Tal como podemos apreciar, con el objeto de estimar la productividad de cada trabajador, la empresa utilizaría el método de la “fila india”, esto es, se supone que contrata un trabajador por vez (no importa que la maquinaria exija 500 trabajadores al mismo tiempo) para determinar su productividad. Aquí se nota una nueva faceta del método axiomático usado por los neoclásicos. El método, al que denomino “Fila India”, asume que cada trabajador en la fábrica es un ente aislado de los demás y que logra su “Producto Marginal” encerrado en un cubículo, completamente solo. El modelo que los sustenta no toma en cuenta la interacción que se establece entre todos ellos, lo que permite lograr el bien que debe lanzarse al mercado La contratación de trabajadores, por medio del método de la “Fila India” es una de las expresiones más acabadas de la fantasmagoría del modelo marginalista. Cada trabajador, supuestamente contratado uno por uno, es un espectro que se mueve en su cubículo aislado sin tomar contacto con los otros espectros y segrega, al igual que los espiritistas que lo han creado, las cantidades de bienes que determinan “su productividad” espectral. No hay interacción; los fantasmas no se tocan.
En la gráfica 3.5 se hace explícita el método de la Fila India y la idea de que empresario empleará más y más mano de obra a medida que el Ingreso de la Productividad Marginal del Trabajo disminuya, es decir, a medida que el trabajo se vuelva menos productivo, lo que contradice no sólo la realidad y la forma de actuar del Empresario Razonable, sino la teoría misma del modelo neoclásico. En efecto; recordemos que el Ingreso del Producto Marginal del trabajador (IPMa) resulta de la Productividad Marginal (PMa) multiplicada por el precio del bien que la empresa lanza al mercado (P) Ahora bien, también recordemos que la tabla y la gráfica anteriores se refieren a la demanda de trabajo en un mercado de competencia perfecta, lo que significa, según el modelo marginalista neoclásico, que el precio del bien producido no varía para el empresario individual; ese precio es constante. Lo único que varía sería la Productividad Marginal del trabajo. En consecuencia, según la tesis de la Economía-Vudú neoclásica de la demanda de trabajo, el empresario contratará más mano de obra en la medida en que la productividad del trabajador disminuya (con la disminución del salario) Mientras más disminuye la productividad del trabajo ¡más mano de obra contrata el empresario! El Neoclásico es un mundo de cementerios. El método de la “Fila india” nos lleva a una nueva contradicción.
Otro laberinto fantasmal
El marginalismo neoclásico dice que el empresario aumenta la contratación de mano de obra a medida que el IPMaL disminuye con el salario y que el último asalariado contratado, el de menor productividad, ese el que establece el salario que deben recibir él y los demás. Pero sucede que cuando contrata al último de ellos, ya está pagando un salario a los demás. ¿Quiere decir esto que a medida que contrate nuevas unidades de trabajo, irá rebajando el salario de los que ya están en la empresa? Esto es ridículo. Muy ridículo.
La Razón de Ser de la “Fila India”
Ahora ya tenemos certeza del porqué el marginalismo utiliza en su modelo el método de la “fila india” cuando el empresario debe reclutar mano de obra. A medida que contrata un asalariado más, la “productividad marginal” de cada nuevo contratado decrece, de manera tal que cuando ha contratado a todos los que necesita, el marginalista le instruye al empresario que debe pagar un salario común para todos los trabajadores: ese salario estará basado en la “productividad más baja”, que es la que proviene del último trabajador contratado. Ésa es una manera muy burda de explotar la mano de obra hasta llegar al extremo de pagar salarios por debajo de los de subsistencia, tal como lo presenta Mankiw.
Sinteticemos el proceso de la visión marginalista neoclásica. El empresario contrata al último trabajador y paga a los demás el salario más bajo posible que, según va la teoría, corresponde a la productividad de este último asalariado contratado, cuya productividad, se dice es la más baja de todos los demás. ¿Por qué contrataría el empresario a un nuevo trabajador, si éste tiene la productividad menor que todos los que ya están en el proceso productivo? Pues porque el empresario desea aumenta su oferta, debido a que el precio del bien que produce se ha incrementado. Ésa sería la razón marginalista. En otras palabras, al contratar un nuevo trabajador gana por partida doble: la primera, porque se supone que el nuevo trabajador tiene la productividad más baja que los que ya están en la empresa, por lo que pagará a todos los trabajadores un salario menor. Segundo, porque lo contrata debido a que el precio del bien ha aumentado. Eso es mascar con las cuatro muelas. En consecuencia, el último trabajador contratado, el “menos productivo”, es el que permite que el empresario produzca las unidades extra que lanza al mercado a un precio mayor. Eso es: el nuevo trabajador, al que menos valor le asigna el empresario según la teoría, es el que permite al empresario aumentar sus ganancias. No es el trabajador “más productivo” el que permite las nuevas ganancias del empresario; no. Al contrario, es el menos productivo el artífice de la ganancia extra. ¿Quién, en su sano juicio, puede aceptar una teoría hecha a pedradas como la planteada por los marginalistas?
Nadie. Excepto los propios marginalistas.