La puntuación correcta de un texto es importante por dos motivos principales: por un lado, facilita la lectura a los receptores de ese texto; y, por otro, organiza el discurso evitando ambigüedades que pueden dar lugar a interpretaciones equívocas del mismo.
Merece nuestro interés la clasificación de los signos de puntuación realizada por M. ª José García Folgado en Los criterios de puntuación en las ortografías de la Academia Española (1741-1999). El nombre genérico de signo para referirse al conjunto de marcas que compone el sistema de puntuación aparece en la primera edición del Prontuario (1844), donde alterna con la denominación de notas, la única que aparece en las ediciones anteriores de la Ortografía. En el Diccionario (1726), reciben el nombre tradicional de señales; así como el de partículas. En la octava edición de la Ortografía, aparecen también como caracteres (1815, 92).
Casi desde el principio se establece una separación entre signos centrales o propios y signos periféricos; o por decirlo de otra manera: signos prototípicos y signos secundarios, aunque el criterio de delimitación de uno y otro grupo no es demasiado claro. A partir de esta edición del Prontuario erotemático (1870), se denomina a los primeros signos de puntuación y a los segundos como notas auxiliares, manteniéndose esta denominación hasta la última Ortografía, donde se pasa a denominar a los segundos con otros signos ortográficos.
Los primeros son el punto, la coma, el punto y coma, los dos puntos, la interrogación y la exclamación. Los segundos estarían integrados por el guión (corto, largo y doble), las comillas (españolas, inglesas o simples), los puntos suspensivos, la diéresis, el paréntesis (y el corchete), el asterisco, los calderones, el párrafo y el apóstrofo, además de las señales de llamada para las notas al pie o al margen. A estos se añade en la última edición de la Ortografía, la barra.
Sin embargo, hay signos como los puntos suspensivos, las comillas y los guiones que van variando de categoría. Además de la diéresis, que no parece tener un estatuto demasiado claro, ya que en algunas ediciones incluso se separa de ambos grupos formando uno propio; por ejemplo en la tercera edición de la Ortografía (1763), donde aparece bajo el epígrafe de varias notas para la pronunciación.
De todo lo anterior podemos deducir que ni la Academia a los largo de sus diversas Ortografía ha seguido un criterio claro a la hora de clasificar los signos de puntuación o incluso de denominarlos.
Siguiendo a Manuel Seco (1986) conviene distinguir entre signos ortográficos y signos de puntuación. Signos ortográficos son genéricamente todos los que, sin ser letras ni números, forman parte de los textos escritos para ayudar a su buena lectura y a su adecuada comprensión. Dentro de ellos, los de puntuación sirven para ayudar a la debida entonación de las frases y a la precisión de su sentido. Gracias a los signos de puntuación, por ejemplo, podemos distinguir el diferente sentido y la distinta entonación de dos o más frases constituidas por unas mismas palabras: Come, Andrés. / Come Andrés. / ¿Come Andrés? Los signos de puntuación son el punto, los dos puntos, el punto y coma, los puntos suspensivos, la coma, la interrogación, la exclamación, el paréntesis, los corchetes, la raya y las comillas.
Sin embargo, preferimos la clasificación expuesta por Martínez de Sousa (1995: 280-281) distinguiendo entre los signos de puntuación solamente el punto, la coma, el punto y coma, los dos puntos y los puntos suspensivos; los signos de exclamación e interrogación son signos de entonación, y los restantes (paréntesis, corchetes, comillas y raya) son signos auxiliares de la puntuación.1 Con buen criterio, Martínez de Sousa considera que la diéresis (¨), el guion (-) y el igual (=) no deben considerarse signos de puntuación, ya que estos sirven para indicar las pausas, y la función de la diéresis, el guion y el igual es otra bien distinta.
En su edición (1999: 82-87, La Real Academia) sigue estudiando, sin embargo, la diéresis y el guion en el capítulo correspondiente a la puntuación, si bien lo hace en el apartado titulado "Otros signos ortográficos" junto con la barra, el apóstrofo, el signo de párrafo, el asterisco y las llaves.
Manuel Peñalver Castillo (2002: 141-142) destaca la clasificación que proponen M. Alvar Ezquerra y Antonia M. Medina (1995: 191-225), la cual nos parece muy clara y acertada con la teoría y la práctica ortográficas del español actual. Así, estos estudiosos distinguen:
1 En la Ortografía de la RAE (1999) todos estos signos aparecen englobados bajo el epígrafe signos de puntuación.
2 Obviamos de nuestro estudio los siguientes signos, puesto que no aparecen recogidos en la edición de 1999 de la Ortografía de la RAE y son de escaso interés, dado su utilidad práctica, para el alumnado de Enseñanza Secundaria Obligatoria: flecha, antilambda, calderón y manecilla.
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