Hirina Dionisia Reyes Arias*
Esmeralda Juana Bauzá López**
Alejandra Naranjo De Los Reyes Gavilán***
Gilberto Garcés Fonseca****
Yinnet Roselí Regalón Reyes*****
Leandro Rodríguez Vega******
Universidad De Granma, Cuba
hreyesa@udg.co.cu
RESUMEN
La cultura educativa de José Martí germina en cada una de las obras que escribió para los niños, las que se trasmiten en un lenguaje claro, sencillo y cargado de mensajes educativos que impregnan el sentido del bien en toda su integridad. La presente propuestas se plantea el propósito de reflexionar sobre la cultura educativa de José Martí y su influencia en la formación integral de los niños de la infancia preescolar. Su importancia se concibe, esencialmente, desde la Revista: La Edad de Oro, bajo el postulado: Educar es preparar al hombre para la vida. La efectividad de los resultados se revela en la práctica pedagógica del círculo infantil: La Edad de Oro del municipio Manzanillo.
PALABRAS CLAVES: José Martí, cultura educativa, formación integral, primera infancia.
TITLE
José Martí, educational culture and his influence in the integral formation of the children of babyhood.
ABSTRACT:
the educational culture José Martí germinates in each of the works that you wrote for the children, the ones that are broadcast in a plain language, small change and crammed of educational messages that they impregnate the sense of the good in all his integrity. Present it the purpose to reflect on José Martí educational culture and his influence in the integral formation of the children of the preschool infancy presents proposals itself. His importance is conceived from the magazine: The Saturnian Age, under the postulate: To educate is to train the man for life. The effectiveness of the results comes to light in the pedagogic practice of the infantile circle: The Saturnian Age of the municipality Olive Tree.
KEY WORDS: José Martí, Educational culture, integral formation, babyhood.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Hirina Dionisia Reyes Arias, Esmeralda Juana Bauzá López, Alejandra Naranjo De Los Reyes Gavilán, Gilberto Garcés Fonseca, Yinnet Roselí Regalón Reyes y Leandro Rodríguez Vega (2019): “Cultura educativa de José Martí y su influencia en la formación integral de los niños de la infancia preescolar”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (noviembre 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2019/11/cultura-educativa-marti.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1911cultura-educativa-marti
INTRODUCCIÓN
La cultura es el mundo del hombre en estrecha vinculación con la naturaleza y el entorno social que ha creado con su actividad. La revelación cultural es el modo en que el hombre como ser aprehende en la vida del trabajo y de su creación integral, incluye conocimiento, praxis, valor y comunicación; modos creadores que se alcanzan, a partir de la aprehensión de la naturaleza humana en relación con su contexto histórico y sus varias mediaciones y condicionamientos. La complejidad del hombre hay que asumirlo con sentido cultural, es decir, en la actividad práctica que lo integra a la cultura. (Pupo, 2006, p. 116, 117).
Los seres humanos se apropian de la cultura en un proceso condicionado por la propia cultura, en sus conocimientos, habilidades, valores y competencias; se considera un proceso dinámico en la formación de las capacidades transformadoras, las que se van sistematizando en la apropiación de la cultura de su entorno y de los contenidos propios de la cultura en su contexto, desde un reconocimiento de lo contextual en lo universal de la cultura y de lo universal en el contexto cultural. (Fuentes, 2011, p. 165).
Se trata de reconocer la cultura en su movimiento, condicionada por la influencia de la educación y sus posibilidades, límites y fines, en dependencia de las exigencias sociales y de la actividad humana en un contexto sociocultural determinado para lograr el desarrollo integral del ser humano. La cultura educativa se encarga de atender los problemas que atañen a la formación del hombre, a partir de la propia práctica educativa.
La cultura educativa no es sólo un producto del sistema de influencias cognoscitivas, sino que deviene de la formación integral del hombre para la vida, en correspondencia con el sentido y significado que se le otorgue al proceso de aprehensión de la realidad social, del ser consciente y de los deseos de satisfacción humana, en función de contribuir al desarrollo y plenitud de su conducta y actuación.
En la concepción martiana la cultura educativa se concibe más allá de las potencialidades del ser humano y de su formación integral para la vida, la que se adquiere y crea en la propia transformación de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, inmersa en ideales patrióticos, de independencia y de liberación de la patria cubana. Pupo (2006), lo identificó como el fundador de un humanismo trascendente, cuya racionalidad humana - espiritualidad encuentra en los valores las fuerzas esenciales para la formación humana, en términos de una axiología de la acción, cimentada en una ética concreta del devenir humano. (p. 86).
La influencia de la cultura educativa de José Martí se despliega desde la primera infancia, a los niños les dedicó espacios literarios inolvidables que han trascendidos de generación en generación, envueltos en su más preciado legado, de considerar a la primera infancia como La Edad de Oro, así tituló la revista dedicada a los chicos de América, con el propósito de contribuir a su formación integral y para la vida.
En las revisiones bibliográficas de estudios internacionales consultadas por la autora sobre la cultura educativa de José Martí; se destacan las obras de Nassif (1993) y González (2015). En Cuba se hacen evidentes la calidad de las investigaciones dedicadas al Apóstol, fueron consultados los estudios de Blanco (2001); Llantada (2003); Pupo (2004-2006); Chávez (2002); Guerra (2010); Fuentes (2011), quienes desde diferentes posiciones científicas ofrecen elementos teóricos esenciales que ilustran el legado martiano en la formación integral del hombre, estudios que son asumidos por la autora desde la educación de la primera infancia.
En la revisión del programa educativo del área Conocimiento del Mundo Social en la infancia preescolar se plantea como propósito que los niños sean capaces de ampliar sus conocimientos sobre los procesos y fenómenos de la vida social, contribuir al establecimiento de determinados patrones de conducta en el marco de las relaciones sociales, la formación y desarrollo de actitudes, valores, normas, nociones y sentimientos, especialmente los de carácter patriótico.
En este programa se establece el contenido de revolucionarios cubanos, el cual exige que los niños se familiaricen con la vida y obra de José Martí, en su infancia, en la lucha por la independencia de Cuba, así como las cualidades que le caracterizan; se enfatiza en la conmemoración de las efemérides o hechos históricos que le son inherente, como el natalicio (28 de enero de 1853) y la muerte (29 de mayo de 1895).
Se plantea formar sentimientos de amistad al demostrar el amor de Martí por la familia, los maestros, los amigos y por la patria, especialmente hacia su madre Doña Leonor Pérez Cabrera, a su amigo Fermín Valdés Domínguez, a su maestro Rafael María de Mendive, a su hijo José Francisco Martí Sayas Bazán y a su patria. Se requiere que los niños participen en todas las actividades que se programen en su homenaje, en la atención a las condiciones, higiénicas y estéticas del sitial martiano, el depositar flores en el busto para rendirle homenaje, así como las actividades conjuntas que deben realizarse para izar y arriar la bandera diariamente.
Los contenidos y experiencias que se ofrecen sobre el trabajo educativo basado en la vida y obra de José Martí en la infancia preescolar, de alguna manera permiten que los niños se familiaricen con ella, no obstante, son limitados los recursos metodológicos que lo relacionan con la cultura educativa y con aquellos que utilizan para ampliar la visión de estos sobre su obra literaria.
En el diagnóstico fáctico, resultados de los instrumentos empíricos aplicados (Observación a los niños y Entrevistas a las educadoras, maestras y especialistas de la primera infancia) se corroboran limitaciones en el conocimiento de la Revista: La Edad de Oro, pues solo se utilizan para el aprendizaje de cuentos, fábulas y poesías, y pocas veces para fomentar la cultura educativa de José Martí en la formación de los niños de la primera infancia.
La solución de esta problemática permite establecer como propósito: reflexionar sobre la cultura educativa de José Martí y su influencia en la formación integral de los niños de la primera infancia; este contenido de significativa importancia, se concibe desde la Revista: La Edad de Oro, bajo el postulado: Educar es preparar al hombre para la vida.
DESARROLLO
En las obras de José Martí se desentraña la fisonomía del hombre, el contexto y la realidad de su época, la historia de los pueblos latinoamericanos, la visión del mundo y de su propio ser, pues su vida es en sí misma una obra cultural al servicio del porvenir, una real utopía que anticipa, modela y preludia una sociedad fundada en la moral, en los valores y su fundamento sociocultural, encarnados en la cultura, los cuales están marcados por su sabiduría política; concibe el mundo y su universo como la base del conocimiento humano. (Pupo, 2006, p. 71, 81).
Su axiología es sistematizada en la conducta del hombre, como medio de ascensión humana en su naturaleza social, integrados en la cultura, a manera de formas de existencia del ser humano y en la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales, pues para Martí la vida real del hombre es resultado de su actividad práctico - espiritual, toma cuerpo en la cultura, y ésta al mismo tiempo, orienta todo su devenir, y norma de una forma u otra, toda su conducta y actuación, pues todas estas producciones del devenir humano, son zonas de la cultura, y atributos cualificadores de su ascensión humana. (Pupo, 2006, p. 7).
En el ensayo de Pupo (2006) sobre la aprehensión martiana realizada por Juan Marinello, se identifica a Martí, como el hombre de todos los tiempos, el guía espiritual que rechaza la guerra y la violencia, la cual promueve y proclama para el bien común; el hombre que no separa el oficio de la misión, la ciencia de la conciencia y la razón de los sentimientos; el hombre que ha convertido la patria en agonía y deber, en pos de una república con todos y para el bien de todos, donde su ley primera sea el culto a la dignidad plena del hombre. (p. 73).
Martí es un hombre inmortal, de un legado eterno que avizoró el destino y bienestar de los pueblos; el hombre de excelencia pedagógica que vislumbra la formación integral desde la primera infancia, el hombre que pensó como niño y luchó por los niños. Martí (1895) en la carta a María Mantilla, expresó: “Sólo es grande el hombre que nunca pierde su corazón de niño…" (p. 212).
Así fue el hombre de la Edad de Oro, una figura cimera que como el sol con la luz que irradia y alumbra cada día, a través de su obra imperecedera, mostró como poner el mundo a los pies de los niños, pues ellos no nacen hechos, ni basta con lo que la naturaleza les ha dado al nacer, puesto que a vivir viene el hombre, la educación ha de prepararlo para la vida, no para aprender de lo aprendible, sino para aprender de la educación, de la instrucción y de la cultura que reciben, pues justo es que se le enseñe conocer la vida y desde la primera infancia deben aprender a conocer el pan de que han de vivir luego.
La concepción martiana de lograr la preparación del hombre para la vida, estuvo sustentada en el modelo educativo de los pueblos de América: México, Guatemala, Venezuela, Santo Domingo, Costa Rica, Argentina, Colombia, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Puerto Rico, Estados Unidos y Cuba; de ellos se embebieron sus ideales humanistas y libertadores; a decir de sus obras, la educación se concibe como una forma de mejoramiento humano, la educación debe poner coraza contra los males de la vida e ir a dónde va la vida; una educación que conciba la mera instrucción, la propagación de la cultura y la construcción de la libertad. Martí (1884), en la Reforma esencial de las universidades americanas, definió:
La educación, pues, no es más que esto: la habilitación de los hombres para obtener con desahogo y honradez los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen, sin rebajar por eso las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano. (p. 328).
La cultura educativa martiana se centraliza en el proceso de formación del ser humano, el cual se concibe como un proceso integral, de preparación para la vida, que solo se alcanza con las herramientas y medios que ofrece la educación y la instrucción, fuentes impulsoras del desarrollo. Por ello, Martí se siente impulsado a esclarecer la relación entre instrucción y educación, llevando a confirmar que la felicidad del pueblo radica en la educación de sus hijos. Martí (1875) en sus juicios sobre la Educación Popular, comparó:
Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realizadas por las cualidades inteligentes. (p. 375).
En niño debe educarse en un marco instructivo y desarrollador, de conocimientos, habilidades, hábitos y capacidades que le permitan alcanzar nuevos niveles de competencias en la estimulación constante del área cognitiva, afectiva, motivacional y volitiva, teniendo en cuenta las regularidades generales del desarrollo, la influencia que ejercen las condiciones del contexto, así como los métodos educativos que se aplican en su formación y desarrollo, a decir de Martí (1875), en sus juicios sobre la Educación Popular, afirmó:
El que sabe más, vale más, pues saber es tener. La moneda se funde, y el saber no. Los bonos, o papel moneda, valen más, o menos, o nada: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no se le pierde, y su existencia es fácil y segura. (p. 375).
El niño debe conocer el mundo que lo circunda, a desarrollar las competencias elementales que le permitan aplicar el saber adquirido en su actividad práctica, un niño que aprenda a ser un hombre integral, como ser individual y como expresión de las relaciones sociales. Martí (1889), en su obra: Músicos, poetas y pintores, ratificó: “(…) en el mismo hombre suelen ir unidos un corazón pequeño y un talento grande. Pero todo hombre tiene el deber de cultivar su inteligencia, por respeto a sí propio y al mundo”. (p. 390, 391).
La inteligencia en el niño se cultiva en la misma medida que se va formando su personalidad y sus capacidades humanas, no se trata de esperar que alcance la suficiente madurez para estimular su desarrollo personal e intelectual, sino que se va construyendo y regulando de forma consciente su comportamiento, tomando en consideración el contexto sociocultural, las particularidades evolutivas y la educación que recibe. Martí (1883) en su obra: Trabajo Manual en las escuelas, razonó:
Esta educación directa y sana; esta aplicación de la inteligencia que inquiere a la naturaleza que responde; este empleo despreocupado y sereno de la mente en la investigación de todo lo que salta a ella, la estimula y le da modos de vida; este pleno y equilibrado ejercicio del hombre, de manera que sea como de sí mismo puede ser, y no como los demás ya fueron; esta educación natural, quisiéramos para todos los países nuevos de la América. (p. 287).
La educación está mediada por el desarrollo de sus capacidades cognoscitivas, las que se examinan como formas de mediatización que se crean en la asimilación por el niño de la realidad, garantizando la resolución y ejecución concreta de las tareas intelectuales. Martí (1875), en su obra: Ciencia y derecho, expresó: “La inteligencia humana tiene como leyes la investigación y el análisis: los principios naturales de justicia (Derecho puro) se han aplicado a naturalezas diferentes (Derecho práctico) y la forma, la compensación de derechos mutuos”. (p. 234).
La inteligencia debe conducir a la constante búsqueda de la sabiduría, para que se aprendan a defenderse, pues el conocimiento de la realidad circundante, así como de los hechos y fenómenos del entorno que rodea al niño enseña las circunstancias que lo conducen a su alcance. Martí (1883) en los Cuentos de Hoy y de Mañana a Rafael de Castro Palomino, valoró:
El hombre no es culpable de nacer con las condiciones de inteligencia que lo elevan en lucha leal, heroica y respetable, sobre los demás hombres; que, del resultado combinado del genio, don natural, y la constancia, virtud que recomienda más al que la posee que el genio, no puede responder como de un delito el que ha utilizado las fuerzas que le puso en la mente y en la voluntad la Naturaleza. (p. 109).
La obra martiana revela que la educación debe vincular la teoría con la práctica, ello exige la indagación, la exploración y la investigación. En la primera infancia la inteligencia se cultiva a través de las actividades que los niños realizan, ellos necesitan descubrir el entono, sus vivencias y experimentarla hasta llegar a sus propias conclusiones para que aprenda a vivir en plenitud. Esto lo concibe desde una exacta comprensión de lo que representa la cultura para el logro de la real condición humana. En sus ideales sobre la educación Martí (1883), al referirse a la Escuela de Electricidad, refirió:
Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida. (p. 281).
La concepción educativa martiana alerta en la necesidad de preparar al niño para que aprenda por sí, y de la experiencia histórico - social que le ha antecedido, pues la educación para la vida se inicia cuando el niño comienza a comprender el mundo, el contexto en el cual se desarrolla, a poseer el dinamismo y la creatividad necesaria para que pueda salir a flote, y no ser aplastado por las circunstancias del medio en que vive, resultado de una educación reproductiva y escolástica. Martí (1889) en juicios sobre la Educación Popular expresó:
El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque. (p. 375).
Martí advertía que la grandeza de los pueblos depende de aceptar a tiempo y sin demora, todo lo útil de la educación y de educar racionalmente a los niños. El niño crece y se desarrolla en un período sociocultural determinado, el cual varía en dependencia del contexto social. En este proceso histórico cultural la educación toma las referencias del pasado para proyectar el futuro y lograr su progreso cultural. Martí (1889) en su obra: La Educación Popular, albirtió: “Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás”. (p. 375).
El niño debe conocer la educación que recibe y de ese modo contribuir a educar a sus semejantes, en las relaciones que establece, en las actividades que desarrolla; asimilar que el mejor modo de defenderse y de defender a los demás es mediante la sabiduría. Martí (1875) en las instrucciones de la Educación Popular, afirmó:
A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. (p. 376).
La educación en la primera infancia se concibe desde el nacimiento, periodo de importancia valía para lograr la relación emocional con el adulto, la comunicación con sus padres o seres queridos, con los otros, con el mundo objetal y sensorial, debe aprender a distinguir los fenómenos y objetos de la realidad circundante, sus características, cualidades, por qué son semejantes, diferentes, sus nexos y relaciones; debe aprender a razonar, sacar conclusiones en las diferentes actividades y juegos que desarrolla. Martí (1889), en su obra: Músicos, poetas y pintores, reflexionó:
La educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte. El cuerpo es siempre el mismo, y decae con la edad; la mente cambia sin cesar, y se enriquece y perfecciona con los años. Pero las cualidades esenciales del carácter, lo original y enérgico de cada hombre, se deja ver desde la infancia en un acto, en una idea, en una mirada. (p. 390, 391).
En la primera infancia el niño constituye el centro del proceso educativo, lo que significa que mediante las diferentes actividades que realiza adquiera las potencialidades cognoscitivas, físicas, intelectuales, creativas, comunicativas y sociomorales, las que se interrelacionan en saberes y actitudes personales, sociales y culturales que se alcanzan en la relación directa que establecen con los objetos y con el mundo que lo circunda, resultado de la educación que recibe de los padres, de la familia y de los agentes educativos. Martí (1892) en su obra: El Colegio de Tomás Estrada Palma, señaló: “(…) el hombre virtuoso es el que educa a sus discípulos como a hijos y emprende la educación de sus hijos para que sean hombres buenos, útiles y libres”. (p. 264).
La educación en la infancia es responsabilidad de la familia, de los miembros del hogar, de los educadores, de los maestros, de los especialistas, de la comunidad y de la sociedad en general, pues de ellos depende la conducción formativa en cada etapa evolutiva. Los padres deben ser los primeros en educase y en adquirir los conocimientos elementales que le permitan guiar y alcanzar las fuerzas para conducir y encaminar el proceso educativo de sus hijos, a decir de Martí (1895), en su carta a María Matilla, afirmó: “Enseñar, es crecer”. (p. 216).
El quehacer educativo de José Martí está marcado de valiosas obras, destacándose las literaturas infantiles como la Revista: La Edad de Oro, una de las más valiosas obras, dedicada a los niños de Latinoamérica; fue editada en Nueva York por el señor Da. Costa Gómez (1889) y posteriormente publicada por el Sr. Gonzalo de Quesada y Arístegui (1905). La revista comprende cuatro números que se editaron con una frecuencia mensual, su contenido está dotado de una amplia cultura educativa que conducen a la formación integral del niño.
La Edad de Oro es una revista que compendia cuentos, fábulas, poesías, ensayos e historias de alto sentido educativo y cultural. Martí (1889) en esta revista expresa el amor que sentía por los niños, los valora como las personitas que solo saben agradecer y amar sin intereses, pues sin negar las diferencias biológicas entre las niñas y los niños, acentúa la necesidad de atender a las niñas con primacía, cuidado y respeto, razones que justifican la dedicatoria a los que lean la Edad de Oro; a ellos, les ofreció:
Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz,… Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Le vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. (p. 301).
La Edad de Oro es una obra bañada de ternura y de amor por los niños de Nuestra América, sus publicaciones contienen lo más auténtico de aquel hombre extraordinario que no disfrutó de la fantasía, ni de la felicidad de su niñez, y sí de las enormes brutalidades que ocurrían en su época, las que se revelan desde el inicio de la revista, cuando Martí (1889) enunció: “Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón”. (p. 302).
Desde que el niño nace está inmerso en un medio social, su desarrollo está mediatizado por el sistema de influencias educativas y relaciones que establece en su formación. En cada niño se manifiestan particularidades individuales que no siempre son propias de su personalidad, ni tampoco las particularidades de su personalidad son propias de su individualidad, estas dependen de su formación, educación, instrucción y desarrollo. Martí (1889) en su obra: Músicos, poetas y pintores, reveló:
Eso se ve en muchos niños precoces, que parecen prodigios de sabiduría en sus primeros años, y quedan oscurecidos en cuanto entran en los años mayores, pero hay niños que logran salvar la inteligencia de estas exaltaciones de la precocidad, y aumentan en la edad mayor las glorias de su infancia. (p. 391).
La educación no puede esperar a que se produzca el desarrollo psíquico de los niños, sino que tienen que convertirse en impulsoras de ese desarrollo; la educación conduce y guía el desarrollo. Pero a su vez, la educación se convierte en promotora del desarrollo, siempre y cuando sea capaz de conducirlos más allá de los niveles alcanzados, pues los productos internalizado pasarán a formar parte de la zona de desarrollo actual del niño. Martí (1883) en sus Misceláneas, avizoró: “La grandeza de los pueblos no depende acaso sino de aceptar a tiempo y sin demora, todo lo útil: y en educar racionalmente a los niños. (p. 406).
Es necesario enseñar a los niños para un aprendizaje mayor, que incentive la zona de desarrollo actual, o aprendizaje alcanzado que le permita proyectar la zona de desarrollo próximo, o sea, el avance del aprendizaje y los conocimientos que se encuentran en proceso de alcanzarse; de esta manera, el nivel de desarrollo real potencia el aprendizaje potencial, lo que es capaz de lograr de manera independiente, resultado del proceso de educación, instrucción y desarrollo. Es necesario dirigir el proceso educativo, para lograr niveles de aprendizaje superiores, teniendo en cuenta las particularidades del desarrollo y el contexto donde ocurre este desarrollo. (Vigotsky, 1987, p. 45).
Bajo el legado del enfoque histórico cultural se concibe la Educación de la Primera Infancia en Cuba, la que se establecen en dos etapas esenciales: infancia temprana (niños de cero a tres años) e infancia preescolar (niños de cuatro a cinco años); en cada uno de estos períodos se instituyen particularidades psicológicas que caracterizan el desarrollo evolutivo, pues en estas edades los estímulos externos del medio constituyen la base del crecimiento y perfeccionamiento de las estructuras cerebrales, así como la maduración de los procesos psíquicos superiores.
La situación social de desarrollo de los niños en la primera infancia, se manifiesta de acuerdo con las condiciones externas e internas que caracterizan a cada etapa evolutiva. (Infancia temprana e infancia preescolar). De manera general, estas transformaciones que se producen en un breve período de tiempo, pues las estructuras biofisiológicas y psíquicas se encuentran en plena formación, maduración y desarrollo, se manifiesta un ritmo acelerado de crecimiento y un predominio de los procesos corticales de excitación sobre los de inhibición en la actividad analítico-sintética del cerebro.
Se manifiesta una susceptibilidad marcada de la acción iatrogénica y una estrecha interrelación de los factores físicos, psicológicos y de la actividad nerviosa superior; se revela la presencia de numerosos períodos sensitivos del desarrollo y los procesos psíquicos y cognoscitivos se tornan involuntarios e intencionales y dependen de la influencia del educador en su formación integral de su personalidad.
El aprendizaje de los niños depende de sus necesidades, posibilidades y potencialidades, del resultado de su actividad práctica y de la relación con el entorno. Martí (1889) refiriéndose A los niños que lean La Edad de Oro, acentuó:
La Edad de Oro tiene su mago en la casa, que le cuenta que en las almas de las niñas sucede algo parecido a lo que ven los colibríes cuando andan culebreando por entre las flores. Les diremos cosas así, como para que las leyesen los colibríes, si supieran leer. Y les diremos cómo se hace una hebra de hilo, cómo nace una violeta, cómo se fabrica una aguja, cómo tejen las viejecitas; de Italia los encajes. Las niñas también pueden escribirnos sus cartas y preguntarnos cuanto quiera saber y mandarnos sus composiciones para la competencia de cada seis meses. ¡De seguro que van a ganar las niñas! (p. 303).
La revista La Edad de Oro es concebida por el Apóstol como un medio de aprendizaje para las niñas y los niños, en ella se enseña el desarrollo intelectual, natural, industrial, manual, físico, moral, estético, laboral, lo que contribuye a perfeccionar sus conocimientos, habilidades y actitudes. Martí (1889), exhortó:
Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo; como que es una pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarle más que de diversiones y de modas. Pero hay cosas muy delicadas y tiernas que las niñas entiendan mejor, y para ellas las escribiremos de modo que les guste. (p. 303).
La labor educativa en las ideas martianas exigía la adquisición de conocimientos en igualdad de condiciones, sin distinciones de raza ni sexo, exigía que las niñas y los niños deben aprender en igualdad de condiciones, pero distinguía la educación de las niñas por su delicadeza y ternura, pues ellas además de adquirir conocimientos, debían aprender a distinguirse de los niños por sus modales refinados, de elegancia y dulzura. Martí (1889) en sus ideas: A los niños que lean La Edad de Oro, expresó:
Para eso se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras: y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro, y las máquinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica… (p. 301).
En esta enseñanza Martí incluye elementos esenciales sobre la vida de Latinoamérica y otros pueblos del mundo, la importancia de la industria, la posibilidad de comprender su entorno y de adaptarse a las situaciones de aquella época. Martí (1875), desde la Escuela de electricidad, reveló: “Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época”. (p. 281).
Se ha de lograr que los niños aprendan de manera científica, que vinculen la teoría con la práctica, que aprendan de la realidad en que viven, y que contribuyan con esa educación científica que reniegue lo escolástico. Martí (1883) en su obra: Educación científica, reafirmó: “Que se trueque de escolástico en científico el espíritu de la educación”. (p. 278).
La educación en la primera infancia se concibe como un sistema de influencias conscientemente organizado, dirigido y sistematizado sobre la base de una concepción pedagógica determinada, en correspondencia con los fines y objetivos de la sociedad. En el proyecto del tercer perfeccionamiento del currículo en la Educación de la Infancia Preescolar se establecen cinco dimensiones que contribuyen al desarrollo integral del niño, estas se concretan de la manera siguiente: educación y desarrollo de la relación con el entorno; educación y desarrollo de la comunicación; de la estética; de la motricidad, las que se complementan con la dimensión educación y desarrollo social-personal.
DIMENSIÓN EDUCACIÓN Y DESARROLLO SOCIAL PERSONAL
La moral es un reflejo en la conciencia y de las condiciones materiales en que viven los hombres, a partir de la forma histórica en que se han relacionado entre sí, de las actitudes y conductas asumidas en el transcurso de su vida, que se expresan en forma de principios, sentimientos y representaciones sobre el bien y el mal, el deber, lo justo o injusto, que, en su conjunto, regulan y orientan la elección moral de cada individuo y el comportamiento humano en general. (Chacón, 2014, p. 5).
La relación de lo estético y lo ético tiene en cuenta facetas peculiares de las relaciones del niño con la realidad. Lo ético en la infancia preescolar se manifiesta en su apreciación o comprensión de las estimaciones morales, por su manera de valorar los actos individuales y grupales. Lo estético incluye, así mismo, un aspecto subjetivo: el goce por la manifestación libre de sus aptitudes y fuerzas creadoras, así como por la belleza de los productos obtenidos, en virtud de su actividad creadora. (Valdés, et ál., 2014, p. 1)
La dimensión educación y desarrollo social personal pone en manos de los niños la formación de una conciencia infantil sobre la formación moral, la adquisición de conocimientos, habilidades, actitudes, cualidades morales y normas de comportamiento que le permitan satisfacer sus necesidades básicas, la formación laboral y el mejoramiento personal. Martí (1883), en su legado de la obra: Maestros ambulantes, aseguró:
Los hombres necesitan quien les mueva a menudo la compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y les haga el supremo bien de sentirse generosos: que por maravillosa compensación de la naturaleza aquel que se da, crece; y el que se repliega en sí, y vive de pequeños goces, y teme partirlos con los demás, y sólo piensa avariciosamente en beneficiar sus apetitos, se va trocando de hombre en soledad, y lleva en el pecho todas las canas del invierno, y llega a ser por dentro, y a parecer por fuera,-insecto. (p. 288, 289).
El programa educación de la infancia preescolar en la dimensión social personal, revela que, al concluir la primera infancia, los niños deben lograr la aceptación de sí mismo y de su entorno, que actúen en correspondencia con el reconocimiento de las partes y funciones del cuerpo humano, el género, la protección de la salud y la formación de sentimientos de identidad personal. (Valdés, et ál., 2018, p. 8).
El programa también exige que los niños logren mayor independencia, autonomía y diferenciación en la realización de actividades laborales, manifiesten cualidades morales, hábitos de cortesía, higiénicos y nutricionales, resuelvan problemas ante situaciones lúdicas, así como la participación en la toma de decisiones al realizar las actividades como parte de sus derechos. Martí (1883) en su obra: Maestros ambulantes, ratificó:
La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo. (p. 289).
Se plantea que los niños logren la formación de sentimientos, actitudes, cualidades morales, a partir de las vivencias y experiencias que van adquiriendo en el transcurso de la vida, pues las representaciones enriquecen los sentimientos y la asimilación de los conocimientos, la disposición emocional positiva hacia los fenómenos sociales, así como la participación con entusiasmo en diversas actividades con la familia dentro y fuera del contexto comunitario, que estén en correspondencia con su edad.
Las cualidades morales surgen como consecuencia de la realización de actividades que sean significativas para el niño. Si estas le producen satisfacción y bienestar emocional, el niño tratará de repetirlas hasta que se vuelven habituales y pasen a formar parte de su conducta. La cualidad moral, es resultado de la actividad moral, abarca el campo de las actitudes, actuaciones y comportamiento del niño en el proceso de educación moral, la que se produce en el contexto de las relaciones morales. (Gallo, et ál., 2018, p. 9).
La educación de las cualidades morales reclama del comportamiento de los niños, lo cual implica una dirección intencionada, cuyo elemento esencial es el cumplimiento de las reglas de conducta que son socialmente establecidas, de aquellas normas que puedan asimilar en su actividad y en la comunicación con los otros niños y con el mundo circundante, en esa relación regulan su comportamiento. (Franco y Pérez, 2009, p. 191).
En ambas ideas se comparte que las cualidades morales en la infancia preescolar se expresan en la misma manera que los niños revelan los estados del comportamiento adquirido, de las variadas formas en que autorregulan su comportamiento, de la conciencia que las estimula, de lo que es significativo o no y que lo distinguen de los demás en su actividad práctica y de las buenas costumbres y modales que adquiere de la sociedad.
Los niños en su actividad y relaciones que establecen van formando una visión de su entorno y se identifican con determinados conocimientos, los que se manifiestan como reflejo consciente de sus acciones y luego como una actitud moral. Las cualidades morales regulan e impulsan su voluntad de acción, en correspondencia con sus motivaciones e intereses acerca de la concepción del mundo y de sus formas de comportamiento. Martí (1889) en su novela Amistad funesta, expresó: “La práctica y conciencia de todas las virtudes, la posesión de las mejores cualidades, la arrogancia de los más nobles sacrificios, no bastan a consolar el alma de un solo extravío”. (p.193).
La educación moral es la influencia educativa que se ejerce en la formación de sentimientos, la conciencia y la conducta de los niños, para formar las cualidades y sentimientos morales, con el propósito de lograr las representaciones morales. En la infancia preescolar se educan seis cualidades morales, las que solo se separan para su estudio; esta formación se logra de forma integrada para lograr la solidaridad, honestidad, honradez, amor y respeto a lo que les rodea, responsabilidad y laboriosidad, con el fin de sentar las bases para la formación de valores como hombres del mañana.
La “cualidad moral solidaridad”, se dirige a que los niños establezcan relaciones afectuosas, realicen juegos en colectivo, compartan sus pertenencias, le sirvan a los demás, ayuden a sus compañeros, establezcan relaciones de amistad, se identifiquen con los otros, aunque no lo conozcan y demuestren solidaridad con otros países y niños del mundo. (Valdés, et ál., 2018, p. 10, 11).
Los sentimientos de solidaridad hacia sus semejantes se adquieren en las relaciones que establecen con sus coetáneos, en las interrelaciones sociales y en la búsqueda del reconocimiento por los adultos. Las relaciones interpersonales solidarias dependen en gran medida de la comunicación independiente que establecen, en estas relaciones exteriorizan actitudes de colectivismo, de lealtad a sus compañeros, de colaboración conjunta y de bondad, pues parafraseando a Martí (1889) en su obra: Amistad funesta aseguró: “La bondad es la flor de la fuerza”. (p. 198).
La bondad martiana enseña a dar sin recibir, a compartir sin nada a cambio, en la medida que los niños sean sensibles y humanitarios ante los problemas de la vida, recobran mayor aceptación ante los otros, ante la sociedad, así se revela en un fragmento del poema: Los zapaticos de Rosa de José Martí (1889), ante la actuación bondadosa de Pilar, que en la presencia de una niña pobre y enferma expresó:
¡Se parece a los retratos, tu niña!, dijo: ¿Es de cera? ¿Quiere jugar? ¡Si quisiera!, ¿Y por qué está sin zapatos?, Mira: ¡la mano le abrasa, y tiene los pies tan fríos!, ¡Oh, toma, toma los míos: ¡Yo tengo más en mi casa! ...- “¡Si!, ¡Pilar, dáselo! ¡Y eso también! ¡Tú manta! ¡Tú anillo! Y ella le dio su bolsillo; le dio el clavel, le dio un beso. (p. 454).
Esta cita permite trasmitirles a los niños la solidaridad del personaje Pilar ante la presencia de una niña enferma, su sensibilidad por su pobreza; de ser agradable, al compartir y darle todo lo que no tenía, como también se puede a través de Bebé y el señor Don Pomposo, realizar un trabajo con los niños empleando la enseñanza que trasmite el personaje Bebé, un niño travieso, pero bueno y preocupado por su mamá y por los pobres que no tienen casa donde dormir y compran diarios para venderlos y poder pagar su casa y cuando Martí (1889), revela la actuación generosa de Bebé con su primo Raúl:
En cuanto Bebé ve a un niño descalzo le quiere dar todo lo que tiene: a su caballo le lleva azúcar todas las mañanas, y lo llama “caballito de mi alma”, o cuando Bebé se escurre de la cama, va al tocador en la punta de los pies, levanta el sable despacio, para que no haga ruido,... y ¿qué hace, ¿qué hace Bebé? ¡Va riéndose, va riéndose el pícaro!, hasta que llega a la almohada de Raúl, y le pone el sable dorado en la almohada. (p. 344, 348).
El mensaje que trasmite esta narrativa permite solidarizarlos con la actuación del personaje Bebé ante los niños pobres, su simpatía y preocupación por los animales, la sensibilidad y bondad de sus actuaciones, la comprensión por la pobreza de su primo Raúl, el cariño, apego y devoción por sus semejantes, la importancia de establecer buenas relaciones de amistad; así lo concibió Martí (1889) en su legado A los que lean La Edad de Oro, manifestó:
Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre. (p. 301).
Esta idea martiana exterioriza que la amistad es sentido de afecto, bondad, fortaleza, caballerosidad, cortesía y generosidad recíproca, generalmente, los niños establecen relaciones sociales amistosas, las que dependen de las formas de actividades conjuntas que se realizan. Martí (1889) en su obra: Adultera, definió: “Amigo es como ser de nuestro ser, como continuación de sí mismo”. (p. 47).
La definición de amistad se concibe como la autoimagen de sí mismo, como la reafirmación del propio yo, de la autoconciencia de sí y del ser individual, en relación con los otros, la comunicación, la constancia, las aspiraciones y las cualidades positivas que son ejemplo a seguir del propio acto de conducta o comportamiento, así lo revela Martí (1889) en La última página de la segunda edición, reflexionó:
Y ahora nos juntaremos, el hombre de La Edad de Oro y sus amiguitos, y todos en coro, cogidos de la mano, les daremos gracias con el corazón, gracias como de hermano, a las hermosas señoras y nobles caballeros que han tenido el cariño de decir que La Edad de Oro es buena. (p: 401).
La revista La Edad de Oro incentiva la amistad, la bondad, la igualdad de condiciones e intereses, enseña a compartir las ideas y los mismos sueños; así como lealtad, sinceridad y espontaneidad ante las adquisiciones y actuaciones conscientes. Martí (1891), en un lenguaje narrativo de sus versos sencillos, expresó: “Cultivo una rosa blanca, en junio como en enero, para el amigo sincero que le da su mano franca”. (p. 117).
Las relaciones de amistad en los niños, generalmente, ocurren por intereses propios y motivos lúdicos, pues a partir de la adopción de roles y los argumentos que desempeñan, manifiestan la generosidad de las acciones lúdicas; la subordinación de roles e interrelaciones lúdicas se hacen más duraderas, pues cuando juegan descubren nuevas relaciones, producto de la comprensión de las acciones y la autoconciencia de lo que hacen.
Martí sintió mucha simpatía por los niños, a ellos les dedicó gran parte de su tiempo, para trasmitirle sus conocimientos, enseñanzas, ideas y cultura educativa, igualmente lo protagonizó en la dedicatoria a sus amigos del mundo. Martí (1889), en su mensaje A los niños que lean la Edad de Oro, pronunció:
Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que, si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo, nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: ¡Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo! (p. 303).
La amistad en Martí es condición perdurable para toda la vida, es un modelo educativo moral a imitar que protagoniza la imagen de bien, de la autoconciencia y de patrones intelectuales que autorregulan el funcionamiento y desempeño cognitivo de sus actuaciones, producto de las influencias educativas y las relaciones que establecen. Martí (1889), en La última página de la segunda edición, narró:
Hay en un cuento muy lindo sobre una niña que estaba enamorada de la luna, y no la podían sacar al jardín cuando había luna en el cielo, porque le tendía los bracitos como si la quisiera coger, y se desmayaba de la desesperación porque la luna no venía; hasta que un día, de tanto llorar, la niña se murió, en una noche de luna llena. (p. 401).
Martí siempre defendió en su obra, la necesidad de mantener sus instrucciones, la importancia de que los niños conozcan su pensamiento, a favor del bien, la necesidad de escribir y enseñarles cosas buenas, ampliar su imaginación, decirle cosas honestas, así lo reflexiona cuando comparaba la muerte de la niña que quería atrapar la luna con el posible cese de la revista, teniendo en cuenta su importancia para el aprendizaje de los niños, reveló:
La Edad de Oro no se quiere morir, porque nadie debe morirse mientras pueda servir para algo, y, la vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer. Es como robar, deshacer lo que no se puede volver a hacer. El que se mata, es un ladrón. Pero La Edad de Oro se parece a la niñita del cuento, porque siempre quiere escribir para sus amigos los niños más de lo que cabe en el papel, que es como querer coger la luna. (p. 401).
El Apóstol fue un gran maestro que no perdió oportunidad para mostrar la utilidad de revista La Edad de Oro, para trasmitirles a los niños sus ideales morales. En La última página de la primera edición, Martí (1889) reflexionó:
Los versos no se han de hacer para decir que se está contento o se está triste, sino para ser útil al mundo, enseñándole que la naturaleza es hermosa, que la vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie debe estar triste ni acobardarse mientras haya libros en las librerías, y luz en el cielo, y amigos, y madres. (p: 349).
En prosa, en versos, en novela, en fábulas, en rimas, en cuentos, en fantasía; en fin, en toda su obra, Martí no perdió tiempo para educarles a los niños el sentido del deber, los sentimientos de amistad, de respeto, de hermandad entre los niños, los padres y la familia en general, así como la necesidad de ser más útil cada día, de ser un hombre integral. Martí (1889), en la obra: La Ilíada, de Homero, lo ratificó:
Pero no parece que pueda haber trabajo de muchos en un poema donde no cambia el modo de hablar, ni el de pensar, ni el de hacer los versos, y donde desde el principio hasta el fin se ve tan claro el carácter de cada persona que puede decirse quién es por lo que dice o hace, sin necesidad de verle el nombre. (p. 327).
Estas ideas permiten enseñarles a los niños que el hombre se valora por sus actos, por sus acciones y por lo que hace, así también sucede con los niños, pues en la misma medida que se les despierte su afán de saber, sus buenas acciones, así se desarrolla su personalidad.
En su obra Martí también expone sus criterios sobre la solidaridad también se manifiesta en el internacionalismo, en la hermandad con otros pueblos, en sus ideales, en los revolucionarios notorios de su historia, en la importancia de sus méritos patrióticos y luchas llevadas a cabo. Martí (1889) en su obra: Tres héroes, reafirmó: “(…) es la historia de hombres valerosos, que no son muchos, pero valen por muchos, pues un hombre solo, no vale nunca más que un pueblo entero, pero esos hombres que hacen pueblos son más que hombres, son hombres sagrados”. (p. 305).
El maestro en cada idea, en cada frase, en cada obra, enfatizaba en la importancia de conocer la historia de los pueblos y de los hombres que lucharon tenazmente por la independencia y liberación de otros pueblos, a veces hombres que dejaron su tierra, sus estudios, su familia y entregaron su vida en la ayuda y defensa de sus ideales, hombres que iban de un lugar a otro a luchar por la liberación de la opresión y el yugo a que eran sometidos, a veces sin experiencia militar y sin armas para combatir, pues debían ganarlas con sus hazañas en las batallas que enfrentaban.
En la obra martiana se enfatiza en la importancia de conocer las personalidades históricas que lucharon por la liberación de otros pueblos, de hacerles entender a los niños porque esos hombres son valerosos y consagrados a sus ideales, que aprendan del apóstol como uno de esos hombres valientes, un héroe que luchó de cara al sol por la independencia de Cuba, el que luchó por la libertad de otros pueblos del mundo, para que vivan en paz y sean libres; a decir de Martí (1889), en su obra: La Ilíada de Homero, reflexionó:
No como el derecho divino de los reyes, idea vieja de aquellos tiempos de pelea, en que los pueblos eran nuevos y no sabían vivir en paz, como viven en el cielo las estrellas, que todas tienen luz, aunque son muchas y cada una brilla, aunque tenga al lado otra. (p. 328).
La admiración de Martí por la libertad, la paz y la defensa de la identidad de los pueblos del mundo siempre fue su anhelo, por tal razón luchó incansablemente por defender las conquistas, independencia y la soberanía de otros pueblos, el apoyo solidario a las luchas revolucionarias de otros pueblos y el respeto a los héroes, mártires y líderes revolucionarios de cada época. Los niños comprender la necesidad de que todos los pueblos se conozcan y se relacionen, que haya democracia, unidad y que tengan las mismas oportunidades. Martí (1889) en La historia del hombre contada por sus casas, expresó:
Ahora todos los pueblos del mundo se conocen mejor y se visitan: y en cada pueblo hay su modo de fabricar, según haya frío o calor, o sean de una raza o de otra; pero lo que parece nuevo en las ciudades no es su manera de hacer casas, sino que en cada ciudad hay casas moras, y griegas, y gótica, y bizantinas, y japonesas, como si empezara el tiempo feliz en que los hombres se tratan como amigos, y se van juntando. (p. 371).
En esta obra Martí relata las tradiciones de los pueblos, sus adelantos, sus costumbres, sus modos de vida, el conocimiento de sus características físicas, formas de expresarse, de vestirse, sus tradiciones, los juegos y bailes que realizan, así como las formas de alimentación y cómo las consumen, las que deben ser trasmitidas, a partir de las experiencias de sus progenitores, padres, abuelos, tíos, hermanos, familiares u otras personas que por sus experiencias puedan contar sus vivencias sobre los pueblos de mundo y sus particularidades.
La concepción solidaria del legado martiano está embebida de una pasión internacionalista que se deslumbra en la libertad y felicidad de los pueblos, en el bienestar de sus compatriotas, en la igualdad de intereses, así lo revela Martí (1894) en su obra: El alma de la Revolución y el deber de Cuba en América, pronunció:
Los cubanos no solo luchan por Cuba, sino por el equilibrio y seguridad de todos los pueblos de América; un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna, pues quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos. De América soy hijo y a ella me debo. (p. 143).
El patriotismo martiano está colmado de un lenguaje libertador, al combate por la paz, la libertad, la unión y el antimperialismo de los pueblos de América. Martí mostró a los niños la necesidad de luchar por la lealtad, hermandad, unidad de los pueblos, su devoción para que conozcan la vida y obra de los países de América, fundamentalmente, de América Latina y del Caribe, que conozcan el por qué se debe defender la patria, la necesidad de protegerla, de vivir por ella, a decir de su entrega incondicional a la defensa de Cuba, así quiso Martí (1875), que fueran todos los países del mundo, en sus ideas en la República de Argentina, aseguró: “La vida es relativa y no absoluta. Los pueblos pueden necesitar de la protección, como un niño necesita de andadores”. (p. 340).
La formación de la “cualidad moral honestidad”, se dirige a que los niños se eduquen en un ambiente de sinceridad, que aprendan a decir la verdad, que sean modestos, virtuosos y pulcros, que aprendan hacer bien y reconozcan cuando hacen mal, a tener vergüenza ante lo mal hecho y resolver sus propios conflictos, mediado por el ejemplo personal de los agentes educativos. Martí (1883) refiriéndose a la Escuela de Arte y Oficios, pronunció:
Quien quiera nación viva, ayude a establecer las cosas de su patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo y aplicable una situación personal independiente. Que cada hombre aprenda a hacer algo de lo que necesiten los demás. (p. 285).
Esta idea enseña al niño a luchar por lograr una labor constante y activa que parta de su propia autonomía individual, en el progreso del bien y del aprendizaje constante por defender la ideología de su patria, que puedan instruirse en niños trabajadores y laboriosos que aprendan a compartir su sabiduría, ayudar a otras personas, a su familia, a sus compañeros, a su pueblo y a todas las personas que lo necesiten, sin distinción de humildad, riqueza o pobreza. Martí (1893) lo corrobora en sus ideas sobre: La delegación del Partido Revolucionario Cubano a los Clubes, enfatizó:
No importa que aquí o allá se esté en pobreza: la realidad ha de tenerse en cuenta siempre, y no se pondrá en agonía a los pobres; para ellos ha de ser principalmente la libertad, porque son los más necesitados de ella, y no se les ha de agobiar en nombre de ella: la pobreza pasa: lo que no pasa es la deshonra que con pretexto de la pobreza suelen echar los hombres sobre sí. (p. 361).
En la obra martiana se revela que los niños deben comprender y actuar con honestidad, con respeto, saber expresar cuando necesitan o le gusta algo, si pueden o no alcanzarlo, entender el porqué de las cosas, tener claridad cuando hacen bien y tratar bien a quien lo trata bien. Es importante que aprendan a relacionar la bondad con las acciones de las almas buenas y cuando están en presencia de la maldad para combatirla. Martí (1889) en La última página de la segunda edición, de la Revista La Edad de Oro, incitó: “(…) Así es la vida que no cabe en ella todo el bien que pudiera uno hacer. Los niños deberán juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quien podían hacerle algún bien, todos juntos”. (p. 401).
Las obras de Martí (1889) están bañadas de un lenguaje literario que contienen episodios esenciales para el trabajo educativo de la cualidad honestidad, así se revela en la obra Nené traviesa, cuando de forma honesta la niña reconoce su error de romper el libro de su papá y se atribuye su condición de niña mala, así lo ilustra en este episodio narrativo:
Nené, blanca como el papel, se alzó del suelo, con la cabecita caída, y se abrazó a las rodillas de su papá: ¡Mi papá, mi papá de mi corazón! ¡Enojé a mi papá bueno! ¡Soy mala niña! ¡Ya no voy a poder ir cuando me muera a la estrella azul! (p. 379).
La cultura educativa de Martí (1889) emprende la ética del bien y denuncia el mal, enseña a diferenciar lo bueno de lo malo, vale resaltar la historia del sabichoso Meñique, cuento de magia del francés Laboulaye que afirmó:
(…) no hubo rey tan bueno como Meñique…, porque el que es estúpido no es bueno, y el que es bueno no es estúpido. Tener talento es tener buen corazón; el que tiene buen corazón, ése es el que tiene talento. Todos los pícaros son tontos. Los buenos son los que ganan a la larga porque el saber vale más que la fuerza. (p. 324).
El niño desde su infancia debe diferenciar lo bueno de lo malo, a valorar las conductas de las personas, que se puede hacer y que no se debe hacer, es importante inculcarle a ser bueno, obediente, aprender del bien y ser un niño de bien, a denunciar el mal y a no igualarse a la maldad, a contribuir al bienestar de los otros. Martí (1889) en La última página, de la primera edición, exhortó: “Los niños debían de ser hábiles como Meñique y valientes como Bolívar… (p. 349).
Las actuaciones de honestidad en los niños se manifiestan de acuerdo a las acciones que realizan, el por qué deben portarse bien, ayudar a los demás, prestar sus juguetes; reconocer la presencia de un mal comportamiento, cuando son desobedientes, ambiciosos, egoístas, agresivos, ofensivos, entre otras manifestaciones de maldad. Martí (1889) en sus apuntes de la última página de la tercera edición, reveló:
Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil. Los niños debían echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo. (p. 455).
El niño es un ser individual que se forma en un proceso de socialización, por lo que las relaciones sociales que establece influyen de forma positiva o negativa en su conducta y se manifiestan de diferentes maneras en su crecimiento personal. Es necesario influir en la conciencia y en la conducta del niño, para que aprendan a meditar en el resultado de sus acciones y el impulso de sus sentimientos, las que pueden ser trabajados desde el poema: “Los Zapaticos de Rosa”, de José Martí (1889), cuando se hace alusión a la petición de confianza que le suplica la niña Pilar a su madre:
¡Mamá, yo voy a ser buena!, déjame ir sola a la arena, allá, tú me ves, allá; o cuando reconoce la actitud negativa de una niña: ¡Y qué mala, Magdalena, con tantas cintas y lazos, a la muñeca sin brazos, enterrándola en la arena! (p. 449, 451).
El niño debe hacer cosas útiles y rechazar los hechos especulativos, lucrativos y de falsedad; que hagan el bien por inspiración individual, humanidad, voluntad propia y de acuerdo a sus intereses, sentimientos y motivos morales. Martí (1889), en la obra: Músicos, poetas y pintores, expresó:
Lo general es que el hombre no logre en la vida un bienestar permanente sino después de muchos años de esperar con paciencia y de ser bueno, sin cansarse nunca. El ser bueno da gusto, y lo hace a uno fuerte y feliz. (p. 391).
La infancia preescolar es una etapa de mucha valía para estimularlos sentimientos de honestidad en los niños, pues en la medida que van asimilando las normas de comportamiento, la actitud y su conducta se hacen más consciente y adquieren mayor independencia, surgen los sentimientos de orgullo, vergüenza, autonomía y autovaloración de su actuación. Deben conocer la realidad en que viven, sensibilizarse con la verdad e incorporar a su desarrollo las vivencias positivas de los sucesos que ocurren de acuerdo a sus particularidades. Martí (1889) en su obra: La galería de las máquinas, enunció:
A los niños no se les ha de decir más que la verdad, y nadie debe decirles lo que no sepa, como si eso fuera verdad, de modo que si sucede que era falso lo que les decían, ya les sale la vida equivocada, y no pueden ser felices con ese modo de pensar, ni saben cómo son las cosas de veras, ni pueden volver a ser niños y empezar a aprenderlo todo de nuevo. (p. 500, 501).
La falsedad no conduce a la verdad, lo que no quita que a los niños se le hagan cuentos fantásticos, pues es una edad de mucha fantasía, de cuentos de hada, de imaginación y de creación, saber diferenciar cuando están en presencia de la fantasía y cuando están en presencia de un hecho real y las maneras de incorporarlos de forma positiva a su comportamiento. Hay que despertar en ellos la imaginación. Martí (1889) en La última página de La Edad de Oro, enfatizó:
La luz no se ve, y es verdad, como que, si se acabase la luz, se rompería el mundo en pedazos, como se rompen allá por el cielo las estrellas que se enfrían. Hay muchas cosas que son de verdad, aunque no se les vea, aunque hay gente que dice que no es verdad sino lo que se ve con los ojos. ¡Cómo si alguien viera el pensamiento, ni el cariño, ni lo que, allá dentro de su cabeza canosa! Así son los hombres, que cada uno cree que sólo lo que él piensa y ve es la verdad, y que no se debe creer sino lo que él cree. (p. 502).
Enseñar al niño a decir la verdad, es algo que debe educarse de forma espontánea y sobre la base de la realidad objetiva; no se le debe mentir, ni utilizar la mentira para cumplir encargos, indicaciones de los adultos o hacer la voluntad ante lo que no quieren hacer, pues hay padres que utilizan la mentira para lograr un fin en un momento determinado. Ejemplo: le ofrecen pasear para que el niño se alimente o le prometen un regalo para que duerma, entre otras formas de enmascarar la mentira. Al final el niño termina descubriéndolas o convierten la mentira en su actuación y aprende a mentir.
Tanto el maestro como los padres y demás que están entorno al niño tienen el deber de educar con el ejemplo y no mentir jamás, en la labor educativa tiene que existir una coherencia de lo que se dice y como se actúa para que puedan ser portadoras del ejemplo, solo así pueden formar modos de actuación correctos en los niños desde la primera infancia.
La formación de la “cualidad moral honradez” en los niños de la infancia preescolar se expresa cuando comprenden el significado de ser honesto, a no tomar lo que no es suyo, a no robar, que piensen y actúen en correspondencia con cada momento o hecho, que cultiven la sensibilidad, la ternura y la piedad, Martí (1889), en su obra: Tres héroes, expresó:
El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez: debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón: y está en camino de ser bribón. (p. 304).
Los niños en el ejercicio de su formación deben educarse en la honradez, tomar conciencia y saber cómo se comporta un hombre honrado, que actúen y piensen como un hombre honrado, enseñarles que no importa que unos tengan más y otros tengan menos, las condiciones pueden mejorar y cambiar, depende del esfuerzo del trabajo y de la dignidad de sí, lo que nunca podrá cambiar es la deshonra. Martí (1889) en su obra Adultera, expresó: “Hay una cosa más preciada que la vida: la vida honrada. La deshonra es del que deshonra a los afirmó”. (p. 37, 69).
La honradez es también una manifestación de la sensibilidad humana; los niños deben tener compasión por los problemas que atañen a sus semejantes, a su familia, a los otros, es necesario que aprendan a ser virtuosos, justos y a combatir las injusticias, que experimenten que todos tienen las mismas posibilidades, pues un niño honrado no debe aprovecharse de la bondad de otras personas para obtener cualquier beneficio. Martí (1889), en su obra: Tres héroes, pronunció:
En América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piense, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nacieron los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. (p. 304).
Los niños deben educarse inmersos en ideales patrióticos, que aprendan que la honradez es también amor a la patria, al país donde viven, a liberarla de aquellos que la oprimen y quieran pisotearla, es conocer la libertad, la verdad, el trabajo socialmente útil y a trabajar para el bienestar de su pueblo y de sí mismo, es ser obediente y obrar con responsabilidad. Martí (1889) su obra: Tres héroes, afirmó: “(…) Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria. Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”. (p. 304).
La libertad para Martí es la capacidad que tiene cada ser humano de ser un hombre honesto, íntegro y leal a su patria, es luchar por la independencia de Cuba; es conocer el sacrificio, la fuerza y la voluntad de aquellos hombres, mambises, rebeldes, revolucionarios que no repararon del hambre, de la sed, del cansancio, de la falta de ropas y zapatos, de las enfermedades, de las angustias y adversidades de la guerra, del sufrimiento, por el dolor de los que cayeron combatiendo para alcanzar el triunfo y de enarbolar las cualidades de honradez y convicciones revolucionarias de los que dieron su vida por ver la patria libre, a decir del legado martiano, honrar honra.
En la concepción curricular de la infancia preescolar se plantea que los niños asimilen la “cualidad moral amor y respeto a lo que nos rodea”, exige del respeto a las personas que forman parte de su entorno, a la naturaleza, a los héroes de la patria, a las figuras relevantes de la historia, a los símbolos de la patria, a las instituciones familiares y a la historia de la comunidad. (Gallo, et ál., 2018, p.11)
En el hogar el niño recibe las primeras nociones de respeto y reglas de convivencia, los padres y los miembros de la familia establecen lazos afectivos de amor, cariño, ternura, que estimulan las maneras de comportarse, la casa donde viven es el lugar donde se ha convivir, las que se complementan con la formación que reciben en las instituciones educativas para cada año de vida, asimilan que el respeto también se trasmite de una generación, así lo revela Martí (1875) en la Revista: La Colonia, cuando opinó:
Es una generación que se sacrifica porque otra generación viva respetada, noble y libre. Ante esta heroicidad, se calla: El respeto a lo que lo merece honra al que sabe respetar. La verdad no se razona; se reconoce, se siente y se ama. (p. 126).
La cualidad amor y respeto, es una manera de hacer gala del comportamiento, de manifestar hábitos de cortesía, desde que el niño se levanta y da los buenos días, hasta que se acuesta y da las buenas noches, cuando son capaces de dar las gracias por la atención recibida, despedirse, hablar en voz baja, no molestar a los demás, solicitar o levantar la mano para hablar, no interrumpir al que habla, disculparse si llega un visitante en horarios de alimentación, si está comiendo brindar los alimentos, si terminan de alimentarse y deciden pararse de la mesa antes que el resto de los comensales lo hagan deben pedir permiso, colocar la silla en su lugar al retirarse, prestar los juguetes a otros niños, no golpear los juguetes, decir por favor cuando se solicita algo y esperar su turno.
El amor y respeto a las leyes de comportamiento exige educar a los niños a que no se introduzcan en conversaciones de los adultos, respetar la privacidad de las personas, no molestar con música altas a los vecinos, fundamentalmente, en los horarios de sueño, mostrar generosidad y solidaridad con todos los que les rodean, (los que conviven con él, ayudar a los vecinos ante cualquier situación que se les presente), para que aprenda a ser suya la frase popular (bajo el legado), quien es su hermano, el vecino más cercano, ser responsables y comprometidos ante cada tarea que tengan que asumir (asistir a las actividades que se convoquen por los organismos y organizaciones), saber comportarse en los lugares que visitan y tratar a las personas con delicadeza y respeto. Como dijera el hombre de la Edad de Oro (1976) “al niño hay que decirle las cosas…, de modo que lo entiendan bien, con palabras claras…" (p. 300)Los niños tanto en el hogar como en los centros educacionales deben ser educados de tal manera que aprendan a: colaborar con las actividades que realizan los miembros de la familia, (ayudar a mamá en los quehaceres del hogar,) mostrar responsabilidad ante las tareas o actividades, que asistan puntualmente a los compromisos, tengan correctos hábitos de conducta y cortesía como: brinden el asiento a ancianos, a impedidos físicos, a embarazadas, a mujeres y cuando van en un ómnibus, que tengan un buen trato hacia los demás (imiten buenas actitudes en el trato), saluden a las personas aunque no las conozcan, tocar la puerta y pedir permiso al entrar a una habitación, al llegar a una casa, saludar y pedir permiso para entrar, no pasar si no se lo piden y no sentarse si no se lo ofrecen y si una persona llega a su casa mandarla a pasar y sentarse.
Desde edades tempranas hay que cultivar en los niños las cualidades amor y respeto (también se manifiesta) por su patria, los símbolos, héroes, mártires, combatientes, organizaciones, dirigentes, la historia de la comunidad donde vive y de su país y, hacia aquellas personas que cumplen la honrosa tarea de ayudar a otros pueblos por misiones internacionalistas, porque ellos son los hombres y mujeres del mañana, encargados de cuidar, respetar y defender las conquistas de la Revolución. Martí (1889) expresó: “Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”. (p. 305).
En necesario enseñarles a los niños que no hay obra perfecta, pues las cosas no pueden ser absolutas, los hombres tienen virtudes, pero también tienen defectos que logran corregir en su actividad práctica, pero otras veces siguen siendo hombres de maldad, pero lo más importantes es parecerse a los hombres de bien, aprender de sus tradiciones patrióticas, de sus luchas, de sus cualidades, pues el bien que hicieron fue más grande que sus faltas, deben valorar e identificarse con las personalidades históricas que lucharon por la independencia de Cuba, a querer ser como ellos que no se cansaban de pelear por la libertad. Martí (1889) en su obra Músico, poetas y pintores, enunció: “Cada ser humano lleva en sí un hombre ideal, lo mismo que cada trozo de mármol contiene en bruto una estatua tan bella”. (p. 390).
Desde pequeños deben educarse en un mundo de ideales patrióticos, de llevar en su conciencia los líderes históricos, sus cualidades de hombres valientes, los ideales morales de progreso y libertad de los pueblos, así como la formación de una conciencia y actitudes morales ante la injusticia, la independencia y la soberanía.
La “cualidad moral responsabilidad”, exige la educación del comportamiento, portarse bien, ser persistente, ordenado, obediente y hacer valoraciones de sí mismo y de los demás. Martí (1875) en su obra: Función de los meseros, expresó:
La medida de la responsabilidad está en lo extenso de la educación: y cuando se sea responsable de todo, todavía no se es responsable de haber nacido hombre, y de obrar conforme a lo que aún existe de fiero y de terrible en nuestra naturaleza. (p. 267).
Los niños deben ser responsable y organizado , cumplir con las tareas que se le asignen, con los hábitos higiénicos culturales, lograr ser limpio, para ello deben ser educados en la realización de tareas básicas como: cepillarse los dientes, lavarse las manos y la cara siempre que sea necesario, asearse correctamente, vestirse y desvestirse en el orden establecido, peinarse y alisarse el cabello, bañarse adecuadamente y en dependencia de las actividades que realice, aprender a limpiarse las fosas nasales y el ano, lograr el limpiado bucodental correcto, ayudar a mamá en la organización y limpieza del hogar, limpiar las plantas del jardín, ayudar a barrer el patio y los jardines, pues como está escrito en A los niños que lean la Edad de Oro: "…, un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso…"
Todas las instituciones tienen el deber de trabajar en aras de educar e instruir a los niños para que sean capaces de manifestar buenos modales en todo momento, desde que se levanta hasta que se acuesta, decir buenos días, permiso, en la mesa: masticar bien sin chasquear los dientes, no hablar con la boca llena, sentarse correctamente, brindar y dar las gracias al recibir los alimentos, usar servilletas para limpiarse la boca y las manos después de ingerir los alimentos, pedir permiso al levantarse y colocar la silla en su lugar al retirarse, utilizar los utensilios o cubiertos correctamente, enseñarlos a ingerir y degustar los alimentos en el orden establecidos, mezclarlos de forma adecuada, en pequeñas porciones y tomar en las vajillas.
Enseñarles que deben consumir los alimentos con una dieta balanceada, en frutas, vegetales, verduras, deben evitarse las comidas ásperas, sin exceso de dulces y en los horarios establecidos que propicien una vida sana y saludable; es importante que alternen la alimentación con los horarios de sueño, fundamentalmente en el horario del mediodía y de la noche. Deben asimilar cómo degustar y distinguir el sabor de los alimentos e ingerir agua con periodicidad y después de los horarios de alimentación, no tomar agua sin hervir, lavar los frutos antes de ingerirlos y erradicar prejuicios existentes en relación con determinados alimentos.
La educación de la “cualidad moral laboriosidad” en los niños de la primera infancia, se consolida cuando sea capaz de concientizarse con la importancia del trabajo, la necesidad de ser trabajador, la cooperación y ayuda). Martí (1889), aconsejó: “El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso”. (p. 301).
José Martí en su tiempo coincide con el pensamiento de Marx y Engels (1844) “El germen de la educación del porvenir se debe a la combinación de la enseñan con el trabajo, no solo como un método para intensificar la producción social, sino que es el único método que permite producir hombres plenamente desarrollados”. (p. 3).
El niño debe conocer el trabajo en el campo, en la naturaleza, debe de conocer la importancia capital del trabajo en el desarrollo de la independencia, la responsabilidad, los hábitos de orden y la orientación de la conducta. Sujumlinski (1993), también considera que: “(…) no hay ni puede haber educación al margen del trabajo o sin trabajo, porque sin el trabajo, sin toda su complejidad y diversidad, no puede educarse el hombre”. (p.185).
Desde la infancia preescolar hay que enseñar a los niños el interés por las diferentes profesiones y oficios; conocer las relaciones que se establecen entre los trabajadores en la sociedad; formar una disposición positiva hacia el trabajo y los trabajadores y desarrollen hábitos laborales en correspondencia con su edad, lo que representa un valioso antecedente de un valor que posteriormente marcará su vida laboral en el futuro. (Franco y Moran, 2009, p. 198)
En cada una de estas ideas se considera el trabajo como la condición básica y fundamental de la vida humana y la educación la fuente que impulsa el trabajo. En la laboriosidad puede educarse en todas las actividades y procesos que realizan los niños y se dirige a formar actitudes de disposición por las tareas que realizan, que aprendan a ser trabajador y respetar el trabajo de los demás. Son valiosas las ideas de Martí (1883) en su obra: Trabajo Manual en las escuelas, cuando afirmó:
El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos. Es fácil ver cómo se depaupera, y envilece a las pocas generaciones, la gente ociosa, hasta que son meres vejiguillas de barro, con extremidades finas, que cubren de perfumes suaves y de botines de charol; mientras que el que debe su bienestar a su trabajo, o ha ocupado su vida en crear y transformar fuerzas, y en emplear las propias, tiene el ojo alegre, la palabra pintoresca y profunda, las espaldas anchas, la mano segura. (p. 285).
La formación de la cualidad moral laboriosidad brinda amplias posibilidades de realizar diferentes acciones laborales con los niños, a conocer el uso de los instrumentos de trabajo, a cuidar de ellos, pues al realizar tareas laborales se van acostumbrando a tener responsabilidad y comprender la necesidad de ser laborioso en todo momento, ante el autoservicio, en el trabajo con la naturaleza y en el trabajo doméstico. Estos se organizan en forma de guardias, encomiendas y trabajo colectivo. Martí (1889) en su obra: La Exposición de París, reflexionó: ¡Es bueno tener sangre nueva, sangre de pueblos que trabajan! ... ¡Con la pasión por el trabajo! ¡Mejor es morir abrasado por el sol que ir por el mundo, como una piedra viva, con los brazos cruzados! (p. 417).
En cualquier forma de actividad laboral que el niño desarrolle es necesario destacar el aspecto moral del trabajo, la necesidad de las relaciones de cooperación y ayuda mutua, pues cuando trabajan juntos, el trabajo se hace más rápido y eficiente, el esfuerzo por el trabajo conlleva al estímulo y al reconocimiento de sus resultados, que sientan que son útiles, que comprendan la diferencia entre el trabajo y el juego, pues la laboriosidad no solo implica trabajar sino hacerlo de manera correcta y llegar hasta el beneficio y el bienestar para la vida. Martí (1882), en su carta a la Opinión Nacional de Nueva York, expresó: “El trabajo nutre. La pereza encoleriza y enloquece”. (p. 307).
El trabajo es fuente de riqueza, es sostén y deviene de los materiales que ofrece la propia naturaleza, es la condición básica de toda la vida humana, el hombre creó el trabajo y el trabajo creó al hombre, pues la formación del hombre es producto del trabajo. Martí (1883) en su carta, avizoró:
Mas, no habrá para pueblo alguno crecimiento verdadero, hasta que la enseñanza elemental no sea científica, hasta que se enseñe al niño el manejo de los elementos de la tierra de que ha de nutrirse cuando sea hombre; hasta que, cuando abra los ojos para ver un arado, sepa que puede unirlo, como un buey en otro tiempo, ¡un rayo! (p. 446).
El niño de la infancia preescolar debe comprender la importancia del trabajo en la ciudad y el campo, debe conocer el valor del trabajo para la vida y la salud, pues se vive del trabajo y de sus resultados, saber del trabajo que realiza, en el huerto, en el campo, en los patios de las casas, en el jardín, en el rincón de la naturaleza y en los ornamentos. Martí (1889) en su obra: La Exposición de París, expresó: “¡Es bueno tener sangre nueva, sangre de pueblos que trabajan!”. (p. 417).
El trabajo doméstico crea grandes posibilidades para la formación de una actitud cuidadosa y de respeto a sí mismo, de ayudar en los quehaceres del hogar, en coordinación con otros miembros, actuar con disposición ante las indicaciones y ayudar a las personas mayores siempre que sea necesario. Se recomienda se enseñe a los niños desde las edades tempranas en las instituciones educacionales y en el hogar que ayuden a poner manteles en las mesas, colocar las servilletas, recoger la mesa después de cada comida, limpiar las mesas, las sillas, recoger los juguetes, ordenarlos, a mantener limpias las áreas de juego, hacer la cama, recoger la ropa sucia, quitar el polvo, sacar la basura y doblar, guardar la ropa en el armario.
El trabajo de autoservicio que desarrollan los niños en las instituciones educacionales son de gran valor para ir sembrando en ellos el amor al trabajo, hábitos y costumbres que serán de gran valía para su vida, pues permite que los niños sean capaces de: vestirse y desvestirse, quitarse las medias, usar y cuidar los utensilios, juguetes y objetos, ayudar a abotonarse o desabotonarse las prendas de vestir, abrir y cerrar el zippers, acordonarse y hacerse el lazo al calzarse, saber cómo limpiarse la nariz y el ano correctamente; ayudar en los quehaceres del hogar, planificar acciones con un orden y secuencia lógica y en coordinación con otros miembros, actuar con disposición ante las indicaciones y ayudar a las personas mayores siempre que sea necesario.
El desarrollo moral supone la existencia de las cualidades morales, las que se forman de manera integrada, pues una depende de la otra o se relaciona con ella, no se puede imaginar un niño honesto que no sea honrado, un niño laborioso que no sea responsable, un niño solidario que no tenga amor y respeto por los otros.
DIMENSIÓN EDUCACIÓN Y DESARROLLO DE LA COMUNICACIÓN
La comunicación se considera una forma de interacción humana que expresa las relaciones de los individuos entre sí, en el proceso de actividad, mediante el empleo de diferentes recursos, medios o signos tanto verbales como no verbales, cuyo dominio permite tanto la emisión de mensajes como su compresión gracias a los procesos de codificación y decodificación que realizan los participantes del acto comunicativo. (Gallo, et. ál., 2018, p. 54).
La dimensión educación y desarrollo de la comunicación en los niños de la primera infancia, se desarrolla en un proceso de interacción y de relaciones sociales, las que se manifiestan a través de signos verbales y no verbales e influyen de forma recíproca en su conducta, mediante la apropiación de la lengua materna, cuyo uso implica los signos verbales y los no verbales que permiten la transmisión, comprensión y construcción de significados (mensajes) en variadas situaciones de la vida cotidiana, donde a partir de las necesidades de comunicación, el niño asume un rol cada vez más activo. (Valdés, et. ál., 2018, p. 15).
La comunicación verbal se logra mediante las representaciones y la palabra que potencian un alto desarrollo intelectual, el perfeccionamiento del lenguaje oral, expresada en la amplitud y exactitud del vocabulario, el incremento de conceptos generalizadores, la regulación del comportamiento, la expresión oral y la construcción gramatical, así como la valoración de la calidad del lenguaje y la de sus coetáneos. (Gallo, et ál., 2018, p. 22).
La comunicación no verbal es la expresión o lenguaje corporal, manifestada en la mímica, los gestos, la postura corporal, los recursos paralingüísticos: las cualidades del sonido, reacciones fisiológicas y emocionales, los elementos cuasi-léxicos, el contacto físico, la distancia corporal ente las personas, el espacio físico, los que se manifiestan a través de la comunicación verbal. (Gallo, et ál., 2018, p. 22).
La comunicación es la base de todo tipo de actividad que desarrolla el niño, de sus interrelaciones, relacionado con la posibilidad de expresar, de forma variada, sus ideas, sus sentimientos, pero también constituye un instrumento que les permite apropiarse de los conocimientos, acceder a la cultura y regular el comportamiento. Martí (1889), en La última página, reflexionó: “(…) porque es necesario que los niños no vean, no toquen, no piensen en nada que no sepan explicar. Para eso se publica La Edad de Oro. Y para todo lo que quieran preguntar, aquí está el amigo”. (p. 350).
La necesidad de comunicación se manifiesta en las diferentes actividades cognoscitiva que realizan los niños, por eso es necesario saber cómo actúan y piensan, en armonía explicarle el porqué de las cosas, para que aprendan a conocer el mundo que les rodea. Martí (1883) en su obra: Trabajo Manual en las escuelas, avizoró: “La mente es como las ruedas de los carros, y como la palabra: se enciende con el ejercicio, corre más ligera” (p. 285).
Satisfacer las necesidades comunicativas de los niños, comprende satisfacer la curiosidad por las cosas y el gozo de sus motivaciones cognitivas, la que generalmente resuelven, a través de la palabra, de las preguntas, gestos y elementos mediatizadores en su relación con los objetos, con el mundo y de las influencias que reciben del medio exterior. Martí, J.J. (1889), en sus revelaciones A los niños que lean La Edad de Oro, explicó:
Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Lea vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora. (p. 301).
El niño en la infancia preescolar despliega la comunicación personal-situacional, la comunicación práctico-situacional y la comunicación cognoscitiva-extrasituacional, esta última se manifiesta principalmente en la actividad cognoscitiva, esencialmente para establecer relaciones no perceptibles entre los objetos y hechos que lo rodean. (Valdés, et ál., 2018, p. 16).
La comunicación se expresa fundamentalmente en el desarrollo de la expresión oral, lo que permite que los niños puedan emplear los procedimientos comunicativos, expresar su pensamiento de forma clara, fluida, con un tono de voz adecuado y en orden lógico, mediante el empleo de signos verbales y no verbales. Martí (1875) en Los juicios sobre Kant y Spencer, enunció:
El ver de nada me sirve, si no está la explicación de lo que veo, si mi entendimiento no convierte en elemento de juicio la visión. El objeto está fuera de mí; pero la inteligencia del objeto está en mí. Yo me comunico con él. EI conocimiento del orden de las comunicaciones es la filosofía, en cuanto al hombre. (p. 369).
En un lenguaje claro y preciso deja claridad de la importancia de la comunicación y sus diferentes formas expresivas, pues tanto en el lenguaje monologado como en el dialogado, permiten que los niños desarrollen una comunicación recíproca y las habilidades comunicativas: conversar, explicar, describir, narrar, recitar, relatar y dramatizar. Martí (1889) en A los que lean La Edad de Oro, persuadió:
Cuando un niño quiera saber algo que no esté en La Edad de Oro, escribanos como si nos hubiera conocido siempre, que nosotros le contestaremos. No importa que la carta venga con faltas de ortografía. Lo que importa es que el niño quiera saber. … (p. 302).
Al culminar la infancia preescolar los niños deben comprender los mensajes con signos verbales y no verbales (cualidades de la voz, gestos, interjecciones, las pausas, silencios, expresiones del rostro, sonrisas, contactos físicos y movimientos faciales y corporales, esquemas, gráficos); deben explicar sus experiencias, actividades y juegos y valorar los personajes de las obras literarias.
Deben comprender el vocabulario, a tener percepción de los procedimientos comunicativos; a comprender la percepción de los sonidos para el análisis fónico de las palabras y utilicen la escritura para emitir mensajes elaborados con trazos caligráficos que le permitan comunicar sus ideas y sentimientos, así como la comprensión de algunas palabras y frases sencillas de la lengua extranjera. Martí (1889) en su nota teatral sobre Adultera, afirmó: “La expresión rinde culto a la belleza, a la sencillez, a la sobriedad y a la verdad”. (p. 105).
La belleza de la expresión no solo se mide por la enseñanza y comunicación de la lengua materna sino también por la enseñanza de otros idiomas, desde edades tempranas en niños comienza a familiarizarse con la lengua inglesa y los procedimientos lingüísticos y comunicativos que se van complejizando en la medida que transitan a la infancia preescolar. Martí (1882) en la carta a La Opinión Nacional, expresó:
Pero esto han de aprenderlo los hombres por sí, porque se enseña de suyo, y enamora, y no se ha menester maestro para las artes de gracia y hermosura. Y es bueno, por cuanto quien ahonda en el lenguaje, ahonda en la vida, poseer luces de griego y latín, en lo que tienen de lenguas raizales y primitivas, y sirven para mostrar de dónde arrancan las palabras que hablamos: ver entrañas, ilustra”. (p. 446)
En programa educativo exige que expresen algunos vocablos (sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios, pronombres, conectores, colores, números, días de la semana, frases u oraciones simples en diferentes situaciones comunicativas, de manera que se combine el uso de la lengua materna con la lengua inglesa, los niños repiten en español y luego en inglés, esto los ayudará a que comprendan el significado de las palabras de ambos idiomas.
Los niños deben asimilar las formas del lenguaje como medio de comunicación, en este proceso intervienen un emisor y un receptor, los que en un contexto determinado logran el desarrollo del vocabulario, la expresión oral y la construcción gramatical, lo que favorece el interés por las formas bellas de la expresión, con el fin de lograr el desarrollo de la Lengua Materna. Al respecto Martí (1889) en A los que lean La Edad de Oro, expresó: "Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo;…" (p.302)
DIMENSIÓN EDUCACIÓN Y DESARROLLO DE LA MOTRICIDAD
La motricidad es una forma de la actividad humana, que incluye el desarrollo motor en íntima relación con lo cultural, lo social, lo simbólico, lo volitivo, lo afectivo y lo intelectual que permite al niño entrar en contacto con el adulto, los objetos, con sí mismo y sus posibilidades y con el medio circundante. (Agrelo, et ál., 2013, p. 5).
El desarrollo de la motricidad resulta esencial en la formación integral del niño, es mediante el movimiento que descubre las infinitas posibilidades de acción de su cuerpo, el desarrollo de los diferentes sistemas del organismo y las amplias posibilidades motrices, lo cual garantiza la toma de conciencia de sí mismo y de los demás, favoreciendo el desarrollo de la personalidad, para incorporarse a la sociedad con una mejor calidad de vida. (Agrelo, et ál., 2013, p. 5).
En cada una de estas ideas se hace alusión a la motricidad como una dimensión esencial que se dirige al desarrollo de los movimientos, las capacidades coordinativas, las habilidades motrices combinadas, las capacidades coordinativas, la conducta motora, la autonomía motriz, la formación y cuidado de hábitos higiénicos posturales el desarrollo de las potencialidades físicas en general. La motricidad se establece en dos contenidos esenciales: motricidad gruesa y motricidad fina.
La motricidad gruesa se dirige a la ejercitación de los grandes grupos musculares, de todo el cuerpo o de los segmentos corporales; está impregnada de ejercicios activos, (ejercicios de desplazamientos, ejercicios para el desarrollo físico general, los ejercicios principales que contribuyen a la ejecución de habilidades y capacidades motrices y los juegos de movimientos) y los ejercicios de recuperación. (Gallo, et ál. 2018, p. 131).
La motricidad fina se dirige a la ejercitación de los músculos faciales, (las manos, dedos y pies, dedos), lo cual le permitirá al niño realizar movimientos muy específicos, localizados, diferenciados y más precisos que permiten realizarlos con eficacia, economía de esfuerzo y un sentido útil en el desarrollo de sus acciones, de manera paulatina y se combinan con la motricidad gruesa. (Gallo, et ál. 2018, p. 166).
Esta idea martiana transversaliza la educación y desarrollo de la motricidad en la primera infancia. La motricidad se logra a través de la Educación Física, comprende la actividad programada, la gimnasia matutina, la actividad motriz independiente y las actividades físico-recreativas. Martí (1883) en su obra: El gimnasio en la casa, enfatizó:
A los niños, sobre todo, es preciso robustecerle el cuerpo a medida que se les robustece el espíritu. Hoy las pasiones se despiertan temprano, los deseos nacen desde que se echan los ojos sobre la tierra, y saben todos tanto que es fuerza aprender pronto mucho, por arte de maravilla, para no quedar oscurecido en la pasmosa concurrencia, y revuelto en el polvo en el magnífico certamen. (p. 389).
La actividad conductora de Educación Física permite que el niño pueda robustecer el cuerpo y ánima el espíritu, pues realizan ejercicios que acondicionan las diferentes partes del cuerpo, ejercicios de desplazamientos, ejercicios para el desarrollo físico general, (cabeza, tronco, extremidades), ejercicios principales (habilidades y capacidades motrices) y ejercicios de recuperación. Es importante que el niño participe de la práctica sistemática de ejercicios físicos al aire libre y en contacto con la naturaleza, que perfeccione sus movimientos, teniendo en cuenta sus posibilidades. Martí (1883) en esta obra: El gimnasio en la casa, vislumbró:
En estos tiempos de ansiedad de espíritu, urge fortalecer el cuerpo que ha de mantenerlo. En las ciudades, sobre todo, donde el aire es pesado y miasmático; el trabajo, excesivo; el placer, violento; y las causas de fatiga grandes, se necesita asegurar a los órganos del cuerpo, que todas esas causas empobrecen y lastiman, habitación holgada en un sistema muscular bien desenvuelto, nivelar el ejercicio de todas las facultades para que no ponga en riesgo la vida el ejercicio excesivo de una sola, y templar con un sistema saludable de circulación de la sangre, y con la distribución de la fuerza en el empleo de todos los órganos del cuerpo, el peligro de que toda ella se acumule, con el mucho pensar, en el cerebro, y con el mucho sentir en el corazón,-y den la muerte. (p. 389).
La práctica sistemática de ejercicios físicos les atribuye a los niños efectos beneficiosos en el orden biológico, en los distintos procesos que garantizan el desarrollo morfofuncional del organismo infantil y en la regulación de la actividad física en relación con el ambiente; así lo revela Martí (1883) cuando percibió:
Estas consecuencias de la vida moderna hacen urgente ese esparcimiento de la fuerza, aglomerada en llama en el cerebro desde los primeros años de la vida, y la preparación oportuna y previa del edificio que ha de sustentar tal pesadumbre del cuerpo que ha de ser teatro de tales batallas del espíritu. (p. 389).
La motricidad favorece la actividad muscular del niño, el desarrollo de las habilidades: caminar, correr, saltar, lanzar, rodar, cuadrupedia, reptar, escalar y trepar. Las habilidades motrices están acompañadas de las capacidades físicas (condicionales, coordinativas y complejas) y de las actividades físicas y recreativas. Martí (1889) en su obra Un juego nuevo y otros viejos, expresó: “Los niños, necesitan de tiempo en tiempo algo así como correr mucho, reírse mucho, y dar gritos y saltos. (p. 340).
Los niños se interesan mucho por la realización de actividades físicas recreativas (juegos de movimientos, de competencias, festivales recreativos, marcha de señales y composiciones gimnásticas); se desarrollan con un enfoque lúdico, competitivo y creativo y se dirigen a proporcionar emociones de alegría, bienestar y seguridad ante el éxito y la tristeza, disgusto y malestar ante el fracaso, así como formar sentimientos éticos y estéticos, vinculados a las cualidades morales.
En su obra Maestros ambulantes Martí (1883), manifestó: “Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien”. (p. 289).
La creciente actividad física permite que los niños que desarrollen sus potencialidades cognoscitivas, conocimientos, habilidades y capacidades motrices, a partir de la relación que se establece la actividad física y la actividad mental, de acuerdo a sus potencialidades, motivos y actitudes, lo que hace que sean más conscientes de sus resultados y de su conducta motriz. En la última página de la primera edición, de la Revista: La Edad de Oro, Martí (1889), razonó:
Antes todo se hacía con los puños: ahora, la fuerza está en el saber, más que en los puñetazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear, para cuando un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es bueno ser fuerte de cuerpo; pero para lo demás de la vida, la fuerza está en saber mucho. (p. 349).
Deben distinguir que la fuerza está en el saber mucho, relacionar la fuerza con el conocimiento, pues educarla inteligencia les permite ganar las batallas de la conciencia, la sabiduría es la llave de la razón, el conocimiento los prepara para la defensa personal, pero a su vez, deben saber que el ejercicio conlleva al desarrollo intelectual, en la medida que se intensifica la práctica de ejercicios físicos se fortalece el organismo, el desarrollo motor y su salud, pues ejercitar la fuerza significa ejercitar el intelecto humano. En la obra: La Galería de las Máquinas, Martí (1889), aconsejó: “La Edad de Oro quiere que los niños sean fuertes, y bravos, y de buena estatura, para que les ayude a crecer el corazón”. (p. 501).
La motricidad resulta esencial en la formación integral del niño, mediante el movimiento descubren las amplias posibilidades físicas del cuerpo, se hacen más fuertes, robustos y dinámicos, desarrollan el equilibrio físico, mental, la coordinación, la flexibilidad y la postura, lo que determina las amplias posibilidades motrices que manifiestan y la acción muscular de los diferentes sistemas del organismo, lo cual implica dosificar correctamente el trabajo físico e intelectual. Martí (1883) incitaba en la importancia de tener un gimnasio en la casa; vasta recabar a sus ideas cuando aludió:
Sin exponerse a ojos extraños, y en su propia habitación, se necesita ejercitar diariamente todos los movimientos saludables, pues aumentarán la fortaleza de los músculos, la armonía y la gracia de la forma, pues ha de tenerse alma robusta en cuerpo robusto. (p. 391).
El ejercicio sistemático es saludable, es una manera de robustecer el alma, en la misma medida que el niño se hace consciente del entrenamiento constante se fortifica su cuerpo, desarrolla los músculos y las defensas ante los factores de riesgos de organismo. Martí (1884) en sus apuntes, a decir del profesor Hall, expresó:
Tengo a la higiene por necesidad capital en la educación de los niños. Y lo que primero les enseñaría acaso, y con más ardor, sería el desarrollo de sus músculos. Pocos conocen la relación estrechísima que existe entre la debilidad física y la maldad moral, cuán imposible es la saludable energía de la voluntad sin que la sostengan los fuertes músculos que son sus naturales órganos, y cuánto dependen de un buen desarrollo muscular cualidades tan preciosas como la abnegación, el dominio de sí propio, y la serenidad en las desgracias”. (p. 392).
La higiene de la actividad física permite la relación del niño con el ambiente, el fortalecimiento de la salud, la práctica de ejercicios físicos en contacto con la naturaleza, sin sobrecargar la tensión muscular del organismo que faciliten la respiración, la circulación y los músculos. La práctica del ejercicio físico debe combinarse con la formación de sentimientos y cualidades morales y conlleva al buen estado de salud, en correspondencia con las posibilidades reales del niño.
La conducta motriz balanceada, sin sobrecargar la tensión muscular, garantiza el desarrollo físico, las posibilidades de adaptación al ambiente y el estado de salud, siempre deben vincularse con la formación de cualidades y actitudes positivas que garanticen un alto rendimiento físico debe complementarse con ejercicios pasivos y de recuperación. La progresiva actividad motora incrementa el crecimiento y desarrollo del organismo en el niño.
DIMENSIÓN EDUCACIÓN Y DESARROLLO DE LA RELACIÓN CON EL ENTORNO
El Entorno se concibe como todo el ambiente que rodea al niño y del que forman parte las condiciones o circunstancias naturales (físicas, geográficas) y las condiciones o circunstancias sociales (históricas, culturales, económicas) de cualquier individuo o colectividad. El entorno natural por su riqueza y diversidad en formas, texturas, colores, olores, sabores, interrelaciones y variedad en la manifestación de fenómenos; resulta fuente de inestimable valor para la estimulación de la curiosidad y el enriquecimiento de las experiencias y vivencias de los niños acerca del mundo que lo rodea. (García, 2011, p. 6).
El entorno en la infancia preescolar se manifiesta a partir de su relación con el medio natural y físico, lo que condiciona su subsistencia y características, resultado de su adaptación al medio y de su condición social, lo cual le atribuye la posibilidad de influir y transformarlo, a la vez que se transforman a sí mismo. Los niños se desarrollan en el proceso de apropiación de la experiencia acumulada por la humanidad, mediante la actividad y la comunicación, que se concreta en los objetos y fenómenos del entorno, lo que sin duda resulta esencial para su desarrollo integral.
El programa educativo de la dimensión educación y desarrollo de la relación con el Entorno consolida que los niños al concluir la infancia preescolar deben lograr las habilidades intelectuales generales, ampliar sus conocimientos sobre los hechos y fenómenos de la vida cotidiana, el cuidado del entorno y su diversidad, el desarrollo perceptual, fomentando intereses cognoscitivos sobre la actividad con objetos y los patrones sensoriales, el conocimiento y transformación del mundo natural y social, la construcción con bloques, las relaciones cuantitativas, el desarrollo de las habilidades informáticas y el juego. (Valdés, et ál., 2017, p. 45).
El desarrollo perceptual y sensorial se alcanza en la misma medida que se perfecciona este desarrollo, dada la necesidad de conocer el mundo, sobre la base del reflejo en su conciencia de la realidad objetiva, resultado de sus conocimientos, el cual transita de lo sensorial (sensación y percepción) a lo racional, (pensamiento), mediado por las representaciones (memoria e imaginación), pues el reflejo de las características de los objetos de la realidad que caracteriza al conocimiento racional, reorganizan el reflejo sensoperceptual y lo hace más consciente y generalizado. El desarrollo de las capacidades sensoriales e intelectuales en la infancia preescolar requieren de la orientación y la modelación mediatizada de las tareas cognoscitivas.
Resulta esencial las ideas del Apóstol (José Martí) en relación con esta dimensión, pues sus obras están impregnadas de gran sensibilidad intelectual. El desarrollo intelectual en los niños no se adquiere solo por su naturaleza biológica, sino que se trasmite como reflejo sensorial de la realidad, a través de los procesos sensoperceptuales, al palpar, manipular, explorar, relacionarse y comprender el medio en que viven, de lo que se les enseña y muy importante de la atención educativa que reciben por los agentes educativos. Martí (1883) en su obra. Cuentos de hoy y de mañana, expresó:
Sobre la tierra no hay más que un poder definitivo: la inteligencia humana. El derecho mismo, ejercitado por gentes incultas, se parece al crimen. Los hombres fuertes que se sienten torpes, se abrazan a las rodillas de los hombres inteligentes. La inteligencia da bondad, justicia y hermosura… (p. 108).
La relación del niño con el mundo circundante se basa, fundamentalmente, en las sensaciones y las percepciones y sobre esta base, surgen procesos más independientes, como la memoria, el pensamiento y la imaginación. El conocimiento sensorial y racional constituye una actividad cognoscitiva única. La educación sensorial es la base de todo tipo de actividad cognoscitiva, ya sea estética, física, intelectual, moral y laboral. (González y Rooms, 2012, p. 7).
Las acciones perceptuales son acciones necesarias para la asimilación de los patrones sensoriales; mediante ellas los niños pueden obtener representaciones sobre las propiedades de los objetos, que tienen significación de patrones, para orientarse en las propiedades de los objetos circundantes. Se clasifican en identificación, comparación y modelación. (Venguer, 1981, p. 216).
El desarrollo perceptual se inicia en la infancia temprana mediante la actividad con objetos y se consolida en la infancia preescolar, con el aprendizaje de los patrones sensoriales. Los patrones sensoriales son representaciones que se han ido formando dentro del género humano sobre las variaciones fundamentales que han sufrido cada tipo de propiedades y relaciones. Estos se identifican: percepción del color, percepción de la forma, percepción del tamaño, los que se complementan a través de la percepción analítica. (González y Rooms, 2012, p. 15).
Es interesante como desde los contenidos de la revista: La Edad de Oro se promueve el desarrollo perceptual en los niños y sus representaciones, especialmente cuando trata del conocimiento del patrón sensorial color. En su poesía Juguete, Martí (1868) en un lenguaje poético, narró:
De tela blanca y rosada, tiene Rosa un delantal, y a la margen de la puerta, casi casi en el umbral, un rosal de rosas blancas y de rojas un rosal,…Y si pasa caprichosa por delante del Rosal, flores blancas pone a Rosa en el blanco delantal. (p. 242)
La poesía Juguete no solo permite familiarizar a los niños con los colores, sino que facilita la ampliación e introducción de vocablos: puerta, delantal, plantas, flores. La percepción sensorial color se logra de manera gradual, se inicia con las acciones perceptuales de percepción visual, posteriormente lo verbalizan y luego expresan sus variaciones.
El niño en la infancia preescolar conoce los colores del espectro rojo, azul, amarillo, anaranjado, verde y violeta y los pigmentos blanco y negro; debe conocer que los colores son características propias y estables de los objetos o de muchos objetos de su entorno, la diversidad, sus matices y tonalidades, como se transforman en la medida que se mezclan y se combinan, así como la importancia y utilidad que proporcionan en el mundo natural y social. La obra Nené traviesa de Martí (1889) también incita al aprendizaje del color, así se revela cuando narró:
Siempre traía el papá de Nené algún libro nuevo, y se lo dejaba ver cuando tenía figuras; y a ella le gustaban mucho unos libros que él traía, donde estaban pintadas las estrellas, que tiene cada una su nombre y su color: y allí decía el nombre de la estrella colorada, y el de la amarilla, y el de la azul, y que la luz tiene siete colores, y que las estrellas pasean por el cielo, lo mismo que las niñas por un jardín. (p. 375).
Los niños deben saber el significado de cada color, identificar los colores primarios que se perciben de forma natural y sin mezclarse (rojo, azul y amarillo) y los secundarios que se obtienen al mezclar dos colores primarios. Ejemplo: con la unión de los colores rojo y azul se obtiene el color violeta, la unión de los colores rojo y amarillo obtiene el color naranja y la unión de los colores azul y amarillo obtiene el color verde. Martí (1889) en su legado A los que lean La Edad de Oro, afirmó: “(…) para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra, y qué quiere decir cada color”. (p. 301).
La enseñanza del patrón sensorial color se establece en cuatro etapas: familiarización con las propiedades de los objetos en el medio; se aísla la propiedad para trabajar la formación de los patrones sensoriales (acciones de superposición, yuxtaposición e inclusión en superficies amplias y limitadas); identificación del patrón sensorial color por orientación visual y verbal y por último identificar los patrones sensoriales por orientación visual y verbal en objetos del entorno cercano al niño. (González, Rooms, Cano, 2012, p. 113).
La enseñanza de los patrones sensoriales permite el conocimiento de las propiedades y relaciones con los objetos, las representaciones acerca de los diversos patrones de propiedad, así como las habilidades de identificar, comparar, clasificar y ordenar los colores del espectro, su transformación para obtener sus variaciones, tonalidades y matices. Los colores influyen en las emociones, estado de ánimo, actitudes, sensaciones y acciones del niño con su entorno. Martí (1889) en su obra: Un paseo por la tierra de los anamitas, vislumbró:
La mirada no debe ser azul, porque el azul engaña y abandona, como la nube del cielo y el agua del mar; y que el color no debe ser blanco, porque la tierra, que da todas las hermosuras, no es blanca, sino de los colores de bronce. (p. 461).
En la enseñanza de los colores es importante que los educadores conozcan los sentimientos e impresiones que se manifiestan en los colores. Se relacionan con los colores primarios y sus manifestaciones (el color azul irradia serenidad, frialdad, calma, reposo, frescura, paz e inteligencia; el color rojo trasmite calor, excitación, energía, alegría, dinamismo, fogosidad, fortaleza; el color amarillo da expresión de estímulo, regocijo, experiencias e impulso).
Los niños comprenden el significado que trasmitan los colores secundarios (el color verde da muestra de frescura, tranquilidad, serenidad, sensatez y esperanza; el color naranja da muestra de apasionamiento, exaltación, excitación, entusiasmo; el color violeta enuncia tristeza, soledad, frialdad, madurez y delicadeza).
Es importante que aprendan los colores acromáticos (el blanco manifiesta pureza, dignidad, modestia, limpieza, paz y tranquilidad; el gris da impresión de resignación, conformismo; el negro da sensación de tristeza, luto, angustia, duelo y desesperación), los que deben ser tratados en correspondencia con el contexto o ambiente que rodea al niño.
La dimensión Entorno fomenta el conocimiento del mundo natural, los niños al concluir la infancia preescolar deben comprender la necesidad y cuidado de la naturaleza, la protección del medio ambiente, el desarrollo de los intereses cognoscitivos, el deseo de saber, la curiosidad y la formación de sentimientos y cualidades positivas hacia el entorno y su diversidad.
La educación del entorno natural debe permitir que amplíen sus vivencias y experiencias acerca de los fenómenos de la naturaleza, no solo para que observen las transformaciones que se manifiestan de manera experimental, sino que comprendan su utilidad, riqueza, beneficio y la variedad de sucesos naturales que en ella se manifiestan. Martí (1889) en Los juicios filosóficos, en un lenguaje interrogativo, definió: ¿Qué es la Naturaleza?:
El pino agreste, el viejo roble, el bravo mar, los ríos que van al mar como a la eternidad vamos los hombres: la Naturaleza es el rayo de luz que penetra las nubes y se hace arco iris; el espíritu humano que se acerca y eleva con las altas nubes del alma, y se hace bienaventurado. Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma, espíritus y cuerpos; corrientes esclavas en su cauce; raíces esclavas en la tierra; pies, esclavos como las raíces; almas, menos esclavas que los pies. El misterioso mundo íntimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es, deforme o luminoso u oscuro, cercano o lejano, vasto o raquítico, licuoso o terroso, regular todo, medido todo menos el cielo y el alma de los hombres es Naturaleza. (p. 364).
La educación del mundo natural favorece la relación del niño con la realidad circundante, y en esa relación adquieren conocimientos sobre el conjunto de elementos que rodean al niño, la variedad de sucesos y las causas que dan lugar a que se produzcan, descubren que las cosas de la naturaleza se estructuran en dos grandes grupos: lo vivo y lo no vivo; aprenden que dentro de lo vivo se encuentran las cosas naturales: las plantas, los animales y el hombre; dentro de lo no vivo se encuentran las cosas que son transformadas por el hombre para satisfacer sus necesidades.
La naturaleza es el alma de la vida, el entorno satisface las necesidades del hombre, los elementos de la naturaleza les dan vida a las plantas, los animales y el hombre, pero, a su vez, el hombre se ocupa del cuidado y protección de la naturaleza. Martí (1882) en su obra: Emerson, destacó:
La naturaleza se postra ante el hombre y le da sus diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas, para que avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que eduque su espíritu en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud que las vence. La naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en su mente, la cual gobierna su habla, en la que cada objeto va a transformarse en un sonido. (25).
Esta idea permite que los niños comprendan el camino a seguir en función del cuidado y protección de la naturaleza, el bienestar que proporciona la agricultura para la vida, la importancia del trabajo y el bienestar de sus resultados, de experimentar los fenómenos del mundo natural, sus causas y consecuencias. Martí (1884), en su obra: Maestros ambulantes, expresó:
El único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. La naturaleza no tiene, celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza. Y como en cada región sólo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza. (p. 289).
Es necesario enseñar a los niños a comprender la necesidad de aprovechar las potencialidades de la naturaleza, de respetar el trabajo que realiza el hombre en el campo, que aprendan a no vivir del trabajo de los demás y la necesidad de trabajar para sobrevivir y proteger los recursos naturales. Martí (1889) en la obra: Historia de la cuchara y el tenedor, reflexionó:
Cuando uno sabe para lo que sirve todo lo que da la tierra, y sabe lo que han hecho los hombres en el mundo, siente uno deseos de hacer más que ellos todavía: y eso es la vida. Porque los que se están con los brazos cruzados, sin pensar y sin trabajar, viviendo de lo que otros trabajan, esos comen y beben como los demás hombres, pero en la verdad de la verdad, ésos no están vivos. (p. 471).
Las instituciones educativas y la familia tienen el deber de enseñar a los niños a reconocer las conductas positivas y negativas que se manifiestan en la conservación de la naturaleza, ampliar sus vivencias sobre el trabajo del hombre en el campo, la siembra de semillas, el aporque, el riego, la cosecha de los frutos, cómo podarlas, trasplantarlas y recolectarla, así como la necesidad de trabajar para no vivir o depender de los otros; en la misma medida que se incentivan los valores del trabajo, así serán los resultados y el proyecto de vida del trabajador. Martí (1983) en la obra: Maestros ambulantes, exhortó:
Los hombres necesitan conocer la composición, fecundación, transformaciones y aplicaciones de los elementos materiales de cuyo laboreo les viene la saludable arrogancia del que trabaja directamente en la naturaleza, el vigor del cuerpo que resulta del contacto con las fuerzas de la tierra, y la fortuna honesta y segura que produce su cultivo. (p. 288).
Es importante que aprendan la importancia del trabajo en la tierra, las transformaciones que ocurren en el ambiente, la necesidad del trabajo, del cultivo, las diferencias que se presentan en las plantas, cómo nacen, crecen y se reproducen, así como la formación de sentimientos de laboriosidad y de amor por el trabajo del campesino. Martí (1883) en su obra Trabajo manual en las escuelas, expresó: “El cultivador necesita conocer la naturaleza; las enfermedades, los caprichos, las travesuras mismas de las plantas para dirigir el cultivo de modo de aprovechar las fuerzas vegetales, y evitar sus extravíos”. (p. 286).
Los niños necesitan saber de las diferencias de las plantas ornamentales, medicinales y alimenticias, las diferencias de las estaciones del año y que importancia representan estas estaciones para el trabajo en la agricultura. Martí (1889), en La última página del cuarto número de la revista La Edad de Oro, persuadió:
Se ha de conocer las fuerzas del mundo para ponerlas a trabajar, y hacer que la electricidad que mata en un rayo, alumbre en la luz. Pero el hombre ha de aprender a defenderse y a inventar, viviendo al aire libre, y viendo la muerte de cerca, como el cazador del elefante. La vida de tocador no es para hombres. Hay que ir de vez en cuando a vivir en lo natural, y a conocer a selva. (p. 503).
El trabajo en el mundo circundante permite la adquisición de conocimientos, habilidades y capacidades sobre la naturaleza en movimiento, en la medida que estos se relacionen con los objetos y con el medio se favorece la formación de actitudes, sentimientos y cualidades de los niños sobre los fenómenos de la naturaleza inanimada, el mundo animal, el mundo vegetal, el trabajo en la naturaleza y su importancia para la alimentación y la salud. Martí, J.J. (1882), expresó: “El genio alimentado fortalece. El genio sin empleo devora. El alimento del genio es una obra digna de él". (p. 307).
El niño ha de conocer que los alimentos son productos de la naturaleza, devienen de trabajo del hombre en la naturaleza y estos, a su vez, dan los alimentos que lo hacen crecer y desarrollarse. Martí (1889) en su obra: Un paseo por la tierra de los anamitas, acentuó: “(…) es un presumido el que se crea más sabio que la naturaleza”. (p. 460).
Los niños en la infancia preescolar son capaces de relacionarse con los elementos de la naturaleza y proteger estos recursos naturales, aprenden a conocer las diferencias que presentan en la naturaleza inanimada, las plantas y los animales. Estos contenidos son trabajados a partir de sus vivencias, hechos y contenidos educativos que se les ofrecen. Martí (1889), describe elementos de la naturaleza que pueden ser trabajados con el niño, desde la obra Nené traviesa, narró:
Las estrellas pasean por el cielo, lo mismo que las niñas por un jardín. Pero no: lo mismo no: porque las niñas andan en los jardines de aquí para allá, como una hoja de flor que va empujando el viento, mientras que las estrella van siempre en el cielo por un mismo camino, y no por donde quieren: ¿quién sabe?: puede ser que vaya para allá arriba quien cuide a las estrellas, como los papás cuidan acá en la tierra a las niñas. Sólo que las estrellas no son niñas, por supuesto, ni flores de luz, como parece de aquí abajo, sino grandes como este mundo: y dicen que en las estrellas hay árboles, y agua, y gente como acá… (p. 375).
En la relación del niño con el mundo circundante, adquiere la experiencia sensitiva que los lleva al razonamiento, pues las vivencias, hechos y representaciones obtenidas mediante las observaciones y actividades prácticas en la naturaleza, crean las condiciones propicias para el desarrollo de sentimientos de amor por el ambiente y la formación de actitudes por el entorno natural. Martí (1889) expresó: ¡Con la pasión por el trabajo! ¡Mejor es morir abrasado por el sol que ir por el mundo, como una piedra viva, con los brazos cruzados!, o cuando revela: ¡Es bueno tener sangre nueva, sangre de pueblos que trabajan! (p. 417).
En conocimiento del entorno también contiene el mundo animal, la necesidad de distinguir su clasificación: domésticos, salvajes, acuáticos, mamíferos, ovíparos, réptiles, aves y crustáceos, sus características más significativas, su aspecto exterior, forma de trasladarse y alimentarse, así como la importancia de su protección y cuidado. Martí (1883)en su obra Educación Científica, manifestó: “A las aves, alas; a los peces, aletas; a los hombres que viven en la Naturaleza, el conocimiento de la Naturaleza: ésas son sus alas. (p. 278).
El niño debe realizar actividades relacionadas con el cuidado de los animales, crearles mejores condiciones de vida, darles de comer, bañarlos, llevarlos al veterinario si lo necesitan, protegerlos del frío, darles casa y refugio. Martí (1889) en un lenguaje poético narró: “Iba un niño travieso, cazando mariposas; las cazaba el bribón, les daba un beso, y después las soltaba entre las rosas”. (p. 309).
Los niños expresan sentimientos de amor por los animales e incorporan estos conocimientos en sus modos de comportamientos, experimentan el deseo de cuidarlos, quererlos y protegerlos, darle cariño y afecto, curarlos si se enferman, alimentarlos a su hora, no maltratarlos, cuidar su aspecto exterior, la utilidad que les proporcionan, así como las diversas formas en que nacen, se alimentan, crecen, las condiciones vitales, las formas de traslación, su habitad y reproducción.
El conocimiento de entorno natural también exige que los niños aprendan el cuidado y protección de los recursos que se utilizan en la naturaleza, lo que implica el ahorro del agua, el ahorro de la energía y el cuidado de los recursos marítimos. Martí (1889), en La última página, de la cuarta edición, expresó:
El artículo de La Luz Eléctrica, que cuenta cómo se hace la luz, y qué cosa es la electricidad, y cómo se enciende y se apaga, y muchas cosas que parecen sueño: o cosa de lo más hondo y hermoso del cielo: porque la luz eléctrica es como la de las estrellas, y hace pensar en que las cosas tienen alma, como dijo en sus versos latinos un poeta, Lucrecia, que hubo en Roma, y en que ha de parar el mundo, cuando sean buenos todos los hombres, en una vida de mucha dicha y claridad, donde no haya odio ni ruido, ni noche ni día, sino un gusto de vivir, queriéndose todos como hermanos, y en el alma una fuerza serena, como la de la luz eléctrica. (p. 503).
Esta reflexión es una idea esencial para que los niños conozcan la importancia de la luz eléctrica, la necesidad de ahorrarla, las medidas para que aprendan el ahorro de agua y energía, en el hogar, las instituciones educativas y en la comunidad. Es importante que contribuyan al ahorro, apagar las luces innecesarias y que no se usan, esencialmente en el horario pico, no usar luces en horarios del día; deben conocer cómo pueden a ahorrar el agua, a no derramarla, utilizar solo la que necesitan y otras medidas de fácil cumplimiento para ellos.
Engels (1844) formuló: “La naturaleza toda, desde lo más pequeño hasta lo más grande, desde un grano de arena hasta el sol, desde el protozoo hasta el hombre, se halla en continuos cambios y transformaciones. Las riquezas naturales como los suelos, plantas, animales, aguas y minerales son aprovechadas por el hombre en beneficio de la sociedad. (p.146).
El conocimiento de la naturaleza es un contenido de mucha valía, pues conocen las características del sol, aire y agua, el estado del tiempo y sus cambios, las características de las estaciones del año. El reconocimiento sobre la importancia de algunos elementos de la naturaleza (agua, aire, luz y calor) para la vida de las plantas, los animales, el hombre, y la necesidad de conservar y proteger estos recursos naturales, son de significativa importancia en el trabajo educativo con los niños, pues se apropian las diferencias que presentan las plantas y los animales en cuanto a la cantidad de agua, luz, aire y calor que necesitan para vivir. Martí (1889) en su obra: La Ilíada de Homero, enfatizó: “(…) el hombre se ve pequeño ante la naturaleza que lo crea y lo mata, y siente la necesidad de creer en algo poderoso, y de rogarle, para que lo trate bien en el mundo, y para que no le quite la vida. (p. 330).
En necesario que los niños realicen experimentos, actividades prácticas y juegos en la que puedan corroborar las transformaciones que ocurren en la naturaleza, tanto favorables como aquellos que son dañinas para las plantas, los animales, la protección de los recursos naturales, el ahorro, cuidado y protección del medio ambiente, así como el trabajo del hombre en la naturaleza. Martí (1883) en sus escritos sobre Emerson, reflexionó:
Estudiar las fuerzas de la naturaleza, y aprender a manejarlas, es la manera más derecha de resolver los problemas sociales. El comercio intelectual ennoblece. El hombre ignorante no ha empezado a ser hombre. El hombre lleva todas sus espadas y todas sus lanzas en la frente. (p. 52).
La obra martiana se asienta en el estudio de la naturaleza, a los niños le trasmite sus saberes en relación con el entorno, sus representaciones, su inteligencia, enriqueciendo y consolidando la búsqueda de la información sobre los objetos y fenómenos reales, aprenden a pensar con independencia y a percibir la belleza y variedad de la naturaleza, sus razonamientos y generalizaciones.
La dimensión Entorno fomenta el conocimiento del mundo social, los niños al concluir este nivel educativo deben saber identificar los miembros de la familia, el trabajo de las personas, los tipos de trabajo en el campo y la ciudad y los medios de transporte que utilizan. Deben conocer la comunidad donde viven, los lugares más importantes de la ciudad y el campo, los defensores de la patria, la relación con otros países, las personalidades históricas que lucharon por la independencia de Cuba, los símbolos y atributos de la patria. A identificar a Cuba como su país natal, su capital, otras provincias, ciudades y lugares más importantes.
La Edad de Oro es una revista significativa para enseñar en los niños el trabajo de las personas, el valor del trabajo, las relaciones de los trabajadores en la sociedad. La identificación de los diferentes oficios y profesiones, especialmente las más cercanas a él, las labores, acciones, procesos productivos sencillos e instrumentos relacionados con estos, la importancia de lo que hacen o producen para la sociedad en beneficio de todos y su expresión a través de la actividad lúdica. Martí (1983) en su obra: Escuela de arte y oficios, aconsejó:
Quien quiera nación viva, ayude a establecer las cosas de su patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo y aplicable una situación personal independiente. Que cada hombre aprenda a hacer algo de lo que necesiten los demás. (p. 285).
Los niños asimilan los diferentes oficios y profesiones, los que exteriorizan a través del juego de roles, entre ellos, se destacan: el policlínico, la escuelita, la peluquería, la barbería, el campesino, la bodega, el aeropuerto, el círculo infantil, los defensores de la patria, el club de computación y otros ejemplos que son propios de sus vivencias y del lugar donde viven.
En los contenidos del mundo social también se enfatiza en la necesidad de conocer la vida y obra de las personalidades históricas de la Revolución cubana y latinoamericana, la importancia de sus luchas por la independencia de Cuba y los sentimientos patrióticos. Martí (1889), en la obra Tres héroes,expresó:
Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino crimínales. (p. 308)
La formación de sentimientos patrios se impregna en el conocimiento de las personalidades históricas y aspectos elementales de su vida. Se enfatiza que el patriotismo se gana con el respecto a las normas y costumbres sociales, los que constituyen elementos a seguir en la formación y desarrollo de actitudes, nociones y sentimientos. Martí (1889) aconsejó: “Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria, los que pelean con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad”. (p. 304).
Es significativo que los niños comprendan la necesidad de ver a Cuba libre de la opresión a que era sometida en cada época, la historia de la Revolución Cubana, las sangrientas batallas llevadas a cabo desde los mambises, el papel de los soldados al servicio de la Patria, los ideales de los cubanos que iniciaron las guerras independentistas y sus seguidores. Martí (1889), en la obra: Los dos ruiseñores, expresó: “(…) ¡Cuando no hay libertad en la tierra, todo el mundo debe salir a buscarla a caballo! (p. 492).
Es necesario que aprendan el legado martiano de luchar por la libertad y su pasión revolucionaria por el porvenir de Cuba y de otros pueblos, de sus deberes y sentimientos de pertenencia con la patria. En su obra Abdala. Martí (1869), en la novela, Abdala, trasmitió: “El amor, madre, a la patria, no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”; o cuando revela: “¡Oh, ¡qué dulce es morir cuando se muere luchando audaz por defender la patria!” (p. 19, 24).
Esta obra es reflejo del inmenso amor que sentía Martí por la patria, su actitud firme ante la injusticia, su entrega incondicional a la independencia de Cuba, su profundo amor revolucionario y huellas imborrables en las luchas por lograr la independencia y la soberanía de Cuba y del mundo. Martí (1889) en su obra La Ilíada de Homero, enfatizó:
En la Ilíada, aunque no lo parece, hay mucha filosofía, y mucha ciencia, y mucha política, y se enseña a los hombres, como sin querer, que los dioses no son en realidad más que poesías de la imaginación, y que los países no se pueden gobernar por el capricho de un tirano, sino por el acuerdo y respeto de los hombres principales que el pueblo escoge para explicar el modo con que quiere que lo gobiernen. (p. 330).
Martí enfatiza que los países no pueden gobernarse sobre la base de la tiranía, de la propiedad privada y de la dictadura. Los pueblos deben dirigirse con democracia, con libertad de elegir a sus gobernantes, sobre la base de la igualdad de oportunidades, equidad, unidad y justicia social.
Es importante que los niños se solidaricen con la vida y obra de otros países, especialmente los de América Latina y del Caribe, sus sitios, tradiciones, costumbres, símbolos y revolucionarios notorios de su historia, la importancia de sus luchas y méritos patrióticos. En todas las ideas de Martí están latentes las cualidades de aquellos hombres que lucharon por la defensa y libertad de su patria, de la consagración a sus ideales patrióticos, de luchar y defender el derecho a la libertad, los niños deben aprender a valorar las cualidades de Bolívar y sus méritos de hombre valiente que no reparó del cansancio y de su destierro para cambiar sus ideales de libertar a los pueblos de América, sus luchas en Granada, Ecuador, Bolivia, Perú y de su propio pueblo, la libertad de Venezuela.
DIMENSIÓN EDUCACIÓN Y DESARROLLO ESTÉTICO
La cultura educativa de José Martí está sumergida en la estética, los valores artísticos, la belleza, la producción, la creación, la ética, la moral, la apreciación, producción y expresión de sentimientos, vivencias y actitudes estéticas. La estética comprende la educación estética y la educación artística y contempla diversos lenguajes expresivos.
La Educación Estética comprende la naturaleza, el arte, la técnica y la vida cotidiana. La Educación Artística se vislumbra en la música, plástica, teatro, literatura, danza y cinematografía. Martí (1888) en las conferencias de Enrique José Varona, expresó: “El arte no es venal adorno de reyes y pontífices, por donde apenas asoma la cabeza eterna el genio, sino divina acumulación del alma humana, donde los hombres de todas las edades se reconocen y confortan. (p. 120).
La dimensión educación y desarrollo estético en la infancia preescolar se plantea la formación en los niños de actitudes estéticas ante la vida, les permite comprender y apreciar la belleza, no solo en lo tangible en cuerpos o espacios físicos, en las manifestaciones u obras de arte, sino que se extiende hacia la belleza intangible, en las formas de relacionarse, en la comunicación de códigos éticos y estéticos y en las influencias o estereotipos recibidos sobre las cosas bellas, buenas y las cosas feas, malas. (Gallo, et ál. 2018, p. 307).
En el programa de perfeccionamiento de la educación estética se plantea que aprendan a apreciar, producir y expresar la belleza de la naturaleza, de las manifestaciones del arte y del entorno sociocultural, de la vida cotidiana, de la educación plástica, de la educación literaria y de la educación musical y corporal, los que se integran en las diferentes formas de organización del proceso educativo en la primera infancia. Martí (1889), en su novela: Amistad funesta, pronunció:
Es verdad que las cosas de arte que no son absolutamente necesarias, no deben hacerse sino cuando se pueden hacer enteramente bien, y estas cosas que yo hago, que veo vivas y claras en lo hondo de mi mente, y con tal realidad que me parece que las palpo, me quedan luego en la tela tan contrahechas y duras que creo que mis visiones me van a castigar, y me regañan, y toman mis pinceles de la caja, y a mí de una oreja, y me llevan delante del cuadro para que vea como borran coléricas la mala pintura que hice de ellas. (p. 211).
El arte en la infancia preescolar se manifiesta en la relación que los niños establecen con la realidad circundante, pues a través dela percepción visual, aprecian objetos, hechos, procesos y fenómenos de la naturaleza, lo cual revelan en sus ideas y sentimientos creativos, con una finalidad estética, utilizando diferentes recursos y lenguajes expresivos. En el preámbulo de la Revista, Martí (1889) reflexionó:
Los artículos de La Edad de Oro irán acompañados de láminas de verdadero mérito, bien originales, bien reproducidos por los mejores métodos de entre las que se escojan de las obras de los buenos dibujantes, para completar la materia escrita, y hacer su enseñanza más fácil y duradera. Y el número será impreso con gran cuidado y claridad, de modo que el periódico convide al niño a leerlo, y le dé ejemplo vivo de limpieza, orden y arte. (p. 296).
Esta idea enuncia la belleza estética y artística de los contenidos de la Revista, los que fueron escritos en un lenguaje claro, sencillo y asequible a los niños de América y del mundo, inmersos en una fantasía real y objetiva. En el programa de perfeccionamiento para la infancia preescolar se plantea como uno de los contenidos a lograr, la apreciación de la belleza y de la fealdad de sí mismo, las personas, los adultos, los coetáneos y la lengua natal. Martí (1889), en sus contenidos A los que lean La Edad de Oro, aconseja: “(…) el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso…”. (p. 301).
Es importante que aprendan que no hay niños bonitos ni feos, pues la belleza se mide en la sencillez y en las cosas buenas o malas que se hacen; deben de valorar su aspecto físico y el de otros niños, a comprender cuando portan una correcta presencia personal y percibir la mala presencia, tener en cuenta las formas de vestir y de expresarse, así como los modos de comportamiento a seguir en cada momento, a decir de Martí (1889), en la obra: Amistad funesta: “La antesala era linda y pequeña, como que se tiene que ser pequeño para ser lindo”. (p. 205).
El programa exige que deban preocuparse por apreciar y mantener la belleza de sí mismo y de su entorno natural, social y cultural más cercano, del lugar donde viven, del ambiente urbano, rural y marino, así como el desarrollo del gusto estético. Martí (1889) continuó: “(…) Las habitaciones se han de tener lindas, no para enseñarlas, por vanidad, a las visitas, sino para vivir en ellas. Mejora y alivia el contacto constante de lo bello.”. (p. 205).
La percepción estética les permite que sean capaces de mantener una correcta ambientación y belleza de su habitación, de su hogar, de la institución donde son atendidos y de los lugares donde juegan y conviven. Se les enseña a mantener la limpieza, organización, pulcridad y a meditar cuándo están en presencia de la desorganización, suciedad y fealdad. Martí (1889) en su historia sobre: Las ruinas indias, relató:
No habría poema más triste y hermoso que el que se puede sacar de la historia americana. No se puede leer sin ternura, y sin ver como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos libros viejos forrados de pergamino, que hablan de la América de los indios, de sus ciudades y de sus fiestas, del mérito de sus artes y de la gracia de sus costumbres. Unos vivían aislados y sencillos, sin vestidos y sin necesidades, como pueblos acabados de nacer; y empezaban a pintar sus figuras extrañas figuras en las rocas de la orilla de los ríos donde es más solo el bosque, y el hombre piensa más en las maravillas del mundo. (p. 380).
Los niños deben valorar el arte de otros pueblos, del arte de los indios, de cómo pintaban y los lugares donde lo hacían, de sus habilidades para la pintura, del medio ambiente y contribuir con este conocimiento a su propio arte, de los lugares donde visitan y tener participación en la ambientación de su dormitorio, de las áreas de juegos, de los alrededores del lugar donde residen, aportando ideas, imaginación y creatividad, pues la estética está presente durante toda la vida del niño, en las diferentes formas de relacionarse y de expresarse, en los códigos éticos, estéticos y en las impresiones visuales que incorporan a su actuación. Martí (1889) aconsejó: “Conviene tener siempre delante de los ojos, alrededor, ornándolas paredes, animando los rincones donde se refugia la sombra, objetos bellos, que la coloreen y la disipen” (p. 205).
En el programa educativo plantea que los niños deben percibir la belleza de la naturaleza viva y no viva, aprendan los rasgos y características de la ciudad y el campo, sus semejanzas y diferencias, las señales, símbolos, construcciones, tradiciones, costumbres, eventos culturales de forma real, natural y objetiva, en láminas, materiales visuales, tecnológicos y mensajes gráficos, para que posteriormente produzca sus conocimientos. (Gallo, et ál. 2018, p. 60).
Deben de identificar la belleza del campo, sus diferencias con la ciudad y la necesidad de que las personas habiten el campo para garantizar el cuidado de la naturaleza y bienestar del país, sus rasgos artísticos y estéticos. Martí (1889) en la obra: La historia del hombre contada por sus casas, avizoró:
Estudiando se aprende eso: que el hombre es el mismo en todas partes, y aparece y crece de la misma manera, y hace y piensa las mismas cosas, sin más diferencia que la de la tierra en que vive, porque el hombre que nace en tierra de árboles y de flores piensa más en la hermosura y el adorno, y tiene más cosas que decir, que el que nace en una tierra fría, donde ve el cielo oscuro y su cueva en la roca. (p. 357).
Las ideas martianas corroboran la necesidad de que los niños comprendan la belleza del campo, los elementos que lo distinguen, la cantidad de árboles, sus tipos de cultivos, la siembra, la recogida de cosechas y frutos, las flores, los animales, las montañas y su importancia, los caminos, guardarrayas, terraplenes, las pocas calles, las características de las casas de guano, de tablas, de tierra o de piedra, los ríos, lagunas y presas, la utilidad que proporcionan las playas y lugares campestres. Deben también identificar la belleza de la ciudad, sus características, construcciones, edificios, tipos de casas, calles y avenidas, lugares históricos, culturales y de recreación. Martí (1982), en su obra: Emerson, expresó:
El objeto de la vida es la satisfacción del anhelo de perfecta hermosura; porque como la virtud hace hermosos los lugares en que obra, así los lugares hermosos obran sobre la virtud. Hay carácter moral en todos los elementos de la naturaleza: puesto que todos avivan este carácter en el hombre, puesto que todos lo producen, todos lo tienen. Así, son una la verdad: que es la hermosura en el juicio; la bondad, que es la hermosura en los afectos; y la mera belleza, que es la hermosura en el arte. El arte no es más que la naturaleza creada por el hombre. La naturaleza da al hombre sus objetos. (p. 25).
Esta idea martiana favorece la educación de los niños en el conocimiento de su pueblo y de la ciudad donde viven, de los lugares que le caracterizan; la variedad de casas, de parques infantiles, los árboles, sus follajes y ornamentación; la presencia de fábricas y sus tipos de producción; centros educativos: círculos infantiles, escuelas, seminternados, bibliotecas; centros hospitalarios: policlínicos, consultorios médicos y farmacias; el tránsito constante, los tipos de ómnibus, las señales; los poblados y barrios; los mares, sus beneficios y la importancia de mantener coloridas las imágenes y fachadas de la ciudad. Martí (1985) en sus fragmentos, expresó: “El arte aviva, agranda y estimula el ojo, y ennoblece, da percepción fácil y ansia de toda cultura”. (p. 62)
Los contenidos del programa también se dirigen a que los niños aprecien la belleza de sus producciones e ilustraciones infantiles, las obras de artes, musicales, danzarias, plásticas, literarias, cinematográficas: territoriales, nacionales, latinoamericanas, universales y audiovisuales infantiles, con el fin de lograr las imágenes sensitivas, expresivas y desarrollar sus capacidades creadoras. Martí (1889) en la obra: La historia del hombre contada por sus casas, afirmó:
Lo que sí se ve es que desde que vino al mundo le gustó al hombre copiar en dibujo las cosas que veía, porque hasta las cavernas más oscuras donde habitaron las familias salvajes están llenas de figuras talladas o pintadas en la roca: y por los montes y las orillas de los ríos se ven manos, y signos raros y pinturas de animales, que ya estaban allí desde hacía muchos siglos cuando vinieron a vivir en el país los pueblos de ahora. (p. 361).
Martí vislumbra que desde épocas remotas y primitivas se trasmitían conocimientos estéticos y artísticos, que formaban parte de las impresiones y vivencias cognitivas de cada época, aboga por que cada región tenga su propio arte, que conjugue lo original con la propia naturaleza del país, concibe el arte como la forma más significativa para expresar la identidad de cada país. Martí (1889), en La última página de la primera edición e intencionado en un lenguaje poético, aconsejó:
Lo que ha de hacer el poeta de ahora es aconsejar a los hombres que se quieran bien, y pintar todo lo hermoso del mundo de manera que se vea en los versos como si estuviera pintado con colores, y castigar con la poesía, como con un látigo, a quien quieran quitar a los hombres su libertad, o roben con leyes pícaras el dinero de los pueblos, o quieran que hombres de su país les obedezcan como ovejas y les laman la mano como perros. (p. 349).
El arte estimula la apreciación de diversos lenguajes: plástico, gestual, corporal, danzario, musical, rítmico y literario, los que se trasmiten en la apreciación de obras infantiles, danzarias, musicales o de fragmentos de ellas, artes plásticas, pinturas, artesanías, esculturas, fotografías, afiches, arquitecturas, materiales cinematográficos y audiovisuales. Martí (1875) en su obra: Una visita a la exposición de bellas artes, expresó:
El color tiene más cambiantes que la palabra, así como en la gradación de las expresiones de la belleza, el sonido tiene más variantes que el color. Como la belleza es la conformidad del espíritu con todo lo indescifrable, lo exquisito, lo inmedible y lo vago, lo bello se expresa mejor en tanto que tiene más extensión en que expresarse, menos trabas para producirse, más medios con que reflejar la abstracta necesidad, la mórbida concepción, las combinaciones tempestuosas o apacibles de esta presunción de lo venidero, religión de la soledad, propio hogar del hombre, que llaman caprichosa fantasía. (p. 387).
Valoran el tema de cada obra literaria, el autor, la época en que fue creada, el contenido directo o indirecto, el género y el lenguaje que utiliza el artista para expresar sus ideas, su estilo de creación, los materiales y técnicas empleadas, los valores estéticos, culturales, sociales, ideológicos e históricos, la percepción sensoperceptual; colores, formas, tamaños, dimensiones, texturas, proporciones, contornos, ritmo, la disposición en el espacio y el mundo interior y exterior visual, verbal y auditivo que manifiesta el autor en cada obra literaria, a decir de Martí (1880) en La quinta exhibición de la Academia Nacional de Dibujo, afirmó:
El arte de pintar tiene dos guías principales: la imaginación y la inteligencia. De la inteligencia nace la escuela clásica, de la imaginación la romántica. Los pintores románticos son los impresionistas; los clásicos son los académicos. Sobre una pintura impresionista, no se puede decir otra cosa que: “Aquí hay talento. Este elogio no debe satisfacer a los verdaderos artistas. Si existe talento, debe producir grandes obras. (p. 472).
En los contenidos del programa también se exige que aprendan a producir y expresar aplicando diversas técnicas de la Educación Musical, Danzaria, Plástica y Literaria. La música es el arte de trasmitir la belleza artística. En los contenidos del programa educativo se plantea que los niños de la infancia preescolar deben lograr la expresión musical del canto, el ritmo en la práctica de instrumentos musicales, la producción creativa, así como la participación en la banda rítmica. (Valdés, et ál., 2018, p. 60).
La apreciación y expresión musical y corporal se desarrolla a través de la música. En la música deben reconocer las canciones del repertorio infantil, deben desarrollar su oído musical, el desarrollo de la voz, el desarrollo de la capacidad rítmica y expresión corporal. Martí (1875), sobre El teatro mexicano, valora: “En la música, es más bello lo que brota de ella que ella misma. Así, en las palabras arrebatadas, queda un murmullo en los oídos y una plenitud en el corazón. (p. 201).
Los niños reconocen y diferencian las obras musicales, los sonidos por su timbre, altura, intensidad y duración, el canto con voz natural, suave y expresiva, perciben los estímulos musicales, la melodía de las canciones, el ritmo y sus características sonoras, el canto individual y colectivo. La música se vincula a la expresión danzaria, asimilan las técnicas para representar movimientos expresivos, corporales: coreografías, gimnásticas, bailes y danzas, de acuerdo a sus particularidades.
El programa de perfeccionamiento se plantea la técnica del dibujo, del ensarte; la pintura, la impresión, el estarcido, el estampado; el trabajo con papel, cartón, con plantillas, cordones, sogas, cintas, calados, recortado con tijeras, engomado, pegado; costura sin aguja, con materiales de la naturaleza, desechables; modelado; collage, utilizando diversas metodologías, técnicas y materiales. (Valdés, et ál., 2018, p. 60).
La expresión y producción de elementos del arte dramático, basados en obras literarias, cuentos, relatos, poesías, fábulas, canciones, rimas, poemas, versos, adivinanzas, es otro de los contenidos que puede ser trabajado desde las obras de la revista La Edad de Oro, estas pueden ser adaptados, en correspondencia con las particularidades de la edad. Martí (1883) en las misceláneas, reveló:
Bien hacen, bien, los pueblos que cultivan esta clase de industrias artísticas: La mente sube de grados en el conocimiento, contacto y creación de la hermosura. Nótese qué nobles castas de artesanos son aquellos cuyas labores tienen algo de intelectuales y artísticas. (p. 411).
La creatividad es la naturaleza del reflejo psíquico de la realidad en el niño y condiciona su respuesta adaptativa y transformadora. La creación se manifiesta en cualquier actividad que este realiza, ya sea como representación del mundo exterior o interior, pues la estimulación creativa materializa la imaginación, fantasía, pensamiento, sentimientos y vivencias que se revelan por el niño, producto de sus propias iniciativas creadoras. Martí (1883) en sus Apuntes en casa, expresó:
La impresión artística de una obra depende en gran parte del sello individual que le imprime el autor, y que no puede ser completa ni igual cuando ha pasado a través de un medio tan susceptible de desvirtuar el pensamiento primitivo, como la mente humana. (p. 365).
Es importante que desde la infancia preescolar aprendan a expresar producciones sencillas, para que mediante diferentes lenguajes expresivos, exterioricen sus sentimientos, emociones y manifestaciones artísticas, en relación con la cultura de la estética y sus contextos de actuación. Estas ideas se sintetizan en la obra de Martí (1889) en la historia: Las ruinas indias, relató:
Empezaban a pintar sus figuras extrañas en las rocas de la orilla de los ríos, donde es más solo el bosque, y el hombre piensa más en las maravillas del mundo…, con la imaginación se ven cosas que no se pueden ver con los ojos…de entre la maleza alta como los árboles, salen aquellas paredes tan hermosas, todas cubiertas de las más finas grecas y dibujos, sin curva ninguna, sino con rectas y ángulos compuestos con mucha gracia y majestad. (p. 380, 381, 385).
La creación en los niños también se concreta en la reproducción de sonidos, palabras, textos, melodías; movimientos; imágenes con diversos materiales y técnicas, a partir de sus propias vivencias, ideas, gustos, emociones, necesidades e intereses estéticos, como reflejo de las apreciaciones que realiza y de las experiencias o vivencias que materializa. (Valdés, et ál., 2018, p. 61).
La creación estética se inicia con elementos simples de la vida cotidiana, resultado de las iniciativas de los niños, estas se van complejizando a medida que adquieren mayores conocimientos y desarrollo estético, propios de su edad. Martí (1883), en su obra: Trabajo Manual en las escuelas, afirmó: “Se ve que son ésos los que hacen el mundo: y engrandecidos, sin saberlo acaso, por el ejercicio de su poder de creación, tienen cierto aire de gigantes dichosos, e inspiran ternura y respeto”. (p. 285).
Los niños se relacionan con la apreciación de obras artística de las grandes personalidades de la plástica, aprenden la comprensión, apreciación y creación de su belleza, y de las cualidades estéticas que le son inherentes. La apreciación requiere de actividades previas que no solo se reduce a lo que quiso expresar el artista o creador, sino que se necesita ubicar al niño en el contexto de una época.
Deben apreciar lo ético de cada obra, que valoren lo bueno y malo de sus actuaciones, su apreciación sobre la creación; los valores estéticos y las fuerzas creadoras que promueven el proceso artístico de la plástica, la música, la expresión corporal y la literatura, en estrecha relación con la cultura del contexto, en el que no solo se encuentra el arte sino también todo el sistema de relaciones sociales y la naturaleza.
En cada una de estas dimensiones se concibe el juego como actividad fundamental de la primera infancia, desde el juego se les enseña al niño a formar las cualidades morales, jugando aprenden del entorno, conocen las acciones perceptuales, los patrones sensoriales, sus transformaciones; el juego les permite que se relacionen con la naturaleza, con el trabajo de las personas, con el mundo social, con la educación estética, con la motricidad y aprenden el lenguaje verbal, extraverbal y a comunicarse con fluidez, entonación y de forma lingüística, bajo la conducción de los educadores, los padres, los agentes educativos, la familia, las instituciones educativas y la comunidad. Martí, J.J. (1889) en su obra: Amistad funesta, reflexionó: “Una niña honesta no deja conocer que le gusta una calavera, hasta que no haya recibido de él tantas muestras de respeto, que nadie pueda dudar que no la solicita para su juguete”. (p. 201).
La cultura educativa de José Martí se concibe como proceso y resultado que conduce a la asimilación de conocimientos, hábitos, habilidades, comportamiento, actitudes y competencias, sujetas a educación que reciben, pero no una educación promotora del lucro, del lujo, de la riqueza, sino de una educación que conduzca a su formación integral. Martí (1889), en La última página de la cuarta edición, reveló:
Los padres se lo quieren dar todo a sus hijos, y si ven un caballo hermoso, con la cola que le reluce y el pelo como seda, no piensan en montarse ellos, como señorones, y salir trotando por la alameda, donde van de paseo por la tarde los coches y los jinetes, sino que piensan en sus hijos los padres, y se ponen a trabajar todavía más, para comprarle al hijito el caballo hermoso. Si pasa un niño en un velocípedo, con su vestido de terciopelo y su cachucha, y tan de prisa que todo el mundo se para a verlo, el padre no piensa en comprarse un velocípedo él, sino en que su hijito estará lindo de veras cuando vaya como el niño del terciopelo y la cachucha, en sus dos ruedas que dan como una luz cuando andan, y van casi tan de prisa como la luz, que es lo que anda más pronto en el mundo. (p. 502).
Esta idea deja claro el amor de los padres por sus hijos, al querer darle todo lo que necesitan sin ninguna exigencia, esto dan cuenta que los niños deben ser recíprocos con ese amor que reciben, que apoyen a sus padres en todas las tareas que realizan, que establezcan una relación adecuada que les permita satisfacer sus necesidades, pues el hogar es la primera casa de razón del niño, para lograr su formación integral, así lo confirmó Martí (1889), cuando reflexionó:
Así son los padres buenos, que creen que todos los niños son sus hijos, y andan como el río Nilo, cargados de hijos que no se ven, y son los niños del mundo, los niños que no tienen padre, los niños que no tienen quien les dé velocípedos, ni caballo, ni cariño, ni un beso. Y así es el hombre de La Edad de Oro, que en cada número quisiera poner el mundo para los niños, a más de su corazón; pero en la imprenta dicen que el corazón cabe siempre, y el mundo no… (p. 503).
Los padres son el modelo a imitar de los niños, de ahí que los métodos educativos que ofrezcan deben estar acompañados del ejemplo personal, de conductas positivas que se revelen en las actividades y relaciones que se establecen, en pos de satisfacer sus conocimientos, habilidades, capacidades y normas de comportamiento, de acuerdo a sus necesidades, intereses, motivos e independencia de los niños.
POBLACIÓN Y MUESTRA
La investigación se desarrolló en el círculo infantil: La Edad de Oro, del municipio Manzanillo, provincia Granma. La muestra fue seleccionada de forma intencional y comprende a 10 niños (5 hembras y 5 varones) de la infancia preescolar que representan el 100% de la población propuesta.
El estudio cualitativo se realiza utilizando los métodos teóricos: histórico-lógico, analítico-sintético e inductivo-deductivo, los cuales posibilitaron el estudio de la literatura científica relacionada con el tema, la interpretación de los resultados del diagnóstico y descomponer la propuesta en múltiples relaciones que permitieron llegar a conclusiones lógicas, sobre la influencia de la cultura educativa de José Martí en la formación integral de los niños de la infancia preescolar.
El método enfoque de sistema permitió estructurar la cultura educativa de José Martí en cinco dimensiones esenciales: de educación y desarrollo social personal, la comunicación, la motricidad, las relaciones con el entorno y la estética, para lograr la formación integral de los niños de la infancia preescolar, dada la organización de sus componentes, relaciones estructurales y jerarquía establecidas en el sistema.
Se utilizaron como métodos empíricos: observación y entrevistas, para constatar la influencia de la cultura educativa de José Martí, esencialmente desde la revista La Edad de Oro. La magnitud porcentual de las variables se determinó con el método estadística descriptiva y la técnica cálculo porcentual que permitió el procesamiento y análisis de la información obtenida.
ANALISIS DE LOS RESULTADOS
Para valorar la efectividad de la propuesta, se establece la concepción de la metodología cualitativa, con el objetivo: constatar la influencia de la cultura educativa de José Martí en la formación integral de los niños de la infancia preescolar. Para su realización se emplearon métodos teóricos, empíricos y de la estadística descriptiva, acompañados de la técnica de observación y cálculo porcentual. La experiencia se aplica en tres momentos esenciales: proyección, trabajo conjunto y evaluación y, fue constatada en las diferentes formas de organización del proceso educativo (actividades programadas, independientes y juegos).
Para proyectar el cambo educativo se establecieron sesiones preparatorias con los niños de la infancia prescolar que le permitieron: familiarizarse con la obra, sus contenidos, los personajes y sus cualidades, los hechos o sucesos más significativos y el mensaje educativo que se trasmite, todo lo cual se revela a partir de los indicadores siguientes: conocimiento de los contenidos de la Revista: La Edad de Oro; independencia cognoscitiva; autorregulación del comportamiento; formación de sentimientos éticos. Se asume la escala valorativa: logrado, en proceso y no logrado.
En el diagnóstico inicial los niños evaluados en las categorías: en proceso y no logrado, indistintamente cumplían con los indicadores propuestos. En el diagnóstico final se evaluaron en la categoría de logrado, pues tienen conocimiento de los contenidos que se establecen en los cuatro números de la Revista: La Edad de Oro; expresan algunos pasajes significativos de las notas preliminares y de las intenciones de José Martí hacia los niños de América.
Se muestra independencia cognoscitiva por las obras culturales que se asumen en cada una de las dimensiones propuestas, manifiestan una correcta actuación en la educación social personal, pues logran la formación de cualidades morales y normas de comportamiento social; la relación con el entorno, les permitió incentivar el desarrollo perceptual, el conocimiento del patrón sensorial color, de la naturaleza y del entorno social del niño; la importancia de la comunicación y el lenguaje para relacionarse, la motricidad en el desarrollo físico y para la vida; la educación estética en la apreciación, producción, expresión y creación, desde la plástica, la música y la literatura.
Son capaces de autorregular su comportamiento, manifiestan la capacidad de ser más independientes, cierto desarrollo de la voluntad, autovaloración, lo que facilita su aprendizaje y responsabilidad sobre lo que deben y no deben hacer, así como sentimientos éticos, morales y estéticos que le permitieron ser más críticos y autocríticos en el sistema de relaciones sociales con otros niños, educadores, agentes y agencias educativas.
CONCLUSIONES
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