De conformidad con mi investigación bibliográfica, el académico Serrano et al ( 1997: 1) introdujo el concepto de “atractividad” en México con el fin de complementar las referencias teóricas que necesitan los inversionistas para la toma de decisiones sobre el espacio geográfico en que deben de invertir productiva y rentablemente, es decir, en determinadas actividades económicas que además de producir un beneficio social les proporcionen una utilidad para mejorar su capitalización y por el riesgo que toman al canalizar sus recursos hacia la fabricación de sus productos en ciertos espacios geográficos del país.
Su referencia básica fue el concepto de atractividad cuya definición ellos tomaron del World Economic Forum (1996) que la expresa como “ la capacidad para crear un ambiente doméstico propicio para traer la inversión directa productiva a una región”. Al respecto, como puede observarse esta definición es muy parecida a la que han adoptado las instituciones señaladas en párrafos anteriores sobre competitividad y que me han servido para ir decantando la idea de la competitividad macro económica.
Esta similitud atrajo la atención de otros especialistas dentro de los que podemos mencionar a Furió ( 2003) de la Université Jean Moulin-Lyon quien escribió el artículo “ La atractividad económica de los territorios”, mismo que intuyo fue traducido al español por el Departament d´Economía Aplicada de la Universitat de Valencia, España. (http:/www.uv.es/ecoapli).
En este contexto, comenta Furió que para muchos investigadores ambos conceptos están vinculados muy estrechamente, dado que la competitividad se visualiza como la capacidad ya sea de una empresa o de una región, inclusive de un país “ para conservar o mejorar su posición frente a la competencia de otras unidades económicas comparables” (ídem: 4). Visto así el concepto de atractividad geográfica está relacionado con la economía, ya que son las actividades de ésta última las que coadyuvan con otros factores a hacer atractivo un territorio determinado. Lo anterior indica que no basta con disponer de vastos recursos naturales para inducir la inversión en él. Agrega señalando que la apertura a la inversión de las economías de Europa oriental, ha incrementado la competencia regional por atraer los recursos necesarios para los nuevos mercados y negocios en esos y en otros países.
Así, también considera que la globalización y el auge producido por el comercio exterior han propiciado la movilidad de factores de la producción como el capital y el trabajo ( en particular el altamente calificado) y ello induce a pensar como experto en planeación sobre cuáles deben ser “las variables que influyen en la recepción de un territorio de los factores productivos” (ídem,3). En otras palabras su interés se centra en la identificación de las variables que hacen “atractivo” un espacio y su economía para atraerlos, es decir, en determinar su capacidad para seducir el asentamiento del capital, el trabajo y las innovaciones tecnológicas en ellos.
Luego para determinar la atractividad territorial o las variables que atraigan a los hombres de negocios, destaca como uno de los factores llamativos la existencia de los procesos de aglomeración tanto industriales como comerciales y de servicios ya que “la aglomeración geográfica resulta de la mayor importancia relativa de las fuerzas de atracción sobre aquellas de repulsión”.
De lo anterior se infiere la gran importancia que tiene la geografía como sustento de la aglomeración económica así descrita. Ello sugiere que debe enfatizarse en la enseñanza de la materia de geografía económica en las escuelas de economía, finanzas y negocios, ya que ella proporciona elementos importantes para identificar y cuantificar las variables y los factores necesarios para constituir la atractividad dentro de la ciencia económica espacial.
I.5.1.- Competitividad y atractividad
Además de las referencias antes descritas sobre el concepto de competitividad, mismas que nos ayudarán a compararla con pertinencia con el concepto de atractividad, es interesante mencionar agregar algunas ideas que apoyan el concepto antes descrito de competitividad en el ámbito espacial como son las de autores como Krugman) quien ha señalado por una parte, que la competitividad es la forma elegante de así llamarle a la productividad ( Porter, 1997), es decir, que ésta última es la clave para que efectivamente se alcancen los beneficios socio-económicos: el incremento que se tienen en el ingreso y en el empleo a consecuencia del uso eficiente de los factores de la producción en los procesos de fabricación adecuados que utiliza en forma óptima la capacidad de la planta productiva de las empresas mexicanas. Además, su interesante visión emanada de su estudio del comercio exterior, de que en la actualidad dicha competitividad (productividad) se alcanza más que del análisis de los precios y de evolución de las cuotas de mercado, sino del efecto que tiene “la calidad de los productos y la innovación” ( Furió, 2003: 4), en particular, los nuevos productos, enfoque que puso en entredicho la opinión que se tenía de que era suficiente la especialización de los países para que sus economía tuvieran éxito resolviendo los problemas de demanda de sus sociedades, es decir, ahora es conveniente especializarse en la fabricación de nuevos productos y de su calidad, o como señala Bensidoun et al ( en Furió, 2003:4): 2 en los segmentos de demanda fuerte y dinámica”, situación que de manera implícita da a entender que lo importante es la constante innovación tecnológica como la fuente permanente de la competitividad espacial y sectorial de un país.
La conectividad, parangón y similitud del concepto de competitividad con el de atractividad se aprecia más de manera acentuada, es decir, de que se está hablando de lo mismo dada la realidad económica y espacial que es necesario crear o establecer para incentivar el arribo de la inversión, se ilustra cuando se reitera el hecho de que la globalización incrementó la movilidad de los factores productivos, la intensificación de la división vertical del trabajo en las cadenas del valor agregado y la “producción flexible o segmentada en diversos lugares” ( Sánchez , 2007), dado que ponen de manifiesto que la segmentación se generalizó hacia otro tipo de actividades diferentes a las meramente productivas como son la visualización de nuevos productos, la organización y administración para el estudio de su factibilidad, localización de su planta, su fabricación, comercialización y servicios logísticos para el desplazamiento de los productos en los mercados meta, etc. En otros términos, ello indica que gracias a la innovación tecnológica ahora es posible fraccionar y realizar en diversos lugares muchas de las tareas o acciones que antaño no era factible hacerlo, tal que cuando se selecciona un espacio determinado ello se debe a que se determinó que era el mejor entre otros muchos para ciertas acciones de las antes descritas, esto es, que se usaron métodos e indicadores para identificarlos y seleccionarlos. Esta situación pone de relieve que al ser prácticamente los mismos los objetivos territoriales: dotarlos de competitividad para atraer las inversiones, su metodología es la misma y puesto que que sus resultados son diferentes, ello evidencia que son diferentes las regiones, es decir, que es diferente su atractividad; en otras palabras, su competitividad. Lo anterior no sorprende porque su extensión territorial es diferente, su dotación de recursos naturales, humanos y materiales no es la misma, su infraestructura física, social y productiva sin duda son diferentes, etc.
Derivado de lo anterior es que podemos decir que de acuerdo con los objetivos económicos que se tengan en mente, de la concepción y de la metodología que se aplique para hacer competitiva o atractiva a una región, estas diferencias son útiles porque ayudan a seleccionar el territorio apropiado para hacer más productiva y rentable a la inversión. Por ejemplo, si se desea mucha mano de obra calificada, es incuestionable que no se seleccionará una entidad federativa en que sea alto el analfabetismo o bajo el nivel educativo de sus habitantes.
Así, parafraseando a Krugman podemos decir que competitividad y atractividad son sinónimos de productividad cuando se trata de atraer inversiones a una región determinada.
I.5.2.- Ejemplos desglosados de dicha similitud conceptual con variables que conforman la atractividad territorial.
Furió (ídem:6) comenta que en opinión de Charzat (2001) los factores que determinan significativamente la atractividad son: 1.- la región, la calificación de los recursos humanos y la calidad de vida; 2.- la investigación y el desarrollo así como la formación de profesionistas y, 3.- la política fiscal y el marco jurídico y social de la región.
A continuación expone el sentido de estos factores. Así, cuando habla de la región, se refiere a la localización geográfica estratégica en lo que atañe a su conectividad con los mercados y la disponibilidad de materias primas e insumos. En este sentido la población y el tamaño del mercado es otro factor a considerar para seleccionar una región porque ayuda a dimensionar la demanda que tendrán los productos que fabriquen los inversionistas.
De igual manera cuando habla de investigación y desarrollo se refiere a la existencia de grupos de investigadores que constantemente están generando innovaciones tecnológicas de punta y limpias para consolidar o mejorar la atractividad, competitividad, de las empresas en que se invierte en ciertas regiones.
La calidad de vida la interpreta como la existencia de condiciones económicas, sanitarias, educativas, culturales, sociales, de servicios públicos y ecológicas a las que acceden en condiciones de igualdad todos los ciudadanos, i.e., la ataractividad de un territorio en parte se refiere a su capacidad para atender las demandas ciudadanas en materia de servicios públicos y sociales.
De igual manera, la oferta suficiente de profesionistas aparte de estimular la investigación y el desarrollo, por sus ingresos superiores constituyen nichos de mercados para productos y servicios altamente diferenciados que por lo general sólo pueden satisfacer empresas caracterizadas por su especializadas y por la participación en su capital social de inversión extranjera directa,IED.
También, toman muy en cuenta la política fiscal aplicada en determinado espacio geográfico en materia de subsidios para establecerse como de estímulos para el desarrollo de nuevas tecnologías, para la protección del medio ambiente y para el envío de sus ganancias anualmente a sus “Headquarters” en el exterior, entre otros considerandos.
En general la atractividad para atraer inversiones de un espacio geográfico se incrementa cuando se identifica la existencia suficiente de infraestructura física, social y productiva, misma que en la actualidad incluye los rubros de seguridad y protección del medio ambiente en que operan las empresas con IED.
Esta nueva fuente de la atractividad o competitividad regional con una sólida cimiente derivada del estudio del efecto del comercio internacional visualizada por Krugman, en parte tiene como referencias sus obras de 1979, 1988 y 2001, al igual que los estudios de autores como Johanson & Vahnle (1977), Markusen ( 1995)), Arthur (1988 y 1990), Houdayer & Fontaine ( 2002), Agravel & Cockburn(2002), Bromstrom & Kokko (2003), entre otros, cuyas obras se describen en el aanexo bibliográfico.