Maricel Abad Saínz *
María Elina Espinosa Sosa**
Nubia Rivero Rodríguez ***
Universidad Cienfuegos, Cuba
mabad@ucf.edu.cu
Resumen: la ponencia presenta un estudio del tema relacionado con la participación consciente, activa y protagónica de los estudiantes en el proceso de formación de la Educación Superior, se tiene en consideración como referentes teóricos a Klingberg, L.; Lavarrere, G. Addine, F.; Álvarez de Zayas, C., Rico, P. y Zilberstein, J., los cuales consideran la participación activa, como una condición fundamental en el proceso. Se utilizan métodos del nivel teórico y empírico, que posibilitan el análisis e interpretación de la información. Teniendo en consideración las exigencias del Modelo del Profesional Plan E y los referentes teóricos consultados la investigación tiene el objetivo de diseñar un procedimiento metodológico que guíe al profesor en su planeación docente para garantizar posiciones activas, conscientes y protagónicas en los estudiantes en la clase encuentro. La propuesta fue validada por implementación en las asignaturas Pedagogía II y Seguridad Nacional, en el 1er año de la carrera Lic. en Educación Primaria. Como resultado se ofrecen doce procederes metodológicos que propician al profesor una guía a tener en consideración en la planeación docente para garantizar posicionamientos conscientes, activos y protagónicos de los estudiantes.
Palabras clave: participación activa- participación consciente- protagonismo- proceso de enseñanza- procederes metodológicos
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Maricel Abad Saínz, María Elina Espinosa Sosa y Nubia Rivero Rodríguez (2019): “Propuesta metodológica para garantizar el protagonismo del estudiante mediante la planeación docente”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (octubre 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2019/10/propuesta-metodologica-estudiante.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1910propuesta-metodologica-estudiante
INTRODUCCIÓN
El modelo de formación del profesional de la Educación Superior cubana es de perfil amplio y se sustenta en dos ideas rectoras fundamentales: La unidad entre la educación y la instrucción, que expresa la necesidad de educar al hombre a la vez que se instruye y el vínculo del estudio con el trabajo, que consiste en asegurar desde el currículo el dominio de los modos de actuación del profesional, en vínculo directo con su actividad profesional.
Presenta características propias para cada generación de planes de estudio, como consecuencia de los cambios científico-técnicos, socioeconómicos y culturales, del escenario nacional e internacional, así como en respuesta a las demandas y necesidades del país.
Atendiendo a las demandas y exigencias del Ministerio de Educación Superior, la política trazada en el 7mo Congreso del PCC y la sociedad en general, corresponde al claustro de profesores formar a un profesional que ame su profesión y tenga una jerarquía de valores en correspondencia con los priorizados por la sociedad cubana. Todo esto en correspondencia con los Lineamientos de la Política Económica y social del Partido y la Revolución”, específicamente con el Lineamiento 120 relacionado con “la elevación de la calidad y rigor del proceso docente educativo.
Una de las exigencias para lograr avances en la calidad del proceso de formación integral de los estudiantes es el desarrollo de un trabajo metodológico sistémico y consecuente de los sujetos que participan directamente en este proceso, en continua actividad y comunicación, para lo cual los profesores tendrán en consideración los requerimientos de la enseñanza activa, transformadora y participativa, capaz de propiciar el protagonismo estudiantil, de generar posiciones conscientes y activas del alumno en el proceso de enseñanza aprendizaje (PEA).
Atendiendo a que en todas las formas organizativas del trabajo docente, el profesor debe utilizar los métodos y medios de enseñanza que garanticen la participación activa de los estudiantes y ser facilitador de un proceso que conduzca al aprendizaje autónomo, se requiere de una cabal comprensión y actuación en consecuencia de lo que significa posición activa, consciente y protagónica del estudiante.(Resolución 2-2018 Trabajo Docente Metodológico)
Diversos investigadores han realizado análisis acerca de cómo lograr posicionamientos conscientes, activos y protagónicos en el PEA, entre los que se encuentran: Klingberg, L.; Lavarrere, G. Addine, F.; Álvarez de Zayas, C. y Zilberstein, J., los cuales al considerarlo como condición fundamental, sugieren acciones que lo propician, no obstante se carece en las indicaciones metodológicas de los programas de disciplina y asignaturas, de procedimientos que guíen al profesor. En los controles a clases realizados a los profesores se constatan insuficientes actividades que contribuyan al protagonismo de los estudiantes y a la formación de la independencia cognoscitiva, manifestado en: escasa base orientadora para la acción en la orientación del estudio independiente, tendencia a la impartición y evaluación de los contenidos, básicamente de forma conceptual, reproductiva, lo cual influye en el rol participativo y activo de los alumnos.
Esta situación nos conduce a preguntarnos: ¿Cómo garantizar el protagonismo estudiantil desde la planeación docente?
El objetivo de la investigación es diseñar un procedimiento metodológico que guíe al profesor en su planeación docente, para garantizar posiciones activas, conscientes y protagónicas en los estudiantes.
Desarrollo
I La participación consciente y activa en el proceso de enseñanza aprendizaje
Durante siglos ha predominado en las aulas una enseñanza tradicional en la que el profesor ha sido el centro del proceso de enseñanza, desempeñando la función de transmisor de información y sujeto del proceso de enseñanza, en el cual piensa y transmite de forma acabada los conocimientos sin dar la posibilidad a que el estudiante elabore y trabaje mentalmente.
Múltiples han sido, y son durante las últimas décadas los intentos de psicólogos y pedagogos por transformar estas formas de dirección de la actividad de aprendizaje. Desde hace años se ha manifestado que el proceso de aprendizaje es un proceso activo, que su éxito depende de lo que el alumno realice, de su actividad, de las diferentes acciones que desarrolle como parte de la asimilación de los nuevos conocimientos. Sin embargo, no siempre se ha logrado en la práctica escolar que esto tenga lugar; en ello intervienen una serie de factores, citados por diferentes investigadores, entre las que se destaca las acciones a realizar por los estudiantes en los diferentes momentos de su actividad de aprendizaje. Se aprecia de forma general que en las orientaciones que tiene el profesor para desarrollar las asignaturas, ha sido más precisada la actividad del profesor, reforzando con ello el papel activo de éste.
Señala Addine que en el proceso de aprendizaje, se distinguen los conocimientos y acciones o habilidades específicas que debe asimilar el alumno como parte de los contenidos de las diferentes asignaturas que aprende. Como parte de este proceso de apropiación, se ponen en juego un conjunto de habilidades cognoscitivas, que transmitidas por el profesor sirven de procedimientos y estrategias al alumno para un acercamiento más efectivo al conocimiento del mundo.
Entre las habilidades vinculadas con los procesos del pensamiento (análisis, síntesis, abstracción y generalización) se encuentran las habilidades cognoscitivas de carácter general como son la observación, la comparación, la clasificación, entre otras, que permiten al alumno profundizar en el conocimiento de la realidad para determinar sus características, establecer sus nexos, sus regularidades. Considera la investigadora que existe otro grupo de acciones que deben asimilarse por el alumno y que constituyen elementos importantes para un aprendizaje más efectivo, para una asimilación más consciente de los contenidos de las asignaturas, estas son las habilidades para planificar, controlar y evaluar la actividad de aprendizaje, las que presuponen un comportamiento más reflexivo y regulado en dicho proceso.
Estas habilidades (planificación, control y valoración) no siempre son insertadas en la actividad de aprendizaje como parte de los procedimientos a adquirir por el alumno, sin embargo su inclusión se justifica si tenemos en cuenta que son precisamente muchos de estos procedimientos los que se ponen en marcha cuando el sujeto enfrenta las diferentes tareas y problemas, los cuales le exigen orientarse, analizar las condiciones, planificar cómo llevarlas a cabo, buscar diferentes alternativas de solución, controlar y evaluar el cumplimiento de los objetivos que le permitan hacer reajustes y anticipar las nuevas acciones a realizar, es decir, autorregular su actividad.
Diferentes estudios han demostrado que un elemento esencial que permite el logro de la generalización, está relacionado con el nivel de orientación que posee el estudiante para la realización de la tarea, con los puntos de referencia que le sirven de apoyo para poder actuar, para poder desarrollar un trabajo activo con el material objeto de conocimiento. Señala Addine, que en esta dirección los trabajos de Galperin y Talízina se ha puesto de manifiesto como un aspecto determinante en el proceso de generalización, la base orientadora que sirve de referencia al sujeto al generalizar el objeto o el procedimiento que aprende.
Enfatiza la investigadora, que las investigaciones efectuadas al respecto, muestran aún el predominio en nuestras aulas de un proceso con carácter esencialmente instructivo, cognoscitivo, en el cual se centran las acciones mayormente en el profesor y en menor medida en el estudiante. El alumno tiende a aprender de forma reproductiva, se observa muy afectado el desarrollo de habilidades y de sus posibilidades para la reflexión crítica y autocrítica de los conocimientos que aprende.
En ocasiones el educador puede pensar que el hecho de contestar una pregunta o de participar en clase, ya cumple la exigencia de un aprendizaje activo, sin embargo puede no haberse generado en el alumno ningún esfuerzo intelectual para dar su respuesta, por tanto no se ha logrado una actividad intelectual productiva.
Lo anterior significa que el alumno ha pasado de ser un receptor pasivo a ser un participante. Lograr una posición activa, como señalan diferentes investigadores, requiere que la participación del estudiante haya implicado un esfuerzo intelectual que demande orientarse en la tarea, reflexionar, valorar, suponer, llegar a conclusiones, argumentar, utilizar el conocimiento, generando nuevas estrategias, entre otras acciones.
El logro de tales propósitos precisa que, tanto al organizar la actividad de aprendizaje, como en las tareas que se le brindan al estudiante en dicho proceso, se creen las condiciones que potencien este comportamiento intelectual.
Por otra parte, también ocurre que la participación del estudiante, independiente de su efectividad, tiende a concentrarse en la fase ejecutiva del proceso, desconociéndose en muchas ocasiones la necesidad de que se involucre en las fase de orientación y de que sea un activo participante en el control de la actividad de aprendizaje.
Es conocido que la orientación cumple la función esencial de lograr la comprensión por el estudiante de lo que va a hacer antes de ejecutarlo. Sin embargo, el profesor debe considerar que lograr la orientación no significa algo dado de forma completa por el educador, sin la intervención del estudiante, por el contrario supone ante la introducción de un nuevo contenido, o como parte de uno ya trabajado, exija del alumno el análisis de las condiciones de la tarea, de los datos e información que se le ofrecen, así como los procedimientos a emplear para su solución.
Si bien, la orientación deberá garantizar las transformaciones que el alumno realice respecto al objeto del conocimiento en la ejecución de las tareas, su protagonismo en esta también se expresa por las particularidades de su implicación en la búsqueda del conocimiento, lo cual está determinado por las exigencias de las tareas.
Dichas exigencias, considera Rico, P. en Compendio Pedagogía, estarán dirigidas a que el alumno obtenga la información que necesita en la medida en que simultáneamente las tareas estimulan su reflexión, la formación de generalizaciones teóricas, la revelación del valor y la formación del juicio valorativo sobre el conocimiento que se aprende, y la utilización de este en niveles de complejidad creciente, que "tiren" del desarrollo intelectual del escolar. A lo antes expresado añade que la interacción del estudiante con el objeto del conocimiento tiene que ir acompañada de la interacción entre los sujetos, con el propósito tanto de plantear exigencias de mayor complejidad con el conocimiento, generadas por las propias tareas, en las que los alumnos tengan que expresar, unos a otros sus ideas, puntos de vista, ofrecer explicaciones y argumentos, como de propiciar niveles de ayuda en el traslado de procedimientos adquiridos por alumnos algo más aventajados a otros con menor nivel de logros.
Así, el protagonismo del alumno en la ejecución del proceso estará dado, tanto por el nivel de implicación en la búsqueda del conocimiento y las exigencias de las tareas para adquirirlo y utilizarlo, como por las propias exigencias de las tareas que deberán propiciar un rico intercambio y comunicación de los escolares entre sí. Como se aprecia el protagonismo del alumno en el PEA se debe manifestar en los diferentes momentos de la planeación docente, es decir tanto en la planificación, organización , ejecución y control, lo que usualmente no se tiene en cuenta y cuando más se reduce a algunas acciones aisladas de control por el docente.
Las exigencias planteadas acerca de un elevado protagonismo del alumno en el proceso precisan de una concepción diferente, en cuanto al papel a asumir por el educador en su organización y dirección. Precisamente en esta dirección que deberá realizarse la principal renovación metodológica, pues aún persiste en nuestras aulas una actividad centrada en el profesor, manteniéndose la del estudiante en un plano muy reproductivo.
La transformación que se aspira precisa que el docente cambie su posición respecto a la concepción, las exigencias y la organización de la actividad y las tareas de aprendizaje que el concibe, en las que la independencia y participación del alumno serían esenciales desde su concepción y planificación, hasta su ejecución y control; de forma tal que dirija el proceso con la implicación y flexibilidad necesarias respecto a la participación del estudiante en este.
Precisa Álvarez de Zayas que si la posición centrada en el maestro implica reproducción en el alumno, ya que se le da la información de forma acabada, con limitadas formas de actividad, la posición de dirección que cambie esta concepción deberá propiciar en cada momento que el alumno participe en la búsqueda y utilización del conocimiento, como parte del desarrollo de su actividad, ello le permitirá ir transitando por niveles diferentes de exigencia, que pueden ir desde una simple reproducción del conocimiento hasta una aplicación a situaciones nuevas, que le exijan una actividad mental superior, donde el alumno ponga en evidencia la transferencia de los conocimientos y procedimientos adquiridos en la solución de nuevas problemáticas.
Lo anterior, señala Addine, requiere de la aplicación de estrategias metodológicas por el docente, utilización de preguntas para revelar el conocimiento, tareas sin solución, con diferentes vías de solución, asumir y defender posiciones, que exijan al alumno la reflexión, la búsqueda independiente del conocimiento, el llegar a conclusiones, en la misma medida que adquiere procedimientos generalizados de trabajo mental, por la propia concepción de la tarea: observa, compara, generaliza, elabora conceptos, plantea suposiciones, concibe problemas, entre otros. Estos aspectos se contraponen a la posición pasiva y poco reflexiva del alumno, cuando se le da por el maestro el conocimiento acabado.
Dichos aspectos tienen una relación muy estrecha con la motivación a lograr en el alumno durante toda la actividad, las " cosas acabadas" no generan actividad ni motivación, o la generan en niveles muy bajos. Si se considera la motivación un factor impulsor esencial en la actividad, el logro de esta deberá constituir un requerimiento importante en la concepción y dirección del proceso de enseñanza - aprendizaje.
De acuerdo con Vargas, (2006) para lograr posiciones conscientes y activas en el proceso de enseñanza aprendizaje se debe considerar tres elementos: la correlación óptima entre el papel del profesor y el trabajo independiente de los estudiantes, la motivación base de la autoactividad y la independencia cognoscitiva.
En aras del desarrollo del carácter consciente y de la actividad independiente del estudiante, el profesor debe estimular con su trabajo diario cualidades como la curiosidad científica por la disciplina de estudio, la inquietud intelectual, la constancia, la tenacidad, la atención, la auto exigencia y la honestidad, entre otras.
En ellos influye por supuesto el ejemplo del profesor, el cual debe asegurar una correlación óptimamente favorable entre la dirección pedagógica y el trabajo consciente y creador de los estudiantes durante el proceso docente educativo.
Considerar al estudiante como un simple elemento pasivo en el proceso docente-educativo, es tanto como frenar el desarrollo de sólidas personalidades, con criterio propio, conscientes de su papel responsable en la sociedad. De ahí que el papel del profesor sea colocar en primer plano al estudiante, que es sin lugar a dudas el elemento más dinámico.
Es un error creer que el papel del profesor consiste en exponer él exclusivamente los conocimientos que deben ser adquiridos por los estudiantes y que estos se limiten a memorizar. El profesor no debe olvidar que lo contrario de una adquisición consciente de los conocimientos, es una adquisición "formal" de los mismos y el estudiante lo adquiere igualmente como conocimientos formales, que los memoriza mecánicamente y acaba por olvidarlos.
La motivación base de la autoactividad.
El motor impulsor de la auto actividad del estudiante es la motivación, de ahí que es indispensable la introducción y orientación atractiva del tema, que propicie estimular el entusiasmo de los estudiantes por el aprendizaje del objeto concreto a asimilar.
La motivación no es solo un momento de la actividad. El proceso tiene que estar permanentemente motivado, lo que implica que la satisfacción no está solamente en el resultado sino en el proceso mismo.
Una buena motivación posibilita que los estudiantes reconozcan la importancia del objetivo, y así comienzan a surgir los motivos que son las razones que lo llevan a actuar conscientemente.
La independencia cognoscitiva forma parte de la independencia de la personalidad, cualidad esta que todo ser humano posee potencialmente y que se desarrolla fundamentalmente mediante la actividad misma. En la medida en que el proceso docente adquiere cada vez más un carácter productivo, se estimula el trabajo independiente de los educandos.
La independencia constituye un rasgo del carácter del ciudadano en la sociedad. Ella es una cualidad imprescindible en la orientación social de la personalidad para asumir responsablemente una actitud consciente
Para lograr un hombre instruido, desarrollado y educado se requiere de un proceso docente-educativo al menos a un nivel de asimilación productivo, pero además motivado, afectivo, emotivo que estimule a los alumnos y los incorpore conscientemente a su propio desarrollo.
En correspondencia con las exigencias de la Resolución 2/2018, Reglamento Docente de Trabajo Metodológico en su artículo 154, en todas las formas organizativas del trabajo docente el profesor debe utilizar los métodos y medios de enseñanza que garanticen la participación activa de los estudiantes, se enfatiza que es fundamental el papel del profesor como facilitador de un proceso que conduzca al aprendizaje autónomo¨, coherente con ello en el artículo 133 se plantea que la misión más importante que tiene el profesor en la clase encuentro es la de contribuir al desarrollo de la independencia cognoscitiva de los estudiantes.
El educador en los momentos actuales está comprometido a trabajar por una pedagogía participativa, activa y transformadora, se requiere formar un hombre consciente, responsable, innovador y creativo y solo una enseñanza centrada en el estudiante propiciará tales objetivos.
1.2 Propuesta de proceder metodológico para garantizar la participación consciente y activa bajo la dirección del profesor
Atendiendo a los referentes teóricos de investigadores como Lavarrere, G; Addine, F. y Álvarez de Zayas, C., así como la práctica pedagógica de las profesoras, proponemos un conjunto de procederes que bien analizados e implementados de forma sistemática en la planeación docente, propiciarán posiciones activas, conscientes y protagónicas en los estudiantes.
Procederes metodológicos
1-El docente debe tomar en consideración las características individuales de los alumnos, sus debilidades y potencialidades, para promover en ellos el desarrollo hasta el límite de sus posibilidades.
2-Hacer una introducción atractiva del tema al comienzo del mismo, estimulando el entusiasmo de los estudiantes por el aprendizaje del objeto concreto a asimilar.
3-Demostrar con su actuación que los contenidos que imparte son personalmente significativos para él, y ser fiel ejemplo de todo lo que trata de educar en sus estudiantes.
4- Implementar metodologías activas, sustentadas en teorías de aprendizaje que prioricen la participación individual, la reflexión del grupo, la confrontación, el intercambio. Que eleve al estudiante a ser descubridor y constructor del aprendizaje, de forma tal que, se formen además sus convicciones, con un pensamiento flexible e independiente que le permita transformarse a sí mismo y a su entorno y construir así una orientación de su personalidad activo-transformadora.
5-Contribuir a que el estudiante vincule los conocimientos anteriores que posee con los nuevos contenidos, que adopte una posición reflexiva ante la tarea a realizar. Con lo cual se lograrán acciones cada vez más conscientes, evitando que el estudiante se convierta en un ejecutor mecánico.
6-Desarrollar habilidades en el alumno para trabajar en grupo, para que aprenda con los otros y de los otros, interactuando cooperativa y solidariamente. Resultan de mucho valor las actividades de carácter colectivo por lo que ellas pueden contribuir a la adquisición del conocimiento, de procedimientos y estrategias.
Mediante el análisis conjunto, el alumno puede completar y reajustar su punto de vista individual por medio del conocimiento de diferentes criterios y alternativas para la solución de las tareas (ayuda) tanto respecto al contenido en sí como al procedimiento de trabajo.
Estas formas de trabajo favorecen el desarrollo de habilidades importantes en los estudiantes, como son la toma de decisiones argumentadas, el autocontrol, la autovaloración del proceso y su resultado, elemento esencial en el desarrollo de la autorreflexión.
7-Establecer la debida relación del contenido específico con el objeto de trabajo del profesional.
8-Utilizar variadas formas de control e implicar a los estudiantes en el proceso de evaluación
9- Estimular cualidades como la curiosidad científica por la disciplina de estudio, la inquietud intelectual, los intereses cognoscitivos estables, la constancia, la tenacidad, la atención, la autoexigencia y la honestidad. En ellos influye por supuesto el ejemplo del profesor.
10-Utilizar formas de evaluación más personalizadas y centradas en el estudiante
(Defensa de estudios de caso, evaluación por portafolio)
11- Cuidar las condiciones externas para el éxito de su labor. El orden y la actitud sosegada de los estudiantes son necesarios para la efectividad del trabajo, nunca debe imponer bruscamente estas condiciones. Debe estudiar sobre la marcha el estado de ánimo de los estudiantes, su grado de cansancio físico, el interés por la materia, y tomar medidas adecuadas en correspondência con la situación para lograr la implicación durante el proceso.)
12- Analizar las posibilidades del contenido para la utilización de técnicas participativas, atendiendo a que estas cuando son adecuadamente planificadas, contribuyen a la reflexión, el análisis y la participación activa.
Validación de la propuesta
Los procederes metodológicos fueron implementados por las autoras en las clases de Seguridad Nacional, Pedagogía y Defensa Nacional, constatando que el grupo de primer año de la carrera de Lic. en Educación Primaria, a partir de la implementación de los procederes asumieron posiciones más conscientes y activas, las actividades elaboradas para el estudio independiente, generaron mayor análisis y reflexión. La utilización del trabajo en grupo y el empleo de técnicas participativas favorecieron el aprendizaje colaborativo, y la educación en valores. La utilización de variadas formas de control e implicación a los estudiantes, propiciaron optimizar y dinamizar el PEA.
En encuesta realizada a los estudiantes, estos consideran que la dinámica empleada en las asignaturas los mantiene motivados. Aprecian un nivel de exigencia superior al tener que responder a preguntas más complejas, que van más allá de una reproducción textual, las actividades conducen a la investigación permanente, a la aplicación sistemática del contenido en la práctica pedagógica. Consideran que el trabajo en equipos ha propiciado un fortalecimiento en las relaciones humanas y laborales, además de permitir el aprendizaje de los alumnos con un aprendizaje más lento, a partir de la aclaración de dudas por estudiantes aventajados.
Consideran las autoras, que el procedimiento metodológico que se sugiere para garantizar posiciones conscientes y activas en los estudiantes, es una guía para los profesores, los cuales deben analizar desde la planeación docente cómo lograr que el estudiante sea el elemento más dinámico en el proceso. Constituyen una vía para lograr el profesional que se aspira en los planes de estudio E, los cuales se caracterizan por ser de perfil amplio, por el rol participativo y activo del estudiante en su propia formación personal y profesional, lo que contribuirá al desarrollo de las habilidades conformadoras del desarrollo personal.
Conclusiones
En la contemporaneidad la formación de profesionales universitarios es un gran reto, urge que los estudiantes sean capaces de asimilar de manera independiente, activa, creativa y críticamente los contenidos de la cultura y, en particular, de apropiarse de aquellos modos de pensar, de sentir y de hacer, que les garantice la participación responsable, productiva y transformadora en la sociedad.
En todas las formas organizativas del trabajo docente, el profesor debe utilizar los métodos y medios que garanticen la participación activa y consciente de los estudiantes. Los procederes metodológicos que se proponen constituyen una guía para el profesor en su planeación docente. 18/5/2017y respaldado por la Asamblea
NBIBLIOGRAFÍA
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