La religión de los teenek antiguos fue el centro de sus creencias; el mundo sobrenatural sirvió de respuesta a las principales preguntas, razón por la que encontramos dioses relacionados con las enfermedades, la muerte, la vida, la danza, la música, el viento, la tierra, la agricultura, el nacimiento, el sol y la luna. Entre los dioses principales se encontraban Quetzalcóatl y Tlazoltéotl; también se rendía culto al sol, a Xipetotec, Tláloc y Xólotl (Gallardo, 2004:9).
A la llegada de los españoles estos ritos religiosos y culto a las deidades fueron transgredidos, teniendo que reinterpretar la religión impuesta a la suya. El primer acercamiento a la nueva religión fue por parte del fraile Bartolomé de Olmedo, quien acompañó a Hernán Cortés en su expedición a Pánuco en 1522. Pero correspondió a fray Andrés de Olmos la evangelización en la Huasteca, estableciendo en Tampico la primera iglesia de la orden de San Francisco en 1532.
En la actualidad gran parte de las deidades teenek han sido sustituidas por los santos del catolicismo. “La religión de los teenek actuales tiene gran número de sincretismos con el catolicismo; muchos de los antiguos dioses fueron sustituidos por santos, por Jesucristo y la Virgen María; esta última y la deidad de la tierra es quizás el ejemplo más conocido. Se cree que todo lo que está sobre la tierra tiene un espíritu y que la tierra es un organismo vivo que respira y tiene capacidad de sentir, la tierra es valorizada en primer lugar porque posee una capacidad infinita de dar fruto; por eso, con ayuda del tiempo, la Madre Tierra se transforma en dueña del lugar; fuente de todas las formas vivas y protectora de los niños, es el lugar donde se sepultan a los muertos con el fin de que allí reposen, se regeneren y regresen finalmente a la vida.
En varias partes de la Huasteca se celebra el Xantolo1 el cual “se trata de un rito colectivo que consiste en una misa, y también hay intercambio de comida, danzas y música. Se prenden velas y se sahúman con copal las tumbas y los alimentos: tamales, adobos, tortillas, chocolate, café, aguardiente y refrescos. La fiesta termina en los cementerios; una vez limpias, sobre las tumbas se colocan arcos floridos, después de lo cual se les ofrecen a los fallecidos los delicioso platillos, las danzas y la música huasteca (Gallardo, 2004: 13).
Muchos autores describen las deidades en las que aún creen los teenek, como los son: “Dhipak, el muchacho divino y alma del maíz, que nunca deja de proveerlos de alimento. Dhipak, ser polivalente, indispensable para la mantención humana, es la deidad del principal alimento de los teenek; existen numerosas leyendas alrededor de esta divinidad que narran el nacimiento del hombre y del universo. Otras deidades muy respetadas y veneradas son Maamlaab, o Gran Dueño de la Lluvia y de la Música; Kiichoa, considerado el Gran Señor del Sol; Muxi, Señor del Mar; Miim Tsabaal, Madre Tierra, y Ehécatl, dios del Viento, cuya naturaleza húmeda o seca es benéfica o maléfica para las cosechas” (Gallardo, 2004:13). Aunque aún se describan estas deidades como parte de la cosmovisión teenek de San Luis Potosí, la interpretación que se han recogido de la convivencia con varios individuos teenek indican que estas deidades se han perdido casi por completo de la vida teenek, y que han sido sustituidas casi totalmente por el catolicismo. Uno de los lugares que aún tienen más arraigado el conocimiento de estas deidades es la comunidad de Tamaletón, en el municipio de Tancanhuitz, lugar en el que aún se tiene un estrecho lazo con Dhipak.