El archipiélago cubano constituyó un emplazamiento estratégico para la acción de piratas, corsarios y bucaneros durante los siglos XVI y XVII. Pero no solo es Cuba víctima del vandalismo de los foráneos que saqueaban las riquezas de esta joven posesión española, sino que también esta tierra dio sus propios victimarios. Diego Grillo se nombra el primero de los piratas nacidos en la isla y que fuera conocido en gran parte del mundo. Se cree que Diego Grillo nace en San Cristóbal de La Habana alrededor de 1556. La leyenda cuenta que es hijo de un cuarterón español y una hermosa negra esclava; que en su infancia estuvo al servicio del gobernador de Campeche. Los castigos físicos a que eran sometidos el y su madre, despiertan en él su ánimo rebelde que lo llevó a abandonar su villa natal a la temprana edad de trece años y convertirse en un cimarrón para luego encontrar abrigo, como grumete, en una cuadrilla de bucaneros españoles, que comerciaban por estas tierras lo que lo convierte en buen conocedor de las aguas y principales asentamientos humanos en el golfo de México y el Mar Caribe. Tras cuatro años surcando esos mares y ya posee notables habilidades marineras, es capturado cerca de la Isla de Pinos, por el muy temido pirata Francis Drake, luego convertido en mimado corsario al servicio del imperio inglés Pronto este experimentado lobo de mar descubre en el joven Diego Grillo el talento del pirata y opta por incorporarlo a su tripulación y posteriormente llevarlo con él a Inglaterra. Con solo 22 años Diego Grillo se convierte en el preferido de la corte quienes le honraban por la contribución a sus intereses. Tras un quinquenio en tierra inglesa, retorna a los predios caribeños como segundo al mando de Drake, y en poco tiempo asume el mando de la misión. A la muerte de su protector, vuelve al reino cargado de oro y fama. Luego de pasar una temporada distanciado de sus fechorías, reaparece en las Antillas sorpresivamente convertido en cómplice de “Pata de Palo”, temerario pirata cuyo verdadero nombre es Cornelio Jois. La última sus fechorías ocurre en 1619 y es la exitosa captura de un convoy de seis fragatas españolas, cargadas de tesoros, cuando abandonaban la bahía de Nuevitas, en la costa norte de Camagüey, en viaje de retorno a España. Después de algunos años en los que se creyó que había desaparecido para siempre, reaparece en Inglaterra, convertido en un rico comerciante. Se desconoce la fecha de su muerte.
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