Ramírez, Bernardino
Huamantanga es una hermosa comarca de campesinos ubicada en el valle del río Chillón, viven en ella alrededor de 300 familias dedicadas a la ganadería y agricultura, crían vacunos, caprinos, venden carne, leche, quesos; producen tubérculos y cereales que los venden en el mercado limeño. En esta comunidad, se celebra todos los años, los días 2,3,4 y 5 de mayo la fiesta al Cristo de Huamantanga, según ellos muy milagroso.
La fiesta ahora es de dimensión regional, con mucha fe, cientos de peregrinos penitentes llegan al Santuario caminando, descalzos, con hambre, cargando a sus hijos, cantan y lloran, muestran que su devoción es inconmensurable. Es una antigua tradición colonial recreada y engrandecida, en su imaginario consideran al viajero constructor de la tradición de Ricardo Palma, como al mismo Dios.
Palabras clave: Señor de Huamantanga – Canta, fiesta patronal, fiestas peruanas
INTRODUCCIÓN
En el Perú las expresiones culturales, como las religiosas y las vinculadas a ellas, como también las diferentes fiestas patronales y costumbristas se festejan anualmente en las diversas poblaciones peruanas de la costa, la sierra y la selva.
En los últimos decenios la herencia cultural de la colonia se manifiesta en el catolicismo y el protestantismo en su versión evangélica. En el área andina rural sigue fuertemente arraigado el catolicismo, en cuya práctica se encuentran impregnadas las manifestaciones culturales-religiosas del incanato. Este sincretismo antiguo envuelve a lo pre hispánico y muestra a estas prácticas como de origen católico.
La fiesta del Señor de Huamantanga apoteósica en siglos XVIII y XIX, para el año 2010, por la cantidad de peregrinos llegados al santuario y por los ribetes de su celebración podría decirse que su carácter pueblerino y local se transformó en fiesta regional, constituyéndose en la principal celebración religiosa de toda la provincia de Canta. Este hecho motivó el interés para estudiarla, por conocer sus raíces y particularmente el sentimiento de fe de los feligreses que llenos de fe realizan anualmente una peregrinación de más de 50 Km, en plena intemperie, con un frío que en la noche llega a menos de 10º C, es un verdadero acto de penitencia colectiva.
Esta ponencia consta de cuatro partes, la primera plantea un conjunto de proposiciones teóricas sobre la religión, la religiosidad y lo popular; en la segunda se expone y explica la tradición religiosa y la creencia sobre la presencia de Cristo que justificó la construcción de un hermoso santuario por la Congregación de los Padres Mercedarios y cientos de nativos del común de indios. La tercera, versa sobre el origen del culto a este Cristo partiendo de las creencias andinas y el sincretismo entre lo católico y lo originario. La cuarta y última parte versa sobre la Fiesta del señor de Huamantanga y las prácticas religiosas: el peregrinaje de cientos de personas desde Lima y pueblos del valle del Chillón hasta el santuario.
I.- ACERCA DE LA RELIGIOSIDAD
Estudiar las prácticas religiosas de los distintos pueblos y épocas, implica conocer el desarrollo de las mentalidades que siguen a su vez la evolución de los fenómenos económicos y sociales. Son distintas las perspectivas desde las cuales se puede abordar este tema, el catolicismo antiguo orientado por los mandamientos, los evangelios, los acuerdos de sus Concilios, las bulas papales y otros, orientaba el paso por la vida con la práctica de la humildad, del servicio al prójimo, alejados del mundo de la carne y de lo material, pues lo que interesaba era la salvación y la vida eterna. Por su parte el protestantismo, dejó de lado estas creencias sobre la humildad, el voto de pobreza, la búsqueda de la santidad, las indulgencias pagadas, para incorporarse plenamente a los negocios, a la empresa, al trabajo productivo duro, de allí que al dicho de que la persona debe “comer bien y dormir bien”, ellos prefirieron comer bien así duerman poco.
Con relación a la religión, un prelado peruano dice: “Llamo religión al sistema simbólico integrado por creencias, ritos, formas de organización y normas éticas, que es propio de una determinada sociedad o cultura y por medio del cual los miembros de la misma tratan de comunicarse con Dios y encontrar sentido trascendente en su vida”(Marzal,1991:198); por su parte el Marxismo, “la religión es una forma específica de la conciencia social, caracterizada por la unidad de ideología, de sentimientos y de culto (actos rituales o mágicos). Su rasgo fundamental es la creencia en lo sobrenatural. Es un fenómeno económica y socialmente condicionado y por ende transitorio, surge en la comunidad primitiva como producto de la impotencia del hombre ante las fuerzas amenazadoras e incomprendidas de la naturaleza. En las sociedades de clases, la religión se halla relacionada sobre todo, con el desamparo, la explotación y la miseria que sufren los sectores empobrecidos, en cada nuevo proceso de desarrollo”. (Rosental, S/f: 400)
Como se ve, en los tiempos contemporáneos o postmodernos como gustan hablar algunos estudiosos, los puntos de vista no dejan de estar encontrados sobre todo en el plano de la teoría; en el nivel de la práctica, la situación refleja sus concepciones, sea la de creyente en alguna religión como el cristianismo, el judaísmo, el Islam, el Budismo, etc., como también la de aquéllos que optan por el ateísmo, el eclecticismo, el agnosticismo entre otros. Para los efectos de este estudio nos referiremos a quienes optan por el cristianismo en su vertiente católica, específicamente para los creyentes en Cristo crucificado.
En el caso peruano, la secuencia de los estudios sobre religiosidad sigue este derrotero: Dios, Cristo, vírgenes, santos(as), fiestas, ferias y otros. Los estudios sobre la cristología, el marianismo o mariología y el santoral muestran con claridad las prácticas religiosas de la feligresía que por lo general sigue los ritos católicos de la creación del mundo, del hombre, de los actores divinos y humanos. Lo divino es presentado como el creador, omnipotente, portentoso, piadoso, castigador, salvador, surgido en la pobreza y para salvarnos nos dio la eucaristía y murió en la cruz. Lo humano es presentado como pecador, desdichado, malvado, insolente, indigno, preso del vil deseo, ruin, baladí por lo que con sus oraciones, plegarias y ofrendas, su vida modesta y práctica del bien con sus semejantes, hará que el supremo lo perdone, venciendo los peligros mundanos y tentaciones. Ya no se inclinará por la maldad, vivirá sin tormentos, cumpliendo los sacramentos asegurará que su alma no llegue al infierno y sea gloria de Satán.
El camino que debe recorrer el hombre para lograr su salvación; la vida de Cristo y su entorno desde su nacimiento hasta su expiración en la cruz, Jesucristo fue sacrificado para salvar al hombre del pecado original. Así se privilegia la fe a la razón, se desconfía de quien mayor entendimiento e ingenio tiene, pues más malicia y desconfianza derrama.
Para redimirse y poder tener alguna posibilidad de acceder a la diestra del Señor habrá que celebrar las fiestas como: la Navidad con el nacimiento del Niño Dios, también del maestro divino, del Mariscal Chaperito de los canteños, de los Cristos Crucificados que como tales aparecen en la liturgia católica en el siglo XII, son momentos de la vida de Jesús, particularmente de su pasión y muerte: El nazareno o Señor del Huerto venerado especialmente en Semana Santa, el de Resurrección que en los últimos años va alcanzando mayor notoriedad; el Señor de los Milagros o Cristo de Pachacamilla cuya imagen por decisión de los Concilios Limenses reemplazó al Dios Pachacamac de los antiguos peruanos. Hoy sus fieles se cuentan por miles tanto en Lima, como en muchos pueblos del Perú y el extranjero, el fenómeno migratorio también ha afectado a los Cristos, vírgenes y santos andinos que con su gente bajaron a la costa y a Lima.
Las celebraciones festivas en el Perú son múltiples, no hay rincón poblado donde no se les festeje, entre las más importantes encontramos: Al Señor de Misericordia, omnipotente al que los bardos cantan pidiéndole misericordias; al Señor de Muruhuay de Tarma, fiesta regional, la festejan con bandas de músicos, conjuntos folclóricos, chonguinadas, riquísimos platos típicos. Qué decir del Señor de la Agonía, del Señor de Luren, a cuya fiesta acuden cientos de personas hasta Ica y llegan a su Santuario para integrante a la Procesión todo el día y la noche en los meses de abril y octubre, el Señor Cautivo de Ayabaca en Piura, a cuyo santuario acuden miles de feligreses desde la costa piurana y tumbesina como también de Rioja y Ambato del Ecuador.
Las vírgenes en sus distintas denominaciones: María de la Natividad cuya fiesta el ocho de setiembre en Canta es muy concurrida y festejada con el famoso Toro Afuera y la tradicional corrida de toros. La Virgen del Carmen venerada en los Barrios Altos de Lima a la cuál los bardos criollos siguiendo a Felipe Pinglo rinden homenaje cantando. La Virgen Candelaria de Puno, fiesta regional y la más importante del Altiplano, su celebración se realizan los festivales folclóricos más grandiosos del país, con diabladas, morenadas, llameradas, sicuris, doctorcitos, waka wakas y numerosas bandas de músicos. La virgen de la Puerta en Otuzco, su fiesta ha invadido casi todos los pueblos de la Libertad, En Coracora, Ayacucho, el 5 de Agosto son miles los feligreses que llegan con sus chamisas, su canto y poesía para celebrar la fiesta de la Virgen de las Nieves. Los cuzqueños de Paucartambo no se quedan atrás para celebrar a la virgen del Rosario, qué decir de los Paiteños, Carhuacinos y limeños que celebran con gran júbilo la fiesta de la virgen de Las Mercedes, donde no faltan los versos que como dulces llegan a los oídos de los piadosos. De los Santos, se relievan sus buenas y santas conductas, sus hechos y milagros de San Pedro, San Sebastián, Santo Toribio de Mogrovejo. La Beata Melchorita de Chincha también es ´muy visitada por sus milagros que la ponen en camino a la santificación. De Rosa de Lima, cuyos creyentes y devotos son cada vez más numerosos, la santa limeña desde los tiempos coloniales sigue protegiendo especialmente a los más humildes y, ya llegó a hasta las Filipinas. San Martín de Porras representa a la feligresía morena, ella como se comprenderá no podía seguir venerando y adorando indefinidamente a santos que no fueran de su color; por eso los españoles entendieron perfectamente que la evangelización requería de un emisario divino moreno, hoy une a la gente de distinto color.
La Cruz de Chalpón cuya fiesta se celebra en Lambayeque cada 5 de agosto concentra a miles de personas que llegan a venerarla y tomar las aguas de su manantial “bendito”. Como he señalado todos ellos constituyen la mediación mística entre el hombre y Dios, entre lo humano y lo divino.
II. HUAMANTANGA Y SU TRADICIÓN RELIGIOSA
2.1. PANORAMA HUAMANTANGUINO
Huamantanga se encuentra enclaustrada en una hermosa meseta alta andina del valle del río Chillón a unos 3,314 msnm, a unos 113 km al este Lima, es una de las 22 comunidades campesinas y capital de distrito de la provincia de Canta. Su orografía casi plana, se cobija entre las empinadas cumbres que se levantan hasta casi tocar el cielo y sus laderas y precipicios que dan al Chillón. Amanecer en Huamantanga permite ver cómo los rayos Sol se van asomando lentamente por los cerros del horizonte despejando la penumbra que se retrae al fondo de las quebradas para desaparecer luego y volver con el crepúsculo vespertino. Su gente laboriosa desde muy temprano ya está en los campos, oteando el horizonte, dando vida a su pueblo con su trabajo, con su afán por las sementeras, por los animales, por su apego a la naturaleza.
2.2. LA TRADICION DEL SEÑOR DE HUAMANTANGA
Como en muchos lugares de América y el Perú, la imposición del cristianismo supuso el reemplazo de los dioses, huacas y creencias indígenas, por las cruces, los santos, las vírgenes y la imagen de Cristo crucificado. Este hecho está impregnado en la imaginación popular, cómo una revelación, como un acto de santidad por el cual Dios habría escogido ese lugar, a ese pueblo para darle protección a través de su bendición, por la cual los pobladores deberán adorarle, rendirle culto, brindarle ofrendas y entregarle sus almas todos los días de su vida y de todas las generaciones posibles.
En Huamantanga desde fines del siglo XVI se venera al Cristo Crucificado como patrón del pueblo. Sobre su aparición y origen del culto se ha tejido toda una leyenda que los escritores en distintas épocas la han reproducido como tradición y cuya narrativa, sigue el patrón que con pequeñas variantes se da en distintos pueblos del Perú:
1. Acuerdo del pueblo con el sacerdote para poseer una imagen de Cristo.
2. Viaje de comisionados y encuentro con uno o dos personajes que dicen ser escultores, carpinteros y albañiles.
3. Celebración de contrato para la factura de la imagen.
4. Aislamiento de los escultores para ejecutar la obra.
5. Transcurso de tiempo señalado para la entrega.
6. Desaparición del los escultores y apertura violenta de la puerta del taller.
7. Hallazgo de la imagen de Cristo y asombro del pueblo.
8.Intentos de traslado de la imagen a otro lugar, surgen tempestades.
9. Escultores son considerados ángeles y hasta el mismo Dios. (Morote Best,1988:3)
Una de las primeras versiones escritas que se conoce y de la cual refieren don Ricardo Palma y otros, es la de Córdoba y Urrutia que en 1839 lo recoge y difunde en su obra “Estadística Histórica, Geográfica, Industrial y Comercial de las Provincias del Departamento de Lima”, la misma que a continuación transcribimos:
PUEBLO DE HUAMANTANGA.
“En este pueblo se venera un devoto crucifijo: su fiesta se celebra el 5 de Mayo, con extraordinaria pompa y magnificencia. Concurren las gentes de todos los pueblos comarcanos y aún de muy distante van en romería, reuniéndose más de dos mil personas. No obstante que los cofrades no poseen rentas, en las tres fiestas que hacen gastan más de tres mil pesos, que recogen de erogaciones voluntarias y el año de 1815 forraron de plata el altar. Son innumerables y maravillosos los prodigios que se cuentan de esta efigie; respetado siempre aún en el fervor de la revolución: en 1821 cuando se retiró el general Canterac para la Sierra estuvo en el pueblo y no habiendo hallado a sus habitantes lo incendió y saqueó, más la iglesia no se tocó; antes por el contrario se pusieron guardias para que fuese respetada..
La constante e inalterable tradición que se tiene de este Cristo Crucificado, es que, hallándose los habitantes del pueblo sin una efigie de esta clase, trataron de bajar a Lima a comprarla ó buscar quien la hiciese. Se dice que habiendo los indios llegado al lugar denominado el Taro, tres y media leguas del pueblo, encontraron con dos individuos que demostraban ser comerciantes, habiendo tenido su entrevista con ellos y expresando el objeto de su viaje, les aconsejaron se volviesen, que ellos eran escultores y les trabajarían la efigie que deseaban tener. En efecto así se verificó, suministrándoles a los caballeros los materiales necesarios para la obra, con la condición de no ser molestados en el tiempo de su empresa, y aún la comida era introducida por debajo de la puerta. Después de algún tiempo echaron de menos a los caballos que se pastaban en las inmediaciones y creyéndose burlados, se dirigieron al cuarto y encontraron la imagen concluida, quedando absortos, tanto más cuanto que los materiales existían intactos y aún las viandas introducidas. Se refiere también que estos naturales notando que el Señor era muy grande, lo vendieron a los del pueblo que Quipán, más al ejecutar la traslación fue tal la lluvia que tuvieron que quedarse con la Efigie.
Según se ha podido investigar este milagroso Señor, fue llevado a Huamantanga por los religiosos mercedarios después de 1600 a propuesta de Fray Juan Bautista del Sacramento, convenciendo a los feligreses y su gobernador Apurichagua. Algunos Eclesiásticos reconocieron que la efigie era resultado de una composición de cartón con ingredientes especiales que en Nápoles utilizaban los escultores llamados cartapistas; y de cuyas efigies mandó Carlos V al Perú.”
Don Ricardo Palma es el que con más fuerza ha llegado durante el siglo XX a la feligresía huamantanguina, su relato convertido en tradición no sólo recogió la antigua versión de Córdoba y Urrutia, sino también parte de la historia de este pueblo así como los dichos y costumbres limeñas de la época de la Independencia, de sus barrios de Malambo y Cocharcas. Su famosa tradición refiere:
HUAMANTANGA (1,5..)
“Este Pueblo, cuna del ilustre cosmógrafo mayor del Perú, Dr. José Gabriel Moreno, se halla situado en la cima de un cerro de empinadísima cuesta. Dista de Canta cinco o seis leguas de endiablado camino.
En Huamantanga se venera un crucifijo muy milagroso, cuya fiesta se celebraba anualmente los días 3,4,5 de mayo con extraordinaria pompa y magnificencia. Concurrían de todos los pueblos de la provincia en romería hasta 1855, de dos a tres mil almas, y por lo menos un centenar de devotos que iban desde Lima. Los gastos de la fiesta se hacían con erogaciones voluntarias de los fieles, y contribuían en no poco el mayordomo, que era siempre un rico hacendado de la provincia. Él quien lo fue en 1813 llevó el fausto hasta haber forrado con una lámina de plata el altar mayor. Después de la batalla de la Palma, en 1855, empezó la decadencia de Huamantanga. Son innumerables los prodigios que se cuentan de esa efigie. Su capilla se erigió por los padres de la Merced, por años de 1600 a 1602.
Según el cronista Córdova y Urrutia, la constante e inalterable tradición que se tiene de este Señor Crucificado es que a fines del siglo XVI, los habitantes del pueblecito enviaron a Lima un comisionado para comprar o hacer fabricar una imagen de Cristo en la cruz; pero habiendo llegado al lugar llamado Taro, a tres leguas de Huamantanga, se encontró con dos individuos que dijeron ser escultores y que se comprometieron a hacer la efigie, con la condición de que nadie fuese a visitarlos ni a interrumpirlos en la choza en la que se aposentaran, que les diesen las herramientas y materiales que les indicaron, que, terminada la obra , les pagasen lo que creyesen justo y que los alimentos se los pusieran en la puerta a la madrugada. A los ocho días desaparecieron los caballos de los viajeros, y recelando los vecinos haber sido burlados por los apócrifos escultores, penetraron en la choza y encontraron la imagen concluida, quedando tanto más absortos cuanto que los materiales que proporcionaron existían intactos, así como los víveres. No cabía para ellos duda de que la efigie era obra de ángeles y no de humanos escultores.
En la vecindad de la choza brotan unos arbustos, de cuya madera que es muy amarilla, se labran unas crucecitas llamadas del Señor de Huamantanga, y que en la fiesta de mayo obtienen los fieles por un real de limosna para el culto religioso en la capilla. Todo devoto que iba de Lima, traía crucecitas, como recuerdo, a las familias amigas. La efigie era de la misma composición, pasta o material que empleaban en Nápoles los escultores llamados cartapistas, a quienes ocupó mucho el emperador Carlos V en que trabajasen imágenes de santos para el Perú y para México.
Puruchuco y Huamantanga eran pueblos que proveían de papas al vecindario de Lima, el cual las consideraba superiores a las producidas en otros lugares de la serranía. A las de Puruchuco las distinguían con el nombre de papa-lucha, y a la de Huamantanga con el nombre de papa-changa.
Es tradicional que al recibirse en Lima, a fines de septiembre de 1821, noticias de la destrucción de ambos pueblos por los soldados del rey, se cantaba en los barrios de Cocharcas y de Malambo, la siguiente copla:
Ni más Puruchuco
Ni más Huamantanga,
Ni más papa lucha,
Ni más papa changa.
Hoy mismo se oye como refrán entre la gente criolla de Lima, esta frase; “Ni más Puruchuco, ni más Huamantanga” para expresar que ha roto uno definitivamente relaciones con tal o cual persona.
En 1870 la capilla de Huamantanga fue destruida por un incendio ocasionado por descuido del sacristán, salvándose sólo la cruz en que pendía la efigie de Cristo. Esto ha influido mucho en que la antigua devoción decaiga, pues cree el pueblo que el Cristo nuevo es menos milagroso que el antiguo. También el altar ha sido reconstruido hace veinte años.
En exvotos o milagros de plata y oro, custodia, cálices, candelabros y alhajas, poseía ese santuario un capital aproximado de cincuenta mil soles, del que fue despojado para que los niños de Chile (que en Huamantanga fusilaron al comandante Villegas y a los veinte soldados que lo acompañaban) no se apoderasen de él. Si se utilizó o no para combatir al enemigo, lo ignoramos. Todo lo que se puede asegurar es… que el “caudalito se evaporó” ( Palma,1964:231).
Después de Palma, el Monseñor Pedro Villar Córdova en su Libro “El Camperito”, hace una pequeña síntesis de esta tradición incorporando información tanto de Córdoba y Urrutia como la de Palma, así como hace ciertas modificaciones a su criterio como por ejemplo que el cacique se llamaba Apurichagua, que encontraron con solo un escultor y en lugar denominado Tres Cruces, que la imagen habría sido obra de los mercedarios y que los gastos lo habrían hecho los indígenas.
Entre los años de 1940 a 1950, dos intelectuales huamantanguinos recrearon a su manera la Tradición, Manuel Sánchez Palacios y Teodoro Casana Robles. El primero más apegado a las versiones anteriores y el segundo pone a vuelo su imaginación; ambos destacan los milagros que desde el momento del pacto entre los comisionados y el Viajero se producen: el convencimiento de un comisionado desconfiado, la aparición del puquio de Socos, la construcción de Cruz Verde, el ramaje perdurable de El Taro, la construcción de las Tres Cruces, la aparición del arbusto Cruz Casha, la aparición de un Ángel en el Portachuelo y finalmente que esta obra bellísima es obra del Mártir del Gólgota.
Después de los años cincuenta otros huamantanguinos han hecho conocer su versión entre ellos el profesor Gregorio Zavala C. y el señor Basilio Castillo J. ellos casi han reproducido la versiones de Sánchez y Casana. A fines del siglo XX las Hermandades del señor de Huamantanga de Lima con la versión de Aurelio Jiménez Villegas, y la de Puente Piedra, con la versión de Nilo Patiño de la Peña, igualmente han publicado la Tradición, la primera tomando como base la de Sánchez Palacios, agregando frases como: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, cuando le preguntan quién era y a dónde iba el viajero. Igualmente, cuando él, les indica el lugar donde encontrarán agua diciéndoles: “El agua que yo les doy es el agua de la vida eterna, quien bebe nunca más tendrá sed”, y como se ve, ya no se trata de un viajero sino del mismo Jesucristo. Por su parte la versión de la hermandad de Puente Piedra, introduce los prodigios del Señor de Huamantanga, considerándolos como tales a los Milagros que Casana y Sánchez habían introducido y por tanto, ya se trata del mismo Jesucristo, quien se apareció a los comisionados en Socos.
2.3. EL SANTUARIO DEL SEÑOR DE HUAMANTANGA
Uno de los templos más hermosos de la provincia de Canta es del Señor de Huamantanga, cientos de peregrinos y devotos por años desde el siglo XVI han llegado hasta allí con mucha fe para elevar sus plegarias de agradecimiento y pedir por su bienestar y el de su familia. Han pasado más de 400 años y ese monumento religioso e histórico, hoy es patrimonio nacional y, para los huamantanguinos el símbolo más alto de su identidad
Fueron los Mercedarios una de las congregaciones religiosas de la Colonia como la de los franciscanos, jesuitas, dominicos, agustinos; los que habrían iniciado su construcción luego de la extirpación de idolatrías y siguiendo las orientaciones de los Concilios limenses. Por la consistencia y majestuosidad de su construcción es probable que lo construyeran en varios años, tal vez dos o tres décadas. Es impresionante el conjunto arquitectónico del Santuario, al centro el templo, jardines laterales, un atrio al ingreso, un cementerio antiguo en la parte posterior, todo ello rodeado por un cerco perimetral alto de adobes y grandes ventanales, tres portadas y escalinatas para subir desde la plaza mayor. Desde la Plaza y desde cualquier colina de las que rodean a la hermosa meseta huamantanguina se distinguen con nitidez las torres que se elevan queriendo tocar al cielo, cada una con cuatro niveles, en el segundo están los campanarios; el de la derecha da para el barrio de Anduy es la torre del evangelio, en ella se encuentran cuatro campanas de bronce mezclado con cobre, una de 1813, que debió haber tañido con motivo de la primera Constitución, dada por la Corte de Cádiz 1812, las otras son de 1818,1850 y 1911, todas ellas en desuso. La de la izquierda, da para el barrio de Shigual, es la Torre de la Epístola, se encuentran ella otras cuatro campanas, dos en desuso, una del siglo XVIII y otra sin fecha visible; las otras dos en actual uso tienen un tañido dulce y a veces triste que se escucha hasta cinco leguas a la redonda.
El Templo tiene dos puertas grandes, una que es la entrada principal y otra lateral, la primera forma una unidad con la fachada románica; el ingreso nos lleva por la nave central que conduce al altar mayor y al Recamarín ubicados en el fondo y alta del altar mayor. Es el lugar más hermoso del Santuario, con barandillas, un arco plateado, una Cruz grande con una peaña de plata macisa, obra del orfebre Julio Espinoza. Es ante esta imagen que en los primeros días del mes de mayo, cientos de peregrinos llegan a adorarla. Al ingresar miramos en la cúpula del templo hermosos frescos pintados por Luis Guardamino a través de los cuales se visualiza los momentos más importantes descritos por la Tradición expuesta.
Su nueva restauración se hizo en el 2006, por su devoto y mayordomo Mauro Cataño Oropeza, adornó el altar Mayor colocando mármol de carrara cuyo acabado es realmente hermoso, el piso de la nave central y de templo lo puso con losetas nuevas pero idénticas a las anteriores, conservándose así lo tradicional e histórico.
III.- DEL ORIGEN DEL CULTO AL SEÑOR DE HUAMANTANGA
3.1. LAS CREENCIAS INDÍGENAS
Los aborígenes de este lugar cuando llegaron los hispanos tenían su propia ideología religiosa, sus dioses mayores, trascendentes en el tiempo como Ticsi Huiracocha, Pachacamac, el Sol, la Luna, las Estrellas, el Rayo, el Arco Iris, etc.; eran inmortales; también tenían muchos dioses locales relacionados con las fuerzas de la naturaleza, con su ciclo de vida y actividades productivas como la Mamapacha, los Huamanis, las jircas, los mallquis o pueblos viejos, los manantiales, las conopas, etc. Con ellos también estaban sus sacerdotes, creencias, ritos, ofrendas, procesiones, fiestas, cantos, etc. Para este lugar, Lorenzo Huertas señala: “Como todo pueblo agricultor y politeísta, las fiestas son parte del culto y están en relación directa con épocas básicas de la agricultura. Las fiestas del inicio de la siembra en noviembre y de la cosecha en junio se hacían con una serie de ritos y adoraciones tanto a la tierra como al sol.(…) Padre hacedor nuestro, aquí venimos todos tus hijos a celebrar tu fiesta y traerte de comer y de beber y diciendo esto le derramaban la chicha”.(Ramírez, B. 2000:38).
Los ayllus, núcleos de la organización económica y social de los pueblos incaicos con la conquista y colonización fueron destruidos para dar paso a una formación social feudal con la imposición del latifundio y la servidumbre. Más este proceso no fue inmediato, conllevó muchos años de enfrentamientos, de explotación al indio, de muerte y casi exterminación. En este proceso que se inicia el siglo XVI, se extiende para los asuntos religiosos y otras formas de imposición cultural, por más de cien años. Los aborígenes de Huamantanga como de las comarcas aledañas, ya entrada la dominación hispana, siguieron venerando a sus grandes dioses como también a sus dioses locales entre ellos a sus Huacas considerados así a sus cerros más empinados y agrestes, a sus manantiales o puquios, a sus lagunas, cuevas, cavernas, huecos ensanchados en los troncos de árboles añosos, etc., ubicados en los sitios más inesperados. En la Colonia continuaron adorando y haciendo sus ritos a sus Huacas, sólo que éstas además fueron templos y centros ceremoniales ante los cuales “Los nativos, además de regocijarse, elevaban sus plegarias a los espíritus de sus ancestros. En estas actividades no sólo participaban los adultos, sino también los jóvenes y niños de ambos sexos que aprendían los bailes y canciones al son de un tamborcillo y una quena, como en la danza del Wincho rinri y el Oncoy llacsti”, (Cajavilca, 2002:27)
Es probable que las Huacas o centros ceremoniales de los Huamantanguinos durante el siglo XVI y gran parte del XVII habrían sido, sus pueblos viejos de Gantumarca, Purunmarca, Ripishmarca, Pocaca y Racsa; sus Apus como Tunshumarca, Puntón de Pacchipucro; sus adoratorios como Urbancullba, Coricancha, Caraycancha, sus manantiales como Juytuputaga, Parca, Aguallín, Páchac y especialmente el de Auquimarca, también sus pacchas y grandes piedras como: Cerro Cruz alta, Huacragaga, Piedra Diablo, Huaylas, Mallocaca y el complejo pétreo de Piedra Pistacho.
3.2. LA DOCTRINA DE HUAMANTANGA Y LA EVANGELIZACIÓN
Luego de la fundación de Lima y el dominio que los españoles iban haciendo sobre los valles aledaños, entre ellos el de Canta conocido hoy como Chillón, optaron los españoles no sólo por entregarse las mercedes de tierras sino también de entregarse las Encomiendas, institución implantada en Centro América y que en el Perú se hizo con el fin de catequizar, adoctrinar y evangelizar a los indios. Desde el primer momento Francisco Pizarro se reservó para sí las encomiendas de de Huaylas, Atavillos, Chucuito y Charcas. A Nicolás de Rivera el Mozo las de Maranga, Canta y Végueta y a Martín Pizarro, Huamantanga. Años después durante los gobiernos de los virreyes Lope García de Castro y Francisco de Toledo, se dispuso que los ayllus de estas encomiendas se redujesen a una sola población con el objeto de ejercer sobre ellos mayor control, de cobrarles sus tributos, de enviarlos a las mitas mineras, obrajeras y de haciendas además de apropiarse de sus tierras. En 1782 se establecieron las Intendencias divididas en Partidos, uno de éstos fue el de Canta con sus doctrinas de: Canta, Pomacocha, Pari, Atavillos, Lampián, Huamantanga, San Buenaventura y Arahuay, no sólo abarcaba las partes altas de los valles del Chillón y Chancay sino también la meseta de Bombón y la planicie de Junín.
En el plano religioso en las partes media y alta del Chillón, se establecieron las doctrinas de Quivi, Canta y Huamantanga, inicialmente dirigidas por los dominicos y posteriormente por los Mercedarios que estuvieron buenos años a cargo de la evangelización y adoctrinamiento de los naturales, llevando adelante los acuerdos de los concilios limenses de 1551,1567, 1582, 1591, 1601 y tal vez el de 1772, orientados los primeros a la extirpación de las idolatrías y los otros a la consolidación del triunfo del cristianismo, con la construcción de capillas, templos y conventos, la instauración de rituales, misas, oraciones, ofrendas, danzas y teatro popular como la de los Moros y Cristianos, sobre todos las fiestas en honor al Patrón o algún Santo bajo cuya advocación se había fundado el pueblo, esto sí recreando las costumbres ancestrales de los naturales a fin que éstos no renieguen de lo nuevo, pensando que de algún modo sus dioses y sus formas de adoración y ofrendas aún quedaban en la nueva religión implantada.
Los planteamientos de Fray Bartolomé de las Casas, de Vasco de Quiroga, de Antonio Ruiz en defensa de los indios en América, no fueron escuchados; se “optó por la opción más realista de evangelizar desde las ‘repúblicas de indios’ o ‘comunidades de indígenas’ que eran instrumentos de la dominación colonial’ y se convirtieron en doctrinas de un cura pastoral” (Marzal, 1991:24). Para los españoles, la evangelización, era una cuestión de Estado. Por eso también los Concilios, dispusieron desterrar, extirpar de entre los aborígenes sus creencias y dioses, considerando que sus religiones tenían un carácter demoníaco y no obstante las protestas de José de Acosta, Bernabé Cobo, Antonio de la Calancha que opinaban en el sentido de que su oficio era “Ir poco a poco, formando a los indios en las costumbres y la disciplina cristiana y cortar sin estrépito los ritos supersticiosos y sacrílegos y los hábitos de bárbara fiereza; en los puntos en que sus costumbres no se oponen a la religión y a la justicia, no es conveniente combatirlas, por el contrario retener todo lo paterno y gentílico “(Marzal,1991:15); hicieron tabla rasa, destruyeron los ídolos, ushnos, huacas, costumbres y prácticas religiosas consideradas sacrílegas. La destrucción material fue tan grande que afectó psicológicamente a los naturales que sin más ni más, de pronto se quedaban sin sus dioses protectores. La actitud de los españoles fue diametralmente distinta a la de los Incas frente a las civilizaciones precedentes, quienes impusieron sus dioses mayores pero respetaron a los dioses locales, aquellos que como los mismos humanos tenían sentimientos, vida, padecimientos, envidias, etc. y que por tanto podían protegerlos de los flagelos de la naturaleza: temblores, sequías, heladas, tempestades, etc. Los españoles en su afán de enriquecerse con la explotación de las minas, los latifundios y estancias, con la mano de obra servil, no les importó el genocidio que a diario cometían con tal de acumular metales preciosos, que finalmente no supieron aprovecharlo.
3.3. EL SINCRETISMO RELIGIOSO
Es en la segunda mitad del siglo XVI, la lucha ideológico – religiosa se desarrolla con gran intensidad, los naturales con sus curacas, sacerdotes y sacerdotisas, defendiendo desde dentro a sus dioses, ídolos, Apus, Huacas, ritos, creencias y prácticas ceremoniales ancestrales, por un lado; y por otro, los españoles con la cruz y la espada, cabalgando como Santiago en busca de indios infieles para exterminarlos. Los estudiosos de este período parecen no haber encontrado información documental válida o si lo han encontrado no la han registrado, poco se sabe cómo se desarrolló esta lucha sin cuartel. Se sabe sí de la Ordenanzas de Toledo, de las Reducciones de indígenas, de los Concilios Limenses; pero de la gran resistencia de los incas de Vilcabamba, de la rebelión de Manco Inca, del gran movimiento indígena de Taqui Onqoy en 1565 motivado por la reivindicación de sus dioses y creencias, de los movimientos y resistencia indígena contra la mita minera, contra la servidumbre en haciendas y estancias, poco se sabe, sobre el particular, Juan José Vega, Señala: “La exaltación de estos hechos triunfales (de los indígenas), perturban al sector feudal de la inteligencia de nuestro país. Les disgusta profundamente, que se desempolven aquellos hechos, hasta ahora arrinconados en crónicas y documentos que eran privilegios de unos pocos” (Vega,S/f: XIII).
El hecho de la construcción de imágenes grandes, sobre todo de Cristo, a imagen y semejanza de los europeos blancos, delgados y barbados en los talleres de las congregaciones religiosas y su implantación en los pueblos y comarcas de la Colonia, va a marcar un hito importante en la historia de la imposición del catolicismo en el Perú. Marca el triunfo definitivo del cristianismo sobre las religiones aborígenes, es el sincretismo religioso que se ha abierto paso entre los naturales que persistentes en sus luchas, han logrado que sus creencias y prácticas religiosas se mantengan mezclándose con las cristianas y que no obstante el tiempo transcurrido hasta hoy las viven, tal es el caso de las flores que adornan al Señor de los Temblores en el Cusco, los días de la procesión. Éstas representan a las huacas y prácticas religiosas ancestrales de los Incas. Marzal retomando la versión de Garcilazo sobre la procesión del Corpus Christi cusqueño, dice: “Creo que el rostro indio de Dios, no proviene tanto de la inculturación de los agentes de pastoral, cuanto del sincretismo de los indios, en su esfuerzo por hacer más comprensible al Dios cristiano o por las propias creencias sobre su Dios” (Marzal,1991:19).
María Rostworowski en su estudio sobre Pachacamac y el Señor de los Milagros demuestra cómo se fue dando el sincretismo religioso. El Dios CON primero y luego el Dios Pachacamac, dios de los temblores y protector de los indígenas, fue transformándose en la conciencia popular, en el Cristo de Pachamamilla. Esta secuencia creo que se ha dado en otros lugares del Perú, como en Huamantanga; el pueblo primigenio fue Auquimarca o pueblo de dioses para los naturales, en la parte más alta de la loma existe aún un manantial o puquio al cual rendían culto los naturales, es probable que para los ellos la fuente de agua era también fuente de vida que además, originaba al Arco Iris, uno de sus dioses tutelares. Con la evangelización y la extirpación de idolatrías no sólo se declararon demoníacos a los dioses paganos sino que se los reemplazó en los primeros momentos con la Cruz; pero la resistencia aborigen a la catequización parece que fue fuerte, seguían adorando a sus mallquis, huacas, Apus además de sus dioses como el Sol y la Luna.
Para el reemplazo de imágenes pequeñas por las grandes y sobre todo para la aceptación de Cristo en Huamantanga, debieron darse algunas condiciones: la presencia de la doctrina y de un doctrinero como el padre “Gaspar de Arroyo (…) persona tal que no ha habido en la doctrina quien se haya quejado de él, antes todos le quieren mucho por lo bien que hace su oficio” (Aparicio, 2001:102), la existencia de un templo y, en este caso ser cabecera de doctrina de muchos pueblos, más de once. A esto debe añadirse la acción de la jerarquía eclesiástica para contrarrestar las prácticas religiosas indígenas y también por los acuerdos de los Concilios Limenses. Finalmente se decidió llevar al mismo Jesucristo crucificado como patrón de la doctrina y el pueblo, que con el transcurrir de los años y centurias, fuera calando hondo en el sentimiento de la gente, se adentrara en su fe y creencias además de ser un ser supremo protector de desastres naturales, de pestes, de enfermedades y otras penurias individuales. Su devoción fue creciendo por los pueblos y comarcas; por valles, planicies, haciendas, estancias; ciudades coloniales y luego republicanas, sus devotos en peregrinación subían por cientos hasta su altar mayor y el Recamarín, No se sabe con precisión la fecha que se inicia el culto a este Cristo, en la Tradición referida se dice sería entre 1580 y 1590. El mercedario Severo Aparicio, en su libro La Orden de la Merced en el Perú, dice: “En 1598 dos mercedarios tenían a su cargo las doctrinas del repartimiento de Jecos y Huamantanga, de la encomienda de Rodrigo Pizarro, con 512 pesos de sínodos cada una. Tiempo después desaparece Jecos y en 1599 queda sólo Huamantanga como cabecera de doctrina de muchos pueblos, con 350 de sínodo. Santo Toribio la visitó muchas veces. Según relación del arzobispo de 20 de abril de 1619, tenía once pueblos en torno de 12 leguas, con su respectiva iglesia parroquial y pila bautismal, con un total de 1,700 personas de confesión” (Aparicio,2001:101). Estas y otras versiones dan como inicio del culto a este Señor Crucificado a fines del Siglo XVI.
3.4. RENOVACION DEL CULTO AL SEÑOR DE HUAMANTANGA
Su culto según se dice fue creciendo durante los siglos XVII, XVIII y Parte del XIX, se sabe que hacia 1813 un rico hacendado costeño fue el mayordomo de mayor renombre, realizó la fiesta con gran pompa, cientos de peregrinos caminando por Trapiche, Macas, Socos, Puruchuco llegaron a Huamantanga. Ese año llevaron dos campanas, también para 1915 de enchapó de plata el arco del Recamarín y se obtuvieron ofrendas, candelabros, milagros y una hermosa Custodia incrustada con diamantes, todo de un valor altísimo. La Guerra de la Independencia y después los conflictos entre los caudillos militares, la pomposidad de la fiesta tuvo cierto declive, que llegó a su punto más bajo cuando en 1870, Doña Benedicta Córdova, olvidó una vela encendida, propiciando el incendio del templo incluida la imagen, sólo la cruz se salvó.
La nueva imagen, según la tradición, ya no era tan milagrosa como la anterior, esto hizo que la peregrinación casi desaparezca, contribuyó a esto la infausta Guerra con Chile, pues sus soldados saquearon el pueblo y sustrajeron lo que de valor había en el Templo, también la inestabilidad política del país contribuyó a ello. Casi después de un siglo en 1958 se funda la Hermandad del Señor de Huamantanga en Lima y con ella se reinicia la peregrinación desde Macas. Fueron siete los primeros peregrinos de esta nueva etapa, que con el transcurrir de los años se han multiplicando; hoy casi 50 años después, la peregrinación la hacen los integrantes de unas 14 hermandades ubicadas en los distritos populosos de Lima, así como en los poblados del valle de Chillón. Son cientos de peregrinos que a pie o en movilidad llegan desde el 30 de abril hasta el 5 de mayo de todos los años.
¿Porqué se renueva este culto?, ¿Qué hace que las nuevas generaciones vuelvan a practicarlo con renovada fe? Son las estas generaciones que asumen esta práctica, siguiendo la de sus ancestros pues la consideran como una herencia divina que tiene el Pueblo, que además constituye el símbolo más importante de su identidad. También, porque consideran que es el redentor de la humanidad, que aplaca las iras de la naturaleza, temblores, heladas, sequías, tempestades, vientos huracanados. Igualmente, conserva con salud a la familia, conserva su unidad, ayuda a los hijos, sana a los enfermos, procura en la consecución de empleo, etc. Es pues la falta de trabajo, la necesidad de salir fuera del país, la esperanza de un futuro mejor, así como de tener su conciencia limpia, hacer buenas acciones, evitar la vida pecaminosa, en busca de que su alma llegue al reino del Señor,
En estos tiempos, su culto es mayoritario entre los sectores menos pudientes; los que tienen más recursos son los que pasan la mayordomía el 3 de mayo, día central, los comuneros con menos recursos no se quedan atrás y asumen la mayordomía los días 4 y 5; en ambos casos su devoción plenamente manifiesta, lo hacen para agradecer los bienes recibidos y para pedirle al Señor nuevos favores y hasta milagros, no escatiman esfuerzos para conseguir dinero y apoyo para pasar bien la fiesta, con aychamas, buena misa, albas, banda de músicos y sobre todo, la atención gratuita con alimentos y licor a todos los devotos y peregrinos, acción que el Señor verá con regocijo y lo ayudará para que su prole y recursos aumenten. Piensan que sus pecados serán redimidos y tendrán asegurada su salvación y la vida eterna.
IV.- LA FIESTA DEL SEÑOR DE HUAMANTANGA Y LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS
Este es un pueblo en el que las raíces del catolicismo se extienden a los primeros años de la conquista hispana, por ello sus prácticas religiosas son ancestrales, expresadas en sus distintas fiestas que se realizan durante el año: la de las Cruces en enero, Semana Santa en marzo, del Señor de Huamantanga en mayo, San Antonio y Corpus Christi en Junio, Virgen del Carmen en julio, la Natividad en Septiembre, San Francisco, San Miguel y la Virgen del Rosario en octubre y la Navidad del Niño en diciembre. Como se puede deducir los campesinos comuneros y sus descendientes, tienen fuertemente arraigados los ritos, y cultos católicos, no obstante que las relaciones mercantiles tienden a desplazarlos, esta situación avanza incontenible y marca el momento de la transición, del cambio que vienen experimentando las comunidades; pues como se produce cada vez más para el mercado hace que la gente joven en su mayoría emigre en busca de empleo y dinero; cuando regresa a su pueblo, lo hace con los patrones culturales y religiosos urbanos. El nuevo contenido social que se da, se orienta a disminuir las tensiones que la desigualdad produce entre los creyentes, pues las ideas sobre la redención del pecado como de la salvación, no es algo que haya calado hondo no obstante la prédica de los sacerdotes referida a Luzbel y seres del infierno, vemos también que el sacramento de la comunión no ha tenido gran impacto.
Sabemos quela cultura al evolucionar la sociedad, reflejatambién las condiciones materiales de existencia de las personas, entre ellas, sus diferencias sociales. En esta comunidad campesina aún existe una entrega y una adhesión mucho más sólida hacia los ritos y las creencias, aunque los feligreses están siendo influenciados por símbolos y prácticas externas a la iglesia católica. El campesino que vive en su comunidad es más apegado a la tradición religiosa porque las cosas de su conciencia como las creencias no cambian con tanta celeridad como podríamos pensar, sino que en ella todavíaperviven las prácticas antiguas y, no obstante los cambios en la vida diaria, en sus actividades económicas y políticas, aún sigue con sus prácticas antiguas. Hacen revivir los dichos de los indígenas “Yo sé cómo adorar a Pachacamac, a mis dioses en las mismas narices de los curas” por eso los españoles les aplicaron la inquisición, la extirpación de idolatrías y el tribunal del Santo Oficio.
Aunque los cambios que se vienen produciendo no dejan de influir; se ve que el comunero campesino, cuasi feudal, tiene en estos días una práctica ambivalente, cumple con sus obligaciones comunales vinculadas con la religión especialmente en las celebraciones de las fiestas, aunque, su actividad diaria sea distinta: bebe en plena semana santa, no va a la misa ni a las vísperas y si lo hace es sólo por cumplir, parecería que su fe viene disminuyendo y como hicieron sus ancestros, humanizan algunos de sus Santos como San Juan o la virgen Magdalena a quienes asignan roles y acciones de la vida cotidiana.
Las prácticas religiosas son los ritos, las creencias, las alabanzas y modos de actuar en relación con Dios; son las formas que hacen posible llegar al Ser Hacedor, creador del Universo y gracias al cual tenemos la vida. Para merecer la misericordia y las bondades del Señor de Huamantanga, se practican múltiples formas de veneración, sea individual u organizadamente a través de la Iglesia y las hermandades. Los rituales litúrgicos como el de asistir a Misa, la Consagración del Señor, recolectar limosnas, las Vísperas, las doctrinas, las ofrendas, las procesiones; persignarse, confesarse, la comunión, hincarse, elevar plegarias, rezar el rosario, decir las letanías, hacer penitencias, cargar descalzos: cristos, imágenes, cruces, estandartes y palios; darse el abrazo de la paz, etc. son los más comunes, atender con vituallas o alimentos. Son también prácticas religiosas, el bautismo, la confirmación, el matrimonio, la extremaunción y la misa de difunto. Adicionalmente puede hablarse de las bodas de bronce, de plata, de oro, de diamante, como también de la derramada de agua al recién nacido, como que un a niño enfermizo lo dejen en cierto sitio o lugar para que lo encuentre una persona de carácter fuerte como un indio cholón o un negro robusto. Son también prácticas religiosas la celebración de la Fiesta del Señor de Huamantanga, participar en una Hermandad, asumir la mayordomía, repartir los cuadros para que durante el año viajen a diferentes lugares y vuelvan con limosnas para el día de la celebración. Durante la Fiesta, momentos como la adoración al Cristo en el atrio del templo, el alba, el recojo de las ofrendas con una buena banda de músicos, la procesión, los ramos de flores, la distribución de las estampas, el sahumado, las ofrendas y homenajes familiares, la atención alimentaria gratuita a todos los hermanos y devotos, la retreta con el concurso de bandas y gran quema de castillos que permiten bailar y gozar a los feligreses hasta las cinco de la mañana. Nota especial, es la peregrinación que desde el día 30 de abril, hacen los integrantes de las 14 hermandades por el camino de la Cuesta, que según la imaginación de los devotos y creyentes, hizo el Señor. A continuación me referiré a la peregrinación, por considerarla como una de las prácticas religiosas más importante en los últimos años.
4.1.- DIAS DE FIESTA
Los preparativos comienzan quince días antes con la elaboración de la Chicha, cobra impulso con la el inicio de la peregrinación desde Lima y diferentes lugares del valle del Chillón, con la llegada de cientos de devotos, fieles, peregrinos y turistas el día dos de mayo, la fiesta es anunciada con la quema de cientos de bombardas, dinamitas, cohetes al son la música interpretada por dos o tres bandas de músicos, es lo que se denomina el Alba desde las tres de mañana se realiza en el estadio de la localidad.
Esta fiesta del Patrón del pueblo, es una fiesta patronal que alcanza la dimensión regional, pues no sólo son los lugareños los que la celebran sino los habitantes de los pueblos y comunidades vecinas y desde más 30años, lo hacen los habitantes de pueblos lejanos que han constituido hermandades, que con sus estandartes y muchos fieles llegan el dos de mayo por la tarde y son recibidos por el Arzobispo, las autoridades y cientos de devotos en Pampancruz. Son más de dos mil peregrinos que suben caminando al pueblo, desde Macas, por la cuesta que se imaginan habría caminado el Señor en calidad de escultor. Ellos en largas colas de aproximadamente cinco cuadras y en columnas de a seis, llegan hasta el altar mayor a adorar al Cristo milagroso. Por la noche, luego de la víspera, se realiza una gran verbena popular con el acompañamiento de las mejores bandas de músicos de la región, y conjuntos folclóricos; el baile y la alegría es desbordante, es el día del reencuentro de amigos, paisanos, familiares, compañeros de niñez y juventud, en fin es el día del enamoramiento y la reconciliación de corazones atormentados. El Tres de Mayo, es el día central, luego del Alba se inician las misas para peregrinos en la Plaza Mayor y l denominada La de Fiesta, misa concelebrada, presidida por el Arzobispo de la Diócesis y tres sacerdotes, el cantor y el coro que hacen de esta acción de gracias, un momento realmente hermoso. Un poco más del medio día, la procesión del Cristo acompañado de la Cruz de Mayo, recorren las calles principales y las dos plazas retornando al templo al caer la tarde. Es el momento de retorno a sus hogares de cientos de peregrinos; pero la fiesta continúa, los mayordomos de este primer día, continuarán con el gran pasacalle y entrega de la cera y mayordomía hasta muy entrada la noche, en tanto que mayordomos de los días siguientes 4 y 5, seguirán repitiendo las acciones litúrgicas y festivas que en lo fundamental la viven y festejan los comuneros y gente del pueblo; que para no quedarse con pocos días de fiesta, han aumentado, la fiesta en honor de San Martín de Porres, el día seis.
La fiesta en sí es una institución de origen colonial, cuyos aspectos principales subsisten, entre ellos podemos mencionar a la mayordomía, que esla responsabilidad asumida y compartida para festejar la fiesta del Cristo Patrón del Pueblo, según lo establece el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.
Se dice que antiguamente eran los encomenderos y hacendados de la parte baja del valle del Chillón los que asumían esta responsabilidad, entre ellos se especifica en una placa de bronce a la entrada del Templo a un Señor Sancho Dávila para el siglo XVII, igualmente se recuerda para fines del Siglo XIX y comienzos del XX a Doña Elvira Picasso de Boza, a Don Celso Vásquez entre otros. Posteriormente han sido los hijos de este pueblo que migraron a la Capital y alcanzaron cierto éxito económico.
La mayordomía se asume en un acto público, en presencia de un procurador representante de la comunidad. La información disponible desde 1970 adelante, muestra a determinadas familias especialmente de emigrantes, las que han asumido la Mayordomía, especialmente del Primer día: Ramírez-Castillo, Flores Sánchez, Sánchez-Cataño, Gutiérrez–Cataño, Cataño-Oropeza, Oropeza-Páucar, Castillo-Zavala, Bautista-Pajuelo, Cauti-Fernández y otras.
El trozado o pica de la leña. Permite asegurarse de combustible para preparar los alimentos y los potajes para los días de fiesta y de paso para el consumo de la casa. Se dice que la fiesta de la Pica de Leña es clave, de cómo ella se realice, dependerá el éxito de la fiesta grande.
La preparación de la chicha, el licor para las ofrendas divinas es otra de las actividades importantes, es infaltable la chicha, el licor de nuestros ancestros, elaborada a base maíz y jora. Se la prepara unos doce días antes de la fiesta, es una pequeña celebración que sirve de calentamiento y también para tomar el pulso de la fiesta grande.
Trabajan desde temprano y al promediar el medio día, ya las pailas o peroles con sus 400 litros de agua hirviendo es acompañada con caña dulce, quinua, clavo de olor, cáscaras de naranja, manzanilla, linaza, cebada, un cono largo de chancaca, hierba luisa y manzanilla, se observa la capita de nata formada sobre el liquido hirviendo y poco a poco va disminuyendo el fuego hasta apagarse.
4.2.- CIENTOS DE PEREGRINOS POR LA CUESTA
Al escuchar el repique de las campanas a eso de las 3 de la tarde del 2 de Mayo, dejamos de seguir celebrando el duodécimo aniversario del matrimonio de mi primo Germán y nos dirigimos a la salida o llegada del pueblo, a Panpancruz y divisamos el hermoso paisaje, verde amarillo que se extendía desde Waylluma hasta más allá de Lancha y se perdía en los cerros de Puruchuco, lejos en el infinito. Por el camino ancho que llega de Lima por Chacracancha veíamos a una multitud de gente que llenaba más de un kilómetro y cual un anchuroso río recorría hacia arriba, se acercaba por la quebrada al paraje donde El Obispo de la Diócesis de Huacho, Monseñor Lorenzo León Alvarado, otros sacerdotes y religiosas, las autoridades, los mayordomos, hermandades y devotos los esperaban con las banda de músicos y salvas de cohetes y bombardas.
Por el camino se distinguían los estandartes de las catorce o más hermandades, parecían los cruzados medievales cuando llegaban a Jerusalén a recuperar los Santos Lugares, delante de ellos el padre Ronald Gogín con el Santísimo en alto, pues había celebrado la misa para los peregrinos en Lancha; Aurelio Jiménez megáfono en mano hacía cantar y rezar, en tanto que Víctor Vicente colaboraba con los dirigentes de las hermandades para ubicarlos en algún hospedaje a los peregrinos. Conforme se iban acercando íbamos viendo a los devotos que llegaban con un improvisado bastón, unos llegaban por primera vez, otros lo hacían por tercera o quinta vez según lo prometido al Señor, padres con sus niños sobre el hombro, mujeres con atados, jóvenes con mochilas, muchos penitentes descalzos; sus rostros estaban resplandecientes no obstante el cansancio que había significado recorrer los cerca de cincuenta kilómetros de cuesta, en casi 30 horas.
Se aproximaron de pronto a la explanada y recibieron un esplendoroso aplauso de todos los asistentes, y mientras se seguía escuchando el repique de las campanas y la explosión de las bombardas, los músicos interpretaban una marcha procesional. Uno a unos los estandartes de las hermandades se fueron alineando en el primer plano y avanzaron hacia donde la Comitiva Oficial les dio la bienvenida, muy conmovedoras las palabras del Obispo que relievaba con emoción la penitencia de los peregrinos que habían recorrido el camino que Cristo habría recorrido, y hacía votos porque todos sus pedidos sean atendidos por el Señor, “la fe mueve montañas y el Cristo los acogerá siempre”, dijo.
En Socos la curiosidad llevó a Sinesio a visitar algunos campamentos, en la hermandad de Puente Piedra habían más de doscientos, en una pizarra sobre un árbol se leía: Bienvenidos a Socos!, Si habéis venido tras los pasos del Señor de Huamantanga, nunca olvides que desde esta quebrada se inicia una peregrinación por serranías inhóspitas. Un divino viajero lo hizo antes que ustedes. Conmovido, se acercó a dos de ellos, Iraída Castillejo y Miguel Carvajal, le dijeron que se habían enterado de la peregrinación por su tía que subía años y que aunque no conocían bien la Tradición, sabían que el Señor los ayudaría en muchas cosas, en su trabajo, su salud y para que les vaya bien en sus estudios; se acercó Rosa Ramos y dijo “Es la sexta vez que subo, comencé en 1986, año en el que hubieron muchos truenos, los rayos cruzaban dándonos temor, pero el sacrificio es muy bonito, me siento feliz cuando camino por la cuesta”; Olga Espejo a su vez dijo “No le he prometido nada al Señor pero vendré mientras pueda hacerlo, sigo a lo que dejó mi madre, ella vino siete años continuados; no tenemos familia en Huamantanga, pero nos acomodaremos, no espero otra cosa; sino que agradezco a Dios todo lo que me ha dado, por eso voy con mucha fe y mucho fervor”. Por el megáfono se escuchaba al Presidente de la Hermandad decir que como ya habían tomado el desayuno se reiniciaba el peregrinaje y así se veían una a una las familias recoger sus enseres y partir rumbo a Cruz Verde, Doña Natividad Rivera de 54 años iba descalza, dijo “No me duelen los pies por las piedras, voy despacio para no agitarme, mi penitencia es por cuatro años, le he pedido a Dios por mis hijos, por mi misma, pues sufro del corazón y de reumatismo”
No salía de su asombro Sinesio, miraba a La Cuesta y no podía creer, a lo lejos bien arriba se divisaba al Taro y casi tocando al cielo El Portachuelo, para darse más valor se acercó a la piedra que según cuentan se ve al Rostro de Cristo, oró y decidió subir descalzo, le cayeron algunas lágrimas pero comenzó a andar, el camino pedregoso cedió paso al arenoso y ancho, veía que algunos cruzaban para no ir por toda la vuelta, pero él no podía hacerlo, pronto se vio caminando con personas mayores, hombres y mujeres, algunos descalzos como él, más atrás iban los de la hermandad de Lima ayudando a los que se rezagaban, brindándoles agua y frutas a otros, se le acercaron Alejo y Lucash y lo alentaron a continuar, doña Jesusa Robles ya anciana también iba con su bastón de shaulli, era hija de José Higinio Robles, uno de los hijos de este pueblo que más luchó por el progreso y por defender los bienes de la comunidad.
Su paso era pausado pero continuo, a unos quinientos metros arriba y más de tres kilómetros vio que su cantimplora ya estaba sin agua, pudo saciar su sed con la chicha que compró en el camino. Así llegó a un lugar estratégico desde el cual apreciaba el paisaje hermosísimo, su mirada se expandía hasta el infinito por los cuatro costados, con un verde amarillo predomínate se veían las quebradas, las lomas, las chacras con sembríos de papas y cereales, los jatos o criaderos del ganado, las hondonadas, los portachuelos, las cumbres elevadísimas y azuladas como la de Cerro Prieto, en fin el cielo limpio azulado del medio día, regocijó su espíritu. Desde allí, con nitidez se divisaba al Taro, ya se veía una multitud de muchachos y muchachas descansando, unos haciendo sus carpas y fogatas, cantando alabanzas los más. Cerca de las 2 p.m. llegó a este lugar y besó a la cruz y se cobijó bajo la sombra del Taro, lo miraba para tratar de ver su antigüedad, le pareció joven; y no de fines del Siglo XVI como cuenta la Tradición, en fin se dijo, debe ser un milagro del Señor, pues le consideró unos cincuenta o setenta años. Luego del rezo, las oraciones y el descanso, se reinició la penitencia, el objetivo era llegar a Puruchuco al anochecer, Lulo Guardamino que se le había juntado le sugirió que hasta el Portachuelo y la bajada fuese con sus zapatillas, pues el cascajo y las espinas podrían lastimarle los pies, a esto accedió Sinesio y juntos cruzaron ese estrecho camino que conduce a la cuesta empinadísima que va hasta Tres Cruces, llegaron con dificultad hasta ellas, se arrodillaron y lloraron rezando, de entre los arbustos de la cruzcasha cogieron algunas crucecillas naturales y se encaminaron hasta el portachuelo, allí imponente estaba la Cruz Grande y a su alrededor los Peregrinos que esperaban listos para iniciar la bajada que la hicieron en poco tiempo. Avisados los puruchucanos tocaban el repique de las campanas y salieron a su encuentro, cerca al pueblo, se reordenaron por hermandades y en fila entraron al templo .
Los de Puruchuco, en los primeros años de la Peregrinación atendían con todos los honores a quienes hacían esta penitencia, pero cuando llegaron a 300, 500, 1000, 1800 peregrinos, ya la capacidad del pueblo no se daba abasto.
Haciendo un aparte, conversamos con don Alfredo Salinas, presidente de la hermandad de Puente Piedra, nos refiere que ésta se formó el 15 de junio de 1976 y, entre sus presidentes puede mencionar a Fernando Vilca, Andrés Cubillas, Luis Melena, precisa que ellos preparan con tiempo la peregrinación, pues tienen un padrón general de todos los que participan año tras año, con ellos se organizan actividades para sacar fondos. Un mes antes a través de la Radio Municipal, en los mercados, en la Capilla se les anuncia diciéndoles, “Prepárate, peregrinamos el treinta”. “Acuden a inscribirse y a participar en las dos charlas necesarias para recibir su credencial, en la primera el Padre Germán Servand de los Sagrados Corazones hace la homilía correspondiente, la segunda es propiamente un reencuentro de los peregrinos para meditar, reflexionar, para dar nuestros testimonios de vida, en ella se hace presente el hermano Aurelio Jiménez, que nos refiere la Tradición y nos informa sobre la organización de las otras hermandades”. “Vea usted, continúa, el señor de Huamantanga es tan milagroso, tan milagroso, que a mi padre lo sanó, Él sufría de cáncer linfoma tico, en la clínica Internacional lo tuvimos tres meses, llegaron a ponerle los santos óleos, aunque los médicos recomendaron un tratamiento químico terapio, pues era un cáncer de segundo grado, mis hermanos decidieron por su operación y ésta fue todo un éxito, los médicos sorprendidos dijeron: su padre se ha sanado de un momento a otro, den gracias a Dios”
En la caminata, encontramos a Myriam, a los tres años de su matrimonio la habían pronosticado su esterilidad, sus familiares le recomendaron que haga el peregrinaje y lo hizo, 15 días después comenzó a mestruar. Martha por su parte dice, “Tengo 37 años y es la primera vez que vengo, estaba cargada a su cuarto hijo, yo ya no quería tenerlo, tomaba pastilla hasta cundo tenía 3 meses y nada, nació nervioso y estoy segura que el Señor lo sanará. Continúa, mi cuñada que no tenía bebe en ocho años, habiéndose operado incluso, viniendo el Señor le hizo el milagro”. María que estaba en estado y subía con sus flores, en su testimonio dice: “Espero comprensión en mi hogar, ojalá me venga una mujercita, ya tengo 4 varoncitos, quiero más tranquilidad y paz, vendré hasta cuando pueda”, Lucho cuenta que su hermano sufría de leucemia, era incurable, se devotó y vino adorar al Señor, su enfermedad no avanzó y se sanó, por eso vienen él y su familia. Huber, nieto de un huamantanguino se acerca y en su testimonio dice: “Yo vengo solo, no sabía de esto porque vivo en la selva, me he devotado por dos años, le he pedido no tener problemas en mi casa, en Chanchamayo donde vivía, mi mujer se fue; el año pasado le pedí al Señor que vuelva y ha regresado, estoy subiendo con mi pequeña hija, llevo la sugerencia de mi madre, me dijo vamos hijo, se van arreglar tus cosas y así pasó”. Pedro, contó que su hermano Andrés sufría de TBC y que el año pasado casi se muere en la cuesta, desde más delante del Taro volvió a bajar hasta la Capilla de Cruz Verde para rezar y conversar solo con Dios, dice que le habó de igual a igual, se quedó dormido, al despertar se dijo ¡Muere acá, muere!, se levantó y volvió a subir la Cuesta, ahora está bien”, en fin los testimonios son para creerles dijo el autor.
Sinesio durmió en la calle pero se despachó bien con los de Puente Piedra, pues Víctor Vicente muy amigo de ellos lo había presentado, luego de escuchar la misa emprendieron por el último tramo, con los estandartes adelante, que según los creyentes representaban a Jesús, guiándoles iba Aurelio Jiménez. Sinesio descalzo y casi sangrante llegó a Lancha, le esperaba el mayordomo Raymundo Ramírez que repartía chicha a todos los peregrinos y les daba aliento para que lleguen, pues ya faltaba muy poco. Con los pies descalzos, el hambre, el cansancio y el frío si se hace penitencia, se decían los peregrinos. No se puede atender a las tentaciones del churrasco y la buena comida, tampoco a la música, al walkman, al simple paseo que algunos enamorados hacen, pues se deben cumplir las normas cristianas, uno tiene que cambiar primero, sino el señor no perdona, no ayuda, él estará contento con nuestra penitencia sólo si hay cambio en nosotros.
Luego del reparador descanso y el aseo correspondiente subieron hasta Chacracancha, luego se dirigieron por Huaylluma hasta Pampancruz y como se dijo anteriormente en este tramo se inició propiamente la procesión impresionante de los peregrinos, ya en el Recamarín postrados ente el Cristo, escucharon la voz de doña Eufemia Sánchez, cantando “Señor de Huamantanga, A ti venimos en procesión, tus fieles devotos, a implorar tu bendición“, plegaria y canción que les emocionó hasta las lágrimas a todos los que hasta allí llegaban arrodillados a adorar al Señor de Huamantanga.
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