Mónica M. Boretto
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Cada medio es portador de una nueva civilización. Esta idea-fuerza, en ciernes en Condorcet y Lewis Mumford, fue desarrollada a partir del s.XX, en particular por los canadienses Harold Innis (1894-1952) y Marshall McLuhan (1911-1980). El primero intentó demostrar como la tecnología de la comunicación ha determinado las formas de poder y la dominación y el segundo, con el famoso aforismo “El medio es el mensaje”, sintetizó la primacía de la tecnología de la comunicación en la formación de las civilizaciones.
El concepto de bias of communication o “tendencias de la comunicación” permite distinguir los vectores de comunicación según estén vinculados al tiempo (time –binding) –tradición oral y el manuscrito- o al espacio (space-building) – la tradición mecanizada, representada por la imprenta y la comunicación electrónica.
Cada avance de las tecnologías de alta velocidad de expresión y transmisión ha destruido elementos de la comunidad humana. Las desigualdades en la velocidad de las comunicaciones conducen a los “monopolios de información”. Así, según Innis, el verdadero objetivo de la Primera Enmienda de la Constitución Americana ha sido el de garantizar la protección del “monopolio del conocimiento” ejercicio por la prensa. Y , al consagrar la libertad de prensa, expresa, la Constitución ha sacrificado el derecho del pueblo a hablar entre si y a informarse mutuamente. Lo ha sustituido por el derecho a ser informado por los otros, en concreto, por profesionales.