Joseba Koldo Etxeberria Zapirain*
Ohian Beltz Unzueta Solozabal**
Universidad del País Vasco
jketxeberria@gmail.com
RESUMEN
La legalidad asigna a la Educación Física, entre otros objetivos y competencias, la adquisición de hábitos para la higiene, tales como el de ducharse al finalizar la sesión. Las profesoras de Educación Física no tienen ningún problema para comprobar que los/as alumnos/as se duchan, ya que pueden entrar en los vestuarios de las chicas, así como en el de los chicos, y controlar visualmente que se duchan. Los profesores, sin embargo, pueden entrar en el vestuario de chicos, pero no en el de chicas, porque no está socialmente aceptado. En nuestro instituto, para subsanar tal impedimento, los profesores reciben la ayuda de una profesora. Ella realiza el control en el vestuario de las chicas. Para dichos controles de ducha, sin embargo, durante tres cursos, y en los niveles de 3º y 4º de ESO y los dos de Bachillerato, se dio a los alumnos de ambos sexos la opción de elegir entre el/la profesor/a de su mismo sexo o por los dos profesores de ambos sexos. La mayoría de ellos y de ellas escogió ser controlado/a por los dos profesores. Este artículo recoge tal experiencia de control no-sexista y las valoraciones muy positivas que realizaron los/as alumnos/as.
Palabras clave: Educación Física – ducha – sexismo – chicas – pudor.
ABSTRACT
The legality assignes to Physical Education, among other objectives and competences, the acquisition of hygiene habits like showering after each lesson. Physical Education female teachers report no problem to check that the students are showering since they can enter in the locker room of the female students and in the locker room of the male students, and, thus, they can control visually who is taking a shower. However, male teachers can enter boys' locker room, but they can not enter the girls’ one because it is not socially accepted. To solve such an impediment in our high school, male teachers' are assisted in checking by a female teacher. She performs control in the female students' locker room. Still, in levels of 3rd and 4th of ESO and the two years of baccalaureate, female and male students were asked to choose between being controlled by the same sex teacher or being controlled by two teachers of different sexes. Most of female and male students chose to be controlled by two teachers. This article includes a relevant non-sexist experience of control and the very positive reviews of the students.
Key words: Physical Education – to have a shower – sexism – girls – shyness.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Joseba Koldo Etxeberria Zapirain y Ohian Beltz Unzueta Solozabal (2019): “Sexismo hacia los profesores en los vestuarios de las sesiones de educación física”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (marzo 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/atlante/2019/03/sexismo-profesores.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1903sexismo-profesores
1. INTRODUCCIÓN
El marco educativo legal vigente durante las últimas décadas, ha asignado a la Educación Física, entre otros objetivos y competencias, conocer e incorporar hábitos preventivos para la salud, y entre éstos, se incluyen los de higiene corporal (ducharse y cambiarse de ropa) después de la práctica de actividad física. Véase (Gobierno Vasco, 2007, pp. 456, 458 del suplemento). Además, el sentido de responsabilidad social dice que es conveniente ducharse después de una sesión de Educación Física, para evitar posteriormente malos olores colectivos en el aula. Por tanto, el hábito higiénico de ducharse está contemplado como una actividad que hay que trabajar y, en consecuencia, evaluar dentro de la materia de Educación Física.
Sin embargo, en lo que conocemos, las estadísticas reales de ducha del alumnado pueden variar en gran medida, tanto de un centro escolar a otro, como dentro de uno mismo. Hay escuelas donde la mayoría de alumnos/as se ducha regularmente, y otras donde es al contrario, comportamientos que se pueden dar en el mismo centro ante diferentes profesores/as. En nuestro Instituto de Enseñanza Secundaria ORIXE de Tolosa (Gipuzkoa), tenemos mediciones realizadas al respecto. Nuestro centro escolar está bien dotado en cuanto a vestuarios. Poseen suficiente espacio para cambiarse de ropa y duchas con agua caliente para poderse duchar todos/as los/as alumnos/as de un grupo sin problema. En un entorno, por tanto, donde las condiciones para dicha actividad son buenas, si al finalizar la clase de Educación Física se les da la posibilidad y tiempo suficiente para ducharse a los/as alumnos/as, sin ninguna otra actuación por parte del profesorado, nuestra experiencia nos dice que en los cursos 3º y 4º de ESO y 1º y 2º de Bachillerato se ducha regularmente, aproximadamente entre un cuarto y un tercio del alumnado y la mayoría del resto no se ducha nunca.
Este porcentaje siempre nos pareció insuficiente, por lo que hace años se optó por introducir un mecanismo que animase a los/as alumnos/as a ducharse y así sintonizar con la ley y con los hábitos higiénicos sociales. El mecanismo es muy sencillo. Ducharse, aunque no es obligatorio, como otro montón de actividades, pruebas, test, controles, actitudes... vale para la nota de la asignatura. No es obligatorio para evitar excesivas incomodidades o malestar a alumnos/as muy pudorosos/as. Los resultados avalan la medida. Desde la incorporación del hábito de la ducha a la nota, en los citados niveles educativos, se ducha regularmente más del 90% del alumnado.
Poner nota sobre una actividad exige controlarla. Poner nota por ducharse implica conocer quién se ducha y quién no. Para saber con seguridad quién se ducha, no queda más remedio que entrar en los vestuarios y realizar una comprobación visual mientras los/as alumnos/as se están duchando. Nuestra experiencia de años concluye que no es posible asegurar que los/as alumnos/as se hayan duchado sin entrar a verificarlo dentro del vestuario. Cualquier medida de comprobación fuera del vestuario puede ser trampeada fácilmente por el alumnado, esto es, decir que se ha duchado pero no haberlo hecho.
En nuestro instituto para saber quién se ducha y quién no, hace años que está asumida por el alumnado, con total normalidad, la realización de controles visuales dentro de los vestuarios. Como el departamento de Educación Física de nuestro centro escolar está formado por profesores varones, cuando toca realizar el control de ducha, el profesor de Educación Física responsable del grupo, por ser varón, realiza los controles del vestuario de chicos, y para los del vestuario de chicas solicita la ayuda de alguna profesora de otra materia del instituto.
1.2 Control de ducha y sexo del/la profesor/a
Respetamos que el sexo del/la profesor/a coincida con el de los/as alumnos/as que va a controlar, para evitar en los/as alumnos/as incomodidades relacionadas con el pudor. Sin embargo, es una cuestión de tradición. Hasta donde sabemos, no hay ninguna norma o ley que obligue a dicha coincidencia.
Más aún, opinamos que no puede haberla. Según la normativa legal, los objetivos, competencias, contenidos y todos los aspectos concernientes a la asignatura de Educación Física (y, análogamente, en todas las demás asignaturas) deben ser organizados, trabajados y evaluados por el/la profesor/a de Educación Física correspondiente, sea hombre o mujer, y respecto a todos/as sus alumnos/as, sin distinción de raza, sexo, religión, clase social, etc. En el ejercicio de su actividad educativa no puede realizar ningún tipo de discriminación por razón de raza, religión, ideología o sexo. Controlar la ducha es una, entre otro montón de responsabilidades, que le corresponde al/la profesor/a de Educación Física. Por lo que no puede evaluar y controlar a los/as de un sexo y no a los/as del otro, de la misma forma que no podría, por ejemplo, evaluar y controlar a los de una raza y no a los de otra. Esta discriminación por motivos de sexo (o raza, religión...) está explícitamente prohibida por ley. De hecho no conocemos ningún centro escolar, ni ninguna asignatura o materia, donde se dé tal discriminación, esto es, donde el/la profesora realice una actividad evaluadora a los/as de un sexo y no a los/as del otro.
Alguien podría objetar, por los motivos que fueran, que los/as profesores/as de Educación Física no tienen el derecho de entrar en ninguno de los dos vestuarios. Esta hipótesis, además de carecer de toda base legal, conduciría al absurdo de impedir su acceso a vestuarios de personas del mismo sexo en piscinas, gimnasios, polideportivos, públicos y privados, por los mismos hipotéticos motivos. Prohibición absurda que no se da en ningún lugar.
La experiencia, nuestra y la de otros/as profesores/as de Educación Física que conocemos, nos dice que si, entre otro montón de labores que nos toca realizar, los/as profesores/as de Educación Física, animamos a que los/as alumnos/as se duchen, y controlamos visualmente dentro del vestuario que efectivamente lo hacen, únicamente a los/as alumnos/as de nuestro mismo sexo, no hay problema. Todo el mundo lo acepta e, incluso, a muchos/as les parece bien. Más aún, si las profesoras se atreven a hacerlo con los chicos, tampoco hay problemas. Conocemos casos. Pero ningún profesor varón de Educación Física se atreve a hacer lo correspondiente con sus alumnas. Todos/as los/as profesores/as estamos seguros/as de que habría quejas y denuncias por parte de algunas alumnas y de algunos/as padres y madres.
Y es una auténtica hipocresía. Cuando una alumna, su madre o cualquier mujer acude al ginecólogo y éste le tiene que auscultar, a ninguna de ellas se le ocurre protestar si el ginecólogo es varón. Está realizando su trabajo y punto. Cuando un alumno, su padre o cualquier hombre debe ser asistido por una médico, enfermera y tienen que auscultarles desnudos, poner una inyección, hacer la vasectomía, introducir una sonda o cualquier otra intervención que afecta a la intimidad, a ningún varón se le ocurre poner el grito en el cielo porque el sexo del personal sanitario no coincida con el suyo. Están desempeñando su labor y punto. Tienen reconocido socialmente un respeto hacia su labor profesional que a los profesores de Educación Física se les admite en todo, menos en el control de la ducha. Y no parece coherente apelar a la “intimidad”. Puede ser mucho más íntima la labor de un/a ginecólogo/a, médico/a o enfermero/a que el control visual fugaz del/la profesor/a de Educación Física.
Existe, por tanto, un problema de reconocimiento social para con los profesores de Educación Física respecto a dicha labor. Peor aún. Existe también, la opinión, “bastante” extendida socialmente, aunque no claramente reconocida, que opina, más o menos, que los profesores varones, valga la redundancia, de Educación Física no deben entrar en los vestuarios de las alumnas cuando se duchan “por si acaso”. Se les aplica a todos una “sospecha”, una “pseudopresunción de culpabilidad”, en relación a algún posible delito de tipo sexual. Al respecto caben dos contundentes respuestas. La primera, la incoherencia que supone en cuanto a la existencia de mujeres lesbianas y hombres gays. ¿Es más peligroso que entre un profesor heterosexual en el vestuario de chicas, a que lo haga una profesora lesbiana en el de chicas o un profesor gay en el de chicos? De ninguna de las maneras. Pero la sociedad permite a los profesores homosexuales de Educación Física entrar en los vestuarios de chicos y a las profesoras lesbianas en los de chicas.
En segundo lugar, cabe subrayar la intolerable incriminación que ello supone. En un estado de derecho, todo individuo (y los profesores de Educación Física, también) es inocente mientras no se demuestre lo contrario, respecto a todo tipo de delito. Es necesaria demostrar la culpabilidad, no la inocencia. Existe legalmente reconocida la presunción de inocencia respecto a todo tipo de delito. Y a los/as ginecólogos/as, médicos/as, enfermero/as y demás personal sanitario, por ejemplo, la sociedad se la reconoce, pero a los profesores varones de Educación Física, no del todo. Que se persiga a todos los individuos que quebranten la ley de cualquier tipo. Y, por supuesto, persíganse todos los delitos sexuales. Pero es totalmente injusto e ilegal, extender una nube de sospecha criminal, a todo un colectivo profesional por su condición sexual.
Más aún. Por la misma regla de tres, se podría extender tal sospecha incriminatoria a cualquier persona. Desgraciadamente madres infanticidas, asesinas existen, al igual que hombres violadores, asesinos, y en cualquier profesión. Y a nadie le gustaría que se le señalase como sospechoso/a, por el simple hecho de ser madre, padre, varón o pertenecer a un colectivo profesional, sin más. Se sentiría totalmente ofendido/a, y con razón. Por la misma regla lógica, los profesores de Educación Física somos tan inocentes como cualquiera, mientras no se demuestre lo contrario, y nadie debería impedir nuestra labor profesional, ni siquiera en el ámbito del control de la ducha, por una ilegal presunción de culpabilidad.
Es de suponer que la sociedad irá, poco a poco, corrigiendo estos defectos y que, algún día, esta labor de control de ducha de los profesores varones de Educación Física estará perfectamente normalizada. Es de esperar que se termine con esta discriminación sexista. Mientras tanto, nos queda, apelar a la ayuda de nuestras compañeras profesoras y generar conciencia entre el alumnado.
2. MÉTODO
2.1 Opinión de alumnos/as sin experiencia no-sexista
En nuestro Instituto, llevamos cursos trabajando el tema con los/as alumnos/as de 4º de ESO y 1º Bachillerato. Durante los primeros años, nos limitamos a realizar un pequeño debate, junto con otras cuestiones que también tenían que ver con el sexismo en la Educación Física: equipos deportivos profesionales sexistas, premios distintos en función del sexo en competiciones deportivas, etc. Más adelante, se nos ocurrió pasarles a los/as alumnos/as, previamente, un breve cuestionario que respondían de forma anónima, para así llevar al debate la opinión general del alumnado.
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La encuesta, realizada durante dos cursos, se pasó a 167 alumnos/as, de los/as cuales 87 eran chicos y 80 chicas. 73 alumnos/as cursaban 4º de la ESO y 94, 1º de Bachillerato. No todos/as respondieron a las tres preguntas; de ahí los porcentajes de la tabla.
Respecto a la primera cuestión recogida en la pregunta 1), los alumnos y las alumnas, prácticamente todos (el 91,95%) y todas (el 95%) opinaron que para las clases de Educación Física el/la profesor/a debería ser el/la que toque, sin que se tenga en cuenta su sexo, tanto para los alumnos como para las alumnas.
La pregunta 2) refleja el nivel de aceptación del personal sanitario de sexo contrario al/la alumno/a. Se puede afirmar que está normalizado, pues la mayoría opinó que hay que aceptar el/la sanitario/a que toque, independientemente de su sexo. Entre los chicos, un 77,01% es de esta opinión y solo un 14,94% prefiere que le trate personal sanitario masculino. Entre las chicas los porcentajes son parecidos, incluso algo mejores, ya que un 80% acepta cualquier sanitario y solo un 13,75% desearía que fuese mujer.
En cuanto a la labor de control de la ducha que debe realizar el/la profesor/a de Educación Física, cuestión recogida en la pregunta 3), se da una oposición entre las opiniones de los chicos y las de las chicas. Los chicos, aunque con menor porcentaje, son coherentes con lo opinado en las dos preguntas anteriores y rechazan una discriminación sexista con respecto a los/as profesores/as de Educación Física. La mayoría, el 64,37%, aceptaría que una profesora pueda controlarles cuando se duchan, y solo un 28,74% se opondría y pediría que fuese profesor el que lo haga. La mayoría de las chicas, el 63,75%, sin embargo, en contradicción a las dos situaciones anteriores, abogaron por una discriminación sexista a la hora del control de la ducha, y pidieron que sean profesoras las que les controlen. Solo un 31,25% aceptaría que un profesor varón entrase en el vestuario a comprobar que se duchan.
3.1 Opinión de alumnos/as con experiencia no-sexista
Hace unos cursos, sin embargo, se dio una circunstancia que alteró significativamente en nuestro centro, la situación de la cuestión tratada en el presente artículo. Para completar las clases de Educación Física de algunos cursos y grupos de ESO, durante dos cursos seguidos, a nuestro Instituto llegó una joven profesora de Educación Física que compartía totalmente el punto de vista descrito en el apartado 2 de este artículo. Más aún, es coautora del artículo. Afirmaba que dicha perspectiva no-sexista en el control de la ducha, lo había puesto en práctica en los centros escolares donde había trabajado hasta entonces, con buenos resultados y sin problemas. Y su intención era hacer lo mismo en nuestro centro.
En adelante, en sus clases, cuando llegaba la hora de la ducha entraba en los vestuarios de las chicas y, también, en el de los chicos, y verificaba quién se duchaba y quién no. Durante los dos cursos hubo total normalidad, aceptación generalizada por parte de los chicos y ausencia de problemas o quejas.
Su actuación, por lo visto a posteriori, generó reflexión en otros grupos de alumnos/as. Durante el segundo curso de su estancia, algunas alumnas de un grupo de 3º de ESO donde el profesor varón coautor del presente artículo impartía clase de Educación Física, le dijeron que les parecía más correcto que fuera él, por ser su profesor, quien les hiciese los controles de ducha a ellas y no otra profesora. El profesor decidió que eligiesen las alumnas. Dado que en el instituto disponemos de seis vestuarios, se dispuso un vestuario para los chicos y dos para las chicas. En un vestuario continuó realizando los controles de ducha la profesora que hasta entonces los había realizado. En el otro vestuario de chicas, los realizó, en adelante, el profesor de la asignatura. Cada alumna elegía libremente en qué vestuario ducharse y cambiarse. La mayoría eligió ir al vestuario, llamémosle, “del profesor”.
Al poco tiempo otras alumnas de otros grupos de 3º ESO le hicieron saber al mismo profesor su disposición a ser controladas por él. Para las chicas de estos grupos, por motivos de mejor solución logística, se adoptó la siguiente similar solución. Como las duchas del vestuario de chicas (también las de los chicos), están divididas en dos zonas separadas, que no se ven mutuamente, en adelante, el profesor controló una de las zonas del vestuario femenino, solo esa, y las duchas de la otra zona quedaban para el control de la profesora “correspondiente” al grupo. Cada alumna elegía libremente donde ducharse y, en consecuencia, escogía quién de los dos profesores le controlaría la ducha.
Dado el éxito de la iniciativa en todos estos grupos, pues con el tiempo la mayoría de las chicas eligió ducharse en la zona del “profesor”, y dada la ausencia total de quejas, más adelante, el profesor decidió ofrecer la posibilidad de vivir tal experiencia, llamémosle “no-sexista”, también a los chicos de los mismos grupos de 3º ESO. Para ello preguntó y contó con la disponibilidad de las profesoras de tales grupos. Se procedió de la siguiente forma. El vestuario de los chicos, al igual que el de las chicas, se dividió en dos zonas. En una, únicamente el profesor, como hasta entonces, realizaría el control de ducha. En la otra zona, la profesora correspondiente del grupo junto con el profesor realizarían los controles. Los chicos elegían en qué zona ducharse, es decir, elegían ser controlados solo por el profesor, como hasta entonces, o ser controlados por los dos, por la profesora y el profesor. De esta forma se les daba la posibilidad de ser controlados también por una profesora. También, en este caso, la mayoría de los chicos escogieron ser controlados por los dos profesores.
Durante el siguiente curso, 4º ESO, en los grupos comentados, se mantuvo la misma opción para el control de la ducha, tanto para los chicos como para las chicas. Cada alumno/a eligió para el control, entre el/la profesor/a de su mismo sexo y los dos profesores. El “éxito” fue algo mayor. La mayoría de los chicos y de las chicas eligió ser controlados/as por los dos profesores, profesor y profesora. Además, hacia el final de curso, se ofreció tal posibilidad a los/as nuevos/as alumnos/as de los grupos de 3º ESO, salvo para los chicos de dos grupos, pues se careció de profesora. También, en estos grupos, la mayoría de los chicos y de las chicas, escogió ser controlado/a por ambos profesores.
Al curso siguiente, la profesora fue trasladada a otro instituto, el IES Aralar BHI de Alegia (Gipuzkoa), donde continuó con los controles de ducha no-sexistas. Simultáneamente, el profesor coautor de la presente investigación, puso en práctica tales controles no-sexistas en los dos cursos de Bachillerato.
Durante estos tres cursos y con el fin de conocer la opinión de todos/as los/as alumnos/as de los todos los grupos donde se habían realizado controles no-sexistas de ducha, se les pasó el cuestionario mencionado en el apartado anterior, salvo la pregunta 1 pues nos pareció fuera de la realidad actual, completado con otras cinco preguntas.
Respondieron, en total, 270 alumnos/as de 3º y 4º de ESO y 1º y 2º de Bachillerato; 112 chicos y 158 chicas. Como suele ser habitual, no todos/as respondieron a todas las cuestiones, de ahí los porcentajes. De los 112 chicos solo 87, el 77,68%, pudieron participar, de quererlo, en los controles no-sexistas de ducha. Para el resto no se pudo disponer de profesora que los realizase. No obstante, tenían constancia de su existencia en el otro vestuario, por lo que se ha considerado interesante recoger sus opiniones. De las 158 chicas, únicamente 127, el 80,38%, pudo participar en dichos controles no-sexistas. Las que no pudieron eran alumnas del IES Aralar BHI, para las cuales no hubo profesor.
Respecto a la atención en los centros sanitarios, pregunta 2), tanto los chicos, el 90,18%, como las chicas, el 89,24%, que vivieron o contemplaron la experiencia no-sexista en el control de ducha, son muy mayoritariamente contrarios a una preselección sexista respecto al personal sanitario que atienda. Únicamente, el 9,82% de los chicos y el 10,76% de las chicas opinan que a los/as ciudadanos/as nos tienen que atender trabajadores/as sanitarios/as que coincidan con nuestro sexo. Resulta ser una opinión mayoritaria coincidente con la de los/as alumnos/as sin experiencia de control de ducha no-sexista del apartado anterior; pero, aún, con más de rotundidad. Entonces, la opinión no-sexista, mayoritaria, ascendía al 77,01% en los chicos y al 80,00% en las chicas.
Las respuestas a la pregunta 3), la cual indagaba en el grado de aceptación de la realización de los controles visuales mientras se están duchando, por parte de un/a profesor/a de Educación Física del sexo contrario, los resultados ofrecen un cambio muy acusado, sensible en el caso de los chicos y radical en el caso de las chicas. Entre los chicos que no habían vivido la experiencia de ser controlados por una profesora, el 64,37%, no obstante, lo aceptaría y el 28,74% no. Sin embargo, entre los chicos que han vivido esta experiencia o sabido que otros lo hacían, el porcentaje de los que la aceptarían subiría al 83,93% y solo un 15,18% querría un profesor varón. Respecto a las chicas, el cambio de opinión es profundo. De las que no vivieron dicha experiencia la mayoría, un 63,75% rechazaba la posibilidad de ser controladas por un profesor. En cambio, entre las que han vivido o visto dicha experiencia, a la gran mayoría, el 85,44%, les parece lo correcto.
Llama la atención la casi coincidencia en los porcentajes de los chicos y las chicas de esta segunda etapa: el 90,18% de los chicos y el 89,24% de las chicas son no sexistas en la pregunta 2), y el 83,93% de los chicos y el 85,94% de las chicas en la tercera pregunta. Se puede concluir que, respecto a estas dos cuestiones y tras la experiencia no-sexista, opinan igual, que el sexo no influye. Y merece subrayar que la pregunta 3) indaga sobre una situación no normalizada en nuestra sociedad.
La pregunta 4) recoge el número de alumnos/as que quisieron y pudieron participar en esta experiencia no-sexista. De los 87 chicos que sí pudieron, participaron, si bien en diferentes grados, 61 (=39+10+12), el 70,11%. El 29,89% (26), no quisieron ser controlados por la profesora. Entre las chicas, una mayoría mayor, 112, el 88,19% (52+31+29=112), sí quisieron participar en la experiencia y ser controlados por el profesor. Solo el 11,81 rechazó participar.
La pregunta 5) nos da una idea sobre el grado de vergüenza pasado por los/as alumnos/as que participaron en los controles realizados por el/la profesor/a de sexo contrario. En los chicos la mayoría, el 68,85%, declara no haber pasado ninguna vergüenza, el 22,95% poca y el resto, el 6,56%, bastante. Nadie pasó mucha vergüenza. Entre las chicas, la mayoría, el 58,04%, no pasó vergüenza alguna, un 29,46% un poco, y solo una minoría del 7,15% (=5,36+1,79) sintió bastante o mucha vergüenza. Por tanto, se puede decir que para la gran mayoría de los chicos, el 91,8% (=22,95+68,85) y para la gran mayoría de chicas, el 87,5% (=29,46+58,04), no fue una experiencia especialmente incómoda o molesta.
La pregunta 6) supone una evaluación de la actuación del/la profesor/a del sexo contrario, en el control de la ducha. La mayoría de los chicos, el 85,25% (52) juzga que la profesora que les controló, se comportó de forma correcta. Una minoría, el 13,11%, respondió que la profesora podría haber actuado mejor. Ninguno valoró como incorrecta, mala o inadecuada, la actuación de la profesora. Las chicas, por su parte, valoraron casi unánimemente, el 98,21%, como correcta, adecuada y respetuosa la actuación del profesor, y una sola como mejorable.
Conviene describir el protocolo de actuación acordado entre los/as profesores/as para los controles de la ducha. Llegada la hora de la ducha, el profesor de Educación Física lo advierte y los/as alumnos/as se van a los vestuarios. El profesor y la profesora esperan fuera. Pasados unos minutos, el necesario para que los/as alumnos/as tengan tiempo en desnudarse y colocarse bajo las duchas, el profesor y la profesora llaman a la puerta para avisar de su entrada y, en el caso de no recibir petición de espera, entran en el vestuario y comprueban que se están duchando, apuntándolo en el cuaderno. A continuación, saldrán del vestuario y procederán de la misma manera en el otro. Se convino entre los/as profesores/as, por una parte, pasar el menor tiempo posible en cada vestuario; el tiempo necesario y sin prisas, pero nada más. Y por otra parte, se acordó dirigir siempre nuestras miradas a los ojos de los/as alumnos/as.
La pregunta 7) les daba a elegir entre dos modos de control de ducha: la tradicional, donde el profesor controla a los chicos y la profesora a las chicas, y una segunda, donde es el/la alumno/a quien elige entre dos profesores de distinto sexo disponibles. Entre los 112 chicos que participaron y no participaron en la experiencia, la mayoría, el 66,,07%, prefiere que el alumno elija el/la profesor/a. Un 30,36%, en cambio, se decanta por la opción tradicional. Entre las 158 chicas, la mayoría es más rotunda. Un 83,54% desea elegir el/la profesor/a que le haga los controles. Solo un 14,56% se decanta por la disyuntiva tradicional.
Por último, en la pregunta 8), los/as alumnos/as muestran sus preferencias en el caso de darles la opción de poder elegir, para los controles de ducha, el sexo del/a profesor/a. Por la opción tradicional, esto es, por un/a profesor/a de su mismo sexo se decantan, solo, el 9,82% de los chicos y el 15,19% de las chicas. Esto es, una clara minoría en cada sexo. Un 36,61% de los chicos y un 28,48% de las chicas, por su parte, escogerían al/la profesor/a de Educación Física aunque éste/a fuera del otro sexo. Y una mayoría de chicos del 52,68% y de chicas del 55,06% aceptaría el control tanto del profesor como de la profesora. Sumando las opciones a) y c) nos da que el 89,29% (=36,61+52,68) de los chicos y el 83,54% (=28,48+55,06) de las chicas aceptaría el control de ducha realizado por el/la profesor/a de Educación Física aunque no fuera de su mismo sexo, porcentajes respecto del total de alumnos/as encuestados/as, no solo respecto de los/as que participaron en la experiencia.
4. CONCLUSIONES
Sabido es que la cultura social dominante influye enormemente en los individuos que formamos la sociedad. Respecto al tema concreto que tratamos en este artículo, a saber, el control de la ducha de los/as alumnos/as en las clases de Educación Física, el reflejo de dicha ideología dominante se ve en la opinión de, sobre todo, las chicas de la primera etapa, esto es, aquellas que no vivieron una experiencia de control de ducha no-sexista en nuestro instituto, rechazando en su mayoría la posibilidad de ser controladas en la ducha por el profesor de Educación Física varón que les correspondiese, y abogando para ello por un tratamiento sexista (profesor a chicos y profesora a chicas), en consonancia con la actitud general de la sociedad, aunque sea un comportamiento que choca contra el planteamiento general de las sociedades europeas de no admitir discriminación sexista en ninguno de los ámbitos de la vida social.
Sin embargo, por circunstancias de la vida, en nuestro Instituto se implantó un control de ducha no sexista en las clases de Educación Física para los chicos, y, más adelante, se dio tal opción para las chicas, para terminar generalizando un modo opcional no-sexista en ambos sexos. De este modo, en cada clase se dispuso de un profesor y de una profesora, y cada alumno/a elegía para el control de su ducha, el/la profesor/a de su mismo sexo u optaba por el control mixto realizado por ambos profesores. La mayoría de los chicos y, sobre todo, de las chicas, optó por ser controlados/as por ambos profesores, es decir, también por el/la profesor/a de sexo distinto. Y sus valoraciones sobre tal experiencia son positivas. A pocos chicos y chicas la experiencia les causó fuerte incomodidad o sentimiento de pudor. Esta experiencia les llevó a opinar de modo claramente menos sexista que a los/as alumnos/as de la primera etapa, y no solo en el ámbito de las clases de Educación Física; también respecto a las visitas y controles médicos.
La gran mayoría de los/as alumnos/as que experimentaron este tipo de control no sexista, terminaron opinando que los controles de ducha en las clases de Educación Física las debe realizar, en ambos vestuarios, el/la profesor/a responsable de la clase y punto, sin necesidad de otro/a profesor/a para los/as alumnos/as del otro sexo. Además, se declararon partidarios, para ellos/as mismos/as, de un control de tipo no-sexista.
Como última conclusión cabría afirmar que la gran mayoría de los/as alumnos/as era más favorable a que sea el/la alumno/a el/la que elija el sexo del/la profesor/a que le vaya a realizar el control de ducha. Prefieren esa opción a disponer de un profesor para los chicos y una profesora para las chicas. Y quizás, ésta sea la vía para ir superando el rechazo sexista que se da hacia los profesores varones de Educación Física para la realización de los controles de ducha a sus alumnas. Ofrecerles a ellas la opción de ser controladas por el profesor varón de Educación Física, por otra profesora o por ambos. Muchas, al principio, escogerán a la profesora, pero algunas se decantarán por el profesor de Educación Física que les corresponde, y, poco a poco, se irá normalizando y generalizando tal situación. Al menos, ésta ha sido nuestra experiencia.
Por último, queremos agradecer a las profesoras y a todos/as los/as alumnos/as que han aceptado participar en esta experiencia de control de ducha no-sexista.
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Gobierno Vasco (2007). Decreto 175/2007, de 16 de octubre, por el que se establece el currículo de la Educación Básica y se implanta para la Comunidad Autónoma del País Vasco, Boletín Oficial del País Vasco, nº 218.