría del socialismo. Su disyuntiva: independentismo o plattismo.
Las revoluciones en América Latina han surgido de una forma diferente, inédita. Las circunstancias históricas de 1959, cuando triunfa la Revolución cubana, eran completamente distintas a las que se han dado en estos momentos. Son las elecciones la forma en que esos y otros políticos han accedido al gobierno, aunque no siempre al poder.
América Latina está demostrando que es el escenario principal donde se está librando la batalla gigantesca, frontal, y, en gran medida exitosa, contra el neoliberalismo, contra la dominación imperialista. El panorama que vive América Latina es muy esperanzador a partir de varias experiencias que ya conforman un proceso más que un hecho aislado.
Una interrogante ¿qué tipo de modelo socialista se está construyendo en este momento en América Latina?
Si se recuerda la propia teoría marxista clásica, el Estado era apenas un medio y el socialismo sería una fase de transición del capitalismo hacia el comunismo, en la cual, necesariamente, el Estado tiene que sentar las bases de su propia destrucción; eso es una de las fuentes, de los imperativos categóricos que tiene el marxismo revolucionario, pero que fue sistemáticamente entendido de manera diferente en todo el siglo XX por los socialismos existentes. Hasta qué punto ha sido puesto en crítica, o ha sido aceptado, sería uno de los temas fundamentales que podrían hablar sobre la novedad o no de un proceso de este tipo. Esto está lejos de ser un asunto doctrinario, porque encierra la posibilidad de socializar o no el poder político, de democratizar radicalmente o no la vida ciudadana.
A menudo se piensa que un modelo es algo que puede seguirse sencillamente como lo opuesto a lo anterior, como solución, se podría decir, de recambio; sin embargo, la teoría marxista y su énfasis en la praxis, socava por completo la idea de un modelo, a favor de la de un proceso, que va sucediéndose, que se va pensando, teorizando en esa práctica, pero que no supone una invención que haya de ser colocada en una sociedad, sino algo que ha de ser producido por la propia práctica política.
Si es así, habría que reivindicar la idea de varios pensadores, pero básicamente la de Rosa Luxemburgo, cuando decía que el papel de la crítica para el movimiento socialista era uno de los primeros deberes. Se puede avanzar, se puede estar esperanzado, se puede apostar por estos ideales y por estos procesos, pero eso debe acompañarse de una crítica tanto del capitalismo existente, sin la cual no puede avanzar una teoría socialista, como de la crítica hacia las propias formas de organización revolucionarias.
El Socialismo en el siglo XXI sigue constituyendo una clara expresión del carácter dinámico y necesariamente receptivo de enriquecimiento y desarrollo en nuevas condiciones de esta teoría, que solo puede emprenderse digna y efectivamente cuando va acompañada de una praxis política y una militancia revolucionaria consecuente con el espíritu de esta concepción del mundo, de la sociedad y del hombre.
La conducta del revolucionario verdadero es de vocación humanista y no puede estar divorciada de una práctica política armada con la ética que asuma como propios los valores de la sencillez, modestia, dignidad, justicia, equidad, tolerancia y solidaridad. El recelo y la desconfianza entrañan inmovilismo y pasividad, va contra el cambio y la creatividad, en razón inversa al progreso social.
Al decir de la profesora (Sánchez, 2009:15) se deben tener en cuenta ciertas consideraciones para la asunción del socialismo a partir del pensamiento marxista:
Los acontecimientos que tienen lugar en los gobiernos revolucionarios y democráticos que han emergido en la región han puesto de manifiesto una vez más, la enorme importancia de la juridicidad en la vida política de las naciones. La lucha por hacer avanzar esos procesos pasa por la aprobación de nuevas Constituciones que respalden jurídicamente la refundación del país y las políticas de su gobierno legítimamente elegido.
El desarrollo de la vía constitucional posibilita nuevas formas de resistencia de los pueblos y la entrada de líderes populares legítimos, que abran paso a transformaciones estructurales en los marcos jurídicos establecidos. Las armas revolucionarias esenciales son la identificación con las masas y la capacidad para movilizarlas y concientizarlas.
La diversidad de tácticas y estrategias que exige la construcción del socialismo condiciona una elevada dinámica de la relación teoría-práctica en la que será necesario aprender haciendo y hacer aprendiendo y sistematizando. Las Ciencias Sociales deben ser no tanto críticas sino programáticas y predictivas, la intelectualidad un elemento activo y no solo evaluador de los problemas. Se torna necesario proporcionar fundamentos teóricos consistentes a un socialismo originario, fundado en las realidades de nuestra época y de nuestros pueblos.
En América Latina están pasando cosas muy interesantes, es evidente; hay un movimiento de cambio que puede considerarse hasta revolucionario, en tanto está significando el intento de cambiar la vida, pero no en todos los países es lo mismo, pues los problemas del Estado y del gobierno no son iguales, y no en todas las circunstancias históricas concretas son iguales. América Latina no es una unidad, siempre debiéramos hablar en plural. Bolivia y Argentina son dos países que están uno al lado del otro y, sin embargo, son muy distintos en algunas cosas. El Estado boliviano, el argentino, el mexicano, el ecuatoriano, tienen diferencias muy importantes en sus formas de funcionamiento, en sus niveles de madurez, en su propia imbricación con las características de la burguesía.
Los viejos clásicos del Marxismo Leninismo no se equivocaron. Ellos no podían dar todas las respuestas. Proporcionaron el método, el instrumento de adecuación al momento histórico y las condiciones concretas, lo que evidencia su profunda concepción dialéctica de la realidad.
Hoy tenemos una situación bien complicada. Se ha recrudecido la explotación capitalista y la depredación de la naturaleza, que junto a la superexplotación del trabajo, engendra inconformidad, rebeldía. Ahora bien, el desarrollo actual del capitalismo ha provocado una cierta fragmentación de la clase obrera, a diferencia de los tiempos de Marx o los comienzos del siglo XX.
Hemos sido testigos de grandes manifestaciones lideradas por los movimientos antiglobalización, pero ya los imperialistas logran reunirse sin que los molesten. Cuentan con otros recursos, y aquellas grandes manifestaciones de comienzos del siglo XXI no se han repetido hasta la fecha. Por otra parte, en América Latina, por vía electoral los pueblos han votado o están votando contra el neoliberalismo —aunque en algunos países lo han hecho por la derecha. Este fenómeno es causado por la crisis, y porque la política dentro de las sociedades burguesas opera a través de bandazos.
El marxismo es una teoría sobre la cultura. En sus Manuscritos de 1844, Marx destacó que el comunismo sería la superación positiva de la enajenación humana y la auténtica apropiación de su esencia. Todos contra todos es la máxima real del reino del capital, el hombre se hace más pobre, necesita más del dinero para adueñarse del ser enemigo.
Entendían el comunismo como el acceso a un modo de apropiación superior de la realidad, como creación de una cultura superior, desde la única perspectiva realmente revolucionaria, la humanista.
Concepción para la transformación, he ahí la esencia marcadamente revolucionaria de la teoría Marxista Leninista, del Socialismo ahora hablando en español a coro. América Latina ha dicho basta y ha echado a andar, los nuevos poderes populares echan su suerte con los pobres de la tierra, su compromiso es con el bienestar de las mayorías, con los humildes, por los humildes.
En relación a la lucha de clases sobre todo en América Latina, nos encontramos con propuestas interesantes y enriquecedoras de la teoría marxista sobre la revolución social, así como con tesis que se le oponen, entre ellas la de John Holloway, quien en su libro Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder sostiene que la toma del poder político para impulsar el proceso detransformaciones radicales es irrelevante, lo que tuvo un marcado impacto desmovilizadorentre las fuerzas revolucionarias.
Por supuesto que las nuevas condiciones históricas aportan elementos importantes para reevaluar, así como continuar enriqueciendo la teoría de Marx sobre la revolución social; pero existen ideas que mantienen plena vigencia como la referida a que es en el seno de la sociedad capitalista donde deben surgir los sujetos portadores del cambio social.
Se dice que el marxismo revolucionario es la filosofía de la praxis, en él está Gramsci, por supuesto está el Che, y se habla de la unidad indisoluble que hay entre teoría y práctica. Pero ello debería llevarnos a desterrar frases como que la teoría está “correcta”, pero es la práctica la que “no funciona bien”. Siendo consecuentes, si la práctica funciona mal, hay algo podrido en la teoría. Hay que considerar mucho la experiencia histórica, y hacer siempre el balance de lo que ha sido el socialismo y de lo que ha sido el marxismo. Hay que hacer balance de las prácticas y de las ideas.
Para la destacada filósofa cubana (Nieves, 2012:10) en Marx se da una concepción de socialismo como proceso, pero también como finalidad, objetivo a alcanzar como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, así como del libre desarrollo de cada uno como condición para el libre desarrollo de todos.
Marx no elaboró recetas sobre cómo construir la sociedad socialista, su aporte estuvo en señalar el camino por el que se debía transitar, no era por cierto un sendero desbrozado, recto. Pero, la fuerza de sus ideas venció a los intentos de anquilosar, dogmatizar y esquematizar su pensamiento.
El socialismo revolucionario se ha pensado siempre a través de la construcción horizontal del poder, de la ampliación de las formas de ejercicio del poder popular. Esta es una clave muy importante para lo que vamos a entender por socialismo en el futuro.
El socialismo en el siglo XXI remite a una historicidad de las prácticas del socialismo que intenta, de alguna manera, diferenciarse de las históricas, de los socialismos ocurridos; pero, al mismo tiempo; en esa situación pretende una continuidad de una serie de problemas que reclaman soluciones prácticas o nuevos contenidos en este camino del siglo XXI. Hay que precisar proyectos que se enuncian socialistas y no lo son, o parecen socialistas y no lo son, y otros que no se enuncian como tales y son más socialistas en vocación.
Marx decía algo que tiene que ver con la ideología, la cultura, y la hegemonía: “la supresión de la propiedad privada no equivale al comunismo”, porque esa supresión entendida en términos políticos, daría pie a lo que él llamaba “comunismo despótico”, en el sentido de que no basta con suspender o impedir la propiedad privada con todos sus defectos; lo importante sería lograr apropiarse de las condiciones de producción y de reproducción de toda la existencia humana, no solo de una fase de ella, con lo cual el problema se coloca en el terreno de la cultura y en el terreno de la hegemonía, más abiertamente entendida, ya no solo en un plano estrictamente económico.
El socialismo es una fase de transición. Es obvio que debe tener un mercado, por obligación; la cuestión no es tanto eso, sino pensar cuales son las vías más eficaces para hacer una política revolucionaria. La discusión entre el plan y el mercado es muy antigua, sin embargo acaso más importante que esa dicotomía es la cuestión de quien detenta el poder político. El objetivo primero de una política socialista tendría que ser empoderar a las clases populares o revolucionarias, para que a partir de ese empoderamiento los sectores populares puedan politizar, controlar, tanto el plan como el mercado. Algo parecido sucede con la idea de la centralización; muchas veces se piensa que responde a un signo político específico, solo al socialismo, o incluso se piensa que tiene su reverso en la descentralización.
La alternativa a los problemas generados por la centralización no es tanto la descentralización como la socialización, porque tanto la centralización como la descentralización pueden dar curso a políticas de cualquier tipo, socialistas o capitalistas, pero la socialización solo da curso a una política específicamente socialista.
Pero al decir de (Martínez, 2011:8) ¨El mercado puede ser indispensable, pero también lo es que haya una dialéctica de lucha entre los factores de cultura capitalista y los de cultura socialista, en lo que yo llamo la transición socialista de los revolucionarios comunistas en el poder¨.
La construcción socialista no se limita a la propaganda política, implica cultura, resultados prácticos y perfeccionamiento constante. Las rectificaciones, renovaciones o reformas (modificación, corrección) con el fin de reanimación, recuperación o cambio, no siempre son circunstanciales o significan repliegue o retroceso, atendiendo al nivel cultural (apropiación y creación) heredado y alcanzado. Debe lograrse un equilibrio entre los métodos y los objetivos socialistas, el problema central es la elevación del nivel de vida material y espiritual del hombre y con ello, su interés individual, no bastan las buenas intenciones ni el macro nivel social.
Lenin alertó acerca del exceso de entusiasmo verbal y discurso demagógico moralizante, que en el mejor de los casos provoca risa o escepticismo. Una cuestión esencial de la práctica revolucionaria es la alimentación del pueblo, hacer eficiente y próspero el modelo para que sea confiable y atractivo, para que se enraíce en la conciencia y sea respaldado y defendido.
El propio líder bolchevique dijo: "¿Qué se creían ustedes que era el socialismo, un paseo por un jardín lleno de rosas? Yo los voy a llevar a ustedes hacia el socialismo por el fango, con los codos y las rodillas en el fango”. Es muy dura la expresión, pero dice mucho del poder tan dramático y tan angustioso que tiene la transición, no de la forma demagógica o superficial como se habla de ella muchas veces.
El socialismo en el siglo XXI requiere para su estudio se le valore desde el contexto en que se hace esta propuesta, por tanto, para el análisis de nuestro escenario (América Latina) se presenta a partir de estas reflexiones:
3. CONCLUSIONES
Es más urgente que nunca rescatar las ideas de los clásicos del marxismo, como instrumento de análisis e interpretación de la realidad. El siglo XXI se ha caracterizado por un resurgir del debate sobre cómo entender el socialismo en las nuevas condiciones históricas.
El nuevo socialismo, el socialismo en el siglo XXI, no debe incurrir en los errores del socialismo real, en cuanto a cómo debe ser esa transición, qué debe ocurrir para que no se produzcan las deformaciones burocráticas, que sea un socialismo participativo, de nuevo tipo.
El Socialismo del siglo XXI revitaliza el socialismo en su teoría y en su práctica, define el proyecto liberador del continente americano, necesitado de unidad, desarrollo e inteligencia para la conquista de la plena soberanía. Constituye un proyecto verdadero de identidad americana, auténtico y original porque es autóctono, incluyente del elemento indígena y negro, con historia y cultura propia.
Los grandes problemas globales que enfrenta la humanidad, los múltiples problemas medioambientales, las enfermedades, la paulatina escasez de recursos no renovables, el hambre crónica de pueblos enteros, las migraciones incontrolables, la sustentabilidad, los choques de culturas y religiones, el terrorismo internacional y de Estado, el narcotráfico, las amenazas de guerras infernales, el armamentismo nuclear y de otras armas de exterminio masivo, un verdadero nuevo orden económico internacional, y las crisis de todo tipo, irán encontrando soluciones estables en la medida en que vaya avanzando, en la construcción de un nuevo modelo de sociedad, que no puede ser otra que el socialismo.
Conseguir ese socialismo añorado por muchos, esos paradigmas sociales, pasa por la lucha consecuente, en todos los países (incluidos los de América Latina), de todo el movimiento obrero, revolucionario y progresista, por el establecimiento paulatino del nuevo régimen social basado en el predominio de las relaciones socialistas de producción.
BIBLIOGRAFÍA.