AGENDA PÚBLICA Y PARTICIPACIÓN SOCIOPOLÍTICA
Cruz García Lirios1
Bertha Leticia Rivera Varela
María de Lourdes Morales Flores
Dra. María de Vianey Buendía
RESUMEN
Agenda y participación son un binomio enlazado por la identidad sociopolítica que subyace luego de que la información es procesada por redes sociales y diseminada en opinión ciudadana e iniciativas políticas a través de los medios de comunicación. Precisamente, el objetivo del presente trabajo es proponer un modelo para el estudio de la participación sociopolítica en Internet. Para tal propósito se construyó una teoría y se contrastó con los estudios más recientes en torno a la temática. Posteriormente, se elaboró un modelo y se discutió sus alcances y límites en el marco de las Tecnologías de Información y Comunicación, la democratización del Estado y sus instituciones. El contraste de las ocho hipótesis incluidas en el modelo permitirá no sólo anticipar escenarios de conflicto entre gobernantes y gobernados ante la seguridad y sustentabilidad, sino además contribuirá con el esclarecimiento de la reproducción de temas establecidos en los medios de comunicación, las asimetrías entre ciudadanía y Estado, o bien, el papel de los medios de comunicación tradicionales como televisión, prensa y radio frente a la influencia de Internet en la evaluación de políticas públicas.
Palabras claves: medios de comunicación, agenda, modelo, participación, identidad
ABSTRACT
Agenda and participation are linked by a binomial underlying sociopolitical identity after the information is processed and disseminated by social networks in public opinion and policy initiatives through the media. Indeed, the objective of this paper is to propose a model for the study of socio-political participation on the Internet. For this purpose a theory was constructed and contrasted with the more recent studies on the subject. Subsequently, a model was developed and its scope and limitations are discussed in the context of Information and Communication Technologies, the democratization of the state and its institutions. The contrast of the eight scenarios included in the model will not only anticipate scenarios of conflict between rulers and ruled to safety and sustainability, but also contribute to the clarification of the reproduction of established themes in the media, the asymmetries between citizenship and State, or the role of traditional media such as television, radio and press against the influence of the Internet on public policy evaluation.
Keywords: media agenda model, participation, identity
INTRODUCCIÓN
La participación sociopolítica entendida como efecto de la privación social y causa de identidad, movilización, elección, opinión, sufragio, innovación y emprendimiento supone relaciones asimétricas entre gobernantes y gobernados.
Empero, la era digital asumida como el acceso a información diseminada en agendas públicas y temas de discusión parece reducir a su mínima expresión a la participación sociopolítica ya que ésta requiere de espacios públicos que las redes sociales minimizan a opiniones.
El binomio Internet y opinión es producto de la transformación del Estado en tanto que las políticas públicas, programas sociales o accionar gubernamental son evaluadas por internautas en función de tendencias diseminadas por los medios de comunicación.
Es así como la participación sociopolítica en la era digital no sólo remite al impacto de los medios en la construcción de una democracia participativa y deliberativa, sino además implica el establecimiento de una agenda a partir de los temas diseminados en televisión, radio o prensa.
La agenda ciudadana, resultado de la difusión de los medios, está implicada con la acción colectiva y la movilización ciudadana en tanto que ambas son producto de las creencias informativas que las audiencias procesan de dos modos; central o racional y periférico o emocional. En el primer caso, se asume que la ciudadanía en tanto audiencias tiene grados de necesidades de buscar información que se ajuste a sus razonamientos. En el segundo caso, las audiencias buscan información que se ajuste a sus emociones.
En la era digital de las Tecnologías de Información y Comunicación, Internet y redes sociodigitales, los razonamientos y emociones son sustituidos por percepciones de utilidad, facilidad, eficacia y control. Es decir, ayer la ciudadanía se hacinaba en las plazas públicas, hoy satura los servidores digitales o páginas electrónicas siguiendo dos lógicas: verosimilitud y verificabilidad.
La percepción de utilidad derivada de la lógica de verosimilitud, identifica información consistente con discursos mediáticos que atribuyen al Estado la pérdida de su rectoría y legitiman la privatización de los servicios públicos. Este es el caso de la televisión que supone su financiamiento a partir del nivel de expectación y la cotización subsecuente de anuncios. A medida que la inversión pública se reduce al patrocinio de contenidos educativos o culturales, la inversión en contenidos de entretenimiento aumenta siempre que los niveles de audiencia o expectación signifiquen el pago de espacios por parte de los anunciantes. Empero, la verosimilitud tiene un lado sociopolítico ya que son los medios de comunicación los que exhiben los desaciertos de la clase política y generan percepciones de inseguridad, incertidumbre, riesgo, miedo o indignación.
En contraste, la percepción de utilidad, derivada de la lógica de verificabilidad supone la producción de contenidos o diseminación de información hacia audiencias con altos niveles de instrucción habituados a contrastar los acontecimientos con reportajes, columnas, noticias, o entrevistas con expertos.
Ambas lógicas, verosimilitud y verificabilidad dan lugar a dos encuadres: sociopolítico y socioeconómico. En el primer caso, la lógica de verosimilitud propicia el encuadre sociopolítico al sistemáticamente evidenciar la corrupción, negligencia, opacidad, nepotismo o cooptación del Estado ante las problemáticas económicas, políticas o sociales. En el segundo caso, la lógica de verificabilidad genera encuadres socieconómcos en los que el contraste de la realidad con los hechos presentados en los medios incide en demandas de desregulación del Estado a fin de poder tener mayores opciones de elección.
Los dos encuadres, sociopolítico y socioeconómicos se intensifican a medida que la necesidad de información aumenta, pero una reducción en la expectación o audiencia, propicia emociones más que razonamientos. En virtud de que las emociones están relacionadas con decisiones imprevistas, la ciudadanía no desarrolla percepciones de utilidad, sino más bien de incertidumbre, inseguridad o riesgo. Sin embargo, las percepciones de utilidad no son exclusivas de razonamientos dado que por si solos éstos son insuficientes ante tecnologías o dispositivos electrónicos que se perciben como inaccesibles, dificultosas o complejas.
No obstante, en el presente escrito se expondrán los factores que facilitan la construcción de una identidad sociopolítica en las redes sociodigitales que eventualmente podrán avanzar hacia una movilización de internautas.
¿Cuáles son las dimensiones de la participación sociopolítica en Internet en el contexto de la transformación del Estado y la democratización de la burocracia?
La respuesta a esta cuestión deriva de la Teoría de la Participación Sociopolítica la cual advierte que la relación entre sociedad y Estado se disemina en todas las relaciones de poder entre instituciones y ciudadanos, funcionarios y usuarios, autoridades y civiles. En este sentido, Internet es un anexo de las relaciones asimétricas entre gobernantes y gobernados. Es en la red en donde las fuerzas de seguridad vigilan a internautas a fin de poder garantizar la seguridad digital, pública y nacional.
Del mismo modo que en los espacios públicos la policía se encarga del control de riesgos, la ciberpolicía en Internet tiene la función de procurar justicia y anticipar movilizaciones que afecten la estabilidad social y la paz pública.
Es por ello que la agenda cibernética, se construye con los mismos actores con los que se construye la agenda pública. Los medios de comunicación, en el caso de Internet las redes sociales, diseminan temas de discusión hasta llegar a acuerdos que en el caso de la red son condenas públicas.
Si la agenda pública forma opiniones ciudadanas, la agenda cibernética forma opiniones twiteras o faceboleras desde los que es posible inferir acciones o movilizaciones digitales.
Sin embargo, a diferencia de la agenda digital, la agenda pública es el resultado de la confrontación de ideas y el contraste de opiniones que en un sector académico sirven de contrapeso a las iniciativas políticas u opiniones civiles.
Es cierto que la ciencia y la tecnología tienen una mayor penetración en Internet con respecto a la televisión, radio o prensa, pero sus contenidos son inaccesibles a la ciudadanía y por ello ésta tiende a concentrarse en las redes de opinión, aunque sus impresiones puedan ser interpretadas desde un enfoque científico, la religión, el sentido común o las tradiciones culturales son repertorios con los que se interpretan los contenidos.
A partir de esta reflexión, las dimensiones sociopolíticas que se gestan en las redes sociales de Internet, es posible anticipar escenarios tales como; 1) el control de la cibered por parte del Estado bajo el argumento de la seguridad nacional y el combate al terrorismo cuyos efectos podrán ser observados en la reducción de suscriptores y usuarios de las redes sociales, así como la movilización para restaurar los derechos de información, privacidad y expresión, 2) la desregulación de Internet como resultado de los avances tecnológicos y el advenimiento de innovaciones que determinarán costos significativos a las instituciones más que ganancias o utilidades relativas al control.
TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIOPOLÍTICAS
La relevancia de las TIC’s e Internet estriba en el monto de inversión que los gobiernos han gestionado para evidenciar el grado de desarrollo nacional o regional (véanse gráficos 1 a 5).
En el caso de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el monto de inversión en infraestructura de telecomunicaciones ha aumentado en los últimos diez años (véase gráfico 1).
En virtud de que la inversión se ha intensificado, la suscripción a la banda ancha refleja el progreso tecnológico de Islandía y Corea del Sur así como la crisis de Grecia o República Eslovaquía (véase gráfico 2).
En este mismo sentido, la suscripción a la televisión de pago muestra el avance de Belgica o Suiza, pero también el retroceso de Turquía (véase gráfico 3).
Más significativo aún es el acceso a Internet por vía de la suscripción que en el caso de los Estados Unidos con respecto a Islandia refleja diferencias significativas entre el país con mayor número de suscriptores y el país con el menor número de solicitudes (véase gráfico 4). g
En síntesis, la agenda internauta y la ciber-participación están presentes tanto en aquellas economías desarrolladas como en países emergentes. Esto es así porque las TIC’s y los medios de comunicación están influyendo en la relación sociedad y Estado. A medida que se intensifica la regulación de Internet, inhibe las oportunidades y capacidades. En contraste, una reducción de la inversión y suscripción incentiva el emprendimiento y la innovación, pero el aumento de éstos rubros disemina temas que configuran una agenda pública y con ello subyace la participación sociopolítica de internautas.
TEORÍA DE LA PARTICIPACIÓN SOCIOPOLÍTICA
La Teoría de la Participación Sociopolítica explica diez procesos de construcción de una agenda pública, emprendimiento social e innovaciones ciudadanas (véanse figuras 1 a 12). En este sentido, la teoría plantea que son cuatro los fundamentos de las políticas públicas que brindan los lineamientos a la participación ciudadana (véase gráfico 1).
En virtud de que la dimensión sociopolítica ha sido planteada como un equilibrio entre seguridad, identidad, equidad y justicia, devela relaciones asimétricas entre gobernantes y gobernados desde los que el poder es un patrimonio de quienes dialogan, debaten y acuerdan establecer como temas centrales de debate a la regulación o desregulación de los medios de comunicación y el uso de TICs. De este modo, la construcción de una agenda supone el análisis de la participación que en el caso de las redes sociales de Internet conllevan una identidad opuesta a la que se gesta en los espacios públicos dado que la ciudadanía adopta diferentes estilos de participación según el escenario, contexto y situación en el que se le ubique (Buelvas, y Amaris, 2010).
Es así como la seguridad pública supuso la emergencia de una identidad fortalecida por el Estado en referencia a invasores, o bien, la libertad de elección permitió el desarrollo de capacidades una vez que el Estado brindara las oportunidades de desarrollo (Viera, 2013).
Es por ello que libertad, seguridad y justicia suponen oportunidades y capacidades desde el Estado hacia la ciudadanía, pero el resultado de la interrelación entre estos factores supuso cuando menos tres identidades; apolítica, subpolítica y política (véase figura 2).
La identidad apolítica es producto de la pérdida de rectoría del Estado y por consiguiente la ausencia de garantías de seguridad pública que culminarán con percepciones de injusticia, incertidumbre, riesgo o inseguridad (García, 2011).
Respecto a la identidad subpolítica, la emergencia de grupos disidentes explica no sólo la ingobernabilidad, sino el advenimiento de conflictos entre gobernantes y gobernados ante el autoritarismo del Estado (Carreón, 2013).
Por último, la identidad sociopolítica explica la convergencia de acuerdos y responsabilidades entre gobernantes y gobernados.
Sin embargo, en cada uno de estos tres escenarios la identidad se diversificó en formas de Estado y regímenes de gobierno que van de sistemas totalitarios hasta sistemas democráticos en los que los medios de comunicación serán determinantes de su estabilidad con respecto a la ciudadanía (véase figura 3).
A diferencia de los sistemas totalitarios en los que los regímenes contaban con fuerzas coercitivas, las democracias cuentan con fuerzas persuasivas tales como medios de comunicación (García 2013).
A medida que los temas se establecían desde el Estado para el control de la ciudadanía, ésta último desarrolló redes de participación, pero la falta de una agenda pública exacerbó los autoritarismos y totalitarismos (véase figura 4).
Los seis indicadores de autoritarismos suponen no sólo la intensificación de la seguridad territorial, sino la exacerbación del poder del régimen ante las demandas de libertad, oportunidad y justicia (García, 2014).
Los regímenes autoritarios son producto de la restricción de libertades, pero no necesariamente se manifiestan en la coerción de la disidencia, ya que el uso de propaganda nacionalista supone la unión de identidades ante una amenaza común, pero en su mayoría la junta militar o el gobierno civil auto-impuesto inhiben el debate y la contienda política que restaure o cuando menos oriente la elección de un nuevo sistema político (Carreón, 2014).
La elección a partir del contraste de ideas se gesta en los medios de comunicación una vez que los temas de discusión sobrepasaron a los grupos debatientes y se expanden a los sectores marginados, pero la propaganda difundida en la prensa por parte de los regímenes autoritarios resultó ser un ensayo preliminar con respecto al impacto de la televisión o Internet en la opinión ciudadana (García, 2013).
En contraste, la estructura de las democracias, parlamentarias, semi-presidenciales y presidenciales supone el debate y contienda necesarios para la elección de un ministro, presidente o grupo que a partir de estrategias persuasivas incidirá en simpatizantes adherentes o incuso disidentes una vez que el anterior gobierno ha sido desvinculado de la identidad que los electores quieren asumir (véase figura 5).
Empero, la censura en el sistema parlamentario y el veto en el presidencialista son instrumentos de gestión del voto que no sólo garantizan el equilibrio de poderes por contrapesos, sino además abren la agenda a temas provenientes de la ciudadanía misma que a su vez es influenciada por los medios de comunicación (García, 2011).
De este modo, la identidad apolítica, subpolítica y sociopolítica se construye ante los regímenes autoritarios y con los regímenes democráticos. La diferencia es sustancial porque son los medios coercitivos y persuasivos los que incentivan estas tres identidades. En este sentido, el Estado transita de una forma territorial hasta u forma contemporánea pasando por sus formas absolutista y moderna (véase figura 6).
La agenda territorial, a diferencia de la contemporánea, es determinada por invasiones y la consiguiente defensa del territorio, pero con la llegada del absolutismo, la identidad sociopolítica es transformada en subpolítica una vez que la disidencia emergió como respuesta a los regímenes despóticos (Carreón, 2014).
La transformación del Estado ciudad al Estado absolutista significó una nueva identidad y agenda que se orientó al intercambio comercial y generó otra forma de Estado vinculada con las democracias. Es posible reconocer una incipiente participación ciudadana que incidió en la agenda comercial y política, aunque la tecnología en ciernes avizoraba el posicionamiento del Estado contemporáneo (véase figura 7).
La transformación del Estado en sus formas políticas y económicas no sólo desvinculó a la ciudadanía con las instituciones, además propiciaron una identidad autogestora y con ello su diversificación en otros actores económicos, políticos, sociales o culturales (véase figura 8).
El esquema de relaciones entre sociedad y Estado se fragmentó en función de la transformación de las formas y regímenes de gobierno, pero sus instrumentos coercitivos dieron paso a instrumentos persuasivos desde los que se gestan creencias, valores y normas desvinculadas de la agenda política, aunque son los medios de comunicación quienes se encargarán de difundir los temas que la opinión ciudadana transformará en evaluaciones y demandas para que la clase política proponga iniciativas, políticas públicas y programas sociales (véase figura 9).
Es el caso de las problemáticas ambientales y el Desarrollo Sustentable como ejes de discusión en la agenda global (Leff, 2010; 2011). Los medios de comunicación, difunden información relativa a la responsabilidad del Estado frente al calentamiento global, el efecto invernadero, los desastres naturales o las catástrofes ambientales sea por corrupción u opacidad (Markowitz, 2012).
Es por ello que la ciudadanía no ubica en sus estilos de vida el problema del cambio climático, sino en las empresas o instituciones encargadas de regular las emisiones de carbono. En consecuencia, la identidad que se desarrolla es de aversión al presente o de propensión al futuro (véase figura 10).
El nivel de Ecocentrismo o antropocentrismo indican la transformación y democratización del Estado frente a las problemáticas ambientales. Se trata de dos identidades sociopolíticas que se difunden en los medios de comunicación y que la ciudadanía poco a poco adopta como instrumentos de debate, consenso, responsabilidad, emprendimiento o innovación (véase gráfico 11).
La participación ciudadana, en materia de conservación de los recursos naturales, vigilancia de las instituciones o demandas de servicios públicos devela la acción gubernamental y su grado de democratización (véase figura 12).
En síntesis, la Teoría de la Participación Sociopolítica explica el contexto en el que la ciudadanía adopta diversas identidades en función de los regímenes de Estado y las formas de gobierno, aunque son los contextos económicos y ambientales los que han determinado la construcción de la identidad sociopolítica (García, 2014).
Sin embargo, los medios de comunicación en tanto mediadores de los fenómenos económicos y ambientales, establecen temas de discusión ciudadana que se transformarán en evaluaciones, iniciativas y leyes relativas al abatimiento del cambio climático, la prevención de desastres naturales, la promoción de la salud y la participación ciudadana (McCright, 2010).
Precisamente, las audiencias de la televisión, radio, prensa y cine al orientarse a las redes sociales como Facebook o Twitter abren la discusión en torno al establecimiento de temas a partir de la información disponible en estas tecnologías. Incluso, son los medios de comunicación tradicionales quienes retoman las opiniones de los usuarios de redes sociales para establecer los temas en la agenda ciudadana y la agenda política.
ESTADO DEL CONOCIMIENTO
Los estudios relativos a la participación sociopolítica, en contraste con la Teoría de la Participación Sociopolítica, advierten que las problemáticas económicas y ambientales son sólo parte de un menú que está presente en la opinión pública y las iniciativas políticas (véase figura 13).
Por consiguiente, los estudios relativos a la participación sociopolítica se han centrado en la explicación de emociones ciudadanas hacia sus gobernantes (Carreón, 2013), la complejidad de las instituciones políticas y civiles (Carreón, 2014), el sistema político coercitivo y persuasivo (García, 2011), la violencia sociopolítica (García, 2013), la propaganda sociopolítica (García, 2014), la hegemonía de los medios de comunicación sobre la opinión ciudadana (Quiroga, 2013), la liberación informativa (Viera, 2013) y la ciudadanización de comunidades migrantes (Pac y Migijón, 2011).
Es así como la relación entre sociedad y Estado se ha diversificado e intensificado, aunque delimitado a las relaciones asimétricas de poder. En este mismo sentido, los estudios relativos a la participación sociopolítica han identificado ocho dimensiones en los que la identidad se construye en función de las diferencias entre gobernantes y gobernados.
La ausencia de los medios de comunicación, las TIC’s e Internet en la explicación de las relaciones asimétricas entre autoridades y ciudadanos parece evidenciar la emergencia interdisciplinar que supone el estudio de las redes sociales y las formas de participación de internautas.
ESPECIFICACIÓN DE RELACIONES
La propuesta de un modelo para el estudio de la participación sociopolítica en las redes sociales de Internet plantea ocho dimensiones relativas al acceso, selección, compatibilidad, acumulación, consenso, responsabilidad, emprendimiento e innovación de información (véase figura 14).
En el marco de la democratización del Estado y la rendición de cuentas el acceso a la información es fundamental para esclarecer la transparencia en la toma de decisiones. Un aumento en la disponibilidad informativa supone la intensificación de la identidad sociopolítica más que la supolítica o apolítica por un efecto de doble flujo en el que las redes influyen en los usuarios de Facebook o Twitter, pero éstos mismos diseminan la información mediante sus opiniones en otros grupos (hipótesis 1).
No obstante, la información no es del todo procesada y por ello la selección de contenidos, imágenes y frases es menester ante la inconmensurabilidad de símbolos y significados que se difunden en Internet. Por ello, el establecimiento de temas supone una refinación de mensajes, aunque su impacto en la identidad sociopolítica implica su transformación en subpolítica o apolítica debido a que subyace una lógica de verosimilitud que se contrasta con las opiniones disponibles (hipótesis 2).
En una dimensión psicológica, la compatibilidad entre la información accesible y seleccionada, explica el seguimiento de nodos informativos en la red y el establecimiento de agendas en las redes sociales. La compatibilidad es producto de la influencia que ejercen los usuarios en sus contactos (hipótesis 3).
Resultado del procesamiento de información, la necesidad de obtener más detalles genera razonamientos a partir de discursos, o bien, en el caso de las imágenes propicia más afectos vinculados con los contactos (hipótesis 4).
Si la información genera razonamientos que por su grado de procesamiento suponen una persuasión más prolongada que las imágenes y afectos correspondientes, entonces los acuerdos serán resultado del debate informativo más que de la reproducción de información generada en las redes sociales (hipótesis 5).
Una vez que la información es procesada en razonamientos y utilizada para su contraste, el consenso antecede a la responsabilidad que implica no sólo la observación y seguimiento ciudadano de iniciativas, sino la gestión del conocimiento que garantice el emprendimiento y la innovación de temas para su inserción en la agenda pública (hipótesis 6).
El emprendimiento supone la búsqueda, selección, asimilación, discusión, consenso y difusión de información a fin de poder establecer temas en la agenda de las redes sociales, aunque las imágenes que generan afectos pueden derivar en el emprendimiento de creaciones y la expresividad de emociones (hipótesis 7).
En virtud de que una innovación es producto de información arraigada en forma de creencias y percepciones de utilidad, una fase posterior al emprendimiento informativo es la producción de información que se distingue de la reproducción al momento de establecer los temas emitidos por una red en la agenda pública, las iniciativas políticas y la opinión ciudadana (hipótesis 8).
En síntesis, el modelo propuesto advierte dos procesos en la construcción de una agenda pública y la identidad sociopolítica a partir de la participación en redes sociales de Internet. Se trata de la reproducción de información que se explica en el nivel de acceso, selección, compatibilidad, acumulación, consenso, responsabilidad y emprendimiento. Es decir, la propaganda del Estado se disemina en los medios de comunicación y dispositivos tecnológicos mediante razonamientos o afectos que permiten la discusión de temas incuestionables por ser considerados como imprescindibles para la paz pública, el Desarrollo Sustentable, la seguridad pública o la conservación de los recursos naturales y la inclusión de grupos vulnerables, marginados o excluidos que permitan el crecimiento económico o el bienestar social.
En contraste, la producción de conocimiento, resultado de la reproducción de información concerniente a temas de la agenda pública establecida, evidencia la emisión de temas que parten de la ciudadanía, se infiltran en los medio y orientan las políticas públicas en función de su grado de innovación.
DISCUSIÓN
El presente trabajo ha expuesto los factores reflejantes de una participación ciudadana para mostrar su importancia en la construcción de una agenda o identidad sociopolítica que permita discutir los temas críticos de la economía, medio ambiente o seguridad. En referencia a las revisiones y propuestas de Carreón (2014) y García (2014) en los que la seguridad pública y el Desarrollo Sustentable son temas centrales en el establecimiento de una agenda pública, el presente escrito propone que estos temas son transformados por los medios de comunicación en discursos e imágenes que generan razonamientos y afectos a partir de los cuales la información concerniente es procesada de un modo tal que reproduce la agenda establecida por los medios, aunque ello implique conformidad también genera innovación. Esto es así porque las redes sociales están generando temas que los mismos medios retoman para construir su agenda y diseminarla en la opinión ciudadana, la evaluación de políticas y la generación de iniciativas de ley.
Es por ello que resulta fundamental el contraste de las ocho hipótesis planteadas a fin de poder explicar el establecimiento de temas desde las redes sociales.
Sin embargo, es posible advertir que el establecimiento de una agenda no significa la discusión de los temas difundidos, sino más bien la reproducción de creencias, actitudes, percepciones, decisiones y acciones en Internet de la misma forma que en otros espacios públicos o privados (Sharples, 2010).
Sólo en el caso de la producción de conocimiento será posible observar la construcción de una agenda desde una identidad sociopolítica crítica de temas relativos a la seguridad o sustentabilidad, así como las asimetrías entre gobernantes y gobernados.
El estudio de este proceso de producción de conocimiento anticipará escenarios de conflictos entre autoridades y ciudadanos respecto a la disponibilidad de los recursos naturales o los servicios públicos.
CONCLUSIÓN
El aporte del presente trabajo al estudio de la agenda y participación ciudadana en redes sociales de Internet estriba en la especificación de relaciones de un modelo. Los ocho supuestos esgrimidos no sólo explican la construcción de una identidad sociopolítica y su agenda pública, sino además plantean el contraste de las relaciones como evidencia de emergencia de una identidad innovadora frente a una identidad conformista y dependiente del Estado.
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