MSc. Gustavo E. Rodríguez Montero
MSc. Iliana de la C. Concepción Toledo
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Desde el nacimiento mismo de la humanidad existen personas que poseen alguna afectación física, psíquica, sensorial o visceral que los hace diferentes de su comunidad, esta divergencia ha provocado que en algunas comunidades se ha producido desde el despeñamiento de los niños que nacían con una discapacidad en Esparta, pasando por el encierro en verdaderas fortalezas y ciudades amuralladas donde se guardaban y escondían a centenares de personas con algún tipo de discapacidad en Francia, el abandono de los miembros no capaces para valerse por sí mismos cuando las circunstancias obligaban a una emigración en las tribus americanas del Pacifico. Una excepción, en el mundo entero, la constituyó la tribu de indios Pies Negros, de Norteamérica, que cuidaba de sus miembros impedidos aunque ello representase un sacrificio para los intereses comunes, desde entonces mucho se ha avanzado en la premisa de que “lo normal es ser diferente”, pero mucho falta para lograr que todas las personas con discapacidad sean consideradas como sujetos de iguales derechos que el resto de los ciudadanos y no ser objetos de caridad, lástima o peor aun, indiferencia.