Para contestar esa pregunta decidí remitirme a las dos últimas administraciones públicas federales, cuyos programas se recuerdan con facilidad (2000-2006) o están en vigor (2007-2012), tal que sus resultados son recientes y ayudan a evaluar la eficacia de las políticas públicas, la cual se expresa por medio de sus programas. Así, a continuación los describiré:
Se intuye que la administración federal del periodo arriba señalado para elaborar este programa se documentó entre otras, en las fuentes académicas, institucionales y empresariales mencionadas porque muchos de sus lineamientos coinciden con las directrices y sugerencias que hacen los especialistas de esas instituciones.
En efecto, el Presidente Fox en la hoja de presentación del programa señala que su gobierno está decidido a que la competitividad se convierta en el eje central de la nueva política económica, con el fin de que sea la piedra de toque para que las empresas mexicanas tengan un crecimiento sustentable. Informa que para lograrlo aplicará una serie de medidas que le permitirán a las empresas el manejo eficaz de la información para la toma de decisiones, el acceso a los servicios de consultoría y a la capacitación, al crédito suficiente, en tiempo y acorde a las características y posibilidades de las micro y pequeñas empresas, ya sea como capital de trabajo o para modernizar su planta industrial, así como esquemas sencillos y directos que permitan innovar tecnológicamente sus procesos; apoyos concretos que fomenten el asociacionismo que ayude a rescatar y fortalecer cadenas productivas, al igual que el desarrollo de mecanismos que acercarían los mercados y dieran mayor certidumbre al ciclo económico. Enfatiza que su deseo es que el gobierno sea un promotor protagónico de la actividad empresarial, mediante la creación de infraestructura, de instrumentos y recursos crecientes para impulsar la competitividad de las empresas mexicanas. A manera de lineamiento de política económica indica que su propuesta define un rumbo claro al papel que dentro de la economía nacional desempeñarán las micro y pequeñas empresas, todo ello con el fin de los crear empleos y bienestar que exige nuestra sociedad.
¿Pero en qué consistía su propuesta, cómo se lograría ese objetivo?
El PDE (2001: 79) indica que se instrumentan seis estrategias las cuales son:
Estrategia. |
Eje articulador. |
1. Fomento de un entorno competitivo para el desarrollo de las empresas |
Coordinador de los actores |
2. Acceso al financiamiento |
Sistema financiero competitivo y conformación de fondos de garantía |
3.Formación empresarial para la competitividad |
Formación de multiplicadores de apoyo y fomento de una nueva cultura empresarial orientada a la competitividad |
4. Vinculación al desarrollo y la innovación tecnológica |
Formación de extensionistas tecnológicos |
5 Articulación e integración económica regional y sectorial |
Integración de cadenas productivas |
6. Fortalecimiento de mercados |
Fomento de oportunidades de negocios |
Como puede observarse, de manera implícita existió una clara inclinación hacia el desarrollo de las empresas industriales, limitando así el amplio apoyo que el gobierno debería dar a las MYPES de los sectores comercio y servicios, por ser estos los que albergan a la mayoría de las empresas mexicanas. Sólo así se explica que citen la formación de extensionistas tecnológicos como eje articulador; así como la integración de cadenas productivas, omitiendo las cadenas distributivas y comerciales que son los vehículos para mejorar la competitividad de los sectores y empresas de estos giros.
Por otra parte no queda claro cómo es que el fomento de oportunidades de negocios (con la atonía como eje rector de la actividad económica) constituya el fortalecimiento de mercados, ya que mientras no se estimule la demanda no habrá incremento en los ingresos del factor trabajo que actúa para satisfacerla y, por consiguiente, para ampliar los mercados.
En el caso de la estrategia financiera, huelga decir que esta es mera retórica por que no se cuenta con una banca eficaz y económica, como tampoco con recursos suficientes para hacer barata la intermediación bancaria y convertirla en enlace entre el empresario y el sistema financiero nacional. Al respecto, a continuación se describe en forma resumida el resultado del Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario que impulsó la administración foxista, En opinión de Elvia Gutiérrez (2006) fracasó rotundamente debido a la falta de demanda de los consumidores y a la competencia excesiva con los negocios establecidos formalmente, situación que ocasionó un alto endeudamiento de los negocios promovidos institucionalmente. En opinión de esta especialista.” De conformidad con datos de la Encuesta Ingreso Gasto, correspondiente a 2005, del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el 12 por ciento de los hogares (tres millones 85 mil) que decidieron emprender negocios propios, arrojan un balance negativo, es decir, resienten pérdidas en sus proyectos productivos”. En la industria y el comercio es donde más se registran saldos negativos. Esto es preocupante porque estos micronegocios se “sumaron a los nueve millones 836 mil 542 hogares que cuentan con una renta empresarial”, cantidad preocupante para cualquier persona responsable que vele por los intereses de la Nación.
Si los resultados de los estratos empresariales que no consolidaron su operación, se relacionan con el resto de las unidades de producción y de servicios, puede estimarse que muchas de ellas constatan la opinión de que las bajas ganancias son el tercer gran problema estructural que tienen y que debe resolverse a la brevedad posible.
De conformidad con lo antes señalado la información disponible sobre los programas de fomento institucional revela que no se ha cumplido con tan noble objetivo. Sin embargo, es incuestionable que se ha avanzado, que sí hay algunos resultados positivos que estimulan la perseverancia para encontrar nuevos procedimientos que incrementen la competitividad de las MYPES; las buenas experiencias sirven para fortalecer los casos exitosos, para corregir las desviaciones, reestructurar lo básico, eliminar lo perjudicial y para buscar el equilibrio en la aplicación del gasto público a favor de otros sectores económicos en que operan y son mayoría las MYPES mexicanas, como son los servicios y el comercio.