Al igual que “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, en que la historia del el pueblo abandonado es contada por los muertes, así también la Economía del marginalismo hace que el modelo de Competencia Perfecta, cuya existencia es sólo virtual, hable por los vivos de todos los meridianos y paralelos del planeta. Tendría los siguientes rasgos distintivos:
Primero, el bien sería homogéneo.
Segundo, existiría un precio único para ese bien, el que estaría dado por el mercado; los oferentes y demandantes serán precio-aceptantes.
Tercero, habría tantos compradores y tantos ven-dedores que ninguno de ellos, por sí solo, tendría la capacidad de modificar los precios.
Cuarto, libre ingreso y salida de empresas
Quinto, se supone que hay información perfecta.
Sexto, se supone la movilidad perfecta de factores de producción
Eso significa que si en EEUU hace falta mano de obra, los mexicanos podrán llenar los cupos; por otra parte, si en Angola hace falta capital, se supone que los capitalistas alemanes llevarán sus inversiones a ese país. Esto es ridículo.
La insistencia en usar como escenario de análisis el mercado de competencia perfecta, insignificante al momento, sólo puede ser entendido en el marco del afán que se tiene de ocultar la expoliación de las corporaciones empresariales sobre los recursos humanos y naturales del planeta. No otra es la intención de pretender igualar al ama de casa, y al heladero de la esquina con la Exxon, por ejemplo.