Israel Acosta Gómez*
Dayami Sarduy Sangil **
Omara Duarte Gandaria ***
Universidad José Martí Pérez, de Sancti Spíritus Cuba.
israelag@uniss.edu.cuRESUMEN:
El Barroco, supone, sino contrariedad, opción de oposición y evolución enriquecida con respecto al Renacimiento, sí, por lo menos para tratar de entenderlo, es toda una suerte de sintonía con un mundo que deseaba cambiar, transformarse de la ilusión, en una práctica de representar las ambigüedades que imperaban en aquel mundo ya atado a reglas y normas, de antaño, de aquella, ya lejana Antigua Grecia, que para nada se deshecha, pero, sí ya el mundo, necesitaba un movimiento artístico – literario que escindiera aquella dependencia del pasado, que intelectual, y necesario, ya quedaba solitario, en las ausencias y persistencias del hombre moderno. Sin dudas, que el barroco, fue una actitud vital, es decir, una nueva forma de entender y ver la vida, los problemas que se sucedían. Pero, ¿acontecía lo mismo, en aquel Nuevo Mundo, en la América nuestra?, porque Europa estaba tanto como en pugna, como América en desarraigo y beligerancia; pues esta es una pregunta que intentaremos resolver, horadando en las respuestas que las determinan y amplían. Sucede en que en la América ya de por sí, existía una realidad de antemano barroca, mestiza, ya transculturada. Y esa mixtura respondía, a lo real y maravilloso, latinoamericano, que sin confundirse del todo con un realismo misterioso, pues así, este barroco americano, mostraba los caminos para luchar, y sentir la experiencia, que desde la ironía, a veces irrisoria de los hechos, era el mejor de los métodos, para acercar, maravillosamente, a los receptores y aleccionarlos. Alternando, gracia y belleza, el barroco, ya no era una exportación europea, sino que, de todas la maneras, existía, arraigado en la América, porque ella, lo era desde hace tiempo. Por ello, el objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la realidad barroca latinoamericana y su amplitud en Europa, a través de unas de las muestras representativas de la lírica de unos de sus autores.
PALABRAS CLAVE: barroco, Latinoamérica, visión vital, poesía, mixtura, mestizaje.
ABSTRACT:
The Baroque, he supposes, but mishap, option of opposition and evolution enriched with regard to the Renaissance, yes, at least it to try to understand, is the whole tuning luck with a world that he wanted to change, to transform of the illusion, into a practice of representing the ambiguities that were reigning in that world either bundle to rules and norms, ancient, of that one, already distant Antigua Greece, that for nothing undone, but, yes already the world, he needed an artistic movement – literary that was splitting that dependence on the past, that intellectual, and necessary, already was remaining a recluse, in the absences and persistences of the modern man. Without doubts, that the baroque, there was a vital attitude, that is to say, a new way of understanding and of seeing the life, the problems that were happening. But: was the same happening, in that New World, in our America?, because Europe was so much how in battle, as America in eradication and belligerency; since this is a question that we will try to solve, perforating in the answers that determine them and extend. It happens in that in the America already of for himself, a reality existed in advance baroque, half-caste, already transculturada. And this mixture was answering, to the real and wonderful, Latin-American thing, that and this American baroque did not make a mistake completely with a mysterious, since realism like that, was showing the ways to fight, and to feel the experience, which from the irony sometimes derisory of the facts, was the best of the methods, to bring over, marvelously, to the recipients and to teach them. Alternating, grace and beauty, the baroque, already it was not an European exportation, but, of all the ways, it existed, established in the America, because she, it it was for time. For it, the target of this work is to reflect on the Latin-American baroque reality and its largeness in Europe, across some of the samples representative of the poetry of some of its authors.
KEY WORDS: Baroque, Latin America, vital vision, poetry, it mixes, miscegenation.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Israel Acosta Gómez, Dayami Sarduy Sangil y Omara Duarte Gandaria (2018): “Reflexiones sobre la literatura barroca: visión de la américa desde Europa, a través de la representación activa y propia de creatividad literaria. Lectura y análisis del poema “Quéjase de la suerte”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/rev/index.html/caribe/2018/02/literatura-barroca.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1802literatura-barroca
INTRODUCCIÓN:
“Todo es efímero como el arco iris”.
Virginia Woolf
Escritora, novelista, dramaturga y editora inglesa
“La literatura es libertad”.
Susan Sontag
Escritora, novelista y ensayista, así como profesora, directora de cine y guionista estadounidense
La literatura siempre se ha prestigiado con los disímiles movimientos artísticos y literarios que la han abrigado en su fino manto. Diversas maneras de expresar, desiguales a veces en su representación, más o menos nitidez, más o menos fuerza, pero siempre tantísima creatividad. Entonces, en el trabajo que ocupa nos encargaremos de explicar, por sobre todo, un movimiento de fino cambio, y movimiento, de construcción comprensiva y dinámica, de pura fortaleza semántica, y por todos muy conocido, pues es el “barroco”.
El barroco conviene en ser un movimiento de cambio rotundo, bueno, como todos los demás, pero significa, cambio radical, fuerza absoluta, veracidad a veces tan auténtica, que asombra cuánta probada sinceridad nos incita a conformarnos, y por momentos a abstraernos. Porque sin dudas, el barroco nos “muestra una obsesiva preocupación por el tiempo. El hombre de la época siente como nadie que el tiempo se le escapa fugaz entre las manos”. (Skrine, 1987:4). Y es muy cierto, el tiempo, se acelera, se acelera tanto, que los autores barrocos temen acérrimamente, que este se agote, y poco a poco se vaya silenciando lo momentáneo y lo perecedero, hasta quedar inerme y quieto; y porque todo esto hace temblar las sienes de un tiempo infeliz, el tiempo de ellos, los autores que inseguros, desean retener lo más inmenso, del ser, la vida. Y porque como alguna vez expresó Ezra Pound, destacado poeta y ensayista estadounidense, al experimentar que la literatura es una noticia que permanece noticia, y esa noticia, supone hacerla cumplir y profesarla, y el barroco, necesitó de ello precisamente, preservar lo altivo y útil del suceso problematizado.Estas tres características se expresan en la literatura con la intensa aplicación de los procedimientos estilísticos y de figuras retóricas, provocando formas recargadas de recursos literarios que deslumbran al lector y hasta lo llegan a perder. Aunque lo barroco es síntoma de querer siempre decir, de decir y siempre estar al margen de continuar, la literatura barroco supone demostrar qué sentidos refuerzan la voluntad de las frases, como si se estuviera insinuando el significante. Por ello, entre algunas características de la literatura barroca, pueden citarse, desde la noción del vocabulario.
“La gran decoración a veces – exagerada – conduce al uso de expresiones cultas: se percibe más culto, más estético decir escribir.
Juegos de ingenio: Escritor y lector entran en juego dinámico en el que el escritor reta al lector a lograr el entendimiento de su texto. El lector tiene que descifrar lo escrito si quiere encontrar el sentido de la lectura. El ingenio se necesita para escribir y para leer.
Antítesis: El juego de contraposiciones es constante y crea una dinámica en lectura; las expresiones van de un extremo a otro sin temor a la reacción del lector. (C.A. 2016:177).
Para expresar esta cosmovisión el barroco utiliza un amplio campo semántico en que figuran elementos léxicos en cuyo significado se encuentran rasgos sémicos “como la evanescencia (…) que traducen la fugacidad”. (Ariza, Rodríguez, García y otros, 2005:134).
Desde el principio, ha quedado muy claro que el arte barroco latinoamericano representa la imagen visible del modo en que, desde América Latina se va adquiriendo una conciencia de identidad histórica, y se va interpretando la influencia europea; es decir, en el barroco se asume la posibilidad de la existencia de una manera específica de estar en el mundo a partir de una particular lectura de la realidad, lo que sin duda en la originalidad de este estilo artístico surgido en un medio sociocultural con características sui – generis. (Alvarado, 2005:99).
Carmen Bustillos en (Alvarado, 2005, p. 99) advierte que hay que: “…Utilizar el concepto de barroco, como instrumento clave para la interpretación de nuestro arte y realidad”.
Observamos ahora los vínculos o desligaduras con un fenómeno que puede designarse como retorno del barroco, y que ve en América una de los principales protagonistas. Este fenómeno se designa como neobarroco y presenta entre sus características primordiales la representación de algunos elementos utilizables y reciclables de aquel período histórico – cultural. (Ob. Cit. Alvarado, 2005:330).
(…) en donde los discursos americanistas hallaron en lo barroco una forma de explicar y fundamentar los principios estéticos de nuestro arte y de nuestra literatura. (Martínez, 2006:330).
(Bustillos en Alvarado, 2005:99) expone que “el neobarroquismo encuentra un soporte teórico en todas las disertaciones que designa y legitiman a América Latina como un continente barroco”. Porque el contexto latinoamericano es esencialmente barroco.
La conjugación de lo real maravilloso con su sincronía temporal, y el barroco con la idea de eterno retorno y arte en movimiento, posibilitan esta peculiaridad de tratamiento del tiempo, que convierte en texto todo el contexto social, histórico y literario, relacionando arte y vida. (Márquez, 2004:125). Eugenio d´Ors, concebía el barroco como “un espíritu, una constante humana y una pulsión creadora que vuelve cíclicamente”. (D´Ors, en Márquez, 2004:125).
Y lo real maravilloso, fue el vital método carpenterino, para acercarnos al amor por la América, desde su descubrimiento, no solo en la colonización, en y desde ella, sino, en la proyección sincrónica, evolutiva e histórica de una realidad, que como dijera Martí, nos es más necesaria, y por ende, a la que había que prestarle más atención.
En este sentido:
“(…) la idea de que la identidad multicultural latinoamericana se presta a expresiones de hibridez, sincretismo y diversidad, está firmemente arraigada en el imaginario latinoamericano. (Charady, p. 1997 en Sklodowska, 2009, p. 152), dicho sea de paso, el atractivo de la hibridez y de sus avatares en el contexto latinoamericano radica, por un lado, en su aparente valor oposicional y, por otro lado, en su fuerza semántica para evocar una identidad sincrética, diferente, opuesta a Europa y Norteamérica”. (Sklodowska, 2009, p. 152)
Y la hibridez, no está solo en que se hallaron los mejores moldes, para adaptar y adecuar al barraco, a nuestra esencias y presencias, sino en hacer concordar el sincretismo, que no es más que esa armonía “propia de nuestra América”, a sus propios pasos. Los pasos en la América, no se pierden, sino que siempre se encuentran, y con mayor fuerza, es que la fuerza del latinoamericano, es ya muy barroca, o mejor, muy vital, y de índole impresionable, porque:
“(…) es evidente que hay un componente barroco (o de realismo mágico, el vocabulario puede cambiar) que se hace presente”. (Campa, 1998:149)
“Alejrandro Varderi expone que (…) “El gesto barroco hoy sirve para dramatizar irónicamente, para descentralizar las fuerzas con que el poder y la ideología oficial someten a los sectores ubicados en las orillas del sistema”. (Varderi en Marzo, 2010)
En América la escritura barroca fue marcada por la presencia de indígenas y africanos, la coexistencia de diversas tendencias literarias, la distancia de la metrópolis, y el general proceso de hibridación. A esto se le llamó barroco de Indias.
Algunos estudiosos han planteado que las exposiciones artísticas de los antiguos americanos llevaban en sí modalidades coincidentes con el barroco europeo:
La desrealización ocurría entonces porque el artífice y el cantor indígenas no deseaban imitar o reproducir la realidad, sino desentrañar lo profundo e intangible (“ver no solo las caras, sino también los corazones.
2-Un acercamiento a aspectos biográficos de una mujer singular. Sor Juana Inés de la Cruz. Cultura ideal vs representación social.
Sor Juana Inés de la Cruz (1648? o 1651? – 1695): Juana de Asbaje, autodidacta, humanista, gran poeta mexicana del virreinato de Nueva España, cuyo verdadero nombre era Juana Ramírez de Asbaje, para ser más exactos. Era una niña traviesa y le gustaba aprender de todo. Era apasionada, es decir, le encantaba una cosa y se dedicaba intensamente muchísimo a ella. Su madre se llamaba Isabel Ramírez y su padre Manuel de Asbaje.
Nace en el pueblecito de Nepantla en náhuatl significa “en medio de”, es decir entre los estados de Morelos y Estado de México. He aquí una vida extraordinaria y sorprendente. Extraordinaria porque extraordinaria y sorprendente es la vida y la obra de la escritora que se glosa en Sor Juana. Una vida sedienta de conocimiento y saber, una obra llena de pasión y erudición, y de sapiencia enciclopédica, marcada por los sutiles e inteligentísimos quiebros a la persecución inquisitorial del momento.
Pero, que pudo llegar muy lejos con persistencia y esmero, que puede sorprender a quien ignore tal beligerancia, aspectos tan estimables de la biografía de una que consagrara su vida por entero al arte de la palabra como principal devisa de lucha y derechos. Ella gozó de la admiración y divulgación notables que la hicieron acreedora de publicar en una época en que pocas tenían tal milagro. Consiguió ser profeta, toda una iluminada en su tierra, México, y en ultramar.
Defendió el derecho de escribir, y de aprender, y de pensar por sí misma. Era una mujer que supo explorar sus ideas y talento durante una época que prohibía cosas como esas. Entró en un convento de monjas llamado “Convento de las Carmelitas Descalzas de San José”, a la edad de 16 años. Sor Juana escribió ensayos sobre religión, poemas amorosos, comedias, y una reflexión sobre su vida. Hoy día sus obras son apreciadas y tienen gran estima. Su capacidad de ser intelectual le trajo la enemistad de las autoridades de la iglesia. Eventualmente fue obligada a renunciar a todos sus libros y hacer lo que la sociedad esperaba de alguien como ella.
Como nota curiosa en este resumen biográfico se puede decir que aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a esta.
Entre 1664 y 1665, ingresó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, Márquez de Macera. La virreina, Leonor de Carreto, se convirtió en una de sus más importantes mecenas, favorecedora de todos sus aprendizajes.
El ambiente y la protección de los virreyes marcaron decisivamente la producción literaria de Juana Inés. Por entonces ya era conocida su inteligencia y su sagacidad, pues se cuenta que, por instrucciones del virrey, un grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en excelentes condiciones. Allí como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus capacidades literarias.
En la poetisa ocurrió un extraño cambio, hacia 1693 dejó de escribir y pareció dedicarse más a las labores religiosas, quizá este “adiós” a la escritura, pudo haber estado influenciado y parece impugnar al jesuita portugués Antonio Vieira, como este, su confesor le recomienda una mayor santidad y Santa Cruz le dirige su Carta de Sor Filotea, nombre bajo el cual se traviste el dignatario, en la que conmina a Sor Juana a dejar sus escritos profanos y abrazar los religiosos, a lo mejor esto haya podido ser la primera señal de una probable persecución que le obligó a abandonar las letras. Entonces, Sor Juana emplea mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mítica a Jesucristo, sobre todo de la renovación de sus votos religiosos en 1694.
Escribe de todo género y tipo, cortesanas y religiosas, que se van acumulando en su producción. Obras se muy elocuentes salidas del más puro y vehemente talento de la pluma de una genio.
Entre las tantas obras, destacan:
En sus poemas elabora tradicionales temas barrocos, como el desengaño, la brevedad de la vida, los sentimientos provocados por el amor, lo efímero de lo material*, el engaño de los sentidos, la vida concebida como un sueño, y la presencia de “yo”, porque la originalidad de su obra es su propia vida. Además, como se dijo, el amor es otro de los temas que ocupa la mente de Sor Juana, de modo pertinaz, al dar esto origen a varios de sus poemas.
Sor Juana consigue un innovador dominio del verso que recuerda a Lope de Vega o a Francisco de Quevedo. Demostrando perfección de su métrica, y por esto la lírica de Sor Juana, es testigo del final del barroco hispano, que tiene al alcance todos los recursos que los grandes poetas del Siglo de Oro emplearon en sus composiciones. Por ello, además, su poesía posee grandes pilares:1) la versificación (ritmo), 2) las alusiones mitológicas y el hipérbaton o inversión de los versos.
Se debe recalcar que en las biografías de Sor Juana, existe cierta confusión con el año de nacimiento, unos recalcan que acaeció en 1648, lo que lleva a deducir que con 3 años aprendió a leer, y a los 8 escribiría su primera loa. Otros sostienen que nació en 1651, lo que lleva a pensar pues que con 7 años leería, y la loa habría sido escrita a los 11 años. Esta loa sería, la ya aludida “El Divino Narciso”. De cualquier manera la demostración por el interés literario era muy fehaciente, así como estas aproximaciones epocales marcan la precocidad literaria de la autora.
Es sin dudas Sor Juana, la máxima figura de las letras coloniales. Sor Juana Inés de la Cruz murió el 17 de abril de 1695, a consecuencia de una epidemia de peste, mientras cuidaba a sus hermanas de orden religiosa.
Y es meritorio cerrar con una frase de Octavio Paz, eminente poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano, Premio Nobel de Literatura en 1990, y considerado uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos, que traza y describe en gran medida, como el barroco de raíces latinoamericanas, no solo es una reproducción o tensión representativa de la realidad, sino, y en toda la justeza, es una manera de ver la vida con el corazón, con los sentidos; por eso Paz diría de esta escritora barroca: “La poetisa mexicana (Sor Juana Inés de la Cruz) se propone describir una realidad que, por definición, no es visible. Su tema es la experiencia de un mundo que está más allá de los sentidos”.
3-Breves antecedentes del barroco. Puntualización de su génesis. Un nacimiento, - peculiar.
El barroco es el estilo artístico que se desarrolló en Europa y en las colonias españolas y portuguesas de Sudamérica entre los años 1600 y 1750. Abarcaba no solo pintura, escultura y arquitectura, sino también música, literatura y todas las artes de la época. El nombre de barroco parece derivar de la palabra española barrueco y de la portuguesa barocco como se dijo anteriormente, que definen un tipo de perla irregular. Sin embargo, durante los siglos siguientes, este término se usó con un tono despectivo y negativo cuando a los artistas ya no les gustaba este tipo de arte. Por ello, el barroco, fue intención decisiva y contrastiva de una realidad, que necesita más ímpetu, y vigor, para representar un lenguaje aunque más recargado, y el despojo de una expresión cerrada al mundo, como aquel Medioevo, y las real abertura de la mente del hombre al mundo, como el Renacimiento; pues el barroco no era una real oposición a este último, sino que sí representaba una evolución de ideales, de concepciones, de pensamiento y lenguaje. Era, dar más voz a un momento visible, e inquieto. Era, la visión de un “hombre”, renacentista, con ojos de defensor del futuro, eso era el barroco, una “transformación” de aquel hombre culto, pero pasivo, fiel a principios, hacia un hombre capaz de innovar, buscar alternativas, hacia otros ideales que implicasen justicia y firmeza férrea en un convencimiento a fuerza de la razón. En este caso, “el hombre tenía que ser el arquitecto de su propia existencia, el hacedor de la misma”. (Zea, 1987:34). Es decir, ese “arquitecto”, significa, que el hombre barroco, era su propio “constructor de necesidades”; ese hombre debía y tenía que ofrecer solución a sus más apremiantes problemas. Era un hombre que ya no quería verse comprometido con aquellos ideales, de servidor de Dios, de figura pasiva, en alguna medida; ese hombre ya estaba decidido a independizarse, y ser sujeto activo de su realidad. En consecuencia también, y en contraste a lo anterior:
“el Barroco no supuso una ruptura respecto al Renacimiento, sino una evolución de sus características generales: así, los ideales de equilibrio, serenidad y belleza renacentistas se llevan al límite y se transforman, debido a la inculcación del movimiento, el contraste, la luz y las sombras en el terreno artístico. De forma general, podemos decir que la sobriedad renacentista deviene en exceso y exageración en el Barroco”. (Garrido y Bermejo, 2014:204).
Por ello, las graves circunstancias marcan la mentalidad y la forma de ver la vida de la sociedad del siglo XVII. Frente al optimismo que caracterizó al anterior siglo, ahora se impone una concepción negativa del mundo, en la que la frustración y el desengaño ocupan una destacada posición. Bueno, no es una concepción poco optimista del mundo, a – priori, porque no era de esperar otra cosa, el momento era ideal, para representar, lo convulso y caótico de una España, por ejemplo, en una fuerte crisis económico-social, que ameritaba, otro tipo de fuerza, se diría una fuerza “arrebatadora”, que devolviera poco a poco, la felicidad, y enjugar las lágrimas, de esos pesares sociales. No obstante a la tristeza, y disolución de ese hombre, se tenía que ser capaz de cerrar las heridas, con todo el cuidado, porque en ese momento:
“se considera que el mundo es un caos, que está regido por las apariencias, y que nada es lo que parece ser. El barroco “surge”, de acuerdo a que los países al norte de Europa aceptaban la Reforma protestante, mientras que los del sur defendían la Contrarreforma y el Papado”. (Ob. Cit. Garrido y Bermejo, 2014:204).
España no permanece alejada de los fenómenos del barroco; muy por el contrario, los atrae a su arte y desarrolla un propio enfoque. Un enfoque, que de cierta manera busca el consuelo, para resolver contradicciones muy visibles, y retorcidas en su accionar. Entonces, cómo dar solución desde el arte literario, pues, ese hombre arquitecto, lo resolvía, con las bellas y complejas metáforas, las tan lúcidas y perspicaces verdades de enumeración complejas de sustantivos y adjetivos, en alta fuerza gramatical, que daba esfuerzo, bravura y moral, a ese hombre, como ya dijimos, constructor, porque el barroco en literatura triunfa por la donaire verbal, la enumeración de palabras, las metáforas inusuales, los juegos de firmes ideas, las refutaciones, sin olvidar que este movimiento constituye un estado de ánimo general en la España del siglo XVII.
Entonces, el barroco es ese movimiento artístico y cultural extendido por toda Europa y que entraña una evolución de las ideas del Renacimiento, que supone cambios drásticos en la forma de pensar. Entre estas contundentes formas está la renovación de técnicas y de estilos.
Ahora bien, el barroco transita por fases o estadios que marcan su nivel de evolución y aplicación:
El fenómeno de lo barroco se gesta dentro de tipicidades que descansan, y se anclan a una dinámica dual, porque existen dos tendencias que sin crear una fuerte defensa de oposición, pues intentan la mejor opción de delimitar las coyunturas de la sociedad. Así buscan en:
“lo culterano, en el predominio de la poesía, en la renovación de la sintaxis, en la originalidad de la palabra, en los valores del Renacimiento, y en la alusión a las metáforas brillantes. Todo ello trabajado desde el uso de las figuras de dicción, como: la antítesis, la metáfora, el retruécano, apóstrofe y circunlocución”. (Rodríguez, 2014:265).
Por ello, el barroco, comienza a dar sentido de agotamiento al estilo literario renacentista, para así proporcionar nacimiento a un nuevo movimiento cultural. Para convertirse y hacerse sentir como un movimiento que surge del pesimismo de los escritores tras las transformaciones políticas que se están produciendo en España en ese momento. Por ello:
“los autores barrocos pretenden reflejar en su obra la fealdad del mundo, hasta llegar a veces a lo grotesco. Aunque se mantengan algunos temas renacentistas como: el amor petrarquista, la naturaleza, la mitología, estos se tratan desde un punto de vista satírico. Además, aparecen también temas puramente barrocos, como: el desengaño, tanto amoroso como social”. (Rodríguez, 2014: 265).
Y es muy cierto, porque el barroco, buscaba, otra “verdad”, la verdad más exacta, por medio de hallar la desesperanza, mostrarla; insistir en el desencanto, y mostrarlo, así como la sorpresa, que siempre significaba la vida. Pues la abundancia, que a veces recargada, e impulsiva, lograba extraer del pensamiento, la sed y el silencio, para crearse, su propia fe, como el más hondo suspiro de su pecho, ese que soportaba, como un escudo, la vida, que ya no era “eterna”, y que el tiempo, ya no valía, lo que era: la no eternidad, del suceso vital, es por ello que su verdad más plena estaba en:
“la abundancia de adornos (ornamentos) presentes en todas las artes. En la literatura barroca se utilizan frases de estructura compleja y palabras de adorno, a veces difíciles o innecesarias a efectos comprensivos. En España, los enfrentamientos sociales se vieron reflejados en la literatura, surgiendo dos estilos o tendencias dentro del barroco: el Culteranismo (Góngora) que da más importancia a las formas literarias y gramaticales que al fondo o concepto que se transmite, y el Conceptismo (Quevedo), que da más importancia al fondo que a la forma”. (Pastor, 2011:111).
En esencia, la literatura de este período se determinó por los contrastes violentos, una inmutable ansiedad por la transformación lingüística y una visión agónica, y desengañada y defraudada de la vida, propiciada por las ideas de la Contrarreforma protestante.
Y, para ver salir el sol, del lenguaje, con su verdadera luminosidad, era necesario, como se dijo anteriormente, la prevalencencia de ideales, que aunque opuestos, por la forma, muy idénticos, en su misa obsesión de proyectar la realidad contorsionada, y bifurcada. Pues, es la hora de hacer llamar, al conceptismo y al culteranismo, para despojar del infierno los males sociales de la sociedad española, y desde la belleza del idioma, hacer valer la presencia lírica, en sus más altos entornos. Es el verdadero reino del Arte, para volver a pensarse la historia de la vida. Por ello, dentro del barroco pueden distinguirse dos tendencias principales, como se citó más arriba, ahora se describirán como mayor detenimiento:
Ahora bien, si los culteranos hacían insistencia en el léxico y la sintaxis. Advertiremos que la tenencia conceptista averiguaba sobre qué artimañas, o ardides del idioma emplear para crear esenciales sentencias de vida, por ello.
El barroco se ve iluminado por la crítica del siglo XX y así es como en 1915 Heinrich Wolfflin opone ciertas pautas fundamentales entre el arte renacentista y el arte barroco.
Renacimiento: visión lineal, claridad, densidad, superficialidad, multiplicidad.
Barroco: Visión pictórica, oscuridad, complejidad, profundidad, unidad. (Blanco, Rodríguez y Zavala, 2000:372)
Es cierto que las pautas barrocas coordinan con el estado espiritual del pueblo español y se ven irradiadas en el esbozo literario. Es decir, la literatura barroca, giraba como un círculo concéntrico desde las problemáticas que desvanecerían la vida de la España, hermosa y feliz, en sus tiempos de antaño.
En el barroco español imperó el culto a la palabra, el comentario exótico, como la gama más pesimista y melancólica, y el énfasis en la forma con el fin de deleitar lo conocido de modo nuevo y asombroso, e ideal, bueno, tomando como ideal, no solo lo “perfecto, sino el molde de lo humano que se necesitaba”.
El barroco, además de un estilo artístico y de una etapa cultural más, es una apesadumbrada forma de vivir y de preocuparse, tan opuesta como auténtica. Y esa es la nota sensible del barroco, significar y al mismo tiempo oponerse a irreductibles y sinuosas esencias vívidas, porque:
“tras el efímero optimismo del Renacimiento y la crisis del último tercio del siglo XVI, la implantación barroca conduce en sus formas extremas al más violento negativismo de valores humanos entroncando todo ello con la inequívoca situación hispánica: el hombre es un ser despreciable; el mundo, lugar de contiguos engaños; la vida, un siniestro juego; la muerte, una obsesión morbosa. (Blanco, Rodríguez y Zavala, 2000:372)
Es decir, que el mundo era para lo barroco, toda una suerte de elección, donde la balanza se inclinaba, para lo negativo, lo nefasto, lo amargo, adverso y fatal, como para seguir negando el deplorable mundo español. Solo el negativismo halla canales de entendimiento, en su correcta apreciación, y ese el barroco; no solo una respuesta del hombre que deseaba liberarse, sino que intentaba extirpar de raíz un mal ya viciado. En tal caso, Mateo Alemán, escritor español del Siglo de Oro conocido fundamentalmente por la novela picaresca Guzmán de Alfarache, expone del barroco que:
“en todas partes hay lágrimas, quejas, agravios, tiranías (…)” (Alemán, en Blanco, Rodríguez y Zavala, 2000:372).
Claro, no solo en España, lo que incomoda, hiere, ofende, está solo allí, sino en muchos mundos. Pero, pálida y podredumbre se insiste en ser la España, ya decida a fundirse en un lugar de entendimiento y florecimiento de la verdadera pasión del hombre barroco, “entendimiento”, ya por el hecho de poner bellezas en su entendimiento, pero también por la necesidad de “comprensión” de sus sueños, que no cegaban en la constancia, sino que buscaban y prometían hacerlos salir, brotar, como la flor que halla la vitalidad en el campo, enredado en la maleza. Ese el secreto, de la fantasía del barroco: volver, el tiempo a la realidad, vertiginosa y furiosamente. Por ende:
“el barroco y la visión de la realidad, como exaltación del mundo y del ser humano propio del Renacimiento van a dar paso en el barroco a una radical desvalorización de la vida presente y de la naturaleza humana. Este modo de concebir el mundo determinará las nuevas corrientes artísticas, basadas en la ruptura del equilibrio, en el efectismo y en la artificiosidad retorcida”. (Echazarreta y García, 2015:286).
Si bien el barroco, rompe, y transgrede el equilibrio renacentista, pues, busca respuestas a los problemas, cuando ya el Renacimiento nos las tenía, o por lo menos, se hacía permanecer un mutismo de esconderse en la vida. Es decir, el barroco, es de por sí esa actitud vital, o ante la vida, que el hombre toma, para abrirse paso a un mundo, no tan desconocido, porque en el Renacimiento, ya el hombre lo había conocido, pero sí significa un camino, lo muy prometedor, que el hombre halló, para alejarse de los dogmas, que le impedían resolver esos males sociales, que el entorno le imponía, ya férreamente. No era más que la mejor de las visiones, una que no se andaba por las ramas de los árboles, como queriendo “disimular”. El barroco, al menos, supo, desenmascarar aquella realidad, infeliz, puesto que lo hizo, desenfrenadamente, casi sin límites; bueno, que de deshonrado tiene haberlo hecho, porque pensamos que la mejor suerte del barroco, vista en Europa, o en América, está en haberse sensibilizado y concientizado, con una “realidad”, que pedía, dolorosamente, ser cambiada. Ya sea por la incomprensión, o por la destrucción de ideales, que laceraban las mentes, el barroco, hizo justicia, y dio libertad a las conciencias cerradizas problematizando, y sentenciando. Y esa fue, la verdadera pedagogía del barroco “enseñar, instruir”, a la vez que hacer sentir, sus esencias, sincrónicas, en su tempo vital. Porque la literatura es siempre una expedición a la verdad, como cientos de veces nos sugería Franz Kafka, el sencillo y tan vivo escritor checo.
4- Selección del poema “Quéjase de su suerte”. Sor Juana Inés de la Cruz, como el exponente principal del barroco en Latinoamérica. Lectura, comprensión y disfrute literario.
Para dar continuidad al tema barroco, y comenzar con la práctica literaria, se trabajará con el análisis del poema de “Quéjase de su suerte”, de la escritora emblemática, la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. Ahora lo ponemos a la disposición de todos, para comenzar con su lectura, comprensión, análisis y disfrute.
En perseguirme mundo ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida;
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
En perseguirme mundo ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
(Este primer apartado lírico: Comienza aludiendo a la sociedad. En estos versos relata sobre por qué el mundo se encuentra orientado en poner insignificancias al entendimiento, y no poner entendimiento a las formas cognitivas que han de ser más placenteras.
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida;
(Este segundo apartado lírico: Alude a la inteligencia en estos versos. Nos habla sobre la agudeza del conocimiento, que puede poseer una persona, por sobre las riquezas y la mera e insignificante belleza física.
Además, que el sujeto lírico demuestra de manera implícita su repulsión a las personas de mala fe.)
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
(Y en este tercer apartado lírico: El sujeto lírico nos ofrece su opinión, con gran cierre semántico, de la situación que vive. Porque sin dudas, Sor Juana prefiere aprender de la vida, extraer de ella sus mejores esencias, la instrucción como fuerza nutricia, que no vivirla solamente, a la espontaneidad. )
3-“Quéjase de su suerte”,acercamientos o abordajes a la obra poética objeto de estudio. Análisis desde los tres planos de abordaje al texto: plano temático, compositivo, y lingüístico.
3.1- Planos para abordar el poema objeto de estudio. Una propuesta…
1-Plano Compositivo:
Este poema es por sobre todo, y desde el punto de vista elaborativo, un soneto, que como todos conocemos tuvo su origen en la Italia del siglo XVI. Y desde entonces ha sido cultivado con gran asiduidad y acierto lírico por autores de todas las épocas, entre los que destacan Góngora, Quevedo, y la que nos ocupa, Sor Juana Inés de la Cruz, como una de las joyas más preciadas de la poesía latinoamericana y mundial.
El soneto, posee una combinación de 14 versos endecasílabos de 11 sílabas métricas, distribuidos en cuatro estrofas, los cuales siguen la siguiente estructura que da forma a la entidad literaria, de la manera siguiente, y con el esquema que la define: Los dos primeros cuartetos ABBA, ABBA; y los dos tercetos que dan fin a la composición: CDC, DCD.
Desde el punto de vista de su estructura ese soneto es considerado por la crítica literaria de todos los tiempos, y hay mucha coincidencia, de que es un modelo de estricta y dinámica corrección y divinidad.
De manera general, el poema “Quéjase de la suerte” el sujeto lírico lo utiliza para defenderse, de una sociedad impura, incauta y alejada de toda verdad. Ella está defendiéndose porque está siguiendo sus estudios en vez de su belleza interior, y porque como ella misma evidencia que la cabeza pobre de noticias por dentro, no debía estar por fuera rica en “adornos”; es decir, que la belleza, más que un artificio de la mismidad y de la vida, tenía que ser, una obligatoriedad, para lucir las mejores dotes, y artilugios de la mente, de esa que sería capaz de liberarnos, porque en la medida que las bellezas de nuestros sentimientos, y nuestros conocimientos sean más amplias, más libres nos sentiremos, es decir, que la mente requiere de un cuerpo vestido de savia, y no una cabeza, plena de ambigüedades y ligerezas que hagan impura nuestra existencia. Solo una cabeza provista de sensateces y reflexiones, estará apta para comprender la simbiosis de un mundo plagado de males e incomprensiones.
Nuestro Apóstol José Martí diría que “quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermoso, y la belleza hecha luz”.
Y con esa luz de la que nos habló Martí, ha de resplandecer ese entendimiento, esa razón. Concentrar lo imprudente y a veces irreflexivo del mundo, es decir, apartar lo vano, y lo jactancioso, y las petulancias, de los presumidos, en lo más alto del ser, su espiritualidad, para que se levante de la hoguera que lo sucumbe, y aflore en él, el sentimiento más hondo, que puede experimentarse: la altura, plena de esencialidades.
2-Plano lingüístico:
1er cuarteto:
En perseguirme mundo ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
El poema comienza con una forma verbal con pronombre enclítico “perseguirme”, y esta responde en gran medida a la propia persona de Sor Juana Inés, que tanto estuvo perseguida, hostigada, por las autoridades del momento. Además, luego le sigue una oración por la actitud del hablante interrogativa directa, “¿qué interesas?”, lo que hace pensar que el sujeto lírico, aparta, rigurosamente a ese mundo, que quizá se infiere que sea, aquellas personas que no la dejaron producir y formarse, e instruirse y conformarse como esa persona culta que fue.
Luego se inicia en el segundo verso, y hasta y cuarto del primer cuarteto, con otra oración interrogativa ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento/ poner bellezas en mi entendimiento/ y no mi entendimiento en las bellezas?, lo que quiere decir que el sujeto lírico se muestra inquisitiva, indagadora de saber que ese mundo (sociedad), no seguía los pasos de la erudición, y si el de las santas escrituras, es decir, el conocimiento a-priori; no interesaba tanto, porque se pensaba que se incurría en pecado conocer el mundo; y esta era la intención de Sor Juana, en ávidamente, percibir y aprehender, asir lo externo y captarlo, para ser más libres. El adverbio relativo “cuando”, introduce aquí una oración subordinada de tiempo, que nos da la medida del tiempo que pasó Sor Juana Inés para educarse y cultivarse en las esencias que engrandecieron su sapiencia.
El infinitivo “poner”, como verbo transitivo, verbaliza la acción de manera que poner, da la noción de situar, de asentar, de ubicar, lo divino, lo más divino, como gallardía del ser humano, y eso se insiste por medio del sustantivo “hermosuras”; porque estas darán mejor forma al entendimiento, como ese intelecto, es decir, dar sentido y noción, desde la razón. Pues el último verso de este cuarteto resulta un hipérbaton o inversión de la frase para connotar, y sugerir la irreversibilidad de la acción de la instrucción- banalización; es decir, el sujeto lírico trata de explicar que es más productivo “ocuparse, y preocuparse” por orientar nuestra brújula vital hacia lo instructivo-formativo, que hacia lo vano-impuro que por momentos nubla la vista de los escasos de pensamiento. Aquí, el sustantivo “bellezas” de manera muy anafórica, logra contrastar dos entidades distintas de la sociedad “entendimiento”, que se menciona explícitamente, y “torpeza, cerrazón”, que de implícita en el poema, son rasgos indiciales sobreentendidos que han de deducirse.
2do cuarteto:
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas
El segundo cuarteto, comienza, con el yo poemático, que ejecuta alusiones enumerativas, pues se vale del pronombre personal “yo”, y una negación muy rotunda, precisamente con el adverbio de negación “no”. Luego el segundo verso de este cuarteto, es introducido por la conjunción copulativa “y” que nos insinúa junto con el adverbio de modo “así”, que lo que le causa contento al sujeto lírico es instaurar en su mente las mejores riquezas del mundo, el pensamiento ataviado, vestido con conocimientos. El pronombre personal “mi”, con una función adjetiva en este poema, explica cuánto Sor Juana, deseaba siempre instruirse, es decir, perfeccionar sus capacidades intelectivas, para dar respuestas a las impurezas del momento, a todo aquello que significara unas supinas y garrafales formas de proceder.
1er terceto:
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida;
Este terceto se inicia una vez más con la conjunción copulativa “y”, ese nexo de enlace, de relación sintáctica, como queriendo demostrar unas expresiones sucesivas de enunciados, de esa hermosura “vencida”, este participio pasivo regular, con función adjetiva, es decir, una hermosura que por hermosa, lozana, alguna vez, seguramente fenece, pues esa belleza espira y concluye; o bien ese entendimiento solo en lo externo es mucho más efímero y transitorio, que lo bello, espiritual, anímico y subjetivo, de los sentimientos, que se representan por medio de los conocimientos. El segundo verso de este terceto, comienza con una oración atributiva por la naturaleza del predicado, “es despojo civil de las edades”, significa que la vida, la existencia termina usurpando lo que de real existe en la sociedad, de todas maneras, siempre van a existir personas que vean mejor poner entendimiento y razón en las bellezas, aunque como ya dijimos antes, eso termina expeliéndose por la borda o contornos-límites que son las circunstancias; porque ellas serán las mejores juezas.
Y el tercer verso de este primer terceto, comienza con la conjunción copulativa “ni”, que desde el punto de vista gramatical señala la adición de dos términos, pero implica que sean estos estrictamente negativos, por ello, en este terceto hay una doble negación, que es connotada por esta conjunción, o sea, el sujeto lírico no estima, no es devoto de aquello hermoso, e infértil, como tampoco, de aquello que le pueda ser motivo de agrado ignorante, craso, horizontal, y para demostrar eso, lo hace a través de la construcción de participio encabezada con un pronombre proclítico o forma de la primera persona del singular para el objeto directo e indirecto sin preposición, y que se utiliza en los verbos o construcciones pronominales cuando el sujeto es de primera persona del singular, por ello, “me agrada fementida”, en gran medida ultraja, agravia, lo humano del entendimiento. Porque “fementida”, significa una persona falta de fe y palabra, y que es lo engañoso y falso al sujeto lírico no le conviene, no le agrada. Pues, al sujeto lírico no le cautiva esta relación que es por sobre todo, infeliz.
2do terceto:
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
Este segundo y último terceto, es la respuesta del sujeto lírico, a la hipótesis planteada en los versos anteriores. La hipótesis de instrucción primero, y belleza, luego. Que pareciera a simple vista, difícil de cumplimiento, y hasta un tanto estricta, pero, que es el verdadero sustento para vivir contento consigo mismo. Comienza este verso, con el gerundio “teniendo”, con una función verbal, antecedido por la preposición “por”, como nexo o enlace subordinante que sirve para relacionar una palabra o un sintagma, para denotar con firmeza que no hay mejor verdad que consumir la vida en vanidades, es decir, malgastar la vida en pedanterías que poco o nada ayudan a una construcción mejor de la subsistencia como sustancia rica y vital. La construcción de infinitivo “consumir vanidades”, se refiere a la inconsistencia de algunos en sumirse en los encantos y nimiedades del entorno.
Pero, el sujeto lírico, no ofrece otra opción, con la misma intención comunicativa “consumir la vida en vanidades”, la misma moneda con el mismo producto jactancioso y petulante. Además estos se significan como otro gran hipérbaton, que nos da como siempre un gran resultado no explicitado en el poema, pero sí entendido, o bien luchar para no ser consumidos, o bien, lamentablemente, dejarse consumir en vanidades, y este último, debería cambiarse por subsistir en una vida plena de encantos, embelesos, hechizos, que no debemos ver ciegamente, porque lo bello es admirable, cuando de lo admirable se puede extraer lo inmensamente humano, lo esencialmente apasionado: instrucción, cultura y sabiduría, todos sustentos del alma feliz que tanto alude el sujeto lírico.
3-Plano temático:
Como ya se especificó, antes, el poema nos invita a conformar el universo vital no solo de minucias que a veces, nos embelesan porque son de alguna manera bellas, pero nos invita a guerrear en el mundo por lo ingenuo, por lo necio, por la espontaneidad, por lo insensato que hacen implícitos los detalles que han de adquirirse por vía natural: los conocimientos como ruta de los sentimientos, que llenan y fructifican más en el alma, que aquellas irracionalidades. Una vez más el Maestro Martí nos expone, sentenciosamente, “todo lo merece la hermosura. La hermosura es un derecho natural. Donde aparece surge la luz, la fuerza y la alegría. Un ser hermoso es un bienhechor”. Y es cierto, porque el ser bienhechor es el que extrae sin furtividad, lo más honesto del alma; lo más animoso en ella, ser prudente, y eximirse de riquezas vacías e insustanciales. El poema nos demuestra cómo, se ha edificar un cosmos donde el consumismo y las bagatelas no nos hagan más frívola el alma.
En este poema, además, se pueden apreciar elementos autobiográficos de Sor Juana Inés de la Cruz, porque su vida, exterioriza cuánto tuvo que luchar por alzarse ante la muchedumbre que la intentaba ahogar ante tanta barbarie e incomprensión. Porque, con manifiesta naturalidad y sinceridad y profundo sentimiento, nuestra Juana de Asbaje, nos deja entre ver, su ardiente interés por obtener, estrictamente, conocimientos y cultura, como sustentos del triunfo humano.
Con esta composición orgullosa y soberbia, para bien, Sor Juana se dirige a los que censuraban toda erudición y trabajo intelectual, más que lo pasajero, como cosa infructuosa y cosa vana que se alcanza por la mera riqueza. Para Juana de Asbaje, la décima musa, denuncia a la clase aristocrática que se negaba a instruirse y poner bellezas en sus pensamientos; es decir, esa casta que excluía e insultaba a las mujeres, que para ellos, eran la raza débil y sumisa; así pensaban lamentablemente. Pues este soneto, constituye una suerte de denuncia o juicio a tal magnitud. Entonces, esta composición se convierte en un aliciente a todas a aquellas mujeres que luchasen por su afán de saber ciencias, artes, letras, es decir, que se liberaran como el aire puro, y volasen siempre, cada vez más alto; porque esa es la verdadera libertad de la mujer.
Tema de la obra:
El poema cuenta como Sor Juana responde al ataque de la sociedad mexicana de esa época. Es expresado por Sor Juana, lo difícil que era ser mujer en este espacio. En este soneto, como principal recurso literario, Sor Juana defiende la pasión por la poesía, y su ardor por los estudios, al repulsar toda actitud necia e insustancial que denigrara al ser.
Asuntos más relevantes, extraídos desde la tematización de la obra:
CONCLUSIONES:
La posibilidad de teorizar, inquisitiva, pero respetuosamente, nos ha dado la posibilidad de despojar aquellas sombras que dificultan una verdadera esencia del objeto, porque esta investigación nos puso al barroco, como un movimiento artístico literario, no solo diferente, porque todos lo son en alguna medida, sino un movimiento artístico literario, que se supo abrir paso ante esas mentes cerradas de la época, que sin oponerse del todo al Renacimiento, porque no creo que la oposición despoje o aparte, lo de que bueno y útil existe en los movimientos que siempre revitalizan la cultura humana, pero sí el barroco tuvo la osadía de aquietar las almas vehementes de injusticias, e incomprensiones, aunque tal quietud redundaba en fuerza áspera y suntuosa.
En torno a la análisis del poema “Quéjase de su suerte”, de Sor Juana Inés de la Cruz, queda por lo menos, la buena fe, de que el análisis, comprensión y disfrute, nos ayudó a entender mejor las posturas filosóficas, y geniales, de la escritora que supo abrirse al mundo, porque, necesariamente, el barroco, es la abertura “quizá”, ilimitada al mundo prejuiciado y viciado, de aquellas vulgaridades que trivializaban al hombre como creador, porque precisamente, los seres humanos, eran entendidos por Sor Juana, como los únicos capaces, de aplicar raciocinio, inteligencia en cada actividad que implicase, la humanización, es decir, el hombre no solo por serlo, sino, el hombre en el sentido de gestor potencial de las voluntades, sus voluntades, las que protegió gallardamente.
En fin, un poema que nos ha impregnado con su aroma, que es la fragancia de la vida, diríamos que nos ha mostrado la mejor de la lecciones, “estudiar, sacrificarse”, y no eternizarnos en lo “impreciso, e impuro de la vida”, sino en lo que nos llena, abarca y determina: lo espiritual, como la inmensidad más hermosa del pensamiento, del ser. Y esa es la enseñanza que se pudo descubrir, como ese néctar que se necesita, urgentemente, en este mundo, por momentos vago, y desolado. Sor Juana Inés de la Cruz, hoy, no eligió única y estrictamente ser escritora, sino que, como bien dijese Jean-Paul Sartre, filósofo y crítico literario francés, de que no se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan, y es tan fiel esta sentencia de Sartre, que Sor Juana Inés, se alza con toda la rectitud moral, en nuestra América, para expresarnos por boca de todos los que la entendemos y asumimos, que la vida es mejor consumirla en lo preciso, que consumirse en la incerteza y precariedad de lo que nada interesa, y eso fue las ciertas cosas, más ciertas que nos quiso decir, no porque solamente quisiera, sino porque la época y la vida hicieron de ella que expresase esas cosas tan valiosas, y que hoy se toman como principal sustento. Entonces, vivamos la vida, sintámosla como una tarea de correcta fortuna. Eso es lo que el mundo siempre ha necesitado.
Resolver lo vital, desde lo real maravilloso, como el método más puro, que se pudo crear, y porque como bien expresara los profesores José Miguel Pons y María Jesús Ramírez, al decir que “el arte se convierte en algo útil, se tiñe de pedagogía y didactismo…busca no solo gustar, sino también transmitir una enseñanza...” (Pons y Ramírez, 2016:31), todo ello, sin dudas desde Latinoamérica, y esa es la mejor de las lecciones que la América nos pudo ofrecer, de que lo barroco de un continente no se entiende solo por la fuerza, sino por el real convencimiento que esa fuerza “precisa”, para condicionar los hechos y explicarlos. Esa es pues, la verdadera literatura, la que sabe humanizar los hechos, y la que los ama con toda certeza.
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