Quizá, la digitalización sensibiliza a los creadores, haciéndolos recapacitar sobre la forma en que tales medios tecnológicos se usan para servir como registros del pasado, y esa posibilidad les anime a realizar estas instalaciones performativas por encargo.
O tal vez, los museos hayan descubierto otra manera de integrar el arte en la sociedad colaborando con sus artífices en un intento por dar mayor visibilidad a la historia a través de imágenes impactantes, con poder para mostrarla como un fluir constante.
Lo cierto es que estas colaboraciones están ayudando a establecer un diálogo complejo entre obra-exposición-público, gracias al potencial de las nuevas tecnologías para recrear atmósferas, fomentar experiencias y facilitar la colaboración. Sin embargo, esa diversidad puede llevar a equívocos inquietantes porque no existe una forma objetiva de mirar. La mirada está mediatizada por las pantallas de esa heterotopía que es el museo. Podría ser que una imagen fragmentada y emancipada sugiriera al observador una idea diferente de la que quiso transmitir. Por ello Román Gubern sostiene que la novedad cultural de la imagen digital radica en que es una “tecnología de la producción”, donde el mismo objeto repetido puede generar fenómenos diferentes.
Existe el riesgo de que el material histórico sea estetizado acríticamente, convirtiéndose en otro fetiche de la industria cultural. Debido al atractivo retro-vanguardista de estas instalaciones, el turista puede revivir otros tiempos sin renunciar a las comodidades contemporáneas, sin plantearse preguntas incómodas.
Mediante una combinación virtuosa de técnica, ética, estética e historia se pretenden desarrollar una serie de experiencias basadas en la cultura material y monumental que no solo sean educativas, sino también memorables, singulares y capaces de provocar la reflexión. Porque el “arte digital no anula por completo el pasado, sino que lo recupera y recicla”.32
Después de todo, es posible que Herodoto haya sido liberado de la “radiante blancura de la eternidad” gracias al “vidrio multicolor” del arte 33.
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