Leticia Sesento García
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México
leticiasesentogarcia@yahoo.com.mxRESUMEN
Aportaciones del pedagogo Paulo Freire en torno al papel de la educación, de los maestros y de los estudiantes. La pedagogía de Freire es una de las pioneras en provocar una nueva mirada a la educación; desde la sociología crítica. Se trata de plantear que todo acto educativo es eminentemente un hecho político, y que, consecuentemente, los maestros no realizan un trabajo objetivo, sino que cada una de sus acciones están eminentemente ligadas a un proyecto ideológico, cualquiera que éste sea. Se plantea la necesidad de entender conceptualmente qué significa la criticidad, la capacidad de mirar al mundo desde una posición humanista, crítica y solidaria. Se analiza el papel fundamental de cambio en la llamada Escuela Nueva, movimiento al que perteneció la pedagogía de Freire, y se hace un análisis de las diferencias entre aquella y la pedagogía de Freire. Finalmente se hace un breve estudio en torno a la pregunta: ¿Para qué educar?
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Leticia Sesento García (2016): “De la opresión a la esperanza. Aportaciones de Paulo Freire a la educación”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/06/opresion.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/ATLANTE-2016-06-opresion
Introducción:
El ser humano ha evolucionado a través del tiempo; nuestros ancestros fueron nómadas, posteriormente sedentarios, esto se debe a la capacidad del hombre de razonamiento e inteligencia para transformar la naturaleza y permanecer de ella. El hombre se ha adaptado a su entorno mediante transformaciones, para satisfacer las necesidades de este. Por lo tanto modifica, adapta y se apropia de esos cambios.
Con todos esas modificaciones que han germinado en relación a las necesidades del mismo, estas han trascendido en varios niveles ya sea económicos, sociales, culturales, políticos por mencionar algunos. Se podría considerar que una de sus virtudes, es la adaptabilidad que este tiene ante un presente en constante cambio.
La educación no podría quedarse atrás, ante la demanda de una sociedad en progreso constante, por la cual la educación se ha tenido que adecuar de acuerdo a las necesidades una organización social diferente. Toda esta reestructuración dentro de la educación es con ayuda y aportación de otras ciencias tales como: filosofía, pedagogía, psicología, arqueología por mencionar algunas, tienen como finalidad el bienestar del educando. El ser humano es un ser educable, y la educación es un medio eficaz para formar a un individuo, la axiología ayuda a formar individuos para tener una armonía entre la sociedad. Por tal motivo en el presente trabajo se analiza la importancia del papel del educador como generador de conocimientos y sin dejar de lado el compromiso social tiene.
PRESENTACIÓN
Paulo Freire es quizá el educador de mayor influencia en la pedagogía de los últimos tiempos en Latinoamérica; leer a Freire desde su perspectiva sociológica en la educación y sus impacto en las ideas pedagógicas en nuestra actualidad, es ante todo un deleite, ya que es trascendental conocer su pensamiento, analizar su proyecto social, político , su visión ética, el cual estimula a reflexionar y a tomar providencias en nuestra vida personal, social y académica. Uno de los principales aportes de Freire a la educación es su crítica a la educación tradicional, o llamada educación bancaria; una pedagogía centrada en el maestro y no en el alumno, una pedagogía que no toma en cuenta la experiencia y conocimientos de los estudiantes. Freire le apuesta a la formación de un sujeto crítico y reflexivo. De ahí su crítica a la educación autoritaria. Si bien Freire inicia su trabajo con el problema de la alfabetización, sus aportaciones van más allá de la misma. Para Freire todos nacemos con la capacidad de leer la realidad, pero esta lectura es una lectura un tanto ingenua; se trata de partir de esta lectura ingenua y convertirla en una lectura crítica.
LA EDUCACIÓN; UN ACTO POLÍTICO Y ÉTICO
El primer aspecto que revisaremos en relación a Freire es su sentido ético y su compromiso para que exista la educación, a partir de la forma de conciencia crítica frente al mundo; una realidad llena de contradicciones e injusticias; la dificultad es que ya no nos conmovemos ante estos hechos, donde vemos día a día la deshumanización del hombre; pues en nuestro contexto, la mentira, el robo, la calumnia, la violación de los derechos humanos, lo vemos como algo casi del orden natural, cotidiano, y dejamos se instalen en nuestro cómoda inconsciencia. El riesgo de esta situación es asumir esto, como Freire lo ha llamado, el establecimiento social en la cultura referente a la normalidad. La realidad en el México de hoy, es que nada sorprende, todo es normal; cada vez más existe entre nosotros una mayor apatía ante la importancia del sentido ético. ¿Podemos aprender y enseñar ética? Si observamos que en lo cotidiano día a día nuestros valores se deterioran, y no hacemos nada por trabajar en favor de ellos, de alguna forma nos hacemos cómplices.
Frente a esta situación ética, Freire (1997) señala que debemos retomar posiciones que nos lleven a comprometernos a una búsqueda de consecuencias y alternativas de solución para, de esta forma, ser coherentes en nuestro trabajo personal, como ciudadanos, como maestros en el aula o en donde quiera que estemos. Freire habla de un compromiso ético que todo educador debe asumir. Para Freire (1997), cuando hablamos de ética y de postura esencialmente democrática, porque al no ser neutra la práctica educativa, la formación humana, implica elecciones, rompimientos y disposiciones. Estar en favor de un sueño y contra de alguien es imperativo exigir la eticidad del educador, su necesaria militancia democrática, la obligación a tener una relación coherente, permanentemente; coherencia entre el discurso y la práctica.
La educación y el educador no logran solo adjudicarse y trabajar sobre la idea de una aparente neutralidad, la enseñanza envuelve el testimonio ético del profesor, porque no se puede dar clase de libertad o igualdad y hacer del examen un acto perverso. Esto implica una responsabilidad y una conciencia histórica y social, como educador y persona. Por tal motivo señala Freire “Estoy profundamente convencido de la naturaleza ética de la práctica educativa, en cuanto práctica especialmente humana. El ser humano es un ser ético, cualquiera que sea su marco ético: la ética de la vida, la ética humanista, o cómo hemos adquirido y adherido a la ética del mercado”. (Rocha, 2003:120).
A través de una educación para la libertad "los educandos van desarrollando su poder de captación y de comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta, no ya como una realidad estática, sino como una realidad en transformación, en proceso. ... La tendencia entonces, tanto del educador-educando como la del educando-educador, es la de establecer una forma auténtica de pensamiento y acción: pensarse a sí mismo y al mundo, simultáneamente, sin dicotomizar este pensar de la acción”. (Freire, 2003: 43)
LA EDUCACIÓN COMO IDEOLOGÍA
Desde su perspectiva, Freire muestra que el educar requiere examinar la educación desde un punto de vista de la ideología, sin embargo, se oculta y en lugar de ser conscientes, solo consentimos dócilmente que lo que vemos es la realidad sin dudar, admitiendo dócilmente en todo lo que nos es impuesto; acarreando a las trasgresiones en el plano de la ética universal del ser humano, impuestas por sistemas capitalistas, neoliberales, en aras de la globalización. Por todo lo descrito, corresponde al profesor estar atento del poder de la ideología, de su discurso, de su atracción, con la influencia adormecedora y distorsionada de la realidad. Es deber del educador cambiar la realidad. Como señala Freire: “Es cierto que las mujeres y los hombres pueden cambiar el mundo para mejor, para hacerlo menos injusto, pero partiendo de la realidad concreta a la que llegan en su generación, y no fundadas o fundados en devaneos, sueños falsos sin raíces, puras ilusiones”. (Freire, 2001: 64).
Por otro lado, los estudiosos del currículo analizan la influencia del gobierno en la educación donde no existe nada objetivo, sino que la ideología, la lucha por el poder y las ideas están en constante pugna. Dentro de la teoría curricular se ha establecido el término curriculum oculto, para designar justamente lo que está detrás de toda propuesta educativa (Stenhouse: 1998). Por eso la función del maestro es más importante de lo que se aprecia a primera vista. Es compromiso de cada uno abrir horizontes y ser conscientes de nuestro entorno, ser autocríticos y no abandonar a las masas, porque el docente es finalmente también un trabajador, un asalariado que vive propiamente las injusticias sociales; sino por el contrario, desarrollar conciencia en ellas, a fin de tomar un posicionamiento frente al mundo. (Stenhouse, 1998).
Dentro del pensamiento de Freire, se dispone la libertad en la enseñanza, sin embargo, todos desconocemos o tendemos a encontrar esos límites sin los cuales la libertad degenera en libertinaje; nos volvemos autoritarios por ese temor. Esta libertad se adquiere asumiendo posturas, aun cuando éstas sean erróneas, porque solo decidiendo se aprende a decidir y asumiendo la consecuencia del acto de decidir. La autonomía se forma todos los días. Esta actitud protectora se extiende a todos los ámbitos; la idea de que los jóvenes no saben, no aportan conocimientos, porque se tiene la idea equivocada de que no saben, sin embargo desestimamos su poder de decisión, su alcance y el beneficio que la responsabilidad y la toma de acción les puede hacer sujetos críticos, autónomos y más libres de pensamiento.
Un punto de vista adicional que tiene Freire es su compromiso sociopolítico, asumiendo permanentemente a la educación como un acto político (Freire: 1997:120) sin tratarse de política partidista, sino solo de ser conscientes que la educación se encuentra en un contexto y quehacer político. Por otra parte, Freire no pretende evidenciar el analfabetismo o la no asistencia a las escuelas, por la ineptitud de los padres o por el resultado de sus bajos ingresos, para él la educación y las posibilidades que ella brinda de progreso a la humanidad, son esenciales para la emancipación de los personas y su inserción en las sociedades, pero en unas sociedades más justas, donde la educación no sea libresca, sino que tenga sentido lo que se aprende dentro del aula con la realidad fuera de ella.
De la misma forma Freire (1997) rechaza la postura en relación a la neutralidad de la ciencia, misma que es el resultado de la carencia de un compromiso; la imparcialidad no existe, porque no hay acción humana desprovista de intención de un objetivo; y todos ocupamos un tiempo, espacio, históricos y políticos. Esto no se debe confundir, con el tipo de ideología que tomamos, o el partidismo político, sino de tener opción política, tomar conciencia y compromiso ideológico por una causa. Todo acto educativo, afirma Freire, es un acto político, pero un acto donde el docente está realmente comprometido con los demás y con él mismo. Ahí radica la grandeza del pensamiento de este educador.
El desarrollo de la criticidad ineludible ante nuestro medio, nos impulsa a vislumbrar nuestra actitud inocente al pensar que las clases dominantes organizarían una educación en favor de las clases desprotegidas. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestra aportación en la sociedad y nuestra toma de acciones para definir a favor de quién y a quién se está educando. Al explorar la dimensión política y adoptar ciertos modelos pedagógicos, decidimos a favor de qué y para quién desarrollamos nuestra actividad educativa. Los profesores no trabajan con máquinas, con materias primas, son seres humanos los que se tienen en cada aula; en cada estudiante existe un ser humano, social, activo, autónomo, con inteligencia, capacidades y un sentido de vida propio; mismo que tenemos el compromiso de desarrollar sus capacidades al máximo.
Para Freire (1997), la educación requiere comprenderla como una forma de intervención en el mundo, ya que como individuos coexistimos en el mundo y somos capacitados para prestar atención, comprobar, valorar, resolver, interesarse, elegir y formarnos como seres éticos. Como profesores e intelectuales, debemos estar a favor de la lucha constante contra cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de las grandes empresas capitalistas hacia los individuos.
Por otra parte, para Freire (1997), la actividad de enseñar contenidos es importante, ya si es enseñada como un testimonio ético de lo enseñado, la práctica, implica un esfuerzo al reproducir la ideología de lo enseñado, la práctica, implicando un esfuerzo al reproducir la ideología dominante así como su desenmascaramiento. Esta doble dualidad que siempre tenemos que trabajar y tener visible en nuestra práctica docente, porque en la medida que tengamos un objetivo, un por qué y para qué, a quién y en contra de qué o quién, al intentar implementar el acto educativo, en esa medida es que el ser humano se desarrolla en nuestra aula. El concepto de ideología, que ya había sido planteado por Gramsci anteriormente, es vital en el discurso educativo de Freire. Él estaba convencido que a los ciudadanos se les puede o se les debe enseñar la democracia cada que hacen la democracia, cuando la ejercen, analizan, o debaten los problemas y tienen una participación genuina.
FREIRE FRENTE AL MOVIMIENTO DE LA ESCUELA NUEVA
La Escuela Nueva como movimiento pedagógico de principios del siglo XX, mediante instrumentos sencillos y concretos, muestra una gama de actividades donde se promueve el aprendizaje activo, el aprendizaje colaborativo, y el fortalecimiento con la relación escuela-comunidad y un mecanismo de promoción flexible adaptado a las condiciones y necesidades de la niñez (Alcaraz: 2002). La escuela será vista bajo un modelo centrado en el niño, su contexto, comunidad, incrementando la retención escolar, reduciendo la deserción y la repetición y ha demostrado mejoramientos en logros académicos, así como en la formación de comportamientos democráticos y de convivencia pacífica. Podemos darnos cuenta que la Escuela Nueva transforma a la escuela convencional y su manera de aprender.
El punto de partica de su propuesta conceptual y metodológica es el nuevo paradigma de aprendizaje de una Escuela Nueva, que pretende mejorar la efectividad y calidad de la educación. El modelo de la Escuela Nueva intenta modificar el modelo educativo convencional centrado en el docente, hacia un modelo participativo y colaborativo centrado en el estudiante, donde se toma la escuela como la unidad fundamental de cambio para mejorar la cobertura, calidad y equidad de la educación.
La forma de trabajar del maestro dentro de la Escuela Nueva se transforma, deja de ser instructor como anteriormente se presentaba en la escuela tradicional, convirtiéndose en un acompañante auxiliar del libre aprendizaje y desarrollo del alumno. Este es considerado como un individuo que piensa y actúa en forma libre y espontánea. La relación que se establece entre maestro-alumno es horizontal, pero con fines específicos. La participación de los padres de familia dentro de la Escuela Nueva es fundamental, ya que su vivencia se refleja en la experiencia del niño y ésta servirá de base a la educación intelectual, mediante el empleo adecuado de trabajos manuales y la educación moral.
La Escuela Nueva retoma el naturalismo, (Palacios, 1984: 51) para Ferriere, la educación intelectual de las escuelas nuevas puede caracterizarse en dos palabras: como una educación en la que no se impone la ciencia a los niños de fuera a dentro, sino que se les coloca en situación de poderla descubrir, o mejor dicho, de crearla dentro a fuera; y, por otra parte, las actividades son libres; se pretende desarrollar en el niño la imaginación, la iniciativa y la facultad creador a través de dibujos, pinturas y modelos libres, trabajos libres , exposiciones libres. Hasta llegar a los textos libres; los recursos y materiales empleados, será naturales o elaborados que logren mantener el interés del niño.
Las formas de evaluar en la Escuela Nueva, parten de registros de evaluación diaria, de carácter formativo en los que se valoran habilidades, destrezas y actitudes, además de considerar una autoevaluación. Esperando que con esta formación los alumnos sean capaces de mejorar su entorno, y a la vez les propicie mejores condiciones de vida, llevándose a cabo, la actividad, libertad, individualidad y colectividad, son rasgos que caracterizan la forma de enseñanza en la escuela nueva. Un aspecto fundamental es el interés del niño, partiendo de la experiencia que éste tiene, es decir, el trabajo individual se coloca en primer plano, cada uno avanza a su ritmo y el trabajo en grupo reúne a los que tienen preferencias comunes e igual nivel de progreso. Por último se recurre a la investigación (Alcaraz, 2002), el estudiante inicia sus primeros trabajos sistemáticos cuando busca el conocimiento por sí mismo, pero siempre con la conducción del docente.
PARA QUÉ EDUCAR
Una de las preguntas que hacían los filósofos de la educación era el para qué de la educación. Siguiendo a Freire, el fin de la educación es mantener y acrecentar el potencial del niño, salvaguardar su impulso vital, que no necesita que se le provea de los medios de ejercitarse; de acrecentar sus recursos y capacidades. De ahí que el primer objetivo de la nueva educación será aumentar la potencia espiritual y la capacidad de trabajo productivo del estudiante. Para ello, habrá que saber no solo leer textos, sino fundamentalmente aprender a leer la realidad, donde contexto y texto se funden en uno solo. (Freire, 1984: 95)
El camino para lograr este objetivo es triple por un lado, conservar y acrecentar la energía, el impulso vital, corporal y espiritual más importante que cualquier conocimiento técnico, por otro lado, el aprendizaje de una técnica, sea intelectual o manual, no se justifica sino como medio para alcanzar ese fin; por último los conocimientos teóricos están subordinados a la técnica misma, como medios a utilizar para alcanzar el fin expreso. El propósito esencial de la educación es propiciar la actividad centrada en el niño, la que parte de la voluntad y de la inteligencia personal para desembocar en un enriquecimiento intelectual, moral y espiritual del sujeto. No debemos presionar sobre el alumno, sino estimularle para que a través de la praxis, se conforme en un ciudadano nuevo.
La metodología utilizada por Freire sigue la misma línea dialéctica: teoría y método. La metodología surge de la práctica social para volver, después de la reflexión, sobre la misma práctica y transformarla. De esta manera, la metodología está determinada por el contexto de lucha en que se ubica la práctica educativa: el marco de referencia está definido por lo histórico y no puede ser rígido ni universal, sino que tiene que ser construido por los hombres y las mujeres, en su calidad de sujetos cognoscentes, capaces de transformar su realidad. En la manera en que Freire concibe la metodología, queda expresada en principales variables que sirven de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de conocimiento; éstas son:
1. La capacidad creativa y transformadora del ser humano;
2. La capacidad de asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que ocupe en la estructura social;
3. La naturaleza social del acto de conocimiento y la dimensión histórica de éste.
Por ser una pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a la evolución dinámica a la reformulación. Si el ser humano es un ser inacabado, y este ser inacabado es el centro y motor de esta pedagogía, es obvio que el método tendrá que seguir su ritmo de dinamicidad y desarrollo como una constante reformulación. Según Freire (Blanco, 1992), la educación debe comenzar por superar la contradicción educador- educando. Debe basarse en una concepción abarcadora de los dos polos en una línea integradora, de manera que ambos se hagan a la vez educadores y educandos. Es imprescindible que el educador humanista tenga una profunda fe en el ser humano, en su poder creador y transformador de la realidad. El educador debe hacerse un compañero de los educandos, y más que eso, un igual a ellos en el sentido de que ambos son al final seres humanos.
LA PEDAGOGÍA ANTES DE FREIRE
La idea de que la educación debía ser transformada no es nueva, por ejemplo, el inglés John Locke (1632-1704) había publicado La educación de los niños en 1693, obra en la que se critica a la pedagogía libresca y se aconseja a los maestros utilizar métodos que pongan a los niños en contacto con la vida. Asimismo, Michel de Montaigne (1533-1592) publica su ensayo sobre la instrucción de los niños, donde impulsan una educación dulce, aislada, en contacto con la naturaleza y con gran atención al cuerpo. Por otro lado, Montaigne quiere enseñar a jugar y a vivir a los niños (Rocha, 2013).
Es Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) quien aporta una concepción de conjunto, una nueva visión del niño y de su educación, Giovanni Enrique Pestalozzi ( 1746-1827), su discípulo, suizo alemán nacido en Zúrich, es ya un precursor de los métodos nuevos; se trata de cómo llevar a la práctica, en la escuela, los principios teóricos. Se puede apreciar que ya existía una nueva manera de pensar la educación, donde lo teórico aprendido en el aula debía ponerse en práctica en situaciones reales. Pestalozzi corrige uno de los puntos capitales de Rousseau, al descubrir que la escuela es una verdadera sociedad en la que los niños aprenden, de la que hay que servirse para educar a los niños, negando así del individualismo rousseauniano. Friedrich Froebel (1782-1852), discípulo de Pestalozzi, pone en el centro la idea de actividad, en la importancia del juego, pues es su máximo teórico y su más ilustre realizador práctico. Pero todos ellos no dejan de ser precursores.
Para Jean Piaget, (Palacios: 1984) los nuevos métodos solo se han construido verdaderamente con la elaboración de una psicología sistemática de la infancia; la aparición de los métodos nuevos data de la aparición de esta última. La psicología genética moderna está inmersa prácticamente en la Escuela Nueva. Piaget lo sostuvo siempre en el origen de los nuevos métodos. Para pensadores como él, toda didáctica no es neutral, sino que está en correspondencia con una nueva manera de pensar la psicología del niño.
Si analizamos las aportaciones de cada uno de los educadores más representativos de esta propuesta educativa hicieron, nos damos cuenta inmediatamente que su fundamento es eminentemente psicológico. La mayoría de los hombres que transforman la educación no eran pedagogos, sino médicos y psicólogos los cuales llevaron al campo de la escuela los conocimientos que sobre el ser humano adquirían en sus respectivas disciplinas (Pérez: 2002). La Escuela Nueva solo instituyó que existían diferencias en cada etapa de la vida del niño, sino que las conoció de manera más objetiva; la escuela nueva representa todo un movimiento, a través de un desarrollo histórico en el que cada uno de los integrantes está sometido a cambio y evolución, esta educación se dirige a la conducta y a la vida total del educando, así como a todas sus manifestaciones orgánicas, psíquicas y espirituales poniendo énfasis todo a la vida física, activa y la originalidad de sus alumnos (Alcaraz, 2002). La función de la Escuela Nueva es establecer para el educando un mundo real a su medida y se familiarice con lo esencial de la vida, proporcionándole material para observar, tocar, jugar, y trabajar y evitar que se sienta desamparado o inútil.
Actualmente la Escuela Nueva integra de manera sistemática cuatro componentes con estrategias curriculares, comunitarias, de capacitación y seguimiento administrativo. Cada componente contempla estrategias y elementos sencillos y concretos que promueven un aprendizaje activo, participativo y cooperativo centrado en los estudiantes, un currículo relevante relacionado con la vida diaria del estudiante (Carr, 1998). El calendario y sistemas de evaluación y promoción deben ser flexibles, toma en cuenta la formación de valores y actitudes democráticas y de participación, donde la formación de los docentes corresponde ser más efectiva y práctica, como anteriormente lo hemos mencionado el rol del maestro debe ser el de un facilitador.
El objetivo de esta Escuela Nueva es que los alumnos desarrollen diferentes habilidades en las apliquen conocimientos en diferentes situaciones a las que están expuestos, y a enfrentarse a un mundo cada vez más complejo. Que como maestros le enseñamos a que aprendan por sí mismos. Podemos desarrollar su habilidad de pensamiento, logrando la expresión de manera individual, así podremos mejorar su autoestima al hacerlo participativo en clase. Así mismo, el alumno podrá desarrollar actitudes democráticas, de cooperación y solidaridad.
Conclusiones:
Con lo investigado y expuesto anteriormente sobre las aportaciones de Paulo Freire a la educación, y con los aportes de la Escuela Nueva, podemos mencionar que es importante que como sociedad sepamos el significado y métodos que lleva a cabo dicha escuela, al igual del concepto, las características y objetivos en generar que en la Escuela Nueva se manejan. El saber un poco sobre los precursores y desarrolladores de la Escuela Nueva, podemos analizar la forma en que ellos perciban la educación en ese momento y perspectiva que tenían acerca de cualquier método que implementaban para la mejorar la educación.
El pensamiento de Freire está enraizado sobre su concepción de hombre y de mujer entendiéndolo como un ser en el mundo y con el mundo. Lo propio del hombre, su posición fundamental, de un ser en situación; es decir, un ser engarzado en el espacio y en un tiempo que su conciencia intencionada capta y trasciende. El método de concientización de Freire busca rehacer críticamente el proceso dialéctico de la historización. No busca hacer que el hombre conozca su posibilidad de ser libre, sino que aprendan a hacer efectiva su libertad, y la ejerciten en bien de todos.
Pero el ser humano no sólo está en el mundo, sino que también están con el mundo. Estar con él, es estar abierto al mundo, captarlo y comprenderlo; es actuar de acuerdo con sus finalidades para transformarlo. El hombre y la mujer responden a los desafíos que el mundo les va presentando y con ello lo van cambiando, dotándolo de su propio espíritu. Las personas y el mundo están en constante interacción, no pueden ser entendidos fuera de esta relación, ya que el uno implica al otro. Como un ser inconcluso y consciente de su inconclusión, el hombre es un ser de búsqueda permanente. No podría existir el hombre sin la búsqueda, como tampoco existiría la búsqueda sin el hombre.
Es necesario comprender que la vida humana sólo tiene sentido en la comunión con los demás, ya que nuestra condición implica el intercambio significativo con otros parientes simbólicos que confirman nuestra condición. (Savater, 1997: 42) Que el pensamiento del educador sólo gana autenticidad en la autenticidad del pensar de los educandos, mediatizados ambos por la realidad y, por ende, en la intercomunicación. Se trata de pensar a un educador como un intelectual. (Giroux, 1997). Un intelectual comprometido consigo mismo y con los demás, un educador que conciba al ser humano como inacabado, en constante renovación.
El educador ya no es sólo aquel que educa, sino también aquel que es educado por el educando en el proceso de educación (Freire: 1998) a través del diálogo que se sostiene. Tanto el educador como el educando son a su vez educando y educador en un proceso dialéctico. Es así como ambos se transforman en sujetos centrales del proceso en un crecimiento mutuo; aquí la autoridad requiere estar al servicio, siendo con las libertades y en ningún caso contra ellas. Es fundamental, para realizar una educación como práctica de la libertad, negar la existencia del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo y, de la misma manera, negar la realidad del mundo separada de los seres humanos.
Claramente aparece lo inacabado del proceso de la educación como algo propio y único del ser humano que corresponde a su condición de ser histórico y de historicidad. Sólo si el educando puede tomar conciencia de su verdadera condición puede apropiarse de su realidad histórica y transformarla. Se trata de una búsqueda que va en la línea de "ser cada vez más", de humanizar al ser humano.
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