Claro Elpidio Águila Pérez*
Universidad Agraria de la Habana.(UNAH) Cuba
eaguila@unah.edu.cu
Resumen
Uno de los errores esenciales en la construcción del socialismo ha sido identificar la propiedad social sobre los medios de producción con su simple posesión mayoritaria o fundamental, por el Estado Central. En su devenir histórico junto con los avances sociales , se fueron acumulando sus deformaciones burocráticas, alejándose cada vez más de la esencia de un Estado que tiene que ir dejando de ser un órgano de poder superior, que suplante o anule, los intereses de los productores asociados, limite la participación democrática en la toma de decisiones y se convierta de un medio en obstáculo para el desarrollo de la iniciativa y responsabilidad emprendedora a nivel del individuo, colectivo laboral, comunidad y la sociedad en general.
Bajo los múltiples sistemas económicos que coexisten en la transición, deben reconocerse las formas económicas que le hagan contrapeso a las formas privadas en condiciones de favorecer una competencia que limite el poder de mercado en uno u otro sector, así como la búsqueda de alianzas entre el sector público y el privado en función de garantizar con mayor eficiencia las necesidades de la sociedad. No se debe identificar solo al Estado con el nivel central, pues como ejercicio del poder de todo el pueblo, se incluyen los niveles provinciales y municipales. Estos deben contar con mayores competencias y autonomía que permita el ejercicio del poder ciudadano, la gradual evolución de trabajadores asalariados en productores asociados a través de las diferentes formas asociativas y sean verdaderos protagonistas del desarrollo en todas sus dimensiones económico, social y medio ambiental.
Palabras claves. Propiedad social, Propiedad Estatal, Desarrollo local. Plan y mercado, Transición institucional,
JEL: P26, P35, R 58, 048,P3
Abstract
One of the essential errors in the construction of the socialism has been to identify the social property on the production means with their simple majority or fundamental possession, for the Central State. In their to become historical together with the social advances, they were accumulating their bureaucratic deformations, going away more and more of the essence of a State that has to go stopping to be an organ of superior power that supplants or annul, the interests of the associate producers, limit the democratic participation in the taking of decisions and become of a means obstacle for the development of the initiative and venturesome responsibility at the individual's level, collective labor, community and the society in general.
Under the multiple economic systems that coexist in the transition, the economic forms should be recognized that make counterbalance to the forms deprived under conditions of favoring a competition that limits the market power in one or another sector, as well as the search of alliances between the public sector and the private one in function of guaranteeing with more efficiency the necessities of the society. It should not be identified alone to the State with the central level, because as exercise of the power of the whole town, the provincial and municipal levels are included. These should have bigger competitions and autonomy that it allows the exercise of the civic power, the gradual evolution of salaried workers in associate producers through the different associative forms and be true main characters of the development in all their economic, social and half environmental dimensions.
Key words: Social property, State Property, I Develop local. Plan and market, institutional Transition,
JEL: P26, P35, R 58, 048,P3
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Claro Elpidio Águila Pérez (2018): “Propiedad social y desarrollo local en la transición socialista en Cuba”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (septiembre 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/09/transicion-socialista-cuba.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1809transicion-socialista-cuba
Introducción
La concepción de la transición socialista no se puede cerrar, limitar y hacerla privativa solo a las experiencias fracasadas del mal llamado “socialismo real”, que en buena medida negaron los fundamentos esenciales de la propia transición. Se requieren encontrar las vías auténticas, originales, audaces y participativas que presenten alternativas a las deformaciones burocráticas de las experiencias de la construcción del socialismo. Acerca de la complejidad de la transición socialista, ya Lenin alertaba que “no se había comprendido que los maestros del socialismo no hablaban en vano de todo un período de transición del capitalismo al socialismo y no subrayaban en vano los largos “dolores del parto de la nueva sociedad”, que por cierto esta es una abstracción, que solo se puede encarnar en la vida por medio de intentos concretos, imperfectos y variados de crear uno u otros Estado Socialista” (Lenin, 1961: 607). Esta orientación ayudaría al proceso de acción experimental transformadora, sin la necesidad de seguir modelos prefabricados o impuestos, que se acompañe con el aprendizaje colectivo y la participación democrática de los miembros de la sociedad en función de los objetivos y atributos de la nueva sociedad y economía a la que aspiramos.
En esta dirección la actualización del modelo socioeconómico cubano debe reconocerle al municipio y al desarrollo local, un importante papel como eslabón básico del sistema sociopolítico y económico, cuyo fundamento reside en identificarlo como construcción social en el cual se realice el carácter de la propiedad social, al acercar las decisiones al ciudadano, y que la comunidad se convierta en protagonista de su propio desarrollo en su dimensión local, nacional e internacional.
Por otra parte, dado el carácter heterogéneo de la estructura socioeconómica de la transición, no resulta riguroso simplificar toda su complejidad en dos sectores: sector estatal y no estatal. A todas luces es un retroceso del análisis leninista del período de tránsito en el que se identificaba de forma concreta: el sector socialista, el sector de la pequeña, mediana y gran empresa privada, así como las formas mixtas y combinadas de propiedad y gestión. Resulta interesante actualizar dicha estructura con las experiencias de los países latinoamericanos; para el caso de Ecuador se identifica en la Constitución del 2008: los sectores públicos, privados y el de la Economía Popular y Solidaria. Para Bolivia se representa la economía plural bajo la existencia del sector estatal, el privado, la cooperativa y la economía comunitaria.
En estos ejemplos resulta evidente que la Economía Popular, Social o Comunitaria es el contrapeso entre el sector estatal y el sector privado. Pero este análisis ha estado ausente en todo lo referente a las relaciones y mediaciones entre sector estatal y sector no estatal en nuestro país. Pues se parte de suponer erróneamente que el sector no estatal (donde se mezcla el trabajo por cuenta propia con las micro, pequeñas y medianas empresas privadas) funcionando bajo el dominio del régimen de propiedad social sobre los medios de producción fundamentales, de forma automática responden a las exigencias de las relaciones socialistas y que por la vía de los impuestos se pueden regular. Cuando la realidad ha expuesto en las transiciones fracasadas, que mientras más problemas tenga el sector empresarial estatal, mayores tendencias habrá hacia su privatización y que el Estado en sus funciones reguladoras no ha sido capaz de crear marcos institucionales con reglas de juegos claras y predecibles para insertar de forma inteligente al sector privado dentro de los objetivos de la transición hacía un socialismo próspero y sostenible.
Todo lo anterior ha sido la expresión de las contradicciones entre una socialización formal que limita la iniciativa individual, colectiva y comunitaria, por las decisiones centralizadas del Estado por una parte, y por la otra el fuerte incentivo que resulta el interés individual privado. Incidiendo en este último, tanto factores internos como externos, constituyendo una vía de independizarse de las relaciones de dependencia, jerarquía y precariedad de los ingresos laborales, para lograr su realización y prosperidad personal de forma autónoma.Cada vez ha resultado más evidente la tesis leninista de la necesidad de apoyarse en el interés material para poder construir las nuevas relaciones sociales.
El predominio del control centralizado por el Estado de forma directa, abarcando todas las decisiones de producción, distribución y cambio en todos los sectores, conduce a que el plan sea compulsado a realizar una misión que no puede cumplir objetivamente. De tal forma se hace inviable, teniendo en cuenta la complejidad y nivel de desarrollo del sistema económico. En la misma medida que no se brinde respuesta desde el sector socialista a las expectativas y necesidades del ciudadano, mayores posibilidades habrá para que se busquen otras alternativas de solución. Por ejemplo al no establecerse las formas económicas que vinculen el potencial científico técnico creado en el país con su conversión en valor empresarial e incentivos, el capital humano calificado emigra, pasa a sectores precarios tecnológicamente pero con mayores niveles de ingresos o se mantiene a la expectativa de que se abra el listado de actividades por cuenta propia en el área específica de sus conocimientos.
Como señala acertadamente Rafael Correa: “Demasiada acción colectiva, mata al individuo, pero, de igual manera, demasiado individualismo mata a la sociedad, y ambos son necesarios para el Buen Vivir…cada país deberá definir sus instituciones, hasta dónde llevar la acción colectiva, hasta dónde llevar el individualismo, de acuerdo a su realidad.
¿Cuál es el reto fundamental de esa acción colectiva?: La supremacía del ser humano sobre el capital y de la sociedad sobre los mercados. Uno de los grandes errores de la izquierda tradicional fue negar los mercados. Los mercados son una realidad económica. Pero una cosa es tener sociedades con mercado, y otra es tener sociedades de mercado, donde vidas, personas y la propia sociedad son una mercancía más. El mercado es un gran siervo, pero un pésimo amo. (Correa, 2014)
El rol de la propiedad social bajo su forma estatal, en este contexto, demanda el necesario poder político por parte de los trabajadores y como Estado de nuevo tipo ha de compartir y ceder poder en los diferentes eslabones de organización de la sociedad. Es necesario la delimitación clara de las funciones del Estado como: ente coordinador, integrador y facilitador de los diferentes intereses de los agentes sociales, la función de fomento y facilitador del desarrollo, la regulación y el control. De manera que se articulen las relaciones de producción en todos sus momentos orientándola al avance del proceso de construcción del socialismo.
Concepción de Propiedad Social.
El carácter social de la propiedad, demanda en la actualidad, una renovación de su estudio, pues su implementación más notable se vincula a la experiencia del llamado “socialismo real”, donde se impuso el estancamiento, la inercia ante los cambios, la usurpación burocrática del poder del pueblo, la negación de los principios esenciales del proceso de socialización socialista, que entre otros factores, condicionaron su destrucción como sistema social. De ahí que se identifique la naturaleza social de la propiedad, con el fracaso del socialismo y de cualquier sociedad que intente seguir dicho camino.
Hay que revitalizar el análisis realizado por los clásicos, incorporando las experiencias contemporáneas, en cuanto a las nuevas alternativas que se generan en los países que han decidido avanzar en la superación de la sociedad capitalista, coexistiendo al mismo tiempo con ella.Es oportuno señalar que en el mismo período en que las transiciones del “socialismo real” condujeron a un capitalismo “oligárquico” y periférico, los países de América Latina que venían de sufrir las consecuencias del capitalismo neoliberal, comienzan a desarrollar alternativas que se apartan tanto de la utopía del mercado perfecto, como también de la utopía de la planificación central eficaz, bajo el dominio de un Estado centralizador burocrático.
En dichos países, al mismo tiempo que se reconoce el rol estratégico del Estado para realizar las trasformaciones, se destaca la necesidad de la participación ciudadana y la descentralización de los gobiernos locales. La dimensión comunitaria se toma como ámbito para protagonizar la transformación de la relación capital- trabajo a través de fomentar las formas asociativas que permitan ir transformando el trabajador asalariado en productor asociado.
Los clásicos identificaron las relaciones de propiedad como la base y la esencia del sistema de relaciones sociales de producción en todas las fases del desarrollo social determinando la situación de las clases y grupos sociales en la producción y consecuentemente su participación en la distribución, el cambio y el consumo. En ese sentido Marx señala a Proudhon (1973a: 22) “A la pregunta ¿qué es la propiedad? sólo se [puede] contestar con un análisis crítico de la «Economía política», que [abarque] el conjunto de esas relaciones de propiedad, no en su expresión jurídica, como relaciones volitivas, sino en su forma real, es decir, como relaciones de producción”.
Desde este punto de vista resulta inconsistente hablar de dos dimensiones en el análisis de la propiedad, una de carácter jurídico en el sentido de la posesión y la otra de carácter económico en cuanto a la gestión y uso del objeto de propiedad. Pues se trata como señala Marx que su esencia se deriva del conjunto de las relaciones de producción, por lo que la forma jurídica que adopte puede o no reflejar su naturaleza esencial. De ahí que desde el punto de vista de la voluntad del decisor o del que dictamine la norma, nos podemos encontrar con la ficción jurídica de reconocer formas de propiedad que niegan la esencia de las relaciones de producción que la determina, como ocurre con las distorsiones de la propiedad cooperativa, la propiedad estatal como sociedad mercantil con el 100% de las acciones, o considerar el hecho de la posesión como condición necesaria y suficiente para calificar el tipo de propiedad; como ha ocurrido históricamente con la Propiedad Estatal reducida en su concepción a los principales medios de producción, y al proceso político de nacionalización como aspectos que la determinan como socialista.
El carácter social de la propiedad no está reducido a los medios fundamentales de producción, implica además de ello a las condiciones en que se realiza el proceso de producción y reproducción de la vida material y espiritual del hombre.
Como se ha demostrado, el capitalismo en su evolución histórica conduce a que se unifiquen todas las circunstancias de existencia del individuo en las variables de la propiedad privada y el trabajo asalariado. Marx y Engels (1973a:76) al respecto plantean “La gran industria y la competencia funden todas las condiciones de existencia, condicionalidades y unilateralidades de los individuos bajo las dos formas más simples: la propiedad privada y el trabajo…. y solo “con la apropiación de la totalidad de las fuerzas productivas por los individuos asociados termina la propiedad privada”
Pero la transformación de los individuos privados de propiedad en trabajadores asalariados es como señala en los Fundamentos de la Economía política Marx (1975a: 385 ) “el proceso que, de una manera u otra, separa una masa de individuos de sus antiguas relaciones positivas con las condiciones objetivas del trabajo, negando estas relaciones y transformando así estos individuos en trabajadores libres, este proceso libera también virtualmente estas condiciones objetivas del trabajo (tierra, materias primas, subsistencias, instrumentos de trabajo ,dinero ,o todo ello a la vez ) de los lazos que la ataban hasta aquí a los individuos que en lo adelante son libres. Las condiciones objetivas del trabajo continúan presentes, pero existen bajo una forma diferente, como fondo libre, cortado de todos los antiguos vínculos políticos, etc. Como valores que existen por sí mismos, se oponen ahora a los individuos liberados de toda sujeción y desprovistos de propiedad”.
Revertir estos elemento conduce a la determinación de la propiedad social, que según Marx,(1973b: 700) “no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista; una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo”. Se profundiza estas consideraciones cuando se analiza el proceso de separación entre la propiedad y la gestión en las sociedades anónimas. Pues dado el grado de socialización de la producción, se produce una transformación del capitalista realmente en activo en un simple gerente, administrador del capital ajeno y de los propietarios del capital en simples propietarios, en simples capitalistas de dinero. Considera que este proceso constituye una fase necesaria de transición hacía la reversión del capital a propiedad de los productores, no como productores aislados sino asociados. Y por otra parte conduce a la transformación de todas las funciones del proceso de reproducción en simples funciones de los productores asociados, en funciones sociales. (Marx, 1973 c:456-460). Ello sitúa en primer lugar la lógica del trabajo sobre la de apropiación; significa que la posición del individuo en la sociedad, así como la medida del consumo debe estar en correspondencia con su aporte laboral. Solo cuando el trabajo eficiente y eficaz, se convierte en el eje articulador de la sociedad, es que las relaciones socialistas de producción se constituyen en condición necesaria para el desarrollo socioeconómico del país.
En el Manifiesto Comunista se plantea como elemento decisivo en el desarrollo de la transformación comunista: “la necesidad de cambios raigales en el ejercicio de la propiedad, y el papel de la dirección del proceso social en esa transformación, a través del ejercicio del poder político por las fuerzas revolucionarias. Así, la autorrealización a través de la riqueza de la producción (y no la alienante y cosificada producción de riqueza) como el propósito de la actividad de vida de los individuos puede ofrecer una alternativa viable a la ciega espontaneidad auto reproductiva del capital y sus consecuencias destructivas.” (Marx y Engels, 2014)
Se trata en su interpretación actual de construir una economía para la vida, que reivindica y desarrolla el sujeto humano y acepta la anterioridad de ese sujeto con respecto a la sociedad. Pero este sujeto es siempre sujeto en comunidad, interviene en la naturaleza y administra los bienes de la tierra, en comunidad funda sistemas de propiedad y en comunidad organiza estados y naciones. Se trata de lograr una combinación de intereses a nivel del individuo, colectivo y sociedad que se oriente hacia una economía para la vida, sin exclusión social, con todos y para el bien de todos, en armonía con los procesos de la naturaleza. Por lo que hay que distinguir entre la racionalidad económica reproductiva (sostenibilidad y equilibrio reproductivo como objetivo propio de la acción humana) y la racionalidad económica instrumental, maximización de la riqueza producida.(Hikelammert y Mora 2014:136)
En el proceso inicial de transformaciones, no se debe olvidar la distinción leninista entre nacionalización y socialización efectiva de los medios de producción, mientras la primera es el punto de partida y el reconocimiento jurídico de la posesión por el Estado de los medios de producción; es sin embargo el proceso efectivo de socialización, como expresión de las nuevas relaciones de producción en que se va transformando gradualmente los trabajadores asalariados en productores asociados, que deben cumplir todas las funciones de la reproducción social a nivel y por cuenta de toda la sociedad.
Los propios críticos del Socialismo señalaban el papel que en este sistema se le otorgaba a la propiedad, sin que en la práctica se dieran cambios en las relaciones de trabajo y dirección de los recursos humanos. Peter Drucker afirmaba en una de sus obras: “El marxismo se derrumbó cuando fue evidente que la expropiación de los explotadores no modificaba fundamentalmente la situación del trabajador y su alienación, porque no cambiaba en absoluto ninguna de las restantes dimensiones del trabajo y ni siquiera modificaba el problema económico” (Drucker,1974:106) y más adelante puntualiza que los marxistas concentran la atención en la propiedad, pero en general no han modificado la estructura de cargos ni las prácticas tradicionales de administración de los trabajadores; al respecto destaca la necesidad de que el trabajador sea capaz de asumir la responsabilidad de su tarea y la importancia de la autonomía y responsabilidad gerencial.
Como sintetiza (Dacal 2017:79) “La soberanía del trabajo en tanto práctica democrática en el proceso productivo se redujo a la justificación teórica del Estado propietario, que tergiversó el ideal socializador de la producción, el poder y la propiedad planteado por Marx, Engels y Lenin”. Se trata entonces de combinar las ventajas de la coordinación de acciones a nivel de toda la sociedad con la posibilidad de que cada productor en los marcos del colectivo realice las funciones del proceso de reproducción, derivándose la necesidad de formas flexibles de apropiación y gestión en el sistema empresarial de propiedad social. En tal sentido no es posible derivar que automáticamente o espontáneamente con el poder sobre los medios de producción se genere un nivel de socialización tal que determine la organización y gestión a nivel y por cuenta de la sociedad directamente, como si fuera una gran fábrica. Las experiencias al tratar de acelerar ese proceso han provocado retrocesos en el desarrollo socioeconómico de la sociedad y en la propia conducta de los productores asociados. Pero esta afirmación no puede quedarse en enunciados abstractos sobre la propiedad, pues se debe expresar en la necesidad de que las empresas estatales como su eslabón básico, al igual que toda empresa, debe caracterizarse por la evolución de sus formas organizativas y modelos de gestión como respuesta a los cambios en la oferta de los productos y servicios, las exigencias del encargo estatal, de los mercados que atiende, sean nacionales o internacionales, y los potenciales a desarrollar; así como de la distribución territorial de sus actividades, el nivel de relaciones con proveedores y otras entidades, los imperativos de los cambios tecnológicos y la innovación en el sector o sectores donde actúa. Para ello no es suficiente indicar la necesidad de una mayor autonomía de gestión, sino que deben reconocerse sus formas e institucionalizarlas, para que no sean vulneradas en sus atribuciones y principios esenciales como empresa.
La propiedad estatal socialista en la medida que avance la transición comienza a ser en sí misma insuficiente, exigiendo para su consolidación un carácter social más directo, que vaya superando la alienación del trabajo asalariado y sea reemplazada por las posibilidades auto-transformadoras de la participación responsable en la toma de decisiones de forma autónoma. Esto plantea diferencias de consideración, la propiedad estatal socialista supera la propiedad pública capitalista al diferenciarse de ella en cuanto a sus criterios de exclusividad y rivalidad, en la consideración de un bien y servicio público, y en la forma de gestionar el sector público.
Tanto la concepción teórica de propiedad social como su expresión en la Propiedad Estatal, alcanzan en la dimensión local características propias; pues no se puede concebir lo estatal solo a nivel del aparato central del Estado. Como propiedad de todo el pueblo debe tener cada vez una mayor fuerza su expresión concreta a nivel territorial y comunal. Es en este nivel, donde se puede alertar acerca de las deformaciones del aparato central, pues es donde ocurren los procesos de producción y reproducción de la vida material y espiritual de los hombres en comunidad.
Propiedad social y Desarrollo local en la transición socialista en Cuba
La actualización del modelo socioeconómico cubano debe otorgarle al municipio un importante protagonismo para el desarrollo, tanto en su contribución a las estrategias nacionales como a la dimensión estratégica local, a través del desarrollo local. Debe reconocerse el papel específico y particular que corresponde a los objetivos de desarrollo de uno u otro territorio, determinado por las potencialidades y capacidades locales, así como las necesidades y expectativas de sus ciudadanos. Se deben decidir e implementar los programas de desarrollo local por sus instancias respectivas, sobre la base de la más amplia participación popular.
En sentido amplio se concibe al territorio como factor de desarrollo y no solo como objeto o consumidor del mismo, se trata del proceso que orienta a los actores locales mediante las acciones de transformación del territorio en una dirección deseada y es de naturaleza permanente. Entre los principios que se destacan del mismo y en específico para el caso cubano están el enfoque integral y sistémico del desarrollo, el aprovechamiento y ampliación de los canales de participación, la identificación y movilización de los potenciales productivos locales; así como la gestión del conocimiento, la innovación y la transferencia de tecnologías, entre otros aspectos.
Si consideramos la interpretación simplista que se ha hecho de la propiedad social como propiedad Estatal vinculada solo a los medios de producción fundamentales en poder del Estado Central, lógicamente se pierde la esencia de la propiedad social, como de todo el pueblo. Pues en su rol como centro socioeconómico único, resulta incapaz de sustituir a toda la sociedad, de lo contrario se deposita en un sólo actor la responsabilidad de una sociedad que es diversa y compleja. Por consiguiente debe reconocerse una pluralidad de actores económicos y tipos de organizaciones empresariales,que tampoco deben agruparse de forma general en el otro extremo: “sector no estatal”. Hay que reconocer además a la Economía Popular o Socialismo comunitario como ejercicio del poder ciudadano y de la propiedad social a nivel local, que no se identifica directamente ni con la propiedad social a nivel del Estado Central, ni con la propiedad privada.
Debe tenerse en cuenta, los siguientes aspectos:
Lenin ya había identificado que en el aparato central de dirección del país, se había llegado a adquirir cierta inercia nociva, burocrática; al respecto indica que la ayuda para superarlo de un modo más radical vendrá de las localidades, de …“ la organización ejemplar de un conjunto pequeño, pero precisamente conjunto, es decir no de una sola explotación, no de una sola rama de la economía, de una sola empresa, sino de la suma de todas las relaciones económicas, de la suma de todo el intercambio económico aunque sea en una pequeña localidad.” (Lenin, 1961: 625)
Es necesario promover cierta capacidad de entendimiento y complementariedad interinstitucional, de diálogo propositivo y de construcción desde las propias demandas de la sociedad local en función de asimilar una concepción de Desarrollo local para aprovechar entre otros elementos: su carácter endógeno, la articulación de actores, el protagonismo popular, las relaciones público - privadas, el gobierno en RED, concepción que permite articular diversos instrumentos de planificación municipal, regidos por la legitimidad socioeconómica y política de la estrategia municipal de desarrollo.
Se contribuiría de esta manera a no abordar lolocal en términos de urgencia, ante situaciones de crisis, efectos climáticos y depresión económica; sino que debe integrarse a una concepción del desarrollo, donde cada vez más se acerque la toma de decisiones y la solución de los problemas a los ámbitos de la comunidad local. En su análisis sería muy útil valorar la experiencia descentralizadora de los gobiernos locales, en los modelos suecos y suizos; así como su marco institucional. Desde el punto de vista del desarrollo del país, hay que tener en cuenta, que bajo los términos del mercado y la competitividad internacional es la región o el territorio quien se convierte en puerta de entrada para la prosperidad, al constituirse en unidad estratégica de negocios para atraer capital del mercado internacional
La consolidación de la propiedad social desde la promoción del desarrollo local dependerá de la efectividad de la organización social a este nivel, para lo cual según Lenin “...es preciso que comprendamos que la lucha contra la burocracia es absolutamente necesaria y tan compleja como la lucha contra el elemento pequeño burgués “y más adelante puntualizaba “aún estamos muy lejos, lejísimos, de hacer lo suficiente para promover con regularidad y constancia estas fuerzas de abajo hacia arriba. Es posible y necesario hacerlo de modo más amplio y perseverante. Se puede y debe sacar a algunos dirigentes del trabajo central y colocarlos en el plano local”(Lenin, 1973:13)
Superar las actuales lógicas de gestión del desarrollo municipal ha de partir de su integración a la construcción de nuevas relaciones socialistas desde abajo, en el marco de un socialismo comunitario. De manera que se propicie un modelo socioeconómico constituido por organizaciones estatales, privadas y de la economía socialista popular y solidaria; descansando esta última en el protagonismo de la comunidad para la realización de la propiedad social.
Consideraciones finales
Bibliografía