Salvador Haro
Ilmo. Decano de la Facultad de Bellas Artes de Málaga (España)
Desde que el hombre hace arte se ha servido de todos los medios a su alcance para ampliar su gama de posibilidades plásticas. Las incorporaciones que el desarrollo tecnológico ha ido permitiendo han traído a menudo una consecuencia paralela a la ampliación de los recursos formales: nuevas maneras de pensar la obra de arte. Así, por ejemplo, el paulatino descubrimiento de nuevos colores supuso no sólo la incorporación de un nuevo cromatismo a la obra pictórica sino una nueva manera de concebirla, un fenómeno de singular dimensión a finales del siglo XIX cuando el desarrollo de la industria química arrojó una gran cantidad de colores sintéticos que en manos de los pintores se convirtieron en vehículo de un nuevo arte. Podemos buscar otros ejemplos en la aparición de la pintura al óleo, el uso de las virolas de metal en la fabricación de los pinceles (que permitió entre otras cosas fabricar pinceles planos), o la fabricación del papel y el desarrollo de los sistemas de impresión, etc.
El artista, por lo tanto, ha sido sensible a los avances tecnológicos. Es más, los artistas más despiertos de cada generación han sido capaces de vislumbrar las posibilidades que para la creación artística tenían los nuevos medios. Podemos imaginar, por ejemplo, a Nam June Paik en los años sesenta por las calles de Nueva York, con una de las primeras cámaras de video Portapak, sentando las bases de una nueva manera de hacer arte.
Los grandes avances que se han producido en los recientes decenios relativos a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han marcado, como no podía ser de otro modo, una nueva manera de hacer y concebir el arte. Tras los primeros trabajos de algunos pioneros, como las experiencias llevadas a cabo en los años setenta en el centro de cálculo de Madrid por algunos artistas, han sido ya muchos los artistas que se han adentrado en este nuevo territorio y hoy en día toda una nueva generación de jóvenes se hallan explorando el potencial artístico de estos nuevos medios que no dejan de proliferar y de ofrecer nuevas herramientas y recursos no sólo para la producción artística, sino también para su difusión y recepción.
Como ha ocurrido en otros momentos y/o en relación con otras disciplinas artísticas, resulta imprescindible contar con un corpus teórico y metodológico para la valoración y evaluación científica de estas contribuciones artísticas. Las diversas aportaciones incluidas en Estéticas del Media Art han de venir a contribuir a la construcción de este corpus y a un avance en el conocimiento de estas nuevas formas de hacer, concebir y entender el nuevo arte.