Geobanys Valle Rojas *
Carmen Alicia Rodríguez Casanova **
Universidad de Sancti Spíritus “José Martí”, Cuba
e-mail: gvrojas@uniss.edu.cu
Resumen
En la historia de la educación y la pedagogía cubana sobresalen educadores, maestros y pedagogos recordados por su reconocida obra educativa, que hoy constituye un aporte relevante y fiel sustento de la educación cubana. Es necesario que se realicen investigaciones donde se pondere la labor educacional de destacados educadores, consideración que parte al distinguir la carencia de estimulación y reconocimiento existente en el sector y la idiosincrasia del educador con su modestia, humildad, para reconocerse a sí mismo los resultados de su quehacer profesional. Con este estudio investigativo se persigue como objetivo demostrar cómo influyó el Maestro José Martí en el destacado pedagogo espirituano Antolín García, resultado que se obtuvo como parte de una revisión bibliográfica y documental que condujo a tal valoración. Este trabajo constituye un material de consulta para todos los docentes del territorio y para los estudiantes en formación de la Facultades de Ciencias Pedagógicas de los Centros de Educación Superior; y se realiza como parte de las líneas de trabajo declaradas para el funcionamiento de la Cátedra Honorífica “Dr. Antolín García Álvarez” del Departamento de Formación Pedagógica General, de la Universidad de Sancti Spíritus “José Martí”.
Abstract
In the history of Cuban education and pedagogy, outstanding educators, teachers and pedagogues are remembered for their recognized educational work, which today constitutes a relevant contribution and faithful support of Cuban education. It is necessary to conduct research in which the educational work of outstanding educators is considered. This is a consideration that distinguishes the lack of stimulation and recognition existing in the sector and the idiosyncrasy of the educator with his modesty, humility, to recognize himself the results of your professional work. This investigative study aims to demonstrate how the influence of José Martí on the outstanding educator from Antolín García, a result that was obtained as part of a bibliographic and documentary review that led to such evaluation. This work constitutes a reference material for all the teachers of the territory and for the students in formation of the Faculties of Pedagogical Sciences of the Centers of Higher Education; and is carried out as part of the lines of work declared for the functioning of the Honorary Chair "Dr. Antolín Garcia Álvarez "of the General Pedagogical Formation Department of the University of Sancti Spiritus "José Marti".
Palabras claves: José Martí, Antolín García Álvarez, pensamiento pedagógico, carrera Pedagogía-Psicología
Key words: José Marti, Antolin Garcia Alvarez, pedagogical thinking, Pedagogy-Psychology career
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Geobanys Valle Rojas y Carmen Alicia Rodríguez Casanova (2020): “El pensamiento de José Martí y el ideario del Dr. Antolín García Álvarez en la formación de estudiantes de la carrera pedagogía-psicología”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (marzo 2020). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2020/03/estudiantes-pedagogia-psicologia.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/atlante2003estudiantes-pedagogia-psicologia
I. INTRODUCCIÓN
El desarrollo de la personalidad se manifiesta asociado a significativos procesos, como la educación, que garantiza la continuidad histórica de la humanidad a partir de la conservación y transmisión de su legado. Desde las ciencias pedagógicas se reconoce que la educación se concibe como un proceso sistemático, planificado, dirigido, organizado y consciente que permite el logro de una cultura general e integral como finalidad educativa, en los educandos. Al respecto, se coincide con el Apóstol del magisterio cubano, José Martí, al tener en cuenta que educar es preparar al hombre para la vida, para que viva como un hombre amante, independiente, como un hombre de principios, acorde a su tiempo.
La educación como fenómeno de la superestructura de la sociedad se encuentra condicionada por una visión del mundo y por la práctica cotidiana de la vida de los seres humanos. Los educadores han estado al servicio de la cultura y de la sociedad, tanto para conservarla, reproducirla, como para renovarla y transformarla esta es una realidad que no se puede negar en ningún país (González Rodríguez, et al. 2011, p. 1).
En este sentido, válido es el reconocimiento que merecen en la historia de la educación eminentes pedagogos, maestros, educadores o investigadores que se han destacado por sus importantes aportes a la educación, sus concepciones pedagógicas, didácticas o curriculares, hoy antecedentes de consulta obligatoria para propiciar el perfeccionamiento y la calidad del proceso pedagógico, que alcanzan una marcada vigencia a la luz de la pedagogía universal actual.
Desde el contexto universal y latinoamericano sobresalen personalidades que han dejado una profunda huella en la educación, como los filósofos de la antigua Grecia Platón (427 a.C. -347 a. C.) y Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.); y más recientemente Jan Amos Comenius (1592-1670), Jean Jacques Rousseau (1712-1778), Johan Heinrich Pestalozzi (1746-1827), Simón Rodríguez (1769–1854), Joseph Lancaster (1778-1838), Rafael Cordero y Molina (1790-1868), Eugenio María de Hostos (1839-1903), John Dewey (1859-1952), Nadezhda K. Krupskaya (1869-1939), María Montessori (1870-1952), Inés Mendoza (1908-1990) o Paulo Freire (1921-1997), por solo mencionar algunos.
La educación cubana en su devenir histórico-social ha mostrado una valiosa y extensa tradición pedagógica humanista, con aportes significativos acumulados a partir de la vida, la obra y el pensamiento de grandes educadores de los siglos XIX y XX (González Rodríguez, N.; D. Calzado Lahera, y M. Lannes González, 2009).
En todas las etapas del decursar histórico de la educación en Cuba, los maestros, los profesores y educadores en general, han sido los principales artífices. En el centro de las luchas del pueblo cubano siempre han estado los maestros. Con su práctica día a día en las aulas, se puede modelar una teoría pedagógica auténticamente cubana (González Rodríguez, et al., 2011, p. 6).
Es un deber estudiar sus obras, indagar sobre sus prácticas educativas, extraer las mejores enseñanzas y ponerlas en función de perfeccionar el proceso educativo del presente. Es este el mejor homenaje a rendir a los maestros, a los que por siempre serán “evangelios vivos” (González Rodríguez, et al., 2011, p. 6).
Entre los clásicos de la pedagogía cubana se pueden mencionar a José Agustín Caballero (1762-1835), Félix Varela (1788-1853), José de la Luz y Caballero (1800-1862), Rafael María de Mendive (1821-1886), Manuel Valdés Rodríguez (1848-1914), Enrique José Varona (1849-1933), José Martí Pérez (1853-1895), María Luisa Dolz (1854-1928), Alfredo Miguel Aguayo (1866-1948), Piedad Maza (1901-?), entre otros. Sin embargo, hay otros educadores que también merecen una posición similar a los mencionados, y en este caso se encuentra el destacado pedagogo espirituano Dr. Antolín García Álvarez (1883-1944).
El Dr. Antolín García Álvarez fue un pedagogo, escritor y periodista, que tuvo en José Martí Pérez a su principal guía e inspiración en su realización como maestro, ocupación que desempeñó siempre con orgullo y satisfacción, y por la que merece ser recordado como otro grande la pedagogía cubana.
Aunque ambos vivieron en etapas y contextos diferentes, existe entre estas personalidades ciertas coincidencias en torno al pensamiento educativo, razón que estimula a realizar esta investigación con el objetivo general de demostrar cómo influyó José Martí en la formación del Dr. Antolín García, mediante las convergencias manifiestas tanto en la vida como en la obra de estas personalidades. De ese modo, se persigue como objetivo especifico fundamentar cómo pueden influir estos educadores cubanos en la formación de los estudiantes de la carrera Pedagogía-Psicología, en la Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”.
Este estudio investigativo se realizó utilizando una revisión bibliográfica y a través de un análisis de fuentes documentales de archivos escritos con anterioridad al triunfo de la Revolución Cubana, pero con una excepcional vigencia que se ajusta a los objetivos y contenidos de la educación cubana actual. Como aporte se obtuvo la elaboración de un material de apoyo para las asignaturas Historia de la Educación e Historia de la Pedagogía, que se imparten, respectivamente, como parte de la Disciplina de Formación Pedagógica General, en las carreras de perfil pedagógico, y de la Disciplina de Fundamentos Pedagógicos.
II. LOS ORÍGENES DE JOSÉ MARTÍ Y ANTOLÍN GARCÍA. PRIMERAS CONFLUENCIAS ENTRE ESTAS PERSONALIDADES
Afirmó el Comandante en Jefe F. Castro Ruz (2007, p.22) que “no son los hombres los que hacen la historia, es la historia la que hace a los hombres o a las figuras o a las personalidades”.
En correspondencia con el citado pensamiento fidelista se plantea que la historia ha hecho a dos hombres que se destacan por sus aportes realizados a la educación, que hoy son dos figuras de alcance nacional, el cubano más universal de todos los tiempos, José Martí Pérez, y el espirituano Antolín García Álvarez.
A pesar de que ambos nacieron en la etapa colonial, cuando Cuba era sometida a la opresión española, donde ya se despertaban los bríos iniciales que añoraban la libertad, José Martí vino al mundo anticipadamente, un 28 de enero de 1853, naciendo en La Habana en el seno de una familia que provenía de la región ibérica. Mientras que Antolín Esteban García Álvarez nació el 2 de septiembre de 1883, en Sancti Spíritus, en el seno de una familia pobre, pero laboriosa y honrada.
Por lo que constituye la primera coincidencia entre estos dos hombres la etapa histórica en que les tocó nacer.
José Martí nació en el seno de una familia humilde, creció bajo los valores de honestidad, honradez, apego a la verdad, amor al trabajo, respeto a sus mayores, obediencia y colaboración con los demás, normas éticas que en conjunto conformaban lo que en la sociedad se identifica como una persona decente, que honra ante todo a su familia y se prepara para cumplir su misión social (Guerra Díaz, 2016).
La existencia de una numerosa familia fue también común en ambos, pues Martí tuvo 7 hermanas, y Antolín tuvo 13 hermanos en total, además de que las respectivas familias Martí-Pérez y García-Álvarez atravesaron estrecheces económicas, y en el seno familiar de estas prevaleció el principio de sustentarse económicamente con la manera honrada de ganar el sustento.
Para el año en que nace el espirituano, el ya reconocido y futuro Delegado del Partido Revolucionario Cubano –como también se conoce a Martí- colaboraba en la Revista La América, que se editaba en New York, y varios de sus artículos publicados giraron en torno al análisis de lo que estaba pasando en ese país en materia de transformaciones económicas y sociales y principalmente en educación, donde esos cambios tecnológicos determinaban un replanteo de la enseñanza en sentido general.
Otro dato que los relaciona en sus respectivas vidas guarda estrecha relación con los estudios elementales cursados por ambos. Conocido es que Martí tuvo en Rafael María de Mendive más que a un maestro a un padre espiritual, que sembró en él los valores de patriotismo y honor, y quien estuvo de acuerdo en costear sus estudios cuando el padre de Martí quedó cesante de su puesto de trabajo, porque fue para Mendive su alumno ejemplar y quizás el más querido.
Mientras que los padres de Antolín lo inscribieron oportunamente como alumno pensionista en la escuela que dirigía el notable educador espirituano don Mariano Marín Obregón, quien se percató de que tenía un discípulo prometedor, a poco de cursar la enseñanza primaria, por la conducta y la constante aplicación del joven Antolín. Cuando su familia no pudo continuar pagando la pensión escolar, debido a la precaria situación en que la guerra los había dejado, fue precisamente su maestro Mariano Marín quien gustosamente estuvo de acuerdo en costearlos, para que Antolín pudiera continuar estudiando, como justo premio a la aplicación de su apreciado alumno.
Aunque autores como Rodríguez (2013) sostienen que José Martí comenzó oficialmente a ejercer el magisterio en Guatemala, en el año 1877; otras fuentes (C. J. Morales (1993), J. L. Prieto Benavent (2003), J. García Blanco (2012), M. García Guatas (2014)) revelan que el Apóstol impartió algunas clases particulares a familiares cubanos establecidos en Madrid, después de que fuese deportado y llegar a España en 1871. De ser real esta última información, Martí contaba con 18 años, y precisamente con esa edad fue que Antolín materializó su interés de incorporarse a la enseñanza, tras presentarse a los exámenes convocados por la Junta Examinadora de la Junta de Superintendentes de Educación en 1901 a las personas que en esa fecha no estaba ejerciendo la docencia y que quisieran trabajar como maestros. Sería entonces esa otra coincidencia.
Una personalidad histórica que estuvo muy vinculada a estas figuras fue el eminente pedagogo Enrique José Varona, quien fuese amigo de José Martí, e incluso cuando este lo solicitó, Varona asumió en 1895 la redacción del periódico “Patria”, órgano oficial del independentista Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí. Además, Varona fue un destacado continuador de las ideas educativas de los siglos XIX y XX en Cuba expresadas por José Agustín Caballero, Félix Varela, Rafael María de Mendive y, evidentemente, José Martí.
Mientras que desde su ingreso a la Universidad de La Habana, Antolín se destacó como uno de los discípulos más prominentes y queridos que tuvo el Dr. Enrique José Varona, quien lo tenía en la mayor consideración por sus cualidades como estudiante; y aunque inicialmente había matriculado en las carreras de Pedagogía y Arquitectura, su pasión por la educación le permitió graduarse como Doctor en Pedagogía, en el año 1913. Tiempo después, en el año 1938, obtuvo Antolín su segundo título de Doctor en Filosofía y Letras.
Ambos se desempeñaron como catedráticos y, mientras que Martí se destacó en el área de la Literatura, el Español y la Gramática, Antolín fue principalmente profesor de Historia y de Geografía. Y aunque Antolín sí se desempeñó un tiempo en su vida como maestro de niños y niñas, ambos trabajaron fundamentalmente con adolescentes, jóvenes y adultos.
Verrier Rodríguez (2007) afirma que Martí tuvo la oportunidad de estudiar el fenómeno de la educación, al viajar por diferentes países, de tener contactos directos con civilizaciones distintas y lo hizo con singular atención. Tal fue el caso del Dr. Antolín García cuando viajó representando al gobierno de Cuba para estudiar los sistemas de educación de los países más avanzados de Europa, como España, Alemania, Francia, Inglaterra, Suecia, Holanda e Italia, informando a su regreso a la Isla sobre el desarrollo alcanzado por la educación en esos países, y las áreas en que debían aplicarse en el sistema educativo nacional de aquel entonces, lo que contribuyó notablemente como orientación para ampliar y perfeccionar el panorama educacional cubano.
José Martí Pérez ejerció el magisterio en más de una ocasión a lo largo de su vida, en Cuba, Guatemala, Venezuela y Estados Unidos; trabajó en la Escuela Normal de Guatemala, en este país también fue catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Central, contribuyó mucho en la Sociedad Protectora de la Instrucción la Liga, fundada en Estados Unidos por trabajadores cubanos y puertorriqueños, negros en su mayoría, que fue una escuela especial en la que Martí se sintió impulsado a practicar sus ideas acerca de la enseñanza como obra de amor, de perfeccionamiento humano, de modernidad científica y de concientización patriótica.
Además, también llegó a impartir clases gratuitamente en varias oportunidades. A menudo fue llamado oportunamente como Apóstol y Maestro, apelativos recogidos también por la posteridad para indicar su condición de guía del pueblo cubano hacia la independencia.
El estudio y divulgación de la vida y obra del Dr. Antolín García Álvarez contribuye a rescatar en la memoria histórica a esta personalidad excelsa espirituana, quien fuese autor de la primera tesis de doctorado de paidología en Cuba referida a la disciplina en el contexto escolar, publicó numerosas obras de Pedagogía, fue catedrático por oposición y ocupó altos cargos administrativos en la rama de la educación (Valle Rojas, Rodríguez Casanova y González Fernández, 2016).
Antolín García Álvarez fue primeramente maestro en escuelas de instrucción primaria, que trabajó en barrios espirituanos, primero en Taguasco, y luego en Guasimal, lugar ubicado hacia el sur espirituano donde recibió la estimación general de los padres de familia e hizo muy buenos amigos en la comunidad guasimaleña, pues contribuyó a la organización de la escuela y laboró con tesón inquebrantable por el adelanto de sus educandos; y también fue maestro en Sancti Spíritus.
Estuvo al frente de la Cátedra de Estudios Sociales (que incluían las disciplinas de Geografía, Historia, Cívica y Sociología) en la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara, institución que también dirigió desde 1921 hasta 1929. Luego obtuvo por oposición la Cátedra de Geografía e Historia en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, y después obtiene la misma cátedra en el Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado en La Habana. Tras fundar el Instituto de Previsión y Reformas Sociales ocupó la Cátedra de Cultura Cubana.
También se desempeñó como Inspector Provincial de Educación de la otrora provincia Las Villas, y luego de la provincia de Camagüey. Él representó a Cuba en el Congreso Internacional de Educación Progresiva celebrado en Dinamarca en 1929, y por concurso de mérito estuvo frente a la Jefatura de Despacho de la Secretaría de Educación de Cuba.
Indudablemente, ambos fueron grandes personalidades que se destacaron en su época en el ejercicio de sus funciones como maestros. José Martí fue un pedagogo muy admirado por el Dr. Antolín García, quien no dudó ni un instante en seguir sus pasos, e incluso organizó y celebró en varias ocasiones Cenas Martianas para homenajear al Maestro. Quizás por las coincidencias anteriormente mencionadas es que no es difícil encontrar relaciones entre el pensamiento de José Martí con las ideas de Antolín.
III. VÍNCULOS ENTRE EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE JOSÉ MARTÍ Y LAS IDEAS EDUCATIVAS DE ANTOLÍN GARCÍA
Cuando Antolín García realizó en 1938 su segundo doctorado en Filosofía y Letras, en su tesis titulada “La expedición Maceo-Crombet en la Guerra de 1895” reconoció sobre José Martí que:
por un acaso de los destinos históricos de los pueblos surgió la figura extraordinaria de Martí, modesto, activo, paciente, fervoroso, consagrado al servicio de la independencia de Cuba, que logró el milagro de unir a todos los cubanos de dentro y fuera de la Isla, bajo el símbolo de la confianza, de su fe, de su inteligencia y de su voluntad (García Álvarez, 1938).
En esa tesis también referenció algunas misivas enviadas por Martí a Maceo durante la preparación de la Guerra Necesaria, de gran valor histórico.
Con relación a la formación de los hombres y mujeres, ambos tuvieron puntos en común. Martí decía que “hombres vivos, hombres directos, hombres independientes, hombres amantes, eso han de hacer las escuelas” (citado por Aguiar, 2013). Antolín (1935) distinguía que “si queremos hombres libres, justos y fraternales tenemos que educarlos por la libertad, la justicia y el amor”. De esta manera se hace evidente la finalidad educativa a seguir por la educación desde el criterio de ambos, para ver formado al hombre integral al que aspira y necesita el sistema educativo.
Esta formación del hombre alcanzó una dimensión más amplia en el pensamiento de ambas figuras, cuando tuvieron aspiraciones similares en cuanto a la formación del hombre americano. Decía Martí en el contexto en que le tocó vivir que
se está cometiendo en el sistema de educación en la América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente a los hombres para la vida urbana, y no se les prepara para la vida campesina. (Citado por Aguiar, 2013).
Por otro lado, Antolín (1942) planteaba que “la escuela de América debe ser una escuela de realidades, de trabajo activo, donde se prepare el ciudadano por sí mismo bajo la mirada inteligente y comprensiva del maestro a la realización de los fines de la existencia”. Esto significaría poner la educación americana a la altura de su tiempo, uniendo la teoría con la práctica y en función de las demandas sociales preparar al hombre para la vida.
Esta preparación tendría que corresponderse necesariamente con la formación de un ciudadano ejemplar desde las primeras etapas de la periodización del desarrollo psíquico, en el que se manifiesten conductas sociables dignas de admirar, respondiendo a una adecuada cultura del comportamiento, que también sepa defender su nación, su tierra. Al respecto el Apóstol reconocía que “ser ciudadano de la república es cosa difícil, y es preciso ensayarse en ella desde la niñez” (citado por Batlle, 2004, p. 75). Señalaba Antolín (1942) que “los hombres y las mujeres de América tienen que prepararse para ser buenos ciudadanos individuales y responsables”.
Martí significó la necesidad de que exista en cada pueblo una escuela, al expresar que “una escuela es una fragua de espíritus; ¡ay de los pueblos sin escuela! ¡ay de los espíritus sin temple!” (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 161). Siguiendo esta misma línea, pronunció después Antolín (1939) que “en esta fragua de espíritus, como dijera el Apóstol de nuestras libertades de cada escuela, se rescatan almas para empeños más altos y más útiles, para servir mejor, abriendo las luminarias de la mente, templando la voluntad y forjando el corazón”. Así puede identificarse que ambos reconocen, en primera instancia, lo importante que resulta que haya escuelas en los pueblos, pues constituyen instituciones que tributan notablemente a la formación de los hombres y mujeres, moldeando el espíritu, transformando a la personalidad, a través de la dirección del proceso educativo de una manera sistemática, planificada, organizada y dirigida.
También sintieron la necesidad de que la escuela se ajustara al contexto histórico correspondiente, vinculándose en todo momento con el desarrollo alcanzado por la sociedad, aunque para eso tuviese que adecuar los programas y planes de estudio, planteamientos en los que se distinguen el carácter social y el carácter histórico que tiene la educación, dentro del contexto escolar. Al respecto dijo José Martí en su tiempo que “debe ajustarse un programa nuevo de educación, que empiece en la escuela de primeras letras y acabe en una Universidad brillante, útil, en acuerdo con los tiempos, estado y aspiraciones de los países en que enseña” (Citado por Almendros, 2001, p.17). Por su parte, Antolín (1937, pp. 12-13) sostuvo que: la escuela ha respondido efectivamente a los ideales y necesidades de su medio y de su época; pero en el momento actual son otros los valores e ideales de la sociedad y también tienen que ser otros los arrumbamientos seguidos por la escuela para cumplir los fines de su objeto.
De esta manera es evidente cómo ambos reconocen la importancia y la necesidad de transformar la escuela de acuerdo a la época histórica, poniendo a la educación a la altura de su tiempo, lo que incluía cambiar la educación como una condición necesaria del progreso social, por lo que demandaba de cambios en el sistema educativo para lograr la calidad en el proceso docente.
Sobre los maestros Martí resaltaba que era menester que estos llevaran la ternura que tanta falta hace y que tanto bien le hace a los hombres, y opinaba que “para ser maestro de otros es necesario saber servir” (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 354). En lo que Antolín (1939) fundamentaba la función esencial a llevar a cabo por los educadores, al afirmar que:
nuestra labor fundamental está en producir estados emotivos elevados y transformar emociones groseras que informan la vida de la mayoría de nuestra población reclusa en emociones espirituales, que alejando al hombre de lo propio de la animalidad lo acerque a la vida superior capaz de responder a emociones más sutiles, más delicadas, profundas y mejores.
Con este planteamiento de Antolín se puede determinar la idea martiana de cómo deben saber servir los maestros como agentes importantes en la formación de la personalidad de sus educandos, logrando su transformación y autotransformación.
Pudo Martí avizorar que
el pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque. (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 145).
Antolín (1942) defiende que
los pueblos tienen que ser necesariamente educados en relación con los fines que están llamados a desempeñar, y la escuela, que es una función social, y por tanto subordinada a los propósitos e intereses de la sociedad y de su organismo máximo, el Estado, es el medio más eficaz para su realización.
Ambos señalan en sus apreciaciones la necesidad de que los pueblos sean educados, y tienen presente que la educación como producto y productora de la sociedad deberá responder a los intereses del Estado, formando a los pueblos para que puedan servir dignamente a su progreso.
Esta educación de los pueblos debía ser en beneficio de su propio desarrollo social, a pesar de que las personas se formaran en otras regiones, e incluso es menester que cada individuo conozca su historia, la historia de su pueblo, al igual que las características que tipifican a su comunidad para que pueda contribuir al adelantamiento de su tierra de origen, donde debe echar las raíces para que esta crezca continuamente. Este análisis parte de la tesis planteada por Martí al exponer que
el peligro de educar a los niños fuera de su patria es casi tan grande como la necesidad, en los pueblos incompletos o infelices, de educarlos donde adquieran los conocimientos necesarios para ensanchar su país naciente, o donde no se les envenene el carácter con la rutina de la enseñanza y la moral turbia en que caen, por la desgana y ocio de la servidumbre, los pueblos que padecen en esclavitud. (Citado por Almendros, 2001, p.32).
Entre tanto, Antolín (1942) señala que
es indispensable que cada individuo conozca la comunidad en que convive, su organización, sus fines, sus funciones, su sostenimiento, su dirección, su gobierno, la inestabilidad de su dependencia, su deber de servirla con lealtad y con amor, que la comprenda y que la viva en suma, íntegramente.
En Martí se distingue como un elemento importante en la formación de la personalidad de los educandos el hecho de que “no hay mejor sistema de educación que aquel que prepara al niño a aprender por sí” (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 147). Por otro lado, Antolín (1942) reconoce que “el individuo ha de llegar por sí mismo en la libre oportunidad a la formación de su personalidad”. Al analizar estas ideas se puede observar cómo ambos, de una manera u otra, destacan el papel activo que desde el factor psicológico ocupa el hombre en su propio desarrollo, otorgándoles un protagonismo especial a los sujetos en ese proceso formativo de la personalidad.
En ideas expresadas por ambas personalidades se expone el criterio de resaltar a la voluntad como una capacidad que le ha permitido al hombre superarse en la vida, crecer como personalidad, distinguiéndola como la ley del hombre, a decir por Martí, quien también tuvo presente que “la voluntad crea y mata. Un hombre que se cultiva, y se levanta por sí propio, es el más alto de los reyes, y puede mirar como a inferior a todos estos vanos encopetados que no hayan vencido tanto como él” (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 690). Coincide Antolín con el sentir martiano, al confesar que:
Cuanto el hombre ha hecho de grande y trascendente en la vida lo debe a su voluntad principalmente; pero que la gran voluntad capaz de todas las posibilidades no se forma sino a fuerza de infinitos actos de dominio de pequeñas cosas que nos van haciendo cada vez más aptos del control hasta conseguir el gran dominio que nos liberta definitivamente de la inferioridad. (García Álvarez, 1939).
Distinguen ambos que la voluntad favorece el crecimiento personal, pues como bien dijera el pedagogo espirituano, todo lo grande tiene su origen en lo pequeño.
La juventud fue una de las etapas evolutivas del desarrollo psíquico que despertó también el interés del Apóstol, y para este período evolutivo dejó instrucciones que hoy sirven de guía en su formación. Consideraba en esencia que los jóvenes debían estimularse a trabajar, a crear, a contribuir al desarrollo y al progreso social, y sostuvo que “todo honor merece el joven rico que trabaja” (Citado por Valdés Galarraga, 2002, p. 330), que no se trata en este caso de un joven rico por el dinero, sino por el trabajo que sale de sus manos y que le permite al hombre crecer. En este sentido, Antolín (1937, p. 13) resaltaba que “es preciso enseñar a la juventud el valor y la significación del trabajo como factor social y del bienestar de la comunidad y estimular su adopción como medio para conocer su valor y respetarlo”.
Por otra parte, desde las ideas expresadas por estos notables educadores sobresalen lecciones a los jóvenes donde se les exhorta para que contribuyan al desarrollo social desde el propio crecimiento personal y a la transformación de la realidad. En este sentido, expresaba José Martí que “la juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar, a los pueblos vírgenes, y no estarse pegada a las faldas de la ciudad como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno” (Martí, 1889, citado en Batlle, 2004, p. 216). El Dr. Antolín García (1939) dejó consejos confiando en los jóvenes, al decirles “adelante, pues, juventud vigorosa y entusiasta, que siempre hay triunfo en los altos ideales del espíritu”.
A pesar de que vivieron en épocas diferentes y no tuvieron la oportunidad de conocerse, es evidente la presencia martiana en el ideario del Dr. Antolín García Álvarez, quien recibió la influencia de Martí, lo que se expresa de una forma u otra y mediante sus particularidades individuales en el ideario de estos pedagogos.
En el plano de estas concepciones se expresa una contribución significativa en la conformación de una pedagogía auténticamente cubana. Con este estudio se revela parte de la riqueza de la vida y la obra educativa de estos destacados educadores cubanos que, sin lugar a dudas, constituyeron en su momento fundamento de los proceso de perfeccionamiento y transformaciones educacionales acontecidas en las distintas etapas.
IV. RECOMENDACIONES PARA TRABAJAR CON EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE JOSÉ MARTÍ Y ANTOLÍN GARCÍA EN LA CARRERA PEDAGOGÍA-PSICOLOGÍA
La carrera Licenciatura en Educación, especialidad Pedagogía-Psicología, en el contexto espirituano, se inició en el curso 2008-2009 con el Plan de Estudio C en la modalidad de Curso Regular Diurno. Aunque se reconoce que los antecedentes se remontan a 1913, cuando el reconocido educador espirituano Antolín García Álvarez obtuvo el título de Doctor en Pedagogía con el tema “El problema de la disciplina en las escuelas primarias”, lo que se convirtió en uno de los primeros proyectos investigativos acerca de la Paidología en Cuba.
En el curso 2010-2011 se implementó el Plan de estudio D, organizado con un currículo base contentivo de los elementos esenciales para la formación de un profesional de amplio perfil, de acuerdo con su objeto de trabajo, esfera y campo de acción y se complementó con el currículo propio y optativo/electivo. A partir del curso 2012-2013 se aprobó por la Comisión Nacional de Carrera (CNC) una modificación al plan de estudio antes aludido, donde se redujo el número de horas al currículo base. Desde el curso académico 2016-2017 está vigente el Plan de estudio E.
El Modelo del Profesional con el que se inició la carrera se caracterizó por su perfil amplio y sus posibilidades para evaluar la calidad de la formación inicial. En él se plantearon como componentes básicos del proceso educativo: el académico, el laboral y el investigativo, los que permitieron la apropiación del modo de actuación profesional; y también se explicitan las aspiraciones formativas de esta especialidad, en correspondencia con el objeto de trabajo, el que se centra en el proceso educativo y se materializa en la orientación educativa a estudiantes, familiares y vecinos de la comunidad, la asesoría psicopedagógica a directivos y profesores, la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje de las disciplinas pedagógicas y psicológicas y la investigación educativa en los contextos donde desarrolla su labor profesional.
Uno de los objetivos de la educación superior cubana es la estimulación de la investigación y profundización acerca de la vida y obra de personalidades científicas e intelectuales destacados, sean nacionales o extranjeros, como bien precisa la Resolución No. 39/2015.
Por esta razón, el Departamento de Formación Pedagógica General de la Facultad de Ciencias Pedagógicas en la Universidad de Sancti Spíritus “José Martí” aprobó la creación de la Cátedra Honorífica “Dr. Antolín García Álvarez”, la cual está formada por profesores de este departamento, estudiantes de la carrera Pedagogía-Psicología, y por otros invitados de la universidad y del territorio nacional, no sólo para enaltecerlo y recordarlo sino también para continuar sus líneas de compromiso social y educativo.
El estudio y divulgación de la vida y obra del Dr. Antolín García Álvarez contribuye a rescatar en la memoria histórica a esta personalidad excelsa espirituana, y a partir del vínculo establecido entre sus ideas con el pensamiento del pedagogo cubano José Martí Pérez, se proponen las siguientes acciones para contribuir a la formación general integral de los estudiantes de la carrera Pedagogía-Psicología:
En la actualidad el proceso docente-educativo no se concibe centrado únicamente en la adquisición de conocimientos o habilidades, pues es creciente el interés en todos los niveles de enseñanza de contribuir a la formación de ciudadanos con valores, sentimientos y normas de comportamiento adecuados que les permitan, no solamente en el mundo actual, comprometerse con su transformación, a partir de su crecimiento como seres humanos. El deseo de tomar como paradigmas a personalidades históricas como José Martí y Antolín García en la formación de las nuevas generaciones de profesionales también guía a la educación y desarrollo de valores.
Esto puede suceder desde que se perciben en estas figuras loables cualidades morales, como el sentido de la responsabilidad ante el trabajo, la disciplina, la entrega y el amor confeso a la profesión, el altruismo, la solidaridad, la preocupación por la formación de los estudiantes, la justeza, el patriotismo, la voluntad, la tenacidad y un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo sino al futuro.
Así resulta evidente cómo con la fuerza del ejemplo de personalidades relevantes se forman cualidades morales en los estudiantes, ya que además de la persuasión, la imitación como mecanismo y medio socio-psicológico de influencia juega un papel educativo importante. Figuras como estas, portadoras de esas cualidades, estimulan el desarrollo en sus alumnos. Los educandos necesitan de la concreción de este modelo en personas que para ellos signifiquen un paradigma del profesional que ellos quisieran ser, de lo contrario se quedarían en el vacío de la verbalización abstracta e improductiva de un modelo inalcanzable por lo alejado de su experiencia vital.
Constituye un privilegio desarrollar y perfeccionar la carrera bajo el ejemplo de destacados pedagogos cubanos y del territorio, los que han marcado pautas en el modelo a seguir por los profesores más jóvenes en términos de compromiso, responsabilidad, sentido de pertenencia e identidad profesional pedagógica.
CONCLUSIONES
Como fieles exponentes del pensamiento pedagógico cubano, el ideario de José Martí influyó notablemente en la consolidación del pensamiento educativo del Dr. Antolín García Álvarez, quien en vida se declaró continuador de la obra martiana.
A través del estudio comparativo realizado en torno a las ideas de las personalidades estudiadas se ha podido demostrar cómo confluyen en caminos similares, lo que favorece la autenticidad de una pedagogía propiamente cubana.
Vale reconocer que muchas de las consideraciones de ambas personalidades se mantienen vigentes a la luz de su aplicación en la educación cubana actual, para la formación del hombre nuevo que, además de libre, independiente, directo y amante, sea una personalidad con una cultura general e integral reconocida.
Ambas personalidades constituyen un digno ejemplo en la formación de los estudiantes de la carrera Pedagogía-Psicología, por la confluencia ente sus idearios y el ejemplo personal que también queda como legado para las nuevas generaciones de profesionales de la educación.
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